Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas From the SelectedWorks of Enrique Pasquel 2007 Actos parasitarios Enrique Pasquel, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas Available at: http://works.bepress.com/enrique_pasquel/6/ CAPÍTULO 5 ACTOS PARASITARIOS Publicado en: Enrique Pasquel, Carlos Patrón y Gabriela Pérez Costa (Compiladores) “El Derecho de la Competencia Desleal”. UPC, 2007. Luis Diez Canseco1 Enrique Pasquel2 Artículo 8º.- Actos de confusión: Se considera desleal toda conducta destinada a crear confusión con la actividad, las prestaciones, los productos o el establecimiento ajeno. El riesgo de confusión a que se vean expuestos los consumidores respecto de la procedencia empresarial de la actividad, producto, establecimiento o prestación es suficiente para determinar la deslealtad de una práctica. Artículo 12º.- Actos de comparación: Se considera desleal la comparación de la actividad, los productos, las prestaciones o el establecimiento propios o ajenos con los de un tercero cuando aquella engañe a los consumidores o denigre a los competidores. Artículo 14º.- Explotación de la reputación ajena: Se considera desleal el aprovechamiento indebido, en beneficio propio o ajeno, de las ventajas de la reputación industrial, comercial o profesional adquirida por otro en el mercado. En particular, se reputa desleal el empleo o imitación de signos distintivos ajenos, así como el empleo de etiquetas, envases, recipientes u otros medios de identificación que en el mercado se asocien a un tercero. 1. ACTOS DE CONFUSIÓN 1.1. Los actos de confusión y la libertad de imitación Los actos de confusión constituyen uno de los más importantes supuestos de actos de competencia desleal. De hecho, el origen del derecho de la represión de la competencia desleal en el sistema de derecho continental europeo se inicia y desarrolla a partir de este tipo de comportamientos. Es más, en el sistema anglosajón, la noción de “unfair competition” se refiere principalmente 1 2 Abogado. LLM George Washington University. Profesor de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Vocal de la Sala de Defensa de la Competencia del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi). Abogado. Profesor de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Investigador del Instituto Libertad y Democracia (ILD). Miembro de la Comisión de Acceso al Mercado del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi). al hacer pasar (“passing off”) un signo distintivo por otro ajeno, lo que no es otro que los actos de confusión. Estos actos consisten en la acción destinada a causar, tal como lo señala su enunciado, “confusión” (o crear el riesgo de que la misma se produzca) con la actividad, las prestaciones, los productos o el establecimiento ajeno, a través de la comercialización de bienes, la prestación de servicios, la promoción de productos, etc. En otras palabras, el consumidor cree (o existe el riesgo de que crea) que está adquiriendo un producto o servicio que realmente pertenece a otro. Mediante los actos de confusión el competidor desleal pretende obtener un beneficio atentando contra uno de los principios más importantes del sistema de competencia: la diferenciación. El Texto Único Ordenado del Decreto Ley 26122, Ley sobre Represión de la Competencia Desleal, además de la Cláusula General prohibitiva contenida en su artículo 6, incluye a los actos de confusión como el primer supuesto de su listado enunciativo de actos considerados como desleales. Asimismo, el artículo 7 señala: “Son actos desleales los destinados a crear confusión, reproducir, imitar, […] inducir a error, […], aprovechar indebidamente la reputación ajena y, en general, cualquier acto que por su naturaleza o finalidad pueda considerarse análogo o asimilable a aquellos que enunciativamente se señalan en el presente Capítulo”. Y, específicamente, los actos de confusión se encuentran tipificados en el artículo 8 citado al inicio del presente capítulo. La naturaleza de la prohibición contenida en este artículo es sumamente genérica debido a la multiplicidad de posibilidades que engloba. Así, por ejemplo, se puede tratar del empleo de signos distintivos idénticos o similares de los de un tercero, que es el supuesto más conocido; al uso de otros derechos de propiedad intelectual cuya titularidad pertenece a otro, como serían invenciones o derechos de autor; a los anuncios publicitarios que emplean un esquema o estructura idéntica o similar a la de otro anunciante; a la presentación de un producto que sea idéntica o se asemeje a una preexistente; a la manera como se presta un servicio; al empleo de una decoración, estructura, iluminación o uniformes semejantes al de otro; etc.3 En estos ejemplos, podemos apreciar que se verifica una suerte de imitación de las prestaciones de otro. Sin embargo, la sanción a la imitación es excepcional, pues la regla es que la imitación se encuentra permitida. Así, el artículo 4 de la Ley sobre Represión de la Competencia Desleal establece: Artículo 4°.- No se considerará como acto de competencia desleal la imitación de prestaciones o iniciativas empresariales ajenas, salvo en lo 3 DE LA CUESTA, José María. “Supuestos de competencia desleal por confusión, imitación y aprovechamiento de la reputación ajena”. En: “La regulación contra la competencia desleal en la Ley de 10 de enero de 1991”, coordinador Alberto Bercovitz, Madrid, Cámara de Comercio e Industria de Madrid, 1992. p 40, 41 que en esta Ley se dispone o en lo que lesione o infrinja un derecho de exclusiva reconocido por la Ley. Por esto, la libertad de imitación constituye la regla general, pero son la excepción los casos en que se vulnere lo establecido por la ley de Competencia Desleal o cuando se afecte un derecho de exclusiva ostentado por una persona determinada. Ello ya que, en el mercado, resulta necesaria la estandarización de ciertos productos y servicios a fin de satisfacer las necesidades de los consumidores. A fin de cuentas, para que pueda existir competencia –que es lo que busca proteger la ley- es necesario que exista posibilidad de imitar al competidor. Coca Cola®, por ejemplo, no podría tener competencia si no se hubiera permitido a Pepsi Cola® o a Kola Real® elaborar una bebida de sabor y aspecto similar con una presentación parecida. Si lo que queremos es un mercado con mayor competencia debemos permitir la imitación salvo cuando produzca confusión respecto de la procedencia empresarial de los productos. Es, en este supuesto, cuando se afecta el proceso competitivo, pues los consumidores eligen sobre la base de información errónea y por confusión compran a una empresa o adquieren un servicio que no es el que se ha ganado sus preferencias. Por esto, para determinar si estamos frente a un acto de confusión resulta indispensable considerar todos los factores que puedan influir en él. Asimismo, dicha evaluación debe realizarse tomando en consideración la capacidad de discernimiento de un consumidor razonable. En esa línea, INDECOPI establece, en sus Lineamientos sobre Competencia Desleal y Publicidad Comercial4, que para determinar la existencia de actos de confusión es necesario revisar, entre otros: (i) (ii) (iii) (iv) La forma como se distribuyen los productos o se proveen los servicios en cuestión; El nivel de experiencia de los consumidores que adquieren tales bienes o servicios; El grado de distintividad de la forma o apariencia externa del producto o de la prestación del servicio o de sus medios de identificación; y El grado de similitud existente entre los elementos que distinguen a los productos o a la prestación de los servicios objeto de evaluación. De este modo, a la hora de realizar la investigación