RESEÑAS

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REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA
Año XXIV, Nº 49. Lima-Hanover, 1er. Semestre de 1999, pp. 291-293
RESEÑAS
Irma Llorens, Nacionalismo y literatura. Constitución e
institucionalización de la "República de las letras cubanas"
(Lleida: Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos, 1998).).
El problema que plantea la constitución de ese objeto que en
la modernidad conocemos como "la nación" ha constituido un tema
de reflexión reiterado en el panorama crítico contemporáneo.
Desde los trabajos de Eric Hobsbawm hasta Homi Bhaba pasando
por las lúcidas reflexiones de Edward Said, Terry Eagleaton,
Edward Said o, en el caso latinoamericano, los análisis de Enrico
Mario Santí, Antonio Benítez Rojo, Julio Ortega, Juan Gelpí o
Julio Ramos, la ya clásica pregunta de Ernest Renán -"¿Qué es la
nación?"- ha proliferado en otros interrogantes y aproximaciones
que, escapando a todo esencialismo ahistórico, han buscado definir
las estrategias que soportan la construcción narrativa de la
identidad nacional: ¿Cuáles son las condiciones histórico-sociales
que determinan la emergencia de los estados nacionales? ¿Cuáles
son los discursos que otorgan coherencia ideológica a esa
construcción? ¿Qué sujetos, disciplinas, tradiciones y proyectos allí
se configuran? ¿Qué autoridades los enuncian y qué instituciones
los avalan? ¿Qué cortes y exclusiones se operan en esta estrategia
de identidad?
Irma Llorens inscribe su trabajo sobre la "República de las
letras cubanas" en la estela que trazan estas preguntas.
Investigando la genealogía de la noción de «cubanidad» Llorens
estudia el campo intelectual cubano entre fines del siglo XVIII y
mediados del siglo XIX, buscando definir allí la relación entre el
discurso Político nacionalista y la emergente literatura nacional.
En el contexto específico que en Cuba dibuja la crisis del imperio
colonial español -el período comprendido entre la capitanía
general de corte liberal de Luis de las Casas, iniciada en 1790, y el
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férreo control dictatorial que instituye Miguel Catón entre 1834 y
1838- Llorens lee la obra ensayística de los letrados Félix Valera,
José de la Luz y Caballero, Domingo del Monte y José Antonio
Saco, relevando el mapa ideológico del nacionalismo cubano. Como
hace evidente su inteligente trabajo, la literatura cubana, inscrita
como una parte integral de los procesos sociopolíticos que tienen
lugar durante la fase formativa del movimiento nacionalista, se
constituye desde sus orígenes como "un conjunto de discursos y
prácticas que se proponen fijar y reafirmar la identidad nacional”
Y como una institución que contribuye a viabilizar los proyectos de
la élite intelectual que cuestiona la legitimidad y la autoridad del
régimen colonial. La atenta lectura de la obra de Varela, del
Monte, Luz y Saco que desarrolla esta investigación, permite
comprender esa .nación sin estado" que es Cuba en el siglo XIX,
como el producto de un proceso narrativo o, para decirlo con
Hommi Bahba, como una "forma de elaboración cultural% un
proceso de "invención de una tradición" (Hobsbawm) que
materializa textualmente la toma de conciencia histórica de un
grupo intelectual que define "lo cubano" frente a lo español, "lo
propio y nuestro" frente al "otro" negro y esclavo y, en el proceso de
hacerlo, se autoriza como garante y enunciador privilegiado de la
identidad de la patria.
