U R Í D I C A J C T U A L I D A D A Otorgar facultades jurisdiccionales a los notarios, como medida de descongestión judicial vulnera inexorablemente el artículo 116 de la Constitución Política de Colombia Laura Andrea Bruges Garavito y Angélica María Gómez Cardona Estudiantes de Derecho. Noveno Semestre, Universidad del Norte. Contacto: laura. [email protected] y [email protected] RESUMEN La ley 1395 de 2010 por medio de la cual se adoptan medidas en materia de descongestión judicial, contiene una disposición -Art 113- que faculta a los notarios a practicar pruebas extraprocesales con observancia de las reglas del Código de Procedimiento Civil. Si bien lo que la ley 1395 busca es la descongestión judicial propiciando la eficacia de las actuaciones judiciales, tener una autorización como la consagrada en su artículo 113 vulnera abiertamente el principio de la supremacía constitucional pues desconoce, quiénes son los únicos autorizados para ejercer y tomar decisiones de carácter jurisdiccional. Palabras Claves: Descongestión judicial, Función jurisdiccional, autoridades administrativas, Notarios, Constitución. 44 Edición 3a y 4a El ministerio de interior y de justicia en ejercicio de la iniciativa legislativa consagrada en el Artículo 154 de la Constitución Política, radicó en noviembre del 2008 el proyecto de ley número 197 de 2008, por el cual se adoptan medidas en materia de descongestión judicial. En el cual se indicó por el Ministerio de Interior y de Justicia como finalidad principal del proyecto el de “Adoptar un conjunto de medidas que permitan reducir el número de inventarios inactivos en los diferentes despachos judiciales del país, a partir de disposiciones que buscan simplificar procedimientos y trámites; que se orientan a racionalizar el funcionamiento del aparato judicial y hacer más efectiva la justicia mediante un control más estricto de la demanda de la misma.1 Al final de numerosas modificaciones y acuerdos conciliatorios surtidos en el senado y la cámara, fue aprobada la ley 1395, sancionada por el presidente de la republica el 12 de julio de 2010. Es evidente que el objetivo de la ley 1395 es el de obtener la descongestión de los despachos judiciales a partir de las reformas al procedimiento civil que privilegian la celeridad del proceso, sirviéndose para ello de un modelo procesal regido por la oralidad, tal como lo ha expresado la corte “el legislador, hace uso de la amplia facultad de configuración legislativa, a fin de establecer a la oralidad como un instrumento de superación de la inveterada congestión de la jurisdicción civil en Colombia”. 2 Rescatamos la valiosa intención del legislador de darle paso a la oralidad, ya que indudablemente se convierte en un instrumento dirigido a garantizar un proceso eficiente, dando paso a un escenario de satisfacción de derechos constitucionales. Sin embargo, apelando al principio de supremacía constitucional y con ánimos de generar una re1 Gaceta del Congreso 825 de 2008, p. 7. 2 Corte Constitucional. Sentencia C-124 del 10 de marzo de 2011 Magistrado Ponente Luis Eduardo Vargas Silva. flexión en torno al articulado de la ley 1395, ponemos de presente que a pesar de la importante finalidad que se desprende de la ley, no podemos desconocer que es claramente discutible a la luz de las disposiciones constituciones uno de sus artículos – Articulo 113-, que buscan delegar funciones propias de los jueces de la república a los notarios, facultándolos a practicar pruebas extraprocesales destinadas a procesos de cualquier jurisdicción con citación de la contraparte y con observancia de las reglas sobre práctica y contradicción establecidas en el Código de Procedimiento Civil. Cuando el Artículo 113 de la ley 1395 le otorga la potestad a los notarios de practicar pruebas extraprocesales que luego serán material probatorio pleno en un posterior proceso judicial les está atribuyendo facultades jurisdiccionales que constitucionalmente no están establecidas. El artículo 116 de la Carta Política señala quiénes, en calidad de autoridades, están habilitados o facultados en Colombia para administrar justicia y por tanto encargados de hacer efectivos