Carta a Fátima Az-Zahrâ (P) Hoy quería hablarte, ¡oh Santa Madrecita!, Madre de todo lo que es hermoso en la vida, ¡oh Luz y Guía de todas las Señoras del Universo! Yo sé que tú me escucharás, pues tú miras con tus ojos justos y tu corazón bondadoso, a todos tus seguidores, a todos los que siguen a los Sagrados Imames que tú nos entregaste para que con sus vidas nos guiaran en nuestro camino. Vivo muy lejos de donde tú naciste, ¡oh Zahrá!, quizás en el último rincón del mundo, Chile; después de él no hay nada, sólo hielo en la Antártica y el cielo eterno sobre nuestras cabezas. Desgraciadamente también en estas regiones hay injusticias, odios, rencores, desencuentros entre hermanos, poca fe… Solo cuenta ante los ojos del mundo el dinero, de eso se vale el Shaitán para corromper con su poder a las almas que no son fuertes en la fe, pero eso ya tú lo sabes, también te tocó vivirlo y quizás con más fuerza que ahora. Qué triste, querida Madrecita, que hayan pocas alegrías que comentarte, pero es muy duro ver el sufrimiento de nuestros hermanos palestinos, arrancados de su tierra; ver a niños que nacieron con el zumbido de las balas como canciones de cuna, lo que vieron y siguen viendo con sus ojitos puros, como los tanques y los misiles; destruyen sus hogares, matando a sus padres y hermanos, corriendo siempre, hasta que a ellos les toque a su vez el turno… Estamos lejos, pero el dolor taladra nuestros pechos, como si viviéramos junto a ellos. Se ha enseñoreado en el mundo la maldad y el ansia de poder; vale más el rico que el sabio. La ciencia, en vez de estar al servicio del hombre, lo encadena y lo aleja cada vez más de su Creador. Las familias ya ni siquiera comen juntas, todos trabajan, estudian o sobreviven, sin tiempo para los hijos o los ancianos. Rezar se ha convertido en un lujo “para cuando tenga tiempo”. Pocos se acuerdan del ejemplo de nuestro Profeta (BP), su Bendita Hija, nuestro querido Imam Ali y su Descendencia Inmaculada (P). Su único norte es vivir y gozar, sin pensar en el Altísimo que nos dio la vida. ¡Si ya el hombre se cree poderoso!, lo habrás escuchado, está formando seres, animales, y ahora quiere hacer seres humanos, clonados, a partir de una célula. Ya el hombre se quiere convertir en Dios, te das cuenta, oh Zahrá, han pasado más o menos 1400 años desde que nos dejaste y el ciclo se repite, la maldad y la incredulidad creen que van a triunfar. Cuántas veces en este apartado rincón del mundo nos hemos reunido para rezar, guiados a veces por sabios buenos, que nos han venido a enseñar y al escuchar la palabra divina que de sus labios y en su idioma, nos transporta al lado de Nuestros Imames, tus hijos, y nos recuerdan que aunque pase el tiempo, Dios siempre triunfa, en nuestras súplicas le rogamos al Altísimo para que apresure la llegada de nuestro Salvador, nuestro Guía, El Mahdi, que aunque no lo alcancemos a ver nosotros, quizás lo vean nuestros nietos y disfruten de su promesa: darnos un mundo donde no haya injusticia, donde el único nombre que se escuche con amor sea el de Dios, donde antes hubo mentira él imponga verdad, que donde haya sufrimiento, él nos dé alegrías, que donde haya oscuridad, él traiga su Luz. Ves, Madre Querida, hoy quería escribirte, quería contarte que a pesar de todo, las rosas siguen alegrándonos con su color y su aroma; los pájaros, en los bosques quemados y talados, siguen con sus trinos, anunciándonos que el día de gloria ya se acerca. ¿Has visto a las abejas? Todavía nos siguen regalando el fruto dulce de su esfuerzo; los ríos y los mares, aún contaminados por el hombre, siguen dándonos sus peces para nuestro sustento. Tu sacrificio, Madre, y el de tu Bendita Familia, no será en vano; poco a poco se irá imponiendo en el mundo, cruel y materialista, la fuerza de la fe en nuestro Creador; las lágrimas se convertirán en risas, el dolor y sufrimiento en alegría, los rezos y las súplicas superarán a las balas y a la mentira, si Dios así lo permite, cuando aparezca nuestro Salvador; un ejército cada vez más numeroso lo seguirá y apoyará y el nombre que Dios te eligió, “Kauzar”, la Abundancia, será en beneficio de todos tus seguidores, pues viviremos para siempre en la abundancia de las bondades del Más Misericordioso. Es hora de rezar el Magrib. Gracias por escucharme, Querida Madre. Carlos Rajab Navarro. Santiago de Chile, 23 de Agosto de 2001.