La cobertura de la guerra de Irak:

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Esta situación fue una de las que emergieron en la recién invasión de Estados Unidos a
Irak. El analista Sergio Sarmiento lo manifestó de la siguiente manera: “Una de las grandes
fortalezas de Estados Unidos ha sido siempre su tradición de libertad de expresión”. Ahora,
sin embargo, esa libertad se está deteriorando como consecuencia de la guerra en Iraq. “El
número de casos de amenaza a las libertades de expresión y de prensa en Estados Unidos ha
sido verdaderamente preocupante... Desde antes del inicio de las hostilidades las
autoridades militares estadounidenses le exigieron a los medios de comunicación atenerse a
ciertas restricciones informativas a cambio de que se les permitiera acompañar a las tropas
aliadas en su invasión de Irak. Ninguna de las grandes cadenas estadounidenses de
televisión habría aceptado estas limitaciones si las hubiera exigido otro gobierno. Pero en
este caso accedieron con sumisa obediencia”.2
Hay que advertir que una regla oculta es el interés o cobertura que dan los medios a una
guerra, ya que hay muchas “guerras anónimas” que pasan prácticamente desapercibidas
para los medios de comunicación y para la opinión pública. No despiertan la curiosidad de
las masas. En tanto otras guerras están sobrecubiertas. La invasión de Estados Unidos a Irak
pertenece más a este segundo tipo de guerras. ¿Quién decide qué tanto interés o desinterés
genera una guerra? ¿Porqué las otras guerras que están ocurriendo actualmente en el mundo
no tienen la misma cobertura noticiosa? ¿Por qué no se cubre con tal atención las guerras
civiles en Costa de Marfil, la República Democrática del Congo (donde han muerto
alrededor de 4 millones), en Sierra Leona (concluida en 2001), el estado permanente de
guerra en Colombia, la guerra de independencia de Aceh en Indonesia, la guerra civil en Sri
Lanka, entre otro muchos lamentablemente.
En la guerra se cometen muchos abusos y se dicen muchas mentiras para justificar la acción
de las tropas, para sacar ventajas o para provocar un efecto psicológico en el enemigo. Los
medios de comunicación tienen la obligación de sacar esos “trapos sucios” a la luz para que
los conozca y los juzgue la opinión pública. Desde esta perspectiva, los medios se
convierten en enemigos de los ejércitos, ya que persiguen dos fines distintos. Por eso se ha
detectado que cuando un corresponsal de guerra viaja junto a una unidad militar acaba
perdiendo objetividad y perspectiva, se vuelve más un cómplice, un aliado, una parte, que
un medio imparcial y objetivo, tal como se ha detectado desde la Segunda Guerra Mundial,
donde se dio el caso de periodistas que acabaron cogiendo un fusil o arma e incluso fueron
condecorados por acciones bélicas.
Al respecto, Jesús Silva-Herzog Márquez dice “Los generales de la guerra quieren
conseguir dos objetivos que son incompatibles con la verdad. En primer lugar, quieren
engañar al enemigo: lanzan señuelos y enseñan imágenes que atemorizan. En segundo
término, buscan alimentar el respaldo interno y atizar los odios que impulsan la guerra. La
distorsión de lo que sucede es, pues, uno de los actos esenciales de cualquier conflicto
bélico”.3
Algunas de las reglas que se les impusieron a los medios fueron:
2
3
Sergio Sarmiento, “Fin de la Libertad”, Reforma, México, 27 de marzo de 2003.
Jesús Silva-Herzog Márquez, “La guerra y la idiotez”, Reforma, 31de marzo de 2003.
No difundir cuestionamientos a la guerra. Como fue el caso en la entrega de los Oscares,
que se permitió su difusión con la condición de que los actores no cuestionaran la invasión
a Irak. Sin embargo el mexicano Gael García y el documentalista Michael Moore, no
respetaron la regla. “Lo triste -dice Sarmiento- es que en un país que siempre se ha preciado
de su libertad de expresión se haya aceptado que se prohibiera a los participantes de una
ceremonia pública expresar sus puntos de vista”.4
Otra regla fue que no se difundieran las imágenes de los muertos estadounidenses en la
guerra ni las de los soldados capturados por los iraquíes. Las grandes televisoras
estadounidenses aceptaron esa regla, no así la televisora árabe al-Yazira, la cual actuaba
bajo otro código de ética. Cuando el canal CNI, Canal 40, retransmitió esas imágenes, su
señal fue bloqueada en los Estados Unidos, aparentemente por un empleado de menor
jerarquía, el cual, evidentemente estaba aplicando las reglas que había impuesto
Washington.
