EL VEREDICTO DE EINSTEIN Iba a dar comienzo el juicio científico en el tribunal presidido por el insigne Dr. Albert Einstein, hombre serio y versado en la materia. En el banquillo de los procesados se sentaban Demócrito de Abdera, Thomson , Rutherford, Born y Higgs, acusados de mantener cada uno que su teoría era la única cierta y veraz sobre la estructura de la materia. Entre el público se extendía una algarabía de cuchicheos y discusiones sobre quién era el más acertado en su juicio. El juez Einstein ordenó silencio y pidió a Demócrito de Abdera, por razón de edad, que tomara la palabra para su defensa. Éste expuso su tesis: -­‐ “La realidad está constituida por los átomos y el vacío: los átomos son unos corpúsculos, infinitos en número, absolutamente compactos y, por lo tanto, indivisibles.” Una vez acabado, se sentó con gran satisfacción sabiendo que nadie le podría arrebatar el honor de ser el primero en exponer su teoría. A continuación tomó la palabra, siguiendo el orden de época científica Sir John Dalton, quien habiendo tomado el discurso de Demócrito, añadió nuevos elementos a su tesis: -­‐ “Señorías, es cierto que los elementos están formados por átomos y que los átomos de un mismo elemento son idénticos en su masa y propiedades. Por último, los átomos de los elementos se combinan para formar compuestos.” Exclamaciones de asombro y aplausos acogieron el final de la exposición. Le siguió en el estrado Sir Josep John Thomson, quien en su defensa fue capaz de dar forma a las teorías de sus predecesores en la tribuna. Explicó que el átomo es una esfera compacta, maciza, de carga positiva, en la cual se encuentran incrustados los electrones, de carga negativa. El conjunto es neutro, al compensarse mutuamente las cargas de signo contrario. Poco le duró la alegría a Thomson ya que Rutherford tomó la palabra para rebatir el modelo esférico del átomo proponiendo una nueva estructura, según la cual el átomo tiene una parte central muy pequeña, positiva, llamada núcleo, en la que se concentra prácticamente toda su masa, alrededor de la cual giran a gran velocidad los electrones con carga negativa, constituyendo la corteza. Todo parecía ya tomar su forma definitiva, pero en esto compareció ante el juez un físico danés llamado Niels Bohr, quien tomando el modelo de Rutherford añadió nuevos datos; tales como que en el núcleo del átomo se localizan los neutrones y los protones, unidos mediante fuerzas de atracción llamadas nucleares, mientras que en la corteza los electrones se disponen en capas concéntricas, a distintas distancias del núcleo, en un número igual al de los protones, girando a una velocidad próxima a la de la luz. Esas capas tienen mayor energía cuanto más lejos del núcleo se encuentran. Después de esto, se mantuvo la expectación, porque todavía faltaba un último erudito, el más joven, pero no el menos versado en la materia, Peter Higgs: -­‐“Es verdad que los átomos están formados por protones, neutrones y electrones, pero éstos se dividen en unas partículas todavía más pequeñas llamadas quarks, y a escala subatómica existen también otras partículas elementales con masa: los bosones. ¿Cómo es posible? Porque, un campo impregna todo el espacio, y las partículas elementales que interactúan con él adquieren masa, mientras que las que no interactúan con él, no la tienen.” Silencio de asombro ante la última teoría. El público miraba al juez Dr. Einstein esperando su veredicto. Se levantó y comenzó a hablar muy despacio, para dar más énfasis a la sentencia: -­‐ “Señores científicos, han demostrado ser unos doctores en lo que a la estructura de la materia se refiere. Tengo que afirmar que todos ustedes tienen razón en sus respectivas tesis, ya que los sucesos físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del observador. Por eso, ustedes que son observadores en distintos espacios y tiempos difieren y se complementan entre sí.”