La mezquita de Córdoba. Laura Sansimón Gómez. Patrimonio y Museología. 5º B. Luis Arciniega García. Universidad de Valencia. Facultad de Geografía e Historia. 1 Sumario. 1. Introducción. Págs. 4‐5. 2. La mezquita de Córdoba: de Abdarrahmán I (756‐788) hasta Almanzor (976‐ 1002). Págs.6‐ 14. 3. Construcciones a partir de 1236. Págs. 15‐17. 4. Síntomas sobre la conservación y preservación del edificio. Págs.18‐20. 5. Obras y actuaciones a partir de los siglos XIX‐XX (I): Ricardo Velázquez Bosco y Félix Hernández Giménez. Págs.21‐22. 6. Obras y actuaciones a partir de los siglos XIX‐XX (II): Manuel Nieto Cumplido. Págs. 23‐30. 7. La mezquita en la actualidad y conclusiones. Págs.31‐35. 8. Bibliografía. Págs.36‐38. 2 “Si yo supiera lo haciades no lo hicierades, que lo que estáis haciendo lo hay en cualquier parte, y lo que teniades no lo hay en ninguna” Carlos V. “El legado que recibimos del pasado lo vivimos en el presente y lo transmitimos al futuro”. UNESCO 3 1. Introducción. El núcleo inicial de la cultura islámica1 comprende Siria, Palestina e Irak, pero su proceso de expansión afectara a una inmensa extensión territorial desde la Península Ibérica, la zona sur del Mediterráneo y Próximo oriente. La duración e intensidad de la cultura y el arte islámico variara según las diferentes zonas, delimitándolo por una parte la cronología y por otro la geografía para referirse a las creaciones artísticas. Sin embargo existen rasgos comunes que permiten hilar una historia del arte hasta los países islámicos contemporáneos. Los musulmanes invasores, pocas ocasiones, destruyeron la cultura preexistente: retomaron algunos de sus rasgos y adecuaron gran parte de sus logros artísticos a sus propias necesidades. El problema radica en que las innovaciones del mundo islámico no se plantean en cuanto a forma, sino a la combinación de los motivos previos y sus nuevos usos. Un ejemplo es la mezquita, que nos acompañara en las siguientes líneas y que, aunque carente de toda complejidad en su estructura, ya que las ampliaciones se realizaban para albergar mayor congregación de fieles, pero consiguen fundir elementos de tradición clásica con increíbles elementos decorativos. Semejante es lo que ocurre con otros edificios como las madrasas, ribats, caravansares o hammams. Al estar prohibida las representaciones de las divinidades, sus motivos decorativos son una especie de horror vacui que engloba la estructura arquitectónica: motivos geométricos, lacerias, los motivos vegetales, arabescos, atauriques o las decoraciones cúficas y nasjí con pasajes y suras del Corán. Los estucos, entramados de madera, la decoración en sebqa y los revestimientos en azulejo. El arte islámico desarrollado en la península ibérica entre los siglos VIII y XV2 llamado hispanomusulmán o andalusí y se distinguen varias etapas: 1 ETTINGHAUSEN, R.; GRABAR, O. (1996): Arte y arquitectura del islam 650‐1250, Madrid: Ediciones Cátedra. 2 ARIÉ, R. (1987), España musulmana, siglos VIII‐XV. En: Historia de España, Tomo III. Barcelona: Editorial Labor. 4 Periodo Omeya o califal34 (756‐1031): con influencias sirias y el arte visigodo: Mezquita de Córdoba. Reinos de taifas (1031‐1086). Almorávides (1086‐1160): considerada un barroquismo del periodo califal. Almohades (1160‐1212): Sevilla como capital importante. Arte Nazarí (1238‐1492): época de máximo refinamiento y esplendor con Granada como ciudad más importante. Los Omeyas, 1ª dinastía del Islam5, fueron derrocados por los Abasíes, los nuevos califas de Bagdad, el año 750, en un golpe de Estado promovido por estos. Tan solo uno de los familiares de esta dinastía, Abdarrahmán, nieto del califa Hisham (724‐743), sobrevivió y huyo de la matanza llegando a las costas de Al‐ Ándalus6. Abdarrahmán llevó el Estado omeya de Siria a la Península Ibérica, de Damasco a Córdoba. La creación de este Estado por parte de Abdarrahmán será el fiel reflejo de la creación de la mezquita en Córdoba, un paralelismo entre el Estado Omeya7 en Al‐Ándalus y su forma material perfecta: la mezquita. 3 VALDEÓN, J. (1985), El Califato de Córdoba, Madrid,Cuadernos de Historia 16 VALLVÉ, J. (1992), El califato de Córdoba, Madrid, Editorial Mapfre. 5 CHUECA GOITIA, F. (1988), De Grecia al Islam. En: Historia de la Arquitectura occidental, Tomo I, Madrid, Editorial Dossat. 6 CRUZ HERNÁNDEZ, M. (1996), El Islam de Al‐Andalus: historia y estructura realidad social, Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional. 7 VERNET GINÉS, J. (1987), Al‐Andalus: el islam en España. Barcelona, Lunwerg Editores. 4 5 2. La mezquita de Córdoba89: de Abdarrahmán I (756‐788 hasta Almanzor (976‐1002). Abdarrahmán I había fundado el Estado Omeya en Al‐Ándalus. Las crónicas cuentan como los musulmanes compartieron un espacio concebido para el culto cristiano: la iglesia hispano‐visigoda de San Vicente, sobre la que se asentaron los cimientos de la primigenia mezquita. Este edificio de tipo modesto sirvió en sus inicios como mezquita, en un principio respetaron la estructura y progresivamente la fueron adecuando a sus necesidades para el rezo. Aunque el objetivo de Abdarrahmán I sería configurar su mezquita Aljama, símbolo del poder Omeya en tierras de Al‐Ándalus. Como veremos, las primeras ampliaciones de la mezquita fueron exclusivamente para reflejar el poder de los califas y emires en el mundo terrenal y hasta cierto punto serían por cuestiones de crecimiento de población, esta razón sería la principal hasta la época de Abdarrahmán II, cuando la ciudad comenzó a expandirse. En el caso de España muchos edificios posteriores a la conquista musulmana fueron reconvertidos y se reutilizaron materiales de acarreo. La evolución de este importante edificio ilustra la evolución del Estado que la creó. 8 CHUECA GOITIA, F. (196?), La mezquita de Córdoba. En: Forma y color, grandes ciclos del arte. Vol. II Albaicín Sadea editores, Granada. p. 9‐12. 9 ARJONA CASTRO, A. (1982) El reino de Córdoba durante la dominación musulmana. Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba. Servicio de Publicaciones. 6 La primigenia mezquita utilizó estos materiales de acarreo10 de la iglesia de San Vicente, por ello, cuando se observa la parte más antigua de la mezquita se advierte una desigualdad en la altura de las columnas. Ello no debe estudiarse como una manera de economizar gastos, sino como el sometimiento de un pueblo vencido al vencedor. No sólo ocurrió en Córdoba, mezquitas tan importantes como Damasco o Jerusalén tienen materiales reutilizados de otras construcciones. Sin embargo, a lo largo de su dilatada construcción, veremos cómo esta tendencia cambia, creándose nuevas propuestas decorativas propias del mundo romano y visigodo. La planta inicial creada por el fundador será la base para todas las demás ampliaciones, siendo la base a seguir y en la que cada gobernante querrá dejar plasmada su huella. Dicha planta presentaba once naves perpendiculares, la central más ancha que el resto, pero quizás el aspecto más relevante de esta primera construcción y por lo que se caracterizará es por su sistema de arcos: claramente influenciado por el arte romano y el acueducto de Mérida de los Milagros datado del s. I: basa, fuste y capitel rematados por modillones de rollo ( vemos ejemplos de este tipo en Santiago de Peñalba y San Miguel