Vigencia y permanencia del acto creador

Anuncio
Vigencia y permanencia del acto creador
AUTORES
Ps. Liliana Silva
Ps. Vivian Listur
Ps. Alvaro Fernández
Institución:
Taller Malvin
Formación de Docentes en Expresión Plástica
Alfredo Baldomir 2435 – Tel. 709 0449
E.mail. [email protected]
Montevideo - Uruguay
Eje: Las costrucciones conceptuales: las herramientas de transformación y los
instrumentos de reproducción
Area teórico práctica: Psicopedagogía
Vigencia y permanencia del acto creador
Este trabajo surge a propósito de nuestra práctica como docentes en talleres de expresión
plástica con niños, jóvenes y adultos; y de nuestra tarea como docentes en la formación de
1
talleristas desde hace veinticinco años en el Taller Malvin. El taller de Expresión es un
espacio de encuentro consigo mismo, con emociones, fantasías, creencias más
genuinamente arraigadas, un espacio con los otros, en los que reflejarse. Un espacio donde
se atenderá tanto al proceso de creación como al producto, espejo de la personalidad en su
totalidad. Nuestro propósito es pensar cómo la plástica ayuda al desarrollo y fortalecimiento
de la subjetividad y al refuerzo de habilidades que consideramos inseparables del
aprender.La Expresión y la Creación han tenido un lugar privilegiado como mecanismo de
“ensanchar” el campo de las experiencias humanas. Entendemos la creación como acto en
donde se da vida a algo nuevo. El acto de crear es un proceso que genera placer, por la
emergencia de productos propios, como extensiones del Yo y también
comunión con la filogenia: al presentificar y reiterar un ritual ancestral.
como acto de
Retener
un
pensamiento, una emoción, una experiencia que queda atrapada en el objeto y vibrando
más allá del momento de creación. Objeto testimonio que perdurará en el tiempo. El
componente expresivo (y el consecuente alivio), estaría propiciado por la posibilidad de
“poner afuera”, creando objetos o pinturas propias, interlocutores de fantasías, miedos y
deseos.
Desde la filogenia ... La imagen plástica, desde su surgimiento en el hombre de las
cavernas no parece haber intentado solamente reproducir la cosa o el objeto en sí, sino
representar al objeto conjugado con lo que para él, o para su comunidad, significa ese
objeto o acción. Es el lugar subjetivo lo que posiblemente se intentó retener en esos
primeros grafismos del hombre primitivo. Posiblemente cuando éste pintó el bisonte en el
fondo de una caverna no solo pintó la imagen visual del bisonte real, sino que pintó el
bisonte “cazado por él” y de esa manera se dijo como cazador, se nombró en relación al
bisonte y a los otros. La Expresión plástica en un niño tampoco es la representación de un
objeto sino un signo subjetivo y ambiguo que enuncia su experiencia, sus sensaciones y
emociones con las cosas y los otros. Pintura u objeto modelado que contiene algo de lo que
solo él ha vivido y experimentado; pintura que muestra la situación particular de su
existencia (nivel ontogénico) y a la vez lo trasciende y lo conecta con los otros, que en el
devenir de la historia han utilizado un lenguaje común a todos los hombres, un lenguaje
plástico que le es común a toda la humanidad (nivel filogénico). Ese carácter de símbolo
personal, que dice de su sentir subjetivo implica la experiencia de reconectarnos con estos
aspectos que consideramos genuinamente humanos, (dada su persistencia en el tiempo)
2
que es el acto de crear objetos, plasmar signos e imágenes cargadas de sentido. El placer
pasa también por la posibilidad de trascender el espacio y el tiempo real: el objeto creado
permite al sujeto trascender su realidad corpórea y finita. Así como los bisontes de las
cavernas que hasta hoy nos presentifican y nos acercan vivencias y realidades de esos
hombres lejanos.
