OBJETIVIDAD: EL QUINTO PRINCIPIO OBJECTIVITY: THE FIFTH PRINCIPLE Lic. Yamileh Briceño Sivira Comunicadora Social Docente UAM RESUMEN Este ensayo tiene por finalidad hacer una reflexión teórica sobre la objetividad periodística como quinto principio ético fundamental en el ejercicio de la profesión del comunicador social. También se pretende demostrar la necesidad de rescatar la ética en las aulas de clase donde se forman estudiantes de comunicación social; tomando en cuenta las características de la sociedad actual tales como globalización, inmediatez de la información, falta de valores humanos, ausencia del reconocimiento del otro. Para ello, se realizó una investigación documental basada en la consulta de libros y autores especialistas en el área de ética, comunicación y periodismo, así como también algunas referencias de la web, y la propia observación de la realidad por parte de la autora en su desempeño docente y profesional en el área del periodismo y la comunicación social. Todos estos aspectos se van identificando y demostrando en el desarrollo, para llegar a una interesante teoría reflexiva sobre la objetividad del comunicador. PALABRAS CLAVE: Ética, objetividad, comunicador social, valores humanos, sociedad. SUMMARY The purpose of this essay is to make a reflexive theory about the objectivity of journalism as an the fifth fundamental ethical principle to exercise this profession as a social communicator. This essay also would like to demonstrate the necessity to rescue the study of ethics within the classrooms where students are being forged as future social communicators; taking under consideration the behavioral characteristics of today’s society such as: globalization, rapid availability of information, lack of values, and the absence of recognition of one another. Thus, a documented investigation was made based on published subject matter and specialized authors in the subject of ethics, communication, and journalism. Also some references extracted from the web and by accounts made by the author herself based on her own observations and experience as a docent and a professional in the area of journalism and a social communicator. All these aspects start to take shape and unfold themselves as they reach the pinnacle of an interesting reflexive theory about the objectivity of the communicator. KEY WORDS: Ethics, objectivity, social communicator, human values, society. Introducción: compromiso por un ejercicio correcto. La pretensión de cambiar la forma de ser y actuar de mis semejantes no es la intención de este trabajo, más si lo es el sembrar algo positivo. Inicio convencida de que quien decide estudiar comunicación social debe estar consciente de la responsabilidad social que asume, y de lo que se enfrentará como servidor de una sociedad como la conocemos hoy, donde la ética parece perder la batalla. Hablo como docente y comunicadora social, ya que formar jóvenes sobre ética profesional en esta “era de la información” también constituye un desafío diario, apasionante y motivador. Parte de esa realidad que consigo en el aula tiene un lugar común cuando estudiantes me comentan en privado o en sus intervenciones de clase que la objetividad no existe, afirmación que peligrosamente puede convertirse en lo que ahora llamamos “viral” (contagioso), multiplicando dudas y escepticismo. Esta sociedad globalizada y desigual parece empujar a los futuros profesionales de la comunicación a dudar de un periodismo objetivo, el cual en mi experiencia, definitivamente debe formar parte del ejercicio ético como uno de los principios que nos permite mantenernos centrados en el camino hacia lo correcto, y al logro de la información veraz y responsable que por derecho tiene todo ciudadano, y a la vez, nos corresponde como derecho humano. Es sano comenzar por definir ética. Parafraseando a filósofos de la Grecia Antigua, ética es una ciencia cuyo objeto es el estudio de la moral y su aplicación. Es el estudio de lo bueno y de lo malo, de lo correcto y de lo incorrecto, de lo permitido y de lo prohibido. Hay