pertinente, la autoridad competente deberá tener en cuenta el sector socioeconómico al que el productor o proveedor dirige su producto, el tipo de bien o servicio en cuestión (si es de consumo o uso cotidiano, excepcional, etc.), la relevancia del rasgo que en principio induce a confusión, las características de bienes o servicios 4 Resolución No. 001-2001-LIN-CCD-INDECOPI, p. 13. similares que concurran en el mercado con los que están siendo objeto de análisis, etc. 1.2. El riesgo de confusión El artículo 8 del D.L. 26122, al igual que su homólogo español5, protege a quienes se ven afectados -o son potenciales víctimas- por un acto desleal causado por un comportamiento que aparenta una realidad inexistente. En tal sentido, nuestra norma se alínea con la doctrina y jurisprudencia internacionales. No obstante, hay que destacar que la segunda parte del artículo 8 establece que solo es necesario que se produzca un riesgo de confusión para que la conducta sea sancionable. Así, la norma protege tanto a los potenciales afectados como a los directamente afectados por el acto desleal. En este caso, debe determinarse si hubo confusión en función al virtual grupo de consumidores del producto o servicio. Así, debe analizarse el supuesto efecto que tendría el acto desleal a partir de la impresión que causaría en la persona promedio de dicho círculo. Con ello, dicho análisis debe ser realizado desde una perspectiva general. De acuerdo con la doctrina española, los factores a los que se encuentra vinculado el riesgo de confusión son los siguientes: (i) (ii) (iii) (iv) Similitud entre signos; Consolidación y reconocimiento en el tráfico; Formación y atención del consumidor; e Inexistencia de un principio de especialidad6. Así, para reconocer a un acto como pasible de crear un riesgo de confusión, resulta necesario que existan semejanzas entre el producto causante del ilícito y el supuesto afectado; que dichos elementos tengan notoriedad dentro del mercado relevante; y que el consumidor promedio del público objetivo de los mismos tome en consideración a los factores sobre los cuales se realiza la explotación causante del ilícito, entre otros supuestos. La CCD se ha pronunciado sobre el riesgo de confusión en su Resolución No. 039-2003/CCD-INDECOPI7. En este caso, Cetic Sucursal Perú denunció a Cetic 5 6 Ley 3/1991 (del 10 de enero) – Ley de Competencia Desleal – España. Artículo 6.- Actos de Confusión: Se considera desleal todo comportamiento que resulte idóneo para crear confusión con la actividad, las prestaciones o el establecimiento ajenos. El riesgo de asociación por parte de los consumidores respecto de la procedencia de la prestación es suficiente para fundamentar la deslealtad de una práctica. MASSAGUER, José. “Comentario a la Ley de Competencia Desleal”, Madrid, Civitas Ediciones, 1999. p 174 – 178. 7 Resolución N° 039-2003/CCD-INDECOPI, emitida en el expediente N° 114-2002/CCD, seguido por Cetic Sucursal Perú contra Cetic Perú S.A. Perú arguyendo que el hecho de haber inscrito a su empresa bajo una denominación social similar a la suya, podría causar confusión en sus usuarios respecto del origen empresarial de los servicios que dicha empresa podría prestar. No obstante, los denunciados señalaron que dicho acto no se habría producido en la medida que Cetic Perú nunca había participado en el mercado. Al respecto, la CCD señaló que: “[…] si bien queda claro que, a la fecha, no se ha producido un acto de comercio por parte de Cetic Perú, esto no significa que no exista potencialidad de que ello ocurra y el riesgo de confusión se presente con la consecuente comisión de un acto de competencia desleal, en la modalidad de confusión”. Entonces, resulta evidente que INDECOPI, al momento de analizar este tipo de supuestos, toma en consideración el potencial perjuicio que causaría en el mercado (de acuerdo con el presente caso) el empleo de una denominación muy similar a una preexistente. 1.3. Tipos de actos de confusión En su Resolución No. 1091-2005/TDC-INDECOPI8, la SDC estableció los rubros en los que pueden presentarse los actos de confusión. En este caso, Bembos denunció a Renzo’s debido a que, bajo su criterio, por la decoración de los locales de la denunciada y una serie de factores similares, un consumidor razonable podría asumir que se encontraba en un establecimiento vinculado a la denunciante, con lo que se le atribuía la fama y prestigio ganada a través de los años por la misma. En tal sentido, la Sala determinó que: “[…] aún cuando los métodos de atención de ambas partes y el segmento del mercado al que se dirigían, resultaban suficientes para evitar que los consumidores asumieran que las prestaciones de Renzo’s correspondían a las de Bembos, esto es, impedían una confusión directa sobre tales prestaciones, sí existían elementos similares – sobre el diseño y disposición de colores e instalaciones empleados por la denunciada – suficientes para generar una confusión indirecta o una asociación con Bembos. Ello, toda vez que en función a dichas similitudes un consumidor podía asumir que aún cuando se tratase de servicios distintos correspondían a un mismo proveedor o, a proveedores distintos pero asociados”. De esta manera, queda claro que para la configuración del acto de competencia desleal bajo la modalidad de confusión, basta que un consumidor razonable pueda inferir de los elementos presentados en el producto y/o 8 RESOLUCIÓN N° 1091-2005/TDC-INDECOPI, emitida en el expediente Nº 104-2004/CCD, seguido por BEMBOS S.A.C. contra RENZO’S Pollería Restaurant Snack S.R.L. servicio la existencia de una vinculación entre la empresa que lo ofrece y una tercera empresa ajena a la misma. De acuerdo con este precedente de observancia obligatoria, los actos de confusión pueden englobarse en tres rubros: 1. “Confusión directa: cuando los consumidores no pueden diferenciar que los bienes, los servicios o los establecimientos de una empresa concurrente en el mercado corresponden a otra empresa concurrente, viéndose inducidos a error. Esta confusión podría ocurrir a causa de una extrema similitud en signos, presentación o apariencia general de los bienes, los servicios o los establecimientos en cuestión. 2. Confusión indirecta: cuando los consumidores pueden diferenciar claramente bienes, servicios o establecimientos distintos, pero pueden pensar, equivocadamente, que pertenecen a la misma empresa concurrente, cuando en realidad pertenecen a dos empresas concurrentes distintas. Esta confusión podría ocurrir a causa de algunas similitudes en signos, presentación o apariencia general de los bienes, los servicios o los establecimientos en cuestión. 