ARBOLES, ARBUSTOS Y HERBACEAS AUTOCTONAS

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IV JORNADAS TECNICAS DE JARDINERIA
Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
ARBOLES, ARBUSTOS Y HERBACEAS AUTOCTONAS EN JARDINERIA.
Luis Ramajo Rodríguez.
Biólogo. Técnico Ambiental de GIASA. Consejería de Obras Públicas y Transportes.
1. Introducción.
En el diseño y ejecución de nuevas zonas verdes, y en la conservación y rehabilitación de
parques y jardines existentes, una de las primeras decisiones a tomar es la elección de las
especies vegetales. Los criterios básicos que se siguen responden al fin ornamental que
cualquier zona de uso público tiene, pero obedecen también al compromiso de resolver
aspectos funcionales y económicos.
Las especies que en la actualidad están disponibles en los viveros son numerosas, y muchas
de ellas son variedades obtenidas mediante hibridación, o manipulación genética. Ofrecen la
posibilidad de obtener variedades de plantas ornamentales conocidas resistentes a plagas,
con bajos requerimientos hídricos o edáficos, de formas de copa diversas, o de floración
variada y resistente.
Frente a esta diversidad y disponibilidad, las opciones de utilización de especies autóctonas
son aparentamente menos atractivas para el diseñador o responsable del servicio de Parques
y Jardines. Y sin embargo, en los últimos años se ha recuperado el interés por el estudio y
rehabilitación, cuando no recreación, de jardines históricos basados en gran parte en el
“cultivo” de las especies del entorno, y por la utilización de plantas autóctonas en áreas
verdes de orientación diversa, como jardines botánicos, o parques periurbanos. La expansión
de las técnicas de xerojardinería, conlleva además la extensión de las plantas autóctonas a
jardines privados y públicos, con el fin de reducir los costes de gestión y mantenimiento.
La extensión de los viveros de planta forestal, tradicionalmente concentrados en determinadas
zonas del país, y la diversificación de las plantas autóctonas que producen, incentivada por las
ayudas a la forestación de tierras agrícolas y zonas forestales erosionadas con especies de
quercineas y de matorral, ofrece hoy en día un amplio abanico de posibilidades.
Continuamente aparecen publicaciones sobre técnicas de producción de especies autóctonas
en viveros, y la disponibilidad de estas especies en viveros especializados o en viveros de
planta ornamental es creciente.
Por todo ello, el diseñador no puede aún considerar que la utilización de plantas autóctonas
supone una limitación, que conlleva más inconvenientes que ventajas, debiendo ponderar en
cada caso, según el uso previsto y la disponibilidad de recursos para su mantenimiento, entre
plantas ornamentales o autóctonas.
La celebración de estas IV Jornadas Técnicas de Jardinería, organizadas por la Excma
Diputación Provincial de Cádiz, y centradas en la utilización de plantas autóctonas en
Jardinería, ofrece la posibilidad de profundizar algo más en un tema tan extenso, que en un
ámbito como Andalucía, y en especial Cádiz, es en particular de interés; nos encontramos en
una de las zonas de mayor diversidad vegetal, con presencia de especies endémicas y
relictas, especies adaptadas a climas continentales de montaña, hiperhúmedas, especies
litorales d arenales y de marismas ....; pero nos situamos también en un ámbito en que cada
vez es más evidente que es necesaria la incentivación de técnicas y políticas que reduzcan los
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
requerimientos de agua, ante periodos recurrentes de sequía, y ello alcanza a las actividades
de conservación y mantenimiento de las zonas de uso público.
Esta ponencia se centra en dar primero un breve esbozo de la elevada diversidad vegetal
existente en la Provincia, de la que se deriva un listado de plantas, disponibles actualmente en
vivero, cuyo uso puede ser atractivo en parques y jardines. Es importante destacar que la
utilización de plantas autóctonas no es tampoco una novedad o moda, ya que gran parte de
los jardines históricos se basan en la utilización de estas plantas, solo alterada en los últimos
siglos a raíz de las expediciones científicas botánicas a otros continentes, por lo que un
apartado de esta ponencia reseña las especies tradicionalmente utilizadas. Por último, se
indican los criterios y las ventajas e inconvenientes que han de considerarse en el empleo de
estas especies en jardinería.
2. Las especies vegetales autóctonas de Cádiz.
La provincia de Cádiz ofrece grandes contrastes paisajísticos que se traducen en una variada
vegetación y fauna. Junto a un amplio litoral en el que se alternan formaciones arenosas,
dunas, acantilados, marismas y zonas húmedas, aparecen las tierras de campiña con su
morfología ondulada, y las sierras de Algeciras y de Grazalema, con materiales y sustratos
rocosos diversos (de ácidos a calizos) y climas extremos (de hiperhúmedos a secos).
La División tradicional de Cádiz en seis comarcas naturales, litoral, campiña baja, campiña
alta, sierras subbéticas, serranía de Grazalema y Comarca de Algeciras, se realiza según
características físicas (climáticas, geológicas, hidrológicas) biológicas y usos del suelo, y
responde muy bién a la diversidad botánica de la Provincia de Cádiz, caracterizadas cada una
de ellas por formaciones vegetales dominantes específicas.
