Infecciones por hongos

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Las micosis requieren un diagnóstico
diferenciado, pues a menudo se les confunde
con otras patologías
Micosis
Infecciones
por hongos
Si bien forman parte del entorno cotidiano sin causar daño,
bajo ciertas condiciones algunas variedades de estos microorganismos
pueden invadir el cuerpo humano y generar patologías, en su mayoría leves,
aunque pueden presentarse casos severos
María Cristina Sanhueza
16+SALUD
Prurito persistente, acompañado de irritación
Capacidad invasiva
o inflamación en cualquier área del cuerpo; uñas
decoloradas y engrosadas, con base enrojecida y
dolorosa, que en ocasiones se desprenden; placas
blanquecinas dentro de la boca; secreciones vaginales; problemas respiratorios; dolor en articulaciones y hasta cuadros de neumonía y meningitis
en casos severos. Éstos son apenas algunos de
los síntomas que desencadenan las infecciones
generadas por hongos, definidas bajo el término
micosis, las cuales tienen como punto de partida
la epidermis o los pulmones.
De las miles de especies de hongos que existen –muchas de valiosa utilidad, como ciertos
mohos para la obtención de antibióticos y algunas
levaduras para la elaboración de pan, quesos y
cervezas–, apenas alrededor de trescientas son
responsables de micosis. Con diferentes formas,
colores y tamaños –micro y macroscópicos– y características muy específicas –no son vegetales
ni animales–, a los hongos se les reconoce dentro
de su propio reino natural, denominado fungi,
sometido botánicamente a constantes cambios
y clasificaciones.
Los hongos forman parte del ambiente: se encuentran en el aire, el suelo y el agua, y existen
especies que habitan en el cuerpo humano, así
como en animales y plantas, donde procuran
sus nutrientes y conviven pacíficamente con
bacterias y otros microorganismos sin causar
daño (radican sobre todo en los pies, las uñas y
entre los dedos; y en menor concentración, en
el cuero cabelludo y las orejas). Sin embargo,
bajo ciertas condiciones son capaces de invadir
el organismo y provocar diferentes infecciones
–llamadas micóticas–, de acuerdo al tipo de
hongo y área corporal afectada.
Incluso, algunas variedades pueden generar
–en personas con el sistema inmunitario deficiente– infección en los pulmones, el cerebro, las
meninges, el hígado, las articulaciones, el bazo y
otros tejidos, aunque se trata de cuadros menos
frecuentes que las afecciones micóticas leves.
Ciertas especies se reproducen mediante esporas microscópicas en el aire, las cuales pueden inhalarse o depositarse sobre las personas.
Algunas pueden atacar incluso el sistema ner-
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vioso central, aunque la mayoría de la población
está protegida por su capacidad inmune, señala
la dermatólogo y especialista en micosis Ángela
Ruiz Dámaso.
Muchas micosis son hoy más comunes en diferentes regiones geográficas que décadas atrás,
hecho atribuido por los científicos a factores
como el cambio climático –temperaturas más
altas–, una mayor sobrevida de pacientes con
enfermedades crónicas que deprimen su sistema
inmunitario, como las causadas por virus –en
primer término el VIH/Sida–, y el aumento de
diabetes tipo 2 y obesidad, con sus consecuentes trastornos hormonales favorecedores de la
enfermedad.
En tres niveles
Según la zona del cuerpo afectada y la profundidad de las infecciones, la clasificación vigente
reconoce diferentes tipos de micosis:
• SUPERFICIALES
Son las micosis más frecuentes. Afectan la piel,
el cuero cabelludo, las uñas y las mucosas, y
se transmiten de persona a persona por intercambio de utensilios y objetos. El ser humano
las adquiere por contacto directo con el suelo
contaminado o a través de mascotas. Las micosis
superficiales más comunes son las tiñas (producidas por hongos dermatofitos), las cuales se
localizan en su mayoría –90% de los casos– en los
pies (infección conocida como pie de atleta) y, en
un porcentaje menor, en las uñas (denominada
onicomicosis). También se presentan en la ingle, el
cuero cabelludo o cualquier otra zona del cuerpo.
