1 TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen 11.- LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN 11.1. LA CRISIS DE 1808. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. La CRISIS DE 1808, comienza en el reinado de Carlos IV (1788-1808): éste había encumbrado al poder a un desconocido joven militar, Manuel Godoy, en detrimento de sus ministros ilustrados (Floridablanca, Aranda, etc). La política exterior de Godoy fue desastrosa: derrota contra la Francia revolucionaria (se le cede Santo Domingo en la paz de Basilea, 1795); alianza con Francia contra Gran Bretaña (Tratado de San Ildefonso, 1796), siendo ambas derrotadas en el cabo San Vicente. En 1804 estalla una nueva guerra contra Inglaterra que se salda con la derrota de las armadas francesa y española en Trafalgar (1805), donde la armada francoespañola fue destrozada, suponiendo el declive definitivo de la potencia naval española. El desastre naval supuso la reducción de los ingresos por el colapso del comercio colonial y la consiguiente bancarrota estatal. Godoy recurrió al endeudamiento (vales reales), al aumento de las contribuciones por parte de los privilegiados y a una tímida desamortización de tierras eclesiásticas. Esto le granjeó la oposición de la nobleza y el clero que, además, arremetían contra su origen plebeyo. A finales de 1807, la situación socioeconómica del país era grave: impuestos, guerras, hambre, etc. Las revueltas populares también culpaban a Godoy de esta situación de crisis. Unos y otros empezaron a proyectar una imagen positiva del príncipe heredero Fernando como único salvador del país. En octubre de 1807, fue descubierta una primera conspiración de Fernando (contra Godoy y contra sus padres), que se salda con el proceso de El Escorial. En el verano de 1807 Napoleón decidió invadir Portugal, y para ello firmó con el gobierno español el Tratado de Fontainebleau (octubre de 1807) por el que se autorizaba al ejército francés a atravesar España camino de Portugal. Entre noviembre y febrero, varios cuerpos del ejército francés al mando de Murat, se acuartelaron en varias ciudades importantes (Barcelona, Vitoria, Pamplona). Napoleón tenía una idea muy negativa del país y, sobre todo, del gobierno y la familia reinante, por lo que decidió invadir España y convertirla en una monarquía satélite. El 18 de marzo de 1808 se produjo el motín de Aranjuez, donde la multitud, dirigida por la nobleza palaciega y el clero (partidarios de Fernando), tomó al asalto el palacio real: Godoy fue depuesto y Carlos IV abdicó a favor de su hijo. Fernando fue enviado a Bayona para entrevistarse con Napoleón; también se encontraban allí el depuesto Carlos, que había reclamado la ayuda de Napoleón, la reina María Luisa y Godoy. Las negociaciones de Bayona (mayo de 1808) fueron vergonzosas: Fernando abdicó a favor de su padre, y éste lo hizo a favor de Napoleón. A renglón seguido, Napoleón entregó el reino a su hermano José. Estos son los prolegómenos de la GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814) que tuvo como estallido inicial el levantamiento del 2 de mayo en Madrid: la alarma sobre la salida de la capital de miembros de la familia real derivó hacia una lucha callejera contra los franceses y el aplastamiento de la resistencia popular y de algunos militares (Daoiz y Velarde) por las fuerzas de Murat. La mayor parte del ejército español se mantuvo al margen, las clases privilegiadas y las instituciones del Antiguo Régimen (Junta Suprema de Gobierno y el Consejo de Castilla) acataron la autoridad francesa, pero la reacción popular fue muy distinta y la rebelión se extendió por muchas ciudades del país (Bando del alcalde de Móstoles, Gijón, La Coruña, etc). A partir de aquí se puede decir que la guerra se desarrolla en tres fases: En lo que queda de 1808 se da la primera fase, con una clara desigualdad de fuerzas a favor de los franceses; las fuerzas españolas, unas 100.000, se vieron reforzadas por unidades I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen 2 inglesas y portuguesas. El nivel de eficacia del ejército francés no fue tan alta como en otros conflictos, ya que no pensaban encontrar una resistencia seria. Pero la población se alzó contra la invasión francesa surgiendo