(Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2006; 53: 471-478) ORIGINAL Utilización de un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos en un servicio de anestesia A. Bartolomé Ruibal, J. I. Gómez-Arnau Díaz-Cañabate, J. A. Santa-Úrsula Tolosa, J. M. Marzal Baró, A. González Arévalo, S. García del Valle Manzano, I. Hidalgo Nuchera, D. Arnal Velasco, G. Puebla Gil Área de Anestesia, Reanimación y Cuidados Críticos. Fundación Hospital Alcorcón. Madrid. Resumen OBJETIVOS: Conocer los cambios en la morbi-mortalidad anestésica con la utilización de un sistema de comunicación de incidentes críticos y valorar los efectos de la resolución de los factores de error detectados. PACIENTES Y MÉTODOS: Consideramos incidente crítico toda situación en la que se redujo o pudo haberse reducido el margen de seguridad del paciente. Analizamos el periodo entre enero de 1999 y diciembre de 2004. R ESULTADOS : Se realizaron 68.627 procedimientos anestésicos y se comunicaron 547 incidentes críticos (0,79%). En 279 incidentes (51%) se identificó un error activo. Los factores latentes asociados con mayor frecuencia fueron el error de diagnóstico de la situación, los problemas de comunicación y la falta de comprobación del equipamiento y de los fármacos. El 81,8% de los incidentes no tuvieron ningún efecto sobre el paciente. En el 78,9% el incidente se consideró evitable. La introducción de una lista de comprobación del equipamiento antes de la anestesia redujo los incidentes de 90 por 21809 casos en 31 meses a 34 por 22.064 casos en 29 meses; χ, p<0,05; odds ratio [OR]= 2,68; intervalo de confianza [IC] del 95%= 1,80-3,98 11. El etiquetado de jeringas redujo los errores en la administración de medicación de 45 por 21.809 casos en 31 meses a 27 por 22.064 casos en 29 meses; χ, p<0,05; OR= 1,68; IC del 95%= 1,04-2,72. CONCLUSIONES: Como consecuencia del análisis sistemático de los incidentes se adoptaron distintas medidas correctoras, algunas de las cuales demostraron una reducción estadísticamente significativa en los incidentes de equipamiento y los incidentes farmacológicos. Palabras clave: Técnica de incidente crítico. Control de riesgo. Programas voluntarios. Administración de la seguridad. Prevención de accidentes. Application of a critical incident reporting and analysis system in an anesthesiology department Summary OBJECTIVES: To ascertain the changes in anesthesiarelated morbidity and mortality after application of a scheme for reporting critical incidents and to assess the effect of implementing preventive measures against the detected errors. PATIENTS AND METHODS: We defined a critical incident to be any situation in which the margin of safety for the patient was reduced or might have been reduced. We analyzed data from the period between January 1999 and December 2004. RESULTS: The number of critical incidents was 547 (0.79% of 68627 anesthetic procedures). Human error was identified in 279 incidents (51%). The most frequent factors underlying errors were wrong diagnosis of the situation, communication problems, and failure to check equipment and drugs. The patient suffered no adverse effect in 81.8% of the incidents; 78.9% were considered preventable. Introducing an equipment checklist before anesthesia reduced the number of incidents from 90 events in 21809 cases in 31 months to 34 events out of 22064 cases in 29 months; χ2 test, P<0.05; odds ratio (OR), 2.68; 95% confidence interval (CI), 1.80-3.98). Labeling syringes reduced errors in the administration of medications from 45 errors in 21 809 cases in 31 months to 27 in 22064 cases in 29 months; χ2, P<0.05; OR, 1.68; 95% CI, 1.04-2.72. CONCLUSIONS: Corrective measures were adopted as a result of the incident reporting scheme. Some of the measures led to a statistically significant reduction in equipment and drug administration errors. Key words: Critical incident technique. Risk management. Voluntary programs. Safety management. Accident prevention. Correspondencia: Antonio Bartolomé Ruibal Área de Anestesia, Reanimación y Cuidados Críticos. Fundación Hospital Alcorcón C/ Budapest, 1 28922 Alcorcón (Madrid) E-mail: [email protected] Aceptado para su publicación en abril de 2006. 