Pueden ser infecciones persistentes y recurrentes que, en ocasiones, exigen tratamientos muy
prolongados.
Ruiz Dámaso indica que, en general, microorganismos como los dermatofitos no tienen la
capacidad de producir micosis profunda, salvo
en personas inmunodeprimidas.
En las micosis superficiales se incluyen también las producidas en piel y mucosas por el
género Candida –especialmente del subgénero
albicans–, que pueden aflorar como candidiasis
oral (muguet) en forma de placas blanquecinas
dentro de la boca o en la comisura de los labios,
así como en la vagina, donde se presenta con
prurito en la zona vulvar y secreciones de color blanquecino. El microorganismo es además
responsable de algunos casos de paroniquia,
infección de la piel alrededor de las uñas, que
resulta de arrancarse con los dientes los uñeros
(padrastros) o del recorte de las cutículas.
La biólogo Mireya Mendoza, especialista en
micosis, anota que si bien el hongo Candida vive
normalmente en las mucosas, la infección suele
desarrollarse por una baja en las defensas de
personas que reciben quimioterapia, por el uso
de antibióticos o anticonceptivos que alteran el
PH normal del cuerpo, por los cambios fisiológi-
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La biólogo Mireya Mendoza destaca
el esfuerzo mundial que se realiza hoy para conocer
mejor la complejidad de los hongos, así como los avances
en nuevos fármacos contra las infecciones micóticas,
las cuales han sido subestimadas, considerándolas
no prioritarias pese a que muchas son difíciles
de erradicar y demandan tratamientos
muy prolongados.
cos (embarazo, edad avanzada) e, incluso, por
una alimentación demasiado rica en harinas
y azúcares. En caso de diseminarse, el género
Candida sí puede producir infecciones profundas
o sistémicas (que pueden afectar varios órganos
internos).
• SUBCUTÁNEAS
Se trata de micosis por hongos del entorno que
ingresan al tejido bajo la epidermis por alguna lesión, herida o traumatismo. Ruiz Dámaso
menciona, entre otras, la esporotricosis, causada
por el Sporothrix schenckii, que vive en el suelo, la
madera y la vegetación descompuesta, y provoca una infección granulomatosa crónica bajo la
piel, común en jardineros y horticultores. Sólo
ocasionalmente llega a afectar pulmones y otros
tejidos en pacientes inmunodeprimidos.
• PROFUNDAS
Generadas por hongos que viven en la naturaleza y a menudo limitadas a ciertas regiones
geográficas, estas infecciones se adquieren por
inhalación. La diseminación desde los pulmones
hacia otros órganos por el torrente sanguíneo se
produce en personas con el sistema inmunitario
muy debilitado. Entre las patologías más frecuentes se cuentan:
• Histoplasmosis. Producida por el hongo Histoplasma que vive en los suelos y en el excremento
de palomas y otros pájaros, la infección resulta
leve en personas sanas, aunque puede resultar
letal si se disemina en todo el organismo –ocurre
a menudo en personas con VIH/Sida– y no recibe
tratamiento médico oportuno.
• Coccidioidomicosis. Conocida como “fiebre
del valle” y ocasionada por el hongo Coccidioides
–más común en los suelos al sur de Estados Unidos–, esta patología afecta a quienes trabajan en
la construcción y la agricultura. Con síntomas
parecidos a la gripe, requiere fármacos en caso
de infecciones pulmonares graves o generalizadas, lo cual es poco común.
