Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones

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Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
Estructura
organizativa de los
grupos armados y sus
opciones estratégicas
Abdulkader H. Sinno
Abdulkader H. Sinno es profesor adjunto de Ciencias Políticas en la Universidad de Indiana
y autor del libro Organizations at War in Afghanistan and Beyond (Cornell University Press,
2010), sobre el cual se basa este artículo.
Resumen
Las estructuras organizativas de los grupos armados, sea que se desarrollen en forma
accidental o deliberada, afectan sus opciones estratégicas durante el conflicto y su capacidad de celebrar acuerdos de paz. En este artículo, el autor explica que las típicas
estructuras centralizadas, descentralizadas, en red o basadas en el patrocinio, inciden
en las opciones estratégicas para la organización y también afectan a sus oponentes.
Sólo las organizaciones centralizadas pueden aprovechar estrategias sofisticadas como
“dividir para conquistar”, “cooptar” o “corazones y mentes”, y pueden celebrar acuerdos
de paz satisfactorios. Las organizaciones armadas centralizadas que no cuentan con
un espacio seguro dentro del territorio en disputa tienden a ser muy vulnerables. En
parte a causa de esa situación, sus oponentes no están interesados en la paz y es raro
que esos grupos y sus oponentes lleguen a celebrar acuerdos de paz duraderos.
***
Los grupos étnicos, las clases sociales, los pueblos, las civilizaciones, las
religiones y las naciones no libran conflictos ni entablan interacciones estratégicas:
lo hacen las organizaciones. Cuando Samuel Huntington nos habla del choque de
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
civilizaciones, lo que hace es meramente informarnos de que hay organizaciones
(Estados y entidades no estatales) que libran conflictos en lo que él considera las
fronteras de las civilizaciones1. Cuando los marxistas hablan de la lucha de clases,
piensan en una organización especial que moviliza a las masas de trabajadores.
Cualquiera que haya observado de cerca una guerra civil sabe que los grupos étnicos raras veces luchan entre sí en masa: hay organizaciones, ya sean entidades ad
hoc o extensiones de las estructuras sociales existentes, que utilizan un programa
étnico para atraer a algunos miembros y librar el conflicto en su nombre.
Un conflicto armado requiere la ejecución de operaciones esenciales, como
la coordinación, la movilización y la manipulación de información, cuyo objetivo
es debilitar a los rivales en el territorio en disputa. Las entidades amorfas como las
civilizaciones, los grupos étnicos o las masas no pueden realizar esas operaciones;
sólo las organizaciones son capaces de hacerlo. Decir que, en determinado conflicto, hay un enfrentamiento entre dos grupos politizados significa indicar taquigráficamente que existe una disputa entre dos organizaciones que reclutan personas de
esos grupos y que alegan representar los intereses de los miembros de esos grupos.
El uso de la taquigrafía es razonable, pero distrae al analista de los mecanismos que
explican mejor cómo se inician, evolucionan y concluyen los conflictos. Además,
puede inducir a error a los colaboradores humanitarios sobre el terreno.
Las masas que salen a la calle a protestar contra un gobierno tiránico han
sido organizadas o motivadas por una combinación de organizaciones sociales,
religiosas y políticas (por ejemplo, la revolución iraní de 1979); se han organizado
por su propia cuenta mediante tecnologías que permiten coordinar y procesar la
información; o bien, se han estructurado de ambas maneras (como sucedió en
algunas de las recientes revoluciones en el mundo árabe). Estos levantamientos
tienen una dinámica distinta de aquella que siguen las organizaciones armadas que
examinaré en este artículo. La intención de los alzamientos masivos no violentos
es abrir grietas en las instituciones del Estado o del ocupante a fin de causar su
colapso o su retirada. Su estrategia básica fracasa cuando quienes participan en el
alzamiento usan armas. Cuando estos movimientos utilizan la violencia, entran en
la categoría de los grupos que analizo en este artículo. Así sucedió, por ejemplo,
con el levantamiento popular de 2011 contra Muamar al Gadafi en Libia, donde las
protestas pacíficas se transformaron en una guerra civil cuando el gobierno empezó
a reprimir implacablemente a la oposición.
Una forma de comprender las estrategias de los grupos armados, en particular su deseo y su capacidad de entablar negociaciones de paz, es analizar hasta
dónde les permite llegar la distribución interna de poder (la estructura organizativa). Las estructuras organizativas de los grupos armados, sea que se desarrollen
en forma accidental o deliberada, afectan sus opciones estratégicas y sus resultados
durante el conflicto, así como su capacidad de celebrar acuerdos de paz. Sólo las
organizaciones centralizadas pueden aprovechar las estrategias sofisticadas tales
como “dividir para conquistar”, “cooptación” y “corazones y mentes”, y celebrar
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Samuel Huntington, The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, Simon & Schuster,
Nueva York, 1996.
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acuerdos de paz satisfactorios, siempre que cuenten con un refugio seguro. Las
organizaciones armadas centralizadas que no cuentan con un espacio seguro dentro del territorio en disputa tienden a ser muy vulnerables. En parte a causa de esa
situación, sus oponentes no están interesados en la paz y es raro que esas partes
lleguen a celebrar acuerdos de paz duraderos. En ausencia de un espacio seguro, las
organizaciones descentralizadas son más adaptables y resistentes que las centralizadas, pero son incapaces de utilizar estrategias complejas o celebrar acuerdos de paz
porque sus líderes no pueden imponer la disciplina necesaria a las bases; asimismo,
adolecen de otras limitaciones estructurales que se explicarán más adelante.
Cómo se desarrollan las estructuras organizativas
Algunas organizaciones toman su forma de los vínculos sociales preexistentes, en tanto que otras son desarrolladas por activistas políticos interesados en
optimizar las probabilidades de éxito de su organización u obtener beneficios personales en ámbitos donde las estructuras sociales son débiles. En las sociedades
recientemente politizadas, es común que estos dos modelos se desarrollen de modo
simultáneo. La movilización política sigue las líneas socioestructurales tradicionales (si es que existen), porque de esa manera se hace más fácil convencer a la gente
de que adopte nuevas lealtades y modalidades de responsabilización, a la vez que se
reduce la resistencia de quienes perderían su influencia2.
Los modelos de autoridad tradicionales, como los que caracterizan a las
tribus y clanes, no suelen penetrar en las zonas urbanizadas ni en los campamentos
de refugiados, lo cual permite a los militantes activos forjar nuevos modelos basados
en la lealtad a sus organizaciones3. Cuando una sociedad está atomizada porque
carece de estructuras sociales bien desarrolladas con las cuales el gobierno pueda
interactuar de una u otra forma, como sucedía en muchos de los países anteriormente
gobernados por regímenes comunistas, para constituir organizaciones políticas ad
2
3
David Laitin, National revivals and violence, artículo presentado en el Centro de Estudios Avanzados en
Ciencias Sociales del Instituto Juan March, 29 de marzo de 1993, p. 14, argumenta que la existencia de
una estructura social rural densa es una condición necesaria para la movilización y la lucha nacionalistas.
Russell Hardin, Collective Action, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1982, pp. 31–34, elabora la
“teoría del producto secundario” que demuestra que para las organizaciones no políticas es fácil desempeñar funciones que inicialmente no les estaban destinadas, porque ya han superado la etapa de la “latencia”.
Algunos análisis históricos también apoyan este punto de vista: por ejemplo, Michael Taylor (ed.), Rationality and Revolution, Cambridge University Press, Cambridge, 1988, pp. 81–83; y Perez Zagorin, Rebels
and Rulers, 1500–1660, Cambridge University Press, Cambridge, 1982, pp. 1–86.
Por “tradicional”, no me refiero a un “sistema cultural rígido y aprisionado en el pasado”, como muchos
interpretan erróneamente ese término (según advierte David Apter, The Political Kingdom in Uganda,
Princeton University Press, Princeton, 1967, pp. 84–107). Sencillamente, llamo “tradicional” a una estructura social para indicar que se hallaba bien establecida mucho antes de un evento traumático como
el advenimiento de un gobierno colonial o despótico. Durante los siglos que precedieron al conflicto, esa
estructura puede haber experimentado numerosas metamorfosis.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
hoc se hace necesaria la intervención de militantes activos4. Las organizaciones
políticas tradicionales y ad hoc exhiben importantes diferencias estructurales que,
según las circunstancias, les brindan ventajas y desventajas. Las organizaciones
políticas ad hoc tienden a ser más centralizadas, agresivas e integradas que las
tradicionales, que suelen depender de relaciones clientelistas y que reaccionan con
energía a las infracciones locales de su autoridad pero carecen de una estrategia
global coherente. Las organizaciones tradicionales y las de tipo ad hoc pueden
coexistir; pero, en definitiva, las que prevalecen son aquellas cuyas características
estructurales se adaptan mejor a las condiciones del conflicto.