Para compartir nuestra propuesta de trabajo los invitamos a acompañarnos en un recorrido
imaginario de un niño que trabaja en el Taller.- Juan llega al Taller se encuentra con un
espacio claramente estructurado, organizado en función de la tarea que en el se desarrolla:
la mesa del trabajo en barro y construcciones, la mesa de dibujar, y el panel con su mesapaleta para pintar. Por estos espacios Juan podrá circular en libertad eligiendo cada vez el
material con el que prefiera trabajar así como los temas. Lo acompañarán en éste proceso
un grupo de pares (máximo 8 niños), un docente y la producción de otros participantes
desde los estantes que refuerzan la idea de que “acá venimos a hacer”. El
Taller se
convierte en el escenario de un rito, que se repite cada semana y que comienza al ponerse
la túnica, que lo investirá de poder hacedor. Tendrá que convocar a sus manos, a su cuerpo,
sus deseos, su conocimiento... Esta vez Juan elegirá modelar con barro. Frente a un pedazo
de barro amorfo, informe, le surge la intención de realizar un elefante. El desafío será
encontrar la manera de representar ese elefante interno (esa imagen mental acerca de lo
que es un elefante, creada a partir de la combinación de experiencias perceptivas, y
fantaseadas acerca de lo que es un elefante para él). Deberá materializar ésta intención,
pasar al barro, esta imagen mental. Y aquí se detonará el proceso de creación, proceso de
diálogo entre la materia y sus
propiedades físicas
y la imagen mental. Este diálogo
implicará la construcción de un elefante, objeto concreto, palpable y la re-construcción de
esa imagen subjetiva que será reciclada y enriquecida por este acto de creación. Pero no
habría creación sin un espacio previo de silencio, de pausa, que habilite un tiempo de
formalización.
En su proceso transitará por momentos de vacío, de aburrimiento, del
“sinsentido”, de “”no sé que hacer, la indeterminación donde todas las formas son aún
posibles. La creación plástica es entonces una forma de acercamiento al mundo simbólico, a
la representación. El trabajo con la materia permite que este ejercicio de la representación
se dé en forma concreta, unida a la acción, la que le permite a estos niños un “enganche”
desde el hacer, desde el acto motor de la creación. Invitamos a los niños a hacer con sus
manos, pero un hacer que trasciende el objeto en sí; no con un objetivo utilitario,
3
manteniéndonos en el código de la inmediatez, sino hacer para representar o expresar. El
niño así esta ubicado en un lugar real, fáctico, una matriz donde él crea sus propias formas.
Esta matriz asegura o mantiene la experiencia interna del niño como algo diferenciada de la
efectividad del mundo externo. A partir de esta matriz apta para sufrir transformaciones
(puede ser un pedazo de barro), se puede crear a un objeto nuevo, cuya función es ofrecer
un símbolo. Realizar un símbolo es una forma de juego que frena el flujo de actividad y la
refleja de nuevo sobre el niño. Entra en un intercambio con su propio significado; se
encuentra dentro de un proceso reflexivo. La creación plástica sé vehiculiza a través de
imágenes. Definimos imagen como una elaboración mental que guía la construcción
representativa. El pintar o dibujar es un proceso complejo, donde convergen y se ponen en
juego múltiples funciones: al pintar un árbol por un lado entra la intención de evocar este
objeto de la realidad, se pone en juego el conocimiento que ya tenga del árbol, y también un
registro corporal desde lo sensorio motor, perceptual. La representación implica poder poner
distancia con la cosa real. De esta manera, cuando el niño se pone a hacer un árbol es en la
acción que esa imagen del árbol se sigue construyendo. No tienen en la cabeza una imagen
acabada de “árbol”. La imagen se construye haciendo. Así la representación plástica la
podemos pensar como un proceso de construcción del pensamiento, fundada en las
acciones sensoriomotrices que conjugándose con las representaciones mentales del objeto
elegido para representar, posibilitarán su objetivación: permitirán que cobre corporeidad. El
objeto creado permite alcanzar LO UNIVERSAL, desde lo individual. El árbol este de barro,
nos lleva al árbol universal, al concepto universalmente convenido de lo que representa un
árbol. Por algo todos sabemos que es un árbol.
EL PRODUCTO COMO REGISTRO, TESTIMONIO, QUE PERDURA
La característica propia de la Plástica, su soporte matérico, determina el proceso de
creación. Esta “cosidad” de la plástica, permite un registro del proceso. Este producto
perdura, trasciende el momento de creación. A partir de ahí, se abre un espacio de
reencuentro del niño con su obra, y la posibilidad de retomarla, romperla, regalarla. Esta
pasa a ser mirada, se presta a la mirada de los otros. En la creación se inauguran otros
tiempos en relación con la inmediatez de las vivencias, donde lo que existe es el presente,
todo ya, ahora. Con relación a los materiales, el barro, implica ciertos tiempos de espera. El
amasado, tiempo de dar formas, el secado, el reencuentro con la pieza, pintarla, darla por
terminada. El proceso de creación tiene a su vez momentos por los que hay que transitar
4
para lograr la creación. Atravesar el espacio de lo informe, lo ambiguo, implica un salto al
vacío, el momento de la formalización con el encuentro de lo maravilloso de la forma y el
final: será el tiempo de reflexión acerca de lo espejado, de lo devuelto por el objeto y el
desapego de la obra ya lograda.
