1 APUNTES GENERALES SOBRE FLORA Y VEGETACIÓN DE LA ESTEPA PROF: Lic. Marcela Ferreyra. Te: 0294 – 4428875 / 154574521 [email protected] / 2 CONTENIDOS DEL CUADERNILLO BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA LA ESTEPA PATAGÓNICA: Apunte general sobre la estepa, su flora, vegetación, características ecológicas y problemas de conservación. Incluye un cuadro comparativo y mapas. Tomado de: Green, Lorraine y Ferreyra, Marcela. Flores de la estepa. Guía para el reconocimiento de las principales especies de Plantas vasculares. Libro enviado para su publicación a Vásquez Mazzini. LOS MALLINES: Apunte que trata específicamente el tema mallines. Tomado de publicaciones del INTA - EEA Bariloche. PROBLEMAS ECOLÓGICOS DE LA ESTEPA PATAGÓNICA: o DESERTIFICACIÓN: Apunte que analiza este problema ecológico. Compilado por la Ing. Agr. Silvana Alzogaray. o INCENDIOS: Datos tomados de publicaciones conjuntas del INTA y CONICET. o PLANTACIONES DE PINOS EN LA PATAGONIA: Datos tomados de publicaciones técnicas del INTA. ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN: Breves reflexiones acerca de este tema. LISTADO DE ESPECIES MÁS COMUNES EN LA ESTEPA PATAGÓNICA. 3 BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA: Se han resaltado en negrita aquellos más aplicables y que pueden conseguirse en las librerías de la región o en el INTA, ya que algunos están agotados o sólo se consiguen en la costa. ARCE, MARÍA ELENA y GONZÁLEZ, SILVIA. 2000. Patagonia. Un Jardín Natural. Arce-González (Editores). Comodoro Rivadavia. Chubut. Argentina. BARTHELEMY, D.; BRION, C. y PUNTIERI, J. 2008. Plantas - Patagonia. Vásquez Manzini Edit. Bs. As. Argetina. BERTILLER, MÓNICA y BEESKOW, ANA MARÍA. S/F. Las flores de la Patagonia. Alrededores de Puerto Madryn y Península Valdés. I. Arbustos y Subarbustos. Área Científica de Zonas Áridas. Centro Nacional Patagónico. CONICET. Puerto Madryn. Chubut. Argentina. BERTONATTI, CLAUDIO. 1997. El Horizonte Infinito. Las áreas naturales de la Estepa Patagónica Argentina. Fundación Vida Silvestre. DE LA VEGA, SANTIAGO. 2003. "Patagonia. Las Leyes de la Estepa". Serie Explorando Nuestra Naturaleza. Contacto Silvestre. Ediciones. Buenos Aires. DE LA VEGA, S. 2005. Invasión en Patagonia. Serie Explorando Nuestra Naturaleza. Contacto Silvestre ediciones. Buenos Aires. Argentina. FERREYRA, MARCELA; EZCURRA, CECILIA y CLAYTON, SONIA. 2006. Flores de alta montaña de los Andes Patagónicos. Edit. LOLA. Buenos Aires. FORCONE, ALICIA. 2004. Hierbas y arbustos frecuentes en el valle inferior del Río Chubut. Una guía ilustrada para su reconocimiento. Facultad de Ciencias Naturales (Sede Trelew). Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Secretaría de Cultura. Gobierno de la Provincia de Chubut. FORCONE, A. y ANDRADA, A. 2006. Flora melífera de las Regiones Pampeana Austral y Patagonia Extraandina. Facultad de Ciencias Naturales (Sede Trelew). Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Secretaría de Cultura. Gobierno de la Provincia de Chubut. Chubut. Argentina. 4 GANDULLO, R.; GASTIAZORO, J.; BÜNZLI, A. &ARIAS, C. 2004. Flora típica de las Bardas de Neuquén y sus alrededores. Edic PETROBRAS y Univ. Nac. del Comahue. (a este libro hay que tramitarlo directamente con el autor; se regala a centros educativos) GIMÉNEZ GOWLAND, MARÍA BELÉN. 2001. Flora Nativa Norpatagónica Ilustrada. Fotografías y descripciones de 313 especies autóctonas. INTA – FVS – APN. Bariloche. Es un CD. GREEN, LORRAINE Y FERREYRA MARCELA. 2012. Flores de la estepa Patagónica. Edit. Vasquez Mazzini. Bs As. INTA – ESTACIÓN EXPERIMENTAL AGROPECUARIA BARILOCHE. 2000. Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A.-BARILOCHE. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. KIESLING, R. y FERRARI, O. 2005. 100 Cactus argentinos. Edit. Albatros. Buenos Aires. Argentina. KRÖPFL, A.; CECCHI, G.; VILLASUSO, N.; ROSSIO, E.; PELOTTO, P. 2005. Manual de especies silvestres del Monte Rionegrino. INTA y UNC. Viedma. 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Universidad Nacional del Comahue. RAPOPORT, EDUARDO, SANZ, EDUARDO y LADIO, ANA. 2001. Plantas Silvestres comestibles de la Patagonia Andina. Exóticas. Parte II. Programa de Extensión Universitaria. Universidad Nacional del Comahue. 6 LA ESTEPA PATAGÓNICA FERREYRA, MARCELA Y GREEN LORRAINE Introducción del libro: Flores de la estepa patagónica. Gúia para la identificación de las principales especies de plantas vasculares. De Green, Lorraine y Ferreyra, Marcela, enviado para su publicación a Edit. Vasquez Mazzini. Buenos Aires. Argentina. I) Ubicación geográfica La Patagonia es la región al sur del Río Colorado, desde los 39° hasta los 55° de latitud Sur, incluyendo la Cordillera de los Andes y las mesetas, planicies y serranías comprendidas entre los Andes y el Océano Atlántico. Comprende las Provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Tiene una superficie aproximada de 800.000 km2. La estepa patagónica, fitogeográficamente denominada Provincia Patagónica, ocupa la mayor parte de la Patagonia extrandina y se extiende hasta el sudoeste de la Provincia de Mendoza. Está limitada por otras Provincias Fitogeográficas como son el Monte, al noreste; la Provincia Subantártica, que comprende los Bosques Subantárticos o Andino-Patagónicos, al oeste; y la Provincia Altoandina, a manera de islas por encima de estos bosques. (Ver Mapa fitogeográfico de Patagonia anexo). En líneas generales, la estepa se asocia a un paisaje árido, con vegetación baja y abierta, con predominancia de arbustos y 'coirones', aunque en tan vasto territorio las condiciones ambientales varían de un sitio a otro y por ende las especies que la habitan II) Características ambientales La estepa se extiende sobre un paisaje compuesto por serranías, mesetas basálticas y planicies rocosas y glacifluviales, estas últimas en especial en el extremo sur. La altitud sobre el nivel del mar desciende de oeste a este desde más de 1000 m s. n .m hasta menos de 400 m s.n.m. En el Mapa Físico y de Precipitación (Ver anexo) se pueden observar los diferentes pisos altitudinales en la zona de trabajo de las autoras. Los suelos de la estepa varían de un lugar a otro, pero en general son pedregosoarenosos, pobres en materiales finos y en materia orgánica. El clima, en líneas generales, se define como árido a semiárido y templado frío, variando estas condiciones con relación a la latitud y longitud geográfica, y a la altitud. 7 Con respecto a la humedad, es semiárido en el oeste y el extremo sur, y árido en la zona centro y este. En el mismo mapa se puede observar el fuerte gradiente de precipitación oeste-este en la parte norte de la Patagonia argentina. Una característica de estas precipitaciones es que se concentran en el invierno y ocurren en gran parte en forma de nieve. Con relación a la temperatura, las medias anuales están siempre por debajo de los 13 grados centígrados, descendiendo este promedio de norte a sur, por influencia de la latitud geográfica, y de este a oeste, condicionada por la altitud sobre el nivel del mar. En el Perfil de la Ruta 23 (Ver anexo) se muestran, a modo de ejemplo, las temperaturas medias en las distintas localidades. Es interesante notar que las temperaturas máximas y mínimas pueden ser extremas, variando desde 35°C a + 35°C, como en el caso de Maquinchao. Asimismo, la variación térmica diaria es notable, incrementándose de oeste a este. Otros elementos climáticos característicos son los vientos fuertes y constantes del cuadrante Oeste, que pueden superar los 100 km por hora, y las heladas, a veces de gran intensidad y duración. El período libre de heladas varía desde el noreste hacia el sudoeste de la Patagonia, yendo desde 260 a menos de 100 días al año. En el mismo perfil, se pueden apreciar las variaciones de altitud, temperatura y precipitaciones a lo largo de la ruta 23 que atraviesa la Provincia de Río Negro. III) Características generales de la flora de la estepa: A pesar de la aparente monotonía del paisaje, la estepa Patagónica alberga una elevada diversidad de especies. Según Soriano, Nogués y Burkart (1994), de las 2151 especies de plantas vasculares citadas para Patagonia, 1378 habitan en las zonas áridas y semiáridas. Para mayor información, se adjunta el Listado de Especies confeccionado por las autoras en su área de trabajo (Ver anexo). Como allí se muestra, a lo largo de estos 6 años de trabajo, se registraron, 453 especies de plantas vasculares, pertenecientes a 247 géneros y 70 familias. Las familias más representadas son las Asteráceas (=Compuestas), con 90 especies; las Poáceas (=Gramíneas), con 36; las Fabáceas (=Leguminosas) con 33; seguidas de las Verbenáceas, con 18; las Rosáceas, con 16; las Brasicáceas (=Crucíferas) y Ciperáceas, con 15 especies cada una; y las Apiáceas (=Umbelíferas), con 14. Los géneros más representados son: Senecio, con 19 especies; Junellia y Adesmia, con 12 especies cada uno; Carex, con 10; Baccharis con 9, y Nassauvia con 8 especies. 