Liderazgo en tercera persona

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INNOVACIÓN Y CAPITAL HUMANO EMPRENDEDOR
Liderazgo en tercera persona
PALMIRA LÓPEZ-FRESNO, directora de proyectos y delegada en Cataluña del Club Excelencia en Gestión
En el momento actual, cuando se
asume que la crisis financiera está
íntimamente ligada a una crisis de
valores, un nuevo paradigma ético
comienza a hacerse realidad. La creciente pluralidad de las sociedades
occidentales, la mezcla de etnias, religiones, colectivos y generaciones con
perspectivas y objetivos diversos; en
definitiva, el pluralismo de las democracias liberales, ha jugado un papel
determinante para el advenimiento
de una nueva sociedad en la que la
globalización, la interconexión y dependencia entre disciplinas, la accesibilidad al conocimiento en beneficio
de un ciudadano mejor informado,
el libre intercambio de experiencias,
etcétera, ha conducido a la inevitable
confrontación de mentalidades en el
ámbito de la gestión, especialmente
en el plano de los deberes éticos de
los gestores y la pluralidad moral de
las nuevas sociedades.
Este cambio en el entorno, en la sociedad global, en la aldea global, ha
evidenciado la confrontación de dos
modelos generales de liderazgo: un liderazgo representativo de momentos
anteriores, donde pudo demostrar su
eficiencia, que denominaremos “liderazgo en primera persona”, y un nuevo liderazgo socialmente demandado,
o “liderazgo en tercera persona”.
Entendemos que el “liderazgo en
primera persona” se caracteriza por
ser individual, de autoafirmación, de
autoconciencia, basado en el “qué se
me exige” para ser mejor, para tener
mejores resultados, para ser afable y
autoritario, para saber dirigir el barco
y dar órdenes al cómitre, que quiere estar a la altura de su conciencia,
que desea proveer excelencia por sí
mismo, mejorar basándose en la autoexigencia… En términos generales
se trata de un liderazgo individualista
y ejercido de dentro hacia fuera.
El “liderazgo en tercera persona”, por
el contrario, es un liderazgo de fuera
hacia dentro. Es una exigencia, que
está cobrando cada vez mayor relevancia, de la sociedad hacia el gestor,
de la pluralidad hacia el individuo, del
acuerdo sobre la sanción, donde la acción de liderar se ve cualificada con lo
cooperativo, colaborativo, participativo, distributivo… Un liderazgo en el
que el criterio con arreglo a qué valores compartidos debe ser llevado a cabo viene determinado por un proceso
adaptativo a la sociedad en general,
y al grupo humano que depende jerárquicamente del líder en particular.
Para centrar este tipo de liderazgo se
hace necesario responder dos preguntas: ¿Qué se espera de este tipo
de liderazgo? ¿Qué valores lo rigen?
Como axioma, este “liderazgo en
tercera persona” debe respetar los
aspectos morales de los individuos
y contemplar, desarrollar, cumplir y
obligar a gestionar bajo los principios
éticos de la sociedad, bajo la premisa de que la ética es necesaria pero
“además es rentable”. Un liderazgo,
socialmente responsable que permita a las empresas y organizaciones
El liderazgo en tercera persona va de fuera hacie dentro, de la
sociedad hacia el gestor, de la pluralidad hacia el individuo
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alcanzar una excelencia socialmente
responsable. Porque la mejor contribución que las empresas pueden hacer a la sociedad es ser excelentes en
todos los ámbitos y aspectos.
Analicemos este liderazgo bajo dos
perspectivas:
• Bajo la perspectiva individual, de las personas, el “liderazgo en tercera persona” se define por respetar y facilitar que cada
individuo pueda opinar y decidir
por sí mismo en las materias que le
afecten de una u otra manera, con
conocimiento de causa y sin coacción de ningún tipo, lo que implica
que su ejercicio determine también
el correspondiente deber de cada
uno de los liderados de respetar la
autonomía de los demás. Es más,
asume y facilita el derecho de toda
persona a vivir de acuerdo con su
propia concepción de su ideal de
vida, perfección y felicidad, pero
también el ejercicio de su sinónimo, esto es, el deber de cada uno
de los liderados a buscar el bien de
los otros, no de acuerdo a su propia manera de entenderlo, sino en
función del bien que ese otro busca
para sí. Ambos principios están íntimamente relacionados y deben ser
gestionados bajo criterios de asertividad y de green workplace, bajo el
criterio de que cuanto mejor sea el
ámbito del desempeño profesional,
mejor será el rendimiento, mayor
la productividad y más elevada será la motivación y satisfacción de
todas las personas que conforman
el equipo. Son principios que se
corresponden con la salvaguarda
del “bien individual”.
