Efectivamente, allí estaba la onda, y de onda en onda, nos fuimos otra vez hacia el Monte Cook, esta vez por las sierras del oeste, llegamos hasta los 5000 m. y nos fuimos hasta el monte Cook, otra vez. Fuimos perdiendo altura, pero una vez allí cogimos otra onda... ¡es que hay muchas! y por supuesto si vas con alguien que sabe donde están ayuda mucho. El Monte Cook desde los 5000 m. Ahí debajo está el Cook. Perdiendo altura según nos acercamos. Llegamos. Un tanto "bajos", pero llegamos. Pero de nuevo en la onda. ¡A subir! Habíamos venido apoyándonos en las ondas que producen las sierras del oeste, y volvimos a cogerlas, pero un poco más al este. Subíamos pero Gabriel decía que había que subir más, y nos acercamos hacia el oeste de nuevo. Aquí conseguimos más de 6000 metros, según el registro 6457 metros de altura, con una ganancia de 5457 m. las mayores que yo he conseguido nunca. 16 Y subimos bastante bien. y llegamos a las lenticulares. Y a su altura... Yo dándole al oxígeno. Y subiendo... Y dejábamos las lenticulares por debajo. Bien debajo. 20491 pies y subiendo... Al poco empezamos la vuelta, sin prisas. 17 Perdiendo altura por el valle. Sin dejar de ver las lenticulares. Desde el suelo se las veía crecer. Con Gabriel. Piloto magnífico... y paciente. Volvemos otra vez para Omarama, a la que llegamos tras casi 4 horas de vuelo, muy bonito, con muchas fotos y con mucho paseo por el valle y los lagos (uno se llama TekapoG ¡jo!). Aterrizamos, dejamos el avión para que lo metan los propios y nos vamos a casita. Las 06:30 de la tarde en Nueva Zelanda, y más en Omarama, es ya muy tarde, pero yo la verdad es que no tengo hambre y Aurora ha comido a una hora “normal” por lo que decidimos darnos un buen garbeo e intentar encontrar algún rincón desconocido en Omarama. No encontramos casi nada nuevo, pero al menos hacemos ejercicio y sacamos fotos de las ondas desde el suelo. Lo malo es que mañana se prevé peor tiempo, con nubes bajas y lluvia, con lo que probablemente tendré tiempo de sacar fotos a los hangares, si es que no llueve mucho. Efectivamente, al día siguiente, jueves 29 de Noviembre, se presenta feo con nubes bajas y lluvia, por lo que hoy no hay vuelos. La meteo no falla. Llueve. Y bastante. 18 Lo único bueno es que prevén que mañana habrá viento sur y probablemente ondas por la misma cordillera por donde el otro día volé a onda hasta el mar. Pero para hoy, nada previsto excepto una cena por la noche en el café del Campo. Así que nos dedicamos a dar paseos por el campo sacando fotos de los hangares y sobre todo nos dedicamos al dolce far niente, que es una cosa que los españoles hacemos muy bien, sobre todo si estamos jubilados y tan mayores como yo. Por la “noche” es decir a las 1 9:00 nos reunimos en el café, que lleva una señora mayor la mar de simpática cuyo nombre no recuerdo, pero si es verdad que atiende bien. La ayuda, al menos hoy, Annie, que normalmente se dedica a remolcarnos, pero parece ser que también le da a esto. Es una mujer yo diría, y creo que no me equivoco, muy británica. La cena es una invitación del Club y en ella degustamos alguno de los vinos del lugar que se pueden beber, especialmente los blancos,y algo de cordero al Kiwi modo, para estar donde estamos y con la cultura gastronómica que tienen, está bastante bien. El ambiente es distendido, nos enrollamos un poco más de lo habitual, Aurora se pone de cháchara con una danesa, que es la mujer de un danés que vuela esta semana con Philip (creo) y que tienen la particularidad de vivir en Alemania, pero a menos de 20 Km. de la frontera de su país. Yo me enrollo con el canadiense y con Gavin y con alguien más. Poco después de las primeras copas Gavin nos pide a cada uno que demos nuestras impresiones sobre el “curso” y yo vuelvo a hacer una magnífica demostración de mi brillante inglés, permitiéndome algunas bromas; parece que no han debido de entender mucho porque al final aplauden y todo. Son muy corteses estos británicos. Hablando luego con Gavin y bromeando sobre el idioma, me confiesa que el ha estado viviendo 9 años con una Guatemalteca y que sigue sin hablar nada de españolG ¡qué cosas! El caso es que la cena se acaba a una hora prudencial y aunque algunos se dedican a las copas en general abandonamos el café y nos vamos a dormir, que al día siguiente se vuela y, para los del curso, es el último día. 19 Hoy viernes día 30 de Noviembre es el último día de vuelo, todo empieza como un día cualquiera, briefing con meteo distribución de aviones e instructores y decisión sobre la tarea o al menos tipo de vuelo. Gabriel y yo volvemos a volar en DD y Gabriel me explica que con el viento tan fuerte del sur y el gradiente de vientos en altura y esas cosas, que seguro que hay ondas por la cordillera por donde el otro día fuimos hasta el mar. El caso es que efectivamente, salimos, nos damos unas cuantas vueltas en las térmicas que se desprenden de la ladera, y nos acercamos a las nubes de rotor, muy suaves hoy, que poco a poco nos suben a la onda. Casi sin darme cuenta estoy en onda y me dedico a seguir las nubes, a entrar y salir de ellas, a saltar de onda a onda, a pasar entre dos lenticulares que se han formado a distinta altura, en fin a disfrutar de lo que habitualmente no disfruto en la Mancha. No conseguimos grandes alturas aunque la mayoría del vuelo es entre 3000 y 4000 metros y como siempre con el oxígeno en la nariz. Un vuelo muy agradable, con los rotores y las lenticulares suaves, bajitos, pero muy bien marcados; muy didáctico. Sin llegar a 3 horas, nos volvemos a Omarama y el bueno de Gabriel me pregunta si puede hacer un looping; lógicamente hace varios, y me demuestra claramente que a mi edad la vocación por la acrobacia ha mermado notablemente... En cuanto subimos un poco nos vamos hacia los rotores. Hoy hay más humedad y se ven mejor los rotores. Por encima las lenticulares. Cogiendo altura para saltar a la siguiente onda. Caminando a la próxima onda. 20