de Escalada en León) y sobre los que apoyan pilares de sección cuadrada con arcos bícromos (lo tomaron de la arquitectura hispano ‐visigoda donde aparece continuamente en edificios relevantes del siglo VII como San Juan de Baños (Palencia), Quintanilla de las Viñas (Burgos), o San Pedro de la Nave (Zamora), entre otros). La finalidad era dotar al edificio de mayor altura y además sirven de canalización para las aguas de la techumbre, y según las arquerías ascienden en altura son mucho más macizas. Esto último sería para liberar mayor cantidad de suelo y facilitar el rezo de los fieles que acudían. La portada más antigua de la arquitectura andalusí fue obra de Abdarrahmán I y constituye la puerta situada en la fachada occidental, la Puerta de San Sebastián, comúnmente conocida como de San Esteban o de los Visires , puerta posteriormente restaurada por Muhamad I entre el 855‐856. Está considerada la puerta más antigua de España de este tipo. Este modelo de puerta será repetido en las distintas ampliaciones de la mezquita: 10 MARÇAIS, G. (1983), El arte musulmán. Madrid, Ediciones Cátedra. 7 arco de herradura con alfiz, triple arcada ciega superior, decoraciones vegetales… su origen ha querido verse en el mundo romano como la Puerta Áurea del palacio de Diocleciano en Spalato11 del siglo IV. Sin embargo, la construcción de Abdarrahmán I tiene unas características que la hacen diferente: según las tradiciones musulmanas el mihrab debe estar orientado hacia la Meca, en esta ocasión Abdarrahmán I quiso construir en Al‐Ándalus un lugar sagrado a imagen de aquel, este ante la posible añoranza de Siria la orientó hacia el NO‐SE, otra hipótesis que se baraja es un posible error de cálculo, aunque las hipótesis están abiertas. Hisham I (788‐ 796). El hijo de Abdarrahmán I, realizó las obras correspondientes al patio y el primitivo alminar. La superficie del patio a lo largo de la dilatada construcción fue a causa de la desproporción entre la sala hipóstila y el alminar, configurando así un intento de equilibrio por ambas partes. Se calculaba que tenía 6 metros de ancho por 24 de altura aproximadamente y concluyó la construcción del patio que su padre no pudo acabar, además de una fuente de abluciones en el centro del patio. Abdarrahmán II (796‐852). Durante el reinado del hijo de Hisham I, Abdarrahmán II, el Estado omeya de Córdoba comienza una floreciente actividad en torno a la mezquita, junto con el aumento de población durante su largo mandato. Se comenzó la urbanización de Córdoba, realizó la restauración de varios edificios como el alcázar y trajo el agua corriente a la mezquita. Hombre culto, en esta época llegan libros y la cultura y las artes se enriquecen. La ciudad comienza su 11 MÜLLER, W.; VOGEL, G. (1984), Atlas de arquitectura. 2 vols. Madrid, Alianza Editorial. 8 expansión. Tanto es así que durante el s. X se convierte en la capital más importante del saber en Al‐Ándalus, la mezquita se convierte en el centro de estudios para jueces o donde se estudiaban disciplinas como la medicina o jurisprudencia, todo este trasiego hace que sea necesaria dicha obra. La ampliación que realizará en la mezquita, hará que partes de la primitiva mezquita sean destruidas, aunque el tipo constructivo fuese el mismo. Esta consistió en la ampliación del oratorio hacia el Sur, que quedó alargado en una longitud de 26,6 metros con la aportación de 80 columnas, capiteles y cimacios, casi todos aprovechados de construcciones antiguas. Supuso pues, la destrucción del primitivo mihrab y del muro de la qibla, parte del cual se mantuvo como contrafuerte, que son las pilastras que hoy se pueden ver como fieles testigos de esta prolongación de la mezquita. Como en anteriores obras realizadas, en la mezquita se siguen reutilizando materiales de arquitecturas anteriores, pero esta vez las piezas de mayor calidad quedaron reservadas para las zonas más importantes como el mihrab. Este hecho hace que las obras de ampliación emprendidas por aquél se centren principalmente en el enriquecimiento del muro de la maqsura y el mihrab. Así como la realización de naves superiores separadas para el rezo de las mujeres, que entraban por puertas distintas y, seguramente se separaban mediante paneles. Pero las obras fueron concluidas por su hijo Muhamad I (852‐856), finalizando y restaurando las partes inconclusas de su padre como la Puerta de San Esteban o de los Visires entre el 855‐856, y realizó un acotamiento del espacio de la maqsura que separaba al gobernante en los momentos del rezo: esta se componía de varias puertas: una de las cuales era para el emir, un espacio privilegiado para la familia real y su séquito, dotándolo de empaque y resaltando su importancia. Debemos pensar que en eta época de expansión de la ciudad, la mezquita era un punto de encuentro de la vida diaria, ya que excepto en los momentos de oración, podía verse a vendedores ambulantes, gente que podía resguardarse de la lluvia… era el centro de la cultura y el día a día de la sociedad. 9 Al‐Mundir (886‐888) y Abd Allah (888‐912). A Al‐Mundir se le atribuye la construcción de la sala del tesoro de la mezquita que se situaba posiblemente al lado del mihrab, este tesoro se componía de las donaciones para la reparación y mantenimiento de la propia mezquita. Por su parte, `Abd Allah, hermano de aquél, construyó un sabat, un pasadizo cubierto que unía directamente el alcázar (hoy palacio episcopal) con la mezquita, mediante el cual el emir podía asistir a la oración sin ser visto ni tener que mezclarse con la muchedumbre. La puerta exterior de San Miguel era la entrada a la mezquita de este pasadizo o sabat. Abdarrahmán III. En 929 Abdarrahmán III fue nombrado califa, tuvo especial interés por la arquitectura, sobre todo dirigidos a la ciudad palatina de Madinat al‐Zahra que fundada por él entre 936‐940. Aunque también intervino en la mezquita aljama de Córdoba, especialmente en el patio. Tras la ampliación de Abd al‐Rahman II con la sala hipóstila hacia el sur, quedaba muy desproporcionado el patio respecto a esta. Por ello en las obras de ampliación hubo que derribar parte de lo construido bajo el reinado de Hisham I, como es el caso del alminar y el refuerzo de los muros de la fachada ante los empujes de los arcos. La obra más importante de la intervención de Abd al‐Rahman III fue la construcción del definitivo alminar: con una altura superior a los cuarenta metros de altura y construido entre los años 951‐952 y en cuyo interior se disponen de dos escaleras para que los que accedían a él no se cruzasen y cuyo exterior se compone dos cuerpos. 