El discurso de Pausanias en El Banquete y la discontinuidad argumentativa entre Eros, pederastia y sociedad Laura Alejandra Carrillo Osorio [email protected] Universidad Nacional de Colombia Palabras clave Eros sabiduría pederastia virtud amor Keywords Eros wisdom pederasty virtue love Resumen El presente trabajo se propone hacer un análisis sobre los principales puntos argumentativos defendidos en el discurso de Pausanias en el contexto del diálogo El Banquete de Platón, con el fin de evidenciar los problemas que dicha argumentación implica. En este discurso, Pausanias defenderá de manera indirecta la pederastia, a través de la justificación de romances entre jóvenes y maestros y apelando al crecimiento espiritual que estos últimos pueden aportar a los primeros. Las afirmaciones de Pausanias son tan ambiciosas que sugieren, incluso, que la pederastia puede ser una manera efectiva de mejorar las relaciones sociales en una polis. Así puede la pederastia ser un factor fundamental para la constitución de una sociedad fuerte. Además, si tenemos en cuenta que Pausanias parte de una apelación a la divinidad, que ha de ser seguida por los hombres (amar según los dictados del Eros Uranio) para conseguir el ideal de una sociedad estable, la argumentación de Pausanias parece bastante sólida. Sin embargo, se cuestionará no solo el papel de la pederastia como garante de la estabilidad social, sino la figura misma del sabio que Pausanias emplea para justificar el intercambio íntimo entre jóvenes y maestros. Para esto último se tendrá en cuenta la postura de Platón respecto al discurso de Pausanias. Abstract The purpose of this work is to do an analysis about the main argumentative points defended in Pausanias’s speech —in the context of Plato’s Symposium dialogue—, in order to show the problems involved in his argumentation. In this speech, Pausanias defends pederasty indirectly through the justification of romance between young guys and their teachers, appealing to the spiritual growth that teachers could give to them. Pausanias’s assertions are so ambitious as to even suggest that pedophilia can be an effective way to improve social relations in a polis. So pederasty could be crucial to establish a strong society. Moreover, if we consider that Pausanias begins his argumentation appealing to the divinity, which has to be followed by men (love according to the demand of Eros Uranium) so it could be possible to reach the ideal of a stable society, Pausanias’s arguments seems pretty strong. However, we are going to ask not only about the role of pederasty as a guarantor of social stability; we are also going to ask about the figure of the wise, which Pausanias uses to justify the sexual exchange between young guys and their teachers. For all this, we are going to consider the position of Plato regarding Pausanias’ speech. el discurso de las pausanias en el banquete y la discontinuidad argumentativa entre eros, pederastia y sociedad Introducción E l discurso de Pausanias al interior del Banquete muestra algunos argumentos para defender una posible práctica virtuosa del amor. Su discurso está enmarcado en la serie de encomios a Eros que Platón usa a lo largo del diálogo para dilucidar algunas ideas centrales sobre su postura acerca del amor. Sin embargo, a pesar de tomar parte en esa serie de encomios, el discurso de Pausanias presenta una singularidad argumentativa que merece ser analizada: la idea de que existe una continuidad entre la concepción de un Eros Uranio (detallaré esto más adelante), la pederastia como práctica ‘virtuosa’ del amor y la estabilidad social. Su exposición pretende mostrar cómo, al ser la pederastia la expresión mejor lograda de la concepción urania del amor, se sigue de su práctica la consolidación de una sociedad sólida. Si seguimos la argumentación de Pausanias, tendremos que aceptar que la pederastia resulta beneficiosa a la hora de consolidar una sociedad estable y unificada, siempre