alfonso melon muñoz

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ALFONSO MELON MUÑOZ
Abogado del Estado
APUNTES SOBRE EL REGIMEN DE
LAS ADQUISICIONES "A NON
DOMINO" EN EL DERECHO FORAL
DE NAVARRA
SUMARIO
l.
INTRODUCCION
JI. IDEAS GENERALES
III. ESTUDIO DE LA LEY 355 DEL FUERO NUEVO
IV. EFECTOS INMOVILIARIOS DE LA LEY 355
V. ESTUDIO DE LA LEY 358 DEL FUERO NUEVO
NOTA BIBLIOGRAFICA
l. INTRODUCCION
Se pretende en el presente trabajo el estudio, o una aproximación a él, del problema
de la aplicación del régimen común del Código Civil (en adelante, CC) en sede de adquisi­
ciones verificadas a partir de negocios traslativos celebrados por un no titular con un terce­
ro, que se encuentra en la posición de adquirente. Frente al sistema denominado "germáni­
co" propio del artículo 464 del CC, que la doctrina más acertada y la jurisprudencia más
constante y reciente reconocen, se sitúan las leyes 355 y 358 del Fuero Nuevo, que incluso
hacen dudar de [a plena vigencia del artículo 34 de la Ley Hipotecaria (en adelante, LH) en
Navarra. Ha de tenerse presente también la cuestión de las transmisiones llevadas a efecto
por el Estado o las entidades públicas, cuando aquél o éstas no sean los verdaderos titulares
de los bienes transmitidos.
11. IDEAS GENERALES
Dentro del Derecho civil común en España, parece que es pacífica la admisión de la
adquisición de la propiedad de los bienes muebles, o del derecho que sobre ellos se transmi­
ta, por parte del "accipiens" en caso de que el transmitente no sea titular de la cosa o dere­
cho de referencia, siempre que COnClIITa buena fe en aquél. Así se ha pronunciado tradicio­
nalmente un importante sector de la doctrina (Hernandez Gil. Melón Infante, De la Cámara,
APUNTES SOBRE EL...
ALFONSO MELON MUÑOZ
etc.) cuyo criterio ha sido ratificado por el del Tribunal Supremo en los últimos tiempos,
rectificando así su postura anterior, de [a que es paradigma la Sentencia de fecha 19 de
junio de 1945. A título de mera indicación, baste la cita del fallo de 25 de febrero de 1992,
Ar. [549, en el que se afirma lo que sigue. "En el artículo 464, se protege al adquirente de
buena fe, diciendo que su posesión equivale al título. La más reciente jurisprudencia de esta
Sala interpreta que la equivalencia significa titularidad dominical (S. de 26 de junio de
1984, RJ, 3263); que se sienta la regla de irTeivindicabilidad de [a cosa mueble cuya pose­
sión se ha adquirido de buena fe, por lo que el inciso primero del párrafo primero del artícu­
lo 464 del Código Civil se refiere a título de dominio (S. de 3 de marzo de L980 RJ,841);
que atendiendo a la interpretación germanista que, aunque no en una línea pacífica y uni for­
me, predomina en la jurisprudencia, la equivalencia entre posesión y título es igual a título
de dominio que hace las cosas irreivindicables (S. de 15 de febrero de 1990. RJ, 687)".
Régimen distinto es el de los bienes inmuebles, como es sabido. No existen en nues­
tro Derecho, al margen del Registro de la Propiedad, transmisiones "a non domino", en
tanto no hay dentro del Derecho común norma parangonable al repetido artículo 464 Ce.
Es, sin embargo, el principio hipotecario de fe pública registral el que con el fin de proteger
al tercero de buena fe sanciona el mismo efecto. Por una parte se encuentra, en fin, el artí­
culo 464 CC, aplicable a los bienes muebles no adquiridos en establecimiento comercial, y
por otra el 34 de la Ley Hipotecaria, que protege en su derecho al tercero que adquiere a
título oneroso de persona que en el Registro aparezca con facultades para transmitir, con­
fiando en la exactitud del asiento e inscribiendo su adquisición.
Junto a esos preceptos, se encuentran otros como los 85, 324, 545 del Código de
Comercio, o el artículo 9 de la Ley 241 1988, de 8 de julio, que por su carácter mercantil no
plantean problemas de vigencia en los territorios forales, o, en su caso, para sujetos de dere­
cho aforados a ciertos regímenes civiles diversos al común.
