V.- RESPONSABILIDAD CIVIL

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V.- RESPONSABILIDAD CIVIL
A diferencia de la responsabilidad administrativa y la responsabilidad
penal, la responsabilidad civil sólo es exigible ante un daño o perjuicio
cierto y cuantificable, y no ante una conducta que implique la existencia de un mero riesgo. Para que exista responsabilidad civil, tiene que
constatarse un daño, mientras que para que exista la responsabilidad
administrativa o penal, basta con que se dé una conducta tipificada
como infracción, por el riesgo que entraña ese tipo de conductas, aunque no llegue a producirse un daño. Ello es así debido a que tanto la responsabilidad administrativa como la penal son de naturaleza sancionadora o punitiva, mientras que la responsabilidad civil es reparadora, lo
que hace que puedan resultar compatibles y exigibles de forma simultánea e independiente. Lo expuesto es igualmente aplicable al caso concreto de la tenencia de animales potencialmente peligrosos: si no existe
daño, no existe responsabilidad civil, como se verá a continuación.
1.- ANTECEDENTES HISTORICOS DE
LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA
DE LOS DAÑOS PRODUCIDOS POR ANIMALES
Las primeras referencias legales relativas a la responsabilidad por
daños producidos por animales, y el deber de reparación, las encontramos en el Antiguo Testamento, en el Libro del Éxodo28. Sin embargo,
28. Éxodo, cap.21, vers. 28 a 36: “Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a
causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño
del buey será absuelto. Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su
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el origen de la actual regulación de la responsabilidad civil derivada de
los daños producidos por animales domésticos o domesticados, surge
muchos años después, ya que se encuentra en el Derecho Romano en
su modalidad extracontractual o aquiliana29. Este tipo de daños facultaba a quien los padecía para ejercitar una acción contra el propietario
del animal denominada “Actio Pauperie”30, que ofrecía una particularidad especial, semejante a la de las acciones “noxales”, ya que el propietario, podía enervar la acción mediante la entrega del animal al particular perjudicado, como en las noxales se enervaba la acción mediante la entrega del hijo o del esclavo en su caso31. Con estos precedentes
romanos, nuestro Derecho Histórico se preocupó de la cuestión de
forma precisa y así el Fuero Real (Libro IV, Título IV, Ley XX), obligaba
al dueño de los animales mansos, entre los cuales se encontraban los
perros domésticos, a indemnizar los daños causados. Por su parte, la
Partida VII, Título XV, Leyes XXI a XXIII, imponía a los propietarios de
animales feroces el deber de tenerlos bien guardados y la indemnización incluía el lucro cesante32. En la actualidad, es el Código Civil el que
se encarga de regular este tipo de responsabilidad.
2 - LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA
DE LA TENENCIA DE ANIMALES EN EL CÓDIGO CIVIL
2.1.-La naturaleza extracontractual de la responsabilidad
civil derivada de la tenencia de animales
Como se ha visto, desde los inicios del Derecho civil, la responsabilidad por los daños derivados de la tenencia de animales se ha
dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer,
el buey será apedreado, y también morirá su dueño. Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto. Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él. Si el buey
acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata y el buey
será apedreado. Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que
muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el
buey muerto. Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su
dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo”
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enmarcado en el ámbito de la responsabilidad extracontractual.
Posiblemente se deba a que los daños ocasionados por la tenencia de
animales cuando media algún tipo de relación convencional entre el
tenedor y el perjudicado, se han considerado como un incumplimiento más de las posibles obligaciones a que da lugar el convenio. Existen
ciertos sectores de la doctrina que consideran que no debería existir
distinción entre responsabilidad extracontractual y contractual, puesto
que la responsabilidad contractual tiene plena cabida en la extracontractual, por lo que probablemente consideren que este sea el motivo
por el que tradicionalmente la responsabilidad civil por los daños derivados de la tenencia de animales se ha encuadrado en el ámbito de
la responsabilidad extracontractual. Sin ánimo de ahondar en polémicas doctrinales, el hecho cierto es que el Código civil sólo destina parte
de su articulado a la responsabilidad extracontractual derivada de los
daños ocasionados por animales, mientras que no es posible encontrar en los Títulos II a XV, del Libro IV, Obligaciones y Contratos, ningún artículo que se dedique a regular este tipo de daños, siendo precisamente estos títulos los que regulan la responsabilidad por daños
derivados de relaciones contractuales. Por ello cabe interpretar, como
confirma la Jurisprudencia, que la responsabilidad derivada de los
daños producidos por animales tiene naturaleza extracontractual,
salvo casos muy remotos, con lo que deberá estarse a lo dispuesto en
los artículos que regulan esta forma de responsabilidad.