los derechos, obligaciones, garantías y libertades consagrados en la Constitución y la Ley; dentro de tales autoridades se encuentran los que pertenecen a la rama judicial del poder público (La Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los Tribunales y los Jueces), el congreso de la Republica, los Jueces Penales Militares, los particulares en su calidad de árbitros y conciliadores y excepcionalmente las autoridades administrativas, teniendo estos últimos facultades de carácter restrictiva, esto es, que solamente pueden administrar justicia si la ley así lo permite, señalando así mismo las materias precisas respecto de las cuales ello es posible; quiere decir lo anterior que en la Constitución no se hace referencia, directa ni indirecta, a los 45 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A notarios como particulares autorizados para administrar justicia. ejercicio de sus funciones con las limitaciones que la ley establece. Los notarios son particulares con carácter de autoridad a quienes el Estado ha confiado la labor de brindar seguridad jurídica a los actos, contratos, negocios jurídicos y situaciones o relaciones jurídicas de los individuos, cuando en aquellos se exige el cumplimiento de ciertas solemnidades o cuando los interesados, previo acuerdo, optan por revestirlos de las mismas. Siendo que la única función del notario en esos casos es prestar asesoría jurídica, más no adoptar decisiones que vinculen a las partes. 3 No se puede asimilar la función administrativa a la función jurisdiccional, en Sentencia C- 1038/02 la Corte estableció dos criterios de diferenciación; así en primer término, es de la esencia de los actos judiciales su fuerza de cosa juzgada, mientras que los Actos administrativos suelen ser revocables. Esto significa que una decisión Judicial es irrevocable una vez resueltos los recursos ordinarios y, excepcionalmente, los extraordinarios, mientras que un acto administrativo puede ser revocado, incluso estando ejecutoriado, a menos que exista una situación jurídica consolidada. En segundo término, la función judicial es en principio desplegada por funcionarios que deben ser jueces, o al menos tener las características de predeterminación, autonomía, independencia e inamovilidad propia de los jueces. Finalmente, y ligado a lo anterior, el ejercicio de funciones judiciales se desarrolla preferentemente en el marco de procesos judiciales. Por consiguiente, conforme a esos tres criterios formales, se presumen judiciales aquellas (i) funciones que se materializan en actos con fuerza de cosa juzgada, o (ii) son desplegadas por jueces, o al menos por funcionarios que gozan de los atributos propios de los jueces, o (iii) se desarrollan en el marco de procesos judiciales, o se encuentran indisolublemente ligadas a un proceso judicial. Así mismo, los notarios no son tomados ni como particulares con función de administrar justicia ni como funcionarios administrativos con jurisdicción, ya que la norma constitucional –Art 116- prescribe que solo los árbitros y los conciliadores pueden administrar justicia como particulares, así como los funcionarios administrativos autorizados expresamente por la ley y con restricciones sobre materias específicas. Esto último es ratificado por la Corte Constitucional en sentencia C-093/ 98 afirmando que los NOTARIOS solo ejercen funciones administrativas, las cuales se diferencian abiertamente de la función jurisdiccional. Los notarios tal como lo estipula sentencia C- 741 de 1998 ejercen “una actividad complementaria a la del juez ya que el primero previene los litigios que el segundo debería resolver porque la autenticidad de los documentos y la presunción de veracidad sobre los hechos evitan numerosos litigios que podrían surgir en caso de que hubiese incertidumbre sobre tales aspectos”; es por esto que la naturaleza de la función notarial es estrictamente administrativa, sus actos se limitan a brindar solemnidad y otorgar plena autenticidad a las declaraciones emitidas ante ellos y a los hechos percibidos en el 46 3 Artículo 7 decreto 960 de 1970 El artículo 113 de la ley 1395 de 2010 le otorga a los notarios facultades