Análisis de la derogada figura del Avenimiento prevista en el artículo 132° del Código Penal de la Nación Argentina. ¿Es razonable su derogación? *Por Pablo A. Barbirotto. La figura del avenimiento, consagrada en el texto del articulo 132 del código penal, fue “velozmente” derogada por la Cámara de Diputados de la Nación. Se hace referencia al término veloz, no en razón de eficacia, sino por que el proyecto fue aprobado tan solo en media hora y sin debate alguno. El tema ya había sido tratado una semana antes por la Honorable Cámara de Senadores, por lo que al ser a ser aprobado por unanimidad por la Cámara baja, el proyecto se convirtió en ley y llevará el numero 26.738. Sin lugar a dudas, el caso de la joven pampeana Carla Figueroa, que se casó con el hombre que la había abusado, y a los pocos días de recuperar la libertad la ultimó a puñaladas, fue el detonante para que ambas cámaras aprueben por unanimidad la derogación de la figura del avenimiento. Análisis de la derogada figura del Avenimiento prevista en el artículo 132° del Código Penal de la Nación Argentina. El articulo 132° in fine del Código Penal, vigente hasta esta supresión, establecía en su parte pertinente que si la victima “…fuere mayor de dieciséis años podrá proponer un avenimiento con el imputado. El Tribunal podrá excepcionalmente aceptar la propuesta que haya sido libremente formulada y en condiciones de plena igualdad, cuando, en consideración a la especial y comprobada relación afectiva preexistente, considere que es un modo más equitativo de armonizar el conflicto con mejor resguardo del interés de la víctima. En tal caso la acción penal quedará extinguida; o en el mismo supuesto también podrá disponer la aplicación al caso de lo dispuesto por los artículos 76 ter y 76 quáter del Código Penal”. En primer término debemos definir que se entiende por el vocablo avenimiento. Esta palabra proviene de “avenencia” que es convenio, unión, conformidad, acuerdo. El avenimiento que estaba contemplado en el código penal, consistía en un acuerdo, que tenia como punto de partida una propuesta formulada en libertad e igualdad de condiciones, por la supuesta víctima mayor de 16 años, que redundaría en su propio beneficio, en tanto haya existido entre las partes una relación afectiva preexistente. El mérito que el Juez realizaba sobre el “acuerdo” era el modo más equitativo de armonizar el conflicto. El giro idiomático que practica el tipo es lindante con las técnicas de mediación. Se sostenía que el avenimiento era la primera admisión legislativa de conciliación en materia penal. En realidad se incorpora la conciliación y la mediación al derecho de fondo. Más no se debe soslayar, que este acuerdo era “valorado”, por quien seria en definitiva el que decidiría o no sobre la conveniencia de la aplicación de este instituto. En esta inteligencia se ha dicho que el “avenimiento” suponía un trabajo de mediación y recomposición de vínculos entre agresor y damnificado. Coincidimos con Creus que “no se trataba de una excusa absolutoria”, como pensó alguna vez parte de la doctrina cuando le tocó opinar sobre el casamiento del autor del ilícito con la ofendida. Seguramente quienes coloquen el foco en el universo del derecho procesal verán el avenimiento, como un resultado del principio de oportunidad, y en ese sentido no estarán errados. 1 Procedimiento Como vimos la figura del avenimiento era de aplicación excepcional y solo para casos muy puntuales, pues el articulo 132° exigía que: “: 1.) La propuesta sea formulada por la víctima; 2.) La realice en forma libre y 3.)Sea en condiciones de igualdad. Veamos las distintas alternativas que se podían presentar: a.) El Juez ante la propuesta de avenimiento debía formar pieza separada de las actuaciones, es decir, un incidente. De esta manera no se interrumpía la normal investigación del proceso. b.) El primer tema a dilucidar se centraba en el hecho que esta propuesta sea realizada personalmente por la víctima, a través de sus representantes o bien “una presentación compartida”. Dentro de la posición que la víctima personalmente comparezca, era recomendable que lo haga en cuerpo presente, es decir en audiencia. Si la víctima era menor de 18 años y mayor de 16 debía ser asistida por un representante legal. Es que una cuestión de tal gravedad como la traída al sub exámen, donde estaba en juego la “integridad” de la víctima, “el bien Justicia” a cargo de la administración de Justicia y “la libertad” del imputado, ameritaba la intervención necesaria e ineludible del asesor de menores o representante del ministerio publico pupilar. (art. 59 del C. Civil ) Sin perjuicio de ello, los representantes naturales (padres) o legales (tutor), como