estudiosos e intelectuales contemporáneos que escribieron sobre esta rama de la filosofía en términos más simples y coloquiales, pero no menos acertados. Y prefiero inclinarme hacia esto último para citar a Fernando Savater cuando afirma en su libro “Ética para Amador”: “…a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra propia forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo o inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos… De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir o arte de vivir, si prefieres, es a lo que llaman ética” (Savater:(s/f),7). A esta definición yo agrego, que ser ético es vivir con la consciencia tranquila, sabiendo que se actúa en procura del bien. Tal y como dijo Aristóteles, ahora interpretando al filósofo griego: hacer el bien es la virtud que nos permite alcanzar la felicidad. Y hablando de virtud, llego a otra importante reflexión. Dice el profesor de la Universidad de Los Andes Rómulo Perdomo M.: “La virtud es un hábito que nos mueve a obrar externamente, como un testimonio de lo que nuestra convicción interna considera como bueno, de acuerdo con nuestra norma”. (Perdomo: 2009, 44). Así que, ser un virtuoso del periodismo, significa hacer de nuestras acciones y nuestros hábitos “obras y hábitos buenos”, que indudablemente deben estar acompañadas del intento diario y habitual por alcanzar la objetividad. Ahora bien, el avance de la globalización demanda máximo compromiso por parte de los profesionales de la comunicación y del periodismo en el cumplimiento de sus deberes y obligaciones. Ante esta realidad, la ética profesional se hace aún más necesaria para el ejercicio correcto. Veamos lo que al respecto afirma el Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, Eduardo García: “En ningún acto académico se resaltan los derechos que tienen los profesionales, puesto que precisamente lo que adquiere todo egresado universitario es un compromiso; de allí el carácter deontológico de la ética profesional. En este sentido podemos afirmar que el primer deber que tiene todo profesional está vinculado con el correcto ejercicio de su profesión, es decir, en primera instancia se exige que los profesionales sean competentes en su trabajo”. (García: 2009, 36). De manera que, estamos claros en que la deontología fortalece ese compromiso; desde que se recibe el título estamos “casados” con la ética profesional. Recordemos que deontología es la rama de la ética que establece el conjunto de normas que rigen la conducta hacia el ejercicio correcto de la profesión. Si hablamos de periodismo, considero es una de las profesiones que más expectativas genera en las personas; de la cual, la sociedad espera más, mejor y correcto ejercicio. En Venezuela, país en el que nos formamos, el Código de Ética del Periodista Venezolano (CEPV) explica en su exposición de motivos cuál es el objetivo de su creación: “El Colegio Nacional de Periodistas dicta el Código de Ética como norma de conducta de los profesionales del periodismo y la comunicación social que se desempeñen en los medios impresos, audiovisuales y digitales y que en general procesan información en cualquier otra actividad, llama a todos sus miembros a cumplirlo y a vigilar su cumplimiento…” (CEPV: 2013). Así, pretendo aclarar a lo largo de estas líneas, la duda sobre la objetividad en el periodismo, el cual he asumido desde que me gradué como comunicador social, uno de los principios a seguir para el ejercicio correcto de mi profesión. Objetividad: quinto principio. Para comenzar, es bueno estar claros sobre qué son los principios; por eso cito de nuevo al profesor Perdomo cuando explica la esencia de los principios éticos: “Hemos visto que los principios son grandes síntesis, evidentes, sencillos, fecundos, y especialmente útiles para guiarnos dentro de conjuntos infinitos. Pero ¿cuál es su esencia? Pensamos que son proposiciones filosóficas metacientíficas que sirven para guiarnos en la consecución de las soluciones científicas, y que son una expresión de la lógica del “hacia”. La ciencia nos da un