La responsabilidad extracontractual se regula con carácter general
en el título XVI del Código Civil, y con mayor concreción en el artículo
1902 del Código Civil. Este artículo establece que “el que por acción
u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está
obligado a reparar el daño causado”.33 Como puede apreciarse, este
29. En recuerdo de la Lex Aquilia de Damno, que en el año 408 sancionó en Roma
este tipo de responsabilidad, como señala M. Yzquierdo)
30. "Actio de pauperie si quadrupes pauperiem fecisse dicetur, actio ex lege duodecim tabularum descendit"
31. Sentencia de la Audiencia Provincial de Granada 226/2000.
32. "Como es tenudo el señor del cavallo o de otras bestias mansas de pechar el
daño que alguna dellas fizieren".
33. Desde nuestro punto de vista, cualquier ciudadano debería conocer y tener en
cuenta esa disposición en su conducta diaria.
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artículo abarca cualquier tipo de daño surgido fuera de convenio, con
las conocidas excepciones, del caso fortuito y la fuerza mayor, establecidos en el artículo 1105 del Código Civil (“Fuera de los casos
expresamente mencionados en la ley, y de los en que así lo declare la
obligación, nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran
podido preverse, o que previstos, fueran inevitables.”)
2.2.-Sujetos responsables conforme al artículo 1905
del Código Civil y la legislación autonómica
Con distinta precisión, el artículo 1905 del Código Civil dispone
que “El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe.
Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido.” Se
trata de una responsabilidad de carácter no culpabilista o por riesgo,
inherente a la utilización del animal, que procede, en principio, por
la mera causación del daño. El Código Civil español no distingue la
clase de animales y su artículo 1905, como tiene establecido la jurisprudencia, constituye uno de los escasos supuestos claros de responsabilidad objetiva admitidos en nuestro Ordenamiento Jurídico
(Ss. de 3-4-1957, 26-1-1972, 15-3-1982, 31-12-1992 y 10-71995), al proceder del comportamiento agresivo del animal que se
traduce en la causación de efectivos daños, exigiendo el precepto
sólo causalidad material. Por ello, los perjuicios que cause cualquier
animal cuyo tenedor o propietario pueda ser identificado, deben ser
reparados por el mismo.
El artículo 1905 del Código Civil hace referencia a la responsabilidad directa del poseedor del animal o de la persona que se sirve de
él, aunque no hace referencia expresa a la responsabilidad del propietario. La jurisprudencia ha considerado tradicionalmente al propietario como responsable subsidiario, para el caso de que no actúe
como tenedor del animal en el momento de producirse los daños.
No obstante lo dispuesto en Código Civil, y la interpretación que
del mismo puedan efectuar la doctrina y la jurisprudencia, el Estado
y las Comunidades Autónomas, dan tratamientos muy diversos en
sus respectivos ordenamientos al alcance de la responsabilidad del
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tenedor y del propietario del animal. Conforme a la legislación
Estatal, se considera al propietario como responsable directo, al
igual que al tenedor o al criador, con independencia de que opere
como poseedor en el momento de producirse los daños. En la
mayoría de los ordenamientos autonómicos, como es el caso de
Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla-León, Cataluña, La Rioja,
Extremadura y Murcia, se ha interpretado que la responsabilidad
del propietario es de naturaleza subsidiaria, al disponer expresamente en sus legislación respectiva que el poseedor de un animal,
sin perjuicio de la responsabilidad subsidiaria del propietario, será
responsable de los daños, perjuicios y molestias, que ocasionen a
las personas, cosas, vías y espacios públicos y al medio natural en
general, de acuerdo con el artículo 1905 del Código Civil . En
Navarra se sigue el modelo de la legislación estatal, y se equipara
la responsabilidad del propietario a la del poseedor del animal,
mientras que en Andalucía y el País Vasco se establece una serie
de supuestos en los que la responsabilidad directa corresponde al
propietario, y otros en los que corresponde al poseedor. De manera
similar, en Aragón y el Principado de Asturias, se establecen determinados supuestos en los que la responsabilidad del propietario es
directa, y otros en los que sólo es subsidiaria. Tanto en Madrid
como en Castilla-La Mancha y Galicia, se omite referencia alguna a
la responsabilidad del propietario, figurando el poseedor como
único responsable. Por último, la Comunidad Valenciana, distingue
entre los supuestos de tenencia de animales potencialmente peligrosos, donde la responsabilidad del propietario es directa, y los
supuestos de mera tenencia de animales, en los que se considera
que la responsabilidad del propietario debe ser subsidiaria.