3. Confusión en la modalidad de riesgo de asociación: cuando los consumidores pueden diferenciar bienes, prestaciones o establecimientos de una empresa concurrente en el mercado frente a los de otra empresa concurrente, pero pueden, como consecuencia de la similitud existente entre algunos elementos que caracterizan las ofertas de ambas empresas, considerar que entre ambas existe vinculación económica u organizativa, cuando en realidad dicha vinculación no existe. Esta confusión podría ocurrir a causa de una mínima similitud en signos, presentación o apariencia general de los bienes, los servicios o los establecimientos en cuestión”. De este modo, la SDC ha dejado claro que no solo se debe sancionar el hecho de utilizar de manera manifiesta signos distintivos de terceros a fin de crear un riesgo de confusión con los potenciales consumidores o usuarios (al punto de hacerlos pensar que están adquiriendo bienes o servicios distintos a los que realmente están obteniendo), sino que también resulta censurable el empleo de los rasgos o características más resaltantes de las mismas, en la medida que puedan inducir a los “afectados” a asumir que existe una vinculación entre ellas (cuando, en la realidad, eso no es cierto). Dicha distinción, constituye un uso común tanto en la doctrina y jurisprudencia nacional, como en la internacional. En tal sentido, José Massaguer señala que los actos de confusión pueden distinguirse en tres: actos de confusión mediatos, inmediatos y en sentido amplio. “En el primer caso, la confusión consiste en presentar y hacer pasar a un sujeto o su actividad, prestaciones o establecimiento por otro sujeto o por la actividad, prestaciones o establecimiento de otro. En el segundo caso, la confusión consiste en inducir a considerar que tras el desarrollo de determinada actividad, tras la producción y ofrecimiento de ciertas prestaciones o tras la actuación en un concreto establecimiento se halla una misma fuente (de común, empresarial o profesional) […]. (En la última situación), el empleo de medios de identificación ajenos no induce al consumidor a tomar una actividad, prestaciones o establecimiento considerados tienen una procedencia empresarial o profesional distinta de la real, sino que induce a creer que entre la persona que emplea el signo en cuestión y la otra existen unos vínculos económicos (en particular, pertenencia al mismo grupo de empresas) o jurídicos (en particular, concesión de licencias) que autorizan su empleo, que por lo tanto no solo es tolerado sino incluso patrocinado por su titular” 9. Anteriormente, INDECOPI también se pronunció sobre este tema en su Resolución 046-96-CCD,10 en este caso, la empresa Backus y Johnston S.A. denunció a Embotelladora Vega, entre otras razones, debido a que la misma se encontraba elaborando una bebida llamada “La Cerveza del Futuro, Extracto de Uña de Gato Fórmula 1”, la misma que era envasada, sin autorización alguna, en botellas que llevaban grabado el logotipo del Comité de Fabricantes de Cerveza, del cual la denunciante era asociada. Backus alegaba que dicha situación inducía a los consumidores a pensar que existía un vínculo entre la misma y el producto ofertado. Al respecto, la CCD estableció: “Que, pese a que un consumidor razonable de los productos elaborados por los denunciados podía ser capaz de determinar el origen empresarial de los mismos, dado que se trata de bebidas de consumo local que adicionalmente cuentan con sus propias etiquetas, también es cierto que dicho consumidor podría ser inducido a pensar que existía un vínculo empresarial entre las empresas involucradas en el presente procedimiento o con algún otro miembro del Comité de Fabricantes de Cerveza, en la medida que los denunciados empleaban, sin autorización, botellas que llevaban grabado el logotipo de dicho comité para envasar sus respectivas bebidas […]”. De este modo, se determina la existencia de actos de confusión y, por ende, una vulneración al artículo 8º de la Ley sobre Represión de la Competencia 9 10 MASSAGUER, José. “Comentario a la Ley de Competencia Desleal”, Madrid, Civitas Ediciones, 1999. p 172, 173. Resolución 046-96-C.C.D., emitida en el expediente N° 131-95-C.P.C.D., seguido por Cervecería Backus y Johnston S.A. contra Embotelladora Vega E.I.R.L. y Julio César Calderón Carrasco. Desleal, en la medida que se crea un riesgo de asociación en “perjuicio” de los consumidores. En consecuencia, queda claro que el acto de confusión, sancionado como uno de competencia desleal, se produce cuando una empresa se apropia de un signo, derecho de propiedad intelectual o característica representativa de otra para su empleo o uso particular; de esa manera se transmite un mensaje equivocado a los destinatarios del mismo, en cuanto a la procedencia empresarial o profesional se refiere. Ello genera un daño concurrencial ilícito en relación con los competidores reales o potenciales, además de una inadecuada asignación de recursos, distorsiona la transparencia del mercado y profundiza las asimetrías informativas. A este nivel, también se produce un daño al mercado y al público de los consumidores. Finalmente, podemos hablar de dos tipos de protecciones al empresario que se ve afectado por actos de confusión: los de “protección reforzada” y los de “protección residual”. En el primero de los casos, al competidor afectado le bastará probar que es titular de un derecho de exclusiva, por ejemplo registro de un signo distintivo, marca, de una invención o de derecho de autor. Probado este hecho, la deslealtad se configura inmediatamente sin que en principio medie otro tipo de consideraciones. En el segundo caso, el competidor deberá probar que existe confusión y que no existen vínculos económicos, societarios o de otra índole entre las partes en litigio. 1.4. Actos de confusión y propiedad intelectual Resulta posible asemejar un acto de confusión con uno que vulnere un derecho de propiedad intelectual pues ambas instituciones protegen a quienes se ven afectados por terceros que producen, brindan bienes o servicios idénticos o similares a los suyos. No obstante, de acuerdo con lo señalado líneas arriba, la disciplina de la represión de la competencia desleal comprende un universo mucho más amplio que el que ocupa la propiedad intelectual. Esto, pues la protección otorgada por la propiedad intelectual es concedida únicamente cuando se produce una identidad o similitud práctica entre dos o más productos, mientras que es posible considerar un acto como desleal por el mero riesgo de que el mismo pueda producir confusión entre sus destinatarios. Al respecto, Massaguer señala que: “El Derecho de marcas se ocupa preeminentemente de favorecer la implantación de las marcas en el mercado y garantizar la seguridad jurídica característica de un mecanismo registral mediante derechos de exclusiva cuyo ámbito y alcance se define en abstracto. […] Por su parte, el Derecho contra la competencia desleal pone el acento en el reconocimiento jurídico de los valores representados de facto por los signos distintivos en el tráfico o, si se prefiere, en la represión de falsas o incorrectas representaciones de la realidad acerca de la identidad o características de la actividad desarrollada por un agente económico, sus prestaciones o establecimientos”11. Asimismo, es posible que se produzcan actos de confusión sobre la base de elementos que no estén protegidos por el derecho de la propiedad intelectual. Ello, siempre que sea posible determinar que a partir de los mismos surge un derecho de diferenciación en favor de su beneficiario. En ese contexto, INDECOPI establece que “los bienes, servicios o establecimientos que corresponden al concurrente presuntamente afectado por la imitación, cuando menos: i) ii) iii) iv) Sean capaces individualmente o en conjunto de generar un efecto identificador del origen empresarial y diferenciador de la oferta de esta concurrente frente a los demás concurrentes en el mercado; No sean una respuesta a necesidades propias de la actividad económica que este concurrente realiza; No sean un estándar en el mercado; y, Conformen una apariencia que pueda ser evitada por los demás concurrentes sin incurrir en elevados costos de diferenciación” 12. Otro problema práctico consiste en determinar cuándo la CCD es competente para conocer casos de confusión que involucren la violación de propiedad intelectual y cuándo son competentes la Oficina de Signos Distintivos y la de Invenciones y Nuevas Tecnologías. A fin de cuentas, ellas son las encargadas de resolver violaciones a estos derechos. Por ejemplo, ha sucedido que simultáneamente se han presentado dos denuncias referidas a los mismos hechos ante la Oficina de Signos Distintivos y la CCD, lo que ha generado la posibilidad de obtener resoluciones contradictorias. Asimismo, en alguna