Coyuntura de la cooperación internacional Un diagnóstico de la cooperación internacional muestra dos fenómenos preocupantes para países como Colombia, el primero, la Ayuda Oficial al Desarrollo AOD se ha enfocado en los Países de Renta Baja - PRB para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM’s, y el segundo, la crisis económica y financiera mundial ha disminuido la cantidad de recursos destinados a la cooperación. La nueva asignación de la ayuda al desarrollo hacia los países receptores, acentuada por la crisis económica mundial, tiene consecuencias que afectan de manera directa a los Países de Renta Media - PRM, entre los que se encuentran la mayoría de los países de América Latina. Por ésta razón, se hace necesario ajustar la estrategia de negociación de acuerdo con las nuevas tendencias resultantes de la evolución de la agenda de cooperación internacional. En pocas palabras, deben dotarse de argumentos que le permitan justificar su demanda, mantener y renovar el apoyo de la comunidad internacional para garantizar así un flujo continuo de recursos de cooperación en apoyo a los esfuerzos de desarrollo internos. A pesar de la tendencia mayoritaria en la agenda de cooperación internacional, incluso al interior de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE, muchos consideran que la eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo en los Países de Renta Media es indudable dado que las ¾ partes de los pobres viven en los PRM y comparten importantes brechas estructurales. De la misma forma, es preciso tener en cuenta que en la práctica, el PIB per cápita no es el único criterio que determina la ayuda, además de criterios técnicos, también inciden considerablemente criterios políticos, es decir, los intereses estratégicos de los países donantes para proporcionarla. Es así como, en la actualidad no se evidencia la disminución de la cooperación en Colombia, sino una transformación de las dinámicas. Aún cuando Colombia es un País de Renta Media Alta, y la tercera economía de la región, es el país latinoamericano que más recibe ayuda después de a Haití, único País de Renta Baja de la región. Al parecer, las particularidades de Colombia hacen que en su caso no apliquen, hasta el momento, las tendencias mundiales de la cooperación internacional. Hoy en día, el país continúa siendo prioritario para la Cooperación principalmente por razones políticas y por la situación de conflicto que enfrenta. Asimismo, es importante reconocer en este nuevo contexto las oportunidades para Colombia, como las mayores posibilidades de incidir en importantes foros económicos como la OCDE, APEC y G20, y de establecer relaciones horizontales e interregionales, dentro de una agenda adaptada a la diversidad de actores y modalidades de cooperación. Actualmente, Colombia goza de reconocimiento y es un referente de gestión de la cooperación en la región. Gracias a las transformaciones institucionales recientes, se ha posicionado como un referente en la cooperación sursur y triangular sobre las bases de intercambio, equidad, confianza y aprendizaje mutuo, y es cada vez más un oferente de cooperación técnica que hoy sobrepasa los 30 países. Para Colombia, la comunidad internacional es un socio estratégico y la cooperación internacional una herramienta eficaz que continúa su consolidación como un instrumento de política exterior nacional. El gobierno colombiano pretende alcanzar la meta de 2.200 millones de dólares gestionados provenientes de la cooperación internacional. Para el Presidente Santos, “Es una meta ambiciosa, teniendo en cuenta la crisis que afecta a tantos países y que Colombia es ahora una economía emergente — un País de Renta Media Alta que, para muchos donantes, ya no califica entre sus prioridades.” Igualmente, es imperativo diseñar una estrategia para una agenda post ODM’s, que sea diferenciada de la región africana y asiática con instrumentos de ayuda innovadores, debido a que no todos estos siguen siendo eficaces para los países de la región, por ejemplo, el apoyo presupuestal y la ayuda programática deben ser remplazados por instrumentos como asistencia técnica, y transferencia de conocimiento, que se consideran buenas prácticas de cooperación pues propenden por el fortalecimiento institucional del estado y sus políticas públicas. Dada la coyuntura en la arquitectura de la cooperación internacional y considerando que los recursos de AOD son cada vez más escasos, es pertinente reorientar la gestión hacia las nuevas fuentes y modalidades de cooperación, es decir, diversificar la agenda hacia nuevos actores como Corea, China y Australia y complementar las corrientes de asistencia multilateral y bilateral incluyendo nuevos mecanismos de cooperación y financiamiento internacional, como la cooperación Horizontal y Triangular. Al mismo tiempo, fortalecer las capacidades para trabajar en sinergia con actores diversos y así contribuir de manera solidaria al desarrollo. Finalmente y en forma paralela, la necesidad de contar con recursos para atender las necesidades del desarrollo y afrontar conjuntamente los retos nacionales en materia de desigualdad, pobreza, consolidación de la paz, conservación del medio ambiente, protección de la riqueza cultural y étnica, ciencia y tecnología, hacen imperioso que los disminuidos recursos de cooperación internacional deban ejecutarse de manera eficiente y eficaz. Por: Magda Liliana Cano Riaño Profesional de la Coordinación de Relaciones Internacionales