y cuando, las relaciones amorosas en dicho círculo social se identifiquen con un amor como el de Eros Uranio, que centra su actividad en la contemplación del alma y la búsqueda de la virtud. Sin embargo, la argumentación de Pausanias falla porque no consigue hacer de sus argumentos un sistema coherente a lo largo de su intervención. Los métodos que Pausanias propone para lograr una sociedad fuerte por medio de la búsqueda de la virtud requieren, a su vez, de acciones cuya sensatez es enteramente cuestionable. Nos enfrentaremos así a la comprobación de que la pederastia resulta ser una transacción muy similar a la que Platón criticó a los sofistas: la enseñanza de la virtud a cambio de dinero, que en este caso se reemplaza por placer sexual. A pesar de que no profundizaré en las críticas que Platón hace a los sofistas, por mor de la extensión de este texto, acudiré al análisis de este problema para mostrar que el discurso de Pausanias a) no es enteramente coherente y b) puede, perfectamente, prescindir de su defensa de la pederastia e incluso así, seguir exponiendo una forma de conseguir una sociedad unificada y estable, a partir del amor virtuoso de Eros Uranio. Defensa de la pederastia en el discurso de Pausanias E n el desarrollo del Banquete, los invitados a la celebración por el triunfo de Agatón como poeta trágico deben hacer un encomio al más bello y precioso de los dioses: Eros. Así, de manera ordenada, cada uno de los invitados hace su intervención. Pausanias, por su parte, hace un encomio que divide a Eros en dos personajes distintos y antagónicos, donde el mejor de ellos será defendido y alabado por su majestuosa belleza y su sapiencia. Sin embargo, la pretensión de Pausanias no se agota en alabar al dios, sino que esconde la acérrima defensa del amor entre los hombres, especialmente aquel que se da entre un sabio maestro y su joven aprendiz. Veremos, pues, cómo se lleva a cabo esta defensa. En primer lugar, es importante tener en cuenta que las razones que halla Pausanias para justificar la pederastia apelan a cuestiones que atraviesan tres campos enteramente relevantes para los seres humanos: el hombre como individuo; la polis (en cuanto hablamos del fortalecimiento de relaciones sociales y mejores sociedades, dada la fuerza del amor) y la concepción divina que envuelve al tema del amor. La complejidad del discurso de Pausanias yace, pues, en el hecho de tratar y conectar estas cuestiones en función de su objetivo de promover la pederastia. Será interesante examinar dichas cuestiones, con sus respectivos modos de ser desarrolladas en el discurso de Pausanias y ver qué se desprende de este análisis. Pausanias apela a las versiones de Homero y Hesíodo que se refieren al nacimiento de Afrodita para justificar la existencia de Eros, pues, como él afirma: “sabemos […] que no hay Afrodita sin Eros” (Banq. 180d cursivas mías). Ahora bien, Pausanias hace una distinción entre dos tipos de Afroditas –Afrodita Urania y Afrodita Pandemo– sin dejar de lado las correspondientes características que cada una implica. Esta distinción entre dos Afroditas será fundamental para caracterizar, a su vez, dos tipos de Eros –Eros Uranio y Eros Pandemo– y llevarlos al plano de las acciones humanas. De esta forma, afirmar la existencia de dos Eros distintos y opuestos implica, dentro de las intenciones del discurso de Pausanias, verse comprometido con una u otra postura, es decir, con la alabanza y emulación de uno u otro Eros1. Examinemos, pues, cuál es la caracterización que hace Pausanias de cada Afrodita y sus implicaciones sobre la concepción del amor. Por un lado, tenemos a 1 Esto también se debe a que Pausanias sostiene que las acciones, en sí mismas, no son ni bellas ni feas, sino “únicamente en la acción, según como se haga, resulta una cosa u otra: si se hace bien y rectamente resulta hermosa, pero si no se hace rectamente, fea” (Banq. 181a). De esta manera, Pausanias hace explícita la necesidad de desviar la atención hacia la preferencia del Eros que nos induce a amar bellamente, pues, al parecer, solo de ese modo, las neutras acciones podrán ser buenas y bellas. 