ocasión, un caso se ha dividido entre estos dos órganos al abrirse un expediente para los hechos que configuran violaciones a la propiedad intelectual y otro para los que suponen una violación a la Ley de Represión de la Competencia Desleal. Esto generó la posibilidad de que se perdiese la perspectiva en conjunto del caso. Para solucionar ese problema, el Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual emitió la Directiva 001-96-TRI. En ella, señaló que, en las denuncias referidas a derechos de propiedad industrial inscritos o nombres comerciales inscritos o no, será competente la Oficina de Signos Distintivos o la de Invenciones y Nuevas Tecnologías, según corresponda, siempre que la misma fuese presentada por su titular. Por su parte, la CCD será competente en aquellas denuncias presentadas por alguien que no sea el titular del 11 12 Op.cit. p. 169. Resolución No. 1091-2005/TDC-INDECOPI, emitida en el expediente Nº 104-2004/CCD, seguido por BEMBOS S.A.C. contra RENZO’S Pollería Restaurant Snack S.R.L. derecho o cuando el mismo no se encuentre registrado, salvo el caso del nombre comercial13. Este criterio ha sido respetado en la mayoría de resoluciones de la CCD. No obstante, en la Resolución No. 029-2002-CCD/INDECOPI14 (confirmada por la SDC mediante Resolución No. 0197-2003/TDC-INDECOPI15) la CCD se declaró competente para conocer un caso a pesar de existir una marca registrada. En este procedimiento Panamericana denunció a Radio Fénix, porque utilizó su señal sin su autorización y colocó en el frontis de su establecimiento la marca registrada de Panamericana. Esto hacía posible que un consumidor entendiera que Radio Fénix pertenecía a la red de repetidoras y retransmisoras de Panamericana lo que le permitió confundir a los consumidores y aprovecharse del prestigio de la denunciante. La CCD entendió que, a la luz de sus objetivos, la Directiva 001-96-TRI le permitía conocer un caso si es que su complejidad y composición temática lo exigía. De este modo, señaló que “de remitirse el presente expediente a la Oficina de Signos Distintivos, este órgano funcional solo se podría pronunciar respecto al presunto uso indebido de la marca registrada a nombre de Panamericana, pero no sobre la utilización de la señal de esta empresa sin contar con su autorización, lo cual significaría una situación de indefensión de la denunciante que afectaría su derecho a la tutela de sus intereses”. 2. 13 LOS ACTOS DE COMPARACIÓN Directiva 001-96-TRI.(…) Artículo Primero.- Las denuncias referidas a derechos de propiedad industrial inscritos o a nombres comerciales, estén o no inscritos, por las infracciones también tipificadas en los artículos 8 (actos de confusión), 14 (explotación de reputación ajena) ó 19 (copia o reproducción no autorizada) del Decreto Ley 26122, Ley de Represión de la Competencia Desleal, serán de exclusiva competencia de la Oficina de Signos Distintivos o de la Oficina de Invenciones y Nuevas Tecnologías, según corresponda, siempre que las referidas denuncias sean presentadas por el titular del respectivo derecho o por quien hubiese sido expresamente facultado por el titular para tal fin. Artículo Segundo.- Las denuncias a las que se refiere el artículo anterior comprenderán tanto las infracciones contra los derechos de propiedad industrial correspondiente, como contra otros elementos distintos que, enmarcados dentro de la tipificación contenida en los artículos 8, 14 y 19 del Decreto Ley 26122, se relacionen con el uso del derecho de propiedad industrial en cuestión (como por ejemplo ocurriría con la imitación o copia no sólo de la marca o nombre comercial, sino además de otros elementos distintos de un negocio no protegidos específicamente por un derecho de propiedad industrial). Artículo Tercero.- De conformidad con lo establecido en el artículo 20 del Decreto Ley 26122, la Comisión de Represión de la Competencia Desleal será competente para conocer las denuncias que presente cualquier persona que no sea la titular del derecho de propiedad industrial vulnerado ni haya sido expresamente autorizada por ésta, incluso respecto de dichos derechos, siempre que tenga interés para obrar en el caso. También será competente la Comisión de Represión de la Competencia Desleal en aquellos casos en que el derecho de propiedad industrial no se encuentre registrado, salvo el caso del nombre comercial. (…) 14 Resolución No. 029-2002-CCD/INDECOPI del 11 de abril de 2002, emitida en el expediente 103-2001/CCD seguido por Panamericana Televisión S.A. contra Radio Fénix S.A. confirmada por la Resolución 15 Resolución No. 0197-2003/TDC-INDECOPI del 28 de mayo de 2003. 2.1. Por qué se permiten las comparaciones Cuando una empresa compara sus productos con los de la competencia, lo que hace es ahorrarle trabajo al consumidor. Imagine que usted nunca ha comprado un auto. De hecho, nunca ha tenido uno y está dispuesto a adquirir el primero. Seguramente visitará varias tiendas, mirará varios modelos, preguntará a los vendedores y tomará nota de los precios y características. Cuando llegue a su casa, es muy probable que analice las particularidades y costos de cada automóvil para tomar una decisión. Usted, en este momento, está comparando. Si una empresa recopila información acerca de sus competidores y resalta sus diferencias, le está haciendo la vida más fácil. Probablemente le esté ahorrando algunos viajes a otras tiendas o le haga darse cuenta de algún detalle importante en el que usted -como nuevo consumidor en el mundo del automovilismo- no había reparado. Y lo mejor es que si todos los competidores se comparan entre sí, seguramente le harán notar todos aquellos puntos flacos del resto de productos que usted había pasado por alto. Por esto, los actos de comparación funcionan como un eficiente mecanismo de información de los consumidores, siempre y cuando la información transmitida no sea falsa. Esto ha sido reconocido por la CCD quien, por ejemplo, ha señalado en su Resolución No. 041-2002/CCD-INDECOPI16 que: “[…] dentro de una economía de mercado es lícito que las empresas realicen informes comparativos, sean éstos confidenciales o públicos, respecto a los resultados y metodología utilizados por ellas y sus competidores, ya que a través de este mecanismo se brinda a los clientes mayores elementos de juicio para que puedan decidir con cual de los diferentes proveedores van a contratar la prestación de un servicio determinado. Sin embargo, quienes realicen este tipo de informes deben utilizar información verdadera tanto respecto a ellos como a sus competidores, ya que de lo contrario se distorsionará la capacidad de elección de los consumidores, desalentando el uso de estos mecanismos y restringiendo de este modo el flujo normal de información en el mercado”. Precisamente, mediante dicha resolución se resolvió un caso en el que Media Check S.A.C. denunció a Ibope Time Perú S.A.C. por enviar a sus clientes un informe comparativo de sus servicios, en los que incluía información que a criterio de la CCD era falsa, inexacta e impertinente, por lo que violaba el artículo 12 de la Ley de Represión de la Competencia Desleal. 16 Resolución No. 041-2002/CCD-INDECOPI del Lima del 14 de mayo de 2002 emitida en el expediente 117-2001/CCD seguido por Media Check S.A.C. contra Ibope Time Perú S.A.C. 2.2. Los actos de comparación de la Ley de Represión de la Competencia Desleal y la publicidad comparativa regulada por las Normas de Publicidad en Defensa del Consumidor En nuestro ordenamiento legal, existen dos normas que regulan supuestos similares y cuyas violaciones se tramitan ante la CCD. Una es la Ley de Represión de la Competencia Desleal y las Normas de Publicidad en Defensa del Consumidor17. Ambas regulan actos de comparación con textos muy similares. Compárese el texto del artículo 12 del D.L. 26122 (citado líneas arriba) con el del D. Leg. 961 que señala en su artículo 8: Artículo 8º.