Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES Rev. Logop. Fonoaud., vol. IV, n.º 2 (69-75), 1984. TRASTORNOS DE LA MEMORIA EN LOS TRAUMATISMOS CRANEALES: SÍNDROMES Y REHABILITACIÓN FUNCIONAL Por Carme Junqué i Plaja Sección de Neuropsicología, Servicio de Neurología. Hospital de la Sta. Cruz y S. Pablo. Barcelona son más frecuentes los traumatismos craneoencefálicos (T.C.E.) producidos por accidentes de tráfico: atropello de peatones, accidentes de motocicleta y accidentes de automóvil. La literatura neuropsicológica y neuroquirúrgica de los últimos años refleja este fenómeno (Rimel y cols., 1981; Alexandre y cols., 1979; Levin y cols., 1979; Alexandre y cols., 1983). En la última década, en particular, han aparecido numerosos artículos sobre las secuelas neuropsicológicas en los T.C.E. y se han dedicado diversos congresos y simposios internacionales a los mismos. El interés del tema es incuestionable si consideramos que la mayoría de las víctimas son jóvenes que de una manera súbita pueden quedar severamente incapacitados y que en muchos casos tendrán que vivir varios años con déficit residuales en sus funciones cognitivas. Las alteraciones de la memoria, junto con los defectos de la atención y carácter (tablas I y II) son los síntomas más comúnmente observados después de un traumatismo craneoencefálico. Las alteraciones de la memoria de fijación no son sólo los más frecuentes, sino también los más persistentes; a menudo permanecen como secuelas definitivas y en no pocas ocasiones interfieren significativamente el aprendizaje, es decir, la adquisición de información nueva. Esto es especialmente dramático si se trata de niños en edad escolar (Bruce y cols., 1978). C ADA vez Algunos aspectos de los mecanismos y fisiopatología de la lesión cerebral por T.C.E. En el daño cerebral que resulta del T.C.E. podemos distinguir efectos primarios y secundarios: los primeros son mecánicos y se producen en el momento del impacto. Se producen por la súbita aceleración y desaceleración de la cabeza y de los movimientos de rotación del cerebro dentro del cráneo. Los efectos secundarios son debidos a las lesiones isquémicas o anóxicas y al edema causados por los trastornos de autorregulación del flujo sanguíneo cerebral (Van Zomeren, 1982). De acuerdo con las hipótesis de Adams y Graham (1972) se han propuesto dos teorías. Una establece que el daño cerebral es debido a la fuerza de aceleración rotacional que provoca que el cerebro se deslice en el compartimiento dural, con lo cual, la tensión forzada puede provocar laceración del tejido cerebral. Esta teoría está apoyada por los análisis post mortem de pacientes traumáticos (Holboun, 1943). La segunda teoría fue formulada por Omaya y Gennarelli (1974): supone que los componentes rotacionales de los traumatismos acelerativos producen una progresión centrípeta gradual de la cual resulta el fenómeno de desconexión corticosubcortical difuso. Esta hipótesis fue probada experimentalmente en primates (Omaya y Gennarelli, 1974). Correspondencia: Av. S. A. M.ª Claret, 167. 08025 Barcelona. 69 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES TABLA II. — Secuelas neuropsicóticas en los traumatismos craneoencefálicos TABLA I. — Síntomas más frecuentes en los TCE Problemas de memoria Fatiga Incremento de la necesidad de dormir Irritabilidad Enlentecimiento Problemas de atención Ansiedad Intolerancia al bullicio Vértigo Intolerancia al ruido Dolor de cabeza Pérdida de la iniciativa 49 % 41 % 39 % 36 % 34 % 31 % 31 % 30 % 27 % 26 % 26 % 25 % 12 de los síntomas más seleccionados en un cuestionario sobre quejas subjetivas en los pacientes traumáticos (Van Zomeren, 1982). Los mecanismos anteriormente descritos producen laceraciones y contusiones que son visibles macroscópicamente. Las contusiones afectan particularmente