• Aspergilosis. Afecta sobre todo los pulmones
y es producida por un hongo común en el entorno. Su variedad alérgica broncopulmonar es
Cuidados diarios
Considerando que algunas variedades de hongos se trasmiten de una persona a otra y de una mascota o del suelo
al humano, los especialistas recomiendan, en primer término, velar por mantener el “escudo inmunológico” fortalecido
y recordar que el calor, la humedad y el agua ejercen como desencadenantes de micosis. En consecuencia, se debe
procurar el secado escrupuloso posterior al aseo personal con toallas y útiles propios. Además, sugieren tomar en cuenta
algunos cuidados diarios:
•No calzar zapatos ajenos y utilizar sandalias de goma en piscinas, playas, gimnasios y baños.
•No caminar descalzos y desinfectar el área de las duchas.
•Usar jabones neutros o ligeramente ácidos para el baño.
•No mantener húmeda la ropa en la zona inguinal.
•Cambiar las medias con frecuencia y colocar el calzado al sol en caso de padecer sudoración excesiva. También usar talcos
antimicóticos (no desodorantes) en los zapatos como profilaxis o durante el tratamiento.
•Proteger las uñas de detergentes y químicos, cortarlas en forma cuidadosa, no agredir las cutículas y evitar
los traumatismos.
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más frecuente en pacientes que sufren de asma
o tienen fibrosis quística.
• Neumonía por Pneumocystis jiroveci. Este
hongo es común en el ambiente y vive en los pulmones de muchas personas. Sólo llega a producir neumonía –hoy curable con tratamiento médico oportuno– en pacientes inmunodeprimidos
como los enfermos por VIH/Sida, personas con
trasplantes o quienes utilizan en forma crónica
ciertos medicamentos como corticoides.
• Candidiasis sistémica. Producida por el
hongo Candida, se puede presentar en el tracto
urinario, la zona cardíaca, el sistema nervioso
central, la vesícula biliar o el hígado. Muchos
factores predisponen a la patología: la presencia
de catéteres que facilitan su entrada o enfermedades como leucemia, diabetes y lupus, entre
otros. Esta micosis es capaz de alterar además
el equilibrio de la flora intestinal y las funciones
hormonales.
Tratamiento asistido
“Sin un diagnóstico seguro no se debe proceder
al tratamiento”, observa Ruiz Dámaso, asegurando que en caso de infección superficial el
diagnóstico no lleva más de cinco minutos con
El uso de antimicóticos sin orden
médica podría favorecer el desarrollo
de resistencia al microorganismo
o el empeoramiento de la infección
la utilización del microscopio para el examen
directo –gold standard en las micosis–, aunque
siempre se debe realizar el cultivo en laboratorio. Cuando se trata de micosis profunda, si bien
algunas son de diagnóstico rápido, la mayoría
requiere una serie de pruebas –según la naturaleza de la infección y los síntomas presentes–
como exámenes de sangre, radiografías, cultivo
de esputos, tomografía de pulmones, aspiración
y cultivo de líquidos corporales y análisis de
muestras de tejidos.
En cuanto al tratamiento, que se basa en antimicóticos tópicos y sistémicos, el médico tratante lo establecerá según el tipo de micosis y la
zona afectada en el paciente, indicando antibióticos sólo en casos muy puntuales para atacar
infecciones bacterianas que pueden presentarse
conjuntamente con los hongos.
Por su parte, Mendoza advierte que las micosis
requieren un diagnóstico diferenciado, pues a
menudo se les confunde con otras patologías.
De allí la importancia de recurrir a la consulta
y evitar la automedicación, incluso en infecciones superficiales, porque frecuentemente hay
más de un agente causal y las reincidencias son
muy comunes. Además, subraya que el uso de
fármacos sin orden médica podría generar daños
hepáticos y favorecer el desarrollo de resistencia
al microorganismo, la propagación o el empeoramiento del mal.
•
F uente s c o n s ulta d a s
º Ángela Ruiz Dámaso, dermatólogo y especialista en micosis. Jefe del Servicio
de Dermatología del Hospital Universitario de Caracas.
º Mireya Mendoza, biólogo. Jefe del Laboratorio de Micología del Instituto de Biomedicina
de Caracas.
º www.nlm.nih.gov/medlineplus / www.msd.es/publicaciones/mmerck_hogar
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