La censura o la autocensura es un tema grave para los medios de comunicación, pero igual
de grave es la distorsión de los hechos o cuando un medio en lugar de informar empieza a
transmitir propaganda, en ese momento deja de ser un “medio” y se constituye en un “fin”.
Al respecto, en ese mismo artículo, Sarmiento, advierte: “La mayoría de los medios de
comunicación estadounidenses han adoptado el lenguaje de la propaganda. Cada aparición
de Saddam Hussein, por ejemplo, es precedida de cuestionamientos sobre la veracidad de
las imágenes que transmite la televisión iraquí. Quizá Saddam haya muerto y las imágenes
sean un simple engaño, reiteran los conductores y reporteros. Pero nunca hay ninguna
sugerencia de que las imágenes que proporcionan las tropas estadounidenses y británicas,
por ejemplo de bombardeos, pudieran ser falsas o mostrar sólo una parte de la realidad”.
Es decir, había dos reglas, una la que se aplicaba a la información que emitía el ejército y
gobierno estadounidense y otra a la que procedía del ejército o gobierno iraquí. La regla
entonces es que había doble regla.
Lo más curioso de todo es que los medios que trataron de ser más objetivos e imparciales,
como el caso de CNN, que tradicionalmente se había destacado como el de la mejor
cobertura, ahora fue reemplazado en el gusto de los estadounidenses por el Canal Fox, el
cual tenía una cobertura más parcial y proclive a los intereses de la Casa Blanca y con un
sesgo más propagandístico que informativo. En otras palabras, el auditorio premió a quien
respetó más las reglas que impuso la Casa Blanca y no a quien actúo en base a principios
éticos, lo cual se puede explicar por el patriotismo que emanó entre los estadounidenses tras
sentirse agredidos por el ataque terrorista del 11 de septiembre. No deja esto, sin embargo,
de ser una actitud más pasional que racional, justificable, pero no legítima. Por que cuando
los medios basan su comportamiento en el sentimiento, en el patriotismo y no en la verdad
y la libertad, entonces se pone en riesgo todo lo demás.
Lo nuevo que permitió y no permitió el Pentágono
Como podemos ver, lo que no se permitió fue:
4
Sarmiento, “Fin de la Libertad”, op. cit.
1. Hacer cuestionamientos contra la guerra o la posición de la coalición.
2. Mostrar los heridos, prisioneros o muertos estadounidenses. Porque esto podía afectar el
sentimentalismo de los estadounidenses hacia la guerra. Se ha detectado que lo que más les
impacta son ver las “bolsas negras de cadáveres” retornando a los Estados Unidos. Esto fue
lo que obligó al ejército estadounidense a retirarse de Vietnam bajo la consigna de: “no
perdimos, sino nos retiran”. Los militares están convencidos de que “técnicamente”
ganaron esa guerra, pero “sicológicamente” la perdieron en la mente de los
estadounidenses. La primera guerra del golfo fue su revancha tanto militar como sicológica
y no querían que en la segunda guerra contra Iraq el triunfo bélico fuese opacado por una
derrota sicológica. De ahí el porqué estas prohibiciones o limitaciones a los medios.
3. Retransmitir los discursos de Saddam o de los terroristas como Osama bin Laden.
“El medio es el mensaje”
Marshal McLuhan
Lo nuevo que se permitió fue que corresponsales de guerra pudieran acompañar a las tropas
en el campo de batalla y transmitir en tiempo real, utilizando teléfonos satelitales. No es la
primera vez que periodistas acompañaban a las tropas, sin embargo, sí era la primera vez
que en tiempo real se podía ver lo que estaba ocurriendo. Esto provocó luego la molestia de
Bush y de altos generales del gobierno estadounidense quienes manifestaron que se perdía
la perspectiva, ya que cada batalla o cada muerto o prisionero se magnificaba, lo cual tenía
un impacto en los mercados bursátiles, en el precio internacional del petróleo y en la
mentalidad de los estadounidenses. Se puso el ejemplo de la Segunda Guerra Mundial
donde los estadounidenses se enteraban de lo que ocurría cada semana, cuando asistían al
cine, pero no había una cobertura instantánea. Seguir la guerra en el día día e incluso
minuto a minuto a través de Internet tuvo impactos incluso en lo estratégico. Por ejemplo,
al principio se dejó que la televisora oficial de Saddam siguiese transmitiendo, pero cuando
se vio que eso estaba impactando negativamente en la estrategia de los aliados, se
bombardeó la sede de la televisora y se interrumpió la señal.