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• Bajo la perspectiva social,
el “liderazgo en tercera persona”
se define por el respeto y cuidado
del entorno de los liderados y de
la sociedad en general, ya que este liderazgo promueve y ejercita el
derecho de toda persona a no ser
discriminada por consideraciones
biológicas, tales como etnia, sexo,
edad, situación de salud, etc. Además, este tipo de liderazgo es socialmente responsable y responde
al derecho de toda persona a no
ser discriminada por consideraciones culturales, ideológicas, políticas, sociales o económicas. Como
liderazgo socialmente responsable,
el “liderazgo en tercera persona”
debe evidenciar que cumple con el
deber de respetar la diversidad en
las materias mencionadas, en lo estructural y en lo virtual, en lo individual y en lo social, y con el deber
de gestionar esta diversidad para
conseguir lo mejor de las personas,
para las personas, y de colaborar
para lograr una equitativa distribución de los beneficios y riesgos entre
los miembros de la sociedad. Son
principios que se corresponden con
la salvaguarda del “bien común”.
A menudo, durante el ejercicio del
liderazgo, los principios relacionados con el bien individual entran en
contradicción con el bien común.
Algunas circunstancias obligan o
favorecen postergar alguno de los
principios, otorgando la prioridad al
otro. En tales casos, el ejercicio del
principio médico primum, non nocere
(ante todo, no hacer daño) prevalece.
¿Pero en qué orden? En estos casos
hay que considerar las consecuencias
de la aplicación de cada uno de los
principios en conflicto y decidir de
acuerdo con ello.
El “liderazgo en tercera persona”
considerará que estos principios están
jerarquizados, y esta jerarquización
será transparente y responderá a dos
preguntas: ¿Qué hay? Una persona,
con total dignidad y sin precio. ¿Bajo
qué valores? Los de una persona que
pertenece libremente a un colectivo
donde todos los miembros son igua-
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les y merecen igual consideración y
respeto.
Si las empresas y organizaciones no
tienen un buen desempeño, las naciones tampoco, y el desempeño depende en gran medida del liderazgo
ejercido. La semilla del cambio ya ha
sido sembrada entre los ciudadanos, y
cada vez más sus decisiones de compra estarán vinculadas a la responsabilidad de las empresas. Las nuevas
generaciones tienen esto claro. Se
mueven en general bajo criterios de
respeto por el medio ambiente, consumo responsable y ecológico, ahorro responsable… En definitiva, por el
principio de que somos co-creadores
del mundo que habitamos y que los
pequeños gestos y las decisiones individuales ayudan a cambiarlo. Pero
además estas nuevas generaciones
necesitan creer en lo que hacen, y en
que lo que hacen contribuye al bien
individual y al bien común. La falta
de propósito y de sentido les genera
un gran vacío.
Estos sentimientos que guían importantes colectivos de las nuevas generaciones han comenzado a calar
fuerte en la ciudadanía en general.
Es precisamente la asunción de esta
responsabilidad personal el pilar del
nuevo paradigma económico que está
emergiendo, la denominada “economía consciente”, cuyo objetivo es que
todos los agentes implicados –empresas, instituciones, personas y sociedad
en general– cooperen para crear un
bienestar social y económico eficiente
y sostenible.
Ya no se puede gestionar solamente
en el corto plazo y justificando cualquier medio para lograr los objetivos,
establecidos en ocasiones con un criterio especulativo guiado por el bien
individual, sin importar los medios
que se empleen para conseguirlos ni
los efectos que el exceso de codicia
ocasiona sobre los seres humanos y
el planeta en el que vivimos. El corto plazo es necesario, pero debe ser
enfocado como un escalonado para
conseguir, con criterios éticos, los
objetivos estratégicos establecidos
a medio y largo plazo, que incorporarán necesariamente criterios del
bien individual y criterios del bien
común. Lo define bien la tradición
de los indios cri de Quebec al afirmar que “la tierra no la heredamos
de nuestros padres, nos la prestan
nuestros nietos”, y enfocar la sostenibilidad como el no comprometer
los recursos de al menos las 7 próximas generaciones futuras. Y en este
entorno, la transparencia en la comunicación será determinante para
ganar en reputación.
El cambio en el entorno, en la sociedad global, en la aldea global, está
dando paso a una economía consciente, que requiere un liderazgo en
tercera persona caracterizado por el
respeto y gestión de la diversidad y
por la salvaguarda del “bien común”.
Un liderazgo ético, que permita a las
empresas y organizaciones alcanzar
una excelencia socialmente responsable, que a través de la propia rentabilidad y competitividad de las empresas
beneficie a las personas que en ellas
trabajan, a la sociedad en general y al
propio país. Porque la mejor contribución que las empresas pueden hacer a
la sociedad es ser excelentes en todos
los ámbitos. De aquí que una gestión
mecanicista y puramente materialista
amenace la supervivencia de las compañías más irresponsables.
Por parte de la sociedad se impone un
liderazgo que reconozca la autoridad
de las personas como ciudadanos y
como trabajadores, en beneficio de
un proyecto ético de la humanidad.
Un liderazgo basado en la recuperación de la autoridad, entendida ésta
como la irradiación de la excelencia
personal en una relación social. Un
liderazgo que cada vez tenga más
claras las interrelaciones entre las personas y la sociedad en general, las
empresas y el sistema, porque como
establece José Antonio Marina, la inteligencia humana puede “fracasar”.
El líder individualista, el líder que no
se permea con los requerimientos de
la sociedad, el líder que ejerce el liderazgo en primera persona, puede
fracasar. 
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