Juntas de armamento y defensa que fueron, en principio locales, luego provinciales para, en último lugar, formar la Junta Suprema Central. En las primeras semanas de guerra los franceses sufren una serie de reveses: la resistencia de ciudades sitiadas como Zaragoza (Agustina de Aragón) y Gerona, y las derrotas del Bruc y, sobre todo, Bailén. A raíz de esta última, José Bonaparte abandonó Madrid, los franceses levantaron el sitio de Zaragoza y fueron vencidos por los ingleses en Lisboa. Todo esto hizo que Napoleón interviniese personalmente: con 250.000 soldados entró en España y derrotó a las tropas españolas que le salieron al paso. El día 4 de diciembre entró en Madrid con su hermano. Cuando abandonó el país la victoria parecía asegurada para los franceses. La segunda fase comienza en 1809, con los franceses conquistando Andalucía, salvo Cádiz. Pero aún quedaban unidades del ejército español, era definitiva la entrada de Inglaterra en la guerra y se había organizado un gobierno de guerra, la Junta Suprema Central. La voluntad de resistencia popular se plasmó en el inicio de una guerra de guerrillas espontánea, popular y más eficaz que la lucha armada. Las guerrillas, eran unidades de paisanos armados (30-50 hombres) con el objetivo de mantener en constante amenaza a los franceses. Rehuyendo la batalla frontal, optaban por golpear las líneas de comunicación, la retaguardia y los abastecimientos franceses con repetidas emboscadas; vivían sobre el terreno con el apoyo de la población civil, lo que hacía muy difícil su captura. Minaron la moral del enemigo y le obligaron a mantener un elevado número de tropas como escolta y vigilancia, y no en el frente. Hubo guerrilleros liberales como El Empecinado, o absolutistas como el cura Merino. La tercera fase comienza en la primavera de 1812, cuando Napoleón tomó la decisión de atacar Rusia, por lo que retiró a muchas de sus mejores unidades de España. En marzo los franceses abandonan Portugal tras ser derrotados en Torres Vedras; poco después Wellington reconquista Badajoz, y en julio vence a los franceses en Los Arapiles. Tras las derrotas en Vitoria y San Marcial en 1813, José I se vio obligado a cruzar la frontera. El 11 de diciembre, asediado en su propio territorio, Napoleón firmaba el Tratado de Valençay, por el que restituía la Corona de España a Fernando VII. Las tropas francesas abandonan la península. La guerra de la Independencia tuvo las siguientes consecuencias: primero, supuso un colapso demográfico, ya que se calcula que hubo medio millón de muertos sobre una población de 11 millones. A las bajas por combate hay que sumar la de los exiliados, y las producidas por epidemias, hambrunas,etc; segundo, importantes daños materiales y económicos: grandes pérdidas en la agricultura, campos y ciudades arrasadas (Zaragoza, Gerona, etc), expolio artístico, parón de la industria textil catalana, ruina definitiva de la Hacienda española, etc; y tercero, las repercusiones internacionales: fue decisiva para el final napoleónico, y activó el proceso de independencia de la América española. La guerra supone el final del Antiguo Régimen, y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL en ambos bandos. Por parte de los franceses, José Bonaparte gobernó con dificultad por la resistencia de la mayor parte de la población, pero también por la desobediencia de sus propios generales o las continuas desautorizaciones de su hermano Napoleón. Aún así comenzó imponiendo el Estatuto de Bayona (1808), una Carta otorgada con la que trataba de dar una imagen de legalidad y modernidad a la monarquía. Nunca se llegó a aplicar. Le siguieron una serie de medidas modernizadoras: supresión de Secretarías y Consejos por Ministerios; abolición de la jurisdicción señorial; eliminación de las barreras aduaneras interiores; disolución de la Inquisición; reducción del número de conventos; expropiación de los bienes de la Iglesia y de parte de los grandes de España para amortizar la deuda. Pero fue una reforma con escasos apoyos pues para gran parte de la población española el nuevo gobierno era ilegítimo, extranjero y sustentado en el poder abusivo de las armas. Con José Bonaparte colaboraron los llamados afrancesados, entre los que se hallaban intelectuales, altos