8 IV) Adaptaciones de las plantas de la estepa: Ante las condiciones climáticas características de la Estepa Patagónica, las plantas han desarrollado adaptaciones principalmente para soportar las condiciones de aridéz y los fuertes vientos, además de desarrollar defensas antiherbívoros. Las estrategias adaptativas involucran aspectos muy diversos como: formas de vida, forma y tamaño de la planta, caracteres morfológicos en las raíces, tallos, hojas, flores y frutos, como así también adaptaciones de tipo fisiológico que le permiten adecuar su metabolismo a las exigentes condiciones del medio. Con respecto a las formas de vida, predominan los arbustos bajos, los sufrútices o subarbustos, y las hierbas perennes, aunque en algunos sitios proliferan también las hierbas anuales. No se encuentran árboles en la estepa, con la excepción de las ingresiones en los sectores cercanos a la cordillera, de los sauces en los bordes de cursos de agua o los plantados en las estancias y poblaciones. Las hierbas anuales resuelven el problema de las condiciones adversas proliferando durante la época favorable y permaneciendo como semillas el resto del año. En el caso de las plantas perennes, y a modo de estrategia para evadir la época desfavorable, numerosas especies presentan hojas caducas, o pierden la parte aérea restando debajo de la tierra los bulbos, rizomas, tubérculos o simplemente las raíces. Las especies que conservan sus partes aéreas todo el año, desarrollan toda suerte de adaptaciones como falta de hojas, transformación de hojas en espinas, presencia de hojas recubiertas de pelos, resinas, ceras protectoras o gruesas cutículas, plegamiento de las hojas, disposición apretada de las hojas sobre ramitas cortas, etc. Entre los arbustos son comunes las formas en cojín, o matas hemisféricas, o de carpetas leñosas aplastadas contra el sustrato. Esta forma de crecimiento, les permite funcionar como trampas de humedad, de materia orgánica y de calor, además de minimizar el efecto del viento y el roce de la arena. Estas matas acojinadas cumplen un papel importante como nodrizas en las comunidades vegetales ya que favorecen el crecimiento de otras especies entre sus ramas. Entre las defensas antiherbívoros se destacan las espinas, aunque también son comunes las cubiertas de pelos o presencia de sustancias que hacen a las plantas poco palatables. V) Vegetación: La vegetación predominante es la estepa de arbustos bajos y de hierbas, en especial gramíneas, aunque la fisonomía (aspecto de la misma) y la composición 9 florística (conjunto de especies) varían de un lugar a otro. Asimismo, en los sitios anegadizos se desarrollan mallines o vegas, y en los bajos salinos un tipo de vegetación completamente adaptado a esas condiciones. El tipo de vegetación de un sitio está estrechamente relacionado y determinado por las condiciones ambientales del mismo. Entre los factores determinantes más importantes se encuentra el clima, principalmente la humedad y la temperatura, y la topografía del sitio, especialmente la altitud sobre el nivel de mar (que también se relaciona estrechamente con la temperatura). Sin embargo, los sustratos geológicos, los tipos de suelo, el PH o grado de acidéz- alcalinidad, las geoformas que condicionan la distribución y abundancia de agua en el suelo, los procesos geomórficos como la erosión y la redepositación de arenas y cenizas, la pendiente y la exposición de las laderas, también son importantes, aunque muchos de estos factores actúan indirectamente condicionando la humedad y temperatura del sitio. Asimismo, las interacciones con la fauna del lugar, la acción del fuego y la ganadería, y las actividades humanas en general, entre numerosos otros factores, también determinan la vegetación. A modo de síntesis, se podría decir que la vegetación está determinada por un conjunto de factores que actúan de manera inter-dependiente, donde la humedad y la temperatura, fuertemente determinada por la altitud sobre el nivel del mar, juegan un papel preponderante. Teniendo en cuenta esto, y considerando la enorme extensión de la Patagonia, se explica por qué la estepa cambia a lo largo, ancho y alto de la Patagonia. Numerosos autores han tratado de subdividir a la región ecológica de la estepa en diferentes subregiones y de colocarles algún nombre que las identifique. Este trabajo ha sido arduo, por la complejidad del tema, y no existe aún un acuerdo entre todos los investigadores. A modo de ejemplo, sirven los trabajos generales de Cabrera, 1971; Roig, en Correa, 1998; Bran, 2000; León y otros, 1998. Sin embargo, en líneas generales, la mayoría de las publicaciones denominan a la estepa como Provincia Fitogeográfica Patagónica y describen 6 subdivisiones mayores llamadas Distritos Fitogeográficos, que se dividen, a su vez, en diferentes subunidades teniendo en cuenta principalmente la fisonomía y la composición florística. En el Mapa de Vegetación (ver anexo) se observan estos Distritos Fitogeográficos de la Provincia Patagónica, y las transiciones con la Provincia Fitogeográfica del Monte. A continuación, se describen los Distritos representados en la zona de trabajo de las autoras, que va desde el Sur de Neuquén al Norte de Chubut, hasta el límite con la región ecológica del Monte, y se brinda información general sobre esta vecina región. Las descripciones fueron tomadas de León, Bran, Collantes, Paruelo y Soriano, 1998, y Bran, 1998. 10 1) Distrito Subandino: Se extiende como una estrecha franja que va desde el Norte de Neuquén hasta el Sur de Santa Cruz entre los meridianos 71º y los 71º 30´, entre el bosque y la estepa más árida. La vegetación típica es la estepa graminosa con alta cobertura vegetal y con pocos arbustos, excepto en los ambientes deteriorados. La especie predominante es Festuca pallescens (coirón dulce) de gran valor forrajero, especialmente en los sitios que por su exposición o altura son más húmedos. Otros componentes importantes son Stipa humilis (coirón amargo), Mulinum spinosum (neneo), Berberis microphylla (calafate), Senecio bracteolatus (charcao verde o mata mora), entre otras. Debido a la cercanía al bosque, y a las precipitaciones superiores a los 300 mm, ingresan a este distrito especies del bosque, especialmente en los bordes de cursos de agua, formando a veces manchones de bosque dentro de la estepa. Algunas de estas especies son Discaria chacaye (chacay), Maytenus boaria (maitén), Nothofagus antarctica (ñire), Escallonia virgata (chapel), etc. 2) Distrito Occidental: Se ubica al Oeste del meridiano de 70 grados y ocupa un área continua entre el Lago Buenos Aires en Santa Cruz (46° 30´) y las serranías ubicadas entre Loncopué y Chos Malal en Neuquén (38°), extendiéndose a veces hacia el oriente en ambientes serranos y mesetiformes del sudoeste de Río Negro y Noroeste de Chubut. Las precipitaciones van entre los 300 y los 150 mm anuales. Se caracteriza por una estepa arbustivo-graminosa de 60 a 180 cm con una cobertura total aproximada del 50%. La mayor parte de la cobertura vegetal corresponde a coirones. Algunas especies características de este distrito son: Stipa speciosa (coirón amargo), Stipa humilis (coirón llama), Adesmia volckmanii (mamuel choique), Berberis microphylla (calafate), Senecio filaginoides (charcao gris), Mulinum spinosum (neneo), Ephedra frustillata (efedra), Lycium chilense (yaoyín), Schinus roigii (molle blanco), entre otras. Hacia el centro de este distrito se agregan otras especies como Stillingia patagonica (mata crespa), Nassauvia axillaris (uña de gato), Grindelia chiloensis (melosa o botón de oro), Colliguaja integerrima (coliguay), Grindelia anethifolia (peinecillo) entre muchas más. En los sectores más altos del distrito suelen desarrollarse estepas graminosas de Poa ligularis (coirón poa), Festuca pallescens (coirón blanco), Festuca argentina (coirón huecú), Stipa speciosa (coirón amargo). 11 3) Distrito Central: Es el más extenso de la Patagonia y abarca la porción más árida de la región, con promedios de precipitación anual inferiores a los 200 mm. Se extiende desde el oeste de Maquinchao en Río Negro hasta el Río Coyle en Santa Cruz. Los tipos de vegetación más comunes son las estepas arbustivas de altura media, circunscriptas a áreas serranas, y la de arbustos enanos, conocidas como eriales. Los desiertos de halófitas, plantas adaptadas a condiciones salinas, y los matorrales costeros de halófitas son también característicos del distrito. Las especies más características cambian de un sitio a otro, y es aquí donde se encuentran las diferencias entre los diversos autores. Sin embargo, en el área cubierta por este libro pueden mencionarse como especies más representativas las siguientes: Chuquiraga avellaneda (quilembay), Licyum chilense (yaoyín), Junellia ligustrina (Junelia), Prosopis denudans (algarrobillo), Ephedra ochreata (solupe), Schinus o´donelli (molle colorado), Stillingia patagonica (mata crespa o mata de perro), Senecio filaginoides (charcao gris), algunos cactus como Maihuenia patagonica (chupa sangre) y Maihueniopsis darwinii, y entre los pastos Stipa humilis (coirón llama). Sobre las estribaciones serranas y en todos los derrumbres basálticos domina la Colliguaja integerrima (coliguay o duraznillo), entremezclada con las especies antes mencionadas. Otro arbusto común es la Larrea nitida (jarilla crespa), aunque este género de plantas es característico de la zona del Monte. En los sitios salados, generalmente ubicados en bolsones, se desarrolla una estepa muy abierta y pobre en especies, contándose entre las más comunes a Atriplex lampa (zampa) y Suaeda divaricata (jume) , encontrándose a veces Chuquiraga aurea (uña de gato, monte chirriador, ardegrás). Las divisiones entre un distrito y otro no se dan como líneas claras, sino que existe una franja de transición entre uno y otro donde las especies de ambas zonas se entremezclan. Por esta razón, en las zonas de la estepa que lindan con la región ecológica del Monte, ingresan algunas especies de esta formación, lo que a dado lugar que los mencionados autores delimiten una zona de Ecotono, o de transición, entre el Monte y la Estepa. A continuación, se ofrecen algunos datos del Monte tomados de los mismos autores. Vale aclarar, que esta obra no cubre la región ecológica del Monte. 4) El Monte: El Monte es una región que se extiende al Oeste de los Andes de Salta (24º 35´S) hasta la costa Atlántica de Chubut (44º 20´S). Esta formación responde a un clima árido a semiárido, con una temperatura media anual superior a los 13ºC. Esta mayor exigencia térmica marca el límite entre la Estepa y el Monte. Por esta razón, en muchos sitios, el Monte aparece en las zonas más bajas, por debajo de los 400 m 12 s.n.m., a manera de islas dentro de la Estepa (Ver mapa de vegetación anexo), fenómeno que se puede apreciar fácilmente en un recorrido por la Línea Sur. La vegetación típica es una estepa arbustiva muy abierta, con escasa cobertura vegetal entre el 30 y el 50%, donde predominan los arbustos de altura media, entre o, 5 y 1,5 m de altura, que se entremezclan con arbustos altos, de unos 2 m, muy dispersos, y un estrato abierto de arbustos bajos y hierbas A primera vista, suele ser difícil distinguir una especie de la otra porque sus adaptaciones son similares, siendo la gran mayoría espinosos y con hojas muy pequeñas o ausentes. Entre las especies más típicas en el sector patagónico del Monte, pueden citarse aquellas del género Larrea: Larrea nitida (jarilla crespa), Larrea divaricata (jarilla hembra), Larrea cuneifolia (jarilla macho) acompañadas por Prosopis alpataco (alpataco), Schinus johonstonii (molle), Acantolippia seriphioides (tomillo), Monttea aphylla (mata sebo), Prosopidastrum globosum (manca protrillo), Chuquiraga erinacea (chilladora), Condalia microphylla (piquillín), varios cactus, entre muchas especies más. Dentro de las gramíneas se destacan Stipa speciosa (coirón amargo) y Stipa tenuis. En las zonas de mayor salinidad y alcalinidad estas especies se reemplazan por Atriplex lampa (zampa) acompañada de Ciclolepis genistoides (matorro) y Suaeda divaricata (jume). Luego de las lluvias suelen aparecer numerosas plantas anuales. En esta zona ecotonal rionegrina a estas especies se agregan las típicas del distrito central de la estepa, destacándose Mulinum spinosum (neneo), Senecio filaginoides (charcao gris), Grindelia chiloensis (melosa o botón de oro), Nassauvia glomerulosa (cola piche), Chuquiraga avellanedae (quilembay), entre otras. 