La presencia de las plantas en un ambiente determinado responde a sus necesidades
climáticas y edáficas, pero también a la competencia por los recursos del medio con otras
especies, y por supuesto, a la presión que sobre ellas ejercen los usos del territorio.
Cada especie posee un óptimo ecológico, que refleja para cada factor condicionante del
medio el gradiente o curva de su desarrollo vegetativo. Cerca del punto medio las especies
son muy competitivas frente a otras. Lejos del mismo, son fácilmente desplazadas. La
composición de especies de cada formación vegetal responde por tanto a las condiciones
imperantes.
Para intentar comprender los patrones de distribución de la vegetación, los expertos dividen el
territorio según parámetros climáticos de temperatura y de precipitación. Obtienen los
denominados pisos bioclimáticos, e identifican dentro de ellos especies y formaciones
características. Así, en el ámbito mediterráneo obtienen los pisos infra, termo, meso, supra, oro
y crioromediterraneo, que se suceden conforme la altitud es mayor, ya que existe una relación
directa entre la temperatura y la altitud. En Cádiz solo existen los pisos termomediterráneo
(litoral y campiñas) mesomediterráneo (mayor parte de las sierras) y supramediterráneo
(cumbres).
Los ombroclímas, o tipos de clima según humedad, se suceden en Cádiz desde el seco (350600 mm) al Hiperhúmedo (1600-2300 mm), pasando por el subhúmedo (600-1000) y el
húmedo (1000-1600 mm).
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
Ambos criterios, piso bioclimático, y ombroclima, se utilizan en la siguiente descripción de las
comunidades vegetales de la Provincia.
Comunidades de Litoral.
La diversidad de ecosistemas existentes, dunas, marismas, playas, acantilados, permite una
enorme variedad vegetal en el litoral de Cádiz.
La vegetación natural del litoral se compone de especies adaptadas con frecuencia a
ambientes extremos, en unos casos al sustrato salino y a la inundación de las mareas, y a un
suelo arenoso en otros.
En las dunas y playas persisten enclaves de pino piñonero (Pinus pinea) y barrones
(Ammophila arenaria). Ejemplo de ello es el pinar existente en el Parque Natural de la Breña y
Marismas del Barbate, procedente de una repoblación realizada a principios de siglo XX para
fijar las dunas y que alberga una vegetación mediterránea de sotobosque formada por romero
(Rosmarinus officinalis), palmito (Chamaerops humilis), espino negro (Rhammus oleioides
lycioides) y bosquetes de sabinas (Juniperus phoenicea). Los restos de alcornocal en arenales
costeros son muy escasos.
Los retamares de retama blanca (Retama monosperma), son frecuentes como sotobosque de
los pinares, y con frecuencia en formaciones monoespecíficas, en el entorno de la Bahía de
Cádiz, San Cristobal, Puerto de Santa María.
La sabina negra (Juniperus phoenicea) y el enebro (Juniperus oxycedrus) tienen actualmente
un área muy reducida con respecto al área que potencialmente podrían ocupar. La primera
aparece en el Pinar de La Algaida (Puerto Real) y el segundo en La Breña (Barbate).
Los matorrales mixtos sobre arenas suelen estar formados por sabinas y retamas, con
acebuches, lentiscos y espinos negros, acompañados de matorral bajo de romeros, palmitos,
coscojas y jergenes.
En arenales secos, con capa freática a mayor profundidad, aparece el monte blanco, con
predominio de Halimiun halimifolium y presencia de Stauracanthus genistoides, Ulex australis y
Cytisus grandiflorus.
En las dunas inestables, aparece una estepa leñosa de duna, formada por gramíneas vivaces
y herbáceas perennes. Dominan el barrón (Ammophila arenaria), Elymus farctus, Eryngium
maritimun, Crucianella maritima....
En las marismas, la vegetación se distribuye según la tolerancia de las especies a los niveles
de salinidad en el sustrato, y la frecuencia y duración de las inundaciones por la marea. La
marisma baja está dominada por la Zostera noltii, Spartina maritima, Sarcoconia perenni,
Salicornia ramossisima y Halimione portulacoides; la marisma alta, por Arthrocnemum spp.,
Sarcoconia fruticosa, Suaeda vera, Limoniastrum monopetalum, Salsola spp.
Acebuchares
En Cádiz, desde la orilla del mar hasta altitudes de 500 m, ocupando toda la campiña de
Medina Sidonia y las colinas del campo de Gibraltar, los restos de vegetación potencial
corresponden a un bosque denso con lianas y arbustos xerófilos dominados por el acebuche.
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
Cuando el medio es favorable, pueden alcanzar estructura de bosque, pero en la actualidad,
dada la fertilidad de la campiña, su representación se reduce a matorrales sobre sustratos
pedregosos no arables.