31 el discurso de las pausanias en el banquete y la discontinuidad argumentativa entre eros, pederastia y sociedad Afrodita Pandemo que es la más joven de las dos diosas y es, además, hija de Zeus y Dione (es decir, hay participación femenina en el nacimiento de esta diosa); y por otro lado, a Afrodita Urania, que es más antigua y su nacimiento tiene lugar solo de parte de Urano. Hecha esta descripción, parece que las características ya mencionadas permiten a Pausanias, aunque no con suficiente claridad, denominar el amor proveniente de Afrodita Pandemo como vulgar, ordinario y oportunista2. El amor que aquí se juzga es una suerte de pasión irracional que poco repara en el alma: el amor del Eros Pandemo parece reducirse al cuerpo y a sus placeres, cediendo ante los devenires del azar y consumándose con total indiferencia ante la belleza y el bien de las acciones que el amor debería implicar (Banq. 181b). Por su parte, Afrodita Urania tiene una procedencia enteramente varonil, es más vieja y, como Pausanias señala, “está libre de violencia” (Banq. 181c cursivas mías). El amor que surge bajo la sombra de Afrodita Urania se dirige a aquello que es más fuerte y más inteligente, es decir, según el contexto, a los hombres, y más específicamente hablando, a los hombres que tienen o se interesan por una vida intelectual. De este modo, Pausanias afirma: De aquí que los inspirados por este amor se dirijan precisamente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por naturaleza y posee más inteligencia. Incluso en la pederastia misma uno podría reconocer también a los auténticamente impulsados por este amor, ya que no aman a los muchachos sino cuando empiezan a tener ya alguna inteligencia (Banq. 181c-d). Este amor, según Pausanias, parece más digno de ser llamado bello, dada la apreciación del alma que implica, pues, no debemos olvidar que Pausanias parece desdeñar los encuentros amorosos corporales, al menos cuando no hacen aporte alguno al crecimiento intelectual o virtuoso de los que se aman (Banq. 183e – 184e). Así, el enriquecimiento intelectual que pueda obtenerse del encuentro con el amante deberá marcar la ruta para los hombres jóvenes y estos, en consecuencia, tendrán que valorar mucho más las cuestiones del alma que del cuerpo, a fin de llegar a actuar bellamente –siempre que se complazca a hombres buenos, a favor de obtener virtud a partir de ello. De este modo, cuando las almas de los amados se ven beneficiadas por la sabiduría de los amantes, no solo se puede afirmar que resulta de todo esto un mayor número de hombres con un alma ‘mejor’, sino que, a través de tal contacto espiritual (más relevante que el físico) se fortalecen las 32 relaciones sociales en alguna medida, de manera que, aparte de verse beneficiados los hombres individualmente, hay una suerte de beneficio colectivo que se ve reflejado en la prosperidad y autonomía social. Precisamente, como parte de su justificación, Pausanias hará referencia a la legislación del amor en ciudades como Élide y Beocia, donde se establecía como bello el hecho de conceder favores a los amantes, y Jonia, donde las acciones anteriormente mencionadas resultaban vergonzosas. Vemos que, según Pausanias, la censura jónica del amor, no solo a los hombres sino a la gimnasia y a la filosofía, era un recurso efectivo para la tiranía, pues se generaba así una suerte de fragmentación social que impedía la consolidación de relaciones estables y fuertes entre los miembros de la comunidad. Con base en lo anterior, Pausanias, por medio de su discurso, pone de manifiesto la necesidad práctica de asegurar, de alguna manera, que el amor entre los hombres tienda más hacia Afrodita Urania que hacia Afrodita Pandemo, debido a que el amor de Afrodita Pandemo es inestable e imposibilita