5) Vegetación azonal: Se denomina vegetación azonal a aquella que se distingue completamente de la vegetación circundante por desarrollarse bajo condiciones especiales, como es el caso de los mallines, o vegas; las estepas, matorrales o desiertos de halófitas, que se desarrollan sobre sitios salinos; y las formaciones que siguen los cursos de agua, como los matorrales y arboledas en galería. Los mallines o vegas, son praderas que se desarrollan sobre suelos mal drenados de origen volcánico de relieve plano cóncavo, ubicados en planicies glacifluviales y/o llanuras fluviales. La fisonomía de los mallines es el de una pradera húmeda, siempreverde, densa y con abundancia de junquillos y gramíneas. A pesar de la aparente homogeneidad, los mallines encierran una elevada diversidad de especies y son de gran importancia para la fauna local y para el ganado. Algunas especies características son Juncus balticus (junco), Festuca pallescens (coirón dulce), Pratia repens (pratia), etc. 13 Los matorrales o arboledas en galería se desarrollan a lo largo de los cursos de agua, formando una estrecha franja de vegetación cerrada sobre los bordes. Se caracterizan por la presencia de arbustos, en el primer caso, y de árboles en el segundo. Si los cursos de agua corren cerca de la cordillera pueden presentar ingresiones de especies del bosque como Nothofagus antarctica (ñire), Maytenus boaria (maitén), Discaria chacaye y Discaria trinervis (chacayes), Escallonia virgata (chapel), Ribes cucullatum (parrillita), Rosa eglanteria (rosa mosqueta), etc. En las zonas más áridas, estas especies son reemplazadas completamente por los árboles conocidos como sauces, principalmente Salix fragilis (mimbrote o mimbre negro), exótico naturalizado en la región, y Salix humboldtiana (sauce criollo), árbol nativo que viene desde el norte del país hasta el paralelo de 44ºS, siendo las formaciones más australes las de Gaiman y las Plumas, en el Río Chubut. Las estepas, matorrales o desiertos de halófitas se desarrollan en zonas salitrosas, como depresiones interiores o costas marinas. Las plantas que allí habitan presentan adaptaciones a la alta concentración de sales, siendo comunes Suaeda divaricata (jume), Lepydophyllum cupressiforme (mata verde), varias especies de Distichlis (pelo de chancho), entre otras. Y, para finalizar, vale hacer mención a la vegetación típica en cualquier asentamiento humano en la Patagonia, compuesta principalmente por álamos, destacándose principalmente Populus nigra (álamo italiano, piramidal o de Musolini) y Populus alba (álamo blanco o plateado). Estos árboles constituyen mojones en la inmensidad de la estepa, y cualquier viajero puede adivinar, a la distancia, la presencia humana. VI) La estepa como ecosistema: Si bien lo que resalta a primera vista es la vegetación, las plantas son sólo una de las partes del ecosistema de la estepa. Una fauna particular vive en íntima relación con aquellas y el ambiente. Guanacos, zorros, chinchillones, piches, zorrinos, pumas, tuco-tucos, choiques, jotes, águilas moras, aguiluchos, halconcitos, lagartijas, culebras y numerosas especies de pájaros e insectos son sólo algunos de los integrantes del elenco faunístico más fáciles de avistar. Pero existen muchas especies más, incluyendo organismos de otros reinos como los hongos, líquenes y microorganismos. Es interesante destacar, que varias especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios son endémicas de esta región, en especial pequeñas lagartijas y ranas. Al igual que las plantas, los animales desarrollaron adaptaciones para soportar las condiciones de aridez, los vientos secos y el frío invernal, por mencionar los factores más limitantes para la vida en la estepa. Migraciones, desplazamientos, ajuste de los ritmos diarios, reemplazo del vuelo por la carrera, acumulación de 14 grasa durante la temporada favorable, pelos abrigados, hibernación ... son sólo algunos de los mecanismos que les permiten la supervivencia. Los animales necesitan de las plantas para alimentarse, refugiarse y reproducirse, y estas necesitan de los animales para la polinización y la dispersión de las semillas. Y en esta cadena de relaciones, cualquier alteración del ambiente repercute sobre la vegetación y directa o indirectamente sobre la fauna y el resto de los organismos. Según la Fundación Vida Silvestre, la estepa patagónica es una de las eco-regiones más singulares de la Argentina, junto con el Monte y el Espinal, y el esfuerzo necesario para la conservación debería ser alto debido a que sólo el 0,6% de su superficie está protegida a nivel nacional. VII) Problemas de conservación de la estepa: Los principales problemas ambientales de la Patagonia son sin lugar a dudas la erosión y la desertificación, íntimamente relacionadas con la cría de ganado lanar, principalmente en Río Negro y Chubut, y caprino en la Provincia del Neuquén. El sobrepastoreo deteriora la rala cubierta vegetal y expone el suelo a la erosión eólica e hídrica. Si el proceso de erosión no se frena a tiempo los campos llegan a convertirse en desiertos. El proceso de erosión comienza cuando se coloca en los campos un número de ganado superior al que la vegetación puede mantener. El pisoteo y el pastoreo de los animales alteran la superficie del suelo y reducen o eliminan la cubierta vegetal dejándolo expuesto a la acción de los fuertes vientos patagónicos. Cuando esto ocurre se produce en primer lugar una “voladura” de las partículas del suelo. Estas partículas terminan de matar las escasas plantas que pudieron sobrevivir al ganado, pues las lastiman, desarraigan o entierran, y finalmente el suelo se transforma en un peladal. El proceso erosivo se traslada en dirección del viento. En la zona subandina ocurre lo mismo con la erosión hídrica, ya que la falta de cobertura vegetal acelera la escorrentía con formación de surcos y cárcavas y favorece un más rápido y profundo congelamiento del suelo. A lo largo del tiempo, los terrenos erosionados, por la acción combinada de todos estos factores, pueden convertirse irreversiblemente en desiertos. Es así como grandes áreas de la Patagonia se han arruinado para siempre. Por otro lado, las exploraciones y explotaciones petrolíferas, realizadas sin cuidados ambientales, dejaron grandes cicatrices en el paisaje y estanques contaminados a cielo abierto, que son la causa de la mortandad de numerosas aves migradoras que confunden el petróleo con agua. Asimismo, la caza furtiva constituye una amenaza para numerosas especies que han visto reducido su número poblacional, como el guanaco, el choique, el piche, entre 15 otras. Los efectos de la introducción de especies maderables, como los pinos, son aún discutidos. Algunas de las medidas para resolver esta situación podrían ser resembrar áreas no degradadas completamente, hacer un buen manejo de los campos rotando los potreros, recambiar los animales actuales por un número menor de individuos mejorados genéticamente y que produzcan una mayor cantidad de lana, buscar otras actividades productivas alternativas como forestación con especies maderables, obtención de productos vegetales, ecoturismo, cría de guanacos y choiques, etc. Algunas de estas actividades tienen un alto costo económico y otras un gran impacto cultural. De todos modos ninguna de las alternativas es valedera si no se acompaña con campañas educativas y con el compromiso de los habitantes rurales, empresarios, funcionarios y comunidad en general. FUENTES: AYESA, J.; LÓPEZ, C.; BRAN, D.; UMAÑA, FERNANDO y LAGORIO, P. 2002. Cartografía biofísica de la Patagonia Norte. Laboratorio de Teledetección –SIG-INTA - E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. BARROS, V. ; CORDON, V. ; MOYANO, C. ; MENDEZ, R. ; FORQUERA, J. ; PIZZIO, O. 1983. Cartas de precipitación de la Zona Oeste de las Provincias de Río Negro y Neuquén. Primera contribución. U.N.C. - Facultad de Ciencias Agrarias. Cinco Saltos, Río Negro. BERTONATTI, C. 1997. El Horizonte Infinito. Las áreas naturales de la Estepa Patagónica Argentina. Fundación Vida Silvestre. Buenos Aires. Argentina. BERTONATTI, C. y CORCUERA, J. 2000. Situación ambiental Argentina 2000. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires. Argentina. BRAN, D. 2.000. Las regiones ecológicas de la Patagonia y sus principales formaciones vegetales. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche.San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. BUSTOS, C. 2000. El clima. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina CABRERA, A. 1976. Regiones Fitogeográficas de la República Argentina. II (1). Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería. Edit. ACME S.A.C.I. Buenos Aires. CINGOLANI, A.; BRAN, D; LÓPEZ, C y AYESA, J. 2000. Comunidades vegetales y ambiente en el ecotono boreal entre los distritos patagónicos Central y Occidental (Río Negro, Argentina). DE LA VEGA, S. 2003. Patagonia. Las leyes de la Estepa. Serie Explorando Nuestra Naturaleza. Contacto Silvestre ediciones. Buenos Aires. Argentina. DE LA VEGA, S. 2005. Invasión en Patagonia. Serie Explorando Nuestra Naturaleza. Contacto Silvestre ediciones. Buenos Aires. Argentina. LEÓN, R.; BRAN, D.; COLLANTES, M.; PARUELO, J. y SORIANO, A. 1998. Grandes unidades de vegetación de la Patagonia extra-andina. En: Ecología Austral. Asociación Argentina de Ecología. Vol 8, N° 2. Buenos Aires. Argentina. MUÑOZ, E y GARAY, A. 1985. Caracterización climática de la Provincia de Río Negro. Comunicación Técnica N° 20. Recursos Naturales - Agrometeorología. INTA. E.E.A.-Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. SORIANO, A., NOGUÉS LOZA, M. y BURKART, S. 1999. Plant biodiversity in the extra-andean Patagonia: Comparitons with neighbouring and related vegetation units. IFEVA; Departamento de Ecología. Facultad de Agronomía. Universidad de Buenos Aires. Capital Federal. Argentina. 16 17 18 19 GLOSARIO ACERCA DE LOS TÉRMINOS RELATIVOS A FLORA, VEGETACIÓN Y UNIDADES DE VEGETACIÓN Ferreyra, Marcela y Bran Donaldo A grandes rasgos podría decirse que la flora son las especies que habitan en una determinada región. La flora puede describirse efectuando el listado de especies de un sitio. La vegetación, en cambio, es el conjunto o asociación de plantas característico de un determinado lugar, en relación a los factores ambientales, biológicos, históricos y humanos de ese sitio, entre otras causas que la determinan. Dicho de otra manera, la vegetación sería la comunidad vegetal de un sitio dado. Esta correspondencia entre vegetación y ambiente nos permiten reconocer y describir diferentes unidades o tipos de vegetación. Existen numerosos y diferentes criterios para determinar, delimitar y nombrar unidades de vegetación, y esto depende de los diferentes autores. El sistema que aquí adoptamos es muy sencillo y clasifica a la vegetación en: selva, bosque, matorral, pradera, mallines, sabana, estepa y semidesierto. Para esto se deben observar dos características: la cobertura vegetal o porcentaje de suelo que cubren las plantas del lugar, considerando vegetación cerrada la que cubre más del 80% del terreno; abierta la que cubre entre 25 y el 80% del terreno, y rala la que cubre menos del 25% el tipo de planta que domina el paisaje: árbol, arbusto, hierba, enredaderas, epífitas. Combinando estas dos variables se puede nombrar al tipo de vegetación de la siguiente manera: 1) Selva: vegetación cerrada dominada por varias especies de árboles, con abundancia de lianas y epífitas. 2) Bosque: vegetación cerrada dominada por una o dos especies de árboles. 3) Matorral: vegetación cerrada dominada por arbustos. 4) Pradera: vegetación cerrada dominada por hierbas. 5) Mallín: vegetación cerrada dominada por hierbas, en sitios anegados gran parte del año. 6) Estepa: vegetación abierta dominada por arbustos (estepa arbustiva) o hierbas (estepa herbácea) o por ambos (estepa herbáceo-arbustiva). 7) Semidesierto: vegetación rala, con predominio de hierbas y subarbustos. Un mismo tipo de vegetación puede desarrollarse en varios lugares diferentes del planeta si las condiciones ecológicas son similares; aunque nunca habrá dos tipos exactamente iguales ya que la flora varía en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo, existen bosques en diferentes partes del mundo, pero en Europa son de pinos, robles, hayas, etc., en Estados Unidos son de sequoias, de pino 20 Oregón, etc.; mientras que en nuestra región son de coihue, lenga, ciprés, arrayán, u otro. Por esto, conveniente hacer referencia a la o las especies dominantes cuando se nombra algún tipo de vegetación en particular, para que se pueda entender de qué se está hablando específicamente. Por ejemplo: matorral de lenga; matorral de ñire; bosque mixto de ciprés y coihue; estepa herbáceo-arbustiva de coirón amargo y neneo, etc.. Unidades de vegetación Conviene completar el nombre indicando cuál es la especie predominante. Ej, bosque de coihue, matorral de ñire, etc. Cobertura vegetal cerrada Cobertura vegetal abierta Cobertura vegetal rala Predominio de árboles BOSQUE / SELVA Predominio de arbustos MATORRAL ESTEPA ARBUSTIVA SEMIDESIERTO Predominio de hierbas PRADERA / PASTIZAL / MALLÍN ESTEPA HERBÁCEA SEMIDESIERTO 21 Unidades de vegetación con cobertura vegetal cerrada Pastizal Mallín Matorral Unidades de vegetación con cobertura vegetal rala Semidesierto 22 Unidades de vegetación con cobertura vegetal abierta Estepa herbácea Estepa arbustiva media Estepa herbácea con árboles dispersos Estepa arbustiva enana Estepa herbáceo-arbustiva Bosque en galería 23 UNIDADES DE VEGETACIÓN EN EL DISTRITO SUBANDINO DE LA ESTEPA PATAGÓNICA (Sur de Neuquén a Norte de Chubut) Ferreyra, Marcela La estepa comprendida en lo que se conoce como Distrito Subandino de la Provincia Patagónica, debido a su proximidad a la cordillera recibe una precipitación media anual relativamente elevada comparando con otros sectores de la estepa ubicadas en sectores más orientales. Por esto, constituye, más bien, una zona de transición hacia la árida estepa patagónica extra-andina. Esto se evidencia en la abundancia de pastos y en la presencia de especies subantárticas tales como: ñire, parrilla, chapel, maitencillo, lengas en algunos sectores más elevados, etc. En un recorrido oeste-este se puede apreciar cómo la aridez se va exacerbando y va ocurriendo un recambio de especies, desapareciendo gradualmente las especies arbóreas, las arbustivas altas y la cobertura de hierbas, mientras que se hacen más frecuentes los arbustos bajos y espinosos dispuestos de manera más dispersa sobre el sustrato. Aunque numerosas personas describen a la estepa con adjetivos como: monótona, poco llamativa, aburrida, observando con detenimiento la zona se puede apreciar que la vegetación varía notablemente de un sitio a otro. Tanto es así que el INTA describió 17 unidades de vegetación diferentes sólo para el área de la Estancia San Ramón ubicada próxima a San Carlos de Bariloche. Cabe recordar que la vegetación está condicionada por diversos factores, entre los que se encuentran: el clima y su relación con la topografía, sustratos geológicos y suelos de diferente tipo, pendiente, exposición, geoformas que condicionan la distribución y abundancia de agua en el suelo, procesos geomórficos (erosión, redepositación de arenas y cenizas), relación con los herbívoros, acción del fuego y la ganadería, etc. Por este motivo, y por la heterogeneidad de la zona de estudio, se expresan numerosas unidades de vegetación diferentes. A continuación, se describen las unidades más representativas ordenadas en dos grandes grupos: unidades de vegetación de sitios xéricos (áridos) y unidades de vegetación de sitios húmedos. I) Unidades de vegetación en sitios xéricos a) Estepa arbustiva baja con árboles dispersos: Esta unidad se dispone muy próxima al bosque, y está caracterizada por una matríz constituida por grupos más o menos densos de arbustos de menos de 2 metros de 24 altura y estepas de neneo y coirones, en la cual se dispone un estrato de árboles cuya cobertura no supera el 10%. Este tipo de vegetación se dispone, frecuentemente, sobre depósitos morénicos. Entre las especies arbustivas altas son frecuentes: el espino negro (Discaria articulata), el calafate (Berberis buxifolia), el palo piche (Fabiana imbricata), la laura (Schinus patagonicus), el notro (Embothrium coccineum), y entre las arbóreas: el radal (Lomatia hirsuta), el maitén (Maytenus boaria) y el ciprés (Austrocedrus chilensis). Acompañando a éstas son muy frecuentes el neneo (Mulinum spinossum) y el coirón amargo (Stipa speciosa). b) Estepa herbácea y/o arbustiva enana: Este tipo de estepa se desarrolla desde las zonas más bajas (750 a 800 m s.n.m.) hasta las laderas más altas (1400 m s.n.m. en promedio), sobre acumulaciones de materiales finos, con o sin desarrollo de suelo. Domina un estrato de 0,5 a 0,6 metros de altura, abierto, formado por hierbas y/o arbustos enanos, aunque en algunos sitios aparece un estrato arbustivo más alto constituido por individuos dispersos. La cobertura vegetal es bastante elevada, oscilando entre un 60 y un 80%, aunque puede variar dentro de un rango mayor dependiendo del estado de conservación de las áreas. Entre las especies dominantes en esta formación se destacan: el coirón amargo (Stipa speciosa), el coirón blanco o dulce (Festuca pallescens) y el neneo (Mulinum spinossum). Siguiendo los cursos de agua aparecen matorrales en galería, que se describirán junto a las unidades de sitios húmedos. Si bien este tipo de estepa suele aparecer como una unidad homogenea a simple vista, la composición florística varía con los diferentes factores ambientales. Entre estos, los que más influyen son: la temperatura (expresada a través de la altura y exposición de las laderas) y el tipo de suelo (especialmente variables físicas asociadas a la acumulación eólica). Por esta razón existen numerosas variantes de estepas herbáceas y/o arbustivas enanas: estepa herbácea de coirón amargo; estepa herbácea de coirón amargo y coirón dulce; estepa herbácea de coirón dulce; estepa herbácea de coirón amargo y coirón huecú; estepa herbácea y arbustiva enana de coirón amargo y neneo, etc. A continuación se describen brevemente cada una de estas variantes. Estepas de coirón amargo (Stipa speciosa): en líneas generales, se puede decir que esta estepa se desarrolla en los sitios más bajos, en posiciones de 25 llanura (pampas arenosas), ascendiendo hasta unos 950 metros sobre laderas más cálidas. Estas estepas son utilizadas como campos de invernada. Las estepas de coirón blanco o dulce (Festuca pallescens) se ubican en sitios de mayor altitud, generalmente por encima de los 1000 metros sobre el nivel del mar, bajando por las laderas más sombrías (pampas altas). De todos modos, es posible encontrar coirón dulce en sitios de menor altitud, en valles más cenagosos y en laderas adyacentes donde la napa fluctúa favoreciendo la aireación en ciertas épocas del año. En estos casos Festuca pallescens conforma mallines. El coirón dulce es el más delicado en cuanto a los requerimientos de suelo y humedad. Es muy apreciado por el ganado. Estas estepas son utilizadas como campos de veranada. Estepas de coirón amargo y coirón dulce: Se ubica en alturas intermedias, como nexo entre las dos estepas antes mencionadas. En general desarrolla una alta cobertura vegetal (80 a 90%) y a simple vista parece una estepa de coirón amargo que es el dominante. Es un tipo de estepa sumamente representada en nuestra zona. Las estepas de coirón amargo y de coirón huecú (Festuca argentina): se ubican en posiciones expuestas al viento, como cumbres de lomas