CONSIDERACIONES ENTORNO AL PRINCIPIO DE BUENA FE Federico Escóbar Klose Asesor Legal La buena fe se encuentra presente en gran parte de nuestros actos; en nuestras diversas relaciones presumimos, en la generalidad de los casos, la buena fe del interlocutor, del co-contratante, de la autoridad. En Derecho, la buena fe aparece como uno de los principios generales que sirven de fundamento al ordenamiento jurídico. Es así que, la encontramos enunciada en la Constitución Política del Estado, por ejemplo el derecho a la consulta de los pueblos indígena originario campesinos debe efectuarse en el marco de la buena fe (Art. 30 CPE); también, en materia civil – comercial rige el principio de la buena fe, por ejemplo se presume la buena fe de la posesión (Art. 93 Código Civil), los contratos deben ser ejecutados de buena fe (Art. 520 Código Civil), en el Código de Comercio existen varias disposiciones que atañen a los terceros de buena fe (Arts. 13, 23, 139, 140, 455, entre otros), en el ámbito procesal, las partes litigantes deben regir su conducta a la buena fe (Art. 3 Num. 5 Código de Procedimiento Civil). En lo que hace a materia laboral, podemos mencionar a la Sentencia Constitucional 0032/2011-R de 7 de febrero de 2011, que, conceptualizando los principios informadores del derecho al trabajo, señaló que el principio de buena fe “constituye un elemento esencial que debe primar en todo contrato de trabajo, para que las relaciones laborales no se quebranten y pierdan consistencia, concibiéndose el objeto de las leyes laborales como de protección y amparo del trabajador.” En la relación de los particulares (administrados) con la administración pública también rige el principio de buena fe. El mismo constituye un principio general dentro del que debe regirse la actividad administrativa en la relación entre los particulares y la administración pública, conforme lo reglado por el Art. 4 inc. e) de la Ley de Procedimiento Administrativo (LPA), que expresa que se presume el principio de buena fe y concluye en que la confianza, la cooperación y la lealtad en la actuación de los servidores públicos y de los ciudadanos, orientarán el procedimiento administrativo. Al respecto, la Sentencia Constitucional 0095/2001 de 21 de diciembre de 2001, con relación a ese principio, expresó que: “…es la confianza expresada a los actos y decisiones del Estado y el servidor público, así como a las actuaciones del particular en las relaciones con las autoridades públicas. De manera que aplicado este principio a las relaciones entre las autoridades públicas y los particulares, exige que la actividad pública se realice en un clima de mutua confianza que permita a éstos mantener una razonable certidumbre en torno a lo que hacen, según elementos de juicio obtenidos a partir de decisiones y precedentes emanados de la propia administración, asimismo certeza respecto a las decisiones o resoluciones obtenidas de las autoridades públicas…”; lo cual conlleva que la actuación de la administración púbica debe ser tal que permita generar confianza y certidumbre en el particular; y en caso que dicha actuación no se enmarque en el principio de buena fe, vulnerando deberes o funciones que sean propias del ente público, como ser el de proporcionar información completa al particular (en el marco del derecho constitucional de acceder a información), que induzcan en error al particular y le generen daños y perjuicios, se debe estar a lo dispuesto por el Art. 113-I de la Constitución Política del Estado que determina que la vulneración de derechos concede el derecho a la indemnización, reparación y resarcimiento de daños y perjuicios en forma oportuna.