2.3.- Otras formas de responsabilidad civil derivadas
de la tenencia de animales en el ámbito rural
El artículo 1905 no es el único del Código Civil que trata de los
daños causados por animales a las personas o a sus bienes. Así el artículo 1906 determina que “El propietario de una heredad de caza responderá del daño causado por ésta en las fincas vecinas, cuando no
haya hecho lo necesario para impedir su multiplicación o cuando haya
dificultado la acción de los dueños de dichas fincas para perseguirlas.” Se trata por tanto de un artículo que condiciona la responsabili-
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dad a determinados supuestos de inacción (en el caso de impedir la
multiplicación), o de acción u omisión, (en el caso en que se dificulte
la acción de los vecinos para perseguirlas). No basta por tanto con que
una pieza se escape y produzca destrozos, en la finca vecina, sino que
tendrían que concurrir exactamente alguna de las circunstancias descritas. Tampoco cabría aplicar a este supuesto el 1905 o el 1902,
puesto que se supone que las piezas de caza son “res nullius” salvo
que puedan identificarse sin lugar a dudas y atribuir su propiedad a
persona concreta. En relación con el artículo 1906 del Código Civil, el
Tribunal Supremo, en Sentencia de 27 de mayo de 1985 consideró
que se encuentra derogado por virtud de la Disposición Derogatoria de
la Ley de 4 de abril de 1970. Sin embargo, esta interpretación no es
unánime ni pacífica. En la sentencia de 17 de mayo de 1983, dictada
sólo dos años antes de la mencionada, el Tribunal Supremo interpretó de un modo distinto este artículo, y de hecho hasta hace bien poco
ha seguido condenándose a los titulares de cotos de caza por los accidentes producidos a causa de especies cinegéticas, con ejemplos
bien recientes en la Comunidad de Madrid.
No obstante lo dispuesto en el Código Civil y las distintas interpretaciones que del mismo haya podido hacer el Tribunal Supremo, y
para el caso concreto de daños derivados de accidentes de tráfico
ocasionados por atropellos de especies cinegéticas, la responsabilidad
puede trasladarse a personas distintas al propietario de la heredad de
caza, conforme a la reforma introducida por la Disposición Adicional
Novena la Ley 17/2005 de 19 de julio por la que se regula el permiso
y la licencia de conducción por puntos y se modifica el texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y
Seguridad Vial. Esta Disposición concreta en qué supuestos debe responder el dueño de la heredad de caza, el conductor del vehículo o
las Administraciones Públicas.
Conforme a la Disposición del texto reformado, en accidentes de
tráfico ocasionados por atropellos de especies cinegéticas será responsable el conductor del vehículo cuando se le pueda imputar
incumplimiento de las normas de circulación. Asimismo, los daños
personales y patrimoniales en estos siniestros, sólo serán exigibles a
los titulares de aprovechamientos cinegéticos o, en su defecto, a los
propietarios de los terrenos, cuando el accidente sea consecuencia
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directa de la acción de cazar o de una falta de diligencia en la conservación del terreno acotado.
De igual modo se considerará responsable a la Administración
Pública titular de la vía pública en la que se produce el accidente
como consecuencia de su responsabilidad en el estado de conservación de la misma y en su señalización.
Asimismo, al igual que podemos hablar de distintos sujetos responsables en materia de responsabilidad civil, la jurisprudencia reconoce la existencia de distintos sujetos susceptibles de resarcimiento,
que en ocasiones pueden resultar sorprendentes. Es el caso de la
Sentencia 1104 de 1 de abril de 1993 del Tribunal Supremo, Sala de
lo Penal, donde se reconoce que el responsable civil de la muerte de
una especie protegida (en este caso un oso,) no sólo viene obligado a
indemnizar a la Administración Pública, sino también a una conocida
Asociación dedicada a la protección de estos animales, al entender
que el daño ocasionado no era puramente patrimonial, puesto el animal constituye un bien jurídico cuya titularidad, si bien no corresponde a persona individual, si corresponde a personas jurídicas y a la
Sociedad en general por el valor ecológico que representa, entendiendo que la pérdida de un animal de estas características puede llegar
a constituir un daño moral, para determinadas personas jurídicas.