jurisdiccionales al permitir que ante ellos se puedan practicar pruebas extraprocesales con citación de la contraparte y con observancia de las reglas de práctica y contradicción establecidas en el Código de Procedimiento Civil. La práctica de pruebas extraprocesales, de acuerdo a la disposición legal señalada, se hará ante los notarios, y estos tendrán la facultad, a petición de los interesados, de practicar todo tipo de pruebas, ya que la norma no hace distinción alguna. De conformidad con este artículo -Art 113- el notario está facultado sin restricción alguna a practicar las mismas pruebas que por mandato legal tienen la facultad de practicar los jueces de la república. Ahora, es lógico suponer que en la práctica de pruebas extraprocesales el notario como instructor está llamado a decidir sobre los eventuales conflictos que puedan presentarse en dicha práctica; estas decisiones que tomaría el notario deben estar acorde con las reglas de práctica y contradicción establecidas por el Código de Procedimiento Civil, e implica esto necesariamente el desarrollo y adopción de actos de naturaleza estrictamente judicial. Si tenemos en cuenta la manera como se toma la prueba, podrían presentarse situaciones tales como que una vez se solicite la misma y se cite a la contraparte, ésta última podría ejercer su derecho de contradicción, generándose debates probatorios, discusiones sobre la procedencia o pertinencia de la prueba, objeciones, petición de aclaraciones, corrección o complementación de las pruebas y demás actos y facultades que la ley le confiere a los sujetos como parte de su derecho de defensa y en tales situaciones será necesario que el notario como instructor decida. En este orden de ideas, si el notario practica la prueba con observancia de todas las reglas procesales, incluyendo el respeto del derecho de contradicción y finalmente se concreta su práctica, está prueba según la disposición - Art 113- puede ser usada como prueba válida en un eventual proceso judicial, sin que sea necesario ningún control posterior por parte del juez quien la puede tomar como fuente para las decisiones dentro de dicho juicio, toda vez que se presume que ella ha sido producida con pleno respeto del derecho de contradicción en sede notarial. Es importante preguntarnos, ¿Qué situaciones y/o hipótesis pueden presentarse en la práctica de pruebas, que conduce al desarrollo de actos de naturaleza jurisdiccional donde el notario habría de decidir de manera definitiva? A continuación planteamos las siguientes: PERTINENCIA DE LA PRUEBA: El notario en la práctica de la prueba puede considerar que la misma no es idónea para probar los hechos que se quieren demostrar o cuando nada tiene que ver con el objeto de controversia y resulté inocua para el fin perseguido dentro de un proceso, podría el notario en ese caso, declararla impertinente y negarse a practicarla. Pero contrario a lo anterior, la prueba podría resultar necesaria, cristalizándose así, como un medio adecuado para probar lo pretendido, por lo que en éste último evento la declararía pertinente y procedería a su práctica. En cualquiera de las dos hipótesis descritas seria el notario en ejercicio de un poder jurisdiccional y bajo su propio juicio quien decida sobre la pertinencia, ello porque según la ley, es quien se vuelve el instructor de la actuación, es decir él debe producir una decisión para decretar, ordenar o aceptar la práctica de la prueba, y eso implica un juicio, una decisión para el caso concreto. CONTRADICCIÓN DE LA PRUEBA: Se tendrá el derecho de controvertir el alcance probatorio de los medios de prueba y entre las partes se generaría un debate probatorio donde cada uno defendería su posición con argumentos. Aquí entra la labor del notario, y le correspondería entonces resolver el debate probatorio, es decir él tendrá a su cargo la recepción de elementos probatorios, sobre los cuales las partes podrán controvertir; es ahí donde el notario tendrá la tarea de decidir y reconocer el interés de cada uno, haciendo prevalecer uno sobre el otro. Expuestas que situaciones pueden presentarse en el desarrollo de la práctica que conduzcan a la