Otro impacto que generan los medios fue hacer más cercana la guerra, que nos impacte
más, nos la aproximan, nos la hace “nuestra”. Nos produce la sensación de la Aldea Global,
que hablaba McLuhan. De que lo que sucede en Irak, por muchos kilómetros que estén de
por medio, traerá repercusiones a nuestra vida, porque impacta en el precio del petróleo, en
la economía mundial, en las relaciones entre las naciones. En el caso de México, la
popularidad de Fox subió al 80% tras oponerse a la guerra. En el caso de Estados Unidos, la
popularidad de Bush subió al 73% al ganar la guerra. “Cada quien habla de la feria según le
va en ella”.
Lo anterior se debe a que no solo se trata de saber con verdad qué ocurrió, sino de
comprenderlo. Silva Herzog sobre esto advierte:
“La segunda víctima de la guerra es la cordura. Sabemos poco de lo que sucede pero lo
entendemos aún menos. El drama de la guerra coloca a los políticos, a los opinadores, a los
ciudadanos ante gruesas disyuntivas que poco tienen que ver con la complejidad de lo que
acontece. Por un lado se encuentra el belicismo redentor y por el otro, el pacifismo
absoluto. No creo que podamos entender lo que sucede en Iraq en estos tiempos si
abrazamos estas oratorias”.
No es suficiente estudoar a Sun Tzu o a Karl von Clausewitz para entender la complejidad
de la guerra, una de las actividades humanas más misteriosa, dinámica, multidimensional e
impredecible que conocemos. Sacar juicios fáciles y rápidos es fácil. Comprender ese
fenómeno desde todas sus perspectivas políticas, económicas, sociales, sicológicas,
culturales, humanas e, incluso, militares, es algo que aún cuando el ser humano ha pasado
milenios haciendo la guerra, porque desde que el ser humano habita este planeta no ha
dejado de hacer la guerra, no acabamos de comprender. De ahí que sea más fácil caer en el
diversionismo, que hacer un análisis completo y real de este fenómeno.
Parte 2. La otra cara de la guerra
Las televisoras árabes y los periodistas que se van por la libre
La televisora que cambió la manera de cubrir la guerra fue al-Yazira, porque por primera
vez el mundo pudo conocer “la otra cara de la guerra”, es decir, ya no ver los
acontecimientos desde un solo lado, de acuerdo a la versión y los intereses, del gobierno y
el ejército estadounidense, sino conocer ambos lados, ambos puntos de vista y también ver
cuál era el costo humano del empleo de bombas racimos entre la población civil.
Algo nuevo en esta guerra fue que varios corresponsales internacionales y de las televisoras
árabes decidieron quedarse en Bagdad, a pesar de las recomendaciones en contra y
advertencias que hizo el gobierno y ejército estadounidense, al grado de que le costó la vida
a tres corresponsales extranjeros hospedados en el Hotel Palestina y que fueron
confundidos por francotiradores por un tanque estadounidense.
La cobertura sin reglas: Internet
A la par de contar con una cobertura independiente de una televisora árabe, el mundo pudo
seguir esta guerra a través de portales independientes de Internet. Algunos de estos fueron
un fiasco propagandístico de personas que no se encontraron en el campo de batalla.