111. ESTUDIO DE LA LEY 355 DEL FUERO NUEVO
El tenor literal de la citada norma es el punto de partida al efecto. '"La propiedad de
las cosas se adquiere por acto de disposición mortis causa o por entrega de la- mismas
hecha por su propietario en virtud de un convenio que justifique la transmisión. También
puede adquirirse por usucapión o prescripción adquisitiva, por hacerse una cosa accesoria
de otra principal y por disposición de la Ley".
De este precepto interesa especialmente la alocución " ... por entrega de las mismas
hecha POR SU PROPIETARIO en virtud de un convenio que justifique la transmisión".
Una interpretación del mismo conforme a los criterios hermenéuticos del artículo 3 CC, de
aplicación general por virtud de lo dispuesto en el 311Ículo 13 del mismo texto, conduce sin
duda a excluir del sistema del Fuero la vigencia del régimen derivado del citado artículo
464 Ce. De acuerdo con éste, "las nOlmas se interpretarán según el sentido propio de sus
palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos y la realidad
social del tiempo en que han de ser aplicadas. atendiendo fundamentalmente al espítitu y
fInalidad de aquéllas".
Así, desde el plano literal no hay lugar a duda del sentido de la ley transcrita al
emplear la voz "propietario", No se dice titular, poseedor o cualquier término semejante
que pudiera no identificarse con el concepto de dueño. Incluso, lo tajante de la expresión
permite cuestionarse la aplicación del artículo 34 LH en Derecho navalTO, como se verá.
Por lo que toca a la inteligencia en relación con los antedentes legislativos, la conse­
cuencia no dista gran trecho de la anterior. El ordenamiento civil de Navarra se encuentra
sometido a un fuerte ascendiente del Derecho romano, hasta el punto de que la ley I de la
Compilación invoca directamente a aquél como elemento de interpretación del propio Fuel"O
Nuevo. Igualmente, el método histórico se ve subrayado por lo afirmado en la citada ley.
"Como expresión del sentido históricQ y de la continuidad del Derecho Privado Foral de
NOTAS YCOMENTARIOS
Navarra, conservan rango preferente para la interpretación e integración de las leyes de la
Compilación, y por este orden: las leyes de Cortes posteriores a la Novísima Recopilación; la
Novísima Recopilación; los Amejoramientos del Fuero; el Fuero General de Navarra; los
demás textos legales, como los fueros locales y el Fuero Reducido, y el Derecho Romano
para las instituciones o preceptos que la presente Compilación hayan recibido del mismo".
De acuerdo con ello, parece claro el sentido histórico de la ley 355, que recoge el
principio romano "nema dat quod non habet", que consagra la regla, con valor de principio
general, de que nadie puede transmitir a otro más derechos sobre una cosa de los que real­
mente ostenta sobre la misma. ("Nema plus iuris ad alium transferre potest quam ipse
habet". D. 50, 17,54.). Así, el verdadero propietario de un bien transmitido por un no titular
a un tercero de buena fe puede en todo caso reivindicar la cosa del adquirente, en tanto no
se haya consumado el plazo de prescripción. ("Ubi rem meam invenio ibi vindico").
El referido sistema es contrario al del Derecho Civil común en España, que como se
indicó, parte de principios opuestos recibidos del Derecho germánico, que se basaba en la
confianza depositada por el verdadero dueño en el tenedor que indebidamente transmitió la
cosa.
La consecuencia de lo hasta ahora expuesto, por demás simple, es obligada. En la
medida en que en el Derecho Foral estudiado existe un precepto como la ley 355 no cabe
entender aplicable el régimen del artículo 464 CC dentro del ámbito de aquél. Tanto más
cuanto que la norma citada se configura como un auténtico principio general, calificación
que resulta, primero, de la naturaleza de la regla que consagra, que supone recoger una
opción legislativa determinada en sede de adquisiciones "a non domino", lo que imbuye y
condiciona la interpretación de la propia ley, así como su hipotética fuerza excluyente de
otros preceptos de carácter generala común; y segundo, de la ubicación sistemática de la
misma, al quedar recogida dentro del Libro 11I, "De los bienes"; Título Primero, "De la pro­
piedad y posesión de las cosas"; Capítulo Primero, "Principios Generales".