La estructura de las organizaciones tradicionales se basa en la estructura
social existente y suele emularla, con ligeras variaciones que pueden amplificarse
con el paso del tiempo. Un observador que presenció una reunión de los hombres
encargados de defender una aldea kosovar (que formaban parte de la elástica estructura del Ejército de Liberación de Kosovo) los vio sentarse de la manera tradicional: a derecha e izquierda del anciano de la aldea, se ubicaron dos personajes
distinguidos, el más educado de los aldeanos (una tradición) y el comandante de
los aldeanos armados (en este caso, una innovación)5. Cuanto más se prolonga la
guerra, tanto más crece en importancia el papel de los combatientes (en contraposición con los ancianos tradicionales), pero las nuevas lealtades tienden a imitar a
las viejas. Este fenómeno también se ha observado en Afganistán, donde, durante
la yihad, los clanes fueron reemplazados por unidades de combate similares a los
clanes, pero centradas en torno a los comandantes en el terreno6.
Las personas que crean organizaciones ad hoc tienen mayores posibilidades de estructurarlas de una manera que optimice su propio poder en ellas y
que, a la vez, permita el éxito de la organización. Esta compensación global entre
el poder del dirigente de la organización y el potencial de éxito de ésta explica
por qué tantas organizaciones revolucionarias ad hoc tienen estructuras similares,
pese a que difieran en todos los demás aspectos. En efecto, no es casualidad que el
partido islamista Hekmatyar en Afganistán se haya estructurado del mismo modo
que muchas organizaciones marxistas, ni que los partidos europeos formados en la
primera mitad del siglo XX se caracterizaran por lo que Maurice Duverger llamaba
la “organización contagiosa”7.
A veces, las organizaciones en una sociedad colonizada tratan de imitar la
estructura de sus ocupantes, pese a la insuficiencia de sus aptitudes, integrantes y
recursos. Por lo general, los líderes sociales que creen que pueden adquirir la fuerza
4
5
6
7
4
Con respecto a este punto en particular, v. John McCarthy y Mayer Zald, The Trend of Social Movements
in America: Professionalization and Resource Mobilization, General Learning Press, Morristown, Nueva
Jersey, 1973, y “Resource mobilization and social movements: a partial theory”, de los mismos autores,
en American Journal of Sociology, vol. 82, n.º 6, 1977, pp. 1212–1241; Jo Freeman, “The origins of the
women’s liberation movement”, en American Journal of Sociology, vol. 78, 1972, pp. 792–811; Sara Evans,
Personal Politics, Knopf, Nueva York, 1979; Craig Jenkins, “Resource mobilization theory and the study
of social movements”, en Annual Review of Sociology, vol. 9, 1983, p. 531.
New York Times, 27 de julio de 1999, A8.
Gilles Dorronsoro, Revolution Unending: Afghanistan, 1979 to the Present, Columbia University Press,
Nueva York, 2005.
Maurice Duverger, Political Parties, Wiley and Sons, Nueva York, 1959, p. 25.
Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
de sus ocupantes imitando su estructura organizativa pagan muy caro este error
de razonamiento, como señaló Charles Calwell, el experimentado oficial colonial
inglés y teórico de las guerras en pequeña escala, en su análisis de la ruta que la
resistencia de Asia Central tomó en Rusia durante los movimientos insurgentes de
principios del siglo XX8. Algunos ejemplos más extremos son los ejércitos establecidos a finales del siglo XIX por líderes no europeos débiles, impresionados por los
colonizadores europeos. En 1882, los británicos derrotaron fácilmente a las fuerzas
de Urabi Pasha en Egipto; lo mismo hicieron los franceses con las tropas chinas que
los enfrentaron en 1884-1885. Irónicamente, ambas fuerzas habían sido organizadas por sus líderes imitando la estructura de los ejércitos de las potencias europeas,
con la esperanza de disuadir a los colonizadores y a otros enemigos. Sus resultados
fueron deficientes si se los compara con los de las fuerzas argelinas y afganas organizadas de manera tradicional para responder a los mismos colonizadores. Una vez
más, es pertinente la frondosa experiencia de Calwell: “Es un hecho innegable que,
cuanto más se acerca el sistema del enemigo al modelo europeo, tanto menor es su
ventaja estratégica”9.
La evolución de las circunstancias durante el conflicto impone nuevas
transacciones a los miembros de las organizaciones rivales. En ocasiones, la creciente influencia de las ideas nuevas repercute en los cambios organizativos. Por
ejemplo, Ibn Saud formó la Ikhwan (Hermandad) tras abrazar la interpretación
purista del Islam de los wahabitas, y hubo muchos revolucionarios sudamericanos
que intentaron, sin suerte, imitar los modelos organizativos del Che Guevara y de
Fidel Castro10. Sin embargo, más frecuentemente, el cambio se produce porque los
dirigentes de la organización y sus rivales (tanto internos como externos) intentan
afectar su estructura para incrementar su poder dentro de la organización o sobre
ella.
Los recursos son importantes para los individuos que desean reestructurar
una organización. Duverger nos dice que las organizaciones financiadas por las
bases son mucho más descentralizadas que aquellas cuyos dirigentes monopolizan
los medios económicos u otros recursos esenciales11. Aunque esto no siempre es
así, quienes controlan los fondos pueden influir en la modificación de la estructura
organizativa para aumentar su influencia o lograr otros objetivos. A veces, reestructuran la organización por completo con el fin de maximizar su poder. Y los patrocinadores extranjeros alientan la centralización de la estructura prestando ayuda a
Charles Callwell, Small Wars: Their Principles and Practice, 2ª edición, EP Publishing, Wakefield, 1976
(primera edición: 1906), pp. 157–158.
9Ibíd.
10 V. Michael Radu (ed.), The New Insurgencies: Anticommunist Guerrillas in the Third World, Transaction
Publishers, New Brunswick, Nueva Jersey, 1990, p. 14, que ofrece un examen de cómo hasta los revolucionarios de derecha y anticomunistas estudian las estrategias y tácticas de los comunistas insurgentes
estrella, como Mao Tse-Tung, Fidel Castro y Vo Nguyen Giap. V. también M. Duverger, nota 7 supra, pp.
25–26, que presenta ejemplos de cómo algunos partidos europeos imitaron las estructuras organizativas
de otros partidos más eficaces. La práctica de adoptar la estructura “del día” se ha generalizado también en
el mundo empresarial y se aplica incluso cuando no es adecuada para la situación de la compañía (Henry
Mintzberg, The Structuring of Organizations, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1979, p. 292).
11 M. Duverger, nota 7 supra, pp. 58–59.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
los líderes que favorecen, porque esto facilita su control sobre la organización. Esto
sucedió, por ejemplo, cuando Israel decidió canalizar toda la ayuda a los rebeldes
sudaneses a través de Joseph Lagu, el líder de Anya Nya, quien, a partir de 1969,
eliminó a todos sus competidores dentro del movimiento gracias a los recursos
así obtenidos12. Otro ejemplo es el fallido intento británico, durante la Segunda
Guerra Mundial, de unificar a los dirigentes de la resistencia albanesa, que se aborrecían entre sí13. Los cambios de poder entre los actores importantes alimentan las
continuas transacciones y acuerdos que dan lugar a la metamorfosis, generalmente
lenta, pero a veces brutal, de las estructuras organizativas.
Tipos de estructuras organizativas y sus resultados
En la sección que sigue, se presenta un análisis de seis estructuras organizativas básicas (dicho en otras palabras, las formas en que puede distribuirse el
poder dentro de las organizaciones y entre ellas): centralizadas, descentralizadas,
en red, de tipo patrocinador-cliente, múltiples y fragmentadas. La centralización es
la medida de distribución del poder decisorio entre los dirigentes de primera línea
y los cuadros de segunda línea o inferiores dentro de la organización. La adopción
de decisiones tiene que ver con la formulación de estrategias, los nombramientos,
la distribución de recursos, el control de la comunicación y el mantenimiento de
la disciplina. Los cuadros de segunda línea (por ejemplo, los comandantes sobre
el terreno, los dirigentes de las aldeas, los imanes de las mezquitas o los jefes de
asociaciones) sólo pueden tomar decisiones relacionadas con cuestiones locales, en
tanto que los máximos dirigentes pueden decidir tanto a nivel local como a nivel de
la organización. Cuando mayor sea el control de los cuadros de segunda o tercera
línea sobre la formulación de las estrategias locales y otras decisiones, tanto más
descentralizada será la organización.
La idea de las organizaciones “en red” (unidades autónomas fluidas, desprovistas de estructura jerárquica) se popularizó cuando los analistas se afanaban
por encontrar las herramientas necesarias para estudiar las organizaciones militantes transnacionales como Al Qaeda. Sin embargo, en el contexto de los conflictos
territoriales, el concepto tiene poco sentido porque la existencia de un liderazgo
ubicuo, incluso si las unidades gozan de gran autonomía, hace que estas organizaciones se parezcan a otras de tipo descentralizado. Si las unidades mayormente
autónomas afrontan un costo de salida bajo (en otras palabras, si retirarse de la
organización no es excesivamente difícil o costoso), entonces puede decirse que el
modelo de la organización se basa en el patrocinio14.