Sin embargo, en esta guerra se cuenta con nuevas tecnologías de fácil acceso para la gente
y los periodistas. En esta guerra observamos el boom de los denominados "weblogs" que se
definen como un espacio natural (en Internet) para que los periodistas coloquen gran
parte de la información que generan y que, a final de cuentas, queda fuera de las ediciones
diarias. Así lo asumió Kevin Sites, enviado por la CNN al norte de Irak. Dotado de una
laptop y un videofono, el periodista diariamente subió a su página fotografías y pequeñas
crónicas de su estancia en la zona. Así duró una semana, hasta que de repente, colocó un
anuncio de suspensión. "Sigo escribiendo y ordenando cronológicamente mis experiencias
de guerra. Espero llegar a un acuerdo con la CNN para que les lleguen en un futuro
cercano. Les agradezco haberme permitido ser su testigo. Ha sido para mí una experiencia
imborrable". Y es que los directivos de la cadena le ordenaron interrumpir sus relatos. No
hubo mayores explicaciones.5
También hubo algunos medios que complementaron sus coberturas con "weblogs" que
ofrecieron imágenes, audios y textos casi sin edición. Entre ellos están el canal NTV de
Alemania, que junto con la CNN local abrieron Baghdad Live!; la Baghdad Camera de
MSNBC y la www.webcaminiraq.org.6
Por otro lado, tenemos que el Internet es un campo de batalla propio en contra de la guerra
a través de las páginas electrónicas de grupos pacifistas y por las cadenas de e-mails a favor
de la paz y en contra de la intervención de Estados Unidos. Es también la trinchera desde
donde algunos artistas estadounidenses como Cat Stevens, Paty Smith, Lenny Kravitz7,
entre otros, manifiestan musicalmente lo que piensan de la guerra, sin censura de sus
medios de comunicación nacionales.
Parte 3. Sobre la libertad de expresión y la ética periodística en la guerra
Para Ernesto Villanueva, se puede entender el término de libertad de información como “el
derecho de todo individuo a recibir, investigar y difundir hechos dotados de trascendencia
pública a través de los medios de comunicación social. Se puede afirmar que si bien es
cierto que el sujeto activo de esta libertad puede ser, en estricto sentido, cualquier
individuo, también lo es que generalmente se delega en los periodistas, quienes encuentran
en esta libertad el fundamento más importante para el ejercicio de su profesión”8
Nosotros, cada vez más, dependemos de los medios de comunicación para entender el
mundo. Gran parte de nuestro conocimiento no está basado en experiencia propia, sino en
los mensajes de los medios de comunicación, que, como dicen Maxwell McCombs y
Donald Shaw, tal vez no influyen tanto en lo pensamos pero si sobre qué pensamos.
Obviamente hay factores claves que influyen en la selección de una información y su
transformación en noticia.9
En nuestro concepto la información corre y ha corrido con el peligro de confundirse con la
propaganda, incurriéndose en la grave falla de sumarse a la denominada "guerra
sicológica" que ha sido, por desgracia, constante en todas las confrontaciones bélicas sea
cual fuere su carácter: mundial, regional o interno.
La ética periodística en la guerra según Javier Restrepo
El periodista colombiano, Javier Darío Restrepo, afirmó que el primer paso que debemos
reconocer es que el periodista tiene un instrumento educativo en sus manos. “Sea que se lo
proponga o no, el hecho real es que la información educa. Aporta datos, muestra elementos
5
Alberto Aguirre, Batallas online, en Reforma, México, 6 de abril de 2003.
Ibid.
7
Javier Solórzano, Censura o Patriotismo, en Reforma, México, 20 de abril de 2003.
8
Ernesto Villanueva, Derecho comparado de la información, Konrad Adenauer Stiftung, Universidad
Iberoamericana, Miguel Ángel Porrúa, México, 2002, p. 23.
9
Frank Priess, op. cit., p. 177.
6
de juicio, impone una agenda, esto es, determina qué temas tienen importancia y cuales no,
subraya unos aspectos y desestima otros, destaca enfoques, criterios y expresiones, difunde
un lenguaje, valoraciones y actitudes. No son sinónimos, por ejemplo, subversivo,
guerrillero, terrorista, delincuente, bandolero, pandillero o narcoguerrillero. Cada palabra
tiene su contenido, su sesgo y su intención porque en la guerra no hay palabras inocentes.
La acción educativa de los medios sobre derechos humanos es, quizás, la más efectiva
contribución que se puede dar desde esta esfera a la construcción de la paz. La violencia es,
en efecto, la reacción irracional frente a un derecho violado y las guerras, el intento ineficaz
para reparar o para reclamar por la violación de algún derecho. Educar en los derechos
humanos es una acción preventiva y de consolidación de la paz.” 10 Es, por tanto, esta una
de las tareas educativas fundamentales de un medio de comunicación y de un periodista
conscientes de su responsabilidad frente a la sociedad.