o en laderas empinadas, cubriendo distintas exposiciones hasta los 1000 metros aproximadamente, y sólo en laderas de solana por encima de esa altura, sobre suelos delgados y esqueléticos de origen volcánico. Estepa herbácea y arbustiva enana de coirón amargo y neneo: se observa en los mismos sitios que la estepa de coirón amargo, cuando determinados factores permiten que el neneo aumente su presencia y cobertura codominando el paisaje junto al coirón amargo. Estas variantes descriptas, no agotan todas las posibilidades. En un recorrido por el campo se podrá apreciar que en algunos sitios se desarrollan otras combinaciones y que existen ecotonos o zonas de transición entre una variante y otra. Por ejemplo, en sitios muy disturbados, es muy común la presencia del coirón llama (Stipa humilis) que, de los cuatro coirones más comunes en esta zona, es el que tiene menos exigencias. c) Estepa arbustiva y/o matorrales: Tanto las estepas arbustivas como los matorrales se caracterizan por la por la dominancia de especies leñosas (por ejemplo el Palo piche -Fabiana imbricata-, el espino negro –Colletia hystrix-, etc.) . La diferencia entre una estepa arbustiva y un matorral está dado por el porcentaje de suelo que cubren. Las estepas son más abiertas que los matorrales, cubriendo menos del 80% del suelo, mientras que los matorrales constituyen unidades cerradas que cubren un porcentaje mayor a éste. 26 Este tipo de vegetación se desarrolla en las laderas, sobre sustratos con dominancia de fragmentos rocosos gruesos (gravas o bloques), asociados a depósitos de origen volcánico redepositados por gravedad o agua (derrubios, escombros, conos y abanicos aluviales) con escaso desarrollo del suelo. Los arbustos asociados a estos afloramientos rocosos encuentran protección contra el frío y aprovechan el agua que escurre entre las grietas y se deposita en los bordes. Las especies más representativas de este tipo de vegetación son: palo piche (Fabiana imbricata), espino negro (Colletia hystrix y Discaria articulata), efedra (Ephedra frustillata), paramela (Adesmia boronioides), maitencillo (Maytenus chubutensis), bácaris (Baccharis, varias especies), neneo (Mulinum spinossum), neneo oloroso (Mulinum echinum), neneo de hojas chicas (Mulinum microphyllum), ñancu lahuen (Valeriana carnosa), casia (Cassia arnothiana), tortilla de huevos (Oreopolus glacialis), lirios del campo (Sisyrinchium sp.), azucena del campo (Rodophiala eldwesii), Mata torcida (Nardophyllum obtusifolium), etc. En algunos sitios aparecen cipreses (Austrocedrus chilensis), que se presentan dispersos y deformados debido a las condiciones del ambiente. Muchas de estas especies tienen flores de gran belleza que resaltan entre las rocas. De acuerdo al tipo de roca y exposición de la ladera (relacionada a humedad y temperatura), entre otros factores, esta unidad presenta variantes. Por ejemplo, los matorrales de palo piche (Fabiana imbricata) suelen ubicarse ladera debajo de los peladales, en el quiebre de pendiente; los matorrales de espino negro (Colletia hystrix)se asocian a los derrames de basalto, los matorrales de Coliguay (Colliguaja integérrima) son muy comunes en sitios incendiados. Conviviendo con estas estepas arbustivas y/o matorrales, en los roqueríos, suelen desarrollarse peladales de coirón huecú (Festuca argentina). Estos se desarrollan en áreas empinadas y expuestas, cubiertas de derrubios, cerca de afloramientos y cumbres en los paisajes volcánicos. En una travesía oeste-este, se puede observar como la estepa arbustiva se vuelve notablemente más xerófila, incorporando especies comunes en el Distrito Occidental de la Provincia Patagónica; como por ejemplo la cola piche (Nassauvia glomerulosa), las yunellias (Junellia spp.), etc.. II) Unidades de vegetación en sitios húmedos: a) Bosques y matorrales en galería: Se desarrollan en valles y cañadones, en los bordes de cursos de agua. En general se alternan con los mallines. La diferencia entre un bosque y un matorral 27 está dada porque en el primer caso predominan los árboles, mientras que en los matorrales predominan los arbustos. Las especies más comunes en estos sitios son: el maitén (Maytenus boaria), chacay (Discaria trinervis y Discaria chacaye), siete camisas (Escallonia rubra), maitencillo (Maytenus chubutensis), parrilla (Ribes magellanicum), parrillita (Ribes cucullatum), Calafate (Berberis buxifolia), Rosa mosqueta (Rosa rubiginosa), ñire (Nothofagus antarctica), pañil (Budleja araucana), falsa menta (Prunella vulgaris), té de burro (Balbisia gracilis), etc. De acuerdo a la pendiente esta unidad se puede dividir en tres variantes: Bosques de maitén (Maytenus boaria): en cursos de considerable pendiente, sobre laderas, asociados a mayor profundidad de la napa y suelos más aireados. Muchos de estos cursos se secan en el verano. Bosques o matorrales de chacay (Discaria trinervis y Discaria chacaye): en cursos de llanura, más lentos, que no se secan, más cercano a los mallines de juncos. Bosques de sauces (Salix fragilis y Salix humboldtiana): sobre cursos fluviales importantes. Es la única variante que llega a sitios más áridos de la estepa. b) Mallines: Las praderas cenagosas o mallines ocurren en el fondo de los valles y cañadones, en áreas de poca pendiente, alternando con los bosques o matorrales en galería. Se ocasionan debido a que la napa freática se encuentra en superficie, ya sea permanente o con fluctuaciones estacionales. Existen dos tipos de mallines: Mallín de juncos: en zonas cóncavas de muy escasa pendiente y en situación de anegamiento permanente, con mínima aireación y acumulación de materia orgánica poco descompuesta. Mallín de coirón blanco (Festuca pallescens): en sitios donde el gradiente topográfico en las laderas y los valles no es abrupto y se desarrolla, entre las laderas adyacentes, una zona intermedia en la que la profundidad de la napa freática fluctúa, favoreciendo la aireación en ciertas épocas del año. (Ver ampliación de este tema en el próximo apunte: Los Mallines) A modo de cierre, y como una invitación a descubrir la riqueza de la estepa patagónica, se cita una descripción realizada por Claudio Bertonatti en su libro “El Horizonte Infinito. Las áreas naturales de la Estepa Patagónica Argentina”, editado en 1997 por la Fundación Vida Silvestre Argentina. 28 “Estos campos, de suelos pobres en materia orgánica, no tienen la rica biodiversidad de las selvas, de los bosques o de los arrecifes de coral. Tampoco poseen la amplia gama de sus colores y menos aún nos sorprenderán sus débiles sonidos o aromas. Sin embargo, el viajero que se acerque a ellos se verá cautivado por algo sutil pero profundo: la forma con que cada una de sus especies se irán presentando poco a poco, como un elenco de actores que saldrán a escena uno a uno, y en el acto menos pensado. Es en estos ecosistemas donde el mimetismo de los pequeños saurios, por ejemplo, nos hará dudar si las piedras tienen vida. Es aquí donde al pie de una mata de hierbas podrá ocultarse el frágil nido de los pájaros. Pocos lugares habrá donde la figura de los grandes mamíferos entrecortará sus horizontes y donde sus voces se dejarán llevar por el viento más allá de lo imaginable. La ausencia de árboles esbeltos es lo que nos obligará a dirigir la mirada más hacia la tierra, y así podremos comprobar que lo pequeño también es hermoso. Allí estará la florcita que emergerá casi entre las piedras para exhibir sus colores alegres. Con frecuencia las estepas son denominadas desiertos, casi como sinónimo de un paisaje muerto. Pero estas grandes y secas extensiones son de excepcional interés, porque en ellas vive un importante conjunto de animales y plantas, perfectamente adaptados a las durísimas condiciones ambientales que predominan. Son ni más ni menos que los sobrevivientes de ese largo, lento y duro proceso que conocemos como evolución”. FUENTES: ANCHORENA, J.; CINGOLANI, A. y BRAN, D. 1993. Mapa de Vegetación de la Estancia San Ramón. Informe interno Proyecto LUDEPA. INTA-GTZ. E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. ANCHORENA, J.; CINGOLANI, A. 2002. Identifing habitat types in a disturbed area of the forets-steppe ecotone of Patagonia. Plant Ecology 158: 97-112. Kluwer Academic Publishers. Netherlands. BRAN, D. y AYESA, J. 1992. Claves de tipos fisonómicos presentes en Patagonia. Comunicación Técnica N° 4. Pastizales Naturales. Área de Recursos Naturales. INTA-E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. BRAN, D. 2.000. Las regiones ecológicas de la Patagonia y sus principales formaciones vegetales. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche.San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. MERMOZ, M. Y MARTIN,C.,1987. Mapa de vegetación del Parque y la Reserva Nacional Nahuel Huapi. Administración de Parques Nacionales, Delegación Regional Patagonia. SECYT (Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación). 29 LOS MALLINES Compilado por Ing Agr. Silvana Alzogaray Tomado de: CASSOLA, A. 1988. Los Mallines. Revista PRESENCIA Nro 16. INTA – EEAA Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. MARCOLÍN, A. DURADOÑA, G. ORTIZ, R.. SOURROVILLE, E. LATOUR. M.CC LARRAMA,G. S/F. Caracterización de mallines en un área del sudoeste de la Provincia de Río Negro. Documento interno. INTA – EEAA Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. La palabra mallín deriva de una voz araucana que significa pantano o lugar pantanoso. Son los relieves normales o ligeramente cóncavos de la estepa semiárida patagónica donde, por contarse con un aporte de agua de escurrimiento o freática, el suelo mantiene tenores altos de humedad durante gran parte del año. Debido a esto, crece en forma espontánea una vegetación “amiga de la humedad” (higrófila), preferentemente herbácea y de mejor valor forrajero que la que la circunda. También se denomina mallín a las depresiones anegadizas de los bosques cordilleranos, donde las proximidades del agua freática a la superficie impide el desarrollo de las especies arbóreas. Los suelos de los mallines han evolucionado a partir de la superposición de sedimentos glaciales, aluviales y volcánicos y presentan un escaso desarrollo edafogénico. Los mallines pueden presentar diferentes formas: Compactos: por lo común son los que rodean a una vertiente. Alargados: generalmente siguen un cauce de agua. Dentríticos o ramificados: rodean un cauce con afluentes. Según Boelcke, es posible diferenciar tres zonas en la cobertura vegetal de los mallines: 1) Zona Central: esto no significa que sea el centro geométrico del mallín, pero sí coincide con el centro en que aflora el agua y con sus adyacencias más próximas. Dicha zona permanece durante todo el año con mucha agua, es realmente un pantano. La vegetación que la cubre está compuesta por especies de plantas de agua (hidrófitas), en general de muy poco valor forrajero. De todas formas las ovejas no pastorean esta zona, aunque con poca frecuencia las vacas suelen hacerlo. 