determinar si los resultados de sus operaciones resultan siendo benéficos o lo contrario. Así, pues, Pausanias nos habla de la necesidad de una “legislación sobre el amor” (Banq. 182a cursivas mías), ya que, ante la amenaza del amor pandemo, parece necesario instaurar leyes que aseguren, impliquen y desemboquen en un amor más sensato, por así decirlo, y acorde con el Eros Uranio: que permita a unos, por ejemplo, ser más inteligentes y mejores, dada la alimentación que recibe el alma de aquellos idilios. Así, el discurso de Pausanias exhorta a los hombres a actuar virtuosamente y de la manera más bella, conforme al Eros Uranio, buscando el crecimiento intelectual y contemplando la riqueza del alma casi como un criterio estético, aceptando socialmente las relaciones amorosas entre quienes buscan y dan conocimientos, para que una polis tenga, entonces, mejores ciudadanos y para que esta sea sólida. El discurso de Pausanias, visto así, es capaz de justificar la legislación sobre el amor como medio para extender la aceptación de la pederastia, que es la defensa que se esconde tras su propuesta de buscar lo bello y un actuar virtuoso, 2 Este punto no es muy explícito en el discurso de Pausanias. Sin embargo, pienso que a Afrodita Pandemo se le adjudican las características que ya he mencionado, no solamente por el hecho de tener una madre, sino porque su nacimiento ha tenido que implicar, necesariamente, el contacto físico y sexual. Ahora bien, Afrodita Urania, por su parte, surge solamente de su padre, lo que la excluye de la necesidad del contacto físico desde su nacimiento. el discurso de las pausanias en el banquete y la discontinuidad argumentativa entre eros, pederastia y sociedad cuyo fin último es, a su vez, la consolidación de una sociedad estable y sólida. Problemas en el discurso de Pausanias y discontinuidad argumentativa S i seguimos la argumentación presentada por Pausanias en su discurso, podemos afirmar que, en este, existe una suerte de continuidad entre la noción de Eros y su implicación en las relaciones amorosas y sociales, que pretende desembocar en las mejores consecuencias, de modo que pueda justificar la aceptación de la pederastia en el ámbito social en que se encuentra Pausanias. Sin embargo, el problema con este conjunto de argumentos aparentemente coherentes es que no funcionan unilateralmente, como en teoría deberían funcionar: según lo que Pausanias propone, no puede ser el caso que, en un ejemplo hipotético –y obedeciendo a sus pretensiones–, todos los integrantes de una sociedad siguieran consecuentemente al Eros Uranio. Cierto es que los jóvenes, hermosos e ingenuos, pueden buscar un alma bella, sabia y virtuosa que les transmita lo mejor de sí; pueden, a través de sus amantes, cultivar su propia alma, hacer buenas sus propias acciones y contribuir a la formación de una sociedad más sólida, de la mano de Eros Uranio. Sin embargo, alejándonos de las pretensiones de Pausanias, al preguntarnos cómo esta postura se aplica a los viejos, supuestamente sabios, nos damos cuenta de que este discurso, tan endeble, aunque tan bien expresado, en algún momento se tiene que derrumbar, pues sus principales estrategias argumentativas chocan. Veamos por qué. Según el discurso de Pausanias, amar de una forma consecuente con el Eros Uranio implica amar el alma sobre el cuerpo. Ya vimos que esto es factible para un joven ingenuo, pero, si este acude a un viejo muy sabio, de entrada, el sabio no tendría una razón para convertirse en el amante de alguien cuya riqueza intelectual es muy poca. Sin embargo, los sabios terminan por amar a los jóvenes y, aunque Pausanias afirme que ellos no aman al joven sino hasta cuando empieza a desarrollarse su inteligencia –más o menos cuando la barba empieza a crecer (Banq. 181d)–, parece haber aquí un problema: por un lado, si un hombre sabio termina por amar a un joven inepto, estaría cayendo en las garras de Eros Pandemo, puesto que estaría amando