10 Al‐Hakam II (961‐976). Como adelantaba con anterioridad, el califato de Córdoba se convirtió en una de las potencias más importantes del reino andalusí, era un ir y venir de influencias externas con el intercambio de mercancías de toda índole. Al‐Hakam II continuó la labor constructiva de su padre: las obras de la ciudad palatina de Madinat al‐Zahra así como la siguiente ampliación de la mezquita. En un primer momento se pretendía aprovechar la nueva ampliación para corregir la orientación del edificio, pero Al‐Hakam II respetó la orientación de la misma porque aquello sería ir en contra de la tradición. También se dice que los fieles, tras ser acabada la obra se negaron a entrar en el edificio para orar, porque al contemplar tanta fastuosidad en las decoraciones sospechaban que el dinero para llevarlas a cabo se había conseguido de forma ilícita. El esquema compositivo seguía la misma estructura que Abd al‐Rahman II, por lo que siguió ampliando las naves perpendiculares hacia el sur derribando el muro de la quibla. Pero por lo que destacará es, por lo dicho líneas más arriba, por la decoración vegetal, geométrica y epigráfica que aparece en arcos, zócalos y mosaicos bizantinos en la zona del mihrab, o por la exuberancia ornamental de la techumbre de madera. O los arcos polilobulados que parecen indicar o resaltar su vinculación con el poder, es una delimitación del poder del califa frente al pueblo. El mihrab 11 es la zona más rica de la estructura dada su importancia, las columnas que flanquean dicho mihrab pertenecieron al primigenio mihrab de Abd al‐Rahman II, por eso se observa desproporción entre éstas y el resto de decoración. La cúpula decorada de esta zona es un símbolo del poder divino, y su representante en la tierra es el califa, Al‐Hakam quiso emular las obras de Damasco y Jerusalén, en cuyas mezquitas se dispusieron estupendos frisos de mosaicos bizantinos muy parecidos a los que hoy vemos en Córdoba. Según las crónicas de Ibn ‘Idari12: “En el año 965 se terminó la cúpula que dominaba el mihrab, trabajo que formaba parte de la ampliación de la mezquita. Fue en el mes de junio. Es este mismo año se llevó a cabo la instalación del mosaico que había enviado el rey de Bizancio. Al‐Hakam le había escrito pidiéndole que le mandase un artesano, en imitación de los que había hecho el califa al‐ Walid ibn ‘Abd al‐Malik en la construcción de la Mezquita de Damasco. Volvió la misión diplomática de al‐Hakam con el artesano y con trescientos veinte quintales de teselas de mosaico que enviaba el rey de Bizancio como regalo. El califa ordenó albergar y tratar con toda generosidad al artesano, nombrando a un grupo de esclavos para que aprendiesen el oficio con él; se pusieron manos a la obra y pronto aprendieron e incluso superaron al maestro bizantino, de manera que éste volvió a su patria colmado de regalos por el califa, y los esclavos siguieron solos, demostrando que eran los más hábiles artesanos de la tierra.” A diferencia de las ampliaciones anteriores, aquí ya no se utiliza material reaprovechado, gracias al desarrollo que tuvo la ciudad, tantas veces comentado en este trabajo, los 12 IBN ‘IDÂRÎ (m. hacia 1325), de su obra al‐Bayan al‐Mugrib: (t. II: al‐Andalus hasta el año 1000) Histoire de l’Afrique et de l’Espagne, traducción de E. Fagnan, Alger, 1901‐1904; t. III, La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas, traducción de Felipe Maíllo Salgado, Salamanca, 1993. 12 talleres califales dieron para crear todas y cada una de las piezas que debían componer las estructuras y, a partir de los modelos romanos y visigodos, los elementos se sintetizan e incluso llegan al grado de abstracción. La ampliación de Al‐Hakam II sirvió para la construcción de la cúpula de la denominada Capilla de Villaviciosa que estaba flaqueada por sendas cúpulas. La gran entrada a la capilla se representa con un gran arco de herradura. Al lado Este de la capilla, se construyó la capilla real con cúpula fechada en el s. XIV, ya en este siglo fue redecorada con yeserías. Aunque existen documentos del s. XVII que documentan tres bóvedas califales que desaparecieron por la construcción de la catedral medieval posterior. Este lugar fue elegido para construir la catedral cristiana tras la conquista de Fernando III en 1236. Las cúpulas constituyen lo más característico e importante de la ampliación de Al‐Hakam II. En total hubo seis cúpulas de las que sólo se conservan cinco: la de la Capilla de Villaviciosa y la estructura de la cúpula adyacente que cubre la Capilla Real, y las tres que preceden al muro de la alquibla junto al mihrab. Hace pensar que, ante la existencia de las cúpulas y la atención que puso Al‐Hakam II en este espacio, la construcción de la catedral se desarrollase en este lugar, ya que la disposición de las cúpulas facilitaba la existencia de una capilla mayor en dicha iglesia. Ante las continuas ampliaciones del edificio, se encontraron ante un problema: durante el día la mezquita se iluminaba mediante la luz natural, ¿Pero ante la falta de ésta?, el problema se solventó con unas curiosas “lámparas” traídas por Almanzor el año 997 en una de sus campañas contra los cristianos, nos referimos a las campanas de Santiago de Compostela que se utilizaron para ese fin. En cuanto la fachada oriental estaba constituida por 4 puertas: la del tesoro y los restos de las otras 3 que quedan detrás de las capillas cristianas se ocultaron por la ampliación de la mezquita de Almanzor ya que, hacia el sur ya no podía ampliar por la existencia del rio. 13 Almanzor13 (976‐1002). Ya que su hijo Hisham II era todavía un niño, Almanzor su tutor, tomó las riendas del poder y sucedió a Al‐Hakam II. Especialmente famoso por, sus campañas contra los cristianos, saqueando y arrasando aquello cuanto encontraba. Tras su muerte, los diferentes gobernantes de las provincias se declararon independientes. Asistimos al nacimiento de los diferentes reinos de taifas a partir del año 1002. La ampliación de Almanzor vino dada a causa del aumento de población que sufrió la ciudad de Córdoba en este siglo, fueron 8 naves al Este de la sala de oración, en la fachada de Al‐Hakam II, y aumentar en igual anchura el patio. Artísticamente no tiene un valor especial frente a las ampliaciones anteriores, ya que se repite el mismo esquema compositivo y tampoco se introdujeron, como en la etapa anterior, materiales nuevos o preciosistas. La fachada Oeste llevada a cabo por Almanzor en el siglo X, está considerada como la más majestuosa de todas. Las laterales se dividen en tres cuerpos y presentan un vano ciego adintelado en el piso inferior, un arco geminado también ciego, en el intermedio, en el superior hay una ventana con una celosía bajo un arco polilobulado. La central es más monumental y en ella observamos la puerta adintelada de acceso, sobre la que carga un gran arco de herradura provisto de su alfiz, y encima un friso de arquillos ciegos. Su origen podría ser la composición de la portada de San Sebastián o de San Esteban de la primera etapa de la mezquita, en el siglo VIII. 13 TORREMOCHA SILVA, A.; MARTÍNEZ ENAMORADO, V. (2003), Al‐Ándalus y el Mediterráneo en torno al año 1000. La época de Almanzor. Colección Historia 3, Caja Madrid, Algeciras. 