Parte 4. Cobertura de otras guerras (la historia)
No podemos entender el cambio de paradigma en la cobertura de esta guerra sin antes hacer
un repaso histórico sobre la manera en que han sido cubiertas otras expresiones bélicas. Por
ello iniciaremos por un recuento que inicia con la guerra de Corea y termina en Kosovo.
Corea y la televisión (1950-1953)
La guerra de Corea es la primera en donde la televisión ya tiene un papel destacado en la
difusión de información. En el año en que estalla la guerra la televisión es un medio de
distracción y ocio de los estadounidenses. En este sentido, los televidentes ven en esta
guerra una confrontación típica de la Guerra Fría, llena de ideologías enfrentadas,
comunista / anticomunista y, en el contexto estadounidense “antiamarilla”, por el apoyo
chino-soviético al ejercito de Corea del Norte.11
El punto de inflexión: Vietnam (1961-75)
Esta guerra tiene nuevas características como su larga duración que hace que Estados
Unidos no pueda perderla, pero tampoco ganarla, en donde se crea una situación de
estancamiento, decepción y falta de motivación en las fuerzas estadounidenses y el
cuestionamiento doméstico de las causas por las que se combate. En este sentido, la prensa
estadounidense va a empezar a informar sobre la descomposición de su ejercito y, por
primera vez en la historia, la prensa nacional cuestiona a sus propios soldados en la
guerra.12
También, los medios de comunicación se niegan a silenciar los abusos del ejército de
Estados Unidos, las ejecuciones masivas de civiles, el uso de armas químicas, la tortura y la
destrucción del medio ambiente con la utilización de defoliantes químicos.13
10
Jorge Mariano Eastman, en Frank Priess y Antonio Cacua Prada (Eds.), Ética y Responsabilidad.
Reflexiones para Periodistas, Organización de Asociaciones de Periodistas Iberoamericanos y Konrad
Adenauer Stiftung, Colombia, 2000, p. 173.
11
Ramonet, op. cit. p. 180.
12
Ignacio Ramonet, La Tiranía de la Comunicación, Editorial Debate, España, 1998, p. 186.
13
Ibid.
Los militares aprendieron sobre el manejo de medios de comunicación y el manejo de
corresponsales. Desde la guerra de Vietnam (la primera guerra de la “pantalla chica”)
donde el acceso de los periodistas hasta los campos de batalla fue casi ilimitado, mucho ha
cambiado. Todavía existe la opinión, de que esta guerra fue perdida en las pantallas de la
televisión, frente a una creciente opinión pública, que ya no compartía la intervención de
Estados Unidos en este conflicto, que ya no pensaba que se podría ganar esta guerra y
además estaba asustada por la brutalidad de sus propias tropas.14 No cabe duda que frente
al agotamiento militar de Estados Unidos y la férrea resistencia de las guerrillas
vietnamitas, la opinión pública estadounidense fue quién derrotó al gobierno en
Washington. Esto era lógico, nadie quiere ver a sus hijos morir sentados en la sala de su
casa.
Las Malvinas y los primeros controles (1981)
El ejercito británico fue el primero en aprender las lecciones de Vietnam. Se sabe lo
importante que es explotar el papel de “bueno” en la película y de tiranizar al enemigo. En
esta guerra se explota la cara dictatorial e invasor del gobierno argentino, frente a la potente
e invencible armada inglesa que se trasladaba por el Atlántico para rescatar a sus nacionales
y proteger su soberanía. La segunda lección que explotaron los británicos era el hecho que
ésta era una guerra peligrosa y que la vida de los periodistas corría peligro si se acercaban
al frente. Por ello, se podía cubrir la guerra desde una posición fuera del área de combate.
De esta manera, Londres escoge a un grupo de reporteros bajo su criterio, con el pretexto de
la lejanía del conflicto. En resumen tenemos por primera vez un control estricto de los
medios de comunicación en una confrontación bélica y que además se les obliga a tener una
visión parcial y oficial de los sucesos.