algoritmo para solucionar un problema, es decir, un conjunto de pasos muy precisos y determinados, el principio no, pues él solo nos indica la dirección en la cual se encuentra la solución. Es como una brújula”. (Perdomo: 2009, 36). De modo que, un principio es abstracto, como la objetividad; es un ideal, como la objetividad; es una modelo a seguir, como la objetividad; un “hacia” que direcciona nuestra acción, como la objetividad; por lo tanto es la guía a seguir para poder acostarnos tranquilos todos los días, porque nos permite enfocarnos para hacer las cosas bien, nos permite ser mejores profesionales de la comunicación. La Real Academia Española define el término objeto de la siguiente manera: “1. adj. Perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir”. (RAE, 2014). Y la palabra derivada objetividad definida por la misma RAE significa: “1. f. Cualidad de objetivo”. (RAE, 2014). Así pues, podemos concluir que la objetividad en términos éticos es la capacidad o cualidad que tiene una persona cuando trata de decidir cosas con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. Imaginemos al gremio profesional de la comunicación y el periodismo que no trate de ser objetivo al informar. Sería un caos social, porque el comunicador objetivo es sostén de la paz y la diversidad de ideas; es a su vez promotor del ejercicio responsable de la libertad de expresión, y garante de que el pueblo reciba información veraz, oportuna e imparcial. ¿Podríamos defender y garantizar estos derechos sin objetividad? ¿Acaso para ser responsables con la sociedad no debemos sumar objetividad a lo que hacemos y decimos? Como principio también es tratada la objetividad en el texto del Código Internacional de Ética Periodística de la UNESCO: “2. Adhesión del periodista a la realidad objetiva. La tarea primordial del periodista es proporcionar una información verídica y auténtica con la adhesión honesta a la realidad objetiva, situando conscientemente los hechos en su contexto adecuado, manifestando sus relaciones esenciales -sin que ello entrañe distorsiones-, y empleando toda la capacidad creativa del profesional a fin de que el público reciba un material apropiado que le permita formarse una imagen precisa y coherente del mundo, donde el origen, naturaleza y esencia de los acontecimientos, procesos y situaciones sean comprendidos de la manera más objetiva posible”. (CIEP: 1983). En este código queda demostrado que internacionalmente se reconoce la importancia de este principio para el ejercicio periodístico. En mis clases de deontología enfocada hacia la ética del ejercicio del periodista, es prioridad inculcar a los estudiantes sobre los principios fundamentales de la ética del periodismo, los cuales son además deberes y derechos humanos universales asumidos constitucionalmente, asumidos por el gremio, y vistos en mi modo de ver, de esta forma: 1. Búsqueda de la verdad, 2. Responsabilidad social, 3. Defensa de la libertad de expresión, 4. Defensa de la libertad de información. Y luego de toda esta reflexión se puede afirmar que la objetividad para el profesional de la comunicación y el periodismo es un asunto ético. En este orden de ideas, sumo el quinto principio: 5. Buscar la objetividad para informar. ¿Por qué el quinto principio? Porque veo la objetividad como un principio “intercesor” entre los principios demás principios enumerados, ya que si no tratamos de alcanzarla no se obtendría una información veraz, no se podría ser un periodista responsable con la sociedad, y mucho menos se podrán defender derechos humanos como la libertad de expresión e información. El ser humano aunque por naturaleza es subjetivo, siempre busca la perfección en todo; busca la perfección en sus semejantes, en el mundo, en los seres que ama, en sus mascotas; busca perfección en la belleza, en la naturaleza, en su hogar, en la ciudad, en las máquinas que crea, en sus diseños, en sus proyectos, busca perfección hasta en el propio ser. Igualmente, el hombre busca perfección en el trabajo, y la perfección en el trabajo periodístico se