perspectivas funcionalistas en el estudio de la adquisición

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ORIGINALES
Rev. Logop. Fon., Audiol., vol. XI, n.o 3 (165-169), 1991
PERSPECTIVAS FUNCIONALISTAS
EN EL ESTUDIO DE LA ADQUISICIÓN
DEL LENGUAJE
Por Ignasi Vila
Dr. en Psicología. Institut de Ciències de l’Educació. Universitat de Barcelona.
INTRODUCCIÓN
A
mediados de los años 70 se inició una nueva
perspectiva en el estudio del lenguaje infantil. El rechazo de la gramática pivot como
modelo explicativo de las primeras combinaciones
de dos términos y la introducción del contexto para
analizar las primeras producciones infantiles supuso
la incorporación de la semántica y la pragmática
como dimensiones lingüísticas para comprender el
primer lenguaje infantil. Así, se iniciaron un gran
número de investigaciones que utilizaban categorías
como las relaciones semánticas implicadas en los
términos de una producción o se recuperaron conceptos como «tema/comentario» o tradiciones filosóficas como la teoría de los «actos de habla». Entre
otras, se recuperaba y se iniciaba, a la vez, de forma
diferente, lo que se ha llamado una perspectiva funcionalista para el estudio del lenguaje infantil.
En este artículo ofrecemos una evaluación de esta
perspectiva y discutimos el concepto de función con
el objeto de mostrar que dicha perspectiva no es única y que en ella se entremezclan a menudo aspectos
contradictorios.
Los orígenes psicológicos del análisis funcional
del lenguaje
En la psicología científica, al menos tal y como la
conocemos en la actualidad, se puede afirmar que el
origen del análisis funcional del lenguaje se remonta directamente a Skinner (1957). Para él, el estudio
del lenguaje remite al estudio del comportamiento en
general y, por tanto, le son aplicables las leyes generales del aprendizaje. En consecuencia, aprender a
hablar remite directamente a aprender a dar respuestas funcionalmente adecuadas a estímulos tanto de
tipo físico como verbales.
Skinner distingue tres tipos de comportamientos
verbales:
a) «Mand»: Con este término distingue las respuestas verbales que habitualmente se califican como
peticiones, órdenes o prohibiciones. Estas respuestas,
desde su punto de vista, están bajo el control de «estímulos internos» o necesidades. Así, en el niño pequeño que emite agua, probablemente, dicha respuesta está asociada de forma estable al hecho de recibir agua por parte de un adulto cuando tiene sed.
b) Comportamientos ecoicos, textuales e intraverbales: Son respuestas que están bajo el control de
un estímulo externo que es verbal. El comportamiento ecoico es la imitación verbal, el textual es la lectura y el intraverbal se corresponde con respuestas en
las que no existe una correspondencia verbal directa
entre el estímulo y la respuesta como en el caso de la
imitación o la lectura. Son respuestas del tipo «cuatro» cuando se pregunta «dos por dos».
c) «Tact»: Son respuestas verbales reforzadas
por un acontecimiento o un objeto específico o bien
por sus propiedades. Para Skinner, este comporta-
Correspondencia: Ignasi Vila. Dr. en Psicología. Universitat de Barcelona. Institut de Ciències de l’Educació. Pl. Universitat, s/n.
08007 Barcelona.
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miento verbal es más frecuente y remite a las descripciones, informaciones, etc.
El planteamiento de Skinner da a entender algo que
está hoy firmemente asentado entre un buen número
de psicolingüistas evolutivos: la naturaleza comunicativa del lenguaje y, en consecuencia, aboga por un
análisis funcional frente al análisis formal propuesto
por ejemplo por Chomsky. Sin embargo, admitiendo
la legitimidad de dicho análisis es discutible que el
análisis funcional propuesto por Skinner sirva para
describir y explicar las especificidades lingüísticas.