Por último, interesa hacer referencia a un curioso supuesto de responsabilidad civil por daños descrito en el artículo 612 del Código
Civil: el de la responsabilidad del propietario de abejas. Este artículo
señala lo siguiente:
“El propietario de un enjambre de abejas tendrá derecho a perseguirlo sobre el fundo ajeno, indemnizando al poseedor de éste el daño
causado. Si estuviere cercado, necesitará el consentimiento del dueño
para penetrar en él. Cuando el propietario no haya perseguido, o cese
de perseguir el enjambre dos días consecutivos, podrá el poseedor de
la finca ocuparlo o retenerlo.
El propietario de animales amansados podrá también reclamarlos
dentro de veinte días, a contar desde su ocupación por otro. Pasado
este término, pertenecerán al que los haya cogido y conservado.”
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Llama la atención este precepto puesto que se trata del único artículo del Código Civil que establece una relación nominal, ya que en ningún
otro se alude a especies animales concretas, lo que le hace separarse del
derecho romano en el que se inspira la mayoría del Código Civil, y que
consideraba al enjambre como “res nullius” puesto que el dueño dejaba
de serlo al perderlo de vista o ante la imposibilidad de recobrarlo.
En cuanto a la responsabilidad contemplada en este artículo,
entendemos que se refiere a los daños causados por el dueño en su
persecución, por lo que deberán repararse vía artículo 1902, siendo
de aplicación lo dispuesto en el artículo 1105 en cuanto a caso fortuito y fuerza mayor. Sin embargo, si la responsabilidad se derivara de los
daños producidos por el enjambre habría que aplicar el artículo 1905,
al ser el animal el causante de los daños, con lo que el propietario sólo
resultaría exento de responsabilidad en caso de fuerza mayor.
3. EL SEGURO DE RESPONSABILIDAD CIVIL
EN RELACIÓN CON LA TENENCIA DE ANIMALES
3.1.- La Ley del Contrato de Seguro
Hasta ahora hemos visto que las distintas formas de responsabilidad
civil derivada de la tenencia de animales puede corresponder al poseedor del mismo, a quien se sirve de él o a su propietario. Sin embargo,
en nuestro país y en la mayoría de los países civilizados, existe un mecanismo por el que esta responsabilidad puede llegar a trasladarse a terceras personas no responsables de un modo directo, a cambio de un
precio: el llamado Contrato de Seguro. La Ley 50/1980 del Contrato de
Seguro, lo define como aquel por el que el asegurador se obliga,
mediante el cobro de una prima y para el caso de que se produzca el
evento cuyo riesgo es objeto de cobertura a indemnizar, dentro de los
límites pactados, el daño producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones convenidas. En el caso concreto del
seguro de responsabilidad civil, el asegurador se obliga, dentro de los
límites establecidos en la Ley y en el contrato, a cubrir el riesgo del nacimiento a cargo del asegurado de la obligación de indemnizar a un tercero los daños y perjuicios causados con motivo de la tenencia de animales, siempre que así se haya previsto en el contrato, y que el asegurado sea civilmente responsable de los daños, conforme a derecho.
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3.2.-El seguro de responsabilidad civil y sus implicaciones
en el ámbito del Derecho Público
A pesar de que la regulación de la responsabilidad civil y la determinación de su existencia se circunscribe al ámbito del Derecho Civil,
y por tanto al del Derecho Privado, la materia relativa a los seguros de
responsabilidad civil por daños producidos por animales presenta claras implicaciones con el ámbito del Derecho Penal. El Libro I, Título V
del Código Penal, determina qué sujetos se consideran responsables
civilmente, y ante qué supuestos, estableciendo mecanismos para la
determinación de la responsabilidad civil “ex-delicto”. En materia de
seguros, este mismo Título del Código Penal establece la responsabilidad directa del asegurador cuando hubiera asumido el riesgo de las
responsabilidades pecuniarias derivadas del uso u explotación de
cualquier bien, empresa, industria o actividad, cuando como consecuencia de un hecho tipificado como delito o falta se produzca el
evento que determine el riesgo asegurado. Desde nuestro punto de
vista, cabe asumir que los riesgos derivados de la tenencia de animales, son asegurables y por tanto la responsabilidad civil del asegurador
podría determinarse en vía penal, cuando los hechos de los que se
deriven los daños sean constitutivos de delito o falta. Por otro lado, y
como ha quedado de manifiesto en el epígrafe correspondiente a la
responsabilidad penal, el Artículo 636 del Código Penal dispone que
la realización de actividades careciendo de los seguros obligatorios de
responsabilidad civil exigibles para el ejercicio de aquellas es constitutiva de falta sancionable con la pena de multa de uno a dos meses.