funcionarios y una parte de la nobleza; creían que José I conservaría la I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España 3 TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen integridad nacional con un poder fuerte y conseguiría la independencia económica con sus reformas. El fracaso de sus aspiraciones les supuso, al final de la guerra, el exilio. Por parte española, el clero, la nobleza y gran parte del pueblo deseaban la vuelta del absolutismo bajo Fernando VII y rechazaban todo cambio social. Pero el pueblo español, con su actitud de rebeldía frente al invasor, adoptó posiciones claramente revolucionarias al asumir el derecho a decidir sobre su propio destino. Los liberales (burgueses, profesionales, etc) veían en la guerra la oportunidad de realizar un cambio en el sistema político e implantar en España un sistema político liberal (constitución, soberanía nacional, división de poderes, instituciones representativas, etc), pero en su versión conservadora o doctrinaria, que se plasma en unos derechos limitados y un sufragio censitario. La mayoría del país, y no las autoridades del Antiguo Régimen, rechazó las abdicaciones y el Estatuto de Bayona, y formaron sus propios órganos de gobierno. Esto es un acto revolucionario porque rompían con el régimen absoluto y asumían la soberanía nacional. En septiembre de 1808 se formó en Aranjuez la Junta Suprema Central que coordinó la lucha y dirigió el país. Las Juntas eran dirigidas por la clase dirigente (nobles, clérigos, intendentes, generales, etc), y fueron las encargadas de convocar las Cortes que llevasen a cabo las reformas. 11.2. LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812. La Junta Suprema Central, asediada en Cádiz, decidió disolverse dando paso a una Regencia formada por cinco miembros. Se convocaron Cortes y se organizó una “consulta al país” sobre las reformas a realizar por las Cortes, predominando la crítica de los gobiernos de Carlos IV, causa de la ruina de España, y el deseo de poner fin a los privilegios estamentales. Se celebraron las elecciones, y en septiembre de 1810 se inauguraron las Cortes, entregando el Consejo de Regencia toda la autoridad a las mismas. Como muchos diputados no podían acudir a la convocatoria, se optó por sustituirlos por personas presentes en Cádiz, muy influidas por el ambiente liberal de la ciudad. La composición mayoritaria procedía de las capas medias urbanas (funcionarios, abogados, comerciantes), aunque también había un centenar de eclesiásticos y medio centenar de aristócratas. El sector liberal consiguió la formación de una cámara única (frente a la tradicional estamental bicameral) y la aprobación del principio de soberanía nacional, que proclama que el poder reside en el conjunto de los ciudadanos. La Constitución se promulgó el 19 de marzo de 1812 (“la Pepa”), convirtiéndose en la primera de la historia de España. Se trata de un texto largo, 384 artículos, en el que se plasman las diferencias entre absolutistas y liberales, predominando los postulados de éstos últimos, pero también su naturaleza de compromiso, como se demuestra en el interés por mostrar las bases de la Constitución como procedentes de “las antiguas leyes fundamentales de la Monarquía”-las Cortes con el Rey- anteriores a las de Austrias y Borbones, y por el hecho de no recoger ningún principio abstracto proveniente de la Revolución francesa y de su Constitución de 1791. La Constitución de 1812 se puede analizar de la siguiente forma: Contiene una declaración de derechos del ciudadano que se hallan dispersos por todo el texto: libertad de pensamiento y de opinión, igualdad ante la ley, derecho de petición, derecho de propiedad (libre, absoluta e individual), etc. La nación se definía como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios. La estructura del Estado se corresponde con una monarquía limitada (“monarquía moderna hereditaria”) con división de poderes: I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España 4 TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen o o o el poder legislativo recae en las Cortes, que representan la voluntad nacional y poseen amplios poderes: elaborar leyes, aprobar presupuestos, mando sobre el ejército, etc. Los diputados