Así, como afirma Bronckart (1977), el análisis de
Skinner al reducir todas las particularidades lingüísticas a los mecanismos darwinianos generales sólo encuentra en los datos lo que él mismo coloca, estímulos, respuestas y refuerzos, mientras que cuestiones
como la referencia, la significación o las regularidades implicadas en los mecanismos morfológicos y
sintácticos simplemente se obvian. Este planteamiento desarrollado en Verbal Behavior (1957) tuvo poco
eco en la comunidad científica que estudiaba el lenguaje infantil y, de hecho, fue Chomsky quién capitalizó con sus planteamientos los primeros trabajos explicativos sobre la aparición y el desarrollo del lenguaje. Sin embargo, a nuestro entender, algunas de las
perspectivas surgidas en los años 70 tienen mucho
que ver con este planteamiento.
Los años 70 y el análisis funcional del lenguaje
Los trabajos inspirados por Chomsky desarrollados
a lo largo de los años 60 pusieron de manifiesto la necesidad de estudiar el conocimiento que posee el niño
del instrumento lingüístico. Es decir, se trataba de explicar las producciones infantiles desde la explicitación del control existente por parte del individuo frente al control del medio. Las producciones infantiles no
podían encararse como respuestas a estímulos provistos por el medio social o el propio individuo sino
como productos de un conocimiento elaborado por el
propio sujeto sobre el lenguaje. Inicialmente se postuló un conocimiento sintáctico, pero como señalábamos en la introducción pronto se sustituyó por un conocimiento de tipo semántico o pragmático. Los análisis funcionales se desarrollaron de la mano de
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intentar explicar el conocimiento pragmático que poseen los niños y las niñas sobre el lenguaje.
Algunos autores acudieron a los filósofos del lenguaje que enfatizan el concepto de «acto de habla»
(Austin, 1962; Grice, 1968; Searle, 1969). Estos filósofos acentúan la importancia del uso del lenguaje y
estudian cómo una intención comunicativa modula la
producción lingüística para que sea reconocida por el
oyente. Así, destacan el rol de la pragmática en relación a la propia estructura del lenguaje. Este, además
de estar estructurado según unas reglas sintácticas,
morfológicas, semánticas y fonológicas necesita de
unas reglas de uso para constituir sus producciones en
el contexto de la comunicación. Por eso, aprender a
hablar no remite únicamente al conocimiento de la estructura del lenguaje sino, desde su punto de vista, a
algo tan o más importante, aprender a usarlas.
Situados en esta perspectiva, un gran número de
trabajos (Bruner, 1975a; Dore, 1975; Greenfield y
Smith, 1976; Dale, 1980; McShane, 1980; Barret,
1981; Siguan, 1984; Vila, 1984) buscaron una descripción y una explicación de los primeros usos del
lenguaje.
Estas investigaciones postulaban una serie de hipótesis para comprender el origen del lenguaje (Bruner,
1976).
a) La comunicación «por otros medios» precede
a la comunicación lingüística y en sus formas más
tempranas cumple algunas de las funciones que se
realizan posteriormente mediante el lenguaje.
b) La comunicación temprana para cumplir sus
fines depende del establecimiento de procedimientos
gestuales, vocálicos, etc., que son convencionales y
combinables para el cumplimiento de distintas funciones.
c) Los nuevos procedimientos aparecen para cumplir funciones que se realizan mediante instrumentos
más arcaicos y, por tanto, menos culturales, semejándose el proceso a una «sustitución progresiva».
d) El dominio de nuevos procedimientos comporta el «descubrimiento» de nuevas funciones para conseguir éxitos en la interacción social.
e) El número de funciones que cumple la comunicación temprana es limitado, ampliándose notablemente tras la aparición del lenguaje.
La comprobación empírica de estas hipótesis se si-
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tuó en el ámbito de la teoría de los «actos de habla».