2) Zona Intermedia: es la que rodea la parte pantanosa. Llega a anegarse durante todo el invierno, pero se orea lo suficiente como para facilitar el tránsito de los animales y la respiración de las raíces de las plantas durante el verano. En esta zona 30 se halla la composición forrajera más importante del mallín. Las especies herbáceas más comunes son: trébol blanco (Trifolium repens), pasto de mallín (Poa pratensis), junco (Juncus balticus), pasto miel (Holcus lanatus), y otras especies menos conspicuas, pero por lo general de buen valor forrajero como alimento del ganado. 3) Zona Marginal: es la periférica y linda con la zona de estepa. Está dominada por plantas de coirón dulce (Festuca pallescens), entre la que es normal que aparezcan juncos, dientes de león (Taraxacum officinalis), algunos tréboles, etc. En esta zona, y como excepción en el mallín, la cobertura puede ser menor a un 100%. En los mallines ubicados más hacia el Este, se produce un cambio en la composición de la vegetación, proliferan las plantas “amigas de la sal” (halófitas). Esto es debido al ascenso de sales en el suelo dado por una mayor evaporación, tanto por disminución de las precipitaciones y por un aumento de la temperatura media, a la que se le suma el efecto del viento. Son los llamados mallines salitrosos o salinos. Las especies dominantes pertenecen al género Distichlis (pelo de chancho), Chuquiraga (uña de gato) y en menor proporción gramíneas de los géneros Puccinellia y Hordeum. Tabla comparativa entre los distintos sectores del mallín: comunidades vegetales y especies dominantes. Negrita indica especies dominantes Sectores del mallín Periférico Mallines del oeste Coirón dulce o blanco (Festuca pallescens) Junco (Juncus balticus) Trébol blanco (Trifolium repens) Pasto mallín (Poa pratensis) Hordeum varias spp. Mallines del este Pelo de chancho (Distichlis spicata y D scoparia) Coirón blanco o dulce (Festuca pallescens) Intermedio Pasto mallín (Poa pratensis) Diente de león (Taraxacum officinale) Trébol blanco (Trifolium repens) Junco (Juncus balticus) Junco (Juncus balticus) Pelo de chancho (Distichlis spicata) Diente de león (Taraxacum officinale) Coirón dulce o blanco (Festuca pallescens) Central Junco (Juncus balticus) Carex sp. Junco (Juncus balticus) 31 Como puede verse, las comunidades vegetales están relacionadas con las características hidrológicas del sistema. Por otro lado la vegetación está condicionada en gran medida por la presencia de salinidad en el suelo y por el tipo de pastoreo a que ha sido sometido, y en menor medida por su proximidad a la cordillera. En los mallines del Oeste, Occidentales o dulces, el suelo tiene un componente muy alto de materia orgánica. La capa superficial es un verdadero entramado de tallos y raíces superficiales y subterráneos, particularmente denso en la zona intermedia. Son suelos con una relación C/N (carbono – nitrógeno) alta, debido a la pobre aireación a que están sometidos en gran parte del año. Según análisis realizados, se han encontrado deficiencias en azufre, fósforo y en algunos casos boro y cobre. Cuando los mallines se degradan Debido al abundante sistema de raíces de la vegetación del mallín, los materiales finos, que por arrastre llegan al mismo, son bien retenidos. De esa forma, se forma un suelo esponjoso que absorbe y retiene el agua del cauce y la misma se va distribuyendo por una superficie cuyo límite estará determinado por la cantidad de agua disponible y/o por diferencia de altura del terreno. En los mallines maduros o estables, sólo la parte mínima de agua que lo humedece aflora en la superficie y su desplazamiento hacia cotas más bajas es lento y no erosionante como suele ocurrir en el invierno (que es cuando hay más abundancia de agua). Por el contrario, cuando se hace un mal uso del mallín (sobrecarga de animales por ejemplo), la vegetación del mismo se ve seriamente comprometida, las maraña de raíces muere y la absorción de agua disminuye. El cauce proveedor de humedad produce un afloramiento de agua excesivo, la que corre sobre la superficie erosionado el lecho. Si el proceso de degradación continúa, el cauce se profundiza y el agua que debía derivarse al mallín se va perdiendo. En consecuencia continúa la muerte de plantas comenzando el proceso por la zona marginal del mallín, al mismo tiempo que el pisoteo animal y el viento van erosionando el suelo ya que éste no es más retenido por la vegetación. En este período las grandes matas de coirón dulce comienzan a pedestalizar, porque sus propias raíces impiden que la erosión las descalce. Lamentablemente hay ejemplos de degradación de varios mallines con corrientes de agua profundizadas hasta más de 1 metro y barrancas que drenan la poca humedad que se acumula en el suelo, el que se presenta yermo e inutilizado. Cuando se llega a este extremo la recuperación requiere de obras hidráulicas para conseguir volver a distribuir el agua. Productividad de los mallines La productividad en mallines dulces occidentales puede oscilar entre 3000 kg de materia seca por año y hectárea hasta 15000 kg para la misma superficie y tiempo. 32 En cambio, en los mallines salinos del este la productividad puede oscilar entre 1500 – 2000 kg de materia seca por año y hectárea si la condición de los mismos es buena y de 400 – 500 kg ms/a/ha, en el caso de que la condición de los mallines sea pobre. PROBLEMAS ECOLÓGICOS EN PATAGONIA Entre los principales problemas ecológicos que afectan a la Patagonia pueden mencionarse: La desertificación La degradación de mallines Los incendios La introducción de especies exóticas La caza furtiva Las exploraciones petrolíferas El abandono de piletones de petróleo a cielo abierto A continuación, se amplía el tema de la desertificación y se presentan los resultados de algunos trabajos relacionados a otros puntos. Para mayor información se sugiere remitirse a los trabajos específicos citados en BIBLIOGRAFÍA GENERAL. DESERTIFICACIÓN Ing. Agrónoma Silvana Alzogaray La aridéz en Patagonia Casi todo el ancho del territorio patagónico se lo puede considerar como árido o semiárido. Más del 80% de su superficie territorial recibe precipitaciones que, sumadas en un año, no superan los 300 mm. Pero la aridez no se debe solamente a la escasa agua caída, sino también a una temperatura más elevada en la medida que se avanza desde el oeste al este. Ese aumento de temperatura determina, por un lado, un incremento de la evaporación de la humedad almacenada en el suelo y, por el otro, ocasiona un estrés térmico en la planta, lo que origina, a su vez, una mayor transpiración de la misma. De esta manera se pone de manifiesto un déficit hídrico negativo, es decir el agua que se evapora del suelo más lo que evapotranspira la planta supera al agua almacenada en el suelo. 33 El viento es otro componente del clima, que impacta fuertemente sobre el frágil paisaje patagónico, registrándose las mayores intensidades en los meses de primavera y verano. Su efecto desecante sobre el suelo determina un incremento en la aridez y su efecto mecánico, también sobre el suelo, contribuye a la remoción de las partículas, provocando voladuras en algunos sitios y en otros acumulaciones. Patagonia: ¿hacia un desierto? Uno de los problemas ecológicos más graves que acontecen en la Región Patagónica es el avance de la desertificación, hecho que atenta contra el recurso natural suelo quien es el responsable de sustentar la diversidad de vida. El término desertificación significa "hacer desiertos". Sintetiza la degradación de las tierras, que resulta de varios factores, como variaciones climáticas y actividades humanas. El hombre es la causa de la desertificación y la víctima de sus consecuencias (Bran 2000). A menudo se suele usar también un término muy similar a desertificación y es el de desertización. Este último hace referencia al proceso natural de formación de un desierto, es decir cuando los factores del ambiente actúan libremente; en cambio cuando se hace alusión al término desertificación se involucra no sólo a los factores ambientales sino también a la intervención del hombre. Tres son las provincias más afectadas por tal fenómeno: Río Negro, Chubut y Santa Cruz, abarcando una superficie del 85% de la región, siendo la última la que más suelo degradado posee, con un 28% de la superficie. El INTA, E.E.A. Bariloche, en su trabajo ‘Desertificación en la Línea Sur’ (1997) además de identificar las áreas afectadas, determinó diferentes grados de desertificación y calculó los porcentajes de los mismos. Los resultados son los siguientes: Tipos de desertificación GRADO IMPACTO SOBRE VEGETACIÓN LEVE Incipiente MEDIO Deterioro MEDIO-GRAVE Deterioro IMPACTO SOBRE EL SUELO Deterioro Deterioro no grave. Pérdida de capacidad productiva REVERSIBILIDAD DEL PROCESO A través del manejo adecuado de pastizales A través del manejo adecuado de pastizales Sólo se puede estabilizar a través del manejo adecuado, con niveles de productividad inferiores 34 GRAVE MUY GRAVE Deterioro grave Deterioro grave. No Pérdida de la capacidad productiva. Muy grave Muy grave No. La tierra se convirtió en desierto improductivo Porcentajes de cada tipo a) Grados Leve y Medio: b) Grados Medio-Grave: c) Grados Grave y muy grave: 20% 50% 30% Como se puede observar, un vasto porcentaje de la Patagonia está en problemas. ¿Cómo se origina el proceso de desertificación? A principios del siglo pasado el hombre blanco pisaba suelo patagónico. Un suelo fértil, poco productivo debido a la escasez del agua, pero capaz de sostener una peculiar vegetación que a su vez abastecía a todos los animales herbívoros nativos (ñandúes, maras, guanacos, entre otros). El aporte de materia orgánica, proveniente de pastos y arbustos naturales -hojas, ramas y flores- era suficiente como para mantener el suelo al resguardo de la desecación excesiva, del congelamiento y de los efectos erosivos del viento y del agua. El mantillo así formado, con la materia orgánica depositada, contribuía a la fertilidad permanente de la tierra. Grandes extensiones de campo fueron adquiridas por ganaderos provenientes de zonas húmedas, quienes introdujeron el ganado lanar. Miles de cabezas de ovinos comenzaron a invadir las tierras patagónicas y el equilibrio natural preexistente, entre animales silvestres nativos y los pastos naturales, empezó a romperse. Cambios de mucha importancia aparecieron en los pastizales, que en aquellos tiempos era muy difícil de ver y valorizar. ¿Cuáles son los factores que desencadenaron el proceso de desertificación? Sobreestimación, por parte de los ganaderos, de la capacidad forrajera de los campos de pastoreo, al momento de introducir el ganado ovino: se echaron en los campos un número de cabezas de ganado superior al que la vegetación podía mantener. Algunos productores aumentaron en un 100% la receptividad por hectárea (Bertonatti-Corcuera, 2000). Tanto el pastoreo como el pisoteo de los animales alteraron la superficie del suelo; en algunos lugares redujeron la cubierta vegetal y en otros la eliminaron, exponiendo a dicho suelo a la acción de los fuertes vientos reinantes en la región. 