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PUNTOS DE VISTA
DAR CLASES CON LA BOCA CERRADA
Don Finkel*
(Traducción de Óscar Barberá. Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 1ª ed. inglesa, 2000).
El modelo docente que va emergiendo en las sociedades avanzadas y en los países que buscan
la excelencia educativa podría denominarse modelo de “docencia silenciosa” o bien como el
título de libro que deseamos reseñar en este espacio: Dar clase con la boca cerrada.
Este sugerente libro de experiencias reales presenta un nuevo modo de lograr aprendizaje en
las aulas que no es lo mismo que presentar una metodología de enseñanza.
Enseñanza-Aprendizaje el binomio en el que siempre trabaja e indaga el docente y el
formador. ¿En qué consiste verdaderamente la profesión docente? Algunos aún piensan que el
docente es el que se dedica al oficio de ENSEÑAR; otros, sin embargo, entienden que la
profesión docente consiste en intentar que los estudiantes APRENDAN. Los buenos profesionales
de la docencia admiten sin resistencia alguna que si no se produce o se logra aprendizaje no
puede afirmarse que exista enseñanza. Precisamente la profesionalidad docente se pone a
prueba en el logro del aprendizaje de los estudiantes.
¿Y cuál es la misión de los docentes en las aulas? Explicar, transmitir, enseñar, narrar, contar,
exponer… Estas actividades suponen al profesor con la boca bien abierta y haciéndose oír en
el aula. Sin embargo, otros docentes parece que entienden que su profesión tiene por objeto
promover, facilitar y propiciar el aprendizaje y para ello parece que optan por enseñar con la
a boca cerrada, pero paradójicamente, muy activos y concentrados en su trabajo. Lo que
fácilmente podemos compartir todos los educadores es que el docente profesional es aquel
que se responsabiliza del aprendizaje de sus estudiantes y es profesional en la medida que lo
logra. Este punto permitiría abrir un debate interesante.
Al finalizar la lectura del libro Dar clase con la boca cerrada en que se describen propuestas y
experiencias docentes reales, el lector, especialmente si es docente o formador, fácilmente
compartirá dos conclusiones que casi adquieren categoría de convicciones pedagógicas.
En primer lugar, la convicción de que los alumnos aprenden más si en lugar de “contarles” lo
que el profesor quiere que sepan, diseña una experiencia a partir de la cual los aprendices
“engendren” o conquisten esos conocimientos. Y en segundo lugar, y relacionado con la
afirmación anterior, la convicción de que el aprendizaje es más profundo si se aprende a
partir de los procesos y no de los resultados, comprometiendo al profesorado en “reconvertir
los productos de sus disciplinas académicas en los procesos que condujeron a ellos” (Finkel,
2011, p. 167).
*
Se doctoró en 1970 e inició su tarea docente como profesor ayudante de psicología en la Universidad de Washington.
Entre 1976 y 1999 –año de su fallecimiento– enseñó en el Evergreen State College (Olympia, Washingotn). Junto a William
Ray Arney es coautor de Educating for Freedom: The Paradox of Pedagogy (Rutgers University Press, 1995).
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