opina33

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desco ante el momento actual
El reciente movimiento sísmico, es una lamentable situación que ha provocado
pérdidas de vidas humanas e inmensos daños materiales.
Ante ello,
esperábamos una rápida y organizada reacción de las autoridades, en tanto
nuestro país está emplazado en un territorio muy propenso a sufrir los embates
de la naturaleza.
Sin embargo, no fue así: las acciones realizadas, desde nuestra opinión,
estuvieron muy lejos de ser las esperadas en estas circunstancias y, en su
lugar, hemos percibido poca habilidad para canalizar la ayuda eficientemente e
intentos de cubrir las notorias deficiencias mediante artilugios mediáticos que
no vienen al caso, aumentan la confusión y agregan mayores problemas a la
dramática situación que viven los miles de compatriotas residentes en las
zonas siniestradas.
Sobre esto último, estimamos que las declaraciones del presidente Alan García
emplazando de manera genérica a las ONG, convenientemente difundidas por
algunos medios de comunicación, estuvieron totalmente fuera de lugar.
Haber afirmado que no se habían hecho presentes en esta hora de
emergencia, a lo cual se agregó la opinión de algunos periodistas sobre los
supuestos “millones de euros” que estas organizaciones estarían guardando,
en vez de entregarlos a los damnificados, sólo revelan una completa
desinformación que, dado el momento, llama a sospecha sobre las reales
intenciones que esconden.
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En ese sentido, desco considera necesario hacer las siguientes precisiones:
1. El gobierno debería concentrar sus esfuerzos en liderar de manera más
efectiva las acciones de apoyo en las zonas afectadas. Así, no debería
distraer la atención formulando ataques gratuitos a las organizaciones de la
sociedad civil, pues no hemos condicionado nuestra ayuda en este
momento de emergencia.
Más aún, hemos reforzado nuestra habitual
colaboración con los gobiernos locales y regionales de las zonas afectadas.
2. Es claro que ante la situación de desastre, el gobierno ha mostrado graves
debilidades y una falta total de prevención siendo el nuestro un país
expuesto a catástrofes naturales.
Ha sido evidente la desorganización
imperante en las acciones que ha tomado, de manera tal que ha sido un
aspecto resaltado con mucha preocupación por la prensa y observadores
extranjeros.
No reconocer estos errores ha significado entredichos con
otros gobiernos que han acudido prestos al socorro, así como la confusión
entre los grupos de cooperantes y rescatistas que se hicieron presentes
desde las primeras horas en las zonas impactadas.
3. Las ONG, como muchísimas instituciones y millones de personas del país y
del extranjero, hemos reaccionado inmediatamente ante la catástrofe. En
ese sentido, las premisas de nuestros trabajo no se asienta en la publicidad
ni el protagonismo, aunque ello no es óbice para resaltar en estos
momentos los denodados esfuerzos que vienen realizando nuestros
colegas que trabajan en Ica y Huancavelica, siendo muchos ellos víctimas
del desastre.
4. Sin embargo, es claro que ante situaciones de desastre, es el ESTADO EL
QUE TIENE EL DEBER Y RESPONSABILIDAD DE LIDERAR LAS
ACCIONES,
distribuyendo
las
tareas
entre
las
instituciones
y
organizaciones a fin de canalizar de manera ORDENADA dicho apoyo.
Entonces, bajo la dirección de éste, las ONG tenemos la obligación de
acudir al llamado de apoyo y canalizar los recursos de acuerdo a las
instrucciones de la cooperación internacional.
Por eso, nos llama la
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atención que en estos momentos de crisis, se busque cuestionar a las ONG
sin mayores argumentos, de forma tal que pareciera estar utilizándose esta
dramática situación para objetivos insospechados. Nos resulta insólito que
el gobierno y algunos medios de comunicación ocupen tiempo y recursos
para seguir hostilizando a las ONG en vez de buscar articular nuestras
acciones a fin de responder de manera conjunta a esta tragedia.
Pero, para desco y todos aquellos que buscamos un país más equitativo y
justo, la tragedia de nuestros hermanos del sur revela también cuestiones de
fondo muy preocupantes.
En primer lugar, los defensores del modelo económico imperante siempre
expusieron a la región de Ica como uno de los ejemplos de la prosperidad que
podía alcanzarse con esas reglas de juego.
Sin embargo, hemos visto la
enorme precariedad sobre la cual ha venido levantándose este enfoque de
desarrollo, es decir, un importante crecimiento que no ha generado mejores
niveles de vida y seguridad para la mayoría de personas que viven en esos
lugares.
En segundo lugar, la enorme debilidad institucional del Estado peruano ha
quedado una vez más demostrada en este trágico momento. La sensación de
desprotección y falta de ayuda cuando más la necesitaban nuestros
compatriotas fue clamorosa e innegable, a pesar de los esfuerzos que
implementaron algunas autoridades y medios de comunicación para evitar que
trascendiera. Asimismo, todo ello también se patentizó con el protagonismo
innecesario de los miembros del Ejecutivo, cuando se suponía que existen
instancias para planificar y conducir las acciones en estos casos, como es el
Instituto de Defensa Civil (INDECI).
En tercer lugar, transcurrido más de una semana, no existen lineamientos
claros acerca de cómo va a procederse con la reconstrucción de la zona
devastada.
La falta de previsión, en cuya base radica la ausencia de
planificación, puede volver a manifestarse en esta dimensión. Al respecto, nos
parece necesario pero a todas luces insuficiente que se haya convocado a
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empresarios para conducir el ente encargado de la reconstrucción –FORSUR.
Al respecto, ¿y dónde está la sociedad? ¿Cuál será el rol que cumplirán las
autoridades locales y regionales? Pero, sobre todo, ¿las víctimas no
participarán en la reconstrucción de su hábitat? Las organizaciones de la
sociedad civil y, entre ellas, las ONG estimamos que es la sociedad la que
debe pronunciarse y tener opinión sobre los asuntos que conciernen a su
problemática.
Así,
tendremos un rol muy importante en la vigilancia y
seguimiento de las acciones que se llevarán a cabo en este sentido.
Lima, 25 de agosto 2007
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