La responsabilidad civil y su aseguramiento, también se encuentra indudablemente relacionada con la responsabilidad ambiental y
administrativa. Al igual que sucede con disciplinas como el tráfico o
la caza, en los supuestos de tenencia de determinados animales, la
carencia del seguro obligatorio de responsabilidad civil resulta determinativa de la existencia de responsabilidad administrativa, con independencia de la existencia de daños. El origen legal de la obligatoriedad de determinados seguros, se encuentra en el artículo 75 de la
Ley del Contrato de Seguro, que dispone que para el ejercicio de
determinadas actividades que disponga el Gobierno, será obligatorio
suscribir un seguro de responsabilidad civil. La falta de seguro, en los
casos en que sea obligatorio, será sancionada administrativamente.
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Por este motivo, interesa conocer en qué supuestos relacionados con
la tenencia de animales es exigible la suscripción de un seguro de
responsabilidad civil.
En materia ambiental, la Directiva 2004/35 CE de responsabilidad
ambiental, dispone que “Los Estados miembros deben tomar medidas
para animar a los operadores a utilizar seguros apropiados u otras formas de garantía financiera y para fomentar el desarrollo de instrumentos y mercados de garantía financiera, a fin de proteger de forma
eficaz las obligaciones financieras que establece la presente Directiva”
En el caso concreto de responsabilidad ambiental derivada de la
tenencia de animales, existe una clara limitación en el alcance de la
cobertura de cualquier seguro que se suscriba a partir de la Directiva,
puesto que la pérdida o los daños asegurados deben ser susceptibles
de valoración económica objetiva, y valores como la biodiversidad son
difícilmente cuantificables, a pesar de que en ocasiones pueden llegar
a evaluarse de forma aproximada mediante sistemas de valoración de
intangibles. En cualquier caso, si llegara a objetivarse el alcance del
daño, la cobertura probablemente se limitara a gastos de reposición o
reparación de especies animales o vegetales y restitución de hábitats,
puesto que como se ha visto, la responsabilidad ambiental no alcanza
daños personales ni patrimoniales. También podría tener cabida en la
cobertura los gastos de defensa jurídica, prestación de fianzas judiciales, minoración de las consecuencias del siniestro, así como gastos
para evitar un siniestro inminente.
Según se ha descrito, la normativa sectorial reguladora de la tenencia de animales, obliga a los propietarios de animales potencialmente
peligrosos a suscribir un seguro de responsabilidad civil por los daños
que éstos pudieran ocasionar, con el fin de garantizar que los posibles
perjudicados se vean adecuadamente resarcidos, con independencia
de las circunstancias económicas de quienes vengan obligados a responder de estos daños. Ello implica que, en caso de que un animal
potencialmente peligroso ocasione daños a las personas o a sus bienes,
y su propietario no haya suscrito el seguro preceptivo, vendrá obligado
no sólo a reparar los daños causados, sino también a responder por la
sanción administrativa que corresponda conforme a lo dispuesto en la
legislación de la Comunidad Autónoma donde tengan lugar los daños.
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El aseguramiento obligatorio presenta claras ventajas e inconvenientes. De un lado, se aporta respaldo financiero para garantizar el
cumplimiento de las obligaciones, y se agiliza el cobro de las mismas
por los perjudicados, pero de otro lado, la obligación sólo afecta al
posible responsable lo que plantea dos problemas: En primer lugar,
que es posible que a las aseguradoras no les interese el producto, por
lo que no lo ofertan y el responsable no puede cumplir con su deber
de aseguramiento. En la práctica, existen multitud de compañías que
aseguran estos riesgos, y en el caso de que no hubiera ninguna dispuesta a ofrecer dicho seguro, la solución pasa por que así lo certifiquen y sea el Consorcio de Compensación de Seguros quien asuma
su aseguramiento, como ocurre en el caso del seguro obligatorio de
vehículos. El segundo inconveniente que se plantea, y que es extensible a otros riesgos como los derivados de los residuos o el transporte
de mercancías peligrosas, es que si el responsable carece de seguro,
y resulta insolvente, nadie va a indemnizar al perjudicado. Por este
motivo, en el sector asegurador y tanto a nivel privado como institucional, se está planteando la posibilidad de constituir un fondo de
garantía nacional o comunitario que, del mismo modo que sucede con
los siniestros de tráfico, indemnice a los perjudicados en supuestos de
carencia de seguro e insolvencia.