15 Introducción La primera publicación sobre incidentes críticos en anestesia data del año 19781, cuando Cooper et al utilizaron una técnica de entrevistas codificadas para estudiar la etiología de los errores anestésicos y así 471 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 53, Núm. 8, 2006 poder desarrollar estrategias de prevención y detección. En 1987 se creó en Australia el primer sistema nacional de monitorización de incidentes, que se basaba en la utilización voluntaria y anónima de un formulario impreso para la comunicación de incidentes críticos en anestesia2. Este sistema sirvió de modelo para los estudios que se iniciaron en la década de los noventa en alrededor de 30 países. La utilización de sistemas de comunicación de incidentes ha proporcionado información que ha sido determinante3, entre otras causas4, para que la mortalidad anestésica haya descendido desde 1 por 10.000 a comienzos de la década de los 80 a 1 por 80.000 en la actualidad5. Aunque en España existe alguna publicación en la que se analiza el caso de un incidente crítico6, no se han descrito programas estructurados de comunicación, ni en anestesia ni en ninguna otra especialidad. En este artículo presentamos nuestra experiencia de utilización desde el año 1999 de un sistema informatizado de comunicación y análisis de incidentes críticos en un servicio de anestesia. Pacientes y métodos Este estudio se realizó en un hospital de la red pública dotado de 200 camas quirúrgicas para atender a una población de referencia de 280.000 habitantes. La unidad de anestesia presta su asistencia en el bloque quirúrgico (un quirófano para urgencias y once quirófanos para intervenciones programadas de cirugía general y digestiva, cirugía ortopédica y traumatología, oftalmología, ginecología, otorrinolaringología, urología y cirugía vascular), dos consultas de preanestesia, la unidad de reanimación y unidad de recuperación postanestésica [URPA] (19 camas, de las cuales 4 están destinadas a pacientes críticos postquirúrgicos), el bloque obstétrico (dos paritorios, un quirófano y seis salas de dilatación en las que se realizan procedimientos de analgesia epidural para el parto a todas aquellas mujeres que lo solicitan y no tienen contraindicación), la unidad de dolor agudo y crónico (dos consultas y una sala de tratamientos) y en salas de diagnóstico por imagen, digestivo, etc., donde se asisten procedimientos diagnósticos o terapéuticos no quirúrgicos. Antes de comenzar la implantación del sistema de comunicación se realizaron varias sesiones introductorias a las que asistieron todos los miembros de la plantilla. Utilizando elementos de formularios empleados por otros grupos2;7, se diseñó en Microsoft Access 97 (Microsoft Corporation) un formulario para la comunicación de incidentes críticos. El formulario se componía de cinco secciones: (a) relación con el incidente de la persona que realiza la comunicación; (b) datos del paciente y del tipo de cirugía; (c) datos de la técnica 472 anestésica, incluyendo la monitorización utilizada; (d) tipo de incidente, descripción libre del mismo, así como detalles acerca de dónde y cuándo se produjo, cómo se detectó y la actuación del personal implicado; y (e) resultado del incidente, factores contribuyentes y atenuantes y sugerencias para prevenir su repetición. No se incluyeron datos que pudiesen identificar al paciente o a la persona que realizó la comunicación. Los incidentes se clasificaron en nueve categorías: Fármacos, Equipamiento, Respiratorio, Cardiológico, Anestesia Regional, Cateterización, Comunicación (información clínica verbal o escrita), Posición y Otros. Se permitió que en un formulario se comunicasen varios incidentes ocurridos en el mismo paciente, aunque se recomendó la utilización de un formulario por cada incidente. El resultado del incidente se clasificó siguiendo las definiciones establecidas en el congreso internacional sobre morbimortalidad anestésica celebrado en 1984 y que estableció las siguientes categorías: Nada = Ningún efecto detectable en el paciente; Morbilidad menor = Desviación leve de variable fisiológica que no prolonga la estancia hospitalaria ni deja secuelas; Morbilidad intermedia = Desviación severa de variable fisiológica o prolongación de la estancia hospitalaria pero sin secuelas; Morbilidad mayor = Secuelas permanentes8. Desde cualquiera de los ordenadores personales disponibles, cualquier anestesiólogo, de forma anónima y voluntaria, podía comunicar un incidente. El acceso al formulario requería que el ordenador fuese iniciado por un anestesiólogo con su clave personal, que no quedaba registrada, y la introducción posterior de una segunda clave genérica. Se definió un incidente como cualquier situación en la que se redujo, o pudo haberse reducido, el margen de seguridad del paciente, fuese o no debido a un error y tuviese o no efectos sobre el paciente (v. gr., una desconexión del circuito respiratorio). Si el incidente fue el resultado negativo de una actuación médica apropiada consideramos que se trataba de una complicación (v. gr., un neumotórax tras canulación de vía central). Se