busca a través de la objetividad. Buscar la perfección también resulta ser un asunto ético, cuando se toman las decisiones correctas. Cierto lo afirmado en el Manual de Estilo de El Nacional cuando se refiere a las responsabilidades del periodista: “Un periodista es un relator de los hechos y no debe pretender convertirse en protagonista del suceso ni de la información que redacta”. (Manual de Estilo de El Nacional: 2014, 8). Aquí podemos inferir indirectamente el principio ético de la objetividad, entre otros. Más adelante, el mismo manual dice: “El periodista no debe incorporar sus opiniones personales sobre los asuntos que informa, sus protagonistas y los afectados. Está obligado a ser lo más objetivo posible: a distanciarse de los hechos y analizarlos con frialdad, que no significa apatía y desinterés, sino asumir un enfoque crítico tanto del tema como de los personajes de la noticia. Debe mostrar las contradicciones en que incurra un personaje, o cualquier otro elemento que no lo beneficie, siempre que se atenga a los hechos y no sean reflejo de sus valoraciones o prejuicios personales”. (Manual de Estilo del Nacional: 2014, 9). Se aprecia como este medio de comunicación toma como principios no sólo la información veraz, responsable e imparcial, la responsabilidad social, la defensa de la libertad de expresión y de la libertad de información, sino que alude directamente al principio de la objetividad periodística. El papel lo aguanta todo, se hace necesario hacerlo realidad pase lo que pase. Lo anterior me lleva a esta analogía: así como los profesionales de la medicina tienen el deber de preservar y garantizar la salud de sus pacientes aplicando la ética de la medicina a través de tratamientos y medicamentos adecuados, los profesionales del periodismo tenemos el deber de preservar y garantizar la salud de la sociedad aplicando la ética del periodismo a través del tratamiento equilibrado de la información asumiendo el máximo de objetividad. Ni más ni menos. Comunicadores integrales y éticos en la sociedad actual. El periodismo, en cualquiera de sus especialidades, requiere la búsqueda de la verdad, valiéndose de la objetividad. Comunicar buscando esa objetividad también debe ser vista como la acción de un profesional integral. Ser integral en consecuencia, es contar con conocimientos teóricos, prácticos, y por supuesto éticos. Lo ético se relaciona con valores, y entre esos valores también están los humanos y sociales. Todo profesional necesita del código deontológico y de la razón para orientar el deber y la obligación del ejercicio correcto. Pero esto no significa que sea una camisa de fuerza y que no podamos ir también en busca de los principios, valores y virtudes que nos hacen seres humanos útiles e íntegros, ya que independientemente de las circunstancias que nos rodean, la sensibilidad humana nunca se debe dejar a un lado; esa humanidad nos ayuda a reconocer al otro. Lo que dice el Doctor José Luis Da Silva refleja el enunciado: “Nuestros tiempos no soportan la imposición de preceptos, inclusive si éstos se presentan como buenos. Será más aconsejable, ante una realidad plural y vertiginosa, ser crítico, reflexivo y dialogante que canónico, impositivo y fervoroso creyente en materia política o religiosa. Más que decir lo que es bueno para una mayoría o minoría, sería menester considerar la posibilidad de concitar el encuentro plural con el objeto de acometer lo que corresponde hacer, sin caer en la casuística y, mucho menos, en una doble moral. Para ello, el sujeto que soy, y que Paul Ricoeur (2006) llama el sí mismo como otro, no es posible sin la presencia y el reconocimiento del otro en el proceso narrativo y discursivo. El otro, al igual que el yo narrador, debe estar presente en la escritura, en el discurso, en la imagen,, en el pensamiento, etc., de lo contrario se correría el riesgo de caer en el olvido y en el desconocimiento de lo que significa la semejanza, la igualdad y el reconocimiento”. (Da Silva: 2009, 115). E aquí otro reto que se presenta en el aula: para ser buenos