los polos frontales y circunvolución orbital, la corteza alrededor de las cisuras silvianas, los polos temporales y las partes inferiores también de los lóbulos temporales. Además de las macrolesiones visibles, se ha demostrado un daño masivo difuso de la sustancia blanca del cerebro. En estudios histológicos (Oppenheimer, 1968 y Adams y cols., 1977) se observan retracciones de los axones en todo el cerebro, incluyendo el cuerpo calloso y el tronco cerebral, pero de forma especialmente preferente en las fibras largas. Graham y cols. (1978) estudiaron las lesiones isquémicas de 138 cerebros post mortem en pacientes que habían sufrido T.C.E.: el hipocampo estaba afectado en un 81 % de los casos, los ganglios basales en un 79 % , el cerebelo en un 44 % y la corteza en un 46 %. Estos autores concluyeron que el daño es debido a la reducción crítica del flujo sanguíneo regional y relacionan esta reducción con los cambios de presión intracraneal. Tanto la afectación del hipocampo como la de la corteza pueden estar directamente implicadas en la disminución de las capacidades de memorizar que se observan en la mayoría de los pacientes traumáticos. 70 Grado Demencia. Descerebración 4.5 Alguna respuesta a ss. 4. Total dependencia 3.5 Ídem Afectación intelectual Cambio personalidad 5. 3. Dishabilidad profunda 2.5 Dishabifidad severa 2. Dishabilidad moderada 1.5 Dishabilidad leve 1. Dishabilidad mínima 0.5 Dishabilidad insignificante 0. Ninguna dishabilidad Inaccesible. Delirio. Demencia Demencia. Confusión accesible Comprensión alterada. Afasia. Amnesia Afasia. Amnesia. Otros Ídem Psicosis inaccesible Psicosis accesible Afectaciones psiquiátricas Cambios de personalidad Ídem Ídem Ídem Algún cambio Algún cambio Mínimo cambio Mínimo cambio Escala de gravedad de los traumatismos con las correspondencias entre afectaciones intelectuales y de personalidad (Roberts, 1979). El síndrome de amnesia traumática Debemos distinguir, en primer lugar, entre la memoria reciente (anterógrada) y la memoria remota (retrógrada). Es bien conocido el hecho que los pacientes en fase inicial de demencia no pueden recordar los hechos ocurridos media hora antes y, por el contrario, pueden evocar con todo detalle episodios vividos durante su infancia. En este caso, existe una afectación de la memoria anterógrada con una memoria retrógrada bien conservada. En la mayoría de los T.C.E., la amnesia retrógrada se extiende al periodo inmediato previo al accidente (segundos o minutos). Se ha deducido que este periodo coincide con el tiempo requerido para la consolidación de la información original; es decir, para el paso de la memoria a corto término a la memoria a largo término. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. El síndrome amnésico se refiere al tiempo «borrado» anterior al traumatismo (amnesia retrógrada) y al no «grabado» después del traumatismo (amnesia anterógrada). Ambos períodos son irrecuperables, probablemente porque los sucesos ocurridos durante este tiempo jamás han sido imprimidos. En resumen, las alteraciones de la memoria no suponen únicamente dificultades de retención durante el periodo postraumático, sino también de evocación del periodo pretraumático, en el cual el paciente estaba normal. En términos de evolución, podemos hablar de una laguna amnésica anterógrada que se va extendiendo mientras dura la alteración de la fijación y una laguna mnésica retrógrada que se va reduciendo durante el proceso de recuperación. La recuperación corresponde a la mejoría de la capacidad de acceso a la información previamente retenida. La duración de las dos amnesias está en relación con la gravedad del traumatismo y refleja el daño cerebral sufrido. Por ejemplo, si el coma tiene una duración de semanas, puede encontrarse una laguna mnésica retrógrada inicial de