Diario Comercial, Económico y Empresarial Nro 64 – 02.03.2016 El avenimiento falencial tiene sus límites (y requisitos...) Por Héctor Osvaldo Chomer Sucede muchas veces que el trámite de los avenimientos se extiende largamente e, incluso, que al reunirse los requisitos hayan transcurrido muchos años. Las razones por las que se demoran dichas conclusiones son amplísimas y muy variadas; más, en general, sucede que inicialmente los peticionarios no han reunido la unanimidad necesaria o pretenden que el juez soslaye que existen acreedores que no han participado de dicho acuerdo. Es que, muchas veces, los fallidos por verse urgidos por levantar su estado falencial, acuerdan con unos pocos acreedores mayoritarios y sostienen no localizar a los restantes acreedores, lo cual no siempre es imposible. Acaso lo sea en ciertas situaciones puntuales, mas no es ese el caso si los acreedores son entes públicos o sociedades reconocidas públicamente por prestar servicios a la comunidad (aguas, electricidad, gas, etc.). No creo que deba autorizarse por acción u omisión jurisdiccional que se demore largamente la formulación o concreción definitiva de los avenimientos, porque ello provoca innecesarias situaciones conflictivas. Es que, si el acuerdo presentado originariamente no reúne los requisitos de la ley falencial, ha de ser directamente rechazada la posibilidad de concluir el proceso por avenimiento. Esa posibilidad habrá de haber fracasado y no es admisible que el proceso se demore a la espera de la reunión de los recaudos faltantes. Es que no sería admisible que los requisitos fueran presentados en cuotas y estertores. Lo que sucede en casos es que se solicita al fallido cumpla ciertos recaudos faltantes y esa satisfacción se demora largamente. Lo lógico no es supeditar a la voluntad del deudor los tiempos del proceso ni la determinación del modo de conclusión, sino juzgar si los requisitos de la presentación (avenimiento) estuvieran completos y si faltara alguno, rechazar o pedir su integración en breve plazo, bajo apercibimiento de considerar desistido el pedido u otra fórmula que permita concluir el tema con certeza. Porque el juez no debe suspender las realizaciones a la espera de la superación de los defectos de lo que ya fue rechazado, sino que debe proseguir con el proceso y concluirlo por otro modo, sea cual fuera ese. El avenimiento constituye un modo de conclusión que debe ser acreditado en un acto único y es admisible en la medida de que sea unánimemente aceptado por los acreedores, salvedad excepcional de aquellos de ubicación imposible. Por ello, o aceptan todos y ello es acreditado originariamente al momento de la presentación al juez (salvo la excepción antes mentada, la cual debe justificarse adecuadamente), o cabe rechazar el avenimiento. Por ello es extremadamente relevante que el juez sea claro al tiempo de destacar los defectos u omisiones del avenimiento propuesto y ha de ser claro en el sentido de que resulta rechazado por tales motivos. Una vez firme tal solución desestimatoria, queda continuar el trámite para procurar realizar el activo lo más pronto posible o concluir el proceso por cualquiera de los restantes modos posibles. Otro problema se presenta si aún efectuado tal rechazo, los requisitos ya cumplidos son útiles para intentar otro convenio posterior con los acreedores. Creo que ello es posible, en la medida de que las circunstancias no hayan variado ni transcurrido un plazo excesivo y si el consentimiento del acreedor fue dado para la conclusión de la quiebra y no se explicite un plazo límite para conseguir aquello. Es por eso que, repito, el magistrado ha de ser extremadamente claro, no demorar el trámite y, en su caso, disponer el rechazo del avenimiento propuesto y firme tal intento fracasado, se impone seguir el trámite independientemente de que el deudor pudiera reintentar la aprobación del acuerdo satisfaciendo luego y en otro intento los requisitos antes omitidos.