profesionales no basta con los valores inculcados en el hogar, ni con los conocimientos impartidos en la universidad, ni con las normas que nos enseña el Código de Ética del Periodista Venezolano. Significa el reto diario de querer ser mejores, o lo que es lo mismo, buscar la perfección, lo que no es algo que se logra de forma rápida y fácil, ni está en ningún manual de estilo o de ética. Eso que tanto deseamos, hay que forjarlo, buscarlo y vivirlo para encontrarlo, y finalmente enseñarlo, como todo principio. Toda herramienta ética debe impartirse dentro del aula con un lenguaje que facilite a los estudiantes la aplicabilidad de las obras y acciones que los harán virtuosos de lo que tanto se pregona en esta sociedad globalizada como la nuestra, que también se caracteriza por tantos deseos, diversidad, polarización social y política. Cito por esto al Dr. Da Silva de nuevo: “Cuidarse cada quien de pensar sobre el valor moral de su vida, atendiendo que nadie tiene el monopolio de la verdad merece algo más que un simple saludo a la bandera. Las proposiciones que invitan a la reflexión moral funcionan más como un recordatorio de tarea no hecha, impostergable e intransferible, que cada ser humano ha de atender y cuidar, so pena de perderse en la multiplicidad de imágenes y mensajes que violentan su individualidad” (Da Silva: 2009, 118). Toda esta reflexión es un reflejo también de lo que debe ser un comunicador o periodista integral, más que ser humano, un ser humanizado y objetivo. El comunicador profesional debe ser un ser humano sensible, promotor de paz, generador y propiciador de bienestar, capaz de ser razonable, reflexivo; no reaccionario, ni belicoso; con poder para convencer e incorporar a los demás a una convivencia pacífica, siempre en medio de un diálogo conciliador. Un comunicador social crítico, capaz también de reconocer las posibles “trampas” de informaciones que persuaden y seducen con sus formas y colores, las cuales debemos cuestionar y abordar, con objetividad por cierto. La ética profesional desde sus inicios en la antigüedad admite la importancia del reconocimiento de nuestros semejantes, y así lo sostiene la Doctora Lorena Rojas Parma: “Hemos señalado que la necesidad ha sido origen de las profesiones, que hacen la comunidad y que, por lo tanto, siempre implican al otro. Quizás esta sea la dimensión fundante de su ética: el saber y el saber hacer siempre implican al otro. Los maestros sofistas de los que hemos hablado, sólo fueron posibles gracias a sus alumnos y a sus aspiraciones; la inevitable referencia a Sócrates es el mejor de los ejemplos del proceder del filósofo siempre en diálogo con el otro. Todo lo que aprendemos a hacer para labrarnos un buen camino en el despliegue de la vida, inevitablemente nos pone en relación directa con el otro. Y hacer bien lo que hacemos, es hacer bien al otro, cualquiera sea la dimensión de nuestro arte…” (Rojas: 2009, 25). Esta cita me recuerda lo que siempre digo a mis estudiantes: nosotros periodistas, nosotros comunicadores, debemos convertirnos en los filósofos de nuestro tiempo, reflexionar y asumirlo a través de nuestras informaciones; ser modelos y dignos de credibilidad ante todos por igual, porque eso es lo que se espera de nosotros. Debemos filosofar siempre, por la sociedad. Esa labor social no se puede quedar en el pasado, es permanente y actual. El hecho de reconocer al otro en todas sus dimensiones nos ayuda a ser objetivos, más humanos, verdaderos servidores sociales, éticos e integrales. Para cerrar este punto, me atrevo a hacer esta analogía: así como el médico en ejercicio tiene como objetivo preservar la salud de los pacientes que trata, el periodista tiene como objetivo preservar la salud de la sociedad a la que informa. Las sociedades somos reflejo en gran medida de la forma cómo estamos siendo informados, de allí la responsabilidad social del comunicador. Nuestra sociedad venezolana actual es reflejo, en gran medida del ejercicio periodístico que se hace. En medio de la globalización, la tecnología y las diferencias. La actualidad