permitió la utilización del sistema tanto para la comunicación de incidentes como de complicaciones. Para evitar distorsiones en la cumplimentación del formulario debidas a deterioro en la memoria de los hechos se instó a todos los anestesiólogos a comunicar los incidentes en las primeras 24 horas desde su producción. Los datos recogidos del formulario se introducían automáticamente en una base codificada creada en Microsoft Access 97. Además del acceso de todos los anestesiólogos al formulario de comunicación, se definió entre ellos un grupo de cuatro que, mediante la introducción de una tercera clave, tuvieron acceso a todas las funciones de la base de datos. Todos los incidentes comunicados fueron evaluados en primera instancia por ese grupo, 16 A. BARTOLOMÉ RUIBAL ET AL– Utilización de un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos en un servicio de anestesia que estableció la necesidad o no de adoptar medidas inmediatas dirigidas a evitar su repetición. Además, dicho grupo de trabajo se encargó del análisis de los incidentes, para lo cual se utilizó un modelo similar al protocolo de investigación y análisis de incidentes clínicos de Vincent et al9, con las limitaciones derivadas de no disponer de información sobre el paciente ni el personal que lo atendió. Básicamente, nuestro modelo de análisis constó de las siguientes fases: a) establecimiento de una secuencia temporal que comprendiese el período suficiente para explicar las causas del incidente; b) identificación de los errores activos o causas inmediatas, que se definieron, siguiendo los conceptos de Reason10, como aquellos cometidos por los profesionales en contacto directo con el paciente y que tuvieron o pudieron tener un efecto inmediato sobre éste; c) para cada error activo o causa inmediata, se identificaron los factores latentes o contribuyentes, que no tenían una relación temporal inmediata y eran responsabilidad de personas que no estaban en contacto directo con el paciente; y d) finalmente, para cada factor latente, se propusieron medidas correctoras, con fecha de implantación y estrategia de seguimiento. De entre todos los incidentes comunicados, los más significativos fueron seleccionados para su presentación en sesiones bimensuales dirigidas a la totalidad de la plantilla y en las que se discutieron y adoptaron medidas correctoras. Siempre que la perentoriedad del incidente así lo requirió se distribuyeron por correo electrónico mensajes para alertar sobre la necesidad de extremar las precauciones en algún sentido, mientras se adoptaban medidas dirigidas a erradicar factores existentes en el sistema. Además, con una periodicidad trimestral se distribuyó un boletín en el que se incluyeron los últimos datos de comunicación de incidentes, las alertas y un seguimiento de las medidas adoptadas. Algunas de éstas fueron evaluadas por separado al cabo de un cierto tiempo después de su implantación mediante la prueba de la chi-cuadrado (χ), considerándose significativo un valor de p de 0,05. Fig. 1. Número de comunicaciones por año. de sexo, edad, grado ASA y la técnica anestésica utilizada están representados en la Tabla 1. Cuando se compararon con las mismas variables de la población intervenida en quirófano (único subgrupo del que disponemos de datos fiables), encontramos que no hubo diferencias en la edad (p=0,07) ni en el grado 1 de la clasificación de la ASA (p=0,12), mientras que las diferencias entre el grupo de pacientes que sufrieron un incidente y la población sometida a una intervención alcanzaron la significación estadística en el sexo (p<0,05; sexo varón OR 0,82 [IC 95%=0,69-0,97]), los grados 2 (p<0,05; OR 0,69 [IC 95%=0,51-0,74]), 3 (p<0,05; OR 1,37 [IC 95%= 1,13-1,67]) y 4 o mayor (p<0,05; OR 1,54 [IC 95%=1,17-2,03]) de la clasificación de la ASA, así como la técnica anestésica general (p<0,05; OR 1,28 [IC 95%=1,08-1,51]), regional (p<0,05; OR 0,53 [IC 95%=0,44-0,64]) y el cuidado anestésico monitorizado (p<0,05; OR 0,14 [IC 95%=0,08-0,24]). Los registros más frecuentes, clasificados por categoría, aparecen en la tabla 2, destacanTABLA 1 Datos demográficos Categoría Sexo Incidentes Complicaciones Varón Mujer Edad** Resultados Grado ASA Entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre de 2004 se realizaron 68.627 procedimientos anestésicos, de los cuales 56.496 se realizaron en quirófano, 2.635 fuera de quirófano y 9.496 correspondieron a analgesias epidurales obstétricas. En ese mismo período se registraron 547 comunicaciones (0,79%), de las que 396 (71,6%) se consideraron incidentes críticos, mientras que las 151 (28,3%) restantes se consideraron complicaciones. El número de comunicaciones anuales se presenta en la figura 1. Los datos demográficos Técnica anestésica General Regional Combinada CAM No consta 17 I II III IV V No consta Total* 192 186 57±22,31 73 77 60±21,21 265 (50,2) 263 (49,8) 58±21,99 103 127 98 39 3 26 42 53 39 13 2 2 145 (26,5) 180 (32,9) 137 (25) 52 (9,5) 5 (0,9) 28 (5,1) 211 83 31 11 60 62 61 12 4 12 273 (49,9) 144 (26,3) 43 (7,9) 15 (2,7) 72 (13,2) *Entre paréntesis figura el porcentaje. **Mediana ± desviación estándar. CAM: Cuidado anestésico monitorizado. 