NORA PETRONE Principios de la exigencia física en la escuela. La Fuerza Sabemos que en la educación física escolar, no se ofrece la frecuencia de clases suficiente como para esperar de ellas un resultado en función del entrenamiento, ya que en estas condiciones es imposible respetar los principios elementales del mismo. Por lo tanto, para poder trabajar con cierto nivel de exigencia, debemos apoyarnos en algunas referencias básicas. Las propuestos bibliográficas específicas, normalmente están pensadas para condiciones ideales como pueden ser las de clubes o escuelas especiales. Para ubicarnos en la realidad entonces: ¿a qué objetivos podemos tender? Podemos aspirar a: • Lograr que el niño reconozca la musculatura que actúa y sus acciones correctas en función del objetivo buscado, distinguiéndolas de las incorrectas. • Mantener y aprovechar las capacidades condicionales existentes en los niños y acompañarlas en su aumento en función de su crecimiento. • Estimularlos para comprender la necesidad de su trabajo y habituarlos a elegir el esfuerzo para su desarrollo. La Fuerza. Según Erwin Hahn (1988) la Fu se incrementa a los 13 o 14 años, cuando aumenta el nivel de testosterona en célula, por lo que habrá diferencias entre los sexos, ya desde los 11 años más o menos. Se puede entonces considerar que la fase sensible del desarrollo de la fuerza en el niño corresponde a esas edades. Esto no excluye el trabajo anterior que, si bien no alcanzará grandes resultados, logrará la coordinación inter e intramuscular (más unidades motrices en acción y no más hipertonía muscular). Acorde a estos criterios, en niños sin posibilidades de sistematización en el entrenamiento, consideramos provechoso el trabajo en fuerza, en tanto la exigencia privilegie, en primer lugar, la correcta coordinación de la acción que produce fuerza y 1 NORA PETRONE en segundo lugar, un umbral de esfuerzo lo suficientemente alto como para que el niño sienta el desafío de alcanzar un resultado aunque aún se le presente ajeno. Esto puede ejemplificarse en la solicitud de una flexión de brazos con el cuerpo en suspensión que, aunque el niño no llegue a realizarla completa el recorrido es con las tomas, la iniciación y el medio recorrido correctos y el esfuerzo máximo sin sobrecargar al sistema músculo esquelético pasivo (columna vertebral). Vemos aquí que no se contradicen los criterios conocidos sobre que debe haber ausencia de cargas externas altas (pesas) pero sí hay una educación del movimiento correcto que nos garantiza que las acciones de fuerza se realicen sin riesgos y con la exigencia suficiente para que haya estímulo y una posible base para futuros aumentos en las cargas en forma correcta y progresiva.. Se habla en fuerza para niños de exigencia en velocidad, o fuerza dinámica con cargas medias y bajas como indicadores de falta de riesgos. Consideramos alta una carga cuando el niño debe resignar la técnica correcta para realizarla y en ello poner en riesgo sus articulaciones y sistema óseo, el que acude sin estar maduro para ello a compensar los esfuerzos que no puede lograr naturalmente. Mientras el niño puede elevar, arrastrar o empujar una carga sin dolores y sin modificar las posiciones biomecánicamente correctas, es posible afirmar que está maduro para ello. La carga será media o baja cuando el niño puede mostrar con ella una técnica limpia y bien coordinada aunque no llegue aún a una resultante ideal. No olvidemos que esta es la edad de la coordinación, por lo tanto es innecesario buscar respuestas de altos estímulos. Para ello, deberíamos respetar ciertos conceptos básicos adecuados a las circunstancias. El niño debería asimilar el concepto de no sobreexigencia y el de exigencia insuficiente, lo que en sus hábitos prácticos debería funcionar con los siguientes principios de: a) Progresividad y Continuidad Sus esfuerzos deben progresar sólo sobre el logro anterior y mientras se suceden con una frecuencia temporal más o menos regular; es decir que el aumento de las cargas deben superarse sin agotamiento, sin lesiones y sin efectos negativos como dolores 2 NORA PETRONE persistentes o sufrimientos desmedidos. Los aumentos deberán entonces ser desafiantes, contínuos y placenteros, según corresponde a la edad. Pero ¿cómo aumentar la carga en los trabajos de fureza entonces? Dijimos que acompañando a su crecimiento y maduración sin perder lo adquirido y sentando bases para los logros futuros. Esto será posible solicitando mayores esfuerzos siempre que: 1.