rebosa de globalización, de avances tecnológicos y de redes sociales que han restado criterio propio, han socavado al contacto humano personalizado, haciéndolo parecer antiguo, del pasado, fuera de moda. El hombre que piensa (homo sapiens), se convirtió en el hombre que ve (homo videns). Da Silva, cita a su vez al teórico Giovani Sartrori (2005), de quien toma referencia al “homo videns” para describir al mundo y la sociedad actual: “El avance tecnológico en el campo de las comunicaciones ha descubierto dos situaciones que no se pueden obviar: primero, las informaciones se transmiten con tal rapidez que hacen casi imposible evaluar la importancia y la pertinencia de lo transmitido, quedando en un lapso breve de tiempo totalmente obsoleto como manera de discusión. La continua actualización del presente dificulta la existencia del pasado, al tiempo que no resulta descabellado decir que el futuro es presente, gracias a la globalización y la digitalización de la información. La comunicación se reduce al establecimiento de redes mediáticas cuyo mérito se circunscribe a corroer toda resistencia institucional. Fortalecer el flujo indiscriminado de datos se entiende como una tarea prioritaria y, por momentos, amparado por la libertad de expresión e información a través de los organismos regionales e internacionales. Cualquier resistencia o llamado de atención se califica como censura o falta de apertura” (Da Silva: 2009, 121). Esta teoría legitimada por la realidad, describe que en un segundo aspecto, el homo sapiens se convierte en homo videns porque deja a un lado el carácter connotativo del lenguaje por uno denotativo, es decir, que lo único que sobrevive son las imágenes y la inmediatez. Éstas simplifican el trabajo de tener que analizar la información, lo que indica empobrecimiento de las culturas, la comunicación, así como también reducción de la capacidad crítica y analítica del ser humano. Conclusiones: prevalece la ética. Lo afirmado en el párrafo anterior, resulta fatalista y hasta odioso al colocarnos ante una pérdida casi total de la capacidad de comunicarnos personalmente, de mirarnos a los ojos, de sentirnos, de establecer relaciones comunicativas y sociales reales, mostrando así el tipo de sociedad en la que vivimos, donde los usos discursivos dan mayor importancia a rumores y amarillismo, socavando cada vez más el respeto al usuario lector de la información. Esa es la sociedad que vivimos, donde pareciera hay deseos de acabar con todo lo que solía ser un mundo más justo y humano, pero no lo ha logrado del todo. Por eso dije al inicio de este trabajo, que en esta sociedad, parece que la ética pierde la batalla. Ya terminando el ensayo decreto con absoluto optimismo que confío no perderemos una batalla más. La salud de nuestras relaciones sociales y comunicacionales significa: además de no permitir que la tecnología nos deshumanice, significa permitir el reabrir caminos de diversidad y el reconocimiento del otro, así seremos verdaderamente integrales. Esta sociedad que hemos descrito es una realidad que nos amenaza y gana terreno. Sin embargo, mi optimismo me indica que, aún cuando las diferencias ideológicas que tanto se promueven en las redes sociales o por los efectos de la situación política pretendan separarnos; o porque la rapidez de la información no nos permita ser verdaderamente críticos, humanos, incluyentes, diversos, respetuosos y sociables, no debemos ser débiles. Al respecto me parece oportuno transcribir al periodista y abogado Eduardo Rodríguez Giolitti cuando afirma: “Ante el radicalismo la respuesta debe ser la tolerancia. Ser tolerante ante el intolerante es más difícil, pero no renuncio a tal esfuerzo porque la salud de las relaciones sociales así lo requiere, y porque el poder de los recursos comunicacionales a mi alcance me comprometen a dar un servicio de mediación racional”. “…Es la mejor manera de enriquecer los enfoques porque nadie ostenta la exclusividad de la verdad absoluta. Por tales razones, el respeto se convierte en la gran llave de la comunicación y la