semanas, meses e incluso años. Sin embargo, los conocimientos anteriores van siendo cada vez más accesibles, recuperándose en forma de «bloques» y no necesariamente en orden cronológico. La capacidad de evocar episodios e información anterior está en relación con la capacidad de memorizar nueva información. La amnesia postraumática (P.T.A.) se ha definido como el periodo de tiempo transcurrido entre el impacto y la restitución de la memoria continuada; por ejemplo, cuando el paciente empieza a recordar algo del hospital donde ha estado ingresado. La P.T.A. es, junto a la duración y profundidad del coma, uno de los datos con más capacidad pronóstica acerca de la recuperación de las funciones cognitivas (Roberts, 1979; Alexandre, 1983). En casos de traumatismos graves con amnesia retrógrada y amnesia postraumática de larga duración, pueden aparecer síndromes de Korsakoff; en estos casos, aparecen además de los defectos de fijación y evocación fabulaciones y paramnesias. La confabulación florida, opuesta a la paramnesia aislada, es rara en la amnesia traumática. En un estudio en el que se recopilan 1 931 traumáticos, solamente se de- tectan 38 casos con importantes fabulaciones; y únicamente 6 casos persisten después de dos años de evolución (Roberts, 1979). No hay que confundir este síndrome de Korsakoff con las fabulaciones aisladas que aparecen como parte de la confusión traumática que se observa en el curso de la recuperación de la mayoría de los traumatismos craneales severos (fig. 1). Dismnesias o alteraciones de la memoria Además del clásico, conocido e incluso literario síndrome amnésico, los traumatismos craneales provocan diversas alteraciones de la memoria que pueden interferir seriamente el aprendizaje e incluso la vida cotidiana. Estas alteraciones se refieren a la memoria de fijación y limitan la retención y capacidad de aprendizaje de elementos nuevos. Las dishabilidades para los aprendizajes nuevos son parecidas a las derivadas del envejecimiento normal: los pacientes pueden desenvolverse correctamente en los aspectos rutinarios y conocidos, pero no pueden adquirir nuevos conocimientos ni hábitos distintos. A diferencia de los dementes, los traumáticos presentan estas alteraciones disociadamente del resto de funciones superiores: inteligencia, praxis, lenguaje, etcétera. En la tabla III podemos ver los síntomas subjetivos más frecuentes en los traumáticos que hacen referencia a distintos aspectos de la memoria. En un estudio realizado en niños traumáticos, Levin y Eisenberg (1979) reportan que un 50 % de los niños tienen afectada la memoria. Se ponen de manifiesto importantes alteraciones en el aprendizaje por repeticiones sucesivas; además un tercio de los niños presenta defectos nominales: enlentecimiento en la evocación de palabras y alteración de la fluencia verbal. A diferencia del adulto, en el niño aparecen simultáneamente defectos de fijación y evocación. El grado de afectación está relacionado con la severidad del T.C.E. medido a través de la duración del coma. Al contrario que en las lesiones focales, los niños más jóvenes presentan mayor afectación y peor pronóstico que los de más edad. La incidencia de alteraciones de memoria en T.C.E. es aún mayor en adultos: Roberts (1979), 71 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES FIG. l. — Ejemplo de paramnesia o confabulación florida dentro de un estado confusional en un paciente traumático de 23 años de edad. La parte izquierda es la copia de la figura compleja de Rey y la parte derecha la reproducción de memoria de la misma, dos minutos después de su realización. TABLA III. — Síntomas subjetivos de dismesias según frecuencia (Kapur y Peraon, 1982) 1. — Recordar el nombre de la gente 2. — Memoria para los hechos recientes (ocurridos días o semanas antes) 3. — Memoria