14 3. Construcciones a partir de 1236. Aunque Córdoba estuvo brevemente bajo los cristianos con Alfonso VII que entró en la ciudad en 1146, fue a partir de la conquista en 1236 de Fernando III cuando la mezquita fue convertida al culto cristiano. Aunque sufrió alteraciones, gracias a esta transformación la que hizo que el edificio se conservase. La Capilla Mayor fue situada bajo uno de los lucernarios de Al‐Hakam II con la construcción de una nave gótica en 1489, ya en el s. XV bajo el episcopado de don Íñigo Manrique14, con 4 naves de arcos formeros de medio punto y techumbre a dos aguas con casetones, pero sin provocar destrucciones arquitectónicas. Asimismo, la magnificencia del edificio determinó que el ámbito de mayor esplendor, la maqsura y el mihrab, no fueran tocados ni destruidos, quedando indeleble su construcción. Esta idea en la edificación fue llevada a cabo por los episcopados siguientes: Juan Rodríguez de Fonseca (1499‐1505), Juan Daza (1505‐1510) y Martín (1510‐1516). Ello nos hace pensar que, a través del cabildo y la comunidad cristiana de la época, hubo conciencia de preservar el edificio islámico adaptándolo a sus nuevos usos15. Es la primera vez en la historia constructiva de la mezquita que se siente interés de preservarlo por su riqueza 14 NIETO CUMPLIDO, M.; LUCA DE TENA, C. (1992), La mezquita de Córdoba: planos y dibujos, Córdoba, Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía. 15 TORRES BALBÁS, L. (1965), La mezquita de Córdoba y las ruinas de Madinat al‐ Zahra, Monumentos cardinales de España, Vol. 13, Plus Ultra. 15 histórica y compositiva, es pues la primera manifestación de preservar el patrimonio. Los monarcas concedieron ya desde la Edad Media multitud de privilegios a favor de la conservación del edificio, e incluso en el siglo XIII los propios musulmanes de la ciudad fueron obligados a trabajar durante dos días al año, sin remuneración alguna, en las obras necesarias de restauración. Sin embargo, lo largo del siglo XVI, la mezquita tendrá la mayor transformación realizada hasta el momento. La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo D. Alonso Manrique (1518‐1523) que consistía en la realización del crucero de estilo renacentista. El emperador Carlos V dio el visto bueno a la realización de las obras, siendo paradójicamente, este acto de destrucción de una parte de la arquitectura islámica, la que ha preservado al edificio de su destrucción. El emperador en una visita a las obras, quedó profundamente disgustado, algo de lo que se arrepentirá más tarde. Las obras fueron realizadas por el arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo (1514‐1569), al que le seguirá su hijo Hernán Ruiz, el joven (1534‐1606), siendo finalizadas dentro del siglo XVII. Es una superficie rectangular de 75 metros de largo por 37,5 de ancho, se dispuso una planta de cruz latina de tres naves, con nártex a los pies y nave de transepto en la cabecera; la sacristía es de planta rectangular cubierta con bóveda de arista. Las decoraciones fueron llevadas a cabo en 1599 por Juan de Ochoa (1554‐1606) en la bóveda del crucero sobre pechinas decorada con atlantes, los Padres de la Iglesia y un relieve de la Santísima Trinidad. También trabajó en la parte del testero que cierra la nave central con retablos y decoraciones de la Anunciación o los Santos Pablo y Pedro. A lo largo de la primera mitad del siglo XVII, entre 1618‐ 1628, se construyó el retablo mayor, con mármoles provenientes de Carcabuey, y su tabernáculo donde intervinieron Alonso Matías y Sebastián Vidal ya de estilo renacentista. Las pinturas del retablo mayor fueron 16 realizadas en 1713 por Antonio Palomino. Las obras de la nueva construcción dentro de la mezquita fueron llevadas a cabo por mas artistas: como Juan Miguel Verdiguier (1706‐ 1796) al que se le deben los púlpitos de estilo churrigueresco del crucero o Alonso Gómez de Sandoval (1713‐1801) con figuras de santos en los relieves de las tribunas. La obra realizada en el siglo XVI bajo el amparo del estilo renacentista clásico, tenía la concepción de un espacio más geométrico, amplio y luminoso, esto no responde a ninguna creencia religiosa, sino a la propia de su tiempo, por lo que aquí no podríamos contemplar la damnatio memoriae, ya que estos cambios no eran por cuestiones religiosas, simplemente basadas en el humanismo italiano y por tanto adscritas a este estilo arquitectónico. 17 4. Síntomas sobre la conservación y preservación del edificio. Como se sabe el interés por parte del pueblo cordobés para el mantenimiento de la mezquita se remonta al año 1236 con Fernando III. En un concejo reunido en la catedral el 22 de septiembre de 1258 y una carta del rey Alfonso X en 1261 tenían la finalidad exclusiva de salvar la estructura del templo: “Que en la iglesia de Sancta Maria avíe y mucho dañado en la madera e que era de adobar en muchas guisas e que el rey avíe de poner algún recabado en guisa que se non perdiese ca si non seríe mengua en se perder tan noble Iglesia.”16 A la luz de estas actitudes se comprende la actitud del cabildo de la catedral que se opuso a Alonso Manrique que determinó la construcción del crucero en abril de 1523. Se le ha acusado desde tiempos inmemoriales al cabildo por el rompimiento de las líneas generales del edificio. Aunque se han descubierto en documentos del archivo de la catedral un texto que declara lo siguiente: “Este día (14 de abril de 1523) los señores deán y cabildo dieron la casa de San Sebastián que solía ser hospital en que vivan dos maestros albañiles e carpinteros que labren en la obra que se fase en esta iglesia que no deviera facerse”.17 El concejo municipal sabe días después de este hecho y se dispone a cesar las obras, ya lo considera un agravio y la nobleza cordobesa tenía enterramientos en el lugar de la obra. El 4 de mayo de 1523 el concejo redactó el siguiente y famoso pregón: “Nos el Concejo e Corregidor de la Muy Noble e Muy Leal cibdad de Córdoua facemos saber a vos los alcaldes e alguacil, jueces e justicias desta cibdad, e a 16 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p. 27. 17 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p. 28. 18 los albañiles, canteros, carpinteros e otras personas a quien los diuso toca e tañe en cualquier manera, como seyendo informados de la respuesta quel deán e cabildo desta cibdad de la iglesia della dieron a cierto reuqrimiento que por parte desta cibdad les fue fecho sobre el cesar del deshacer de la obra de la dicha iglesia y como sobreseen fasta que Su Majestad mande lo que más sea su seruicio. Por tanto mandamos que ningund albañí, ni cartero, ni carpintero, ni peon ni otra persona alguna no sean osados de tocar en la dicha obra, ni desfazer, ni labrar alguna cosa alguna della fasta tanto que por Su Majestad sea mandado lo que más sea su seruicio so pena de muerte e de perdimiento de todos sus bienes para la Camara e Fisco de Su Majestad. Esto porque la obra que se desface es de calidad que no se podrá boluer a fazer en la bondad e perfección questa fecha. Os mandamos que se pregone públicamente porque venga a noticia de todos. Fecho a quatro días de mayo de mil e quinientos e veinte e tres años. Luis de la Cerda, Juan Díaz de Cabrera, Pedro Moñiz de Godoy, Rodrigo de Molina, escriuano publico e logartheniente de Gonzalo de Hoces, escriuano del Concejo”.18 El papado de los primeros años de la reconquista se interesó por el edificio desde el s. XIII, según Don Rodrigo Ximenez de Rada: “cunctas mezquitas Arabum ornatu el magnitude superabat”, habla sobre la magnificencia del edificio como documento único, mantuvieron el edificio a través del pago de indulgencias que se dirigían a la conservación del mismo. 