Una relación de patrocinador-cliente es una relación de intercambio, en la
12 Louise M. Pirouet, “The achievement of peace in Sudan”, en Journal of Eastern African Research and
Development, vol. 6, n.º 1, 1976, p. 208. Alexis Heraclides, “Janus or Sisyphus? The Southern Problem of
the Sudan”, en Journal of Modern African Studies, vol. 25, n.º 2, 1987, pp. 213–231.
13 Roger Petersen, “A community-based theory of rebellion”, en European Journal of Sociology, vol. 34, n.º 1,
1993, p.
14 V., por ejemplo, John Arquilla y David Ronfeldt, The Advent of Netwar, RAND, Santa Monica, California,
1996 y, de los mismos autores, Networks and Netwars, RAND, Santa Monica, California, 2001.
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cual una parte (el patrocinador) asigna un recurso o es capaz de prestar un servicio
a otra parte (el cliente) que lo necesita y que, a cambio, está dispuesta a brindar
lealtad, apoyo general y asistencia. Es mucho más fácil para un cliente retirarse de
la relación con un patrocinador, que para un mandatario común dejar la relación
con su mandante. Para ilustrar esta situación con términos familiares del mundo
empresarial, un cliente es análogo a un contratista y un mandatario, a un empleado.
Aunque hay quienes consideran que las relaciones patrocinador-cliente son atributos de algunas culturas, yo las considero vínculos estructurales que pueden existir
en cualquier organización. Las encontramos en las sociedades tradicionales como
Afganistán y Yemen, así como en la fuerte dependencia que las fuerzas armadas
estadounidenses han establecido con sus contratistas.
Las otras dos dimensiones de la organización son específicas de los movimientos y sólo se aplican a los que desafían al poder vigente. En algunos conflictos hay una sola parte independiente que lanza ese reto; en otros, esas partes son
múltiples (dos a cuatro organizaciones), y en otros aún, se enfrenta al poder una
oposición fragmentada (cinco o más organizaciones). Decidí trazar el límite entre
multiplicidad y fragmentación tras observar, en estudios de casos cualitativos, que
cuando el número de organizaciones pasa de cuatro hay un cambio en la dinámica:
al superar esa cifra, se presenta un punto de transición empírico, de la competencia
con rivales particulares al posicionamiento de la organización dentro de un movimiento casi atomizado15. Lo que hace independiente a una organización es que sus
bases estén obligadas, como mandatarios o clientes, exclusivamente con sus dirigentes. Si la parte que ejerce el poder (sea el gobierno o un ocupante) no tiene ante
sí retadores organizados, entonces, a los fines de este artículo, se considera que la
oposición está atomizada. Los movimientos de oposición atomizados no producen
una oposición militante sostenida, pero sí pueden derrocar regímenes a través de
medios no violentos.
La contingencia del espacio seguro
La contingencia que ejerce una influencia decisiva en la forma en que la
estructura afecta a los resultados es el control por la organización de un espacio
seguro o un refugio dentro del territorio, esto es, una parte del territorio en disputa
donde sus rivales no pueden intervenir con suficiente fuerza para entorpecer
sus operaciones. El espacio seguro es importante porque, para mejorar sus
probabilidades de éxito, la organización que participa en un conflicto debe no
sólo ejecutar las operaciones críticas con eficiencia, sino también mejor que la
competencia. El modo en que se distribuye el poder dentro de la organización (esto
es, la estructura) crea incentivos que afectan la forma en que los miembros de la
organización ejecutan esas operaciones, y la disponibilidad de un espacio seguro
(la contingencia) afecta las probabilidades de alcanzar los niveles de rendimiento
que su estructura organizativa les permitiría lograr. El refugio debería hallarse
15 Abdulkader H. Sinno, Organizations at War in Afghanistan and Beyond, Cornell University Press,
Ithaca, Nueva York, 2010.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
dentro del territorio en disputa. Los refugios transfronterizos raras veces ofrecen
seguridad a largo plazo, porque los patrocinadores puntillosos pueden interrumpir
las operaciones a voluntad o distraer a la organización de sus objetivos originales,
convirtiéndola en una herramienta para proyectar su influencia en el país vecino.
Los insurgentes tienen un espacio seguro cuando la entidad que ejerce el poder es
incapaz de luchar contra ellos con eficacia en algunas regiones del país por diversas
razones, por ejemplo, la pérdida de la ayuda externa, la presencia de divisiones
entre las fuerzas armadas, o la existencia de un aparato estatal subdesarrollado. Los
insurgentes no necesitan forzosamente un espacio seguro para triunfar, porque los
regímenes pueden colapsar o los ocupantes retirarse (por ejemplo, en la guerra de
liberación de Argelia) antes de que lleguen a adquirirlo.
Organizaciones sin espacio seguro
Para las organizaciones que están constantemente sometidas al hostigamiento de sus rivales, el objetivo más importante es sobrevivir lo suficiente para
poder aprovechar las oportunidades que se presenten en el futuro.
Organizaciones centralizadas sin espacio seguro
Las organizaciones centralizadas que no cuentan con un espacio seguro
son muy vulnerables debido a que dependen de la estrecha coordinación entre sus
ramas especializadas y de unos pocos líderes clave. Los rivales más fuertes pueden
perturbar su coordinación, lo cual resta eficacia a los componentes no autónomos de
la organización. Ésta también puede verse incapacitada si pierde a sus dirigentes. Esta
situación causó, por ejemplo, el debilitamiento del Partido de los Trabajadores de
Kurdistán (PKK, por sus iniciales en kurdo) por la captura de Abdullah Ocalan, y de
Sendero Luminoso (Partido Comunista de Perú) por la captura de Abimael Guzmán.
Las organizaciones centralizadas que no cuentan con una zona territorial segura
también pueden verse perjudicadas por el uso de estrategias complejas destinadas
a aislarlas de sus posibles partidarios. Éste fue el sistema utilizado para derrotar a
los Zhofaris de Omán, a los Mau Mau de Kenia y a los comunistas de Malasia, entre
otros16. Además, las organizaciones centralizadas que no disponen de un espacio
propio son mucho menos capaces de movilizar apoyo que las no centralizadas,
porque están menos arraigadas en la estructura social, lo cual reduce la capacidad
de respuesta y de adaptación a las necesidades locales de sus ramas no autónomas.
Las organizaciones centralizadas también son vulnerables a la posibilidad de
transformarse en instrumentos para la proyección del poder de sus patrocinadores
extranjeros y dejar de perseguir sus objetivos independientes, porque sus líderes
son capaces de arrastrar a las bases cuando reorientan su estrategia. Muchas
organizaciones palestinas redujeron sus operaciones hasta casi extinguirse porque,
en lugar de seguir un programa sensato y aplicar políticas populares que les hubiesen
permitido crecer a costa de los rivales, se transformaron en representantes de Siria o
16 A. H. Sinno, nota 15 supra, cap. 10.
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de Irak en los conflictos palestinos internos. A menudo, el patrocinador extranjero
exige tener el patrocinio exclusivo de una organización centralizada; de ese modo,
ejerce un fuerte poder sobre su líder. Si ese único patrocinador retira su apoyo, la
organización resulta más perjudicada aún. Muchas organizaciones han tropezado con
esta dificultad, por ejemplo el Sahrawi Polisario en la región del Sahara occidental de
Marruecos, tras perder el apoyo de Argelia. La organización centralizada que carece
de un espacio seguro tampoco puede aprovechar los mecanismos disciplinarios de
que dispondría en otras circunstancias, como estructuras de respaldo y secciones
especializadas, porque no pueden desarrollarlas fácilmente cuando se encuentran
bajo presión y, por otra parte, porque para mantener esas estructuras se requieren
sistemas de coordinación y de comunicación intensiva. Por último, las organizaciones
centralizadas no pueden manipular y transmitir información y conocimientos de
manera eficaz sin contar con un espacio seguro: la información se debe enviar desde
el lugar donde se produce a los sitios distantes donde se necesita, y los rivales pueden
interrumpir o interceptar fácilmente las comunicaciones.
Organizaciones no centralizadas sin espacio seguro
En los entornos hostiles, las organizaciones no centralizadas (descentralizadas o en red, patrocinadas o múltiples) son más adaptables que las centralizadas
porque sus distintos componentes son más autónomos y dependen menos de la
coordinación. No son tan vulnerables a los cambios súbitos (como la pérdida de
un dirigente) o a las estrategias sofisticadas como las organizaciones centralizadas,
porque sus bases son relativamente independientes y se ocultan eficazmente en la
estructura social. Si el dirigente de una organización intenta transformar a ésta en
un sustituto de su patrocinador extranjero, puede afrontar la desobediencia de sus
bases más autónomas; por ende, la organización no centralizada es menos susceptible de malgastar su credibilidad y el apoyo que recibe. Algunas estructuras organizativas descentralizadas (organizaciones basadas en patrocinios múltiples) incluso
pueden terminar en un punto muerto estratégico cuando los líderes de la organización insurgente, aun cuando aspiran a alcanzar un acuerdo con el poder existente
o cuando sus patrocinadores los presionan a tal efecto, son incapaces de pactar con
el poder porque perderían el apoyo de las bases17. Las organizaciones múltiples
pueden atraer a múltiples patrocinadores y obtener así el respaldo que necesitarían si uno de los patrocinadores decidiera retirar su apoyo en forma abrupta. Las
organizaciones no centralizadas también llevan las de ganar al movilizar apoyo en
un entorno hostil, porque sus cuadros más autónomos responden mejor a las necesidades locales y están en mejor posición que los dirigentes de las organizaciones
centralizadas para imponer sanciones positivas y negativas. Es más fácil mantener
el control y la disciplina en grupos pequeños y autónomos en entornos hostiles.