para un determinado mensaje hablado 4. — Recordar el hacer algo 5. — Algunos aspectos de desorientación en tiempo 6. — Memoria para recordar dónde se ha puesto algo 7. — Memoria para lo que había que hacer exactamente (el paciente recuerda que tenía que hacer algo pero no exactamente qué) 8. — Rememorizar información conocida previamente 9. — Memorizar algo recientemente leído 10. — Alguna desorientación espacial 11. — Dificultad en la búsqueda de palabras 12. — Memoria de lo que acaba de decir (repetirse uno mismo) 13. — Olvidar que acaba de hacer algo 14. — Dificultades en el aprendizaje y adquisición de nueva información 15. — Recordar lo que se ha dicho en una conversación o discusión 16. — Pérdida de memoria para los hechos ocurridos antes del TCE 17. — Pérdida de memoria para el nombre de las cosas 72 en una muestra de 291 pacientes, observa trastornos de memoria en el 74 % de los casos repartidos entre los siguientes síndromes: dismesia aislada: 18 %; dismesia asociada a ansiedad: 12 % ; dismesia frontal: 18 % y demencia frontolímbica: 26 %. Las alteraciones de memoria suelen ir asociadas a alteraciones en la atención y a trastornos de personalidad (tabla II). Las alteraciones más fácilmente objetivables son las de memoria de fijación y tiempo de reacción (Von Zomeren, 1982). El traumatismo menor suele causar únicamente irritabilidad, el traumatismo medio irritabilidad y defectos de memoria parecidos a los observados en boxeadores profesionales (Roberts, 1979). El poder objetivar de una manera más fina y fiable el rendimiento de las funciones superiores mediante tests neuropsicológicos ha obligado a reconsiderar el llamado síndrome poscommocional. El síndrome postcommocional (cefalea, vértigo, irritabilidad, dificultades de concentración y de retención) se ha consi- Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. derado en muchas ocasiones como una reacción neurótica al traumatismo. Actualmente se han objetivado disfunciones en la memoria de fijación en traumatismos medios e incluso leves (pérdida de conciencia de 20 minutos o menos y puntuación de la escala de Glasgow de 13 a 15 y sin precisar más de 48 horas de hospitalización). En un estudio realizado con 538 traumáticos leves, un 59 % describían problemas de memoria después de 3 meses de evolución y se objetivaron trastornos en 69 sujetos (Rimel y cols., 1981). TABLA IV. — Aspectos a tener en cuenta en el análisis de una curva de aprendizaje Morfología de la curva: Evolución: Tiempo de evolución: Pronóstico: Exploración de la retención: curvas de aprendizaje La prueba más comúnmente utilizada para la exploración de la memoria en un paciente traumático es la de aprendizaje-memorización descrita por A. Rey (1958). El procedimiento de esta prueba es Normal Acumulativa lenta Acumulativa con techos Plana Cambios cuantitativos (número de palabras) Cambios cualitativos (tipo de curva) Mayor evolución: 2 primeros meses Progresiva mejoría: 2-6 meses Lenta evolución: 6 meses a 2 años Secuelas definitivas: pasados los dos años Normalización Aprendizaje con dificultad Ausencia de aprendizaje el siguiente: se presenta oralmente una lista de 15 palabras en cinco repeticiones. El paciente debe evocar después de cada repetición las palabras que ha retenido. La progresiva acumulación de palabras evocadas indica aprendizaje (fig. 2). El análisis del tipo de curva obtenido con el rendimiento del paciente en las cinco repeticiones nos permite obtener información cualitativa sobre el tipo de afectación mnésica. Así mismo, la repetición de esta prueba durante el curso evolutivo del paciente nos permite observar su recuperación y obtener valores pronósticos sobre los efectos que puedan causar los trastornos mnésicos en el aprendizaje académico y además puede orientarnos sobre las secuelas neuropsicológicas