El acebuche es especie longeva, de hoja persistente, pequeña y dura, adaptada a vivir en
ambientes muy cálidos y secos . Los mejores acebuchales se desarrollan sobre vertisuelos
(Lhem margoso). Estas tierras de bujeo o tierras negras andaluzas (vertisoles crómicos) están
compuestas por un sustrato fértil y profundo en un relieve ondulado y suave, ocupado hoy por
olivares, cereales y pastizales. Son suelos arcillosos con drenaje deficiente, donde se forman
grietas por desecación. Estas características no permiten el desarrollo de encinares y
alcornocales. Aparecen también sobre arenas y otros terrenos, con frecuencia formando
rodales en el interior de otras formaciones.
Generalmente los acebuchares en estos terrenos profundos aparecen adehesados, como
matorrales abiertos, formando garrigas de lentiscos (Pistacea lentiscus) y coscojas (Quercus
coccifera), generalmente acompañados de espinos negros (Rhamnus oleoides), palmitos
(Chamaerops humillis), esparragos (Asparragus albus, A.aphyllus), jaras (Cistus albidus),
matagallos (Phlomis purpurea), olivilla (Teucrium fruticans) y torviscos (Daphne gnidium) y a
veces Jerguenes (Calicotome villosa), aulagas (Ulex baeticus, Ulex parviflorus), y algunas
lianas, como Clematis cirrhosa, y Smilax aspera. Las mejores representaciones de estos
acebuchares se encuentran entre las localidades de Medina Sidonia, Vejer de la Frontera y
Benalup de Sidonia, sobre una meseta arenosa, alternando con los alcornocales. En terrenos
margosos y arcillosos, se reducen a garrigas con pies dispersos de acebuche.
La degradación del acebuchar, origina con frecuencia matorrales monoespecíficos según las
condiciones, lentiscares y palmitares en zonas de bujeo, en formaciones densas de talla media
a alta con pies dispersos de acebuche, y en ocasiones espinares de Rhamnus oleoides,
jerguenales, jarales o retamares.
El palmito, especie resistente al fuego y al pastoreo, aparece formando masas de escasa
laltura, a menudo densas, con zonas de pastizal nitrófilo.
En laderas soleadas, pedregosas, el acebuchar se degrada en un herguenal de Calicotome
villosa, con aulagas de Ulex parviflorus, matagallos, bolinas (Genista umbellata) y atochares de
(Hyparrehenia hirta, Stipa spp).
Tras la acción del fuego, se benefician los jareles.
Encinares.
Los encinares son la vegetación climax, allí donde la estructura del suelo no favorece al
acebuche, la litología dominante son calizas con desarrollo de tierras pardas calizas
(Rendizinas y cambisoles cálcicos), o en suelos ácidos donde la humedad es insuficiente para
el desarrollo de los alcornoques o quejigares. Tienen escasa representación los encinares
puros en Cádiz, aunque la encina si aparece en el cortejo florístico de otras formaciones.
Los encinares termomediterráneos, se extienden en zonas costeras, campiña y sierras bajas
hasta los 900 m de altitud, con ombroclima seco a subhúmedo, sobre sustratos básicos, allí
donde la ausencia de bujeos no favorezcan los acebuchares. Estos encinares ocupan
potencialmente extensiones muy amplias en Andalucía y en el Norte de Africa. Han
desaparecido de la mayor parte de su dominio, y los retazos que de él quedan están muy
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alterados. Las precipitaciones cercanas a los 800 mm permiten el desarrollo de un bosque
cerrado con especies mesófilas como Arbutus unedo, y termófilas como Ceratonia siliqua,
Chamaerops humillis, Crataegus monogyna, Juniperus phoenicea, Olea europea, Pistacia
lentiscus, Quercus coccifera, Rhamnus oleoides, Phyllerea angustifolia y Smilax aspera. El
afloramiento de rocas, origina el dominio del algarrobo (Ceratonia siliqua), que sustituye a la
encina.
La degradación de estos encinares, origina un espinar de Rhamnus oleoides, similar al de los
acebuchares. La erosión del suelo, da lugar en cambio a un aulagar de Ulex baeticus, común
en la Campiña. El fuego y el pastoreo, favorecen la formación de coscojares y acebuchares. En
zonas rocosas o muy alteradas, con frecuencia origina la aparición de tomillares y lastonares
de Coridothymus capitatus, Thymus mastichina, Teucrium fruticans, Ruta spp, Phlomis
purpurea, Thymbra capitata, Anagyris foetida ......
Entre los 900 y los 1500, los encinares mesomediterraneos en Grazalema y sierras subbéticas
han sido muy transformados por leña y carboneo. En estos encinares, el estrato arbóreo es
dominio casi exclusivo de la encina, con sotobosque denso de arbustos trepadores como
hiedras (Hedera helix), y madreselvas (Loniceras), acompañadas de Paeonias, Rubia
peregrina, Prunus maheleb, Thymus, Lavandula, Santolina. ...