473 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 53, Núm. 8, 2006 TABLA 2 Categorías de incidentes comunicados Categoría Incidentes Complicaciones Total* Equipamiento Comunicación Fármacos Respiratorio Anestesia regional Cateterización Cardiológico Posición Otros Total* 149 106 65 26 11 14 4 4 17 396 (72,4) 0 0 23 28 44 24 16 6 10 151 (27,6) 149 (27,2) 106 (19,4) 88 (16,1) 54 (9,9) 55 (10,1) 38 (6,9) 20 (3,7) 10 (1,8) 27 (4,9) 547 (100) * Entre paréntesis figura el porcentaje respecto al total de comunicaciones. do los incidentes relacionados con el equipamiento, comunicación y fármacos. El 58,9% de los incidentes tuvo lugar en quirófano (Figura 3) y la inducción de la anestesia fue la fase en la que se produjo el 25,8% de los incidentes (Figura 2). La observación clínica (70,2%) fue más eficaz que la monitorización (29,1%) en la detección de los incidentes, aunque esa diferencia fue menor en aquellos incidentes que ocasionaron morbilidad (Tabla 3). En 273 incidentes (49,9% de todas las comunicaciones y 68,9% de los incidentes críticos) se consideró que existía un error activo. Los factores asociados con mayor frecuencia al desarrollo de incidentes fueron el error de diagnóstico de la situación, los problemas de comunicación y la falta de comprobación (del equipamiento, fármacos, hemoderivados, identidad del paciente, etc.) (Tabla 4). En cuanto al resultado (Tabla 5), el 83,2% de los incidentes no tuvieron ningún efecto sobre el paciente o produjeron sólo morbilidad menor, mientras que 74 incidentes (13,5%) produjeron morbilidad intermedia, 12 (2,2%) morbilidad mayor y hubo 6 muertes. De estas últimas, Fig. 2. Fase de la anestesia en la que se produjo el incidente o complicación. 474 Fig. 3. Lugar en el que se produjo el incidente o complicación. tres fueron complicaciones que ocurrieron en pacientes mayores de 90 años, sometidos con carácter urgente a implante de prótesis capital cementada por fractura de cadera, sufriendo cuadros de hipoxemia y arritmias ventriculares tras la cementación; un caso se debió a asistolia en el seno de un paciente con insuficiencia renal, hipercaliemia y, como se demostró tras el incidente, hiperfosforemia severa; otro caso tuvo su origen en la pérdida de la permeabilidad de la vía aérea por salida de una cánula de traqueotomía; y el último caso se debió a un error en la administración de medicación. En 35 incidentes y 94 complicaciones, el comunicante consideró evitable el suceso (82,3%), mientras lo juzgó inevitable en 40 y 57 respectivamente (17,7%). TABLA 3 Detección de los incidentes Mejor monitor Todos los Sólo con Ratio incidentes morbilidad morbilidad/ n = 547* n = 92* no morbilidad** Observación clínica 384 (70,2) Monitorización 159 (29,1) Valor de laboratorio 40 Electrocardiografía 30 Respirador 27 Pulsioxímetro 21 Capnografía 15 Presión arterial no invasiva 12 Presión arterial invasiva 3 Estimulador nervioso 2 Fonendoscopio 2 BIS 2 Otros 6 No especificado 4 (0,7) Total* 547 (100) 54 (58,7) 38 (41,3) 4 18 3 6 1 2 1 1 0 1 1 0 92 (100) 16,3 31,4 11,1 150 12,5 40 7,1 20 50 100 100 *Entre paréntesis figura el porcentaje respecto al total de comunicaciones. **Para evaluar la importancia relativa de cada monitor en la detección de incidentes que ocasionaron morbilidad intermedia, morbilidad mayor o muerte. Se utilizó la fórmula: Incidentes con morbilidad / (Incidentes sin morbilidad – incidentes con morbilidad) x 10020. 18 A. BARTOLOMÉ RUIBAL ET AL– Utilización de un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos en un servicio de anestesia TABLA 4 TABLA 6 Factores que llevaron a la producción de los incidentes Medidas adoptadas a partir del análisis de incidentes Factores latentes N* Medida Error de diagnóstico de la situación Problemas de comunicación verbal o escrita Falta de comprobación Prisa Falta de conocimiento Situación del paciente Falta de experiencia Falta de ayuda o ayuda inadecuada Mala planificación de la anestesia Colocación errónea monitorización Falta de equipamiento Fatiga Falta de habilidad Carga de trabajo Colocación errónea fármacos en el cajón Mala priorización de las tareas 169 154 127 60 54 54 44 27 22 22 22 20 19 