- El niño no pierda nunca su correcta postura inicial y la pueda sostener durante toda la acción. 2.- Que respete los recorridos segmentarios propios de la musculatura que se trabaja. 3.- El niño debe saber que tiene la libertad de decidir sobre el total de sus repeticiones, siempre que sepa qué efectos producirá en él una cantidad insuficiente tanto como los que producirán acciones incorrectas desde el punto de vista técnico . El niño graduará sus repeticiones sabiendo que no debe modificar su buena postura y que una repetición será buena cuando es igual o superior a la lograda en la sesión anterior: exigente y correcta, sin agotamiento pero con el esfuerzo suficiente que le indique trabajo. Es importante reconocer aquí que los logros de las técnicas correctas se trabajarán durante todos los años de la infancia, es decir que no pretenderemos cantidad sino calidad y al no contar con la frecuencia necesaria para el entrenamiento, los trabajos tenderán a la búsqueda de la coordinación mientras se ejercite la fuerza. ¿Cómo indicarles las repeticiones correctas? Mientras la exigencia es alta pero con los cuidados técnicos básicos de línea y postura , no es probable que el niño se sobrepase en las repeticiones y caiga en lesiones o en agotamientos. El niño deberá saber por el docente, que puede detenerse sin ser sancionado cuando sienta indicadores como: *Disminución de su velocidad aún en condiciones de clara voluntad de mantenerla: el niño quiere mantener su velocidad o aumentarla pero físicamente no responde. Generalmente esta situación suele hacer perder la técnica (flexión de brazos en suspensión: flexionar uno primero y otro después y “pataleo” o retroceso de los hombros para impulsarse) 3 NORA PETRONE *Por lo tanto, lo más importante sigue siendo: la modificación involuntaria de la técnica o de los recorridos correctos del movimiento. *Sensación subjetiva de “no poder más” (calambres o imposibilidad de respuesta). Por otro lado, el niño deberá continuar mientras su organismo no le presenta ninguno de estos signos, teniendo mucho cuidado en que él mismo sepa distinguir cuando la sensación de “no poder más” es psicológica o física. Esto se verá porque esta sensación no puede aparecer sin que se registren indicios, al menos de alguna de las demás señales dadas. Decir entonces que las repeticiones deberán ser 10 o 20 es generalizar por sobre los resultados individuales. En cuanto a la continuidad, el niño deberá comprender la necesidad de desarrollar su voluntad para conseguir sus logros, repitiendo el trabajo en la casa, observándose, midiéndose, cuidándose y reconociendo así un cierto hábito de entrenamiento sencillo pero constante y a la vez valorando la independencia que le dará la autonomía de poder trabajar sin responder a ordenes ajenas a su propio interés. El docente tendrá claro y así lo enseñará a los niños, otros principios: b) Equilibrio armónico: No desarrollar sus capacidades ni su musculatura de manera unilateral. c) Conocimiento del Modelo ideal: el niño debe saber reconocer en su acción cuándo sus recorridos están correctos, así sabrá cuándo no lo están y corregirá. Características de los ejercicios de fuerza en la escuela. Según Román Suárez (Cuba/1987) los ejercicios de fuerza serán de autocarga (verticales o suspensiones) o de cargas externas bajas. Se repetirán entre 10 y 15 veces para la Fu rápida y entre 15 y 20 para la Fu resistencia. (Considerar lo ya hablado) La velocidad será alta, especialmente en la fase positiva (contra gravedad). Los grupos musculares serán globales, concretos y con varios núcleos articulares en acción (grandes grupos no específicos para un deporte en particular) Sin embargo 4 NORA PETRONE para las orientaciones deportivas conviene, además, seleccionar las acciones que necesitamos emplear más tarde. También según Román Suárez, será necesario variar las acciones para mantener el interés y aumentar la experiencia motriz: - Las distancias y las alturas en lanzamientos o saltos. - La velocidad. - Los brazos de palanca. - Atendiendo la musculatura del dorso, las piernas y los brazos (cuidando de no alargar el romboides, al trabajar bíceps en decúbito ventral) - Habría que sumar la musculatura abdominal a los fines de evitar desequilibrios posturales y considerar la fuerza isométrica (con los mismos cuidados y exigencias ya nombradas) a los fines de ir desarrollando una capacidad de sostén suficiente para mantener las líneas posturales y de posición necesarias para los trabajos de fijación. 5