MARCO TEÓRICO Arquitecto Juan Martínez Gutiérrez nació el 8 de Febrero de 1901 en Bilbao España. Llega a Chile en 1909 con su familia, donde estudia arquitectura entre 1918 – 1922 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, institución a la cual estará vinculado gran parte de su vida profesional. Su fuerte vocación artística lo lleva a desarrollar paralelamente estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes. En 1927 es nombrado Profesor Agregado de Composición Decorativa en la Escuela de Arquitectura y al año siguiente de Composición de Arquitectura. Esto va a ser el inicio en la docencia para Juan Martínez, quién será de suma importancia en cuanto a influencia en la formación de sus alumnos de la Universidad de Chile. Se desempeñó como arquitecto, pintor y profesor de arquitectura. Fue decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile en tiempos de grandes cambios destacándose su gestión de rechazo de los formalismos impuestos por grupos progresistas. En 1928, terminada su labor en el Pabellón de Sevilla (concurso que ganó en 1927 para la Exposición Internacional) viaja durante 3 años por Europa, estudiando y dibujando la arquitectura de varios países. Es en éste periodo donde conoce y estudia las obras más importantes y significativas del Racionalismo y Expresionismo en arquitectura y toma contacto con algunos de los pioneros de la arquitectura moderna europea. Conoce los talleres de Hans Schauron en Berlín y de Holzmeister en Viena, asiste a la segunda Bauhaus de Dessau en ese momento dirigida por Mies van der Rohe, conoce la obra de Peter Behrens, Mendelsohn, Perret, Le Corbusier y Walter Gropius. En su regreso a Chile, impulsa en la Escuela una arquitectura mucho mas funcionalista, pura en sus expresiones formales, abandonando el decorativismo historicista imperante. En 1946 participó en la reforma de la enseñanza de la arquitectura que propuso la formación humanista e integral del arquitecto. La actividad docente y profesional la complementará con la gremial. En 1952 es nombrado presidente del Colegio de Arquitectos de Chile y en 1969 es reconocido con el Premio nacional de Arquitectura. Fallece en Santiago en 1971 a la edad de 70 años. Entre sus obras más reconocidas se encuentran la Escuela Militar, la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y el Templo Votivo de Maipú. Obra A raíz del incendio de la antigua escuela de Medicina de la Universidad de Chile (que data de 1889), ocurrido en 1948, el Consejo Universitario de ese entonces presidido por el rector Juvenal Hernández, realizó un estudio para la construcción de un nuevo edificio abordando dos aspectos: El primero, de carácter inmediato, la rehabilitación provisoria de la Escuela de Medicina, para asegurar el desarrollo normal de las actividades administrativas, docentes y de investigación. El segundo, de carácter general, relativo a la edificación, que planteaba dos problemas, uno vinculado a lo arquitectónico y urbanístico, y el otro, exclusivamente pedagógico y científico en orden de dar una nueva estructura a los estudios universitarios, estimulando la conservación y transmisión del conocimiento científico por medio de una enseñanza de carácter práctico, de forma más activa, y fomentando la investigación científica como fundamento de la función creadora y docente. La Facultad de Biología y Ciencias Medicas designa una comisión para la reconstrucción de la Escuela de Medicina a cargo del Dr. Alejandro Garreton, ésta comisión fija las necesidades técnicas que necesita la facultad y también pide diferentes informes a los profesores sobre cosas que podrían necesitar en sus laboratorios y respectivas cátedras. Con la recopilación de todos estos antecedentes se realiza el encargo para la obra que presenta una Escuela de Medicina como un centro, un taller, un laboratorio donde el estudiante encuentre reunido todos los elementos de observación, estudios prácticos y teóricos. En medio del proceso de reforma de la educación que se vivía en el país, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile en 1946, proponía distintas posturas sobre los cambios docentes, una de ellas era la del arquitecto Sergio González, quién tenía como tema respecto a la práctica profesional, el deseo de terminar el proceso docente con un “taller de práctica” en el cual el alumno, junto a sus maestros enfrentara la compleja “praxis” de la obra inserta en la realidad de su sociedad. Es así, como bajo este alero, nace un movimiento con la idea de aplicar este sistema en la propia escuela de Medicina de dicha Universidad. 