de los T.C.E. (tabla IV). Rehabilitación , 1 2 3 t 4 5 Número de presentaclones FIG. 2. — Curvas de memorización obtenidas mediante la prueba de aprendizaje-memorización de A. Rey a los dos, tres y cuatro meses de evolución de un paciente traumático que ingresó con una puntuación de 13 en la escala de Glasgow, estuvo desorientado durante 9 días y sufrió una amnesia postraumática de 15 días. La recuperación de la memoria de fijación a los cuatro meses era total. Es un hecho conocido que los trastornos mnésicos del traumático regresan, al menos parcialmente, de forma espontánea: se admite, en general, que evolucionan durante dos años (Van Zommeren, 1982). Ahora bien, lo que nos cuestionamos aquí es la posibilidad de la intervención terapéutica para ayudar o acelerar el proceso de recuperación. Como hemos dicho anteriormente, los trastornos de la memoria en los T.C.E. son debidos en algunas 73 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES ocasiones a lesiones axiales bilaterales y, en otras, a lesiones corticosubcorticales difusas. Entre los primeros, la amnesia de Korsakoff producida por lesiones bilaterales de los circuitos mamilotalámicos es, por su naturaleza, irreversible, aunque en los T.C.E. es raro este tipo de afectación. Por el contrario, en los otros casos, existen razones para pensar en la eficacia de una estimulación sistemática de las funciones alteradas. Hasta hace relativamente poco tiempo, únicamente los traumatismos que cursaban con déficit de lenguaje recibían asistencia terapéutica de sus funciones superiores alteradas. A partir del año 1978, Lynch (1978) introdujo una sistemática rehabilitadora de la memoria basada en el uso de microordenadores y comenzó a utilizar programas comerciales de juegos en sus pacientes tratados en la Brain Injury Rehabilitation Unit of Palo Alto (USA). Poco a poco, va recopilando los programas que aparecen en el mercado hasta que en 1982 publica una selección de aquellos que, a la vista de la experiencia, juzga de mayor utilidad para la reorganización de las funciones cognitivas generales: atención, percepción y memoria. La idea del uso de ordenadores personales en el propio domicilio del paciente ha sido rápidamente adoptada tanto en los EE.UU. como en Europa, siguiendo el proceso general de expansión de los microordenadores en los más diversos campos. Evidentemente, de todos los recursos terapéuticos que van dirigidos a reorganizar las funciones cognitivas no hay ninguno que tenga un potencial comparable al del ordenador, si bien el trato humano y el contacto afectivo del terapeuta son irreemplazables. El ordenador puede estimular el cerebro del paciente traumático de una forma que no es posible por ningún otro medio. En concreto, el uso del ordenador puede convertir las dos o tres horas semanales que ofrece una terapia convencional en 20 o 30 horas semanales autodirigidas o dirigidas por un familiar. Ello no supone, en modo alguno, la eliminación del papel del terapeuta, pues sólo el profesional puede elegir el plan terapéutico a seguir por el paciente y sólo él puede revisar periódicamente su eficacia. Por otra parte, cabe señalar que, con este sistema, se libera al terapeuta de tareas monótonas y 74 repetitivas, lo cual puede redundar en una relación más gratificante con el paciente y en una mayor disponibilidad de tiempo para la realización de tareas más creativas. Actualmente existen ya en el mercado programas de ordenador pensados específicamente para la estimulación de las funciones cognitivas (Gianutsos, 1982; Linsday y cols., 1982; Lynch, 1983). Los relativos a la estimulación de la memoria comprenden todos los procesos básicos: fijación, evocación libre, evocación según estrategias diversas, asociación, interferencia, etcétera. La eficacia de estos programas ha sido estudiada