En zonas más expuestas con roca caliza aflorante aparecen sabinas (Juniperus phoenicea) y
enebros (Juniperus oxycedrus).
En los encinares supramediterráneos, de altitud superior a 1500 m, en Grazalema, estos
encinares suelen estar acompañados de Berberis vulgaris australis, y de matorrales espinosos
y almohadillados, como Erinacea anthyllis, aunque suelen dominar como formación los
acerales de Acer monspessulanus con serbales (Sorbus aria) y matorrales de prunus y
majuelos.
Alcornocales
El alcornoque (Quercus suber) es un árbol que necesita temperaturas suaves y un bajo déficit
de saturación durante casi todo el año, condiciones que se dan en las sierras húmedas del
Aljibe. Muestra además preferencia por suelos silíceos aireados, no siendo frecuentes en
suelos arcillosos o ricos en cal.
En las serranías del Aljibe y de Algeciras subsisten las más extensas y mejor conservadas
masas de alcornocar de la Península, con un valor ecológico y botánico importantísimo. En
ellas o en comunidades a ellos asociados aparecen numerosas especies endémicas o de
carácter relícto.
La variedad termófila de los alcornocales, se desarrolla sobre suelos arenosos, procedentes de
la degradación de las areniscas del Aljibe, o en depósitos de arenas de llanuras interiores. Son
bosques mas o menos abiertos de alcornoques con acebuches y matorrales xerófilos, en
muchas ocasiones mezcladas también con pino piñonero. Las mejores manchas de estos
alcornocales se encuentran entre las carreteras de Chiclana-Medina y Medina-Vejer (los
Majadales, Cerro de la Atalaya, Junco Real ....)
Son especies características de esta variedad Quercus suber, Chamaerops humillis, Myrtus
communis, Olea europaea, Pistacia lentiscus, Quercus coccifera, Rhamnus oleoides, y Smilax
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
aspera. El cortejo florístico es por tanto muy parecido al de los encinares termomediterraneos,
y con frecuencia su degradación da origen a una garriga de coscojas y lentiscos..
La degradación del alcornocal origina un espinar con Calicotome villosa, acompañada de otras
especies del matorral habitual en el alcornocal.
La alteración de los alcornocales por incendios favorece la expansión de los jarales presididos
por Cistus ladanifer y Cistus monspeliensis, como ocurre en las laderas occidentales de la
Sierra del Retín. C. ladanifer se limita a suelos pedregosos de arenisca, bién drenados y sin cal
mientras C. monspeliensis si baja hasta el contacto con las margas. Otras especies en
matorrales mixtos son Genista linifolia, acompañadas por Adenocarpus telonensis, Cistus
crispus, Cistus monspeliensis, Lavandula stoechas, y Phlomis purpurea.
Los alcornocales meso-termomediterráneos gaditanos se desarrollan sobre areniscas silíceas
del Aljibe, en tierras pardas forestales. Pueden llegar a formar un bosque cerrado, donde a
diferencia del alcornocal anterior, la presencia del matorral xerófilo es escasa y abundan los
brezos.
Sin intervención humana, estos alcornocales constituirían densos bosque estratificados, donde
dominarían arbustos como el madroño (Arbutus unedo), labiernago (Phyllerea angustifolia), y el
durillo (Viburnum timus), que con frecuencia alcanzarían porte arbóreo. Las trepadoras y
sarmentosas como Smilax aspera, Asparagus, Lonicera, Brionia, serían frecuentes. En los
bordes y claros aparecerían los brezales (Erica scoparia, E. australis, E. umbellata) y jarales de
Cistus populifolius, junto con otras especies como Chamaerops humillis, Daphne gnidium o
Rhamnus alaternus..
La intensa intervención sobre estos densos bosques por actividades diversas (podas,
aclareos, quemas, carboneo, pastoreo, montanera) altera profundamente la composición de
los alcornocales, generando dehesas más o menos claras, y matorrales de sustitución.
En zonas húmedas, hondonadas donde se mantienen los suelos pardos profundos, la primera
etapa de sustitución del alcornocal mesomediterraneo es un madroñal, donde abundan los
brezos. Las especies dominantes son Arbutus unedo, Phyllerea angustifolia, Teline linifolia,
Cytisus baeticus, Erica arborea, Erica scoparia, Lithodira postrata subsp lusitanica, y Smilax
aspera.
Con frecuencia en los ambientes húmedos del alcornocal, las laderas humedas oceánicas y
fondos de valle con aportes subterráneos se cubren de un helechar (Pteridium aquilinum).
En suelos evolucionados y lixiviados por lluvias frecuentes, se enriquece la composición de
brezos, formando brezales altos de Erica scoparia, E. Australis y Calluna vulgaris. En cotas
menores, se enriquece de Teline linifolia.
Dentro aún del dominio de los alcornoques en laderas altas, donde el suelo se adelgaza y
empobrece formando Rankers y litosuelos, aparecen las "herrizas", con brezos y aulagas
acidófilas, en formación menuda y abierta, con Erica umbellata, Erica australis, Calluna vulgaris,
Genista tridens, Stauracanthus bovinii, Ulex parviflorus, Cistus salvifolius y Lavandula stoechas.