4 Lo anterior explica muchas de las decisiones del proyecto, como el tema de la ubicación. Dentro de los terrenos que ofrecía el gobierno se encontraba un sitio aledaño al Estadio Nacional y algunos otros; Sin embargo, los motivos de insertar a los alumnos en un ambiente relacionado con la práctica, las dimensiones que permitirían la formación de una ciudad universitaria y el carácter populoso del barrio que facilitaría a los alumnos a encontrar habitaciones mas de acuerdo con sus medios, llevó a la decisión de optar por los terrenos aledaños a la Av. Independencia, sector reconocido como una zona relacionada con la salud por la presencia de diversos hospitales y el instituto médico legal, permitiendo así a los alumnos una permanente vinculación con temas de practica laboral. Por esos años, la idea del “campus universitario” que se venía propagando desde ya hace algunos años con la Universidad de Concepción como pionera, reuniendo en un solo conjunto el total de la institución universitaria, residencias de alumnos y profesores e instalando el conjunto en el espacio abierto, adquiría fuerza y se pretendía realizar con la Escuela de Medicina. La propuesta consideraba a la Escuela como edificio principal del posible campus aprovechando el amplio terreno de 44 hectáreas, más la posibilidad de una ampliación al Cerro Blanco. Bajo este contexto, se llama a concurso para la construcción del nuevo edificio, DATOS DEL CONCURSO produciéndose conflictos debido a las intenciones que tenía el gremio de Arquitectos, en especial el Colegio de Arquitectos, de que el concurso no se llevara a cabo eligiendo directamente a un grupo profesional, sea oficina de construcciones o taller de práctica, sino que se llevara a cabo en un concurso público de arquitectura. Si bien las autoridades ceden ante la presión, en un principio querían que el concurso solo fuera para arquitectos titulados de la Universidad de Chile, sin embargo el alegato del Colegio de Arquitectos llegó a la luz pública lo que hizo que finalmente el concurso fuera para todos los arquitectos del país. Cabe mencionar que debido al bullado concurso, el conflicto repercutió con más fuerza entre los docentes de la Escuela de la Universidad Católica, quienes comprometidos con el movimiento moderno desde su reforma del 49, criticaron a Juan Martínez ya que su formación representaba a la academia y el pasado, en una etapa en que existían grupos progresistas que apoyaban una línea de protesta asumida bajo el seguimiento formal de la escuela de Le Corbusier. 5 DISCUSIÓN BIBLIOGRÁFICA La discusión bibliográfica se articulará en 3 partes principales. Una primera discusión sobre el estilo arquitectónico de Juan Martínez. Una segunda parte que trata de la obra en sí y su relación con el movimiento moderno para pasar finalmente a la tercera etapa que analiza y discute de la obra y su funcionalidad de una manera más particular que las anteriores. En los libros Ciento Cincuenta Años de Enseñanza de la Arquitectura en la Universidad de Chile (18491999) y en Premios Nacionales de Arquitectura (1969-1985), se escribe sobre la vida y obra de Juan Martínez. Se pone énfasis en sus viajes por Europa y su acercamiento con grandes exponentes del expresionismo y racionalismo alemán imperante en esa época, lo que se reflejo en su regreso a Chile al realizar una arquitectura mucho mas funcionalista, pura en sus expresiones formales, abandonando el decorativismo historicista imperante. Sin embargo en la revista CA Nº43 que habla sobre los concursos de arquitectura. Se recuerda la polémica generada por el concurso para la escuela de medicina de la universidad de Chile en que tanto alumnos como docentes lo critican por su estilo, el cual contiene elementos vinculados con arquitectura pasada lejos del movimiento moderno. Sin embargo en su labor docente (como profesor y decano) también es destacado en los primeros libros analizados. Se habla del trabajo con sus alumnos en el Taller, fue inculcando las ideas de una nueva arquitectura, y una nueva forma de enseñarla. Aplicando una metodología en donde el alumno descubre gradualmente y por sus propios medios y capacidades de análisis, el cómo hacer arquitectura. Creó una tradición que fue mantenida por sus ayudantes, profesores auxiliares