EL TALLER COMO ESPACIO POTENCIAL
El taller como espacio de objetos “creados”, pertenecientes a la realidad exterior, objetos
“no-yo”, que a su vez llevan algo del mundo interno de cada niño. Este espacio potencial,
define Wimnicott es la zona intermedia de vivencias que se genera entre la fantasía y la
realidad. El desarrollar experiencias de creación en donde estamos intentando “re-presentar”
la cosa con un representante, abre a una trinidad que genera espacio para la creación
simbólica. Donde se puede diferenciar, el símbolo, como producto, lo que representa es lo
simbolizado y el creador sea sujeto intérprete. La posibilidad de transformar el material,
generando una representación abre este espacio del “como sí”. Así el sujeto construye
símbolos, amplía su espacio potencial, su capacidad para la transicionalidad: o sea que se
construye como sujeto psíquico, pensante, transformante.
CONCLUSIONES:
Apostamos a reconectarnos con lo más genuino, lo más arcaico. Reconectarnos con estos
placeres básicos, primitivos y sublimes. Pensamos nuestra cultura, con la saturación de
productos de consumo (alimenticios y
industrializados
recreativos) pre- hechos, excesivamente
y “empaquetados”, con la sobre saturación de estímulos visuales y
auditivos, convirtiendo a los niños en consumidores muy preciados. Dada su inmadurez
emocional y cognitiva, han quedado expuestos a la oferta de miles de productos atractivos
visualmente, capaces de satisfacer omnipotentemente, de manera primitiva, inmediata y
hedonista, estas necesidades. Necesidades y modos de satisfacción que sintonizan con
las características emocionales propias de la infancia (“Todo YO, y todo YA!”). Opciones no
filtradas por la racionalidad, por la reflexión y la introspección (¿qué quiero? ¿qué necesito?
). Realidad externa que nos ocupa, nos satura y “sujeta”. Acapara y
sofoca nuestra
subjetividad, enajenándonos, generando y perpetuando nuevas configuraciones patológicas.
Nuevas y tal vez más complejas modalidades de sufrimiento. Así rescatamos el espacio de
Taller, como espacio de encuentro con la interioridad, con la subjetividad y esta posibilidad
“mentalizadora”, “subjetivizadora” que es la posibilidad de creación simbólica a través de la
5
materia. Por esto consideramos el Taller de Expresión plástica como una propuesta
educativa necesaria para el desarrollo integral del niño. A su vez, posiblemente este ejercicio
reiterado de creación, esa re-conexión con el rito de pintar, como el hombre primitivo nos
prepare para la aceptación y convivencia con la interioridad subjetiva de los otros. Nos
prepare para esa negociación permanente de significados que cada uno construye sobre sus
experiencias. Esta dimensión misteriosa y no concluida en su significación es lo que nos
muestra una dimensión más real del otro como humano.
BIBLIOGRAFÍA: Material consultado:
(1) Ogden, Thomas,1986; “La matriz de la mente”, Ed. Tecnipublicaciones
(2) Nadal de Badaro, Mirta. 1998. “Encuentro- Reencuentro” Revista de Expresión Plástica
Taller Malvin nº 1
(3) Stern, Arno, 1976. “ La Expresión” Ed. Promoción Cultural – Barcelona
(4) Stern, Arno. 1965. “El Lenguaje Plástico” Ed. Kapelusz
(5) Stern, Arno. 1976. “Interpretación de Arete infanti” Ed. Kapelusz
(6) Sabater, Fernándo. 1997. “El Valor De Educar” Ed. Ariel
(7) Galeano Muñoz, Jorge. 1980. Conferencia editada por Taller Malvin
(8) Casas de Pereda, Myrta (1999): “En el camino de la simbolización: producción del sujeto
psíquico”. Ed. Paidos.
(9) Paín,Sara.1994.”Una psicoterapia por el arte.”Nueva Visión.
(10)Winnicott,D.”Realidad y juego.” Amorrortu.
6
Descargar