Invasiones controladas: Granada (1983) y Panamá (1989)
En Granada, Estados Unidos aprendió de su castigo mediático en Vietnam y aplicó la
experiencia de las restricciones aplicadas en Malvinas por el Reino Unido. En la invasión a
esta isla, el 24 de octubre de 1983, el control de información fue total, existió solamente un
acceso muy limitado para periodistas, para ellos las oportunidades de fotografiar fueron
bastante limitadas, acompañadas por pseudo - eventos y un timing de noticias, acorde a las
necesidades de la emisiones de los noticieros de las grandes cadenas.15
El Pentágono se excusó diciendo que era una “guerra peligrosa” para los corresponsales y
que las tropas cubanas se encontraban ofreciendo una fuerte resistencia. Esta sería la
primera vez que las grandes cadenas de televisión estadounidenses llevaran a juicio al
gobierno por haber violado la primera enmienda de la Constitución de EE.UU.16
En el caso de Panamá, al igual que en Granada, no hay testigos durante las primeras horas
del ataque, por lo general el período más difícil, y se lleva a cabo al tiempo de una escena
14
Frank Priess, op. cit. 174.
Frank Priess, “Conflictos bélicos y manipulación de mentes”, en op. cit,, 173.
16
Ramonet, op.cit., p. 181.
15
mediática muy atractiva: la caída del régimen de Ceaucescu en Rumania, el 20 de
diciembre de 1989, con el mundo entero ocupado en ver en directo por televisión los
combates callejeros de Bucarest. Para Ignacio Ramonet, lo que presenciamos fue una
estrategia de “efecto biombo” para cubrir una noticia con otra.
Primera Guerra del Golfo (1990-1991)
Durante la guerra misma fue total la dependencia de lo oficialmente transmitido por los
militares estadounidenses, que formaron pequeñas “pools” de periodistas, que llevaron a
puntos aislados con la obligación de informar después a sus colegas. La gran mayoría de los
periodistas presentes, siempre tuvieron información de segunda mano. Además, el rol de
CNN, con Peter Arnett en Bagdad, fue algo completamente nuevo en esta guerra, que en
realidad no contribuyó mucho al esclarecimiento de lo que estaba pasando.17 Arnett
permaneció en Bagdad en 1991 cuando los demás reporteros "occidentales" abandonaron la
ciudad o fueron expulsados por las autoridades iraquíes. “Durante el conflicto sus
dramáticos despachos en medio de los bombardeos se convirtieron en la imagen misma de
la guerra para cientos de millones de personas en todo el mundo”.18
Somalia 1994 y la ignominia en Ruanda
El hecho que hubiera cámaras de televisión que transmitieran en vivo la llegada triunfante
de los cascos azules de la ONU (de Estados Unidos y Canadá principalmente) y
posteriormente la transmisión del humillante arrastre de los cuerpos y cabezas de estos
soldados por bárbaros somalíes, en las calles de Mogadishu, tuvo un impacto considerable
en la estrategia mediática en las operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones
Unidas y en futuros conflictos armados en el mundo. Ahora Estados Unidos, Canadá y
otros países son más reacios a participar en conflictos armados o crisis humanitarias como
en el caso de Ruanda y Timor Oriental tanto por la inseguridad de la entrada de sus tropas
como de la amenaza de visualizar nuevos fracasos vía satélite.
Kosovo
La comunidad internacional empezó a poner atención a este conflicto, con el conocimiento
pormenorizado de las atrocidades cometidas por el ejercito serbio en contra de la población
albano-kosovar. La opinión pública internacional despertó de su letargo el 29 de septiembre
de 1998 ante la noticia de la matanza de 22 albaneses en Kosovo. Esta noticia fue el
catalizador para que la OTAN lanzara su primera amenaza contra el régimen de Milosevic.
Pero la comunidad internacional se decidió a actuar cuando se enteró del descubrimiento de
los cadáveres de 45 albaneses en Racak y, posteriormente, se mostrara la imagen de un
pueblo llevando en sus hombros los féretros, cubiertos con la impresionante bandera roja de
Albania. Agotados los recursos diplomáticos y con las imágenes de televisión y fotografías
en la prensa que enseñaban los horrores serbios se llamó, por fin, a la opinión pública
17
18
Priess, op cit, p.174.
Sergio Sarmiento, “Peter Arnett”, en Reforma, 1 de abril de 2003.
internacional para justificar una intervención “humanitaria” ante el evidente fracaso de las
negociaciones en el Consejo de Seguridad.
