CONSULTORIO LABORAL Excedencias voluntarias y despidos en jornadas reducidas por maternidad MIGUEL ÁNGEL MORCILLO PINEDA, profesor de la Universidad Blanquerna, Universidad Ramón Llull E n una empresa, un trabajador ha solicitado pasar a la situación de excedencia voluntaria, sin especificar el tiempo que desea disfrutarla. La empresa quiere saber si es necesario especificar este tiempo, si el trabajador puede solicitar la reincorporación a su puesto de trabajo, antes de que termine el período de excedencia y si la empresa puede crear un perfil de un puesto de trabajo distinto al del trabajador excedente con el fin de eludir la existencia de vacante de su categoría. La actual regulación de la excedencia sigue teniendo su base en el Estatuto de los Trabajadores, pero las condiciones y causas que se establecen en el mismo pueden resultar alteradas por los convenios colectivos. El Estatuto de los Trabajadores, en su artículo 46 reconoce dos tipos de excedencias: la voluntaria y la forzosa. Los convenios colectivos, por su parte, han ido admitiendo la calificación de “Especial”, para situaciones de excedencia similares a la forzosa y derivadas de circunstancias asimismo especiales, tales como la maternidad o el cuidado de los hijos menores. La excedencia forzosa y la especial tienen como características fundamentales, en primer lugar, el hecho de que el trabajador, conserva durante la misma el derecho a reincorporarse en al empresa, sin necesidad de que exista una nueva vacante, y, en segundo lugar, el de que el periodo en dicha situación se computa a efectos de determinar la antigüedad del trabajador. Por el contrario, la excedencia voluntaria, da al trabajador derecho a la reincorporación solamente si en el momento en que la solicita existe vacante “de igual o similar categoría a la suya”. El período de esta clase de excedencia, siempre según el Estatuto de los Trabajadores se establecía en un mínimo de dos años y un máximo de cinco. Sin embargo, la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres reducido la duración mínima, desde los dos años, hasta los cuatro meses especificando, además, que el derecho a la excedencia voluntaria “solo podrá ser ejercitado otra vez por el mismo trabajador si han trascurrido cuatro años desde la anterior excedencia”. Esta precisión tiene importancia capital para la determinación de la duración de la excedencia y hace que el trabajador adopte la decisión respecto a la misma con mayor rigor pues habrá de tener en cuenta que, sea cual sea la duración de la excedencia, no podrá solicitarla de nuevo hasta que hayan transcurrido 4 años desde que finalice la actual. Es el trabajador el que, dentro de esos limites, debe establecer el periodo de excedencia que quiere disfrutar El importe de la indemnización ha de ser el que legalmente corresponde al despido improcedente porque, si no coincide, no paralizará el devengo de los salarios de tramitación Capital Humano 136_s_cl_214.indd 136 136 y, si no lo hace, la empresa debe requerirle para que lo fije. En cualquier caso, a la situación de excedencia se pasa previa solicitud formulada por el trabajador y contestación de la empresa. Es, pues, en estos dos momentos, cuando se debe determinar la duración de la excedencia. DURACIÓN DEL PERIODO DE EXCEDENCIA No hacerlo así, podría producir problemas pues, aunque puede entenderse que la duración es la máxima permitida (5 años) también podría interpretarse que es la mínima (4 meses) creándose así una situación de incertidumbre que no beneficia a nadie. Así pues, creo que la duración de la excedencia debe quedar claramente determinada desde el momento de la concesión. Fijada la duración de la excedencia, ambas partes saben, con exactitud a partir de que fecha puede el trabajador solicitar la reincorporación. Dicha solicitud, en mi opinión, puede hacerse con anterioridad a la finalización de la situación pero la empresa no está obligada a aceptar la reincorporación (aunque exista vacante) hasta que haya terminado la suspensión del contrato. Y ello porque, en definitiva, la excedencia voluntaria es el resultado de un acuerdo entre la empresa y el trabajador; acuerdo cuyo cumplimiento no puede dejarse al arbitrio de una de las partes. La creación de un perfil de puesto de trabajo distinto con la finalidad de evitar la reincorporación, no me parece una solución idónea. Nº 214 • Octubre • 2007 21/09/2007 10:41:18 La empresa debe atenerse a sus propias necesidades para determinar qué puestos de trabajo son precisos para el desarrollo de su actividad. Normalmente, cuando un trabajador cesa en la empresa por pasar a la situación de excedencia voluntaria, su puesto de trabajo es cubierto por otro trabajador. Pero también puede ser amortizado, es decir, desaparecer de la estructura de la empresa. En este caso, es obvio que, si el trabajador excedente solicita la reincorporación, ésta no seria posible, pues no existe la vacante que el dejó. Pero, si se crea un puesto de trabajo de perfil distinto y salvo que las diferencias sean grandes e impliquen la asignación de una categoría profesional también distinta, el excedente tendría