tienen un mandato de dos años, eran elegidos por sufragio universal masculino, indirecto y censitario, y eran inviolables en el ejercicio de sus funciones. Las Cortes se reúnen anualmente y la Diputación Permanente vela por la observancia de la Constitución cuando las Cortes no estén reunidas. el poder ejecutivo recae en el rey, que posee la dirección del gobierno y veto suspensivo de las leyes por dos años. Pero hay hasta doce limitaciones a la autoridad real. Sus decisiones eran refrendadas por los ministros. No hay control parlamentario del gobierno. el poder judicial era competencia de los tribunales, estableciéndose los principios básicos del Estado de derecho: códigos únicos, inamovilidad de los jueces, garantías de los procesos, etc. Se reconocen dos fueros especiales: el militar y el ecleseástico. Otros artículos de la Constitución: reforma fiscal y de Hacienda, servicio militar obligatorio y creación de un ejército nacional, implantación de una enseñanza primaria, pública y obligatoria, división del territorio en provincias, elección de los alcaldes, creación de la Milicia Nacional (cuerpo de defensa del Estado liberal) y afirmación de la confesionalidad católica del Estado. Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz llevaron a cabo una importante legislación ordinaria destinada a eliminar el Antiguo Régimen y a ordenar el Estado como un régimen liberal. Se decreta: la supresión de los señoríos jurisdiccionales (los territoriales pasaron a ser propiedad privada de los señores, por lo que los campesinos quedaron sin tierras), la eliminación de los mayorazgos, la desamortización de las tierras comunales, la abolición de la Inquisición, la expropiación de bienes de obras pías y órdenes militares, la libertad de imprenta, la anulación de los gremios y la unificación del mercado. Se sientan las bases para la modernización de España. Los legisladores de Cádiz elaboraron un marco legislativo muy avanzado, pero su obra no tuvo una gran incidencia práctica: en la guerra no se pudo aplicar y, al final de ella, la vuelta de Fernando VII supone su eliminación y la vuelta al absolutismo, por lo que es difícil juzgar su validez. Pero ello no impide indicar que la Constitución de 1812 supone el comienzo del constitucionalismo español y que es el símbolo liberal por excelencia de nuestra historia. 11.3. FERNANDO VII: ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO. Los liberales desconfiaban de Fernando VII y querían que jurase la Constitución cuanto antes; pero los elementos absolutistas –nobleza y clero- se adelantaron y en Valencia demandaron al rey la vuelta del absolutismo (Manifiesto de los Persas), movilizando a parte del pueblo llano. Así, el 4 de mayo de 1814, Fernando VII lleva a cabo un golpe de estado mediante un Real Decreto que anulaba toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz y abolía la Constitución, y desencadenó una feroz represión, deteniendo o asesinando a liberales y afrancesados. Da comienzo el SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820) que suponía la vuelta al Antiguo Régimen: además de la Constitución, fueron suprimidas las leyes desamortizadoras, la libertad de imprenta y la reforma de los impuestos, se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia y se restablecieron la Inquisición y la Mesta. A partir de 1815, los sucesivos gobiernos intentaron un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra a partir de los principios del Antiguo Régimen. Había elevadas pérdidas humanas y materiales, ruina del campesinado, paralización del comercio y de la I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen 5 producción manufacturera; además el Estado estaba en quiebra por la creciente deuda y por la guerra con las colonias americanas (que suponía muchos gastos y pérdida de ingresos). También había un cambio de mentalidad de muchos grupos sociales a raíz de la guerra de la Independencia: el campesinado había dejado de pagar las rentas señoriales, por lo que su restitución desencadenó numerosos movimientos de protesta; la burguesía urbana que había desarrollado empresas y negocios con la libertad de fabricación y mercado, se ve perjudicada por la represión, el hundimiento del comercio colonial y las