y alumnos. Pasando al tema de modernismo como estilo, los escritos sobre la obra se contradicen. En el libro la expresión de la forma y la función en la arquitectura de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile el autor David moreno realiza una descripción del carácter funcional del edificio, en él introduce lo siguiente: “Queremos que el organismo arquitectónico nazca claro, desnudo y luminoso, partiendo de su ley interna, sin mentiras ni artificios; que haga suyo el mundo de las máquinas, de la radio y del automóvil; Que manifieste funcionalmente su sentido y finalidad por la tensión interna y recíproca de sus masas y rechace todo aquello que permite disminuir o velar la forma absoluta del edificio.” (1) Esto lo complementa hablando sobre la arquitectura moderna como un sistema funcional, con soluciones unitarias, convirtiéndose así en una representación de razón instrumental que extrae de las condiciones objetivas del programa y de la técnica. La superficialidad formal y su unidad externa ficticia (donde solo son modernos los procedimientos técnicos) abandonan la idea de la arquitectura como vínculo de relaciones formales, funcionales y de significados haciendo posible así la integración de la técnica y arte. “Se entiende la obra como elementos yuxtapuestos e unidades independientes reunidos por un plan de organización donde la unidad se compone de partes que coinciden y corresponden a una idea común, un organismo que se desarrolla desde dentro” (2) “La arquitectura no funciona sino que permite e incluye determinados esquemas de conducta humana a los que da lugar” (3) A su vez, la forma en la arquitectura moderna, determina dos principios: La voluntad de expresión del arquitecto y la función de la obra. Las cuales deben estar correctamente articuladas ya que suelen encontrarse en oposición. Por sobre todo la forma es una configuración relevante, un orden a partir del cual se inicia el proyecto de comprensión, configuración y problema de arquitectura. Todo el análisis realizado en este texto sobre la obra es contradicho fuertemente por la revista “Adelante” de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, donde se menciona que “el proyecto premiado es la antítesis de lo que se enseña en la arquitectura en Chile” (4) (1), (2), (3) Libro recopilatorio “La Expresión de la forma y la función en la arquitectura de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.” Autor: Wren Strabucchi y Horacio Torren. (4) “Adelante”, revista oficial de FEUC. Año 1, N° 5, octubre, 1951 6 Como último paso revisamos la bibliografía que habla de la obra en sí. En la revista CA nº43 que habla sobre los concursos de arquitectura, específicamente de la Escuela de Medicina de la UCH. Abraham Schapira define el estilo arquitectónico de Juan Martínez como “una línea de racionalismo casi religioso, acotado por una monumentalidad clásica… Su rigurosa concepción funcionalista de la planta terminaba expresándose mediante fuertes volúmenes en un énfasis formal típico del movimiento racionalista pre-industrial, atado aún al expresionismo germánico de principios de siglo” (5) Habla sobre los grandes proyectos del Arquitecto como un ejemplo de planteamiento a escala urbana en el cual, Juan Martínez no estaba acostumbrado a abordar en sus proyectos de edificios públicos, ejemplos de estos casos son: la Escuela Militar, el Pabellón de Chile en la exposición de Sevilla, el Templo Votivo de Maipú y el Santuario de la Patria. En todos estos proyectos destaca lo aislado de su entorno, a diferencia de la Escuela de Medicina que incluso tiene el Hospital al que se tuvo que anexar. Se destaca también esta nueva estética demandada por lo moderno de la importancia de la relación con el contexto, de intentar una buena orientación de los edificios intentando crear ejes urbanos capaces de ser percibidos por un observador en movimiento a la velocidad del automóvil. Menciona a la Escuela de Medicina como un proyecto de gran simplicidad en su forma con cuerpos que se identifican según sus funciones agrupados según su jerarquía creando espacios libres y diferenciados de acuerdo a su uso y destino, sin embargo critica bastante al proyecto de Juan Martínez como los de otros participantes del concurso para la Escuela de Medicina “ninguno de los proyectos del grupo contestatario moderno, lograron un nivel de desarrollo convincente”. (6) En el mismo texto el Proyecto de Juan Martínez es criticado bastante entre otras personas por Guillermo Ulriksen quién argumenta el mal funcionamiento del edificio, específicamente que la plazuela tiene una mala orientación, que el hall es desarticulado por la escalinata interior que desorienta el tránsito de los peatones y elementos estéticamente incompatibles, como los “dominantes verticales del pórtico y las dominantes horizontales de las demás fachadas.”