Gestar el deseo

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Sexo en el embarazo
foto latinstock.com / corbis / Wolfgang Flamisch
Gestar el deseo
A menos que existan
contraindicaciones médicas,
el período de gestación no debería
ser un obstáculo para que la pareja
siga disfrutando de su vida sexual.
Dos especialistas responden
las diez inquietudes más
frecuentes sobre el tema / Lisseth Boon  
56+SALUD
1
¿El embarazo provoca
cambios en la sexualidad
de la pareja?
Sí. Las variaciones en el deseo sexual suelen obedecer a las fluctuaciones hormonales propias
de la gestación y a la percepción que la mujer
tiene de su cuerpo (la nueva figura la hace sentir más –o menos– atractiva). También podrían
registrarse alteraciones emocionales –ansiedad
o depresión– que pueden bloquear la respuesta
sexual. 
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2
¿Disminuye o aumenta
el deseo?
Hay mujeres que experimentan una suerte de
hipersexualidad y aumentan su frecuencia
sexual, en parte por el incremento de estrógenos y quizá por la tranquilidad de poder
disfrutar la relación sin  el riesgo de quedar embarazadas (se libera –de forma inconsciente– el
impulso sexual). A algunas su nueva figura las
lleva a sentirse más voluptuosas y atractivas
que nunca.
Muchas mujeres, en cambio, muestran muy
poco interés en mantener relaciones. El cansancio, las náuseas, los cambios hormonales,
la sensibilidad en los senos y la pérdida de la
figura pueden frenar su impulso sexual.
La pareja, además, podría bloquear la respuesta sexual (incluso inhibir el deseo) por temor a
lastimar al bebé o por la expectativa que genera
ejercer un nuevo rol (convertirse en madre y
padre), un factor que puede constituir un elemento de distracción importante que desvía la
atención de ambos y los hace olvidar el placer
de la intimidad.
Durante el embarazo, algunos hombres podrían ver a su pareja como “mamá” y no como una
amante. El deseo sexual puede ser eventualmente
reemplazado por el deseo de protección.
3
¿El deseo se mantiene con
igual intensidad durante toda
la gestación?
El deseo sexual fluctúa durante los nueve meses, pero no todas las mujeres reaccionan de la
misma forma. El primer y el último trimestre son
los dos períodos en que los padres suelen tener
más reservas para la actividad sexual.
En los primeros tres meses –por el aumento
de la progesterona– pueden presentarse síntomas comunes a la gestación (náuseas, vómitos,
mareos, depresión) que disminuyen en la mujer
las ganas de tener contacto físico. En el segundo trimestre, cuando desaparecen los síntomas
iniciales y la pareja se ha adaptado a su nueva
situación, es frecuente que las relaciones sean
retomadas.
Los miedos, sin embargo, reaparecen cuando
se acerca la fecha de alumbramiento. El hombre
puede temer hacerle daño al bebé (cuyo tamaño
ya es notable) y la mujer podría sentirse incómoda y experimentar dolor.
4
¿El orgasmo produce
contracciones en el útero que
pueden perjudicar al bebé?
En lo absoluto. El orgasmo es un evento fisiológico que no lesiona, en ningún momento,
el organismo del bebé: durante el clímax, las
contracciones uterinas son muy leves y de muy
corta duración como para desencadenar un
trabajo de parto o comprometer la integridad
del feto.
5
¿El bebé se entera “de todo”
cuando sus padres hacen
el amor?
No. Los padres tímidos pueden despreocuparse.
El bebé no tiene manera de enterarse: carece de
un estado de conciencia que le permita saber que
se trata de una relación íntima. Puede escuchar
sonidos, pero no atribuirles una connotación
sexual. A esa edad –que se llama gestacional– el
feto, en todo caso, podría beneficiarse de las endorfinas que se liberan durante el orgasmo y del
contacto cercano con sus progenitores.
6
¿El sexo puede provocar
sangrado o un aborto
espontáneo?
El miedo a provocar un aborto durante una
relación sexual es muy común, pero –salvo en
embarazos de alto riesgo– es un temor sin fundamento.