Esto representa una ventaja para las organizaciones no centralizadas insertadas en
estructuras sociales intrincadas. Por último, en las organizaciones no centralizadas,
la información no se transmite a lugares distantes, sino que casi siempre se produce
17 A. H. Sinno, nota 15 supra.
9
Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
y utiliza a nivel local, con escasas contribuciones de la dirigencia y con pocas probabilidades de que los rivales puedan interceptarla.
Sin embargo, un poder central dotado de la capacidad de aplicar estrategias sofisticadas puede fácilmente derrotar a un movimiento insurgente fragmentado, porque sus distintos componentes equivalen a minúsculas organizaciones
centralizadas independientes.
Organizaciones con espacio seguro
La organización que puede operar en una parte del territorio en disputa
sin mayores interferencias de sus rivales debe adoptar medidas estratégicas coordinadas y resueltas para eliminar a los rivales en las zonas exteriores a la propia.
En caso contrario, sus rivales pueden atacarla una y otra vez y, quizá, derrotarla.
Además, la organización corre el riesgo de perder partidarios ante organizaciones
que progresan con mayor rapidez, y puede dejar de recibir la ayuda de los patrocinadores cuando éstos pierden el interés en ella.
Organizaciones centralizadas con espacio seguro
Las organizaciones centralizadas tienen mucha más capacidad para adoptar
iniciativas estratégicas que las no centralizadas, y gozan de otras ventajas cuando
logran operar sin la interferencia de sus rivales. Como se explicará a continuación,
sólo las organizaciones centralizadas pueden implementar estrategias complejas de
varias etapas que requieren una coordinación cuidadosa, una disciplina estricta y
un proceso decisorio concentrado. Si adquieren un espacio seguro, resisten mejor
las estrategias destinadas a aislarlas de sus posibles partidarios, porque ejercen el
control exclusivo sobre una parte del territorio, donde pueden movilizar en forma
metódica a la población a través de estructuras superpuestas que la controlan y
le prestan servicios especializados. El control territorial también permite imponer
impuestos a la población y extraer recursos, reduciendo así la dependencia de
la organización centralizada de los patrocinadores que podrían desviarla de sus
objetivos originales. Las estructuras duplicadas y las secciones especializadas (por
ejemplo, los funcionarios políticos sobre el terreno) también imponen la disciplina
entre los miembros. Los dirigentes se hallan bien protegidos en el refugio, lo que
reduce las posibilidades de que la organización sea descabezada. La organización
centralizada que cuenta con un espacio seguro también puede transmitir la
información desde el lugar donde se produce al sitio donde se necesita, es capaz
de acumular conocimientos y tiene la posibilidad de centralizar las actividades de
formación sin el temor de que se produzcan interrupciones importantes.
Organizaciones no centralizadas con espacio seguro
Las organizaciones no centralizadas son incapaces de adoptar iniciativas
estratégicas más allá de las zonas abandonadas por rivales debilitados. Tampoco
10
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pueden coordinar acciones en gran escala, manipular la información y e imponer
disciplina a sus componentes para que cumplan esas directivas (contrariamente
a lo que pueden lograr dentro de esos componentes, donde sus capacidades son
óptimas). Su incapacidad de emprender iniciativas estratégicas suficientemente
enérgicas para derrotar a sus rivales puede brindar a éstos el tiempo que necesitan para restablecer su posición y seguir debilitándolas. Esa incapacidad también
puede dar lugar a la formación, en sus zonas, de nuevas organizaciones con mayor
aptitud para realizar acciones coordinadas y reclutar sus propios seguidores (lo que
sucedió, por ejemplo, con la expansión de los talibanes, realizada a costa de otros
muyahidines entre 1994 y 1996). Puede ocurrir también que esas organizaciones
pierdan el respaldo financiero de patrocinadores extranjeros impacientes, que optan por otras prioridades (ejemplo de ello es la reducción del apoyo estadounidense a los muyahidines cuando éstos no pudieron tomar Kabul después de 1989).
Los patrocinadores extranjeros incluso pueden dejar de existir (como sucedió con
el colapso de la Unión Soviética). La capacidad de adaptación, que constituye la
ventaja principal de la descentralización, no tiene importancia en el caso de las
organizaciones que no necesitan preocuparse por constantes acciones de hostigamiento. Cuanto más tiempo les lleve centralizarse, tanto más probable es que sean
derrotadas por organizaciones rivales que tomen la iniciativa, o que colapsen por
su propio peso debido a cambios en las circunstancias.
Un movimiento insurgente altamente fragmentado es menos capaz aún de
emprender una acción colectiva decisiva que las organizaciones no centralizadas. La
fragmentación no ofrece ventajas militares a menos que atraiga una intervención
extranjera solidaria, como sucedió recientemente en Libia.
Supervivencia del más apto
En el cuadro 1, se presenta un resumen de los aspectos examinados hasta
ahora en el presente artículo. Las organizaciones centralizadas son, en términos
generales, más eficaces que las no centralizadas, pero son más vulnerables a los
intentos de sus rivales por perturbar sus operaciones, debido a su dependencia de
la coordinación entre sus secciones especializadas. La organización (sea el Estado,
un ocupante, o un grupo insurgente fuerte) que controla un espacio seguro donde
está a salvo de las interferencias de sus rivales debe, por ende, adoptar una estructura altamente centralizada y especializada. Las organizaciones que carecen de ese
espacio deben adoptar una estructura no centralizada, a fin de mejorar sus probabilidades de sobrevivir a sus rivales. Un espacio seguro no es esencial para triunfar
en un conflicto, pero es fundamental que la organización se organice de acuerdo a
la disponibilidad o la ausencia de ese espacio. La organización que repentinamente
adquiere tal espacio debe transformarse en una estructura más centralizada; de lo
contrario, corre el riesgo de malgastar sus recursos.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
Cuadro 1. Efectos de la estructura y de la disponibilidad de un espacio seguro en la
supervivencia de la organización
Organizaciones Organizaciones
centralizadas
patrocinadas, múltiples
o descentralizadas
Organizaciones
fragmentadas
Con espacio
seguro
Buenas
probabilidades
de sobrevivir
Pocas probabilidades de
sobrevivir
Pocas
probabilidades de
sobrevivir
Sin espacio
seguro
Pocas
probabilidades
de sobrevivir
Buenas probabilidades
de sobrevivir
Pocas
probabilidades de
sobrevivir
Fuente: A.H. Sinno, nota 15 supra, p. 88 (modificado).
Efectos de la estructura organizativa en las opciones estratégicas
La estructura organizativa y la estrategia son factores estrechamente
relacionados entre sí. El uso de determinada estructura puede limitar las opciones
estratégicas disponibles para un movimiento; puede hacer que la adopción de cierta
estrategia sea más o menos creíble para los oponentes, patrocinadores y partidarios
de la organización; puede limitar la capacidad de la organización de resistir a las
estrategias de sus rivales; y puede representar un incentivo adicional a la hora de
adoptar algunas estrategias.
Cuando digo que determinada estructura organizativa puede limitar tanto
las opciones estratégicas como las tácticas, no pretendo aplicar el mismo rigor que los
estructuralistas sociales con su determinismo. No estoy diciendo que existe una sola
estrategia que permite triunfar y que esta estrategia se adopta siempre, como opinaba
Theda Skocpol acerca de la evolución de los acontecimientos durante la revolución
en China18. Sencillamente, quiero decir que las diversas estrategias que pueden adoptarse y aquellas que pueden ser contrarrestadas se ven limitadas por la estructura de
la organización. Si los dirigentes de máximo nivel deciden aplicar una estrategia que
supera las posibilidades de la estructura de la organización, puede suceder una de
cuatro cosas: que se reemplace a la dirigencia o que ésta modifique su estrategia; que
las bases abandonen la organización en masa; que la organización sufra una derrota
aplastante; o que tenga lugar un arduo proceso de reestructuración organizativa. A fin
de ilustrar las diferencias de opinión entre Skocpol, DeNardo y yo mismo en materia
18 Theda Skocpol, States and Social Revolutions, Cambridge University Press, Cambridge, 1979, p. 252.
Skocpol resta importancia al papel de los actores y la mayoría de los otros estructuralistas coinciden en
que la estrategia no importa en absoluto.