- Es lícito hacer comparaciones expresas de productos, siempre y cuando no se engañe a los consumidores ni se denigre a los competidores. Como puede verse, el supuesto de hecho que regulan es el mismo. Es cierto que el D.Leg. 691 se refiere solo a productos, mientras que el D.L. 26122 hace referencia a actividad, productos, prestaciones y establecimientos. Pero en la práctica las comparaciones que realizan las empresas sobre su actividad, prestaciones y establecimientos son una estrategia para promocionar sus productos. Por esto, podemos afirmar que ambas normas regulan el mismo supuesto. Entonces, ¿cuándo se aplica cada una? Aparentemente, el D.Leg. 691 se aplicaría cuando la comparación se lleva a cabo en una publicidad, mientras que el D.L. 26122 se aplicaría en todo otro caso. Efectivamente, la SDC y la CCD han señalado que cuando un acto no califica como publicidad existe la posibilidad de evaluarlo bajo las normas de represión de la competencia desleal. Por ejemplo, en su Resolución No. 289-97-TDC la SDC señaló que: “El hecho de que algunos supuestos no configuren casos de publicidad encubierta, no impediría que ellos fuesen tratados a la luz de las normas sobre competencia desleal si, por ejemplo, la información vertida a través de una nota de prensa no fuera verdadera. Así, si se dijera que una empresa ha abierto 15 nuevas sucursales, y ello fuese inexacto, podrían aplicarse las normas de competencia desleal contenidas en el Decreto Ley Nº 26122. Esto es una derivación del criterio contenido en la Resolución Nº 096-96-TDC, recaída en el expediente Nº 089-96-CCD seguido por Productos Rema S.A. contra Luz del Sur S.A. En dicho expediente, no obstante que la normativa publicitaria no resultaba aplicable a los anuncios materia del procedimiento -debido a que éstos la Sala no los 17 Decreto Legislativo 691. calificaban como publicidad comercial- la Sala procedió a evaluar el contenido de los mismos en aplicación de las disposiciones contenidas en la Ley de Represión de la Competencia Desleal” 18. El problema es que resulta muy extraño encontrar un caso en el que una comparación se lleve a cabo fuera de una publicidad. Justamente, la razón por las que las empresas comparan sus productos con los de la competencia es para publicitar sus ventajas, por lo que lo natural es no encontrar comparaciones no publicitarias. De hecho, en INDECOPI la casuística sobre actos de comparación bajo la Ley de Represión de Competencia Desleal es prácticamente inexistente. El único caso que hemos podido encontrar en el que se sancionó a una empresa por actos de comparación bajo el D.L. 26122 fue el citado anteriormente iniciado por Media Check S.A.C. contra Ibope Time Perú S.A.C. Ibope había enviado a un grupo de clientes de ambas empresas informes – supuestamente reservados y confidenciales– en los que comparaba sus servicios con los de Media Check. Al parecer, por haberse calificado como reservados y confidenciales, la CCD entendió que no se trataba de un caso de publicidad. Pero incluso esto es discutible. A pesar de la calificación de reservada otorgada por Ibope, los informes cumplían con los criterios establecidos por INDECOPI para determinar si nos encontramos frente a publicidad comercial. Es decir, se trataba de comunicaciones públicas –en tanto dirigidas a un público de potenciales consumidores– que buscan fomentar la adquisición de bienes o contratación de servicios. Finalmente, una última muestra de lo improbable que es encontrar casos de comparación fuera del ámbito publicitario es que el mismo INDECOPI ni siquiera se dio el trabajo de referirse a ellos en los Lineamientos sobre Competencia Desleal y Publicidad Comercial ni en la lista de actos de competencia desleal que coloca a manera de ejemplo en su página web19. Lo único que esto demuestra es el poco sentido que tiene haber regulado en dos normas distintas los actos de competencia desleal y las restricciones a la actividad publicitaria. 2.3. ¿Qué actos de comparación están prohibidos? Como señalamos anteriormente, las comparaciones en principio se encuentran permitidas. Pero existen supuestos en los que pueden constituir un acto ilícito. La jurisprudencia de INDECOPI no ha desarrollado los límites a los actos de comparación regulados por el D.L. 26122. Sin embargo, como el supuesto regulado por el D.Leg. 619 es el mismo, entendemos que los criterios 18 Resolución No. 289-97-TDC emitida en el expediente Nº 043-97-C.C.D., seguido de oficio contra Editorial Letras e Imágenes S.A. Ver también la Resolución No. 044-2000/CCD-INDECOPI del 11 de julio de 2000 emitida en el expediente No. 022-2000/CCD seguido por Valvosanitaria Industrial S.A. contra Helvex Perú S.A. y Editorial Síntesis S.A. 19 Ver www.indecopi.gob.pe al 11 de setiembre de 2006. desarrollados para esta normativa son los mismos que INDECOPI aplicaría en un hipotético caso de actos de comparación no publicitario. Por esto, expondremos brevemente, tales criterios. La literalidad del artículo es clara: las comparaciones son lícitas siempre y cuando se respete el principio de veracidad y no se denigre a los competidores (sobre lo que se ha hablado en otros capítulos de esta obra). El problema que ha surgido en la jurisprudencia ha tenido que ver con la posibilidad de realizar comparaciones subjetivas. Es decir realizando afirmaciones que son una simple opinión no comprobable. Por ejemplo “mi gaseosa es más refrescante que la de mi competencia”. No es nuestra intención explicar si es que debería permitirse o no este tipo de publicidad, pues es un tema que excede los fines de este libro y sobre el cual no existe un acuerdo académico –ni siquiera entre los coautores de este capítulo–. Más bien, describiremos cuales son las posiciones que INDECOPI ha adoptado al respecto20. Originalmente, el texto del D.Leg. 691 –expedido el 6 de noviembre de 1991– era distinto. Su artículo 8 señalaba: Artículo 8.- Es lícito hacer comparaciones expresas de productos, incluyendo lo relativo a precios, si la comparación no denigra a los competidores ni confunde a los consumidores. Toda comparación debe ser: específica, veraz y objetiva, y debe dar una apreciación de conjunto de los principales aspectos de los productos comparados. Al leer literalmente el artículo, vemos que exigía que toda comparación debía ser objetiva. En otras palabras, las comparaciones subjetivas no eran permitidas. Sin embargo, mediante su Resolución 168-97-TDC21 la SDC interpretó que el artículo decía que la publicidad comparativa se caracteriza por ser específica, objetiva y dar una apreciación de conjunto de los principales aspectos de los productos comparados. Este tipo de publicidad, señaló la SDC, debe respetar el principio de veracidad y lealtad, como el resto de anuncios publicitarios. En consecuencia, la publicidad comparativa subjetiva no constituiría publicidad 20 Para distintas opiniones, puede verse ZEGARRA MULANOVICH, Gonzalo. “Y mi palabra es la ley: INDECOPI, publicidad comparativa e interpretación contra legem”. En THEMIS 50. DIEZ CANSECO, Luis. “Señora nuestro detergente lava más blanco. La publicidad comparativa”. En: THEMIS 19. ROJAS LEO, Juan Francisco. “La defensa de la competencia en una nueva dimensión”. En: Coyuntura. Noviembre-Diciembre 2005. Año 1, No. 4. RIVERA, Alfonso y CANALES, Claudia. ¿Cuál es la más cómoda? Comentarios acerca de los criterios adoptados por el INDECOPI en materia de publicidad comparativa”. En: Ius et Veritas No. 16. NODA, Carlos. “Libertad de expresión, competencia y publicidad: consideraciones acerca de las afirmaciones subjetivas en la publicidad comparativa”. En: Ius et Veritas No. 27. 