Lectura del Evangelio según san Juan 6:51

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REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA
Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana
25 de mayo de 2008
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Ciclo A)
Lectura del Evangelio según san Juan 6:51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que
coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para la
vida del mundo”. Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: “¿Cómo este hombre va
a darnos a comer su carne?” Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la
carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera. El que
come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él. Como el Padre que vive me envió, y yo vivo en él, así, quien me
come a mí tendrá de mí la vida. Este es el pan que bajó del cielo, no como el que comieron los antepasados de ustedes,
los cuales murieron. El que come este pan vivirá para siempre”.
Comentario breve:
La lectura de hoy está considerada por los estudiosos bíblicos como una homilía basada en las
enseñanzas de Jesús, pero elaborada más tarde por un predicador cristiano inspirado por el
Espíritu Santo. En este sentido, todo el discurso del Pan de Vida viene del Señor. El texto le
señala a los lectores de hoy las dificultades que sentían los judíos al oir las palabras de Jesús. El
discurso está basado en varias lecturas del Antiguo Testamento que se refieren al “alimento
bajado del cielo que satisface el hambre del pueblo y al maná, pan celestial”. (Vea Ex 16:4; Neh
9:15; Salmo 78:24; Salmo 105:40). Los versículos del 51 al 58 son la sección final del discurso y
usan un vocabulario más radical: carne, sangre, comer, alimentarse, beber. En la primera parte
del discurso Jesús habló acerca de cómo alimentar a los discípulos que creían. El verbo “creer” se
reemplaza aquí por: “a no ser que coman”. Estos versículos hablan claramente del alimento
sacramental. Jesús proclamó una comunión misteriosa y real entre su propio Cuerpo y el nuestro.
Juan, quien es el único evangelista que no relata la Última Cena, transfirió todo el contenido
Eucarístico a este capítulo. Aquí él une los dos elementos esenciales de la Eucaristía cristiana: la
palabra (ver 35:47) y el pan (ver 48:59).
La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes:
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Cuando somos alimentados con la Eucaristía renovamos nuestro compromiso de servir a
Cristo en aquellos que tienen hambre de alimentos o de una vida digna.
Cuando cantamos el gran Amén en la Eucaristía estamos diciéndole sí al cuerpo entero de
Cristo. Esto incluye la presencia real de Cristo en el sacramento, pero también en todos los
que nos rodean.
Los cristianos estamos llamados a participar de lleno en la vida de Cristo. A través de la
Eucaristía somos uno con él y con los demás.
Para la reflexión personal o comunitaria:
Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos.
1.
¿Cómo puedo ser alimento para alguien que necesita ayuda o que necesita ser escuchado?
2.
Cuando digo Amén al Cuerpo y la Sangre de Cristo, ¿estoy también aceptando a los que me caen
mal?
Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 787; 1328-1329; 1333-1334;
1355; 1380-1381; 1397; 1406.
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