restricciones gremiales; por último, el Ejército era otro foco de descontento ya que muchos de los jefes guerrilleros habían sido apartados del ejército por el rey, mientras que los que permanecían en él organizaron un sector liberal que protagonizaría numerosos pronunciamientos (Mina, Lacy, Porlier, Vidal …). La única respuesta para solucionar estos problemas fue la represión. Poco a poco se reorganizó el movimiento clandestino liberal: círculos secretos y sociedades masónicas que establecieron contactos con los exiliados y empezaron a organizar conspiraciones. Finalmente, el 1 de enero de 1820, el comandante Riego se pronunció con éxito a favor de la Constitución, inaugurando el TRIENIO LIBERAL (1820-23). La pasividad del ejército, la acción de los liberales en las ciudades y la neutralidad de los campesinos obligaron al rey a aceptar la Constitución el 10 de marzo. Se formó un nuevo gobierno que convocó elecciones a Cortes. Los resultados dieron la mayoría a los liberales, que iniciaron una importante obra legislativa reformista, que venía a restaurar gran parte de las reformas de Cádiz: Las principales afectaban a la reforma agraria, como la supresión de las vinculaciones, la desamortización de propios, baldíos y tierras de la Iglesia, la reducción de los diezmos y la libre circulación de los productos agrarios. Estas medidas liberales convirtieron en nuevos propietarios a los antiguos señores, mientras que los campesinos no accedieron a la propiedad de la tierra, y se convirtieron en arrendatarios que podían ser expulsados de las tierras si no pagaban, con lo que perdían sus tradicionales derechos. Es así como el campesinado se sumó a la agitación antiliberal. Otras medidas importantes fueron: la política religiosa fue anticlerical y en defensa de la autoridad estatal: los clérigos debían jurar la Constitución, se suprimió la Inquisición y la Compañía de Jesús, se disolvían todos los conventos y se desamortizaban sus bienes para venderlos y amortizar la deuda. La reforma militar buscaba garantizar el sometimiento del ejército al poder civil y al orden constitucional. Además, se restablecía la Milicia Nacional. La reforma educativa: secularización y extensión de la enseñanza. Se intentó resolver el problema de la Hacienda: devaluación de la moneda, recorte de gastos, créditos extranjeros y reforma fiscal que no se aplicó. Por último, se impulsó la liberalización de la industria y el comercio. El Trienio Liberal se caracterizó por la agitación política permanente y tensiones que impidieron su estabilidad y continuidad. Las causas de ello son varias: En primer lugar, la oposición de Fernando VII que, desde el primer momento mantuvo ministros absolutistas, se enfrentó a las Cortes, vetó leyes y conspiró contra el gobierno pidiendo secretamente una intervención extranjera que le restaurara en el poder absoluto. En segundo lugar, los intentos contrarrevolucionarios liderados por la nobleza y el clero: partidas guerrilleras absolutistas y la fundación de una regencia absolutista en la Seo de Urgel. Por último, la propia división entre los liberales entre: los moderados, minoritarios, (burguesía urbana de negocios), partidarios de un gobierno fuerte, de una libertad de prensa limitada, del sufragio censitario, de la propiedad y el orden; y los radicales, mayoritarios, (militares exaltados, intelectuales, profesiones liberales y capas populares urbanas), partidarios de una aplicación avanzada de la Constitución: control parlamentario del Gobierno, sufragio universal, libertad de opinión, anticlericalismo, etc. Pasaron a gobernar a partir de julio de 1822. Finalmente, las potencias absolutistas europeas decidieron intervenir para acabar con el régimen liberal. En abril de 1823, unos 100.000 soldados (los Cien Mil Hijos de San Luis), con el refuerzo de 35.000 voluntarios realistas, repusieron a Fernando VII como monarca absoluto. I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España 6 TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen A partir de ese momento comienza la parte final del reinado de Fernando VII, la llamada DÉCADA OMINOSA (1823-33). Una vez más volvía el absolutismo y era anulada toda la legislación liberal del Trienio. Volvió la represión y el terror contra los liberales durante toda la década: ajusticiamiento de Mariana Pineda, fusilamientos, encarcelamientos, exilio, expropiación de sus bienes y depurados de la administración y el ejército. Se restableció una rígida censura. Además, se creó el Voluntariado Realista, formado por partidarios del absolutismo más rígido, que sustituyó a la Milicia Nacional, y emprendió una política de “ajuste de cuentas” por todo el país. Pero este absolutismo no podía ser idéntico al de 1814, y tuvo que introducir cambios para mantener el Antiguo Régimen: se mantuvo abolida la Inquisición y las dificultades económicas, agravadas por la pérdida de las colonias de América, llevó a un recorte de los gastos y a la búsqueda de la colaboración del sector moderado de la burguesía financiera e industrial. Esta tímida moderación provocó la reacción de los realistas y de los sectores más reaccionarios de la Corte, que se agruparon en torno a la figura del hermano de Fernando, Carlos María Isidro, y su previsible sucesor. En 1827 se levantaron partidas realistas en Cataluña (los Malcontents) que defendían el retorno a las costumbres y fueros tradicionales. Los sublevados fueron vencidos y ejecutados por orden de Fernando. Era el comienzo del carlismo. En este contexto se desencadena la crisis sucesoria. Después de no tener descendencia de sus tres primeros matrimonios, en 1829 Fernando contrajo matrimonio con María Cristina, que al año siguiente dio a luz a Isabel. La Ley Sálica, implantada por Felipe V, impedía el trono a las mujeres, pero Fernando VII derogó la ley mediante la Pragmática Sanción, restableciendo la línea sucesoria de las Partidas, favorable a la sucesión femenina. El gran perjudicado, el infante Carlos, y el sector más ultraconservador, los carlistas, se negaron a aceptar la nueva situación. Frente a estos se formó un sector de absolutistas moderados, con apoyos liberales, partidarios de reformas políticas y económicas, que se apoyó en la reina y pasaron a defender los derechos de la princesa. Entre ambos sectores se establecía no solo una lucha por la sucesión al trono, sino por imponer un determinado modelo sociopolítico. En septiembre de 1832, diversas intrigas palaciegas dirigidas por carlistas, consiguieron que un Fernando agonizante firmara la supresión de la Pragmática. Pero se restableció y volvió a ponerla en vigor, al mismo tiempo que colocaba al frente del gobierno a un absolutista moderado, Cea Bermúdez, que decretó una amnistía que suponía la vuelta de cien mil exiliados liberales. En 1833 murió Fernando y se iniciaba la regencia de María Cristina. El mismo día, don Carlos se proclamó rey, iniciándose un levantamiento absolutista en el norte de España y Cataluña. Comenzaba la primera guerra carlista. 11.4. LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA. Hay una gran variedad de causas o factores que explican el movimiento independentista: - la política borbónica del siglo XVIII de incremento del control económico, fiscal y administrativo, provocó el descontento de los criollos (10-15% de americanos descendientes de españoles), que formaban el grupo social más dinámico y económicamente poderoso y que, sin embargo, se veían discriminados para ocupar los principales cargos públicos, siempre en manos de los peninsulares (2% de la población). Además, veían frenada su expansión económica en beneficio de una economía peninsular de carácter colonial. - hay numerosos movimientos de protesta y levantamientos campesinos. - la propia crisis del poder político de la metrópoli: guerra de la Independencia, enfrentamiento entre absolutistas y liberales (cuyo ideal adoptan los criollos). - las influencias exteriores: de la revolución francesa y de la independencia de EE.UU., así como el interés de Gran Bretaña por comerciar libremente con América. El proceso de independencia es complejo, tanto desde un punto de vista político como I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España TEMA 11. La crisis del Antiguo Régimen 7 militar pero, en general, se puede decir que fue liderado por las principales ciudades de la América colonial, y dentro de ellas por las élites criollas. Los indígenas tuvieron al principio una actitud pasiva cuando no favorable a la metrópoli (excepto en México), pero