Asimismo, en tanto que el orden de prelación de fuentes sitúa tras la costumbre y las
leyes de la Compilación a los principios generales del Derecho navarro con antelación al
Derecho supletorio, se confirma la tesis anteriormente expuesta.
IV. EFECTOS INMOBILIARIOS DE LA LEY 355
Hasta este momento se ha extraído la conclusión de la falta de vigencia del sistema
de adquisiciones mobiliarias "a non domi1no" de carácter civil en el ámbito foral navano. Al
aceptar tal afirmacíón se hace preciso examinar con más detalle el alcance de la misma, así
como las consecuencias que puede traer consigo.
a) Se suscita, en primer término el problema del tratamiento que, desde el plano del
Derecbo interregional deba darse a la norma tan repetida. Esto es, en cuanto en el ordena­
miento interno español coexisten regulaciones divergentes del fenómeno considerado, se
hace preciso definir si la norma que consagra o excluye la adquisición automática de los
bienes recibidos de quien no es su propietario debe considerarse una regla de contenido real
o si, por contra, se u'ata de un precepto que regula las consecuencias o efectos de las obliga­
ciones conl"ractuales.
La diferencia de adoptar una 11 otra postura es patente. En efecto, si se estima que el
régimen de adquisición del derecho real en las transmisiones derivativas es un elemento
integrante del contenildo del derecho adquirido, su sede natural es el artículo 10.1 CC con­
forme al cual, "la posesión, la propiedad, y los demás derechos sobre los bienes inmuebles,
así como su publicidad, se regularán por la ley e1el lugar donde se hallen. La misma ley será
aplicable a los bienes muebles". Rige, en suma, la "Iex rei sitae". Por contra, si se entiende
que el régimen de incorporación del derecho al patrimonio de su tituhlr es un efecto del
cumplimiento de una obligación contractual, la ley de conflicto aplícable será la recogida
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en el artículo 10.5 CC, que consagra un régimen totalmente distinto. "Se aplicará a las obli­
gaciones contractuales la ley a la que las partes se hayan sometido expresamente, siempre
que tenga alguna conexión con el negocio de que se trate; en su defecto, la ley nacional
(personal) común a las partes: a falta de ella, la de residencia habitual común, y, en último
término, la ley del lugar de celebración del contrato". La relevancia de una u otra opción es
patente, en la medida en que, admitida la postura primera, sólo cabe la vigencia del régimen
navarro en el territorio de la Comunidad Foral. Sin embargo, si se acoge la segunda de las
expuestas, la consecuencia es la extensión de la norma a todos aquellos negocios traslativos
seguidos de tradición que se sometan a la ley navarra, aunque se celebren fuera del citado
territorio o tengan por objeto bienes no situados en él. Al tiempo, desde la perspectiva del
Derecho común,si se sigue la tesis inicial, se excluye la aplicación en todo caso de éste en
el territorio foral. De acogerse la contraria, cabe admitir la aplicación del Código a bienes
situados en tenitorio aforado en caso de que la ley por la que se rija el contrato que tenga a
aquellos por objeto sea la común. Ello a reserva de lo que se dirá en cuanto a la interpreta­
ción de la voz "publicidad" del artículo 10.1 CC respecto de los inmuebles inmatricu1ados
en el Registro de la Propiedad.
En nuestra opinión, es más correcto considerar el sistema de adquisición un efecto
del contrato, ya que es más conforme con la distinción entre el contenido del derecho
adquirido, que se rige por la norma sustantiva del lugar donde se encuentra la cosa sobre la
que recae, y la forma de adquirirlo, consecuencia del cumplimiento de la obligación del
transmiten te y deslindable técnicamente de cuál sea el régimen material del derecho en
cuestión.
Sin embargo, la voz "publicidad" a que se ha hecho referencia parece exigir en todo
caso una aplicación territorial. Si se incluye en su ámbito todo lo atinente a los efectos de
la incorporación de los actos y contratos sobre inmuebles en el Registro, se concluye en
que la aplicación de la norma que pueda afectar a la institución registra1 será siempre teni­
torial.
b) Problema de sumo interés y complejidad es la extensión del campo de la repetida
ley 355; en concreto, el examen de su aplicación al campo de las transmisiones inmobilia­
rias, cuando las adquisiciones subsiguientes se ven protegidas por la fe pública registral. Es
decir, hasta qué punto puede la norma foral enervar la vigencia del artículo 34 LH dentro de
su ámbito.