en pacientes crónicos de uno a dos años de evolución (Gianutsos, 1982) y los resultados obtenidos sugieren que este tipo de estimulación puede obtener mejorías más allá de la evolución espontánea, lo cual parece indicar que ésta debe ser la línea terapéutica a seguir en el futuro. Finalmente, debemos hablar también de la existencia de las llamadas «prótesis de memoria» pensadas para los casos en que no existe posibilidad alguna de reorganización funcional. Éstas consisten en pequeños ordenadores que actúan a modo de agenda automática, destinados a recordar todo aquello que un paciente afecto de un síndrome de Korsakoff es incapaz de evocar por sí mismo. RESUMEN Se hace una revisión de los trastornos de la memoria derivados de los traumatismos craneoencefálicos (T.C.E.): incidencia, mecanismos fisiopatológicos, síndromes, exploración, evolución y rehabilitación. Se hace especial hincapié en la recién introducción de los microordenadores en la rehabilitación cognitiva del paciente traumático. BIBLIOGRAFÍA ADAMS J. H., GRAHAM D. I.: The pathology of blund head injuries. En: M. CRITCHLEY, J. O.'LEAVY, B. JEANNET (Eds.): Scientific foundation of Neurology. Londres, Heinemann, 1972, pp. 478-491. ADAMS J. H., MITCHELL D. E., GRAHAM D., y DOYLE D.: Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. «Diffuse brain damage of immediate impact type: its relationship to “primary brainstem damage in head injury”». Brain, 1977, 100, 489-502. ALEXANDRE A., NERTEMPI P., FARINELLO C.: «Recognition memory alteration after severe head injury. Preliminary results in a series of 50 patients». J. Neurosurg. Sci., 1979, 23, 201206. ALEXANDRE A., COLOMBO F., NERTEMPI P., BENEDETTI, A.: «Cognitive outcome and early indices of severity of head injury». J. Neurosurg., 1983, 59, 751-761. BRUCE, D. A., SCHUT L., BRUNO, L. A.: «Outcome following severe head injuries in children». J. Neurosurg., 1978, 48, 679684. GIANUTSOS R.: «Personal computing and the transformation of an injured brain into a active mind». American Congres of Rehabilitation Medicine, Houston, Texas, 3 de noviembre de 1982. GRAHAM D. J., HUME ADAMS J., DOYLE, D.: «Ischemic brain damage in fatal non missile head injuries». J. Neurol. Sci., 1978, 39, 313-314. HOULBOURN A. H.: «Mechanism of head injuries». Lancet, 1943, 2, 438-441. KAPUR H., PEARSON M.: «Memory symptoms and memory performance of neurological patients». 5th INS European Conference, Dauville, Francia, 1982. LEVIN, H. S., GROSSMAN, R. G., ROSE J. E.: «Long term neuropsychological outcome of closed head injury». J. Neurosurg., 1979, 50, 412-422. LEVIN H. S. y EISENBERG K.: «Neuropsychological outcome of closed head injury in children and adolescents». Child’s Brain, 1979, 5, 281-292. LINDSAY W. J., BROOKS N, PHILLIPS W. A.: «Using microcomputer to study perception memory and attention after head injury». 5th INS European Conference, Dauville, Francia, 1982. LYNCH, W.: «Cognitive retraining using microcomputer games and other commercially available software». 11th annual meeting of the INS. Méjico, 2-5 de febrero de 1983. OMAYA A. K., GENNARELLI T. A.: «Cerebral concussion and traumatic unconsciousnes correlations of experimental and clinical observations on blunt head injuries». Brain, 1974, 97, 633-654. OPPENHEIMER D. R.: «Microscopic lesions in the brain following head injury». J. Neurol. Neurosurg. Psychiat., 1968, 31, 299306. REY A.: El examen clínico en Psicología. Buenos Aires, Kapeluz, 1958. RIMEL R. W., GIORDDANI B., BARTH J. T., BOLL T. J., JANE J. A.: «Disability caused by minor head injury». Neurosurgery, 1981, 9, 221-227. ROBERTS A. H.: Severe Accidental Head Injury. Londres, McMillan Press, 1979. VAN ZOMEREN A. H.: Reaction time and attention after closed head injury. Lisse, Swets and Zeitlinger, 1981. Recibido: abril de 1984. 75