La Devoción a María de la Buena Esperanza

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La Devoción a María de la Buena Esperanza
Según los católicos, la Virgen María es una sola; no se la ‘adora’ (Dios es
uno, y sólo a Él se le debe adoración), solamente se la venera, bajo distintas
‘advocaciones’. Cada advocación (del lat. «advocatio, -önis», deriv. de
«advocäre», convocar, llamar en calidad de abogado) destaca una faceta de
la Virgen. En este caso, la Virgen María es modelo de feminidad y, dentro de
la feminidad, es modelo de la más lógica y apropiada manera de vivir la
feminidad: la maternidad.
En esta Virgen embarazada, María es, para el mundo de hoy, portadora de
un trascendental mensaje sobre la maternidad. A través de ella, señala,
queremos re-cristianizar el mundo de la maternidad, tan agredido hoy desde
muchos frentes.
María, madre, tiene mucho que decir a la juventud, a la mujer, al varón, a la
madre y al mundo médico, en un ambiente de mentalidad abortista y
antivida, y en una sociedad hedonista, materialista que ha sustraído la
sexualidad de su contexto divino original, desvinculándola de la procreación,
el matrimonio y la familia para relacionarla sólo con el placer egoísta e
irresponsable.
María, además, respetó desde el primer instante de su concepción al
embrión que llevaba en virginal seno, y respetando esa vida humana,
respetó al Dios microscópico que llevaba dentro, por obra y gracia del
Espíritu Santo.
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