así también –si hubieren asistido al menor de edad- autoridades de organismos públicos o privados, podían estar presentes en la audiencia o bien prestar su conformidad al respecto. La audiencia personal, traía inconmensurables beneficios al proceso. A través de la inmediatez, el juez podía tener una impresión nítida, real y sincera de la propuesta. Como él debía “evaluarla”, de inmediato tendría una sucinta información de los dos planos sobre los cuales gira esta propuesta: “libertad e igualdad”. Por esto, la audiencia de “visu” era, a todas luces, lo más conveniente para el proceso. A mayor abundamiento, abonando el criterio de esta tesis, debe tenerse en cuenta que era el ese Juez el que debe valorar la propuesta y no otro. c.) El Juez podía rechazar “in limine” la petición cuando ésta no cumplía con los extremos objetivos exigidos por el tipo (por ejemplo, si la víctima tenia 16 años o menos). En este caso podía hacerlo por decreto, más en caso que consideraba el rechazo, por ejemplo: por ser inconveniente para los intereses de la ofendida, era más conveniente que lo realizara mediante auto. d.) Podía ocurrir que el Juez necesitara de informes o asesoramientos para resolver la cuestión (por ej. peritaciones o estudios psicológicos, sociales etc.). También podía consultar testigos (por ej. parientes) en referencia a la conveniencia o no de la propuesta. 2 Como puede observarse con toda claridad, el avenimiento era una forma de evitar la intervención del Estado en un conflicto entre particulares. Desde hace tiempo ya “el Derecho Penal intenta buscar alternativas a esta “amarga necesidad” que ha sido considerada la pena. Se intentó canalizar las pretensiones alternativas desde un “derecho penal mínimo”, en tanto se pobló el Derecho Penal de discursos de tilde “garantista” que -lejos de ponderables intenciones- no alcanzan a solucionar los conflictos. Con la llegada de las ideas de Roxin, por la década del 70, las cuestiones de política criminal pasaron a nutrir la dogmática jurídico penal, siendo de primordial interés “el fin y función de la pena” como tema preponderante. De última generación son las ideas de Jakobs que, si bien cuestiona la teoría del bien jurídico como fundamentadora exclusiva de la sanción penal, le guarda un importante espacio en delitos donde el consentimiento de la víctima resulta “absolutorio”. Si se acepta esta idea, y es precisamente la víctima (integridad) quien expresa la propuesta de avenimiento, no habría por parte del victimario quebrantamiento de rol alguno, ni ninguna expresión de sentido de contenido defectuoso.” 3 En este orden de ideas, sin temor a equivocarnos, podríamos afirmar que la figura del avenimiento estaba perfectamente garantizada por el artículo 132° de nuestro Código Penal. Entonces, el interrogante que debíamos formularnos, antes que apelar a su derogación, seria ¿quien controla que esas garantías sean reales y efectivas?. Por ello, en el caso de la joven de General Pico, como en cualquier otro que fracase el instituto, habría que analizar, ¿por que se falló?, ¿cuáles son las instituciones que no cumplieron con su deber? o lo hicieron de manera deficiente, y en su caso la responsabilidad que le cabe al estado en controlar si el consentimiento prestado por la víctima a favor de su victimario era libre e igualitario. Estamos convencidos que la derogación del avenimiento no es una solución eficaz en la lucha de erradicar o mitigar la violencia de genero. Es responsabilidad del Estado dar una solución al problema de la violencia contra las mujeres, principalmente a través de políticas públicas que contribuyan a fortalecer su autonomía Lamentablemente, una vez más, pareciera ser que la agenda legislativa se rige por los titulares de los medios de comunicación, el clamor social y la demagogia legislativa. Esta realidad se traduce en la poca seriedad con la que se abordan estos temas, donde el debate es inexistente y en el supuesto de acaecer se da sin ningún rigor científico y/o doctrinal. Sin lugar a dudas, se requería un tratamiento más responsable y sensato, alejado del clamor público y de un caso concreto ocurrido recientemente. Pues de lo contrario ante cada hecho delictual de determinadas características que provoque el estruendo social se ensayaran absurdas modificaciones al código penal, tal como ocurriera años atrás con la reforma “Blumberg”. ______________________________________________________________________ *Abogado. Escribano. Especialista en Derecho Penal. Doctorando en Cs. Jcas. y Soc. Defensor de Pobres y Menores N° 8 –Supl– Paraná – Entre Ríos. [1/3]PARMA, Carlos “Avenimiento”. Consultado http://www.abogadoscorrientes.com . en 08 de abril de 2012 [en Línea] en