con el tiempo se incorporaron al movimiento emancipador. Se pueden distinguir las siguientes etapas: Una primera etapa (1808-1814), paralela a la guerra de la Independencia. La burguesía criolla en nombre de Fernando VII depone a las autoridades, no acepta la autoridad de Jose Bonaparte y acaba por rechazar la autoridad de la Junta Suprema Central. Se llegan a formar Juntas revolucionarias autónomas de la metrópolis. Pero las divisiones internas de los criollos permitieron la reacción de los realistas y la reconquista de las ciudades sublevadas. El control se restableció definitivamente con el envío de un ejército de 100.000 hombres desde la península. México fue un caso particular, porque allí los criollos se aliaron con los peninsulares para aplastar al movimiento indigenista de indios y mestizos, liderados por Hidalgo y Morelos. Las Cortes de Cádiz consideraron las colonias como territorio español y reconocieron los derechos de los criollos, pero fueron incapaces de intervenir frente al movimiento independentista, dado que apenas podían controlar el territorio hispano. Una segunda etapa (1814-1820) coincide con la restauración del absolutismo en España, lo que reavivó en América las ansias de independencia. Así, desde el sur se proclama la independencia de las Provincias Unidas de Suramérica en 1816. San Martín cruza los Andes y derrota a los españoles en Chacabuco y proclama la independencia de Chile en 1818. Desde Venezuela, Simón Bolívar proclama en enero de 1819 la República de la Gran Colombia (actuales Venezuela y Colombia) y derrota a los realistas en Boyacá (1819). La última fase (1820-1824) se produce tras la revolución de 1820 en España. San Martín desde el sur y Bolívar desde el norte convergieron sobre el virreinato del Perú. En julio de 1821 se proclama la independencia del Perú. Un año más tarde se entra en Quito. En 1824 se produce la decisiva victoria sobre el ejército español en Ayacucho, y meses más tarde se proclama la independencia de Bolivia. Por su parte, en México, Iturbide recibiendo el apoyo de todas las fuerzas sociales, derrotó al ejército realista y proclamó la independencia mediante el Plan de Iguala. En este momento, solo Cuba y Puerto Rico seguían permaneciendo como posesiones españolas en América. ¿Cuál es el balance de este movimiento independentista? En primer lugar, los nuevos países se constituyeron como estados-nacion, olvidándose los proyectos federalistas y regionalistas. Así, el sur se disgregó en Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile, mientras que la Gran Colombia se disolvió en las repúblicas de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. El sueño de Bolívar de conseguir una América unida, poderosa y solidaria se mostró imposible. Aunque el poder político y económico quedó en manos de los criollos, la toma del poder por los militares (caudillismo) fue un fenómeno muy frecuente en las nuevas repúblicas, dando lugar a una gran inestabilidad constitucional. La gran mayoría de la población india, negra o pobre, quedó abandonada a su suerte, lo que daría lugar a profundas convulsiones sociales. Además de por la fuerza independentista, la derrota española se debió a los problemas internos de la monarquía absoluta. Hubo falta de fondos, descontento en el ejército e incomprensión acerca de la fuerza y la naturaleza del movimiento emancipador. La Hacienda real quedó exhausta. España pasó a ser una potencia de segundo orden, con pérdida de mercados y de recursos, justo cuando en Europa se iniciaba la industrialización. La independencia política no supuso la independencia económica para el subcontinente. El dominio español fue sustituido por la constante intromisión de Gran Bretaña y Estados Unidos. Desde 1814, el apoyo diplomático británico al independentismo fue en aumento, tanto por interés comercial como por rechazo del absolutismo. En 1823, el presidente de los EE.UU. Monroe declaró: “América para los americanos”, dando a entender a las potencias europeas que EE.UU. consideraban a Latinoamérica como su zona natural de influencia política y económica, y que no toleraría injerencias extranjeras. Su influencia dominante se deja sentir desde entonces. I.E.S. Ciudad de los Ángeles. Carlos Goicoechea. Hª de España