Por ejemplo, se estudiaba el origen del requerimiento
en relación a los distintos procedimientos empleados
por el niño (desde el gesto de alcanzar hasta «quiero
X» pasando por el gesto de señalar) y se especificaba,
a la vez, la modulación de los distintos usos (requerimiento de objeto, requerimiento de acción, prohibición, etc.). Sin embargo, el acuerdo entre los autores
no siempre era coincidente (ver cuadro I). De hecho,
los sistemas de categorización animados por esta
perspectiva se remodelaban y se especificaban en
función del acto de habla percibido por el experimentador y daban lugar a categorías que no tenían la misma extensión. A nuestro entender, un problema importante de estas investigaciones residió en la falta de
distinción entre función, uso y concreción del uso del
lenguaje.
Una forma de evitar estos problemas consistió en
establecer sistemas de categorización en los que la
categoría «actos de habla» fuera el resultado jerarquizado tanto de las funciones como de los usos del
lenguaje. El cuadro II es un ejemplo de esta perspectiva.
CUADRO II. — Funciones y usos del lenguaje
Comunicación
Reguladora
Informativa
Privado
Personal
Conversacional
Atención
Designación Realización
Imitación
Requerimiento Descripción Determinación Pregunta
Vocativo
Información Rechazo
Respuesta
Protesta
Continuación
Aceptación
Sin embargo, más allá de los problemas metodológicos, esta posición se mostró inoperante para explicar la aparición de la sintaxis. De hecho, tal y como
afirma Siguan (1982), esta forma de entender el lenguaje remitía directamente a la concepción de Skinner
y, allí donde este autor veía tacts y mands, aquí se especificaban requerimientos, descripciones, designaciones, etc. Por eso, sus limitaciones pronto aparecieron y si bien algunos autores mantienen esta perspectiva sugirieron otros enfoques entre los autores que
defendían un análisis funcional del lenguaje.
CUADRO I. — Actos de habla del primer lenguaje descritos por Dore, Dale, Barrett y Carter
Dore
Dale
Barrett
Carter
Etiquetamiento
Repetición
Respuesta
Requerimiento de acción
Pregunta
Llamada
Saludo
Protesta
Acompañamiento de la
acción
Nombrar objeto
Nombrar atributo
Comentario sobre objeto,
suceso o atributo
Marcar pasado
Requerimiento de objeto
o acción presente
Requerimiento de objeto
ausente
Requerimiento de
información
Expresar no existencia
Ausencia de objeto
Rechazo de objeto
o acción
Negación de proposición
Afirmación de proposición
Requerimiento de atención
Saludo
Solicitud transferencia objeto
Dar objeto
Recibir objeto
Requerimiento de objeto
Requerimiento de acción
Oposición
Saludo
Nombre como respuesta a
una pregunta
Indicación
Lenguaje privado
Etiquetamiento privado
Lúdica
Imaginativa
Interrogación
Llamada
Informativa
Requerimiento de
Requerimiento de
a objeto
Requerimiento de
hacia sí mismo
Requerimiento de
Displacer
Desaparición
Rechazo
Placer
objeto
atención
atención
transferencia
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Durante los años 70, la asunción del concepto de
acto de habla no fue concebida de la misma forma
por todos los autores. Así, junto a la perspectiva que
hemos descrito, existieron otros planteamientos en los
que semántica y pragmática se integraban en un mismo modelo, Greenfield y Smith (1976) incorporaron
dicho concepto, pero cometieron el error de considerar que determinadas características del contexto extralingüístico debían de tratarse como constituyentes
del mensaje. Es decir, consideraban que los aprendices del lenguaje tenían un conocimiento semántico semejante al propuesto por la gramática del caso (Fillmore, 1968) que se manifestaba globalmente cuando
un niño emitía una producción lingüística en un contexto determinado o, en otras palabras, trataban a los
elementos que habitualmente se consideraban como
pertenecientes a la pragmática el mensaje como interpretables en un modelo generativo de la semántica del
mensaje (Vila, 1987).