12
Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
de opciones estratégicas, citaré la metáfora que utiliza James DeNardo para criticar
el determinismo estratégico de Skocpol19. DeNardo nos pide que pensemos en una
partida de ajedrez; fácilmente veremos que la estructura del tablero y la configuración
de las piezas limitan las opciones de los jugadores. Esas restricciones no determinan
el curso posterior del partido ni su resultado, como cree Skocpol que la estructura
social determina el resultado de la acción revolucionaria. La metáfora del ajedrez
tiene sus limitaciones, como todas, pero alcanza para ilustrar lo que yo entiendo por
restricciones a la estrategia. Skocpol puede opinar que el juego del ajedrez no constituye una metáfora adecuada de la interacción revolucionaria, y DeNardo la considera
apropiada para ilustrar la disponibilidad de numerosas alternativas estratégicas. En
mi opinión, el ajedrez podría constituir una buena metáfora si las piezas estuviesen
atadas unas a otras con hilos. Los hilos representan las restricciones organizativas que
pueden limitar la disponibilidad de estrategias complejas, y cada estructura puede
representarse mediante diferentes hilos que atan a las diversas piezas. Si las torres
estuvieran atadas a la reina con hilos de longitud equivalente a dos escaques, entonces
el jugador quedaría privado de algunas estrategias que dependen de esas piezas. Ese
mismo jugador experimentaría limitaciones al intentar eludir las estrategias que su
oponente despliega para eliminar esas piezas, o se vería entorpecido por una defensa
que exige que las piezas realicen sus movimientos habituales. Éste es, a mi parecer,
el modo en que la estructura organizativa reduce la gama de estrategias disponibles
para el Estado y para quienes se oponen a él. A continuación, examinaré el efecto de
la estructura en las estrategias simples (confrontación y avenimiento), así como en
tres estrategias más complejas (dividir para conquistar (reinar), “corazones y mentes”
y cooptación).
Confrontación y avenimiento
Tanto las entidades que ejercen el poder (el régimen actual o la potencia
ocupante) como sus oponentes disponen de estrategias de confrontación y de avenimiento. Las estructuras organizativas de las partes en conflicto pueden alentarlas
a adoptar una estrategia de avenimiento (con objeto de alcanzar un arreglo) o una
estrategia de conflicto (basada en el desgaste o en un ataque directo destinado a desmantelar las organizaciones rivales), y también pueden encerrarlas en esas tácticas.
Las organizaciones centralizadas dotadas de un control jerárquico fuerte
son capaces de ajustar sus estrategias con rapidez para responder a los cambios en
el entorno o a las estrategias de los rivales. Esa capacidad de ajuste puede beneficiar
o perjudicar a la organización, porque la resistencia y la flexibilidad ofrecen
ventajas distintas. La capacidad de una organización centralizada de adoptar una
estrategia de avenimiento frente a la entidad que ejerce el poder (el régimen actual
o la potencia ocupante) puede, sin embargo, verse obstaculizada por la existencia
de organizaciones rivales. La presencia de múltiples organizaciones induce a los
grupos opositores a adoptar sistemáticamente estrategias de confrontación porque
19 James DeNardo, Power in Numbers: The Political Strategy of Protest and Rebellion, Princeton University
Press, Princeton, 1985, pp. 29–32.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
una población descontenta normalmente tiende a apoyar a la organización que evita
mostrarse conciliadora20. La organización de resistencia que no comprende esta
dinámica y tiene una postura conciliadora frente a la entidad que ejerce el poder
probablemente vea que sus rivales se fortalecen a su costa21. Por ejemplo, ésta fue la
suerte del grupo de los chetnik de Draza Mihailovic, como han señalado Chalmers
Johnson y los participantes en el conflicto22. Según Vladimir Dedijer, uno de los
camaradas de Tito e historiador oficial del Partido Comunista Yugoslavo, hubo
unidades enteras de chetnik que se pasaron a los partisanos cuando se disgustaron
con la política de esperar el curso de los acontecimientos o se rehusaron a acatar la
orden de sus dirigentes de no atacar a los alemanes23. Otro ejemplo es el efecto de
radicalización que tuvo la ETA (Patria Vasca y Libertad) sobre otras organizaciones
vascas como el PNV (Partido Nacionalista Vasco) y muchos políticos vascos24. En
China, el Kuomintang, que mantenía una postura conciliadora con los japoneses,
también fue derrotado: el apoyo de que gozaba se fue debilitando mientras los
comunistas de Mao emprendían una resistencia activa25.
Algunas estructuras no sólo influyen en la adopción de determinada estrategia sino que encierran a la organización en ella. Esto sucede cuando la estructura crea una serie de incentivos que dan lugar a estrategias personales dominantes
por las que cada miembro sigue desempeñando persistentemente su papel dentro
de la estrategia global de conflicto de la organización. Las organizaciones múltiples basadas en relaciones de patrocinio son particularmente proclives a crear esas
encerronas estratégicas. La tenaz resistencia de los muyahidines afganos contra los
soviéticos en 1980 es un claro ejemplo de esa situación.
Los líderes muyahidines afganos siguieron adhiriendo firmemente al compromiso de luchar contra los soviéticos incluso cuando Estados Unidos y Pakistán,
sus principales proveedores y patrocinadores, los instaban a aceptar y observar los
Acuerdos de Ginebra tras su ratificación. Los comandantes afganos siguieron atacando a las tropas de la URSS hasta el último día de la ocupación soviética, pese a
las amenazas de la URSS de detener su retirada si no cesaban los ataques y a la presión que Estados Unidos y Pakistán ejercían sobre los líderes de la resistencia. Pese
20 Este argumento se asemeja al planteado por el filósofo René Girard en Violence and the Sacred, Johns
Hopkins University Press, Baltimore, 1977. Martin Kramer, “Sacrifice and fratricide in Shiite Lebanon”,
en Terrorism and Political Violence, vol. 3, 1991, pp. 30–47, aplica estas ideas a la resistencia contra la
ocupación israelí de la zona sur de Líbano.
21 Los grupos intransigentes (Hamas en Palestina, los militantes protestantes en Irlanda del Norte, o los
partidarios del jefe zulú Mangosuthu Buthelezi en Sudáfrica) pueden intentar frustrar los pactos entre la
entidad que ejerce el poder y los grupos más moderados. No siempre logran hacerlo, pero su estrategia
anticipada reduce el interés de los grupos moderados en llegar a un arreglo y radicaliza a todos los grupos
de resistencia. Por lo general, el éxito de estas estrategias se subestima, puesto que es difícil reconocer los
casos en que los dirigentes de los grupos moderados ni siquiera inician las negociaciones porque saben
que la creciente confrontación que pondrán en juego los grupos excluidos frustrará sus esfuerzos.
22 Chalmers Johnson, Peasant Nationalism and Communist Power: The Emergence of Revolutionary China,
Stanford University Press, Stanford, 1962, p. 164.
23 Tomado del diario de Dedijer sobre la Segunda Guerra Mundial, en ibíd., p. 69.
24 David Laitin, National revivals and violence, artículo presentado en el Centro de Estudios Avanzados en
Ciencias Sociales del Instituto Juan March, 29 de marzo de 1993, p. 26.
25 Gerard Chaliand, Guerrilla Strategies, University of California Press, Berkeley, 1982, cap. 2.
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a nuevas presiones, tampoco aceptaron formar parte del gobierno de coalición con
el régimen de Kabul. Esta curiosa inflexibilidad, que impidió que los grupos de la
resistencia afgana fuesen cooptados o disuadidos por sus enemigos, o manipulados
por sus poderosos patrocinadores, fue consecuencia directa de la estructura de la
resistencia26.
Cada uno de los siete líderes de los partidos de la resistencia basados en
Peshawar que pensaba en alcanzar un acuerdo con los soviéticos, o con su régimen
cliente en Kabul, debía evaluar cómo acogerían tal transacción sus comandantes
sobre el terreno (sus clientes). La razón de ello era que el prestigio y la influencia del
líder de un partido eran proporcionales al número y a la fuerza de los comandantes
que le eran leales. Los comandantes tenían un interés inherente en la continuación
de la yihad, porque su propia importancia, sus intereses económicos y su razón
de ser dependían de la continuidad de su condición de comandantes necesarios.
Más importante aún, los comandantes locales deseaban proteger la autonomía local
contra las intromisiones del régimen de Kabul y sus patrocinadores soviéticos, y
para ello era necesario perpetuar la resistencia. Si un líder basado en Peshawar
optaba por pactar, podía perder el apoyo de los comandantes locales que disentían
de su política y que, por ende, defeccionarían para unirse a las partes intransigentes,
que los recibirían con los brazos abiertos. Era prácticamente imposible llegar a
un arreglo entre todos los líderes de las partes para alcanzar a un acuerdo con
los soviéticos o con el régimen de Kabul porque, si todos los líderes aceptaban
simultáneamente pactar con los soviéticos, los comandantes sobre el terreno
podían optar por desafiliarse de cualquier partido e incluso formar uno propio.
Por esta razón, ningún líder llegó jamás a pactar con los soviéticos, sin importar el
costo de la confrontación para el pueblo afgano27.
