Obra Maestra del Amor Divino

Anuncio
Obra Maestra del Amor Divino
Una meditación para Cuaresma
Margaret Steinhage Fenelon
Me fascina llevar a mi hijo John de diez años a sus clases de natación, es uno de los
momentos más lindos de la semana para mí. Pero ciertamente no es el agua lo que
me atrae; ni sé nadar ni me gusta mojarme. Me gusta llevarlo allí porque las clases
son en un centro de rehabilitación intergeneracional. Todos los miércoles por la
tarde dejamos la camioneta en el estacionamiento, John toma su equipo de
natación y nos dirigimos hacia el portón de entrada, donde generalmente se ven
una o dos combis esperando. 'os abrimos paso entre el humo de los caños de
escape y los asistentes que están parados afuera. Al atravesar la puerta electrónica,
se encuentra uno ante una de las imágenes más bellas que existen: una colección de
sillas de ruedas y andadores llenos de rostros de una alegría e inocencia sin par.
Rostros que pertenecen a gente con discapacidad mental.
Me encanta mirarlos a los ojos. Son tan puros, tan afectuosos, sin pretensiones. En ellos
puedo ver el rostro de Dios. Estas almas puras son incapaces de cometer una falta grave,
no como nosotros, con nuestra estructura mental más sofisticada. Nosotros estamos
propensos a ser seducidos por la ambición del mundo que nos rodea. Ellos simplemente
pueden dar y recibir amor. Cada uno de estos seres maravillosos es una obra maestra de
Dios.
¿No sería increíble tener un corazón tan sencillo como el de ellos? Jamás deberíamos
permitir que nuestras inseguridades se apoderen de nuestras acciones y actitudes, ni
racionalizar nuestra desobediencia a la voluntad de Dios, o actuar con engaño y
complicidad, ponernos en jueces de los demás, ni ambicionar el poder o buscar
venganza. Tendríamos entonces una vida de total aceptación y sencillez, adherida al
plan de Dios para con nosotros.
Una obra maestra de Dios en María
Por obvias razones, no podemos vivir con la misma aceptación y simplicidad como la
de aquellos que tienen una discapacidad mental. Pero podemos espejarnos en otra obra
maestra divina que es ejemplo de pureza, amor, incondicionalidad en todo sentido,
nuestra Madre Bendita.
En una plática del 23 de mayo de 1965, el Padre Kentenich la llamó "obra maestra por
excelencia del amor infinito de Dios". Dijo que desde toda la Eternidad, el Padre
celestial recreó la imagen de la Sma. Virgen con todo el amor de su corazón y quiso
entrar en una profunda unidad de corazones con Ella. Siendo tan humilde y tan
inmaculada, Ella le abrió su corazón incondicionalmente al Padre y a su plan para con
ella.
Una obra maestra de Dios en nosotros
El Padre Kentenich afirmó a su vez que nosotros somos también obra maestra por
excelencia del amor infinito de Dios.
"Si supiéramos lo que significa ser una obra maestra del amor infinito de Dios... Poseo
un criterio, un criterio inteligente que debo aplicar a ese vínculo de amor que existe
entre el Eterno Padre Dios y la Sma. Virgen. Una vez que empezamos a pensar, a buscar
y profundizar, podríamos llegar a descubrir resultados insospechados para nosotros
hasta el momento, que son respuesta a muchos interrogantes que nos planteamos en
momentos de calma y que no podemos resolver".
Experimentamos esos momentos de calma en nuestra vida, sobre todo en cuaresma.
Durante los cuarenta días de "silencio" buscamos internarnos en la médula de nuestro
ser y ascender al corazón del Padre. Es el momento de contemplarnos abiertamente tal
como y ver la obra maestra del amor infinito de Dios para la que fuimos creados desde
toda la Eternidad.
Sólo podemos lograrlo si dejamos de lado nuestra estructura de pensamiento sofisticada
y nos negamos a los encantos y ambiciones que abundan no sólo en el mundo que nos
rodea sino en nuestra propia comunidad, en nuestro lugar de trabajo, en nuestros
hogares y en nuestro propio corazón.
Cuaresma es el momento ideal de despojar nuestra mente y nuestro corazón para que
puedan adherirse con total conformidad, sencillez y alegría al plan que Dios tiene
previsto para nosotros, permitiendo que el plan de Dios se lleve a cabo también en la
vida de quienes nos rodean.
Entonces llegaremos a ser plenamente obras maestras por excelencia del amor infinito
de Dios. Nuestros ojos serán puros, llenos de amor, humildes, y los demás podrán
descubrir en ellos el rostro de Dios.
Descargar