En collados y cumbres expuestas al Levante, la etapa madura es un quejigar enano de
Quercus fruticosa, con algunas especies del brezal de las herrizas. Con frecuencia aparece
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
también un escobonal de Cytisus tribracteolatus, y los jarales de Cistus populifolius subsp
major.
En comarcas bajas, el acebuche aparece en alcornocales degradados, enriqueciendose los
brezales con especies como Ceratonia siliqua, Pistacea lentiscus, Mirtus communis, Genista
hirsuta, Calicotome villosa, Chamaerops humillis, Cistus monspeliensis y C. salvifolius.
Con suelos secos y soleados, sobre todo los sometidos a fuego, los matorrales degeneran
hacia jarales de Cistus ladanifer. En zonas pedregosas, se mezcla la jara con las aulagas (Ulex
parviflorus), espliegos (Lavandula stoechas), genista (Genista hirsuta) y otras jaras, como Cistus
crispus y Cistus ladanifer.
En zonas de transición hacia el acebuchar y encinar, aparece el jaguarzo (Cistus
monspeliensis).
Apenas quedan restos de alcornocal puro en formación de bosque pluriestrato, siendo en
cambio abundantes los alcornocales adehesados, con o sin matorral, y las mezclas de
alcornocal-acebuchar y alcornocal-quejigal.
Quejigares.
Los quejigares basófilos de Quercus faginea de las sierras del Aljibe son los quejigares más
termófilos de la Península.
Se localizan en valles y umbrías orientadas al N-NE-NW. En estos valles, se producen
abundantes nieblas por intercepción de vientos húmedos atlánticos, lo que favorece el balance
hídrico. Se asientan sobre cambisoles cálcicos pardos a rojizos, en areniscas del aljibe, de
textura limosa, aireada y bien drenada. El lavado de estos suelos, libera óxidos de hierro y
acidifica el suelo, lo que permite la entrada de especies acidófilas propias de los alcornocales,
como los madroños.
Las especies más características son Quercus faginae subsp faginea, Ceratonia siliqua,
Chamaerops humillis, Crataegus monogyna subsp. Brevispina, Olea europaea, Osyris alba,Phyllerea latifolia Quercus marianica, Rhamnus lycioides, Rubia peregrina, Smilax aspera y
Viburnum tinus
La degradación de estos bosques origina un matorral denso de coscojas (Quercus coccifera) y
majuelos (Crataegus monogyna). Como especies acompañantes cabe citar Asparagus
aphyllus, Clematis flammula, Leuzea conifera, Osyris alba, Pistacia lentiscus, Retama
monosperma y Rhamnus oleoides.
La degradación y erosión del suelo origina un aulagar donde domina Ulex baeticus, también
muy común en la Campiña.
Quejigares andaluces.
Los quejigares termófilos de Quercus canariensis constituyen bosques relictos, supervivientes
de épocas con un clima mediterráneo más templado y lluvioso que el actual. Aparecen
formando estrechas bandas localizadas en los valles angostos y profundos enclavados en el
dominio del alcornocal, con el que entra en contacto mezclándose. Ocupa suelos de vega
pardo ácidos sobre areniscas, con textura franco-arenosa o limosa, de buena aireación y
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
drenaje. Son formaciones propias de zonas donde la orografía y el clima favorecen la aparición
de nieblas frecuentes que proporcionan un ambiente cálido y húmedo. Ocupan además valles
donde existen aportes continuos de agua desde manantiales.
Las especies que le acompañan corresponden a la de los canutos, que se describen para las
alisedas gaditanas.
Los quejigares morunos suelen estar orlados por un zarzal con Crataegus monogyna subsp
brevispina, Brachypodium gaditanum, Lonicera implexa, Rosa sempervirens, Pyrus bourgeana y
Rubus ulmifolius.
Melojares.
Es una comunidad presente solo en las cumbres del Aljibe, por encima de los 800 m,
dominada por Quercus pyrenaica (roble melojo). Se desarrollan sobre tierra parda forestal, en
zonas húmedas de umbría expuestas a los vientos atlánticos y resguardados del Levante.
Todas las zonas de alcornocal con robledilla, serían melojares en ausencia de Levante.
Son especies características Arbutus unedo, Avenula sulcata subsp albinervis, Brachy-podium
gaditanum, Holcus grandiflorus, Ilex aquifolium, Luzula forsteri y Senecio lopezii.
Las etapas de sustitución son comunes a los alcornocales húmedos, siendo principalmente
brezales y jarales.
Pinsapares
El pinsapo es especie endémica de las sierras altas del extremo occidental de la Cordillera
Bética: Sierra de las Nieves y Sierra Bermeja en Málaga y Sierra de Grazalema en Cádiz.