La descentralización atribuye más poder a los cuadros de segunda
línea, lo cual les permite actuar con mayor flexibilidad a nivel local, a diferencia
de sus pares en la organización centralizada. Esta flexibilidad local, reflejada en
la capacidad de cambiar de estrategia, se da a costa de la flexibilidad global de
la organización. Las organizaciones descentralizadas son rehenes de sus cuadros
más extremos, porque los rivales en general consideran que la ejecución de un
acto de conflicto por un segmento de la organización representa la intención de la
organización en su conjunto. Los dirigentes de primera línea de la organización se
encuentran en la difícil situación de tener que elegir entre denunciar a miembros
de sus bases o simular que ha apoyado su acción, mientras esperan que la estrategia
de confrontación tenga éxito. Por desgracia para ellos, la misma falta de control
que los arrastró a adoptar una estrategia de conflicto para toda la organización
probablemente debilite su capacidad de motivar a los segmentos que no son
agresivos. La Autoridad Palestina dirigida por Yasir Arafat se vio en esta situación
cuando trataba de establecerse en Cisjordania y Gaza tras la firma de los Acuerdos
de Oslo.
26 A. Sinno, nota 15 supra, caps. 5 y 6.
27 Para más detalles y pruebas, v. A. Sinno, nota 15 supra, cap. 6.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
Dividir para conquistar
La regla conocida como “dividir para conquistar” (reinar) es una estrategia
de control territorial iniciada por la potencia ocupante o el régimen en el poder,
que consiste en dividir la población en grupos de interés (horizontales o verticales)
con escasas probabilidades de alcanzar los resultados políticos que desean (asumir
el poder), pero que, si la potencia ocupante o el actual régimen se mantienen en el
poder, pueden lograr un resultado mejor que el que sería para ellos el peor (esto
es, que el poder vaya a parar a manos de grupos rivales). Por ejemplo, supongamos
que determinados grupos basados en la solidaridad (por ejemplo, grupos étnicos)
tienen las siguientes preferencias, debido a enemistades históricas:
1.
2.
3.
4.
Control directo del centro y de los recursos que confiere (ocupar el poder).
Una potencia (régimen) colonial controla el gobierno.
Anarquía/secesión (ausencia de gobierno).
Uno o más grupos rivales controlan el gobierno.
Si las probabilidades de que se materialice la preferencia 1 son insignificantes o si el costo es demasiado alto, el grupo adoptará como estrategia dominante
el apoyo a la potencia (régimen) colonial. La preferencia 1 se reduce a medida que
disminuye el tamaño del grupo y aumenta la distancia que lo separa del centro de
poder28.
Pocos escritores han descrito las condiciones necesarias para que la
política de “dividir para conquistar” tenga éxito con más elocuencia que Alexis de
Tocqueville, al explicar por qué el dominio de Napoleón era aceptado con tanta
facilidad:
Los partidos, diezmados, desanimados y exhaustos, anhelaban descansar
por un tiempo bajo un despotismo de cualquier tipo, a condición de que
fuera ejercido por un extraño y pesara tanto sobre sus rivales como sobre
ellos mismos. Cuando los grandes partidos políticos comienzan a entibiarse en sus amores sin suavizar sus odios, y finalmente llegan a desear menos
el propio éxito que impedir el de sus adversarios, hay que prepararse para la
esclavitud: el amo se acerca29.
Sin embargo, si se percibe que la potencia ocupante o el régimen desea
utilizar los recursos del gobierno para subvertir al grupo en lugar de impedir, a
un cierto costo, que esa actividad de subversión la efectúen otros grupos, el grupo
28 Los alauitas sirios son una notable excepción a esta norma, pero se aproximaron mucho al centro del
poder infiltrando el ejército, antes de controlar las instituciones del Estado sirio. Steve Heydemann,
Authoritarianism in Syria: Institutions and Social Conflict, 1946–1970, Cornell University Press, Ithaca,
NY, 1999.
29 Cita tomada de los dos capítulos concluidos de la secuela de L’Ancien Régime, en Alexis de Tocqueville,
Selected Writings on Democracy, Revolution and Society, John Stone y Stephen Mennel (eds.), University
of Chicago Press, Chicago, 1980, p. 246.
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Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
carecerá de incentivos para apoyar a la potencia ocupante o al régimen. A menudo,
la anarquía o la secesión son demasiado costosas y se transforman en opciones
atractivas únicamente si el grupo rival controla el centro y usa sus recursos (como
la legitimidad, las instituciones o el poder económico) para subvertir al grupo que
tiene las preferencias mencionadas más arriba. La secesión (la autonomía de facto)
puede constituir una opción más deseable que la ocupación, si es facilitada por la
competencia entre los grupos rivales y la potencia o régimen ocupante.
Si se deja de lado la hipótesis de la animosidad o la competencia (ya sea
histórica o alimentada por la potencia o el régimen ocupante) entre grupos sociales, puede esperarse que los distintos grupos se alíen en un esfuerzo por sacarse de
encima a la potencia o régimen ocupante que controla los recursos que, en otras
circunstancias, podrían compartir entre ellos en su totalidad.
Para resumir, las probabilidades de que el concepto de “dividir para conquistar” tenga éxito son mayores (1) cuanto mayor sea la animosidad y el temor que
reinan entre los grupos sociales; (2) cuanto menor sea el tamaño y mayor la distancia de los grupos con respecto al centro de poder; (3) cuanto mayor sea el costo de
la secesión para los grupos interesados en ella; y (4) cuanto mayor sea la capacidad
de la potencia o régimen ocupante para ser (o parecer) neutral en el conflicto entre
los grupos rivales.
Durante su reinado, el rey Hussein de Jordania utilizó esta estrategia con
gran habilidad para preparar las condiciones para que estos cuatro factores le permitieran conservar su precario trono. Dejó que el resentimiento entre los transjordanos
y los jordanos de ascendencia palestina se agudizara, otorgando a los primeros el
monopolio de los empleos públicos y permitiendo (algunos dicen que alentando) el
desarrollo de los partidos nacionalistas transjordanos, que excluían a los palestinos
de su concepto de Jordania como nación (factor 1). Los transjordanos y los jordanos
palestinos conviven en las ciudades principales; la secesión de uno de esos grupos
sería sumamente difícil y su costo muy elevado, como lo demostró la guerra civil que
tuvo lugar a principios del decenio de 1970 (factores 2 y 3). Por último, Hussein era
un extranjero (descendiente del sharif de La Meca, sin raigambre familiar en Jordania). Aunque, con anterioridad, tanto los transjordanos como los palestinos podrían
haber concebido una Jordania mejor sin Hussein, en última instancia prefirieron soportar su moderado despotismo antes que el gobierno de los extremistas de la parte
opositora, después de que él atizara la desconfianza entre las etnias (factor 4).
Sólo una organización centralizada es capaz de llevar adelante una estrategia de “dividir para conquistar”, debido a la destreza y la coordinación que se necesitan para alimentar los odios entre grupos (factor 1) y la necesidad de proyectar una
imagen bien construida y coherente como parte neutral que se halla por encima de
esos odios (factor 4). El concepto de “dividir para conquistar” no es aplicable a sociedades atomizadas ni puede utilizarse contra una única organización rival centralizada, por razones obvias; en este último caso, la estrategia aconsejable es la de “ganarse
los corazones y las mentes”. La capacidad de otras estructuras de resistir la estrategia
de “dividir para conquistar” depende de su capacidad para afectar los cuatro factores
que rigen su éxito. Las cuestiones estructurales no inciden claramente en los factores
17
Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
1, 3 y 4, pero sí en el factor 2 (el menor tamaño y la mayor distancia de los grupos
con respecto al centro de poder). La multiplicidad y la descentralización aumentan
la importancia de este factor. Por otro lado, el patrocinio puede alentarlo o desalentarlo, lo cual depende de la presencia o ausencia de una encerrona estratégica.
Corazones y mentes
Los ingleses refinaron y aplicaron con éxito la estrategia de “corazones y
mentes” en numerosos conflictos coloniales, particularmente en Malasia y en las
rebeliones de los Mau Mau y de Dhofar30. En principio, los rivales del gobierno
pueden utilizar esta estrategia, pero su aplicación requiere una extremada centralización y considerables recursos, que suelen ser atributos del gobierno o del ocupante y no de sus rivales. La estrategia consiste en:
1. Diferenciar entre los combatientes activos, los seguidores pasivos, los neutrales auténticos, y los leales al gobierno. Esto exige, desde luego, un flujo de
información centralizado.
2. Aislar desde el punto de vista geográfico, físico o psicológico a las personas identificadas como rivales activos. Para ello, es necesario desplegar
una operación militar y de inteligencia altamente coordinada y, por ende,
centralizada31.
3. Ofrecer sanciones positivas (incentivos) a los posibles seguidores de las
organizaciones rivales y protegerlos contra los abusos cometidos por tropas
indisciplinadas para desalentarlos de apoyar a los rivales32.
Cuando estos pasos han sido bien ejecutados, resulta mucho más fácil
someter a los rebeldes aislados, que no pueden reclutar nuevos miembros ni
depender del apoyo material externo. Sin embargo, la correcta ejecución de esos
pasos puede representar un desafío considerable, sobre todo si los revolucionarios
evitan el error fatal de centralizar su estructura en respuesta a las acciones del
régimen. Las mejores estructuras para contrarrestar la estrategia de “corazones y
mentes” son las tradicionales, preferiblemente basadas en vínculos de patrocinio y
con numerosas estructuras de respaldo. La densidad de las relaciones presentes en
30 El término “corazones y mentes” fue acuñado por el general Gerald Templer, Alto Comisionado Británico
en Malasia. Templer fue nombrado en 1952, cuando el panorama distaba de ser favorable para los británicos, y logró aplicar con éxito los criterios que se describen en esta sección.