(7) Maqueta del Proyecto de Simón Perelman Fuente: Revista CA 43. Pág-28 (5), (6), (7) Revista CA Nº43 “Encrucijada de los concursos” 7 OBJETIVOS GENERAL La base de esta investigación es identificar problemáticas específicas respecto a la inserción en el contexto actual (contexto que no necesariamente es físico sino que también puede ser entendido como reflejo de una relación histórica y cultural) de obras de Arquitectura Moderna en Chile, estableciendo descalces y ajustes entre: PROYECTO-OBRA-LUGAR. ESPECÍFICO Si bien entendemos la obra como una forma creada a través de la necesidad y sumamente funcional, nos interesa saber si es que esta funcionalidad se traspasa al edificio a una escala mayor, particularmente si logra entablar algún tipo de relación con su contexto ya sea inmediato como urbano. Reconocer si estas relaciones son simplemente visuales de la obra con algún punto de la ciudad, de la obra como remate de algún eje, si se crean nuevos espacios (llenos-vacíos) de carácter más “urbanos”, si se cierra la obra a la calle y al peatón o si es que se integra a la ciudad. Una vez descubierto como se relaciona la obra con el contexto nos centraremos en estudiar el funcionamiento de esta relación, ejemplo: si se crea un nuevo espacio, ver los usos de éste, si se usan para nuevas acciones, si resaltan hechos o son quizás simplemente decorativos. Abordar el problema bajo dos perspectivas: - Desde la importancia que tiene la “espacialidad del vacío” y no de la masa en el edificio. - El papel que juega la orientación del edificio como eje a escala urbana perceptible por el usuario (noción de movimiento) 8 HIPÓTESIS La forma que adquiere el edificio es dominada mayoritariamente por la planta en forma de peineta que se genera por la articulación de partes individuales en un todo. Esta composición formal va generando vacíos similares a los llenos que comienzan a ser espacios parecidos a pequeñas plazas donde transcurren diferentes hechos o situaciones, desde ser un refugio para el sol hasta una sala cuna. En una escala inmediata, la escala del estudiante, la relación obra-contexto se hace evidente de una manera vivencial, el dialogo que se genera con el edificio se da en el uso “extra-programático” que se les da a los espacios entre volúmenes. Los distintos usos que comienzan a aparecer en los vacíos se deben más a la necesidad de infraestructura para los usuarios (como estacionamientos o lugares para comer) más que la búsqueda de un “buen” lugar para estar. Según Guillermo Ulricksen, “El proyecto premiado tiene una plazuela prácticamente igual a la de la Escuela de Leyes, fría y sombría que pudo haber sido ubicada en sentido inverso para recibir plenamente al sol.” 9 Ahora bien, en una escala más urbana la relación que se produce es de un carácter más visual, más perceptivo. Como peatón, el elemento que a primera vista nos relaciona con la obra es la plaza de acceso que se abre hacia independencia en forma de “C”, acogiendo al peatón. Actualmente la plaza está cerrada y solo se le permite el ingreso a personas que tengan algo que ver con la universidad. Pensamos que quizás Juan Martínez no lo pensó cerrado, sino como un espacio abierto pero que por razones de seguridad se tuvo que cerrar. Esta plaza hace que la fachada principal de grandes columnas se aleje de la calle y queda retrasada con respecto a los otros dos volúmenes que cierran la plaza, esto provoca que la fachada principal se vaya descubriendo poco a poco al ritmo del paso del patón. Esta plaza de acceso, como también la que se encuentra fuera de la biblioteca, hacia la intersección de las calles Independencia con Alberto Zañartu, se comportan como espacios intermedios entre el ingreso a la obra y la ciudad, provocando un traspaso no tan brusco entre una escala y otra. Es muy diferente tener una fachada continua pegada a la calle, que varios volúmenes articulados en diferentes posiciones que intentan crear una pequeña fusión entre la ciudad y la obra. 10 DESARROLLO Para el análisis