Hervé Boiser

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Desafíos de la nueva economía
Un marco conceptual para analizar una serie de aspectos de la gestión minera
relacionados con la vialidad de este sector
Para refrescar el análisis de cualquier tipo de espacio de gestión –sobre todo para el caso
de la gestión minera, dado su peso relativo en la generación de riqueza en nuestra
sociedad-, se deben apreciar algunos conceptos nuevos que provean de tal oxigenación.
En todos los espacios de gestión asociados a la capacidad de generar riqueza en un país,
se requiere capacidad de innovación, eficiencia operativa y lo que podríamos llamar
gestión de relaciones de validación. Con este marco conceptual me propongo analizar
algunos aspectos de la gestión minera que veo deben estar presentes pensando en la
viabilidad de este sector. Hablo principalmente desde la actividad consultora –la que
ejerzo desde hace 10 años- en general asociada al tema ambiental, pero que prefiero
desplegar y plantear desde la complejidad del desarrollo sustentable, pero también en
calidad de ciudadano atento a las preocupaciones nacionales.
Considero, al igual que muchos, que la floreciente complejidad del mundo es una crisis
relacional entre los encargados de gobernar y de generar riqueza. Chile siempre ha
tenido problemas en vivienda, educación, salud, previsión, etc. Los textos del Padre
Hurtado, en los 40’, lo muestran claramente. Mientras en Europa reinaba la apostasía
entre generaciones que no querían seguir siendo carnada de guerras geo-etno-políticas,
en Chile estábamos tratando de salir de nuestro aislamiento. CORFO entra al escenario
a tratar de apoyar al país, a dar una cierta visión para aprovechar el contexto. Una
pequeña vuelta keynessiana: el estado algo tiene que hacer dentro del complejo de
generación de riqueza de un país. CAP y ENDESA, entre muchos otros ejemplos,
surgen para poder desarrollar en nuestra industria, un concepto de “empresa social”, por
llamarle de alguna manera, que la historia muestra que hay que saber activar en algunos
momentos. Todos los países desarrollados han tenido su corredor de desarrollo y un
buen acuerdo país entre los actores para darle el tono adecuado a este tema. Muchos
clusters virtuosos de hoy tienen sabor a pasado.
Los desafíos para cada generación –concepto sugerente y escurridizo- son cada vez más
grandes y, para la nuestra, entendida como la que tiene que saber contextualizar los
hechos ocurridos en el período 70-89, el tema es aún mayor. La transformación que se
nos viene encima tiene que ver con una nueva forma de organizarse para generar valor,
una nueva concepción del trabajo, cambio probablemente mayor al de la
industrialización.
Surge entonces, nuevamente, el tema de la tecnología y el cómo usarla. Un ejemplo
muy ajeno al mundo de las Tecnologías de Información y Comunicación fue el sistema
de calefacción centralizado en el siglo XIX , que cambió totalmente la forma de
trabajar, dado que se podía mantener juntas a más personas en el mismo lugar. Con esa
óptica, con esa permeabilidad social para entender la tecnología, es que hay que
contextualizar a Internet, dado que está generando nuevas emergencias en la manera
cómo nos organizamos.
Por otra parte, la gestión de relaciones dentro de la diversidad de territorios está en crisis
en casi todo el mundo. Todos los países tienen hoy el peso de sus instituciones y de
ideas antiguas para insertarse en los contextos que invita la prospectiva. Instituciones
con doscientos años de antigüedad no permiten una adecuada vehiculización del
conocimiento y ritmo para entender los cambios sociales, que es donde hay que insertar
las dinámicas de los sistemas productivos.
En tal sentido, hay que entender algo de suma importancia para nuestro país: en toda su
historia es el Norte el que ha provisto los modelos que ha usado tanto en la organización
del estado como con los referentes para entender el emprendimiento privado, ambos
generadores de riqueza en un país. En otras palabras, hemos vivido atrapados
epistemológicamente, con importación de modelos en todos los espacios de gestión,
herencia persistente de nuestra condición de colonia.
Los desafíos de hoy son enormes para la minería, tanto o más que para otros sectores de
nuestra economía. Y nuevamente CORFO está parando sus antenas para intentar
incorporar un concepto aún más complejo: la innovación en el marco de la sociedad del
conocimiento.
La eficiencia hay que saberla observar y hay que innovar en su búsqueda. Por esto está
planteada en segundo lugar y no en el primero. El cambio organizacional e interorganizacional hacia otras esferas de relaciones debe ser hecho coherentemente. Es una
transformación a una imagen con sentido, donde los conceptos de confianza y
acompañamiento son fundamentales. Ser eficientes no es sólo saber licitar o pedirle más
“rebajas” a la pequeña empresa (incluyo a las consultoras). Esta interfase necesita de
otros aspectos a considerar y a diseñar tales como la propia gestión de la innovación, la
que requiere de una nueva mirada a las relaciones con terceros.
Por lo tanto, no debieran ser los problemas la base de los contextos de gestión. Hay que
saber apreciar, por ejemplo, que los problemas ambientales pueden ser vistos como
áreas de investigación, como propósitos humanos en contextos de gestión complejos.
Hay todo un mundo ligado al desarrollo sustentable que debemos construir en conjunto,
aunque esto asuste a algunos.
Efectivamente, la validación es un diálogo. Es lo que les falta, en muchos casos, a parte
de las fuerzas políticas y productivas de este país. No podemos desarrollarnos sin
validarnos. Sin aceptarnos. Definitivamente hay un gap generacional que llenar entre la
energía que viene con los nuevos profesionales –con la cual interactúo
permanentemente- y el capital social que la generación anterior conoció y casi no
recuerda. Ese capital social –esa es la palabra correcta- es el que tiene que despertar
para armar el diálogo y activar las fuerzas innovadoras del país. Ahí está la interfase
para la validación.
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