Entre las preocupaciones también figura la
posibilidad de lesionar al bebé, una inquietud
que tampoco se sostiene: el saco amniótico lo
protege de la presión que se ejerce sobre el abdomen durante las relaciones sexuales.
Hay condiciones que pudieran provocar
sangrado, entre ellas, infecciones vaginales o
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cervicales, lesiones del cuello uterino, poca lubricación vaginal, placenta previa o antecedente
de ruptura del seno marginal de la placenta (en
ese caso el sexo está contraindicado). La mujer
debe –siempre– referir la presencia de sangre al
especialista, quien cuidadosamente evaluará el
riesgo particular que supone mantener relaciones sexuales.
7
¿Cuáles son las posturas
más seguras?
Hay posiciones sexuales que garantizan mayor
seguridad y bienestar, pero no hay mejor guía
que el goce y la comodidad de los dos, que tiende
a cambiar con el avance del embarazo (posturas
que inicialmente resultaban confortables terminan siendo molestas).
• La mujer encima del hombre (le permite a
ella controlar la profundidad de la penetración, su
velocidad y su intensidad).
• Lateral con abordaje posterior (se logra
una distribución equilibrada del peso y una penetración no muy profunda).
• Penetración desde atrás (el hombre controla
el ritmo y el grado de penetración).
• La mujer acostada sobre la cama con la cadera
en el borde, las rodillas flexionadas y los muslos separados; él, de pie frente a ella.
• El hombre encima de la mujer (misionero
tradicional), cuidando de no apoyar su peso sobre
el abdomen de ella (para evitar presiones, puede
colocarse de rodillas).
8
¿Cuándo no se debe
mantener relaciones?
La mayoría de los embarazos de alto riesgo tienen contraindicado el sexo. También hay que
interrumpir la vida sexual si hay antecedentes
de parto prematuro o de abortos espontáneos,
placenta previa, infecciones urinarias recurrentes o crónicas, desprendimiento de membranas
y cualquier otra condición que el médico considere peligrosa. Muchas veces las señales de
alerta las refiere la misma mujer: si hay dolor o
sangramiento después del encuentro sexual.
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9
¿Hay que usar preservativos?
Se recomienda que el hombre use preservativos
en el último trimestre del embarazo, antes de
las 37 semanas de edad gestacional, o cuando
se ha observado que la embarazada presenta
contracciones considerables después de la penetración. ¿La razón? La mujer pudiese tener
una alta sensibilidad a la prostaglandina del
semen. Aunque no es dañina ni peligrosa (es
una sustancia presente de manera natural en
un fluido corporal compatible con el organismo), se debe considerar su acción cuando el
bebé y el cuello uterino están maduros para
el parto.
Algunos especialistas aconsejan mantener
relaciones sexuales sin preservativos cuando la
mujer ya tiene cuarenta semanas de gestación y
ha decidido tener un parto vaginal, una manera
de permitir que la prostaglandina ayude a madurar el cuello uterino, estimule las contracciones
y desencadene el trabajo de alumbramiento
espontáneo.
10
Después del parto, ¿cuándo
se puede reanudar la vida
sexual?
Se sugiere la abstinencia mientras cicatriza la
zona de la episiotomía (corte que se realiza para
ampliar el canal vaginal durante el parto) o de
la incisión de la cesárea, un proceso que suele
durar entre 7 y 15 días. Además, hay que esperar por la expulsión de los loquios (secreción
sanguinolenta del útero) y el restablecimiento
del tono muscular del piso pélvico, necesario
para que la función y la respuesta sexual sean
sanas y satisfactorias. Aunque en 30 días toda la
anatomía femenina debería estar “en su lugar”,
se sugiere esperar la tradicional “cuarentena” y
el chequeo posparto para retomar la actividad
sexual.
•
(
)
F u e n t e s c o n s u lta d a s
º Gerardo Giménez-Ramírez, sexólogo y psicoterapeuta. 
Adjunto al Servicio de Urología del Hospital Universitario de Caracas.
º Eduardo Reyes, gineco-obstetra. Asociación Venezolana
de Planificación Familiar (PLAFAM).
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