Se distribuye en manchas dispersas que no superan en la actualidad las 4.000 Has. de
superficie repartidas por los términos municipales de Ronda, Parauta, Istán, Monda, Ojén,
Tolox, Yunguera Estepona, Casarabonela, Cortes de la Frontera, Algodonales, Zahara de la
Sierra, Grazalema y Benaocaz.
Se trata de un paleoendemismo, es decir, una especie relicta, cuya área de distribución se ha
visto fuertemente reducida desde el mioceno hasta nuestros días a consecuencia de los
cambios climáticos.
En las zonas altas de las laderas, sobre los 1.000 m, tiende a formar masas puras en las que
excluye al resto de la vegetación arbórea, estando acompañada en su sotobosque tan solo por
algunas especies esciófilas como Daphne laureola subsp. latifolia, Paeonía coriacea o
Helleborus foetidus. En las zonas bajas el bosque de pinsapos comienza a mezclarse con
otras especies arbóreas; en los suelos más humedos y profundos aparecen los quejigos
(Quercus faginea en calizas y Quercus canariensis en peridotitas) y en las zonas más
expuestas, las encinas (Q.ilex) y Algarrobos (Ceratonia siliqua) sobre calizas y los alcornoque
(Q. suber) sobre peridotitas y ocasionalmente, también en calizas.
El pinsapo encuentra su óptimo en laderas de mediana altitud (de 1.000 a 1.500 m),
pluviometria muy alta (más de 1.000 mm anuales, superando los 2.000 en Grazalema), con
más de 100 mm de precipitación estival, orientación Norte, Este o Noroeste, alta pedregosidad
y acusada pendiente. En dicha situación tiende a formar masas densas, estables y casi
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IV JORNADAS TECNICAS DE JARDINERIA
Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
monoespecíficas, con una intensa sombra que dificulta el desarrollo de la vegetación
acompañante. Desde el punto de vista fitogeográfico podemos decir que se trata por tanto de
una especie propia del piso bioclimático meso-supramediterráneo húmedo-hiperhúmedo.
Presenta sin embargo cierta plasticidad ecológica que le permite tolerar ambientes más
xéricos, con un mínimo en torno a los 600 mm de pluviosidad anual y de algo más de 400 m
sobre el nivel del mar (su límite superior se encuentra a 1.800 m). En orientaciones menos
favorables, como las laderas de solana o zonas con un mayor desarrollo edáfico, se
encuentra mezclada con otras especies arbóreas, apareciendo en forma de pies dispersos.
Es un abeto de carácter helioxerofilo, pudiendo soportar largos periodos de calor moderado de
exposición solar, además de sequía, a veces durante periodos muy prolongados por efecto de
las fluctuaciones climáticas propias del mediterraneo.
Se desarrolla en sustratos de carácter básico, como son las dolomías y calizas de edad
secundaria de las Sierras de Grazalema.
Pinares.
Con frecuencia aparecen masas de pino negral, carrasco y piñonero intercaladas en las
formaciones anteriores. Se trata de pinares de reforestación en zonas degradadas y
erosionadas, y pinares espontáneos por la expansión del pino en matorrales cercanos a zonas
de repoblación.
Los carrascos (Pinus halepensis) se sitúan en las zonas calizas, en las sierras subbéticas, el
pino negral (Pinus pinaster) en las sierras de Algeciras y el piñonero (P. pinea) en la costa.
Vegetación Hidrófila dulce. Bosques de ribera.
En los tramos medios y bajos de los ríos, en dominio de encinar y acebuchar, sobre los suelos
profundos enriquecidos de aportes finos, aparecen formaciones ripícolas. Generalmente muy
degradadas por la presión de los cultivos, podrían formar espesas galerías arbóreas de alisos,
álamos (Populus alba), fresnos (Fraxinus angustifolia), chopos (Populus nigra) y olmos (Ulmus
minor), generalmente en formaciones mixtas con predominio de una u otra especie. Se trata de
formaciones lineales, estrechamente unidas a los cursos de agua.
Las especies características del matorral son sauces y mimbreras (S. atrocinerea, S.
pedicellata, S. purpurea, S. fragilis), acompañados de otras especies freatófitas más xerófilas,
como Tamarix africana y Nerium oleander.
Otras especies acompañantes son el sauzgatillo (Vitex agnus-casti), gayumbas (Spartium
junceum), Crataegus monogyna, Rosa spp, Rubus spp, saucos (Sambucus nigra) y lianas,
como Vitis vinifera subsp sylvestris y Smilax aspera.
Tras la tala y roturación, suelen aparecer comunidades de Typha dominguensis, Arundo
donax, y Phragmites australis.
Buenas representaciones de bosque galería se dan en algunos retazos del arroyo de
Saladavieja (Tarifa), Ojén y Tiradero (Los Barrios), río Rocinejo, río Barbate, río Fraga, río
Alberite y Arroyo del Jautor, así como en el tramo inferior del Guadarranque.
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Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
Alisedas gaditanas
Se ubican en barrancos muy angostos, denominados canutos, en contacto con los quejigares
andaluces. Al ser los canutos muy umbríos y profundos, tienen un microclima cálido y a la vez
húmedo, lo que ha permitido la conservación de una flora relicta propia de un clima tropical.