a un cuerpo sobre el alma; por otro lado, si no ama al joven mientras no es tan inteligente y tan solo se dedica a ejercer cierta función pedagógica a cambio de favores de índole sexual, no está obrando bellamente, como se supone que debería hacer en su calidad de persona virtuosa. En cuanto a esto último, debo decir que mucho se criticó a los sofistas por ‘negociar’ conocimientos, por cobrar honorarios por algo que debe buscarse y compartirse por sí mismo, por su valor intrínseco3. Este tipo de transacciones fueron enteramente condenadas y, sin embargo, Pausanias no advierte aquello, parece no darse cuenta de que está haciendo una defensa de transacciones reprochables, aunque, irónicamente, aludiendo a la virtud que hay en todo aquello. Pero ¿Por qué me atrevo a decir que Pausanias defiende transacciones reprochables si en el caso de los sofistas el tema eran la sabiduría y la virtud y en este caso nos estamos refiriendo al amor? Pues bien, porque el mismo Pausanias pone los asuntos del amor a la altura de la virtud: “era posible ser esclavo del amado voluntariamente en cualquier clase de esclavitud, sin que constituyera adulación ni cosa criticable, así también queda otra única esclavitud voluntaria, no vituperable: la que se refiere a la virtud” (Banq. 184 b-c). Cierto es, al menos en el caso de los jóvenes, que estos están dispuestos a conceder todo tipo de favores por llegar a ser virtuosos, pero ¿por qué el sabio necesita de esos favores para hacer mejores a los otros? Si hablásemos en unos términos más honestos, el sabio no debería necesitar de una especie de pago, incluso aunque no ame al joven, para cumplir con una labor pedagógica, como la que los sofistas pretendían impartir y por la que se les reprochó al exigir honorarios por ello. El joven no pagaba con dinero por hacerse virtuoso, pero debía ser objeto del placer de otro para conseguirlo. Si avanzamos, además, en el desarrollo del diálogo, podremos notar que el amor es una especie de ‘fuerza motriz’ que impulsa a las personas a contemplar la belleza, en el contexto de los asuntos referidos al tema del amor. En el discurso que profiere Diotima en boca de Sócrates, seremos testigos del proceso que, llevado a cabo hasta sus últimas consecuencias, debería permitirle al hombre contemplar la belleza en sí, luego de un ascenso dialéctico que inicia con la admiración de un cuerpo bello, pasa por la apreciación de la belleza de muchos cuerpos bellos, sigue su curso con la fascinación ante las leyes y las ciencias y desemboca en la visión de la anhelada y abstracta belleza en sí (Banq. 210e – 212a). Supongo, entonces, que un sabio –un verdadero sabio, y no aquel que se queda en 3Véase Menón 91b – 92b. 33 el discurso de las pausanias en el banquete y la discontinuidad argumentativa entre eros, pederastia y sociedad la mera contemplación de los cuerpos de los mancebos– que haya dedicado sus días a contemplar cuerpos bellos, leyes bellas y ciencias bellas4, con mucha dificultad sucumbirá ante la simpleza de un cuerpo joven y hermoso, pero al mismo tiempo corruptible. Por esta razón pongo en duda que aquellos hombres entrados en edad, quienes supuestamente deben hacer más virtuosos a los jóvenes, sean realmente sabios: si su interés principal fuese la contemplación, por medio del ascenso dialéctico o, incluso, cualquier otro método, poca atención prestarían a la belleza de lo múltiple, inestable y corruptible de un cuerpo joven; mucho menos aceptarían los ‘favores’ de los mancebos a cambio de compartir su sabiduría. El diálogo mismo nos mostrará a Sócrates como ejemplo de la auténtica figura del sabio, pues este, a pesar de que comparte su sabiduría con jóvenes bellos, se ha apartado con suficiencia del amor hacia los cuerpos y, gracias al móvil de Eros, ha logrado amar verdaderamente la sabiduría. Esto último se ilustra al final del diálogo cuando Alcibíades expresa su descontento ante la indiferencia pasional de su maestro (Banq. 215a – 