3.3.- La cobertura mínima obligatoria
La legislación estatal establece que la cobertura mínima del seguro será de 120.000 Euros. País Vasco y la Comunidad Valenciana, son
junto con Galicia las únicas Comunidades Autónomas que establecen
de forma expresa una cobertura mínima, que en el caso de las primeras coincide con la estatal, mientras que en el caso de Galicia, la
cobertura mínima asciende a 125.000 Euros. En el resto de las
Comunidades Autónomas, no se hace referencia al deber del propietario, por lo que la cobertura obligatoria mínima será la que dispone la
normativa estatal.
3.4.- Modalidades de seguros y coberturas de la tenencia de animales
Los seguros para la tenencia de animales, suelen concertarse bajo la
forma de seguro de responsabilidad civil, aunque algunas compañías
admiten incluir las coberturas relativas a la tenencia de animales entre
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los seguros de hogar o multirriesgo de hogar. La mayoría de los seguros
se contratan para perros potencialmente peligrosos aunque existen
compañías que aseguran daños producidos por todo tipo de perros y
animales. La cobertura de estos seguros puede tener alcances muy distintos, aunque cabría distinguir entre seguros destinados a reparar
daños producidos por animales a terceros, y seguros cuya cobertura
alcanza los daños padecidos por el animal, y los posibles perjuicios económicos padecidos por el propietario con motivo de su tenencia.
Dentro del primer grupo, se encuentran los seguros cuya cobertura se extiende a las lesiones corporales y/o daños materiales causados
a terceros por el animal objeto de seguro, de los que sea civilmente
responsable su propietario y que den lugar a reparación.
Respecto del segundo grupo, las coberturas más habituales son
fallecimiento accidental, tratamiento veterinario en caso de accidente,
intervención quirúrgica derivada de accidente o enfermedad (incluido
honorarios profesionales, exámenes, anestesias, medicamentos y
estancia en clínica veterinaria), ingestión de cuerpos extraños, vejez o
enfermedad incurable, robo del animal, pérdida o extravío, incluyendo
gastos de publicidad, recompensa para su localización, e ingreso en
residencia animal hasta localización del dueño. También se aseguran
los gastos de residencia canina en caso de que el asegurado o su cónyuge sufran una enfermedad o accidente. Por último, suele asegurarse los gastos del sacrificio o eliminación del cadáver
Entre los supuestos de riesgos generalmente excluidos de forma
expresa se encuentran:
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Intervenciones quirúrgicas destinadas a corregir o suprimir
defectos anatómicos, o bien operaciones realizadas por decisión de clínica, tales como el corte de la cola o las orejas.
-
Las lesiones resultantes de malos tratos o la falta de cuidados
imputables al propietario o a las personas que vivan bajo su
techo.
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Intervenciones practicada por un veterinarios sin la debida colegiación.
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-
Gastos derivados de guerras, tumultos, motines, etc.
-
Gastos de vacunación y limpieza bucal, así como castración o
esterilización
Por último, cabe indicar que, tanto en el caso de perjuicios a terceros como en el de perjuicios propios o del animal, los seguros suelen llevar aparejada a su cobertura principal, la accesoria de contratación de servicios de orientación o defensa jurídica.
4.- JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia en relación con la responsabilidad civil por daños
ocasionados por animales domésticos o domesticados es ciertamente
abundante, por lo que se procede a señalar las sentencias que, con
carácter general, pueden resultar más clarificadoras:
-
Sentencias del Tribunal Supremo de: STS de 19 de Octubre de
1909, STS de 23 de Diciembre de 1952, STS de 3 de Abril de
1957, STS de 26 de Enero de 1972, STS de 15 de Marzo de
1982, STS de 28 de Abril de 1983, STS de 28 de Enero de
1986, STS de 10 de Julio de 1995, STS 21 febrero 1996, STS
27 de febrero de 1996, STS 21 de Noviembre de 1998.
-
Sentencia de la Audiencia Provincial de Granada: 226/2000,
-
Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia: 234/2000,
-
Sentencia de la Audiencia Provincial de Ávila: 215/2000,
-
Sentencia de la Audiencia Provincial de Valladolid 117/2000.
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