La inclusión de los bienes inmuebles dentro de la regla de la citada ley queda fuera
de cuestión, en principio. Si se recuerda el tenor de la misma, se observa cómo éste emplea
la expresión "cosas", sin distinción alguna entre muebles e inmuebles. En tanto que las
cosas "que son o pueden ser objeto de apropiación se consideran como bienes muebles o
inmuebles" (art. 333 CC), no hay razón para distinguir. "Ubi lex non distinguir nos nec dis­
tinguire debemus".
Igualmente hay que recordar en este punto el sentido histórico y el ascendiente
romano del Derecho navano, recogido en la ley l del Fuero Nuevo. En efecto, dentro del
Derecho romano la distinción de las cosas en muebles e inmuebles carece de relevancia. El
tratamiento jurídico de unas y otras nO diverge. Antes al contrario, son otras clivisiones con­
ceptuales de los bienes las que presentan consecuencias en el plano de su régimen juridico.
Así, la distinción entre res mancipi y res nec manci pi, res sacrae y res humani ¡uris, etc.
Ello debe también tenerse presente a la hora de valorar el concepto de "cosas" que incorpo­
ra la ley estudiada.
La consecuencia de tal criterio, cuando se trate de adquisiciones de inmuebles no
protegidas por el artículo 34 LH, ya por no concurrir las circunstancias exigidas por éste, ya
por tener lugar al margen del Registro de la Propiedad, no es especialmente relevante.
Supone aplicar el mismo régimen a las cosas raíces que él las muebles, siendo además coin­
cidente con el del Derecho común, que no admite las adquisiciones inmobilialias "a non
domino" si no es por efecto del principio de fe pública registral. El problema surge cuando
.....
NOTAS YCOMENTARIOS
las consideradas son las adquisiciones en las que entra en juego el citado principio hipote­
cario, en tanto puede haber colisión entre una norma de carácter foral y un precepto de
Derecho hipotecario.
La cuestión nos lleva a examinar la relación entre la ley foral y la inmobiliaria regis­
tral, así como la ubicación de una y otra en el reparto competencial dibujado por la Consti­
tución de 1978.
a') El Derecho inmobiliario registral o hipotecario es, fuera de toda duda, parte del
civil. En concreto, siguiendo a Sanz Fernández, es "el conjunto de normas de Derecho civil
que regulan las fonnas de publicidad de los actos de constitución, modificación, transmi­
sión y extinción de los derechos reales sobre fincas ,.' a través del Registro de la Propie­
dad". Cabe también recordar al efecto, el parecer de la Exposición de Motivos de la Ley de
Hipotecas de 8 de febrero de 1861, conocida como "luminosa", que se refiere a la legisla­
ción hipotecaria calificándola de "tan interesante parte de la legislación civil", No, en fin, se
trata de un campo normativo autónomo o una disciplina distinta al Derecho civil. Ello pare­
ce que, en principio, impide divorciar sus contenidos y normas de las restantes civiles, En
tal sentido, cabría entender que los preceptos de la Ley y el Reglamento Hipotecarios que
regulen aspectos sustantivos de la institución registral, se relacionarán con los Derechos
forales como el resto de las normas de Derecho civil común, No aquellos otros que, no obs­
tante incluirse en la rúbrica "Derecho hipotecario", tienen un carácter y contenido más pro­
pio del Derecho administrativo o procesal; por ejemplo, los preceptos reguladores de la
ordenación, horario, libros, asientos en su aspecto formal, recursos frente a la calificación
del Registrador, publicidad formal, etc. Por lo demás, materias éstas competencia exclusiva
del Legislador estatal al abrigo del artículo 149.1.8 CE "en todo caso", No obstante, sobre
este punto volveremos más adelante,
Dentro de los referidos contenidos sustantivos de las normas hipotecarias, se sitúan
las que consagran los llamados principios hipotecarios. Entre ellos, el de fe pública o buena
fe, conforme al cual, como expone don Jerónimo González en sus "Principios Hipoteca­
rios", "resulta en ocasiones confirmado el error del adquirente que ha creído en la exactitud
del asiento, y, en otros términos, se protege su buena fe en perjuicio del verdadero derecho­
habiente", siempre que en aquél conCUlT<1n las exigencias del actual artículo 34 LH.
Como se habrá advertido, el problema suscitado consiste en determinar en qué medi­
da una norma como la expuesta goza de virtualidad limitadora de un precepto y un princi­
pio esencial de un sistema foral; tanto más cuanto que en uno y otro caso se trata de normas
de carácter civil. No se trata de separar y oponer los Derechos forales y el Inmobiliario
Registral, en cuanto éste complementa y está al servicio de aquellos y del común, publican­
do las relaciones y negocios celebrados conforme a unos u otro, sino de valorar si existe
confrontación entre el sistema de adquisiciones "a non domino" vigente en Derecho nava­
rro que rechaza plenamente tal figura, y el principio de fe pública registral, que de admitirse
su aplicación en el ámbito estudiado, podría significar la operatividad de aquéllas en trans­
misiones de bienes raíces sometidas a la Ley foral () sitos en (según la postura que se adopte
al interpretar la voz "publicidad" del artículo 10, I CC), territorio de Derecho foral.
Por lo tanto, si estamos en presencia de dos leyes civiles en conflicto, podría enten­
derse que habrá de resolverse éste, en el campo de lo foral, siguiendo el orden de prelación
de fuentes del Derecho afectado. Con pleno respeto al mismo en las provi ncias o territorios
en los que está vigente, parafraseando el artículo 13.2 CC, de aplicación general. Lo que
llevaría a la inaplicabilidad del repetido principio hipotecario en Jos términos antes expues­
tos,
Si, por el contrario, estimáramos que las normas de Derecho inmobiliario registral,
no obstante su condición civil, deben quedar al margen del fenómeno foral, (a cuestión no
suscitaría el menor problema. Así sucede con los preceptos que, dentro elel Derecho Priva­
do, en el ámbito mercantil consagran verdaderas adquisiciones "a non domino", ya sea por
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vía de adquisición ya por cauce de irreivindicabilidad, cuya aplicación en las regiones fora­
les no se discute.
Pese a que las razones hasta ahora expuestas son dignas de consideración, quizá la
solución acertada sea la contraria a ta que se deriva del hilo argumental seguido. Funda­
mentalmente por dos motivos. De una parte, los problemas que, en sede constitucional se
suscitan ele optar por la exclusión por la norma foral del principio hipotecario considerado;
de otra, la adecuaela inteligencia del Derecho foral, así como su extensión y naturales lími­
tes.
b') En cuanto a la primera de las
cuanto sigue.
cue~tiones
mencionadas hay que tener presente
El punto de partida es entender, como hipótesis argumental, que el Derecho hipote­
cario puede verse afectado en su vigencia territorial por las normas civiles forales contra­
rias. Ello conduciría por lo antes expuesto a la no aplicación del artículo 34 LH en el campo
del Derecho navan·o. De acuerdo con esto, la fuerza normativa de la Ley foral se extiende
al campo de la institución registra!. Habrá que plantearse en qué medida eso es posible en el
vigente ordenamiento constitucional, especialmente en sede de distribución de competen­
cias legislativas entre el Estado y las Comunidades Autónomas con Derecho civil foral pro­
pio, cual es el caso de Navarra.
El artículo 149.1.8 de la Constitución es el que tiene la llave de la cuestión. Según el
mismo, "el Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias: ... legislación
civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades
Autónomas de los Derechos civiles, forales o especiales allí donde existan. En todo caso,
las reglas relativas a la ... ordenación de los registros e instrumentos públicos ... ". Se estable­
cen por e! Constituyente dos ámbitos competenciales paralelos y diversos. La legislación
civil en general se configura así como exclusivamente producida y producible, si se admite
la ex.presión, por el Legislador estatal, en virtud de una primera reserva competencia!.
Sobre ella, el precepto constitucional añade lo que la Sentencia del Tribunal Constitucional
de 12 de marzo de 1993 denomina "una segunda reserva" de competencia, que atribuye a
aquél en todo caso la normación en sede de ordenación de los registros públicos; señalada­
mente, el de la Propiedad.
Junto a elJo, acoger la tesis avanzada supone afirmar que una norma foral puede
afectar en su esencia a la repetida "ordenación de los registros", en tanto que los principios
hipotecarios parece que deben quedar dentro de tal expresión constitucional. Podria enten­
derse que la misma se refiere solamente a una mera organización territorial y administrativa
de los mismos, dejando al margen lo referente a aspectos sustantivos. No obstante hay que
discrepar de tal postura por una simple razón sistemática. En efecto, existen ciel10s de los
citados principios que fuera de toda duda caen en el ámbito de la expresión valorada. Así, el
de prioridad, por el que se fijan las consecuencias jurídicas del orden de presentación de los
títulos formales en el Registro; o el de legitimación, por virtud del cual se presumen ciertos
los asientos de aquél; o el de inscripción, que fija las consecuencias de ésta; o el del tracto
sucesivo, que condiciona el contenido del Registro al exigir para la práctica de nuevos
asientos la constancia inscrita de la historia registral de la finca de referencia. Ninguno de
los citados podría quedar fuera de lo que haya de entenderse por ordenación del Registro de
la Propiedad. No se adivina entonces porqué debe ser otra la solución en cuanto al ele fe
pública, que consagra una de las reglas más relevantes del sistema español frente a otros y
que condiciona directamente su eficacia, al ser una de las principales líneas directrices del
~istema inmobiliario registral, parafraseando a Roca Sastre en su definición de principios
hipotecarios.
Se concluye de lo anterior que la fe registra! es parte esencial de la ordenación a yue
el artículo 149.1.8 CE se refiere.
NOTAS YCOMENTARIOS
El paso siguiente debe llevarnos a considerar la norma foral que puede afectar al
principio citado y, por ende, a la ordenación del Registro. Tal norma es la ya vista ley 355.
Si se estima que en tanto foral dicha disposición ha de imponerse a la norma civil común
que consagra el juego de la fe pública, la consecuencia no es difícil de alcanzar. Y no es
otra que la siguiente: las normas de Derecho foral que afectasen a la efectividad y aplica­
ción conforme al mismo de un principio hipotecario, serían competencia del Estado. Es
decir, éste podría introducir por vía de leyes estatales normas de Derecho foral, como suce­
día antes de la existencia de Poderes Legislativos territoriales generada por la Constitución
de 1978. Lo cual hoy en día no se antoja sostenible a la luz del propio artículo 149.1.8 de
aquélla que como indica la Sentencia antes citada del Tribunal Constitucional, supone "que
los Estatutos de las Comunidades Autónomas en cuyo territorio aquellos (los Derechos
forales) rigieran a la entrada en vigor de la Constitución puedan atribuir a dichas Comuni­
dades competencia para su conservación, modificación y desarrollo". Circunstancia ésta
que acaece en el caso de Navarra por virtud del aI1ículo 48 de la Ley Orgánica de Reinte­
gración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, que atribuye a la Comunidad
competencia exclusiva en materia de Derecho foral.
c') El segundo de los motivos a los que anteriormente se hacía referencia es la ade­
cuada comprensión del Derecho foral que se desenvuelve al margen de la institución regis­
tra!. No se trata de discutir el carácter civil de la norma hipotecaria, por otra parte indiscuti­
ble, como quedó expuesto. La cuestión es deslindar los campos de la ley civil no registral,
sea común sea foral, y de la legislación hipotecaria. Al igual que el sistema de adquisicio­
nes inmobiliarias del Código Civil, al margen del Registro, se ve alterado por el juego del
principio de fe pública, lo mismo sucede con el del Fuero Nuevo de Navarra. No ha de con­
siderarse, en fin, la vigencia del artículo 34 LH en el ámbito del Derecho navarro como una
subversión del orden de fuentes de la ley 2 de aquél, sino como una consecuencia del siste­
ma registral patrio, cuya regulación no altera sino complementa tanto el Derecho común
como los forales.
Una vez alcanzado este punto, y antes del examen del siguiente, cabe recordar las
conclusiones extraídas: no vigencia en el ámbito estudiado del régimen del artículo 464 CC
en su concepción más admitida; aplicación del principio de fe pública registral; vigencia de
los preceptos que consagran adquisiciones '"a non domino" pero que tienen carácter mer­
cantil (aunque alguno de ellos puede suponer aplicar ese tipo de adquisición a negocios
sometidos a \a ley foral. Por ejemplo, el artículo 85 del Código de Comercio, que rige res­
pecto de ventas civiles al abrigo del 325 del mismo texto).