222b). En esta medida, los pederastas a los que alude Pausanias no son más que charlatanes del amor, personas aparentemente virtuosas, las cuales dudo que pudieran ayudar a construir una sociedad mejor. Esto sin contar que el engaño (ser llamado amante mientras no ame) sumado al llano afán de conseguir un propósito como el placer, a expensas de otra persona, no son formas bellas de obrar y, casualmente, esta es una de las cosas que se le reprende al amor vulgar de Eros Pandemo (Banq. 181b). En su argumentación, Pausanias pone de manifiesto una especie de sistema que tiene su base en la preferencia del Eros Uranio como camino para la búsqueda de un amor que enriquezca el alma de los hombres y que, en esta medida, conduzca a que las sociedades sean más fuertes5. La pederastia, aliada de cierta forma a la legislación sobre el amor, es defendida por Pausanias como la forma de hacer que este sistema funcione. Sin embargo, hemos visto que no es posible consolidar mejores sociedades por medio de la 4 Incluso, no asumamos que ha visto la belleza en sí, pero pensemos en que ese es su interés principal, por lo que ya ha aprendido a preferir los asuntos referentes al alma y a la apreciación de universales sobre los que solo versan sobre el cuerpo. 5 34 Desde un principio hice explícito este conjunto de argumentos y señalé que la defensa específica de la pederastia abarcaba tres grandes ámbitos de gran importancia para el ser humano: el designio de la divinidad, la sociedad en que el hombre vive (o en este caso, la polis) y el hombre mismo (en este caso, el asunto se relaciona con la adquisición de virtud). pederastia. En primera medida porque no es posible que todos los individuos participen del amor de Eros Uranio y porque, como ya se ha explicado, la forma misma en que se da la pederastia no permite al pederasta ser realmente virtuoso y, en la medida que este no lo sea difícilmente hará mejor a un joven ingenuo. Así, el conjunto de argumentos propuesto por Pausanias pierde su continuidad en tanto se introduce el elemento de la pederastia, pues ella no está plenamente acorde con las condiciones que Pausanias dio en su discurso para que, lo que he comprendido como el objetivo final de su argumentación, se dé: una sociedad fuerte y unificada. Sin embargo, pienso que lo que se dice en el discurso de Pausanias no debe ser descartado en su totalidad. Considero que la finalidad del discurso de Pausanias, a saber, la constitución de una polis sólida, puede salvarse solo en la medida que prescinda de la defensa de la pederastia, a pesar de que ese sea uno de los puntos principales de su alocución. Si pensamos el discurso de Pausanias sin los jóvenes ingenuos que deben conceder favores a sus amantes para hacerse mejores en la campo de la virtud, podemos imaginar personas que tienen algunos maestros, aprenden de ellos y obtienen un beneficio intelectual, útil y genuino para contribuir con la solidez de la polis. Los sabios, por su parte, podrían elevar aún más sus espíritus amando la sabiduría, motivándose a ascender en el camino conducente a conocer la belleza en sí misma: esa que no se agota con el paso del tiempo, que no es instanciación y que valdría mucho más la pena contemplar que la efímera belleza de la que un joven participa, físicamente, durante unos escasos años. Así, los hombres podrían amar de una manera más sensata: de aquella que no requiere un pago, lo que haría sinceras las virtudes de los sabios. De esta manera, la preferencia por el amor del Eros Uranio sería también sincera, dado que sería aplicable para todo aquel que tenga entre sus planes hallar un poco de virtud en eso que llamamos amor. Bibliografía Platón. [Banq.] “Banquete”, Diálogos III, Martínez Hernández, M. (trad.). Madrid: Gredos, 1986. Platón. [Men.] “Menón”, Diálogos II, Olivieri, F. J. (trad.). Madrid: Gredos, 1987. el discurso de las pausanias en el banquete y la discontinuidad argumentativa entre eros, pederastia y sociedad 35