de la obra, nos acercamos por dos temáticas: La primera según el estudio de los vacíos del edificio y la segunda desde una mirada más amplia relacionada con la percepción que se tiene de la obra desde la ciudad, la obra como eje urbano. El edificio se destaca por los fuertes volúmenes, los cuales sobresalen del eje central de la obra a modo de “peineta”, generando espacios de llenos y vacíos. La forma en que se articulan estos volúmenes según sus funciones, brinda la inmediata impresión de ser lugares donde se desarrollan diferentes programas, pero paralelos dentro de la actividad global-académica de la facultad. En cuanto a la escala local, estos volúmenes generan espacios que dan cabida a diversas actividades o programas que, debido a las características del lugar, se han ido desarrollando e incorporando al programa principal. Por consiguiente, en los espacios vacíos que quedan entre los volúmenes, se pueden observar programas tan diversos como un improvisado estacionamiento, un jardín decorativo, sectores de pasto donde se puede estudiar o almorzar y una guardería de niños, ubicada en una de las “peinetas” que da a Av. Independencia. Estos usos que en un primer momento se dan como accidentales, como es el hecho de utilizar el jardín como lugar para almorzar, se van formalizando con el tiempo hasta darle una definición más seria al espacio y su designado programa. Luego la Facultad institucionaliza estos sectores y los acoge como espacios bien definidos. La multiplicidad de usos en estos sectores se da principalmente por la diversidad de programas que surgen en un lugar tan concurrido como es la facultad y su entorno, y la creciente falta de infraestructura. Es esta falta de servicios, que probablemente no estaba considerada cuando fue proyectado el edificio hace más de 50 años, la que hace que estos vacíos sean aprovechados. En la relación que se genera entre la obra y la calle, los llenos y vacios también entran en correspondencia. Esta discontinuidad en la volumetría funciona como “amortiguadores” en el traspaso desde la calle al edificio. Es decir, el traspaso entre el mundo del barrio y el local se da como una transición gradual. Usos entre volúmenes Fuente: Elaboración Propia 11 El peatón al aproximarse por la calle en forma tangencial a la fachada, puede apreciar el volumen como una gran masa que va revelando su verdadera forma, un conjunto de volúmenes, a medida que se avanza. Es así como se logra descubrir con el paso la gran fachada y plaza central que acoge. Ésta plaza actualmente está cerrada a la calle mediante un enrejado, aun así es el preámbulo desde donde se tiene una primera impresión más acabada de la volumetría de la fachada, más que del edificio completo. Esta sección de la fachada, casi escondida desde el ángulo de aproximación de la calle, se revela y se aprecian sus grandes pilares que acogen un gran espacio intermedio, de transición entre la plazoleta y el interior. Este acceso amortigua aun más el traspaso ya que permite el recorrido paralelo al acceso y los pilares, donde los estudiantes utilizan como lugar de espera bajo el gran alero del acceso. Luego del traspaso, un hall de acceso termina de recibir al peatón que ingresa al edificio. Desde ahí el edificio genera los ejes de recorridos internos dentro de la Facultad y se desvincula finalmente de la calle. Por lo tanto la obra se aprecia de formas distintas a medida que el peatón se aproxima, se relaciona con ella y la calle, y se ingresa. Aun así, este descubrimiento del edificio es paulatino y corresponde al ritmo del peatón. Este hecho también se aprecia en las otras fachadas del edificio, en donde los volúmenes y vacíos siempre predominan por sobre la fachada continua. Secuencia traspaso Fuente: Elaboración Propia 12 Finalmente cabe destacar otro aspecto importante como es la influencia que ejercen las ideas de precursores de la arquitectura moderna tales como Mendelsohn, en la obra de Juan Martínez. Esto se aprecia en la manera en que se incorpora el concepto de dinamismo en la obra. Su aproximación desde el paisaje urbano y como el peatón, va descubriendo el edificio y su relación con el contexto inmediato. La idea de velocidad se plasma en el trabajo de la Facultad de Medicina en cuanto a la incorporación del automóvil en la percepción de la obra, especialmente en las columnas de la fachada principal. Croquis de Juan Martínez Fuente: Revista CA Nº43. Pág 26 . 13