favorece el desarrollo y crecimiento de las especies vegetales, ora se acumule y reúna entre las mismas peñas, ora rellene las grietas y oquedades, ora en fin descienda al pie y en las hondonadas para cubrir la parte baja, reducido á polvo ó en fragmentos mas ó menos grandes, mezclados con el primero y arrastrados por el ímpetu y corriente de las aguas, y á veces también por los vientos. De aquí la facies que ostentan las cumbres ó crestas de las montañas, siempre peladas, según la espresion vulgar castellana, ya sean de rocas cristalinas y por lo tanto durísimas, ya sean metamórficas, ya, en fin, simplemente calizas, secundarias ó terciarias. La tierra de labor ó vegetal (permítaseme esta espresion en el sentido agronómico) está constituida, según queda ya indicado en otro lugar, principalmente por la sílice, la arcilla, la cal carbonatada y el humus ó mantillo. La diversa proporción de estos factores; la finura de la mezcla; el grosor de la capa ó lecho que forman; la cantidad de agua que proporcione la localidad, bien sea de agua ó de regadío; la temperatura atmosférica con sus variaciones máximas y mínimas; y por último, la naturaleza del terreno inmediato subyacente mas ó m e nos permeable, son otros tantos accidentes que determinan su aptitud para servir de estación á este ó aquel género, familia ó especie de vegetales. Siendo esto una verdad irrevocable, permítaseme preguntar: ¿será de igual é idéntica calidad el detritus procedente de las rocas graníticas ó feldspáticas que el de las metamórficas y calizas, secundarias y terciarias de los terrenos estratificados? Fácilmente se deduce la consecuencia negativa; y por poco que se conozca la constitución del granito y la composición y naturaleza de las rocas feldspáticas, y se tengan presentes los resultados de la descomposición del feldspato, origen y productos de la arcilla, se comprenderá que la tierra vegetal ó la laborable procedente de estas rocas, ofrecerá propiedades físicas muy distintas de las que tendrán las de terrenos calizos, admitiendo como única y especial la acción mecánica, sin que intervenga en lo mas mínimo la acción química. En comprobación de esto mismo citaré unas cuantas especies de las comprendidas en las siete familias que propone el programa, á fin TOMO v. 84