producción de actos de naturaleza jurisdiccional, pasamos a considerar igualmente ahora algunas situaciones que al interior de cada prueba se pueden presentar generando el mismo resultado: 47 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A INTERROGATORIO DE PARTE: El notario en la toma de los interrogatorios tiene un papel vital puesto que como lo indica el articulo 207 C.P.C tendrá que excluir las preguntas que no se relacionen con la materia del litigio, las que no sean claras y precisas, las que hayan sido contestadas en la misma diligencia o en interrogatorio anterior y las manifestaciones superfluas, no teniendo estas decisiones recurso alguno; entonces el notario como director de la diligencia es quien debe ejercer los poderes de dirección que de manera específica le otorga la ley 1395 del 2010. TESTIMONIO: Esta declaración de los testigos se lleva a cabo de forma muy similar al interrogatorio de partes, por tanto se presentaría la misma situación que en aquella, en relación a que el notario debe conocer qué tipo de preguntas son las pertinentes o no para realizar a un testigo y sobre aquellas que no sean pertinentes debe señalar su improcedencia. Por ejemplo, en estas declaraciones no se pueden formular preguntas capciosas o que insinúen la respuesta, hecho que si se puede dar en el interrogatorio de parte, entonces el notario debería conocer la técnica de interrogatorio para cada caso, para que así se pueda ejercer de manera adecuada el poder de dirección que la norma le atribuye, y decidir que preguntas son procedentes y cuáles no. Estas son solo algunas de las posibles situaciones que se podrían presentar en el desarrollo de una prueba ante los notarios y que ilustran la labor que finalmente debe desarrollar el notario como instructor. 48 Como corolario de todo lo anterior es lógico pensar que darle aplicación a tal norma con la finalidad de descongestionar las instancias judiciales viola lo preceptuado por la constitución y otorga a personas que no tienen la facultad ni la experticia en la práctica de pruebas, atribuciones por fuera de los limites construccionales, lo que supone o conduce que en la aplicación de dicha norma se puedan generar diferentes situaciones que envuelven necesariamente la ejecución de actos que involucran decisiones definitivas y que sin duda alguna revisten el carácter de actos de naturaleza jurisdiccional. Con fundamento en los anteriores argumentos, presentamos demanda de inconstitucionalidad ante la Corte Constitucional contra el artículo 113 de la ley 1395 de 2010, ésta corporación en sentencia C-863/12, accedió a la demanda, declarando inexequibles los incisos primero y segundo, y la expresión “Para estos efectos,” del inciso tercero, del artículo 113 de la Ley 1395 de 2010. La Corte llegó a la conclusión de que la potestad general y permanente adscrita a los notarios, en los incisos primero y segundo de la norma bajo examen, consistente en practicar todo tipo de pruebas con destino a procesos contenciosos de cualquier especialidad (salvo la penal), con citación de la contraparte y sujeción a las ritualidades previstas en el código de procedimiento civil, constituye formal y materialmente función jurisdiccional, como quiera que se trata de una actividad indisolublemente ligada a los procesos judiciales de destino, en cuanto constituye el soporte fáctico del mismo; tiene la potencialidad de afectar derechos fundamentales no solamente por plasmar una dimensión del derecho fundamental al debido proceso y de la garantía de acceso a la justicia, sino porque en el desarrollo de dicha actividad se pueden adoptar decisiones que eventualmente afecten otros derechos fundamentales como la autonomía individual. Bibliografía Corte Constitucional. Sentencia C-124 del 10 de marzo de 2011 Magistrado Ponente Luis Eduardo Vargas Silva Corte Constitucional. Sentencia C-093 de 1998 M.P Jorge Arango Mejía. Corte Constitucional. Sentencia C-741 de 1998 M.P. Alejandro Martínez C. Corte Constitucional. Sentencia C-1038 de 2002. M.P Eduardo Montealegre. Corte Constitucional, Sentencia C-863 de 2012. M.P Luis Ernesto Vargas Silva Gaceta del Congreso 825 de 2008, p. 7. 49