18 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p. 28 19 Entre los siglos XIII y XV fue de especial interés la conservación de la mezquita por parte de la monarquía castellano‐leonesa que, según testimonios contemporáneos, recibieron en precarias condiciones. Otra fuente de ayuda lo constituyó el dinero que los judíos pagaban como diezmos a los cristianos e iban en parte destinados a la conservación de la estructura. Además los mudéjares cordobeses trabajaron en la mezquita desde el 13 de diciembre de 1263, obligados por imposición regia, a trabajar dos días al año sin cobrar en las obras de conservación y restauración. En la edad media le salvó su carácter de templo cristiano y su mezcla de valores artísticos que le conferían una estructura única, pero sin duda el hecho más relevante en la historia de la conservación de la mezquita fue la dirigida por el cabildo de la catedral frente al obispo Don Alonso Manrique (1516‐1523), anteriormente citado. Hasta este momento los criterios para las actuaciones se condicionaban por la economía del momento, los criterios del arquitecto y la corriente estilística imperante de la época. Desde que en 1888 la mezquita de Córdoba es declarada monumento nacional las obras de consolidación y restauración se suceden. 20 5. Obras y actuaciones a partir de los siglos XIX‐XX (I): Ricardo Velázquez Bosco y Félix Hernández Giménez. Ya en el s. XX, Ricardo Velázquez Bosco (1843‐1923)1920, arquitecto de la mezquita desde 1890 hasta 1923, año de su muerte, realizó las primeras excavaciones del edificio, más concretamente: las portadas y el tramo construido por Almanzor, quitó los restos de enlucidos de las decoraciones de Al Hakam II. Cubrió el suelo de madera y descubrió las basas áticas de Abdarrahmán I, la capilla de Villaviciosa eliminando postizos barrocos, la techumbre de la nave central de Al Hakam II, donde sustituyó las cubiertas barrocas por techumbres planas, y la fachada de San Miguel. Es de destacar que Velázquez Bosco comenzó a actuar en una época donde no había criterios fijados de restauración, estudió y analizó proyectos anteriores sobre programas decorativos de las portadas para su restauración, a pesar de ello, muchas zonas quedaron sin restaurar a causa de que no tenía suficiente documentación para llevarlo a cabo, por lo que no inventó nada y se basó en lo anterior. Velázquez Bosco y su actuación en la mezquita coinciden con el movimiento de restauración‐restitución de Viollet‐ le‐ Duc, intentando corregir excesos de las transformaciones anteriores21. Posteriormente, Félix Hernández Giménez22 (1889‐1975), llevo a cabo las excavaciones entre 1930‐36, en la sala de oraciones y en el patio. Exploró el alminar de Abdarrahmán III, en agosto del año 1930. Entre 1931‐34 excavó las cuatro naves del oratorio primitivo, también intervino en descubrir la fachada Este de Abdarrahmán I y el área de la quibla y el 19 ORDIERES DIEZ, I. (1995), Historia de la restauración monumental en España, 1835‐1936, Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Universidad de Michigan, p. 193, 198 y 199. 20 PUERTAS FERNÁNDEZ, A. (2009), Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el s. XX. Ediciones Universidad de Granada. p.17‐21. 21 CAPITEL, A. (1999), Metamorfosis de monumentos y teorías de restauración, Madrid, Alianza forma, p.53‐87. 22 PUERTAS FERNÁNDEZ, A. (2009), Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el s. XX. Ediciones Universidad de Granada. p.21‐30. 21 mihrab de Abdarrahmán II. Sin embargo no escribió memorias ni informes sobre sus actuaciones que, actualmente, no se sabe si se perdieron o todavía no se han encontrado, solo nos queda la documentación gráfica de sus trabajos. Sus valientes intervenciones fueron incomprendidas y en 1932 se detuvieron las obras, se hizo un informe público por parte de la Comisión Provincial de monumentos en el periódico madrileño La Luz23 (23‐XI‐ 1932) y La Voz (28‐XII‐1932). La idea de devolver al oratorio del s. VIII a su nivel original o repristinación no fue comprendida y en periódicos de la época como El defensor de Córdoba (23‐VIII‐1934) y El diario de Córdoba (4‐I‐1935) se demuestra. Las malas campañas en prensa, el peso político y la opinión pública mal informada hicieron que abandonara. Aun así entre 1934‐36 en el patio de los Naranjos descubrió los cimientos del alminar de Hisham I, dejando las restauraciones evidentes al ojo, incluso practicables para su visita dejándolo señalado en el suelo. Además descubrió 16 piezas de cerámica en un pozo ciego, ingresándolas, ya algunas de ellas restauradas, en el Museo Arqueológico Nacional. Tuvo que cubrirlo todo en 1936. 23 NIETO CUMPLIDO, M. (1998), La catedral de Córdoba, publicaciones Obra social y Cultural Cajasur, Córdoba. p. 36‐39. 22 6. Obras y actuaciones a partir de los siglos XIX‐XX (II): Manuel Nieto Cumplido. Desde que la mezquita se declarase monumento nacional en 1888, los trabajos de conservación y restauración han tenido disparidad de resultados y opiniones. Será a partir del trabajo de Manuel Nieto Cumplido24 (Palma del Rio, 1935), sacerdote, canónigo y archivista de la catedral, cuando se comience a tener conciencia sobre el valor patrimonial e histórico‐artístico que simboliza la mezquita de Córdoba. Para llegar a lo que la mezquita es en la actualidad, a principios de los años 70 y, por mediación de Nieto Cumplido, se empiezan a tomar en cuenta cuestiones relacionadas con las obras de la mezquita, entre ellas: Recopilar todos aquellos estudios sobre el monumento, como Gómez Moreno25 o Torres Balbás26 entre otros, formar una biblioteca de carácter histórico‐ artístico que sirviera para la correcta conservación‐restauración del edificio y su entorno. Algo que se le reprocha a Félix Hernández. Aceptación y aplicación de la carta de Venecia (1964), sobre la conservación y restauración de monumentos, con los artículos comprendidos entre el 4‐ 13: Conservación. Art. 4 La conservación de los monumentos impone ante todo un mantenimiento sistemático. Art. 5 24 NIETO CUMPLIDO, M.; LUCA DE TENA, C. (1992), La mezquita de Córdoba: planos y dibujos, Córdoba, Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía. 25 GÓMEZ MORENO, M. (1951), El arte árabe español hasta los Almohades, Ars Hispaniae, Vol. III, Madrid. TORRES BALBÁS, L. (1965), Arte Hispanomusulmán hasta la caída del califato de Córdoba. En: Historia de España, Dir.: R. Menéndez Pidal, tomo V, Madrid. 26 23 La conservación de los monumentos se ve siempre favorecida por su utilización en funciones útiles a la sociedad: tal finalidad es deseable, pero no debe alterar la distribución y el aspecto del edificio. Las adaptaciones realizadas en función de la evolución de los usos y costumbres deben, pues, contenerse dentro de estos límites. Art. 6 La conservación de un monumento implica la de sus condiciones ambientales. Cuando subsista un ambiente tradicional, éste será conservado; por el contrario, deberá rechazarse cualquier nueva construcción, destrucción y utilización que pueda alterar las relaciones de los volúmenes y los colores. Art. 7 El monumento no puede ser separado de la historia de la que es testimonio, ni del ambiente en el que se encuentra. Por lo tanto, el cambio de una parte o de todo el monumento no puede ser tolerado más que cuando la salvaguardia de un monumento lo exija, o cuando esté justificado por causas de relevante interés nacional o internacional. Art. 8 Los elementos de escultura, pintura o decoración que son parte integrante del monumento no pueden ser separados de él más que cuando ésta sea la única forma adecuada para asegurar su conservación. Restauración. Art. 9 La restauración es un