Bruner (1975b) en su artículo sobre el origen de los
actos de habla adoptó una posición semejante y añadió un nuevo aspecto. Bruner, con el objeto de explicar la aparición de la sintaxis, asumía la existencia de
un universal lingüístico del tipo S-V-O que se realizaba en el curso de la acción como agente-acción-receptor. Por eso, en la medida en que el niño dominaba el curso de la acción e incorporaba los distintos actos de habla pertinentes para regularla, a la vez
dominaba el orden sintáctico del lenguaje. En la actualidad, esta perspectiva, reformulada sobre la base
de considerar que los niños y las niñas incorporan el
lenguaje gracias al reconocimiento de relaciones forma-significado, se mantiene con una cierta fuerza.
La concepción semiótica del lenguaje
Junto con el modelo de actos de habla surgió una
nueva perspectiva que encaraba el lenguaje de forma
distinta. Se asumía que el lenguaje era comunicación
y que, por tanto, no existía lenguaje al margen de una
intención comunicativa y de un interlocutos específico al cual se quería manifestar dicha intención. En
este planteamiento se reconocía, a la vez, la naturaleza convencional y arbitraria del material lingüístico y,
por tanto, el conocimiento de un hablante debía de si168
tuarse en un doble eje. De una parte, conocimiento de
las arbitrariedades lingüísticas pertinentes a una comunidad determinada y, de la otra, conocimiento sobre cómo hacer posible el reconocimiento de una intención determinada a un interlocutor específico desde el uso de dichas arbitrariedades.
Desde esta perspectiva se entiende que, en el ámbito de la comunicación, el par hablante/oyente establece una intersubjetividad, permanentemente negociada,
en la que ambos interlocutores emplean su lenguaje
con un sentido pertinente para el tipo de relación en la
que están implicados. Por eso, no basta con asumir
modelos lingüísticos que expliquen el conocimiento
«ideal» de los hablantes/oyentes sino desarrollar modelos que sean capaces de explicitar el conocimiento
que posee un sujeto en el ámbito del uso del lenguaje
que hace pertinente que un sujeto determinado sea capaz de reconocer una intención y viceversa. En otras
palabras, desde este punto de vista el énfasis se sitúa
en el texto o discurso frente a la frase u oración.
El lingüista Halliday (1975), al inicio de los años
70, ya adoptó esta perspectiva y estudió la aparición
del lenguaje en su hijo Nigel. Sin embargo, ha sido
durante los años 80 que ha cobrado fuerza este planteamiento. De una parte, Karmiloff-Smith (1979)
mostró que las partículas que cohesionan el discurso
se emplean plurifuncionalmente (deixis, anáfora, etc.)
y que, por tanto, los niños y las niñas progresan en su
lenguaje desde un uso unifuncional de dichas partículas a un uso plurifuncional. De la otra, junto a la referencia proposicional, ampliamente tratada en la lingüística, se ha añadido la referencia discursiva en la
que se entiende que el contexto de referencia del lenguaje no es únicamente la realidad extralingüística
sino que el propio lenguaje se convierte en contexto
de referencia (Silverstein, 1985). Por tanto, la adquisición del lenguaje, desde este planteamiento, se entiende como un doble «trabajo» que debe realizar el
aprendiz para dominar el contexto extralingüístico y
el contexto intralingüístico como contextos de referencia y, en consecuencia, ser capaz de realizar discursos coherentes y cohesionados.
Hasta aquí, las distintas perspectivas que animan
un estudio funcional del lenguaje. Todas ellas comparten un punto en común: el carácter privilegiado
del lenguaje como instrumento de comunicación,
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pero como hemos visto difieren notablemente en
otros aspectos. Por eso, la perspectiva funcionalista
en el estudio de la adquisición del lenguaje se encuentra hoy en día notablemente fragmentada sin
que se pueda afirmar que bajo dicha etiqueta existan
planteamientos comunes.
RESUMEN
En el artículo se evalúa la perspectiva funcionalista en el estudio del lenguaje infantil a la vez que
se discute el concepto función. Se revisan los enfoques de diferentes autores dentro de esta perspectiva.
Todos ellos coinciden en la importancia del lenguaje
como instrumento de comunicación pero adoptan diferencias metodológicas importantes a la hora de estudiarlo.
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