Empleo de calidad puede impulsar el crecimiento sostenible Natasha Pitt Invertir en empleos de calidad puede impulsar el crecimiento de los países emergentes y en desarrollo. Esta es la principal constatación del "Informe sobre el Trabajo en el Mundo - El desarrollo a través del empleo", presentado el martes, 27 de mayo, por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Los países de América Latina se destacan por el esfuerzo en combatir las desigualdades y mejorar la calidad del empleo y la seguridad social. Fueron analizados 140 países emergentes y en desarrollo y por primera vez, se ha mostrado que invertir intensivamente en empleos de calidad, en la disminución del empleo vulnerable y la reducción de la pobreza de los de trabajadores genera un mayor crecimiento económico. El informe también muestra que la inversión en empleos de alta calidad ha sido acompañada por una reducción en la desigualdad de ingresos. El Perú es uno de los países latinoamericanos que ha presentado avances. La proporción de personas empleadas aumentó en 15 puntos porcentuales, pasando de 34% en 1991 a 49% en el 2013. En el mismo período, la productividad registró un crecimiento promedio anual de 1,8% y el número de trabajadores pobres ha caído 23 puntos porcentuales. A pesar de los avances, los problemas sociales y de empleo siguen siendo graves en la mayoría de los países emergentes y en desarrollo. En estos países, más de la mitad de los trabajadores, alrededor de 1 millón y medio de personas, aún viven en situación vulnerable. Ellos tienen menos posibilidades de conseguir un empleo formal, de contar con protección social, sistema de pensiones y de salud, o de tener ingresos estables. Por todo lo anterior, tienden a permanecer encerrados en el círculo vicioso de la ocupación informal, con malos salarios y limitada capacidad para invertir en la salud y la educación de su familia, transfiriendo el problema a las próximas generaciones. Para abordar este problema, la OIT señala que, en primer lugar, debemos promover una capacidad productiva diversificada en la base económica y mejorar en las empresas sostenibles la capacidad de crear empleos de calidad, en lugar de limitarse simplemente a desregular el comercio. Foto: tuteveLa segunda estrategia para promover el crecimiento económico, empleos de calidad y el desarrollo humano es fortalecer las instituciones del mercado de trabajo y de protección social. Para muchos países sigue siendo un desafío conseguir que dichas instituciones sean más eficaces. En este sentido la OIT indica que es necesario diseñar adecuadamente los mecanismos de fijación de salarios y las normas del trabajo, dedicando especial atención a la capacidad de ejecución. Como un ejemplo positivo, el informe cita a Argentina, que ha estado haciendo frente a la informalidad mediante enfoques pragmáticos, combinando reforma tributaria, protección social y una mayor agilidad en el proceso de registro de las empresas. La tercera estrategia es utilizar los pisos de protección social como impulsores del empleo de calidad y del desarrollo; y no sólo como una red de seguridad para la población más empobrecida. "Hay datos que muestran que la protección social ayuda a reducir el efecto de la pobreza, las desigualdades y el empleo vulnerable. Una protección social bien diseñada promueve las habilidades individuales para acceder a mejores empleos. Así, por ejemplo, el programa ‘Bolsa Familia’ en Brasil, (...) ha servido para proporcionar ingresos suplementarios a las familias, posibilitando que inviertan en actividades productivas y mejoren su salud y su nivel de educación”, subraya el informe. El establecimiento de una base de financiación eficiente es fundamental para la protección social. En el caso de Bolivia, la OIT destaca que la creación de un impuesto sobre las exportaciones de petróleo y gas fue decisiva para asegurar un financiamiento sostenible a las pensiones de jubilación no contributivas. La última indicación es que los países garanticen una evolución equilibrada de la renta para evitar los daños que trae la desigualdad. El informe cita a Brasil y Argentina como países que cuentan con experiencias positivas, porque vienen logrando ampliar el diálogo entre trabajadores y empleadores, fortalecer las leyes laborales y ampliar la protección social con el fin de garantizar una distribución más equilibrada de la renta.