proceso que debe tener un carácter excepcional. Su finalidad es la de conservar y poner de relieve los valores formales e históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a los elementos antiguos y a las partes auténticas. La restauración debe detenerse allí donde comienzan las hipótesis: cualquier trabajo encaminado a completar, considerado como indispensable por razones estéticas y teóricas, debe distinguirse del conjunto arquitectónico y 24 deberá llevar el sello de nuestra época. La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento. Art. 10 Cuando las técnicas tradicionales se manifiesten inadecuadas, la consolidación de un monumento puede ser asegurada mediante el auxilio de todos los medios más modernos de construcción y de conservación, cuya eficacia haya sido demostrada por datos científicos y garantizada por la experiencia. Art. 11 En la restauración de un monumento deben respetarse todas las aportaciones que definen la configuración actual de un monumento, no importa a qué época pertenezcan, dado que la unidad de estilo no es el fin de la restauración. Cuando un edificio ofrezca varias estructuras superpuestas, la supresión de una de estas etapas subyacentes sólo se justifica excepcionalmente y a condición de que los elementos eliminados ofrezcan poco interés, que la composición arquitectónica recuperada constituya un testimonio de gran valor histórico, arqueológico o estético y que se considere suficiente su estado de conservación. El juicio sobre el valor de los elementos en cuestión y la decisión sobre las eliminaciones que se deban llevar a cabo, no puede depender tan sólo del autor del proyecto. Art. 12 Los elementos destinados a reemplazar las partes que falten deben integrarse armoniosamente en el conjunto, pero distinguiéndose a su vez de las partes originales, a fin de que la restauración no falsifique el monumento, tanto en su aspecto artístico como histórico. Art. 13 Las adiciones no pueden ser toleradas si no respetan todas las partes que afectan al edificio, su ambiente tradicional, el equilibrio de su conjunto y sus relaciones con el ambiente circundante. Conjunción de organismos del estado Español competentes en la conservación y restauración de monumentos nacionales. ¿Lo complicado? Determinar el 25 principio y fin de las restauraciones: el principio sería la restauración del patio, la meta: el crucero de la catedral iniciado en 1523. Además en 1972 se llevaron a cabo en Córdoba las reuniones del ICOMOS27 (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico‐Artísticos) para la resolución sobre la mezquita como monumento Universal, promovido por la UNESCO. Albergaban propósitos de tutelar la conservación de obras histórico‐artísticas con la declaración en cada país de un monumento internacional en consonancia con la carta de Venecia anteriormente expuesta. Ante este hecho importante, Nieto Cumplido y varios especialistas aportaron documentos y datos para que dicha resolución se llevase a cabo y finalmente estas reuniones se demoraron entre el 28 de abril y el 3 de mayo de 1973, respectivamente. Se realizó una memoria (La Mezquita de Córdoba, empeño universal) ante la visita del ICOMOS recogiendo: Los acuerdos capitulares sobre la obra del altar mayor de la catedral desde el 29 de abril de 1523 al 6 de junio del mismo año. La real provisión de Carlos V sobre su el pleito entre los cabildos eclesiástico y municipal por la obra del crucero de la catedral de 14 de junio de 1523. El mandamiento de la ciudad de Córdoba prohibiendo a los albañiles, canteros, carpinteros y peones que trabajasen en la obra de la iglesia mayor bajo pena de muerte. Así como documentos procedentes del Archivo de la Catedral: La carta de Alfonso X en razón de los escusados de 20 de julio de 1261. La carta de Alfonso X ordenando que todos los moros añiares, albañiles y aseradores de Córdoba labren dos días al año en la catedral. Sevilla, 13 de diciembre de 1263. Actas capitulares sobre la construcción del crucero desde 24 de julio de 1521 a 10 de febrero de 1528. 27 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba. 26 A la sazón de este hecho, se creó una polémica con respecto a la visita del ICOMOS, ya que se cuestionaba el devolver toda su “pureza” o repristinar el edificio. Esta polémica se originó a partir de artículos publicados en prensa desde el 13 de septiembre de 1972 hasta el 30 de noviembre de ese mismo año. El tema que se estudiaba era la extracción de las partes cristianas para que fuesen trasladadas a otro emplazamiento, el desmonte de las dos catedrales que se encuentran en el interior de la mezquita y que tales actuaciones conformarían un posterior pastiche, también se criticaba que el ayuntamiento de Córdoba había realizado gestiones con la UNESCO independientemente de los especialistas españoles de historia del arte. Así Luis Jiménez Martos en su Teoría de Córdoba, aparecida en ABC de Sevilla de 22 de noviembre, defiende la condición integradora de Córdoba: “Ahora se habla y se escribe sobre la mezquita‐catedral (…), hay mucha polémica en este asunto: actualizaciones contrarias que siempre han existido. Y bien: aparte de indudable mal gusto de algunas soluciones adoptadas en muy otra época, la juntura árabe‐cristiana, eliminando lo accesorio ¿no es símbolo y recuerda de una convivencia que hasta cierta hora fue sencillamente ejemplar? Que una misma torre, una torre paradójica, distinga a dos culturas, es una de las singularidades cordobesas de la que no resulta aconsejable prescindir.”28 El desenlace de la polémica suscitada por la prensa por dicha visita fue la recepción de la correspondiente carta dirigida por Piero Gazzola el 6 de diciembre de 1972, presidente del ICOMOS, al alcalde: Señor alcalde: nuestro vicepresidente, señor Alomar, nos acaba de informar de la reacción suscitada en la prensa española por la reunión científica que este consejo debía celebrar en Córdoba, por invitación del Excl. Ayuntamiento que usted preside, durante los días 13‐17 del presente mes. 28 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p.43. 27 Esta reacción no deja de evidenciar el extraordinario y justificado aprecio que el pueblo español tiene de la mezquita‐catedral. A esto debemos añadir que algunas de las personalidades que contábamos tomaran parte de esta reunión cuyo tema debe ser el de los “problemas que representa la conservación de los monumentos pertenecientes a diferentes culturas” han manifestado la conveniencia de disponer de un plazo menos breve para la preparación de sus ponencias respectivas. Todo esto nos ha aconsejado trasladar la fecha de celebración de la reunión internacional a otra fecha, dentro de un futuro próximo. Así se lo comunicamos a usted en el telegrama cursado ayer y que suponemos ahora en su poder. Este cambio de fecha no significa en modo alguno que el interés que el consejo concede a este tema haya disminuido ni tampoco nuestro reconocimiento del honor que la invitación del Ayuntamiento de Córdoba representa. Sería difícil encontrar en todo el mundo un ambiente más adecuado para el estudio programado que el de esta ciudad ilustre. Con la atención de mantener el contacto con usted para buscar la fecha oportuna en la que el mismo pueda celebrarse aprovecha la ocasión para saludarle con el mayor aprecio y afecto. Piero Gazzola.29 El desarrollo de las conferencias (Piero Gazzola, presidente de ICOMOS. Gabriel Alomar, presidente del comité Español de ICOMOS, Raymond Lemaire, secretario General de ICOMOS, Emir Maurice Chehab, director general de antigüedades de Líbano, Miklos Horler, jefe de la sección de intendencia de los monumentos históricos de Hungría, Werner Bornheim gen. Schilling, presidente de la asociación de conservadores de monumentos históricos de la República federal alemana y André Chastel, profesor de historia del Arte en la Sorbona), así como reuniones y acuerdos, se llevaron a cabo en el salón de los Mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos y el documento final se redactó 29 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p.44. 