31 Una respuesta obvia al famoso aforismo maoísta de que el insurgente eficaz es el que vive entre la gente
como el pez en el agua.
32 Algunos podrían argumentar que otro ingrediente necesario para la estrategia de “corazones y mentes” es
hacer abundantes concesiones porque, después de todo, los británicos se comprometieron a retirarse de
Malasia y concederle su independencia. Esto no es así: en otros casos en que esta estrategia se aplicó con
buenos resultados, en particular durante las rebeliones de Dhofar y de Huk, no se hicieron tales concesiones. En ambos casos, el gobierno ofreció sanciones positivas (paso 3), pero hizo muy pocas concesiones
políticas. No obstante, aunque no sean necesarias, las concesiones políticas de bajo costo (en especial,
fomentar el sentido de la participación política) facilita la tarea del gobierno en el marco de una estrategia
de “corazones y mentes”.
18
Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
las estructuras tradicionales permite que los combatientes se oculten en sus propias
comunidades y eviten quedar aislados. Los vínculos entre patrocinador y cliente, si
ambos pertenecen al mismo bando, mantienen su cohesión frente a una estrategia
de “corazones y mentes”. Además, debido a esos vínculos resulta más costoso para
el régimen atraer a los patrocinadores o a los clientes para que cambien de bando,
porque cuanto más dependa el miembro de una relación (es decir, cuanto más le
cueste dejarla debido a las oportunidades que perdería) tanto mayor será el costo de
separarlo de ella. Así sucedió durante la ocupación soviética de Afganistán, pero no
durante la rebelión de Huk, donde los anteriores patrocinadores (los terratenientes)
y clientes (los campesinos) se hallaban en lados opuestos tras una grave ruptura
de sus relaciones tradicionales. El gobierno de Filipinas, encabezado por Ramon
Magsaysay, siguió la estrategia de “corazones y mentes” al pie de la letra, guiado
por asesores occidentales y ayudado por el torpe intento del Partido Comunista de
Filipinas de controlar y centralizar a los campesinos rebeldes33. Como señalaron
numerosos observadores, los rebeldes comunistas chinos en Malasia, con su
obstinada adhesión a una estructura organizativa centralizada inspirada en sus
creencias dogmáticas, sufrieron innumerables contratiempos al enfrentarse con la
estrategia de “corazones y mentes” introducida por los ingleses34. La redundancia,
la descentralización y la multiplicidad son útiles porque obstaculizan al gobierno
en su tarea de recopilar información sobre los activistas; es más fácil llenar los
casilleros de los nombres en un organigrama único y estático, que en múltiples
organigramas que cambian constantemente.
Cabe señalar que lo que los políticos y generales estadounidenses llaman
“corazones y mentes” en el contexto de las guerras de Estados Unidos en Vietnam,
Irak y Afganistán es algo completamente diferente: una campaña de propaganda
masiva o un esfuerzo por granjearse la buena voluntad de una población repartiendo
servicios y recursos, todo ello sin resultados apreciables. En la mayoría de los casos,
el enfoque aplicado por Estados Unidos es incapaz de distinguir adecuadamente
los aliados de los enemigos al repartir los recursos, y no aísla metódicamente a sus
oponentes. Se aplica a menudo contra oponentes que son prácticamente imposibles
de aislar.
Cooptación
Selznick define la cooptación como “la absorción de nuevos elementos en
los cuadros de mando o en la estructura política de una organización, como medio
33 Benedict Kerkvliet, The Huk Rebellion, University of California Press, Berkeley, 1977.
34 John Bowyer Bell, On Revolt, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1976, p. 184.
19
Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
de evitar amenazas a su estabilidad o existencia”35. A mi entender, esta definición
podría generalizarse de la siguiente manera: la cooptación es una estrategia iniciada por una organización dominante o una coalición de organizaciones, que consiste en ofrecer sanciones positivas a otras organizaciones hostiles o a individuos clave
dentro de ellas a cambio de que acepten las normas de interacción que le interesan
a la organización dominante o coalición36.
La cooptación es una estrategia cooperativa que puede dar lugar a un
acuerdo de cooptación que no se hace valer por sí mismo: para que un acuerdo de
cooptación tenga resultados satisfactorios, ambas partes, el cooptador y el cooptado,
deben ofrecer algo. El cooptador espera reducir los riesgos mediante la cooptación
de algunas organizaciones rivales o de sus líderes. Los cooptados pueden obtener
importantes beneficios de un acuerdo de cooptación, pero pierden su capacidad de
desafiar al cooptador fuera de sus instituciones. La aceptación del cooptado puede
ser valiosa para el cooptador si el cooptado es uno de varios rivales y si su aceptación
del acuerdo de cooptación puede sentar un precedente para intentos de cooptación
más importantes. Un cooptado también puede ser valioso si ofrece un apalancamiento de dos niveles con respecto a otras organizaciones o grupos37. La cooptación
encaminada a obtener un apalancamiento de dos niveles es una estrategia habitual
en situaciones coloniales, donde la potencia ocupante coopta a una pequeña minoría altamente combativa para que vigile al resto de la población. Frisch ofrece un
vívido ejemplo del uso de esta estrategia por parte del gobierno israelí38. En este
caso, los cooptados son los ciudadanos drusos de Israel, un grupo fuertemente militarizado. Se suele asignar a las unidades drusas que forman parte del ejército israelí
la tarea de suprimir la resistencia palestina en los territorios ocupados por Israel, a
cambio de un trato favorable para su pequeña comunidad. Otra forma de apalancamiento de dos niveles consiste en cooptar a los dirigentes de una organización, no
a la organización entera. Este tipo de cooptación es muy eficaz en cuanto a costos,
porque es mucho más económico cooptar a una o dos personas en vez de a toda una
organización. A veces, las políticas tribales facilitan la cooptación personal debido a
la lealtad que los dirigentes tribales suelen despertar entre los miembros de la tribu,
a quienes pueden sofrenar o dar rienda suelta a voluntad.
35 Philip Selznick, “Foundations of the theory of organizations”, en American Sociological Review, 1948, vol.
13, n.º 1, p. 34. Philip Selznick, TVA and the Grass Roots: A Study in the Sociology of Formal Organization,
Harper and Row, Nueva York, 1949, ofrece el clásico estudio de caso de la cooptación como estrategia. V.
Michael Saward, Co-optive Politics and State Legitimacy, Dartmouth, Aldershot, 1992, que contiene un
infrecuente análisis de esta importante estrategia y de su aplicación global a las relaciones internacionales
y a la interacción estratégica en general. La cooptación es una táctica ampliamente usada en el ámbito
político, pero es un tema que ha recibido escasa atención por parte de los círculos académicos.
36 El término “cooptación” se utiliza más frecuentemente para indicar un resultado. En este artículo, me
interesa la noción de cooptación como estrategia. Cuando cabe, me refiero al resultado como “acuerdo de
cooptación”.
37 Martin Gargiulo, “Two-step leverage: managing constraint in organizational politics”, en Administrative
Science Quarterly, vol. 38, 1993, pp. 1–19, ofrece un estimulante análisis del apalancamiento de dos niveles y del mecanismo de cooptación indirecta en las políticas organizativas.
38 Hillel Frisch, “The Druze minority in the Israeli military: traditionalizing an ethnic policing role”, en
Armed Forces and Society, vol. 20, 1993, pp. 51–67.
20
Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
Hay dos factores que diferencian la cooptación de la alianza (la suma de
capacidades contra un enemigo común, arreglo que suele ser de corto plazo). En
primer lugar, el cooptador generalmente ofrece sanciones positivas con la esperanza de alcanzar un acuerdo de cooptación, porque el hecho de que la organización
menor acepte las normas de la organización hegemónica sin que ésta haga concesiones equivaldría a una derrota. En segundo lugar, el cooptador debe ser más
poderoso que el cooptado, el cual debe forzosamente aceptar la estatura hegemónica del cooptador y la aplicabilidad de sus normas a sus relaciones futuras (por
ejemplo, establecer que todas las diferencias se diriman en el ámbito parlamentario,
o aceptar la autoridad del monarca). Si cambian los incentivos, cualquiera de las
dos partes puede defeccionar (dejar de cooptar o de ser cooptada), a veces incluso
después de alcanzar o institucionalizar un acuerdo de cooptación. Sin embargo, la
institucionalización eleva el costo de la defección.
La cooptación es costosa para la organización cooptadora y sus dirigentes.
Es costosa porque hace falta ofrecer sanciones positivas a la persona u organización
cooptada y compartir con ella el poder y la información39. Por lo tanto, las potencias
deben evaluar cuidadosamente a los candidatos para los acuerdos de cooptación.
Una organización es un buen candidato si tiene suficiente poder como para perturbar sustancialmente las operaciones de la organización cooptadora en la actualidad
o en el futuro, pero no tanto como para apoderarse de la organización desde dentro
o de eliminarla, y si el costo de cooptarla es inferior al costo de combatirla40.