Esta guerra también se pudo seguir de manera instantánea a través de la “super carretera de
la información”, con corresponsales en la zona del conflicto y sin una prensa serbia con
alcance global. Asimismo se contó con una opinión publica y medios de comunicación
internacionales a favor de contener el genocidio en Kosovo pero dividido en torno a la
legitimidad del uso de la fuerza de la OTAN.
Parte 5. La mejor forma de cubrir una guerra. Tipos de cobertura
“La prensa es la artillería de la libertad”
Hans-Dietrich Genscher19
La mejor forma de cubrir una guerra es hacerlo desde ambos lados, desde los dos frentes de
batalla. Sin embargo, la dificultad está no sólo en el idioma, en la cultura, sino en las
facilidades u obstáculos que ambos lados dan o imponen a los medios de comunicación.
Porque aunque se cuestiona las restricciones, limitaciones y censuras que impuso el
Washington, lo cierto es que del lado iraquí esas restricciones, limitaciones y censuras eran
mayores. Lo que para un medio estadounidense puede ser un exceso a un periodista iraquí
le podía costar la vida.
El caso más significativo en esta guerra fue cuando al-Yazira, decidió retirar a sus
corresponsales de Bagdad y dejar de cubrir la guerra cuando el gobierno de Saddam le
quiso imponer ciertas condiciones acerca de lo que debía o no transmitir. El problema está
cuando los espectadores se contentan con sólo una versión de los hechos: el que da su
gobierno. ¿Qué interés pueden tener entonces las televisoras para correr el riesgo que
implica tratar de cubrir la guerra desde el otro lado o cubrirla por la libre?
Adicionalmente, una cobertura desde un lado neutral, como corresponsal no acreditado a
ningún ejército, como el caso de los corresponsales que se quedaron “por la libre” y bajo su
propio riesgo en Bagdad, da otra cobertura de la guerra, bajo el riesgo de perder la propia
vida, tal como lo padecieron en carne propia los periodistas del Hotel Palestina, porque
aunque el ejército estadounidense sabía que estaban ahí y que no se trataba de ningún
objetivo bélico, un tanque estadounidense disparó contra ellos. Queda la duda de si no fue
deliberado para inhibir esta “tercera vía” de cobertura de una guerra, que era algo nuevo
que se estrenó en este conflicto.
Parte 6. Que opinan los ciudadanos ¿deben o no saber todo lo que ocurre? ¿deben
saberlo en tiempo real?
"Nunca se miente tanto como antes de las elecciones,
durante la guerra y después de la cacería".
Otto von Bismarck20
19
20
Citado por Sergio Sarmiento, “Fin de la Libertad”, op. cit.
Citado por Sergio Sarmiento, “Guerra en pantalla”, en Reforma, 28 de marzo de 2003.
Los grandes perdedores en una guerra siempre han sido los civiles, los ciudadanos, la
población. Esto no sólo desde el punto de vista bélico, sino también desde el punto de vista
de la verdad, del conocimiento de lo que realmente ocurrió y por qué ocurrió.
Evidentemente, los ciudadanos deberían tener conocimiento de toda la verdad y por lo tanto
de todo lo que ocurre. La pregunta es si lo deben saber “en tiempo real” y sin tener una
perspectiva y un conocimiento total del conflicto, ya que muchas veces el ciudadano no
conoce los antecedentes o no va siguiendo “toda la película” y eso le puede hacer llegar a
conclusiones equivocadas o asumir posiciones emocionales e instantáneas, que quizá no
asumiría si conociera toda la película. El problema es que tampoco se le puede dar toda la
película porque entonces se le dan informaciones críticas al enemigo, que pueden poner en
riesgo la vida de los propios soldados que en ella están interviniendo. Es decir, llega un
momento en que la verdad pone en riesgo la seguridad, tanto humana como nacional, algo
que tampoco debe ser despreciado por los medios de comunicación, sólo en aras de la
libertad de expresión. Sin embargo, aquí entramos a terrenos muy resbaladizos, donde es
fácil pecar de más o de menos, llegando a posiciones fascistoides o de libertinaje. Lo que
recomiendan los expertos es que más que se impongan controles y criterios externos,
impere el autocontrol y el propio criterio de los medios, es decir su código de ética. Sin
embargo, así como hay un código de ética para momentos de paz, debería de existir otro
código de ética para tiempos de guerra, el cual deberían dar a conocer los medios en
situaciones de excepción, como la que vivimos.