convivencia y, más que eso, de un mayor provecho de la vida”. (Rodríguez: 2013, 18). Por todo lo expresado, quiero insistir que la ética, aunque ciencia antigua, junto a la razón, deben prevalecer y sobrevivir. Desde las universidades, los docentes debemos insistir sobre la necesidad de valores éticos y humanos, especialmente en las escuelas de comunicación social donde se forman los profesionales en los que toda sociedad cree y confía, sobretodo esta sociedad venezolana actual. Si los docentes no asimilamos que la comunicación social y el periodismo deben priorizar el trabajo como servidores sociales, si no, podríamos caer en el vacío que produciría la carencia de los cinco principios fundamentales que promuevo, estaríamos condenados al caos y la anarquía que asoman sus narices por cualquier abertura. Si llegáramos a perder el norte que nos ofrecen estos principios éticos, será un descaro de nuestra parte echar la culpa al gobierno, al cambio climático, y a la crisis de valores. No podemos enseñar lo que no conocemos ni practicamos. Quienes somos comunicadores, quienes formamos comunicadores y quienes aspiran serlo, debemos aspirar también ser servidores sociales y estar por encima de las circunstancias. Mientras más dificultades hay, más necesarios somos los periodistas y comunicadores integrales. Por eso, no temamos conocernos bien a nosotros mismos, para reconocer y cambiar nuestras actitudes erradas y defectos. Ser razonables, y ejercer la ética desde lo individual, nos hará capaces de cambiar todo lo demás. No pretendamos cambiar al mundo, el país, o la mentalidad de los demás si no empezamos a cambiar nuestra actitud desde nuestro metro cuadrado, desde lo más simple, desde lo cotidiano. La reflexión, el filosofar, nos debe hacer optimistas, porque es mejor comunicar e informar desde la actitud positiva, desde el amor. En cuanto a todo lo dicho, insisto a los comunicadores sociales y estudiantes que no hay lugar para la duda, que no hay cabida al abandono de la objetividad como principio; si esa fuera la decisión, no seríamos éticos y defraudaríamos a toda la sociedad que espera tanto de nosotros. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS DA SILVA, J. (2009). Ensayo: El comunicador social: entre la dimensión humana y el ejercicio ético de su profesión. Tomado de: Ética profesional, Coordinador José F. Juárez P. Publicaciones UCAB, Universidad Católica Andrés Bello. Primera edición, Caracas, Venezuela. Pp. 115-129. GARCÍA, E. (2009). Ensayo: Ética profesional y ciudadana en las sociedades. Tomado de: Ética profesional, Coordinador José F. Juárez P. Publicaciones UCAB, Universidad Católica Andrés Bello. Primera edición, Caracas. Venezuela. Pp. 29-46. MANUAL DE ESTILO DE EL NACIONAL (2014). Libros El Nacional. 6ta. Edición. Caracas, Venezuela. Pp. 7-397. PERDOMO M., R. (2009). Cómo enseñar con base en principios éticos. Universidad de Los Andes. Consejo de Publicaciones. 2da. Edición, Mérida, Venezuela. Pp. 15-207. RODRÍGUEZ G., E. (2013) La emoción de comunicar. Primera edición. Editorial Magenta Ediciones C.A., Caracas, Venezuela. Pp. 5-371. ROJAS P., L. (2009). Ensayo: Sobre los inicios de las profesiones. Tomado de: Ética profesional, Coordinador José F. Juárez P. Publicaciones UCAB, Universidad Católica Andrés Bello. Primera edición, Caracas. Venezuela. Pp. 1-26. REFERENCIAS WEB CÓDIGO DE ÉTICA DEL PERIODISMO VENEZOLANO (CEPV) (2013). XV Convención Nacional de Periodistas del Colegio Nacional de Periodistas, Caracas, Venezuela. Disponible en: http://cdn1.cnpven.org/archivos/80/original_codigoeticafinal.pdf CÓDIGO INTERNACIONAL DE ÉTICA PERIODÍSTICA UNESCO (CIEP) (1983). Disponible en: http://www.academiaperiodismo.org.ar/etica/unesco1.html REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (RAE) (2014). Disponible http://lema.rae.es/drae/?val=OBJETIVO y http://lema.rae.es/drae/?val=objetividad SAVATER, F. (s/f). Ética para Amador”. Digitalizado por Revista Literaria Khatarsis. Pp. 1-59. Disponible en: http://www.paginaspersonales.unam.mx/files/981/Savater_etica_amador2.pdf en: