El llamado reconocimiento de deuda

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El llamado reconocimiento
de deuda
Donostia-San Sebastián
1995
El llamado reconocimiento de deuda
1995
EL LLAMADO RECONOCIMIENTO DE DEUDA
La normativa reguladora de los precios públicos aplicables a los servicios dependientes del
Instituto Foral de Bienestar Social de Álava1, establece para los usuarios de estos servicios
la obligación de proceder al pago del precio público correspondiente.
Por lo tanto, conforme a esta normativa, los ancianos usuarios de los servicios de atención
en residencias son los obligados directos al pago del precio previsto para las plazas residenciales.
Ahora bien, en caso de que no dispongan de ingresos suficientes para cubrir íntegramente
ese importe, y siempre que así lo acrediten, abonan en concepto de pago parcial el 75% de
sus ingresos anuales totales, debiendo quedar siempre a su libre disposición una cantidad
mínima fijada para 1995 en 168.000 ptas.
Para cubrir la diferencia existente entre la cuantía del precio público y el importe calculado
para el pago inicial, la norma prevé dos instrumentos de garantía del pago.
Decreto Foral 81/1994 del Consejo de Diputados de 13 de diciembre, por el que se aprueba para
1995 la actualización de la normativa y los precios públicos a exigir por el Instituto Foral de Bienestar Social. BOTHA nº 148 de 28-12-94.
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Por un lado, con carácter previo al ingreso, el anciano debe firmar un documento por el
que se compromete a reconocer periódicamente la deuda que su estancia en la residencia
durante ese período haya generado a favor del Instituto Foral de Bienestar Social.
Por otro, en cumplimiento del compromiso anterior, en diciembre de cada año, el anciano
firma un documento por el que reconoce la deuda generada en el período inmediatamente
anterior, se compromete a prestar la garantía que el Instituto Foral pudiera exigirle, y asume la obligación de no enajenar sus bienes y de no renunciar a derechos de naturaleza
económica o patrimonial mientras no haya saldado su deuda con dicho Instituto.
El cobro de la deuda se hace efectivo, por regla general, cuando deja de prestarse el servicio. Si para realizarlo fuera necesario recurrir a la ejecución patrimonial de los bienes, esta
ejecución no podrá afectar a la vivienda ni cuando el interesado la necesite para su uso
propio al salir de la residencia, ni cuando dicha vivienda constituya el único domicilio de
su cónyuge y de los hijos que no formen otra unidad familiar.
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