Procede ahora la consideración de la ley 358, que en una primera impresión podría
entenderse que incorpora una excepción al régimen expuesto.
V. ESTUDIO DE LA LEY 358 DEL FUERO NUEVO
Expone la citada norma que "no se requiere transcurso del tiempo para la adquisi­
ción de las cosas recibidas de las instituciones de Estado o de entidades públ icas".
El significado, alcance y origen del precepto son cuestiones que se van a abordar a
continuación.
a) Por lo que toca a los antecedentes históricos, la norma de referencia presenta una
conexión directa con dos preceptos del "Corpus lmis" de J ustiniano, que a su vez incorpo­
ran anteriores Constituciones.
Así, en el Codex 7, 37, 2. se recoge la del Emperador Zenon, a la que se añade algu­
na modificación en su alcance. "Mandamos que todos los que sin distinción han comprado
del Fisco o recibido de la munificencia imperial alguna cosa mueble, inmueble o semovien­
te, o consistente en acciones o en un derecho, gocen de todos los privilegios que han sido
concedidos por las Constituciones del Emperador León, de ilustre memoria, y por nuestra
APUNTES SOBRE EL...
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majestad a los compradores de ciertos patrimonios. Queremos que todos paI1icipen de sus
beneficios como si hubieran sido concedidos a cada uno en particular y que contra los
adquiridores, así pasados como futuros, no pueda deducirse acción alguna, ya sea real,
como las que tienen por objeto la reivindicación de la propiedad y las hipotecarias, ya per­
sonal como las acciones civiles, las pretorianas, las que descienden de leyes y constitucio­
nes imperiales, ya cualquier otra aunque no mencionada expresamente en la ley. Los que se
crean con derecho contra los expresados bienes deben dirigir su acción contra el Fisco den­
tro de los cuatro años; mas transcurrido este tiempo sepan que no pueden ejercer ya acción
algunrt contra el Fisco. En C. 7,37,3. se amplía, ya por obra de una Constitución de Justinia­
no, el ámbito de la referida regla haciéndola extensiva a las adquisiciones, por cualquier
título, verificadas no sólo del Fisco, como persona ficta, sino del Emperador, la Emperatriz
o de cualquier miembro de la Casa Imperial.
Junto a las normas vistas, en las Instituciones (2,6,14) se recoge la misma regla. "Por
el edicto del Emperador Marco se dispone que aquel que compra una cosa ajena del Fisco
pueda repeler al dueño de la cosa por medio de excepción si después de la venta han trans­
currido cinco años. La Constitución de Zenón miró por aquellos que por venta, donación u
otro título reciben algo del Fisco, para que, desde luego, queden seguros y salgan vencedo­
res, ya sean convenidos ya demandantes. Y aquellos que pensasen les compete alguna
acción por el dominio o la hipoteca contra aquellas cosas que se han enajenado, pueden
intentarla contra el erario imperial dentro de cuatro años. Mas nuestra soberana Constitu­
ción , que promulgamos poco ha, dispuso también acerca de aquellos que recibieron algo de
nuestros bienes o de los de la venerable Emperatriz, lo propio que acerca de las enajenacio­
nes del Fisco se dispone en la citada Constitución de Zenón".
Estas reglas, habida cuenta del ascendiente romano del Derecho navarro, hasta el
punto de ser llamado directamente por la Compilación en su ley 1 para la interpretación de
las instituciones y preceptos recibidos del Derecho romano, pueden calificarse como origen
de la ley 358. Tanto más cuanto que en sede de adquisiciones "a non domino" la adecua­
ción al sistema romano es palmaria.
b) Cuestión distinta es la determinación del alcance que tal disposición albergue.
Discusión planteada al estudiar la doctrina las reglas justinianeas antes citadas. Algunos
(Ferrini, Arias Ramos, Hernández Gil) estiman que se trataba de una excepción al cierio
general. Otros (Iglesias) hacen hincapié en que tales normas recogían un supuesto más en
que debía encontrarse el tradens para la validez de la adquisición. Melón Infante ("La
adquisición de mercaderías en establecimento comercia!"), por su parte, considera que esta­
mos ante, no una excepción, sino una adguisición que se produce por razón de la dignidad
del transmitente, ya el Fisco ya la Casa Imperial.
Esta misma tesis puede aceptarse hoy para la valoración de la ley 358 del Fuero Nuevo.
c) Una vez examinado lo que antecede, se hace precisa la reflexión sobre los problemas
prácticos que en el ordenamiento vigente puede plantear la aplícación de la regla estudiada.
En primer lugar, por lo que atai1e al transmitente, al ser una Administración Pública
necesariamente, parece lógico que sólo en la medida en que la decisión de enajenar la cosa
se baya adoptado con arreglo a Derecho,pueda entrar en juego la ley 358. Es decir,el acto
administrativo que antecede a y prepara la enajenación, debe ser producido por el órgano
competente y por el procedimiento establecido, como exige el artículo 53 de la Ley 30/
1992, de 26 de noviembre. En ningún caso, puede una norma civil alterar las consecuencias
que, en el campo administrativo, se deriven de la configuración del acto. Esto es, la ley 358
subsana la falta de titularidad de la Administración transmitente expropiando al verdadero
propietario, mas no puede convalidar vicios de nulidad o anulabilidad del acto administrati­
vo previo a la convención civil.
Por tanto, para que entre en juego la norma, se hace preciso el respeto de las reglas
que sobre enajenación del patrimonio del Estado o de las entidades públicas existen.
NOTAS YCOMENTARIOS
Asímismo, se plantea la duda de lo que deba entenderse por entidades públicas,
locución empleada por la norma. Una interpretación lógica y literal permite incluir en aqué­
llas cualquier Administración o entidad administrativa con personalidad jurídica. ya sea
estatal, autonómica o local. Se configura como requisito insoslayable su sometimiento a
Derecho Público, razón por la cual no pueden asumir la posición de transmitente a los efec­
tos de le ley 358 las entidades del artículo 6.l.b) de la Ley General Presupuestaria. en tanto
quedan sometidas al ordenamiento privado. Se trata, en fin, de identificar el régimen jurídi­
co público con la dignidad del transmitente que justifica una disposición como la estudiada.
Por otro lado. en cuanto a la posición del adquirente, es discutible la exigencia de
que concurra en él buena fe. Sin embargo, aunque se admita que la ratio de la norma repeti­
da no es proteger la creencia del "accipiens" o la seguridad del tráfico, sino responder a la
dignidad del "tradens", no parece sostenible mantener en su derecho al que ha adquirido de
mala fe, cualquiera que sea el transmitente, aunque sea por una razón de coherencia con los
principios informadores del ordenamiento o con el artículo 7.1 CC, de aplicación general.
Por fin, queda por examinar la relevancia práctica que la disposición estud iada
puede desenvolver en 10 tocante especialmente a los bienes inmuebles. En efecto, las leyes
y reglamentos reguladores de los patrimonios de las Administraciones Públicas imponen a
éstas la inscripción de sus bienes raíces en los oportunos Registros de la Propiedad. Basten
como ejemplos el artículo 42 de la Ley de Patrimonio del Estado o el 36 del Real Decreto
1372/ 1986, por el que se aprueba el Reglamento de bienes de las Corporaciones Locales.
Ello supone que en los más de los casos, las enajenaciones lo serán de inmuebles inscritos.
Si a ello se añade la exigencia de buena fe en el adquirente, así como el hecho de que la
inmensa mayoría de las transmisiones de bienes patrimoniales se verificnn a título oneroso.
se concluye que cuando el adquirente inscriba su derecho se verá protegido por virtud del
artículo 34 LH, independientemente de que opere la ley 358. Sí surtirá efecto ésta en los
casos en que por disposición de la LH está suspendida o no juega todavía la fe pública del
Registro, como en el supuesto de inmatriculación de antigüedad menor a dos años, si se ha
practicado al abrigo de loa artículos 205 o 206 LH, lo que suele suceder tratándose de enti­
dades públicas.
En cuanto al criterio que ha de regir la aplicación de la ley 358, por las razones
expresadas anteriormente, parece que debe ser ser el de la ley personal.
NOTA BIBLlOGRAFICA
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APUNTES SOBRE EL...
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