35 Corte de leña, por parte del poblador rural, recurso fundamental en aquélla época: fueron desapareciendo, temporada tras temporada, los arbustos utilizados para leña y por consiguiente la materia orgánica que los mismos aportaban a la tierra. Exploraciones y explotaciones petroleras: a lo largo de los años se han efectuado perforaciones en la tierra, sin demasiados cuidados ambientales, dejando como producto extensas cicatrices en el paisaje patagónico. También depresiones a cielo abierto y cubiertas de hidrocarburos. Con el pastoreo y el corte de leña, se fue eliminando gradualmente el manto vegetal de la región. Ya las plantas no producían excedentes y desapareció el mantillo de restos orgánicos que anteriormente se depositaban en el suelo. Las especies forrajeras más valiosas fueron desapareciendo junto con los arbustos utilizados para leña. El suelo, sin cobertura vegetal que lo protegiera, quedó expuesto a la desecación, al viento, a las lluvias y al congelamiento invernal. Así, poco a poco, fue perdiendo su capacidad de absorción y retención de humedad, y las sequías agudizaron sus efectos ( Cazzola 1998) La construcción de pozos petroleros también contribuyeron a degradar los suelos, sin tener la posibilidad estos últimos de producir los tan necesarios pastizales naturales para todos los animales herbívoros. ¿Cómo se pone de manifiesto la desertificación? El sobrepastoreo, es decir demasiada carga de ganado por hectárea, conduce a la desaparición de especies forrajeras valiosas, útiles para alimentar a los animales. Esto origina el desarrollo de especies "oportunistas", indeseables para el ganado, que contribuyen, no sólo a la pérdida de la diversidad biológica sino también a la disminución de la oferta forrajera. El sobrepastoreo, como se mencionó anteriormente, elimina la cobertura vegetal. Por acción del viento se produce un levantamiento y transporte de las partículas de arena, que finalmente impactan contra las pocas especies vegetales que pudieron haber quedado, dañándoles el follaje o arrancándolas de raíz o enterrándolas. Se forman así de esta manera, verdaderos "peladeros", imposibles de recuperar. La falta de cubierta vegetal también da lugar, no sólo a la erosión provocada por el viento (eólica), sino también a la erosión por agua (hídrica). Tanto en la zona de la cordillera como en la zona subandina se produce un aceleración del 36 corrimiento de las aguas (escorrentías), no se infiltran en el suelo, con la consecuente formación de surcos y cárcavas o cañadones. El suelo, con esas problemáticas planteadas, se congela mucho más rápido, debido a que las pérdidas por irradiación son mayores en el suelo desnudo que en el suelo cubierto. Los procesos reiterados de congelamiento y descongelamiento conllevan a la disgregación de las partículas del suelo, las que fácilmente son arrastradas por el agua o levantadas y trasladadas por el viento. Dichas partículas pasan finalmente a formar parte de dunas o desiertos. Tanto la erosión eólica como la hídrica causan la pérdida del recurso natural suelo. ¿Qué consecuencias trae aparejado el proceso de desertificación? Sin la cobertura de plantas sobre el suelo se produce: 1. Pérdida de fertilidad del suelo por desaparición de la materia orgánica. 2. Pérdida de la productividad del suelo debido a que el agua no puede ser almacenada en el mismo. 3. Se reduce o se pierde el vigor de los pastizales, disminuyéndose así la oferta forrajera. 4. Las plantas no pueden reproducirse y por ende no es posible el establecimiento de nuevos individuos. De esta manera se va comprometiendo la capacidad de recuperación de la vegetación (Bran 2000). Con la reducción de la oferta forrajera se observa: 1. Perjuicios en la nutrición del ganado. 2. Incapacidad de los animales para soportar el clima imperante en la Patagonia (nieve, heladas). 3. Significativa mortandad de animales y caída de los índices de producción de las majadas. 4. Disminución sustancial de los productos lana y cueros. En el poblador rural se pone de manifiesto: 1. Merma en la rentabilidad de los productos que lleva a la venta : los cueros y la lana. 2. Incremento en la descapitalización de la actividad ganadera. 3. Empobrecimiento paulatino y disminución de la calidad de vida. Una migración hacia los centros urbanos, que en la mayoría de los casos, no le garantizan fuentes de trabajo suficiente como para sostener a su familia. 37 FUENTES: BERTONATTI, C. y CORCUERA, J. 2000. Situación ambiental Argentina 2000. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires. Argentina. BONVISUTO, G. 2000. El manejo de los pastizales naturales. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. BONVISSUTO, G. y SOMLO, R. 1998. Guías de condición para los campos naturales de “Precordillera” y “Sierras y Mesetas” de Patagonia. Centro Regional Patagonia Norte. INTA-E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. BRAN, D. 2000. La Patagonia y la desertificación. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina BUSTOS, C. 2000. El clima. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina HUERTA, G.; SOMLO, R. y PERALTA, C. 2000. La ocupación por el hombre y la ganadería. En: Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. INTA – E.E.A. BARILOCHE. 1997. Desertificación en la Línea Sur. INTA. E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. INTA – E.E.A. 2000. Patagonia. Principios de ecología y conservación de los recursos naturales de la Patagonia. INTA- E.E.A. Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. INTA-GTZ. S/F. Desertificación en Patagonia. Folleto de divulgación editado en el marco del proyecto PRODESAR. INTA EEAA Bariloche. GTZ. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. LANCIOTTI, M. L. 1992. Manual de divulgación de Recursos Naturales de la Patagonia. PRECODEPA. MENSCHING, H. 1996. Procesos geomorfológicos en la Patagonia como indicadores de la desertificación. PRODESUR. INTA-GTZ. MUÑOZ, E y GARAY, A. 1985. Caracterización climática de la Provincia de Río Negro. Comunicación Técnica N° 20. Recursos Naturales - Agrometeorología. INTA. E.E.A.-Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. INCENDIOS Tomado de: Ghermandi, Luciana; Guthmann, Nadia y Bran, Donaldo. 2004. Early post-fire sucesión in northwestern Patagonia grassland. Journal of Vegetation Science. Vol. 15: 67-76. Opulus Press. Uppsala. Gittins, C. Bran, D. y Ghermandi, L. S/F. Determinación de la tasa de supervivencia post-fuego de dos especies de coirones norpatagónicos. INTA. Comunicación Técnica. INTA. EEAA Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. Según Ghermandi, Guthman y Bran, (2004) los disturbios más importantes en la desestructuración de los pastizales en la Patagonia Norte, dominados por Festuca 38 pallescens (coirón blanco o dulce) y Stipa speciosa (coirón amargo) son el fuego y el sobrepastoreo. En un trabajo realizado en la Estancia San Ramón, próxima a San Carlos de Bariloche, luego de un incendio ocurrido en febrero de 1999, Gittins, Bran y Ghermandi determinaron que el coirón dulce, forrajera de mejor calidad que el coirón amargo, tiene una menor tasa de recuperación después de los incendios que el coirón amargo. Sintéticamente: antes del incendio los porcentajes de individuos eran del 55,10% de coirón amargo y 42,48% de coirón dulce; mientras que después del fuego fueron de 61,68% y 38,32% respectivamente. Lo anterior, sumado a la mayor presión que ejerce el ganado sobre el coirón dulce, más palatable, podrían cambiar la composición natural de los pastizales en esta zona. Asimismo, Ghermandi, Guthmann y Bran, en el mismo lugar de trabajo, analizaron y describieron la sucesión vegetal luego de la ocurrencia del mismo incendio. Ellos encontraron que luego de un incendio ocurren tres etapas en la sucesión vegetal: 1) El establecimiento de una comunidad ‘fantasma’, compuesta por especies fugitivas, de corta vida, que aprovechan rápidamente el sitio incendiado. 2) La regeneración de la comunidad original, con persistencia de especies que rebrotan bien después del fuego, como Acaena splendens (abrojo o cepa caballo), Acaena pinnatifida (abrojo o pimpinela), Festuca pellescens (el coirón blanco o dulce), Stipa pallescens (el coirón amargo), Hordeum comossum (el pasto nativo conocido como colita de zorro), y arbustos como Ephedra chilensis (el pingo-pingo o solupe). 3) Invasión del sitio por Fabiana imbricata (el palo piche), que crea nuevas poblaciones, y de dos especies exóticas: Verbascum thapsus (el tabaco del indio) y Rumex acetosella (acederilla o vinagrillo). Esta última, si bien está presente en las comunidades naturales, se ve ampliamente favorecida por los incendios. Los autores postulan que de dominar el tercer estadío sobre el segundo, los pastizales serían reemplazados por matorrales. De todos modos faltan más estudios sobre el tema. PLANTACIONES DE PINOS EN LA PATAGONIA Tomado de: Raffaele, Estela y Schlichter, Tomás. 