Así aparecen helechos como Culcita macrocarpa, Diplazium caudatum, Psilotum nidum y
Pteridis incompleta.
El aliso (Alnus glutinosa) es el árbol dominante en estas formaciones. Especie halófuga y muy
hidrófila, se ciñe a las orillas y se adentra en el lecho buscando el contacto con el agua, que
necesita mantener durante todo el año. Estas galerías se enriquecen con la presencia de
fresnos, y sauces (Salix pedicellata, Salix atrocinerea y Salix alba). Se añade además el arraclán
(Frangula alnus spp. baetica) endemismo del Sur de España.
Es sin embargo una particular vegetación termófila de tipo lauroide, rica en criptógamas, la que
le confiere características singulares. Así, son frecuentes en los canutos el Rhododendron
ponticum spp baeticum, endemismo del SO Peninsular, arbusto siempre verde, de hoja plana,
dura y brillante. Se añaden el acebo (Ilex aguifolium), laurel (Laurus nobilis), el durillo (Viburnum
tinus) y Ruscus hipophyllum.
También son frecuentes especies propias de los alcornocales y quejigales, como el madroño,
olivilla, adelfa, majuelo, rosa y zarza.
Los helechos, aunque presentes en todos los canutos, son más frecuentes en gargantas
escarpadas. Están también presentes especies epífitas como Polydium cambricum.
Zonas lagunares.
La vegetación acuática flotante está representada por Lemna minor. Entre las epecies hidrófitas
enraizadas es de destacar Potamogeton nodosus, que habita en el río Barbate.
Los grandes helófitos que ocupan zonas pantanosas, embalses, lagunas, presentan multitud
de especies, pudiendo destacarse Alisma lanceolatum, Apiun nodiflorum, Eleocharis multicaulis,
Oenanthe palustris, Lythrum salicaria, Phragmites australis, Scirpus maritumus, Thypa
angustifolia y Typha dominguensis.
3. La utilización de plantas autóctonas en jardines históricos.
Los pueblos que habitan el mediterráneo utilizaban las plantas como alimento y para obtener
medicinas. En las ciudades, quedaban pequeños huertos donde se cultivaban especies
frutales, agrícolas y aromáticas, y donde no es difícil suponer la presencia de especies con un
valor únicamente ornamental.
Una planta con seguridad cultivada es el olivo; en Marruecos aún quedan jardines que son en
en su mayor parte un olivar, con fines agrícolas pero también ornamentales.
En los jardines persas existe constancia escrita de la presencia de especies como cedros,
olivos, pinos, higueras, granados, mirtos, adelfas y laureles.
Los romanos utilizaban con frecuencia el ciprés, el almez, y el algarrobo, como plantas
arbóreas, especies que gracias a su rusticidad desarrollan facilmente portes considerables
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IV JORNADAS TECNICAS DE JARDINERIA
Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
cuando son cultivadas. Los madroños, jazmines y mirtos eran sus arbustos favoritos., junto
con el boj y el tejo, para setos y arte topiario.
Los jardines árabes incorporan las especies anteriores, favoreciendo las aromáticas, como el
mirto, el laurel, la lavanda y el romero, e introduciendo otras aromáticas como santolinas.
La variedad de plantas era por tanto muy extensa, y en general buscaban usos diversos,
compatibilizando zonas de paseo y reposo, con huertos y frutales.
Durante el Siglo XVIII se iniciaron expediciones científicas a América, Africa y Asia, y se inició el
cultivo de especies exóticas con fines ornamentales, principalmente de China y Sudamérica.
Los parques y jardines históricos actuales son en gran parte herencia de aquella época, y
contienen ejemplares de gran interés. Lo que en su época fue una consecuencia del interés
científico y el gusto por las colecciones botánicas, ha persistido en el tiempo por las ventajas
que en muchos aspectos ofrecen estas especies. Las especies exóticas que mejor se
aclimatan a cada zona se han impuesto a las autóctonas, y son las que dominan en la mayoría
de los parques y jardines actuales.
4. Criterios de selección de especies autóctonas en jardinería. Ventajas e
inconvenientes de su utilización.
Ventajas e inconvenientes
Las plataneras, palmeras, tipuanas, acacias, falsas acacias, cinamomos, jacarandas y otras
especies que dan sombra a nuestras calles y jardines son todas especies exóticas, cuyo uso
recurrente prueba su clara aclimatación a la zona. Es relativamente raro ver en cambio, salvo
en parques periurbanos, especies autóctonas que pueden proporcionar la misma sombra
como encinas, alcornoques, algarrobos, fresnos, olmos o almeces.
Aunque la variedad de flores que ofrecen las especies exóticas en el mercado viverista actual
es extensa, existen plantas autóctonas cuya floración o frutos tienen un interés ornamental
evidente como los durillos, jaras, madroños, sauzgatillos, retamas de olor, majuelos, brezos y
mirtos.