28 en la capilla de Santa Teresa o del Cardenal (Sacristía), con el que declaraba a la “Mezquita‐Catedral, Patrimonio de la Humanidad” en la Resolución de Córdoba. Dicha Resolución recogía la idea siguiente: “ La Mezquita de Córdoba, en este sentido, nos ofrece una estructura maravillosamente rica, puesto que al establecimiento antiguo comprobado (existencia anterior de un templo judío y de otro romano), se añade la iglesia visigoda de San Vicente, a la que sucede la Mezquita Omeya convertida después en Catedral de Córdoba. Toda cultura se desarrolla por integración y en esta perspectiva los monstruos arquitectónicos que delinean esta coexistencia se convierte para nosotros en auténticas maravillas”. Todos los especialistas que acudieron a dicha reunión resaltaron la importancia de la mezquita por su convivencia de distintas culturas y como unos detrás de otros destacaron la importancia de conservarla, los temas criteriológicos de las distintas culturas que conviven en el edificio, de estas conferencias se desprende que, el encuentro de culturas puede producirse de dos maneras: No presenta choque efectivo: sobre una sociedad muerta y sus ruinas se instaura una nueva sociedad. El vencedor puede adoptar tres actitudes: aniquilar al vencido (damnatio memoriae), la asimilación total o parcial de los elementos culturales del vencido o hay asimilación ideológica, como ocurre en Córdoba, trae consigo un estilo artístico y lo combina con el estilo del pueblo vencido, estos son los más ricos y configuran una historia viva de la sociedad de su época. Así como los objetivos por parte de ICOMOS creado en 1970, sus principios generales sobre la salvaguardia del patrimonio arquitectónico: Es propiedad universal. La salvaguardia debe partir, en primer lugar, de la comunidad y segundo de los poderes públicos. Debe alcanzar todo el patrimonio (obras menores y excepcionales). Debe integrarse en el marco de la vida. 29 Esencial: organización del territorio y urbanismo. Métodos de conservación y revalorización debe responder a criterios científicos validos. En 1984 fue nombrada patrimonio de la humanidad y consta en el 8º informe de la sesión de Buenos Aires, celebrada ese año, el Diario Córdoba publicó una amplia información el día 3 de noviembre de 1984 sobre el tema, en la que se indicaba que la histórica propuesta de la UNESCO sobre la que se pronunció tenía su origen en diversas peticiones desde Córdoba por el Ayuntamiento y por la Asociación Amigos de Córdoba, con el objeto de que el casco histórico artístico de la ciudad también fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad que, en 1994 se extendió al mismo de Córdoba en el 16º informe celebrado en Phuket como se justifica en el documento adjunto,(documento al final). 30 7. La mezquita en la actualidad y conclusiones. Actualmente los trabajos llevados a cabo por Pedro Marfil (Algeciras, 1963) se centran en el hallazgo del yacimiento de la Cercadilla30, descubiertos en 1991 a causa de las obras del AVE. Lo que hace suponer que, en el s. V en Córdoba, se construyó un complejo palaciego, sede episcopal del obispo Osio de Córdoba, mano derecha del emperador Constantino. En este siglo Córdoba sufrió las consecuencias de las invasiones germánicas, produciéndose el saqueo de Cercadilla. La sede se traslada a la zona Sur de la ciudad y se construye la Basílica de San Vicente31 en el solar donde se construirá la mezquita. Las excavaciones en el entorno de Pedro Marfil revelan la existencia de varias fases constructivas previas a la construcción de dicha mezquita. Una primera fase posiblemente del s. V con una urbanización del espacio en época bizantina con la elevación de San Vicente a rango de catedral, además remodelaciones visigodas y emirales. Los hallazgos arqueológicos realizados por Félix Hernández Giménez, se menospreciaron por ser confundidos con restos romanos, esto hace plantearse que existió un importante enclave paleocristiano en la zona. 30 HIDALGO, R.; MARFIL, P. (1992), El yacimiento arqueológico de Cercadilla: avance de resultados. En: Anales de Arqueología cordobesa, nº 3, Córdoba, p.277‐308. 31 MARFIL, P. (2007), La Basílica de San Vicente en la catedral de Córdoba. En: Arte, arqueología e Historia, 14 Córdoba, p.185‐196. 31 La última intervención32 ha revelado hallazgos sobre la calle de Abd‐al‐Rahman I, la sala de ablución de Hisham I, se conservan pilas unidas por una conducción hidráulica y letrinas. La sala se extendía a lo largo de la mitad Norte de la fachada del oratorio a la calle, con una anchura de unos 16 metros y una longitud de unos 20 metros. En época de Al‐Hakam II se derriba la sala de abluciones y se cubre la zona con el trazado de una calle Norte‐Sur, se organizan andenes a los lados de la zona empedrada y se ocupa una extensión probable de 20 metros de ancho. La mezquita se encuentra en disputa por dos mundos: el cristiano y el islámico. Los primeros ven la mezquita como un pasado que pertenece a España, hoy en día convertida para el uso cristiano. Este grupo continúa disfrutando de la celebración de una misa diaria en la iglesia y da la bienvenida a miles de turistas que vienen a ver la atracción turística más famosa de Córdoba. El otro grupo ve la mezquita como un símbolo de poderoso valor político. Para ellos representa un período perdido de un Islam glorioso, una herramienta para resistir la Iglesia católica y para recobrar la identidad perdida. Pero debido a que lo visigodo permanece enterrado y nadie le había puesto atención, fue cuando los musulmanes comenzaron a reclamar su derecho de orar en la catedral‐mezquita. En 2004 la Junta Islámica elevó una petición formal al papa Juan Pablo II para que les permitiera orar en la Gran Mezquita. Al serles negada, la elevaron de nuevo en 2006. 32 MARFIL, P. (1999), Arqueología en la Mezquita de Córdoba. En: Boletín de asociación de arte, arqueología e historia de Córdoba, Córdoba. 