Siguiendo de cerca los ya clásicos análisis de Manuel
Moreno Fraginals, así como los más recientes trabajos de Franklin
Knight, Manuel Benítez Rojo, Louis Pérez y Rebecca Scott, Llorens
estudia los límites y contradicciones que enfrenta la constitución
de una ideología liberal burguesa en la Cuba decimonónica; un
contexto marcado por la economía del azúcar y por el modo de
producción esclavista. Frente a una .sacarocracia" inmovilizada
políticamente en su incapacidad de asumir cualquier
reivindicación que cuestione la estabilidad del orden social téngase en cuenta el horror que inspira la presencia amenazante
del esclavo negro y el fantasma de la rebelión haitiana- es la rama
ilustrada de la pequeña burguesía, según Llorens, la que encabeza
el movimiento nacionalista. En todo caso, y más allá de
contradicciones de clase, la esclavitud constituyó en Cuba un
obstáculo ineludible para el desarrollo del concepto burgués de
libertad que soporta el ideario nacionalista. Lejos de todo ideal
democrático, la "cubanidad" que diseñan los letrados
decimonánicos buscó sus principios y proyectó su futuro utópico en
una sociedad fundamentalmente blanca, ajena a los .vicios" de ese
"otro" absoluto que supuso el negro. José Antonio Saco y su
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invocación a "blanquear" la población de la isla dió el tono
alarmista y profundamente racista de este discurso: "Que no
entren más negros, que no entren más negros y [Cuba] se salva".
En una impresionante tarea de contextualización históricosocial, Irma Llorens reconstruye el campo intelectual en el que se
institucionaliza la "República de las letras cubanas". Desde la
Sociedad Económica de Amigos del País, establecida a fines del
siglo XVIII durante la capitanía de Luis de Las Casas, hasta el
espacio privado de la tertulia literaria de Domingo del Monte,
pasando por la Universidad de La Habana, el Colegio Seminario
de San Carlos, la fracasada Academia Cubana de Literatura, o
publicaciones como el Papel Periódico, El Habanero de Félix
Valera o la Revista Bimestre Cubana, publicada por la Sección de
Educación de la Sociedad de Amigos del País, esta minuciosa
investigación pone de manifiesto el papel decisivo que los letrados
nacionalistas tuvieron en la formulación, difusión e
institucionalización de una "opinión pública» en el contexto de la
Cuba colonial. En la esfera que delimita esa opinión, la literatura,
sostiene Llorens, fue una herramienta privilegiada de elaboración
ideológica; el texto, el espacio de una «conspiración"; la pluma, un
"arma en la guerra del libro" y el debate literario, un "campo de
batalla". El exilio de Varela y de Saco, así como la clausura de la
Academia Cubana de Literatura en 1834, hacen evidentes en su
análisis el carácter fundamentalmente político que adquiere el
debate cultura¡ en la colonia. Fijando un canon literario y un
parnaso propiamente cubanos, estos letrados configuraron
discursivamente la «cubanidad", inventado una tradición
intelectual nacionalista alternativa a las instituciones y
tradiciones metropolitanas ya establecidas en la colonia.
El trabajo concluye, por último, con un estudio de las
estrategias de autorización mediante las cuales los letrados
cubanos definieron su identidad colectiva. Desarmando la retórica
del "desinterés" que informa el discurso de Varela, Saco, Luz y del
Monte, Llorens demuestra cómo la literatura cubana se autorizó
como un saber sobre la nación fundado en valores estéticos y éticos
ajenos a los criterios utilitarios de la sociedad colonial. Al
autodesignarse los fundadores de laliteratura nacional y los
"iniciadores de la tradición ética y patriótica de la isla", los
letrados nacionalistas se autoerigieron en custodios de las esencias
espirituales de la nación.
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"No hay una esencia inmóvil y preestablecida de lo cubano
que podamos definir con independencia de sus manifestaciones
sucesivas y generalmente problemáticas", escribía Cintio Vitier.
En el espacio social y discursivo que define en isla la relación
simbólica azúcar y nación, literatura e intelectuales, Irma Llorens
analiza una de esas "manifestaciones problemáticas" de lo cubano,
en un trabajo que sin duda constituye una importante aportación
al estudio de la historia intelectual del siglo XIX caribeño.
Juan M. Medrano-Pizarro
Dartmouth College
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