2000. Efecto de las plantaciones de Pino ponderosa sobre la heterogeneidad de micrositios en estepas del noreste patagónico. Comunicación Técnica n° 10. Ecología Forestal. INTA – EEAA 39 Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina. Tb. En Journal of Vegetation Science. Vol 15:67-76. Opulus Pres.. Upsala. Rusch, Verónica; Schlichter, Tomás, Corley, Juan; Sarasola, Mauro y Peyrou, Celina. 2003. Mirando la biodiversidad desde la sustentabilidad. El caso de las plantaciones de pinos en Patagonia. Serie Comunicaciones Técnicas. INTA – EEAA Bariloche. San Carlos de Bariloche. Río Negro. Argentina.. En el Distrito Subandino de la Estepa Patagónica, una de las actividades productivas es la plantación de Pinus ponderosa con fines maderables. Se han realizado numerosos estudios tendientes a conocer el impacto producido en el ecosistema por tal actividad. En este caso, se han seleccionado dos de ellos que se presentarán brevemente a continuación. En el primero de los trabajos (Raffaele y Schlichter, 2000), realizado en el área de la estancia San Ramón, próxima a San Carlos de Bariloche, los autores concluyen que las plantaciones afectan la dinámica natural donde muchas especies usan a los coirones como nodrizas para prosperar, ya que estos ofrecen micrositios más húmedos que las zonas entre coirones y porque brindan protección a las semillas y plántulas entre las matas. La razón de la perturbación es porque la supervivencia de los coirones en las plantaciones se ve afectada por dos motivos principales: la falta de luz, y la imposibilidad de germinación que tienen sus semillas debido a la acumulación de pinocha. En el segundo trabajo, realizado a lo largo de una faja cordillerana desde el centro de Neuquén hasta el norte de Chubut, los autores encontraron que: A medida que aumentan las coberturas arbóreas, disminuye la cobertura herbáceo-arbustiva, lo que trae como consecuencia una disminución total de especies y la diversidad de vegetación. La riqueza de aves decrece en el mismo sentido. Esto se debe a que los bosques son más homogeneos, mientras que en la estepa hay grandes diferencias internas. Desaparecen en los pinares algunas especies de aves típicas de la estepa, especialmente las que requieren áreas amplias para sus movimientos, como tero, golondrina, halconcito, jote, aguilucho, y las aves caminadoras típicas. Por el contrario, aumentan las aves que comen insectos entre el follaje o las omnívoras, como el fío-fío, comesebo, cabecita negra, palomas y lechuzas de los campanarios. Con respecto a los artrópodos, dentro de los bosques se reduce la abundancia de grupos típicos de la estepa, como los solífugos (arácnidos que no hacen tela) y es muy notable la drástica disminución de dípteros (moscas), himenópteros voladores (avispas, abejas) y lepidópteros (mariposas), que trabajan como polinizadores de las plantas de la estepa. Por otro lado, en los bosques se incrementan las chinches y los cascarudos. 40 Por todas estas razones, los autores concluyen que se producen cambios drásticos en la comunidad de la estepa como consecuencia de la las plantaciones de coníferas. Esto implica no una simple reducción de densidades de las poblaciones típicas, sino un cambio de los componentes debido una nueva estructura de hábitat, brindada por los árboles. Existen numerosos otros trabajos relacionados a la pérdida de agua del ecosistema a causa de una mayor absorción y transpiración de los pinos, en comparación con las especies típicas de la estepa, entre otros temas. Para mayor información remitirse a la bibliografía citada o al INTA. 41 ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN El INTA, con su amplia trayectoria y experiencia en temas del campo, ha propuesto numerosas alternativas de solución para los problemas típicos de la estepa, en especial la desertificación derivada del mal manejo de los campos. Entre las alternativas se cuentan la La resiembra de áreas degradadas. El recambio de animales por otros mejorados genéticamente, que aseguran mejores rindes con un menor número de cabezas. La cría de guanaco para comercializar el pelo La cría de choiques para comercializar carne y plumas La producción de vegetales y de fruta fina El ecoturismo y el agroturismo. La implantación de especies maderables. Etc. Asimismo, existen numerosas otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales trabajando para mejorar las condiciones del campo y de vida de los pobladores rurales. Desde nuestros lugares de trabajo quizás no podamos hacer ninguna de las actividades antes mencionadas, pero seguramente todos podemos contribuir de alguna manera. Por ejemplo: Aprendiendo y difundiendo nuestros conocimientos acerca de este rico, maravilloso y singular ecosistema. Con más razón si trabajamos en escuelas rurales. Generando y difundiendo conocimientos nuevos sobre este ambiente, si somos investigadores. Practicando y fomentando un turismo respetuoso del ambiente y los lugareños (hay un capítulo intersante sobre este tema en Bertonatti, C. 1997. El Horizonte Infinito. Las áreas naturales de la Estepa Patagónica Argentina. Fundación Vida Silvestre. Buenos Aires. Argentina). Consumiendo productos regionales, para alentar su producción. Cultivando plantas nativas de la estepa. Etc., etc. Seguramente cada uno tendrá una idea para aportar a esta lista … y para compartir con el resto!. 42 ESPECIES VEGETALES MÁS COMUNES EN LA ESTEPA CERCANA A SAN CARLOS DE BARILOCHE Notas: Las especies están ordenadas por orden alfabético y no por orden de importancia. La indicación (*) significa que es exótica Sp. Significa que no se conoce exactamente la especie Spp significa que se está haciendo referencia a varias especies del mismo género. 1) EN SITIOS HÚMEDOS ÁRBOLES Chacay (Discaria trinervis y Discaria chacaye) Laura (Schinus patagonicus) Maitén (Maytenus boaria) Ñire (Nothofagus antarctica) Sauce mimbre (Salix fragilis) (*) ARBUSTOS Bácaris (Baccharis spp.) Calafate (Berberis buxifolia) Chapel (Escallonia virgata) Maitencillo (Maytenus chubutensis) Pañil o Matico (Budleja araucana) Parrilla (Ribes magellanicum) Parrillita (Ribes cucullatum) HIERBAS Coirón dulce o blanco (Festuca pallescens) Culandrillo (Adiantum sp.) Diente de león (Taraxacum officinalis) (*) Frutilla (Fragaria chiloensis) Hipoqueris (Hypochoeris sp.) (*) Junco (Juncus balticus) Lechugita del minero (Claytonia perfoliata) (*) Pasto mallín (Poa pratensis) (*) Trébol (Trifolium repens) (*) Numerosas especies de gramíneas, juncos y ciperáceas 43 2) EN SITIOS ÁRIDOS ÁRBOLES (en general en la zona de transición entre el bosque y la bosque) Chacay (Discaria trinervis y Discaria chacaye) Ciprés (Austrocedrus chilensis) Laura (Schinus patagonicus) Maitén (Maytenus boaria) Molle (Schinus spp.) Radal (Lomatia hirsuta) ARBUSTOS Y SUBARBUSTOS Bácaris (Baccharis linearifolia, Baccharis rhomboidalis, Baccharis obovata) Calafate (Berberis buxifolia, Berberis buxifolia variedad antucoana y Berberis heterophylla; todos ellos reunidos ahora en berberis microphylla) Cola piche, uña de gato (Nassauvia glomerulosa) Coliguay (Coliguaja integerrima) Charcao o mata mora (Senecio bracteolatus) Efedra (Ephedra frustillata) Efedra o Pingo pingo (Ephedra chilensis) Espino Negro (Discaria articulata, Collettia hystrix) Maitencillo (Maytenus chubutensis) Mamuel choique (Adesmia volckmanii) Mata guanaco (Anarthrophyllum rigidum) Mata hedionda (Grisebachilella hieronymi) Mata torcida (Nardophyllum obtusifolium) Melosa (Grindelia chiloensis) Monte moro (Corynabutilon bicolor) Neneo (Mullinum spinossum) Neneo de hojas chicas (Mullinum microphyllum) Neneo macho (Anarthrophyllum strigulipetalum) Neneo oloroso (Mullinum echinus) Notro (Embothrium coccineum) Palo piche (Fabiana imbricata) Paramela (Adesmia boronioides) Pata de perdíz (Margiricarpus pinnatus) Peinecillo (Haplopapus pectinatus) Retamo (Diostea juncea) Senecio (Senecio spp.) Taro o Tara (Senna arnothiana) Té de burro (Balbisia gracilis) Tetragloquin (Tetraglochin alatum) Tortilla de huevos (Orepolus glacialis) 44 Uña de gato (Nassauvia axilaris) Verbenas (Junellia spp.) Yareta o leña de piedra (Azorella monantha) HIERBAS Abrojo (Acaena spp.) Abrojo o Cepa caballo (Acaena splendens) Abrojo o Pimpinela (Acaena pinnatifida) Adesmia (Adesmia spp.) Alfilerillo (Erodium cicutarium) (*) Amapolita de California o del ferrocarril (Scholtchtzia californica) (*) Amsinquia (Amsinckia calycina) (*) Anémona (Anemone multifida) Arjona o macachín (Arjona tuberosa) Arvejillas (Lathyrus sp., Vicia sp.) Azucena del campo (Rodophiala mendocina) Cactus (Varios géneros y especies) Cardoncillo (Eryngium paniculatum) Cardos (Cardus sp.; Cirsium sp.) (*) Cerastio (Cerastium arvense) Cicuta (Conium maculatum) Cilantro silvestre (Sanicula graveolens) Cinanchum (Cynanchum sp.) Coirón amargo (Stipa speciosa) Coirón blanco o dulce (Festuca pallescens) Coirón huecú (Festuca argentina) Coirón llama (Stipa humilis) Colomia (Collomia linearifolia, antes Collomia biflora) Cuye colorado (Oxalis adenophylla) Cuye o vinagrillo (Oxalis valdiviensis) Don Diego de la noche (Oenothera odorata) Epilobio (Epilobium sp.) (*) Estrellita del campo (Tristagma patagonica) Facelia (Phacellia secunda) Flor de papel (Armeria marítima) Gamocarpa (Gamocarpha selliana) Geranio silvestre (Geranium spp.) Hipoqueris, clavelito (Hypochoeris incana) Leuceria (Leuceria achilaefolia) Lirios silvestres (Sisyrrinchium spp.) Loasa (Loasa spp.) Malva rubia (Marrubium vulgare) 45 Microsteris (Microsteris gracilis) Orquídea (Clhoraea app., Gavilea spp.) Ortigas (Urtica spp.) Perezia (Perezia recurvata) Pichoa (Euphorbia collina) Quinchamalí (Quinchamalium chilense) Tabaco del indio (Verbascum thapsus) Taco de reina (Tropaeolum incisum) Topa topa (Calceolaria spp.) Tragopogon, Salsifí silvestre (Tragopogon dubius) (*) Triguillo (Vulpia dertonensis) (*) Triptilon (Triptilion achileae) Valeriana (Valeriana clarionifolia) Valeriana o Ñancu lahuén (Valeriana carnosa) Varita de San José (Solidago chilensis) (*) Vinagrillo (Rumex acetosella) Viola (Viola spp) Numerosas especies de gramíneas.