17 10 9 Protocolización Nuevos protocolos Modificación de protocolos existentes Elaboración de guías Mejora de información y registros Rediseño de procesos asistenciales Equipamiento y medicación Compra nuevo equipamiento o medicación Retirada equipamiento o medicación peligrosos Modificación equipamiento Reparación equipamiento Etiquetado equipamiento o medicación Consultas a casas comerciales Formación Sesiones Alertas Revisiones bibliográficas Difusión bibliografía * Cada comunicación puede tener más de un factor latente. Como consecuencia del análisis sistemático de los incidentes se adoptaron un total de 131 medidas correctoras (Tabla 6). Excluyendo las sesiones realizadas el número de medidas tomadas fue de 105, de las que 80 (76,1%) fueron respuesta a incidentes sin daño (n=66; 62,8%) o con morbilidad menor (n=14; 13,3%) para el paciente. Las medidas incluyeron, entre otras, el desarrollo y modificación de siete y dos protocolos respectivamente; la creación de tres y adaptación de otros dos consentimientos; la traducción de consentimientos a otros idiomas; la retirada de seis productos que se consideraron peligrosos así como de cuatro presentaciones de medicación que podían inducir al error o, si éste se producía, tener consecuencias severas; la adquisición de nueve nuevos productos y una nueva presentación de medicación; la reparación o modificación de equipo inventariable; el rediseño de circuitos asistenciales y la formación específica de enfermería. Además, se realizaron veintiséis sesiones de información y discusión y se distribuyeron alertas no periódiTABLA 5 Resultado de los incidentes Resultado* Incidentes Complicaciones Total** Nada Morbilidad menor Morbilidad intermedia Morbilidad mayor Muerte Total** 305 52 35 3 1 396 (72,4) 33 65 39 9 5 151 (27,6) 338 (61,8) 117 (21,4) 74 (13,5) 12 (2,2) 6 (1,1) 547 (100) *Definiciones en el texto. **Entre paréntesis figura el porcentaje respecto al total de comunicaciones. 19 Número 7 2 1 12 3 10 10 4 2 9 6 26 33 4 2 cas y boletines periódicos a través del correo electrónico. La introducción de una lista de comprobación del equipamiento antes de la anestesia redujo los incidentes de equipamiento de una forma estadísticamente significativa (de 90 por 21.809 casos en 31 meses a 34 por 22.064 casos en 29 meses; χ, p<0,05; odds ratio [OR]= 2,68; intervalo de confianza [IC] del 95%= 1,80-3,98)11, mientras que el etiquetado de jeringas redujo los errores en la administración de medicación (de 45 por 21.809 casos en 31 meses a 27 por 22.064 casos en 29 meses; χ, p<0,05; OR= 1,68; IC del 95%= 1,04-2,72). Discusión La utilización de sistemas de comunicación de incidentes está muy extendida en sistemas complejos como la aviación y la industria química12. En la actualidad, desde la publicación del informe “To err is human” en el año 2000, se considera que estos sistemas desempeñan un papel central en cualquier estrategia de mejora de la seguridad del paciente13. Nuestro estudio demuestra que la implantación de un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos es posible en el ámbito sanitario español, donde no se ha publicado hasta la fecha ninguna experiencia similar, y más concretamente en el ámbito de actuación de un servicio de anestesia. El sistema utilizado tiene las características de ser voluntario, anónimo e independiente de la dirección del centro. Desde su inicio, tanto el análisis de los incidentes como las medidas correctoras recomendadas se orientaron siempre a 475 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 53, Núm. 8, 2006 introducir mejoras en el proceso asistencial y no se centraron en los individuos. Aunque controvertidas, estas características han sido señaladas como fundamentales para que un sistema de comunicación tenga éxito14. Quizás la confidencialidad (conocer la identidad del comunicador pero no revelarla a terceros), en lugar del anonimato, permitiría en ciertos incidentes ampliar la información relevante para realizar un análisis más completo: ése será uno de los primeros cambios que acometamos en el sistema. La decisión de emplear un sistema informatizado se sustentó en las características de nuestro hospital, en el que la historia clínica está informatizada y la existencia de una red interna permite el acceso al sistema desde cualquiera de sus ordenadores. El uso de un sistema informatizado acelera el proceso de comunicación y difusión de la información15 y algunos autores consideran que puede ayudar a solucionar algunos problemas de la medicina occidental: la tecnología cambia la cultura de la profesión médica, permite almacenar datos sobre la actividad individual y documenta hasta el 97% de los