Otro riesgo que se tiene es que una cobertura tan intensa y en tiempo real llegue a
insensibilizar a los ciudadanos respecto a los costos de una guerra. El primer muerto o
prisionero impresiona más que el muerto número 159 o el treceavo prisionero. Como lo
dijo crudamente Stalin: “un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una
estadística”.
En esta guerra veíamos que los muertos, heridos y prisioneros estadounidenses eran
exhibidos en las páginas de CNN en Internet, que se convirtieron en las modernas paredes
que inició Alejandro Magno hace 2339 años. Pero las estadísticas de los militares o civiles
iraquíes muertos o hechos prisioneros eran difusas, confusas e incompletas. Cada muerto
estadounidense tiene una familia y es reclamado por la sociedad. Pareciera que el valor de
la vida no es el mismo en el Medio Oriente, y por ende los gobiernos y los medios de
comunicación árabe no les dan la misma cobertura.
“Al cliente... lo que pida”
Paradójicamente, no son los medios quienes deciden qué darle o no al ciudadano. Sino es el
ciudadano el que decide qué quiere o no recibir... a veces, sin conocimiento de causa. De
ahí que los medios vean qué tiene raiting y qué no y eso deciden darle al auditorio. Hay
guerras con raiting, hay tipos de cobertura que gustan y otras no y en ellos nada tiene que
ver la libertad ni la verdad, incluso los medios pueden distorsionar y falsificar los hechos
porque eso es lo que quiere recibir el auditorio.
Al respecto, Jesús Silva-Herzog dice: “El rating, no el comandante de las Fuerzas Armadas
impone las mutilaciones de información. No faltan, según reporta la propia prensa, los
llamados del gobierno estadounidense para dejar de trasmitir los mensajes del enemigo o
aquellas imágenes que desalientan a la sociedad. Pero el principal promotor de la censura
noticiosa en Estados Unidos parece estar en los propios informadores que colocan sus
deberes patrióticos por encima de sus deberes profesionales”.21
¿Qué y quién controla a la guerra?
Hay que advertir que la guerra no se regula a sí misma como muchos llegan a pensar. La
guerra también está sujeta a un código y a raíz de las Guerras Mundial se instalaron
tribunales que juzgan los crímenes de guerra o los excesos en violaciones a prisioneros o a
los derechos humanos. En otras palabras y contrario a lo que dice el sentido común en la
guerra y en el amor no todo se vale.
La guerra está sancionada por leyes e instituciones multilaterales, como es el caso de la
Convención de Ginebra y las Naciones Unidas, pero al mismo tiempo está “regulada” por
las posiciones que las principales potencias asumen, como sucede en el Consejo de
Seguridad de la ONU. Hay reglas escritas y no escritas, algunos acuerdos y algunos
entendidos.
Otro factor que regula a la guerra y que se puso de manifiesto en la invasión de Estados
Unidos a Irak es lo que se dio en llamar el “factor OPI” y el “factor OPE”, es decir, la
Opinión Pública Internacional y la Opinión Pública Estadounidense. Quiérase o no, los
gobiernos acaban siendo sancionados por sus ciudadanos y concretamente por los electores,
amén de que no existe ninguna ley o institución que pudiera castigar los excesos del
ejército o del gobierno estadounidense. Finalmente, el factor de la popularidad que marcan
las encuestas y el riesgo de perder las próximas elecciones, es lo que inhibe a los gobiernos
a dar o no un paso o tomar o no una decisión. Bush estaba pensando no sólo en ganar la
guerra contra Irak y el terrorismo, sino en su próxima reelección en el 2004.
La guerra no aleja a los ciudadanos de las pantallas de la televisión, de los noticieros, de la
radio y de los periódicos. Por el contrario la guerra es un buen negocio para los medios de
comunicación y cambia la perspectiva de los ciudadanos no solo respecto a sus gobernantes
sino también respecto a su presente y su futuro.
Desde esa perspectiva, lo que digan o dejen de decir los medios puede tener una gran
importancia. Es decir, no sólo se trata de ganar la guerra bélica, sino también la guerra
mediática, pues como decía Karl von Clausewitz, la guerra es simplemente la continuación
de la política por otros medios... Y en este caso, los medios... son los medios de
comunicación.
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Jesús Silva-Herzog Márquez, “La guerra y la idiotez”, op. cit.
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