Que la cooptación sea ventajosa o desventajosa para una organización
depende de las condiciones del acuerdo de cooptación (las sanciones positivas y las
normas adoptadas), así como del costo de oportunidad de anular la confrontación.
El único tipo de cooptación que posiblemente tenga consecuencias negativas es
la cooptación de sus líderes y no de la propia organización, si quienes reciben las
sanciones positivas son los líderes en vez de la organización. Además, los primeros
cooptados tienden a beneficiarse más que los subsiguientes porque el régimen
aspira a cooptar el número mínimo de rivales necesarios para permanecer en el
poder y, a la vez, rebajar el costo de la cooptación; por esta razón, a veces paga una
prima para formar un quórum mínimo de organizaciones.
Sólo las organizaciones centralizadas adoptan e implementan estrategias
de cooptación, debido a la necesidad de influir en las bases para que apoyen un
acuerdo que representa un cambio de estrategia. Los líderes sociales vulnerables
en sociedades fragmentadas son blancos fáciles para la cooptación. Es más fácil
cooptar una organización centralizada cuya dirigencia tiene más control sobre la
estrategia de la organización, que una organización descentralizada. Además, las
estructuras descentralizadas tienen menos probabilidades de imponer a sus bases
el respeto de las normas del cooptador, lo cual es condición esencial para el éxito
del acuerdo de cooptación.
39 Con respecto al efecto de la cooptación en el poder dentro de la organización cooptadora, v. Jeffrey Pfeffer,
Power in Organizations, Pitman, Marshfield, Massachusetts, 1981, p. 166.
40 Algunos autores sostienen que las organizaciones que no son adversarios también pueden ser “cooptadas”.
Éste es un uso muy flexible del término y parece implicar, más que una cooptación, una alianza.
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
La presencia de múltiples organizaciones facilita la implementación de la
cooptación por la entidad que ejerce el poder, debido a que cada organización desea ser la primera cooptada y beneficiarse del acuerdo de cooptación más favorable;
pero, también acrecienta el riesgo de defección de las bases a los opositores no
cooptados. Las organizaciones patrocinadas tienden a ser inmunes a los esfuerzos
de cooptación cuando se encuentran en situación de encerrona estratégica, y a ser
vulnerables a la misma si el acuerdo de cooptación se concluye antes de que se
creen las condiciones de una encerrona estratégica. Puesto que hablamos de conflictos desarrollados, se presume que las organizaciones basadas en el patrocinio
probablemente se resistan a aceptar los ofrecimientos de cooptación.
En el cuadro 2, se presenta un resumen de los efectos que la estructura
organizativa tiene en la capacidad de aplicar diferentes estrategias (mitad superior) y de resistirlas (mitad inferior). Un casillero oscuro indica que una estructura
obstaculiza la ejecución de una estrategia o la resistencia a ella, en tanto que un
casillero de color claro indica que la estructura facilita la ejecución o la resistencia.
En general, las estructuras descentralizadas son incapaces de adoptar una iniciativa
estratégica, pero pueden resistir con eficacia las estrategias complejas. Normalmente, las estructuras centralizadas pueden adoptar una iniciativa estratégica y ejecutar
estrategias complejas, pero son menos capaces de contrarrestarlas. Las organizaciones sin un espacio seguro se beneficiarían de la adopción de una estructura no
centralizada, porque las organizaciones centralizadas que carecen de refugio no
pueden coordinar sus operaciones adecuadamente para implementar estrategias
complejas con eficacia. La organización no centralizada sin un espacio seguro será,
al menos, más capaz de mantener alejados a sus rivales. Cuando una organización
adquiere un espacio seguro, lo lógico es que se centralice, a fin de poder desplegar
la iniciativa estratégica de manera coordinada fuera de su refugio.
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Junio de 2011, N.º 882 de la versión original
Cuadro 2. Efectos de la estructura de una organización en su capacidad de implementar y contrarrestar estrategias
Avenimiento y
confrontación
(flexible)
n
ció
za
ni el
ga en
Or da o
sa ini
ba roc
t
pa
n
ció
za
ni a
ga zad
Or rali
t
en
sc
de
n
ció
za
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ga tip
Or múl
n
ció
za
ni da
ga iza
Or tral
n
ce
n
ció
za
ni a
ga tad
Or en
gm
fra
Avenimiento y Sólo
confrontación avenimiento
Incentiva la
Sólo desgaste y
confrontación avenimiento, baja
flexibilidad
Sólo desgaste y
avenimiento
Dividir para
conquistar
No
Sí
No
No
No
Corazones y
mentes
No
Sí
No
No
No
Cooptación
No
Sí
NA
Improbable
Improbable
ARRIBA: CAPACIDAD PARA EJECUTAR ESTRATEGIAS
ABAJO: CAPACIDAD PARA CONTRARRESTAR ESTRATEGIAS
Confrontación Ninguna, a
menos que
provoque la
intervención
externa
Si cuenta
Depende de la disponibilidad de un espacio seguro: es
con espacio
útil si no lo tiene; de otro modo, no.
seguro, sí; de lo
contrario, no
Dividir para
conquistar
NA
Sí; la estrategia Probablemente debilita la capacidad
no es útil contra de contrarrestar estrategias
una única
organización
centralizada
Sí, en caso
de encerrona
estratégica
generalizada
Corazones y
mentes
NA
No
Óptima
Cooptación
Fácil de
Vulnerable a Más fácil
cooptar
la cooptación de cooptar
que una
individual
organización
descentralizada
Código de sombreados:
Desventajoso
Ambas son mejores que una única
organización centralizada
Más difícil de
cooptar que una
organización
centralizada
Sí
Ventajoso
Sin sombreado = No aplicable (NA) o indeterminado
Fuente: A.H. Sinno, nota 15 supra, p. 58 (modificado).
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Abdulkader H. Sinno - Estructura organizativa de los grupos armados y sus opciones estratégicas
Conclusión: la tragedia de las negociaciones de paz
Los acuerdos de transacción raras veces son duraderos. En un estudio
estadístico realizado bajo mi dirección, se determinó que, de los cuarenta y
un conflictos que tuvieron lugar entre 1945 y 2001 y que duraron más de tres
años, en América, Oriente Próximo y África Septentrional, en sólo dos casos los
contendientes consiguieron llegar a un acuerdo duradero (de más de diez años)41.
Tal vez una de las razones es que los arreglos duraderos sólo pueden lograrse
entre dos organizaciones rivales centralizadas que controlan rigurosamente a sus
miembros y son capaces de impedir el surgimiento de organizaciones alternativas
que representen los intereses de las partes contrarias al acuerdo. Así sucedió en el
único caso de un arreglo negociado en África Septentrional y Oriente Próximo, en
el estudio estadístico mencionado. Antes de negociar con el gobierno en Jartum en
1972, Joseph Lagu tuvo que centralizar al grupo Anya Nya y consolidar su control
sobre las bases42.
La centralización (y el control de las bases que generalmente confiere) es
una condición previa importante para una negociación eficaz, debido a la frecuente necesidad de dominar a los “aguafiestas” (para utilizar el término acuñado por
Stephen Stedman) que están en desacuerdo con los objetivos conciliadores de la
dirigencia. Los aguafiestas pueden sabotear las negociaciones cometiendo actos
hostiles que socavan la imagen de sinceridad de los dirigentes de la organización,
quienes cargarán con la culpa de esos actos43. La centralización también ayuda a
impedir eficazmente el surgimiento de nuevas organizaciones rivales que podrían
adoptar, como estrategia para acelerar su crecimiento a expensas de la organización
conciliadora, una línea inflexible atractiva para aquellos partidarios que, durante
años de conflicto, fueron condicionados para creer que la negociación equivale a
la traición44.
Lamentablemente, como ya he señalado, las organizaciones centralizadas
son contendientes serios en un conflicto sólo si cuentan con un espacio seguro
dentro del territorio en disputa. Sin embargo, casi ninguna cuenta con ese recurso
y, por ende, sus oponentes no se sienten urgidos a negociar ni a hacer concesiones,
porque perciben que en algún momento triunfarán sobre ellas. Ésta es la lamentable realidad de los acuerdos de paz que se negocian en las guerras civiles: la mayoría
de las organizaciones insurgentes que podrían constituir partes serias en los arreglos negociados son precisamente aquellas con las cuales, en opinión de la entidad
que ejerce el poder, no vale la pena negociar.
41 A. Sinno, nota 15 supra, cap. 10.
42 Donald Rothchild y Caroline Hartzell, “The peace process in the Sudan”, en Roy Licklider (ed.), Stopping
the Killing: How Civil Wars End, New York University Press, Nueva York, 1993, pp. 69–70.
43 Stephen Stedman, “Spoiler problems in peace processes”, en International Security, vol. 22, n.º 2, 1997, pp.
5–53.
44 Para un ejemplo (tomado de la situación en Kosovo) de cómo la falta de centralización puede obstaculizar
un acuerdo, v. Chris Hedges, “Serbs ready for large-scale attacks on Kosovo rebels”, New York Times, 27
de junio de 1998.
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