21 Resolución 168-97-TDC del 2 de julio de 1997 emitida en el procedimiento seguido por Procter & Gamble del Perú contra Productos Sanitarios Sancela S.A. comparativa al no ser -si es que vale la obvia aclaración- objetiva. Lo que la SDC logró con esta interpretación fue establecer que la publicidad comparativa subjetiva no se encontraba regulada por el artículo 8, no estaba prohibida y solo se encontraba sujeta a las mismas restricciones que el resto de publicidades. A nuestro criterio –y al margen de la opinión personal de cada coautor sobre cómo debería estar regulado este tema–, la interpretación del SDC no fue correcta pues el D. Leg. 691 sí prohibía la publicidad comparativa subjetiva. La SDC consideró que el artículo 8 señalaba las características que debía tener una publicidad para ser considerada comparativa. Más allá de que el precedente violaba la literalidad de la norma, su interpretación no tenía mucho sentido pues ¿para qué exigiría la ley que la publicidad fuese objetiva para ser calificada como comparativa si es que eso no iba a tener ninguna consecuencia legal distinta del resto de anuncios publicitarios, como determinó la SDC? Esa norma solo tenía sentido si es que exigía requisitos para la validez de una comparación. Este precedente fue finalmente revocado por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema en una resolución sin número del 22 de mayo de 2001, la cual señaló que la objetividad constituye uno de los requisitos de licitud de la publicidad comparativa. Sin embargo, -unos meses antes- el 18 de julio de 2000, la Ley 27311 modificó el artículo 8 del D. Leg.691 al incorporar el texto que hoy se encuentra vigente y que señala: Artículo 8º.- Es lícito hacer comparaciones expresas de productos, siempre y cuando no se engañe a los consumidores ni se denigre a los competidores. Esta ley resolvió el conflicto que creó la jurisprudencia –de hecho recogió el criterio establecido por la SDC- aclarando que solo se exigen dos requisitos para que una comparación sea válida: el respeto al principio de veracidad y al de lealtad. La exigencia de objetividad había sido removida de la norma. No obstante, años después la SDC –esta vez conformada por vocales distintos– estableció un nuevo precedente mediante su Resolución No. 0547-2003/TDC22. La SDC indicó que cuando la comparación contiene juicios no comprobables – es decir subjetivos– carece de carácter informativo y provoca un daño al consumidor. En consecuencia, es inaceptable e ilícita. A nuestro parecer, la SDC nuevamente realizó una interpretación incorrecta que violó el texto de la ley. La SDC exigió un requisito de validez a las 22 Resolución No. 0547-2003/TDC del 10 de diciembre de 2003 emitida en el expediente 0512002/CCD seguido por The Coca Cola Company contra Embotelladora Don Jorge S.A.C. y Panorama Internacional S.A. comparaciones –objetividad– que la ley no exigía, especialmente cuando era claro que la modificación legal había tenido como finalidad desechar dicho requisito. Lo que hizo la SDC fue reintroducir por vía de interpretación una prohibición que había sido derogada por el legislador. En todo caso, ese es el criterio que hoy se aplica en INDECOPI respecto de la publicidad comparativa y que se esperaría sea el mismo que se aplique a casos de actos desleales de comparación bajo el D.L. 26122. 3. Explotación de la reputación ajena 3.1. Por qué se protege la reputación empresarial Incamel es una empresa que se dedica a la comercialización de yeso. En el año 2006, fue sancionada por INDECOPI por utilizar sacos de la empresa COMACSA para envasar y comercializar sus productos. Esto pudo inducir a error a los consumidores respecto de su procedencia empresarial, lo que permitía aprovecharse de la reputación de la denunciante 23. Este es un caso típico de explotación de la reputación ajena. La normativa de represión de la competencia desleal sanciona todo acto indebido de aprovechamiento de la reputación adquirida por otro en el mercado. Hay dos principales razones para proteger la reputación empresarial y sancionar su aprovechamiento indebido. En primer lugar, la reputación de una empresa alivia el problema de la asimetría informativa entre consumidores y productores, pues brinda indicios sobre la calidad de los productos. No es necesario, por ejemplo, probar el nuevo modelo “Ford Mustang” para saber que se trata de un automóvil de gran calidad. El solo hecho de saber que ha sido producido por Ford –una prestigiosa empresa– y que es parte de una famosa y reputada línea de automóviles nos brinda buenos indicios de que adquirirlo es una decisión acertada. Por el contrario, imagine lo que sucede con una nueva empresa peruana que empieza a fabricar automóviles. Debido a su falta de trayectoria y reputación en este mercado, existiría poca información respecto de la calidad de sus productos. Ya que la reputación empresarial brinda indicios sobre la calidad productos, para tener consumidores informados es necesario que distorsione tal reputación. De lo contrario, tendremos un mundo en el individuos se equivocarán más a menudo por tomar decisiones sobre de información errónea. de los no se que los la base En segundo lugar, proteger la reputación de las empresas genera incentivos para que desarrollen el tipo de productos que demandan los consumidores y 23 Resolución No. 0478-2006/TDC-INDECOPI del 25 de julio de 2001 emitida en el expediente No. 110-2000/CCD seguido por Compañía Minera Agregados Calcáreos S.A. contra Industrias Calcáreas Meléndez E.I.R.L. mantengan o superen la calidad de los bienes que comercializan. Construir una buena reputación cuesta. Hay que invertir en investigar cuáles son las preferencias de los consumidores, desarrollar un producto que responda a tales preferencias, controlar su calidad y promocionarlo en el mercado. Pero una vez ganada la buena reputación, la empresa ha adquirido un activo valiosísimo, por lo que reducir la calidad de sus productos significaría desperdiciar la inversión en construir una buena reputación. Por ejemplo, después de más de 20 años de realizar una millonaria inversión en construirse una buena reputación, Dell se ha convertido en la empresa líder en el mercado de las PCs. La gente no duda de que el nuevo modelo “Inspiron” de Dell sea una computadora de calidad, pues la reputación de la empresa lo garantiza. Por ello, para Dell, empezar a fabricar computadoras de menor calidad no solo significaría perder clientes, sino tirar al agua la millonaria inversión en construirse una buena reputación. No obstante, si la ley permitiera que cualquier otra empresa “parasitara” su reputación –por ejemplo, utilizando su marca– Dell tendría menos incentivos para realizar la enorme inversión en satisfacer a sus clientes. En otras palabras, cuando todos sabemos que podemos libremente acceder a los beneficios del esfuerzo ajeno, ninguno tendrá incentivos suficientes para esforzarse. Al permitir a un competidor parásito emplear la inversión en reputación de otro se minan los incentivos de este último para continuar invirtiendo, esforzándose, innovando y satisfaciendo al consumidor 3.2. La superposición con otros actos de competencia desleal La Ley sobre Represión de la Competencia Desleal ha tipificado, en distintos artículos, una serie de supuestos que, en la práctica, suelen coincidir en una misma conducta. Es el caso, por ejemplo, de la explotación de la reputación ajena, los actos de confusión24, los actos de engaño25 y los actos de imitación26. En la casuística, es usual encontrar que se explota la reputación de un competidor imitándolo y confundiendo a los consumidores. Es decir, engañando. 