32 Sin embargo, los arqueólogos e historiadores no creían en esta premisa, porque si la identidad cristiana de la catedral se podía cuestionar con la presencia anterior de una mezquita, entonces la identidad musulmana de la mezquita se podía cuestionar con la presencia de la primitiva iglesia de San Vicente. En enero de 2005 se creó el Museo de San Vicente con una selección de materiales visigodos y romanos dispuestos para su exhibición. Incluían capiteles de columnas, esculturas, fragmentos de altares, una fuente con ornamentación visigoda y crucifijos. Otro proyecto museológico ha sido marcar con piedra donde estuvo colocado el primitivo alminar del siglo X construido por Hisham I. Con la apertura de este museo dentro de la mezquita, en el diario Córdoba de ese año se publicaron algunas columnas reivindicando el pasado cristiano de la mezquita de Córdoba, como que su verdadero origen histórico era cristiano. Así lo demuestra el folleto colocado en la puerta de la misma mezquita, que dice: Los orígenes Bajo toda catedral, siempre hay un lecho de catedrales ocultas. En el caso de Córdoba, la tradición ya apuntaba los orígenes visigodos de la construcción. Este dato lo han confirmado las excavaciones arqueológicas, cuyos restos contemplamos en el Museo de San Vicente y en la cata donde se observan “in situ” restos de mosaicos del antiguo templo cristiano. Es un hecho histórico que la basílica de San Vicente fue expropiada y destruida para edificar sobre ella la posterior Mezquita, cuestionando el tópico de la tolerancia que supuestamente se cultivaba en la Córdoba del momento. Se trataba de la iglesia principal de la ciudad, una basílica 33 martirial del siglo VI que siguió siendo recordada y venerada por los cristianos siglos después de su destrucción. La polémica está servida, ya que en la actualidad, la población islámica cada vez tiene más presencia en nuestro país, y ese es el principal problema de la mezquita, independientemente del problema del rezo o no, sino el aumento de esta población y la libertad de culto de nuestro país. A partir del año 2005 se vienen sucediendo polémicas en torno al retorno de su uso como mezquita y la posibilidad de realizar el rezo conjunto. En 2007 se volvió a reabrir el caso para que la mezquita fuese declarada centro ecuménico y se pudiesen realizar ambos rezos bajo el amparo de la UNESCO. Otra de las polémicas suscitadas hace pocos años fue la subasta por parte de las famosas casas Christie’s33 y Sotheby’s34 de Londres que, en 2008, subastaron varias vigas de la techumbre de la mezquita. No ha habido investigaciones al respecto, ya que es una incertidumbre como estas vigas fueron a parar a manos de particulares. El estudio de dichas vigas ya se produjo en las intervenciones de Velázquez Bosco y Hernández Giménez35 que intentaron solucionar el tema del entramado de la techumbre. Velázquez Bosco hizo la restauración conforme a los textos encontrados, una restauración conforme a la estructura primitiva. Por su parte Hernández Giménez consolidó y solucionó el tema de los extremos de los tableros que descubrió que en el s. X, estos se cubrían con tablas y sofitos en sentido longitudinal de las arquerías y tabicas verticales entre los pares. Tras su muerte fueron desmontadas por obras realizadas en el patio. Hernández Giménez hizo laminas en blanco y negro para que acompañasen a las fotografías que hacía, ya hemos comentado que no dejo nada escrito sobre sus 33 CHRISTIE’S, (2006), Art of the Islamic and Indian worlds, p‐62‐73, objetos 70‐74. SOTHEBY’S, (2004), Art of the Islamic world, p. 76‐77, objeto 44. 35 PUERTAS FERNÁNDEZ, A. (2009), Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el s. XX. Ediciones Universidad de Granada, p. 159‐161. 34 34 intervenciones pero sí que realizo material fotográfico que, presuntamente, debían ser publicadas en una revista, pero ante la falta de medios no se hizo y quedaron en poder de Hernández Giménez. Si esos dibujos se hubiesen publicado, se hubieran podido identificar dichas vigas que salieron posteriormente de la mezquita, fragmentadas o completas. El cabildo de la catedral consiguió suspender momentáneamente dicha subasta, pero ante la no puja por dichas vigas por parte del estado o la iglesia y la incertidumbre de cómo y cuando salieron de España, se subastaron en 2008. Ya en 2010, el obispo de Córdoba solicitó que el nombre de mezquita se eliminase de los folletos turísticos, porque llevaba a engaño, hecho que volvió a resurgir el debate sobre el tema del rezo en nuestro país. 35 8. Bibliografía. ARIÉ, R. (1987), España musulmana, siglos VIII‐XV. En: Historia de España, Tomo III. Barcelona: Editorial Labor. ARJONA CASTRO, A. (1982) El reino de Córdoba durante la dominación musulmana. Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba. Servicio de Publicaciones. BN ‘IDÂRÎ (m. hacia 1325), de su obra al‐Bayan al‐Mugrib: (t. II: al‐Andalus hasta el año 1000) Histoire de l’Afrique et de l’Espagne, traducción de E. Fagnan, Alger, 1901‐1904; t. III, La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas, traducción de Felipe Maíllo Salgado, Salamanca, 1993. CAPITEL, A. (1999), Metamorfosis de monumentos y teorías de restauración, Madrid, Alianza forma. CRUZ HERNÁNDEZ, M. (1996), El Islam de Al‐Andalus: historia y estructura realidad social, Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional. CHRISTIE’S, (2006), Art of the Islamic and Indian worlds, p‐62‐73, objetos 70‐74. CHUECA GOITIA, F. (196?), La mezquita de Córdoba. En: Forma y color, grandes ciclos del arte. Vol. II Albaicín Sadea editores, Granada. CHUECA GOITIA, F. (1988), De Grecia al Islam. En: Historia de la Arquitectura occidental, Tomo I, Madrid, Editorial Dossat. ETTINGHAUSEN, R.; GRABAR, O. (1996): Arte y arquitectura del islam 650‐1250, Madrid: Ediciones Cátedra. GÓMEZ MORENO, M. (1951), El arte árabe español hasta los Almohades, Ars Hispaniae, Vol. III, Madrid. HIDALGO, R.; MARFIL, P. (1992), El yacimiento arqueológico de Cercadilla: avance de resultados. En: Anales de Arqueología cordobesa, nº 3, Córdoba. 36 MARÇAIS, G. (1983), El arte musulmán. Madrid, Ediciones Cátedra. MARFIL, P. (1999), Arqueología en la Mezquita de Córdoba. En: Boletín de asociación de arte, arqueología e historia de Córdoba, Córdoba. MARFIL, P. (2007), La Basílica de San Vicente en la catedral de Córdoba. En: Arte, arqueología e Historia, 14 Córdoba. MÜLLER, W.; VOGEL, G. (1984), Atlas de arquitectura. 2 vols. Madrid, Alianza Editorial. NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba. NIETO CUMPLIDO, M.; LUCA DE TENA, C. (1992), La mezquita de Córdoba: planos y dibujos, Córdoba, Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía. ORDIERES DIEZ, I. (1995), Historia de la restauración monumental en España, 1835‐1936, Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Universidad de Michigan. PUERTAS FERNÁNDEZ, A. (2009), Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el s. XX. Ediciones Universidad de Granada. SOTHEBY’S, (2004), Art of the Islamic world, p. 76‐77, objeto 44. TORREMOCHA SILVA, A.; MARTÍNEZ ENAMORADO, V. (2003), Al‐Ándalus y el Mediterráneo en torno al año 1000. La época de Almanzor. Colección Historia 3, Caja Madrid, Algeciras. TORRES BALBÁS, L. (1965), La mezquita de Córdoba y las ruinas de Madinat al‐ Zahra, Monumentos cardinales de España, Vol. 13, Plus Ultra. TORRES BALBÁS, L. (1965), Arte Hispanomusulmán hasta la caída del califato de Córdoba. En: Historia de España, Dir.: R. Menéndez Pidal, tomo V, Madrid. VALDEÓN, J. (1985), El Califato de Córdoba, Madrid, Cuadernos de Historia 16. VALLVÉ, J. (1992), El califato de Córdoba, Madrid, Editorial Mapfre. 37 VERNET GINÉS, J. (1987), Al‐Andalus: el islam en España. Barcelona, Lunwerg Editores. www.cervantes.es 13‐11‐11 www.infocordoba.com 13‐11‐11 www.diariocordoba.com 13‐11‐11 www.cordobapedia.com 13‐11‐11 www.mezquitacordoba.org 22‐11‐11 www.unesco.org 25‐11‐11 38