Son también muy apreciadas las plantas aromáticas, de las que nuestra flora es muy rica.
Nuestra flora es muy variada, e incluye especies herbáceas, arbustivas y arbóreas con una
gran variabilidad de formas biológicas adaptables a los criterios y exigencias que se
determinen en el diseño y gestión de áreas verdes.
Las plantas autóctonas de una región son seres vivos que han evolucionado sometiéndose a
una selección natural en ese medio. Ofrecen como ventajas:
Mayor integración en el paisaje.
Valor estético.
Bajo consumo de agua, en general.
Rusticidad. Menores requerimientos nutritivos
Bajo costo de mantenimiento. Minimización de labores complejas de conservación,
como podas.
9 Posibilidad de regeneración y colonización.
9 Mayor resistencia a enfermedades, en general.
9
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IV JORNADAS TECNICAS DE JARDINERIA
Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
La demanda creciente de espacios de ocio en los que se introduzcan elementos de educación
ambiental supone además un aliciente adicional. Los Parques y Jardines Botánicos, en los que
se identifican las especies y se describe su procedencia y habitat, son muy visitados.
Los parámetros urbanísticos que definen las ciudades actuales, determinan ratios mínimos
para una ciudad sostenible o habitable de 15 m2 de area verde por habitante. Ello significa que
grandes extensiones de la ciudad se destinan a parques públicos. El criterio de economía de
medios, racionalización del gasto público y por supuesto de minimización del consumo de
recursos limitados como el agua, obligan a considerar la utilización preferente de plantas
autóctonas, ya que su mayor rusticidad implica menores costes de mantenimiento. Las
experiencias en este sentido han sido muy positivas.
Como inconveniente, generalmente se expresa que las especies autóctonas tienen un
crecimiento muy lento, y una mala adaptación al terreno cuando se plantan en tamaños
grandes. Sí es cierto que en general las plantas autóctonas soportan mal el trasplante, y
generalmente cuando sobreviven no recuperan su aspecto natural, por lo que es conveniente
introducirlas por semillado o planta pequeña. Sin embargo, en condiciones controladas, con
suelo y cuidados adecuados, el crecimiento de muchas especies es más acelerado que en
condiciones naturales.
La disponibilidad de estas plantas en viveros si ha sido un problema hasta hace relativamente
poco tiempo, salvo para un número limitado de especies. Sin embargo, como ya se ha
indicado, cada vez es mayor la disponibilidad de esta planta en viveros especializados y
ornamentales, y mejoran las técnicas para su obtención comercial a precios asequibles.
Criterios de selección
Para seleccionar las especies vegetales para una zona determinada, sería necesario según
nuestro criterio seguir las siguientes etapas:
9 Definición del uso o los usos previstos para el área verde (sombra en itinerarios, zonas
de uso intensivo, áreas deportivas, senderos educacionales, regeneración de solares
degradados ...)
9 Análisis de las características del medio natural de la zona: geología, edafología,
hidrología, climatología, etc.
9 Inventario de las comunidades vegetales locales y regionales.
9 Seguidamente habrá que estudiar con más detalle algunas de las características y
exigencias de las propias plantas, mediante consulta en catálogos y guías, como:
ƒ
Capacidad de integración en el paisaje.
ƒ
Resistencia a plagas y enfermedades.
ƒ
Poder de penetración de las raíces.
ƒ
Capacidad para captar agua.
ƒ
Demanda de elementos nutrientes.
9 Una vez seleccionada una lista previa, examinar la facilidad de obtención en vivero, y
su precio. Es conveniente comprobar que la región de procedencia de las plantas sea
cercana.
9 Determinar las necesidades previas de modificación o mejora de suelos para las
plantas escogidas.
9 Planificar especies por zonas, en función de sus necesidades de mantenimiento (riegos
y abonados, fundamentalmente).
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IV JORNADAS TECNICAS DE JARDINERIA
Arboles, arbustos y herbáceas autóctonas en jardinería.
El diseño de plantaciones en jardinería con especies autóctonas debe considerar el principio
de biodiversidad. Son de mayor interés los diseños que ofreciendo soluciones estéticas utilicen
mayor número de especies. Desde nuestro criterio, las plantaciones deben tender a formar
sistemas capaces de automantenerse y que, a ser posible, puedan progresar hacia estructuras
más complejas de forma natural. Deben ser sistemas progresivos o estables que persistan con
los mínimos cuidados, y capaces de resistir periodos de reducido aporte de agua o escaso
mantenimiento, sin degradarse. Y para ello, igual que las formaciones naturales, las masas
mixtas, que combinan especies diversas, son más estables y resistentes.
5. Especies autóctonas recomendadas para jardinería.
Sin animo de ser exhaustivos, se proponen y describen en las tablas que se adjuntan,
especies autóctonas cuyas características aconsejan su utilización en jardines y zonas verdes
en la Provincia de Cádiz.
9 Arboles.
9 Arbustos.
9 Palmeras.
9 Subarbustivas, matas y plantas aromáticas.
9 Lianas y trepadoras.
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