24 Artículo 8º.- Actos de confusión: se considera desleal toda conducta destinada a crear confusión con la actividad, las prestaciones, los productos o el establecimiento ajeno. El riesgo de confusión a que se vean expuestos los consumidores respecto de la procedencia empresarial de la actividad, producto, establecimiento o prestación es suficiente para determinar la deslealtad de una práctica. 25 Artículo 9º.- Actos de engaño: se considera desleal la utilización o difusión de indicaciones incorrectas o falsas, la omisión de las verdaderas y cualquier otro tipo de práctica que por las circunstancias en que tenga lugar, sea susceptible de inducir a error a las personas a las que se dirige o alcance respecto a la naturaleza, modo de fabricación o distribución, características, aptitud para el uso, calidad y cantidad, y en general, las ventajas realmente ofrecidas por los productos o prestaciones. En especial, se considera desleal ostentar o afirmar la posesión de premios, distinciones, medallas o certificados de cualquier naturaleza que no se han obtenido o no tuvieran vigencia, particularmente en publicidad o en etiquetas, envases, recipientes o envolturas. 26 Artículo 13º.- Actos de imitación: se considera desleal la imitación sistemática de las prestaciones e iniciativas empresariales de un tercero cuando dicha estrategia se halle directamente encaminada a impedir u obstaculizar su afirmación en el mercado y exceda de lo que, según las características, pueda reputarse como una respuesta natural a aquél. Esta distinción legislativa, quizá excesiva, ha hecho difícil que el mismo INDECOPI distinga cuándo se encuentra frente a uno de los tipos de la ley y no frente a otro27. En efecto, es usual que INDECOPI considere que al no existir riesgo de confusión no cabe el aprovechamiento de la reputación ajena. Por ejemplo, en un caso seguido por Vainsa contra Fragrisa y Dersa, la primera denunció a las segundas por comercializar griferías con diseños que harían pensar a los consumidores que habían sido fabricadas por ella, lo que les permitiría aprovecharse de su buena reputación. La SDC señaló que las griferías no eran distintivas de Vainsa, por lo que al no existir riesgo de confusión no podía haber riesgo de explotación de su reputación28. 3.3. ¿Cuándo es indebido el aprovechamiento de la reputación ajena? La ley no sanciona el aprovechamiento simple y llano de la reputación ajena. El aprovechamiento sancionable es el indebido. Y, como señalamos anteriormente, estamos ante un aprovechamiento indebido cuando el denunciado confunde a los consumidores haciéndose pasar por un competidor, haciendo creer que existe algún nexo con él o confundiendo respecto del origen empresarial de los productos. El principal criterio que la CCD ha aplicado es que se debe tratar de un caso de confusión para poder alegar explotación de la reputación. Tal criterio puede ser observado en la Resolución 081-2000/CCD-INDECOPI. En este procedimiento, la empresa Acosa denunció a un grupo de ex trabajadoras que anteriormente lavaban automóviles en su local y que dejaron su empresa para crear su propio servicio de limpieza, al que denominaron “Servicio Splash”. Este era promocionado con un brochure que contenía fotografías donde las ex trabajadoras utilizaban los uniformes de Acosa mientras lavaban automóviles en las instalaciones de esta empresa. Ello, de acuerdo con la denunciante, les permitió explotar su buena reputación. La CCD, como en pronunciamientos anteriores29, señaló que, en los casos de aprovechamiento de la reputación ajena, el infractor busca establecer una vinculación entre él y otro competidor al inducirlo a confusión respecto del producto o su origen empresarial con la finalidad de aprovecharse del prestigio o la reputación que han obtenido otros en el mercado. De ese modo, indicó la CCD, la explotación de la reputación ajena podría servir de rótulo genérico 27 Ver, por ejemplo, la reseña que hacen Carlos Patrón y Ana Julia Mendoza -en el capítulo de actos de engaño del presente libro-, sobre los múltiples pronunciamientos de INDECOPI relacionados con la inducción a error sobre la procedencia empresarial de los combustibles comercializados en diversas estaciones de servicio. 28 Resolución No. 0160-2006-/TDC-INDECOPI emitida en los expedientes Nº 035-2000/CCD y 059-2000/CCD (acumulados), seguido por VALVOSANITARIA INDUSTRIAL S.A. contra FABRICA DE GRIFERIA S.A. y DERSA S.A. 29 Ver, por ejemplo, la Resolución 024-97/CCD-INDECOPI del 22 de mayo de 1997 en el procedimiento iniciado por la empresa ONIS S.A. contra SINDEX S.A. y la Resolución 00498/CCD-INDECOPI del 13 de enero de 1998 en el procedimiento iniciado por la empresa Compañía Arrocera del Sur S.A. contra Semillas del Sur E.I.R.L. y Ricardo Wong Tam. para todos los supuestos de confusión e imitación, pues en todos ellos se da ese aprovechamiento indebido de la reputación y esfuerzo ajenos. Siguiendo un pronunciamiento anterior30, la CCD señaló que: “es lícito por parte de quienes concurren en el mercado que hagan referencia a su experiencia previa en el desarrollo de sus actividades, en tanto dicha información puede resultar importante al momento de elegir entre las ofertas que se le presentan en el mercado; sin que dicha mención pueda ser considerada como una explotación indebida de la reputación ajena de las empresas que pudieran haber sido incluidas dentro de dicha relación, siempre y cuando dicha información sea verdadera y no genere confusión entre los agentes económicos”. Debido a que el brochure permitía identificar que el anunciante era “Servicio Splash” y no Acosa, no existía riesgo de confusión. En consecuencia, la utilización de fotografías donde las empleadas aparecían en el local de Acosa y vestidas con los uniformes de esta empresa no constituía un acto de competencia desleal. A la resolución no le faltaba razón. Utilizar el prestigio de la empresa en la que uno ha trabajado anteriormente para resaltar las cualidades personales es normal y positivo en el mercado, pues brinda información acerca de los antecedentes propios, siempre que no se engañe o confunda al respecto. Posteriormente, la SDC señaló que pueden existir casos de explotación indebida de la reputación ajena a pesar de no existir confusión. Ejemplos de ello son las Resoluciones No. 0547-2004/TDC-INDECOPI31 y 1091-2005/TDC. En esta última, reforzando lo señalado en la primera, explícitamente, indicó que la explotación de la reputación ajena puede “concurrir con otras modalidades de competencia desleal como es el caso de la publicidad adhesiva o comparativa subjetiva” 32 3.4. La utilización de diseños asociados a un tercero no patentables o no patentados Los casos más controvertidos y comunes de explotación de la reputación ajena son aquellos en los que se emplea diseños o signos de identificación no patentados o patentables que se asocian a un tercero. Respecto de este tipo de 30 Resolución Nº 022-1998/CCD-INDECOPI del 7 de mayo de 1998 emitida en los expedientes Nº 134-97/CCD y 018-98/CCD seguido por el Estudio Caballero Bustamante S.R.Ltda contra Isaías Vera Paredes y Tulio Máximo Obregón Sevillano. Dicha Resolución fue confirmada en el extremo que se pronunció sobre los actos de explotación de la reputación ajena mediante Resolución Nº 226-1998/TDC-INDECOPI. 