incidentes críticos16. De hecho, el cambio de un sistema de comunicación basado en el papel a un sistema electrónico aumentó en más de un 84% el número de comunicaciones en la experiencia de Tuttle et al17. La utilización de un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos tiene las ventajas potenciales de ser un método prospectivo, que monitoriza continuamente todos los aspectos de un servicio de anestesia y que, a diferencia de las sesiones de morbimortalidad, no necesita la aparición de resultados negativos para poner en marcha medidas correctoras. En concordancia con lo publicado por otros autores2, en nuestra serie la mayor parte de los incidentes sucedieron en quirófano, pero se comunicaron incidentes ocurridos en todos los entornos de trabajo del área de anestesia, incluyendo el bloque obstétrico, la unidad de reanimación y URPA, la unidad de dolor, la consulta preanestésica, las salas de radiología, etc. (Figura 3). El hecho de que 80 de las 105 medidas adoptadas procedan de incidentes que sólo ocasionaron morbilidad menor o no tuvieron ninguna consecuencia para el paciente distingue este método de otras herramientas habituales en los programas de mejora de la calidad. La frecuencia con la que se han comunicado distintas categorías de incidentes varía ampliamente en la literatura debido a la heterogeneidad de las clasificaciones. Sin embargo, es casi unánime que en los distintos trabajos el mayor peso lo tengan los incidentes de equipamiento, farmacológicos y respiratorios18,19. La alta proporción de incidentes de comunicación en nuestra serie probablemente obedece a que se han intentado agrupar incidentes que en otras series apare476 cen en la categoría Otros o Miscelánea, y en algunos casos al efecto que la informatización ha introducido en el acto médico. Un paciente que llegó a quirófano y en el que no fue posible consultar la historia informática por una avería en la red de fibra óptica de quirófano (asegurando el cirujano que el estudio preoperatorio era normal), fue intervenido de urgencia de una amputación de miembro inferior bajo anestesia espinal y después se comprobó que tenía unas pruebas de hemostasia en las que la sangre no coagulaba. Un paciente en tratamiento con Iscover (clopidogrel) y programado para una prótesis de rodilla, llegó a quirófano sin haber suspendido esa medicación porque el anestesiólogo que le vio en consulta sólo conocía Plavix como nombre comercial de clopidogrel y no identificó Iscover con un antiagregante plaquetario. Una paciente a la que sólo se identificó por el nombre de pila estuvo a punto de ser intervenida de un sinus pilonidal cuando estaba programada en otro quirófano para intervenirse de una histeroscopia. La mayor parte de los incidentes se produjeron durante la inducción y el mantenimiento de la anestesia, algo común a la mayor parte de las series1,2,18, aunque se produjeron incidentes en todas las fases de la anestesia. La observación clínica detectó más incidentes que la monitorización, aunque ésta detectó proporcionalmente más incidentes críticos graves (morbilidad intermedia o mayor o muerte), algo en concordancia con los resultados publicados por Findlay20. En nuestra serie la contribución del error activo a la producción de incidentes se situó entre valores más bajos, cercanos al 40%, de algunas series21, y otros más altos, de alrededor del 80%, de otras1. Sin embargo, el sistema no está exento de limitaciones y conviene hacer algunas consideraciones acerca de las inconsistencias que presenta la metodología. La primera de ellas tiene que ver con la propia definición de incidente crítico, todavía no universalmente aceptada a pesar de los intentos realizados para normalizarla22,23. Al igual que la mayoría de los trabajos2,19,24 nosotros optamos por una definición abierta que nos permitiese recoger la mayor cantidad posible de información sobre la que sustentar el diseño de estrategias de detección y prevención. Por un lado, esto supuso que recogimos no sólo incidentes críticos, sino una proporción considerable de complicaciones (28,3%), algo reconocido en la literatura como inevitable25 aunque frecuentemente no cuantificado. Por otro lado, esta ambigüedad etimológica afecta a la comunicación de incidentes con un sesgo de resultado, de manera que los incidentes graves y que son debidos a un error se comunican con mayor frecuencia que los leves y aquellos en los que un error no se identifica24,26. En nuestra serie sólo el 11,8% de los incidentes comuni20 A. BARTOLOMÉ RUIBAL ET AL– Utilización de un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos en un servicio de anestesia cados por el primer autor ocasionaron