derecho a ejercitar su derecho a la reincorporación respecto de un puesto de “igual o similar categoría”. Los convenios refuerzan la obligación de la empresa al ampliar las posibilidades de reincorporación a puestos de trabajo que estén incluidos en el mismo grupo profesional. Por otra parte, si se pudiera constatar que la creación de esa categoría de perfil distinto obedece precisamente a la intención de la empresa a evitar la reincorporación del trabajador excedente, éste podría reclamar por despido con buenas posibilidades de ganar. E n una empresa se ha procedido al despido de una trabajadora que, en el momento del despido tiene jornada reducida por el cuidado de un hijo menor. La empresa reconoce la improcedencia del despido y quiere saber cómo se calcula la indemnización que ha de abonar a la trabajadora para evitar ir a juicio. La situación de la trabajadora con jornada reducida puede ser un factor muy influyente en la calificación del despido pues, en determinadas circunstancias, la trabajadora podría alegar que el despido se produce con vulneración de derechos fundamentales al ser discriminatorio por razón de la maternidad de la trabajadora. Capital Humano 136_s_cl_214.indd 138 138 Es por eso que lo primero que debe asegurar la empresa es que no exista realmente ninguna relación entre el despido y la situación de la mujer. Si la hubiera, es preferible desistir del despido pues, si se lleva a cabo en esas circunstancias, podría ser muy perjudicial para la empresa. Efectivamente, si la trabajadora obtuviese una sentencia que declarara nulo el despido, tendría derecho a la incorporación a su puesto de trabajo sin que la empresa pudiera sustituir la readmisión por el pago de una indemnización. Pero, además, la trabajadora podría conseguir que se condenase a la empresa al pago de una indemnización. Esa indemnización es adicional a la que corresponde por el despido. Un efecto adicional de la condena en esos términos, sería la gran dificultad que representaría un despido posterior pues la trabajadora volvería a esgrimir que el verdadero motivo del mismo es precisamente su maternidad o una represalia adoptada por la empresa por la primera reclamación. Una vez con la certeza de que no hay peligro de que el despido pueda ser declarado nulo, la empresa, al reconocer la improcedencia del despido evitará, en todo caso que a la indemnización se añada el coste de los salarios de tramitación. Efectivamente, el artículo 56 del Estatuto de los Trabajadores permite que la empresa ponga a disposición del trabajador despedido el importe de la indemnización paralizando con ello que se sigan devengando los salarios de tramitación. Ahora bien, el importe de la indemnización ha de ser el que legalmente corresponde al despido improcedente porque, si no coincide, no paralizará el devengo de los salarios de tramitación. Por eso, la indemnización ha de calcularse correctamente. Todo ello, naturalmente, salvo que el trabajador acepte la indemnización ofrecida y no reclame contra el despido. El importe de la indemnización por despido improcedente, es el equivalente a 45 días del salario del trabaja- dor (con inclusión de la parte proporcional de las pagas extraordinarias), por cada año de trabajo. El salario que se tiene en cuenta es, en términos generales, el que está percibiendo el trabajador en el momento del despido. Pero esta regla tiene sus excepciones: la primera, es que, si existen discrepancias entre lo que la empresa paga y lo que legalmente debería de pagar, no hay inconveniente en que esa discrepancia se resuelva en el momento del despido. La solución puede llegar por vía amistosa, determinando las dos partes cual es el salario; o mediante juicio teniendo en cuenta que si la posición de las partes es razonable, aunque se le de la razón al trabajador no se perderá la paralización de los salarios de tramitación. Pero existe un supuesto específico que resuelve la legislación. Se trata del caso en que el trabajador/a tenga reducida su jornada laboral y, en consecuencia, su salario, como consecuencia de haberlo solicitado así para atender al cuidado de un hijo menor. En este caso, la Ley Orgánica de Igualdad (Ley 3/2007, de 22 de marzo) establece en su Disposición Adicional decimoctava que “el salario a tener en cuenta a efectos del cálculo de las indemnizaciones previstas en esta Ley, será el que hubiera correspondido al trabajador sin considerar la reducción de jornada efectuada”. Así, pues, el cálculo se debe hacer con el salario que cobraba la trabajadora en el momento anterior a la reducción de jornada. Sólo en el caso de que hubiera transcurrido ya “el periodo máximo legalmente establecido para dicha reducción” se tendrá en cuenta (lo que no es el caso) el importe cobrado con la jornada reducida. La empresa debe poner a disposición de la trabajadora el importe de la indemnización así calculada, en el momento de comunicarle el despido y, si no fuera aceptada, ha de consignarla en el Juzgado de lo Social dentro de las próximas 48 horas. De esta forma también se paraliza el devengo de los salarios de tramitación. \ Nº 214 • Octubre • 2007 21/09/2007 10:41:20