31 Resolución No. 0547-2003/TDC del 10 de diciembre de 2003 emitida en el expediente 0512002/CCD seguido por The Coca Cola Company contra Embotelladora Don Jorge S.A.C. y Panorama Internacional S.A. 32 Resolución 1091-2005/TDC del 5 de octubre de 2005 emitida en el expediente 104-2004/CCD seguido por Bembos S.A.C. contra Renzo’s Pollería Restaurant Snack S.R.L. casos la SDC ha establecido el criterio de que un diseño no patentable o no patentado puede convertirse en un medio de identificación cuya notoriedad y reconocimiento dentro de un particular tipo de mercado permita asociar a un producto con una determinada procedencia empresarial. En su Resolución No. 014-96-TRI-SDC, por ejemplo, la SDC señaló que, si bien un color aisladamente considerado no es susceptible de ser registrado como marca, puede convertirse en un medio de identificación33. Este fue el criterio aplicado en un caso en el que Shell denunció a la empresa Rentik (propietaria de un establecimiento destinado a la distribución de combustibles) por utilizar sus signos distintivos luego de haberse resuelto el contrato en el que la autorizaba a hacerlo34. En el techo y en la pared frontal de la estación de servicios, se observaba la denominación “RENTIK” escrita en color rojo sobre una sucesión de líneas horizontales de color rojo y amarillo, en un caso; y sobre fondo totalmente amarillo, en el otro. Asimismo, el techo de la estación de servicios, los surtidores y los letreros luminosos contenían medios identificatorios que darían a entender a un consumidor razonable que dicho establecimiento pertenecía a la red de estaciones de servicio de Shell en el ámbito nacional. Finalmente, el personal de Rentik llevaba puesto el uniforme con los colores amarillo y rojo propios de la denunciante. La SDC, al igual que la CCD, señaló que en el mercado de combustibles las empresas fabricantes identifican a las estaciones que forman parte de sus cadenas de comercialización a través del empleo de combinaciones de colores que difieren entre sí, conjuntamente con el uso de sus respectivas marcas. En el caso de las estaciones de servicios que venden combustibles de marca “Shell”, se distinguen de las demás empleando los colores amarillo y rojo. Por ello, la SDC consideró que un consumidor razonable podría pensar que la estación de servicios de Rentik pertenecía a la red de estaciones de servicio de Shell, debido a la utilización de los colores que distinguen a esta empresa, consignando solo minúsculas indicaciones que informan al consumidor que los productos corresponden a una empresa distinta. Esto, de acuerdo con la SDC, constituía un hecho susceptible de inducir a error a los consumidores y que le habría permitido a Rentik aprovecharse del prestigio de Shell. Este mismo criterio también fue aplicado por la SDC en su Resolución No. 0549-2006/TDC-INDECOPI35. En este caso, Nestlé denunció a Inalcasa por comercializar los “Bombones Granizios Saboratti” utilizando un envase de características similares al de “Bombones Gran Prix de D’Onofrio”, comercializados por Nestlé. La SDC reconoció que, “si bien Nestlé no tenía un derecho de exclusiva sobre la presentación general del producto Bombones Gran Prix D’Onofrio, ella constituía un medio de identificación de dicho 33 Resolución Nº 014-96-TRI-SDC, en el proceso seguido por Productos Paraíso del Perú S.A. contra Europlastic S.R.L. e Industrias Plásticas Zeta Flex S.A. 34 Resolución Nº 0470-2001/TDC-INDECOPI del 20 de julio de 2001 emitida en el expediente N° 085-2000-CCD seguido por Compañía de Petróleos Shell del Perú S.A. contra Rentik S.A. 35 Resolución No. 0549-2006/TDC-INDECOPI del 17 de agosto de 2001 emitida en el expediente No. 001-2001/CCD seguido por Nestlé Perú S.A. contra Industria Alimentaria Carrasco S.A. producto en el mercado, por lo que los envases, en los que Inalcasa comercializaba su producto “Bombones Granizios Saboratti”, eran susceptibles de crear confusión sobre la procedencia empresarial de dichos productos al dar a entender que eran fabricados o comercializados por Nestlé, dado que presentaban un diseño similar”. Por esta razón, la SDC consideró que esta conducta implicó un aprovechamiento del prestigio obtenido por Nestlé en el mercado. No obstante, como la SDC ha señalado en su Resolución Nº 005-97-TDC, este criterio debe ser entendido como aplicable a casos excepcionales para no incurrir en contradicciones con los principios que rigen los derechos sobre propiedad intelectual36. En este caso, Bijoutería B&C denunció a Belcro por comercializar bisutería de diseño similar a la suya, creando así un riesgo de confusión respecto de la procedencia empresarial de los productos. La SDC resolvió que el diseño de la bisutería no era un elemento que permitía identificar el origen empresarial de esta por tratarse de diseños comunes y, especialmente, porque la denunciante y la denunciada comercializaban sus productos mediante catálogos que identificaban claramente su procedencia empresarial: los nombres comerciales de las empresas aparecían en las respectivas carátulas. El mismo criterio se aplicó en la Resolución No. 0245-2001/TDC-INDECOPI37. En este caso, Industrias Braz denunció a Poli Shoes por aprovecharse de su reputación comercial, puesto que introdujo en el mercado plantas de calzado de características idénticas a las que su empresa producía. La SDC confirmó la resolución de la CCD que desestimó en este extremo la denuncia, en tanto que el diseño de las plantas de calzado no resultaba suficientemente distintivo en relación con productos similares distribuidos. Este razonamiento también fue aplicado en la Resolución No. 0350-2006-TDCINDECOPI38. En este caso, Misti denunció que Fertisol obtenía un beneficio ilícito al comercializar productos en envases con diseños similares a los suyos al aparentar la misma procedencia empresarial y aprovechar la reputación de su empresa. La SDC confirmó la resolución de la CCD, señalando que la denunciante no acreditó que el diseño de sus envases la identifique en el mercado, ya que presentaba características utilizadas por distintas empresas para comercializar los mismos productos. En consecuencia, no confundirían a los consumidores respecto al origen empresarial de los mismos, por lo que Fertisol no incurrió en un acto de explotación de la reputación ajena. 3.5. 36 La utilización de derechos de exclusiva extinguidos Resolución No. 005-97-TDC de fecha 3 de enero de 1997 en el procedimiento seguido por Bijoutería B&C S.R.L. contra Belcro S.R.L. 37 Resolución No. 0245-2001/TDC-INDECOPI del 25 de abril de 2001, emitida en el expediente No. 045-2000-CCD iniciado por Industias Braz S.A. contra Poli Shoes S.R.L. y Nor Pol S.A.C. 38 Resolución No. 0350-2006-TDC-INDECOPI del 6 de junio de 2001, emitida en el expediente 102-2000-CCD, seguido por Corporación Misti S.A. contra Fertilizantes Solubles S.A.C. Un supuesto, en el cual la CCD ha entendido que la utilización de un signo distintivo no constituye explotación de la reputación ajena, es cuando el derecho de exclusiva ya se ha extinguido. La lógica de la CCD es que de lo contrario se extendería la protección de un derecho de propiedad industrial extinguido mediante las normas de represión de la competencia desleal. En este sentido, se pronunció la CCD mediante la Resolución No. 025-2002CCD-INDECOPI39. En ese caso, la demandante interpuso la denuncia, porque las demandadas utilizaban la misma denominación que ella había utilizado. La CCD resolvió que, ya que para ese momento cualquier derecho de exclusiva que pudiera haber existido sobre la denominación se habría extinguido por falta de uso, “el uso por terceros de estos elementos constituye el ejercicio regular de un derecho al estarse empleando términos y figuras que están en el dominio público; sin poder afirmarse que, a través de este uso realizado por los denunciados, se estuviera incurriendo en los actos de competencia desleal en la modalidad de confusión, materia de la presente denuncia”. 39 Resolución No. 025-2002-CCD-INDECOPI del 4 de abril de 2002 en el procedimiento iniciado por Gricel Voto Bernales Venegas contra In & Out S.A.C. y Pedro Manuel Vásquez Broncales.