morbimortalidad frente al 19,1% de los incidentes comunicados por el resto de la plantilla, algo que podría interpretarse como una infracomunicación de incidentes leves por parte del personal menos implicado en el proyecto. En general, con independencia del resultado del incidente, la infracomunicación es una de sus limitaciones más importantes. La prevalencia de incidentes críticos en nuestra serie (0,79%) está dentro del amplio rango publicado en la literatura (0,13-6,7%)1821;27;28 , pero es difícil conocer el porcentaje de incidentes comunicados respecto a los incidentes realmente producidos. La magnitud de esta infracomunicación depende del método que se tome como referencia. Así, sólo se comunicaron voluntariamente un 4% de las desviaciones de variables fisiológicas de 5.454 registros automatizados de anestesia29 y 25% de los incidentes que aparecen en registros perioperatorios24. Entre las razones que dificultan la comunicación de incidentes se han señalado fundamentalmente dos: el miedo a medidas disciplinarias o repercusiones médico-legales y la falta de convicción en su eficacia30,31. El hecho de que comunicar los propios errores pueda tener implicaciones médico-legales, incluso en sistemas anónimos y sin datos identificadores del paciente, puede limitar la comunicación y, por tanto, la utilidad de tales sistemas. En Australia la información obtenida en actividades de garantía de calidad, entre las que se incluye el estudio Australian Incident Monitoring Study, está protegida por la ley, y en Estados Unidos se han introducido varios proyectos de ley que proporcionan protección a aquellas personas que comunican voluntariamente información sobre errores médicos14. En España no existe aún legislación en este sentido. En un editorial31, Cooper afirmaba que, dadas las limitaciones de este tipo de programas voluntarios, era necesario demostrar la utilidad de comunicar para lograr que estos sistemas funcionen. No existen estudios que demuestren claramente su eficacia, entre otras causas por la propia naturaleza de los datos: no tenemos un numerador fiable que permita calcular el impacto de las medidas correctoras y valorar su eficacia. Sólo dos trabajos han apuntado que la instauración de un programa de comunicación de incidentes críticos que incluya la discusión regular de los casos puede reducir su incidencia, y ello atendiendo a una disminución en el número de incidentes comunicados o a la ausencia de comunicación de los mismos incidentes una vez adoptadas medidas correctoras19,27. La reducción en el número de comunicaciones que registramos en 2003 (Figura 1) probablemente obedeciese a una percepción de ineficacia en el sistema, pues cuando se amplió el grupo de análisis, se sistematizaron sus reu21 niones semanales y fue mayor la capacidad de respuesta a los incidentes comunicados, las cifras volvieron a las de años anteriores. En nuestra experiencia, la introducción de una lista de comprobación del equipamiento antes de la anestesia redujo los incidentes de equipamiento11, mientras que el etiquetado de jeringas redujo los errores en la administración de medicación. Aun cuando no se pueda demostrar su eficacia, se han propuesto distintas medidas para aumentar la comunicación, entre las que se incluirían fomentar una cultura de seguridad, que el sistema tuviese un ámbito nacional para aumentar el número de casos generados27, resaltar en cada sesión las medidas adoptadas como consecuencia de la existencia del sistema y diseminar éstas a través de boletines o pósters17,32. En conclusión, nuestra experiencia demuestra que un sistema de comunicación y análisis de incidentes críticos se puede implantar en la unidad de anestesia de un hospital de la red pública española. Por otra parte, aunque de difícil demostración, los resultados obtenidos nos hacen pensar que la comunicación sistemática y análisis de incidentes con subsecuente adopción de medidas correctoras es una herramienta útil que permite mejorar la actividad asistencial de los servicios de anestesia. Agradecimientos Los autores agradecen a todos los anestesiólogos del área la comunicación de sus incidentes. Este proyecto fue financiado por una beca del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS 99/0470). BIBLIOGRAFÍA 1. Cooper JB, Newbower RS, Long CD, McPeek B. Preventable anesthesia mishaps: a study of human factors. Anesthesiology. 1978;49(6): 399-406. 2. Webb RK, Currie M, Morgan C, Williamson J, Mackay P, Russell WJ, Runciman WB. The Australian Incident Monitoring Study: an analysis of 2000 incident reports. Anaesth Intensive Care. 1993;21(5):520-8. 3. Pierce EC Jr. Looking back on the anesthesia critical incident studies and their role in catalysing patient safety. Qual Saf Health Care. 2002; 11(3):282-3. 4. Gaba DM. Anaesthesiology as a model for patient safety in health care. BMJ. 2000;320:785-8. 5. Mackay P, editor. Safety of Anaesthesia in Australia. A Review of Anaesthesia Related Mortality 1997–1999 [informe en Internet]. Melbourne: Australian and New Zealand College of Anaesthetists; c2002. [Actualizado 21 Noviembre 2002, citado 15 Diciembre 2005]. Disponible en http://www.anzca.edu.au/pdfdocs/mortality97.pdf 6. Herrera A, Bueno F. Fallo en el suministro de oxígeno central al área quirúrgica. Análisis de un incidente crítico. Rev Esp Anestesiol Reanim. 1995;42(3):96-9. 7. Staender S, Davies J, Helmreich B, Sexton B, Kaufmann M. The anaesthesia critical incident reporting system: an experience based database. Int J Med Inf. 1997;47(1-2):87-90. 477 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 53, Núm. 8, 2006 8. Lunn JN. Preventable anaesthetic mortality and morbidity. Report of an international symposium. Anaesthesia. 1985;40:79. 9. Vincent C. Understanding and Responding to Adverse Events. N Engl J Med. 2003;348(11):1051-6. 10. Reason J. Human error: models and management. BMJ. 2000;320:76870. 11. Bartolome A, Gomez-Arnau JI, Garcia del Valle S, Gonzalez A, Marzal JM. The impact of a preanaesthesia equipment checklist on the incidence of equipment incidents. Eur J Anaesthesiol. 2004;21:A-851. 12. Barach P, Small SD. Reporting and preventing medical mishaps: lessons from non-medical near miss reporting systems. BMJ. 2000;320(7237):759-63. 13. Kohn L, Corrigan J, Donaldson M. To err is human. Building a safer health system. 1st Edition. Washington, National Academy Press, 2000. 14. Leape LL. Reporting of Adverse Events. N Engl J Med. 2002;347: 1633-8. 15. Nakajima K, Kurata Y, Takeda H. A web-based incident reporting system and multidisciplinary collaborative projects for patient safety in a Japanese hospital. Qual Saf Health Care. 2005;14(2):123-9. 16. Bolsin S, Patrick A, Colson M, Creatie B, Freestone L. New technology to enable personal monitoring and incident reporting can transform professional culture: the potential to favourably impact the future of health care. J Eval Clin Pract. 2005;11(5):499-506. 17. Tuttle A, Holloway R, Baird T, Sheehan B, Srelton WR. Electronic reporting to improve patient safety. Qual Saf Health Care. 2004;13(4): 281-6. 18. Short TG, O'Regan A, Lew J, Oh TE. Critical incident reporting in an anaesthetic department quality assurance programme. Anaesthesia. 1993;48:3-7. 19. Short TG, O'Regan A, Jayasuriya JP, Rowbottom M, Buckley TA, Oh TE. Improvements in anaesthetic care resulting from a critical incident reporting programme. Anaesthesia. 1996;51:615-21. 478 20. Findlay GP, Spittal MJ, Radcliffe JJ. The recognition of critical incidents: quantification of monitor effectiveness. Anaesthesia. 1998;53(6): 595-8. 21. Khan FA, Hoda MQ. A prospective survey of intra-operative critical incidents in a teaching hospital in a developing country. Anaesthesia. 2001;56(2):177-82. 22. Yong H, Kluger MT. Incident reporting in anaesthesia: a survey of practice in New Zealand. Anaesth Intensive Care. 2003;31(5):555-9. 23. Vincent C, Stanhope N, Crowley-Murphy M. Reasons for not reporting adverse incidents: an empirical study. J Eval Clin Pract. 1999;5:13-21. 24. Jayasuriya JP, Anandaciva S. Compliance with an incident report scheme in anaesthesia. Anaesthesia. 1995;50(10):846-9. 25. Banks IC, Tackley RM. A standard set of terms for critical incident recording? Br J Anaesth. 1994;73(5):703-8. 26. Katz RI, Lagasse RS. Factors influencing the reporting of adverse perioperative outcomes to a quality management program. Anesth Analg. 2000;90(2):344-50. 27. Kumar V, Barcellos WA, Mehta MP, Carter JG. An analysis of critical incidents in a teaching department for quality assurance. A survey of mishaps during anaesthesia. Anaesthesia. 1988;43(10):879-83. 28. Chen PP, Ma M, Chan S, Oh TE. Incident reporting in acute pain management. Anaesthesia. 1998;53(8):730-5. 29. Sanborn KV, Castro J, Kuroda M, Thys DM. Detection of intraoperative incidents by electronic scanning of computerized anesthesia records. Comparison with voluntary reporting. Anesthesiology. 1996; 85(5):977-87. 30. Leape LL. Why should we report adverse incidents? J Eval Clin Pract. 1999;5(1):1-4. 31. Cooper JB. Is voluntary reporting of critical events effective for quality assurance? Anesthesiology. 1996;85(5):961-4. 32. Baldwin I, Beckman U, Shaw L, Morrison A. Australian Incident Monitoring Study in intensive care: local unit review meetings and report management. Anaesth Intensive Care. 1998;26(3):294-7. 22