1 Resulta un gran acierto haber incluido un espacio para tratar del

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1° CONGRESO NACIONAL DE LA CULTURA DE LA LEGALIDAD E INFORMÁTICA JURÍDICA
CONFERENCIA MAGISTRAL: “PROMOCIÓN Y DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS”
MTRO. RICARDO SEPÚLVEDA IGUINIZ
Resulta un gran acierto haber incluido un espacio para tratar del tema de los
derechos humanos en un congreso sobre legalidad. Los derechos humanos se
protegen y salvaguardan a través del ordenamiento jurídico. La ley es un
instrumento a favor de los derechos humanos. Por esa razón, promover la cultura
de la legalidad es promover indudablemente los derechos humanos.
Para lograr que los derechos humanos impliquen un avance real en el desarrollo
social, es menester fortalecer y consolidar las instituciones que velan por la
promoción y la defensa de los derechos humanos. Para lograr este propósito es
necesario no sólo hacer una reflexión sobre el papel de los derechos humanos en
el desarrollo del Estado en general, sino visualizar cuál es el futuro de los mismos
como eje rector de la democracia en nuestro país particularmente.
Habría que añadir aún una reflexión más, que conecta este tema con el de la
informática jurídica, y para ello me voy a servir de la opinión de Shirin Ebadi quien
fue recientemente reconocida con el premio noble de la Paz, esta mujer iraní que
se ha dedicado a la defensa de los derechos humanos desde su papel profesional
como abogada, pocos días después de haber recibido la noticia de que había
recibido este reconocimiento, afirmó que los medios de telecomunicación son un
medio que permitirá hacer muchas más cosas, y con mayor eficacia, por la
defensa de los derechos humanos, que lo que se podía hacer en las últimas
décadas.
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De modo que hablar de derechos humanos en un Congreso sobre legalidad e
informática jurídica, obedece, sin duda, a la gran relación que tienen entre sí estos
conceptos y realidades.
Para proceder a abordar este tema, lo haremos desde dos ámbitos, el
internacional, que nos servirá para analizar la evolución de los derechos humanos
en el Estado y el nacional que nos ayudara a verificar cómo desde el marco
institucional y cultural se puede plantear el futuro de los derechos humanos en
nuestra nación.
Comenzando por el ámbito internacional, que es dónde mayor avance han tenido
las instituciones de defensa y promoción de los derechos humanos, hemos de
hacer un análisis histórico-jurídico, que nos permita entender cuáles son los
antecedentes que explican el porqué de la situación actual de los derecho
humanos dentro del estado moderno.
Para poder responder a la interrogante sobre cuál es la relación entre la
consolidación del Estado Moderno y los derechos humanos es necesario abordar
someramente la historia de este binomio.
El origen individualista del Estado tiene su fundamento en los postulados de la
revolución francesa y en el surgimiento de las primeras Constituciones. El principio
y preocupación imperante era el de encontrar un límite suficiente para establecer
restricciones al poder absoluto del monarca, es decir, “frenar el poder con el
poder”. Así y con esa función surgieron las primeras constituciones en el mundo,
situando al individuo por encima de todo acto de poder.
Sin embargo, el siglo XIX supuso un cambio de noción y en respuesta al concepto
de Estado que se originó en aquella época, se reafirmó una concepción
totalizadora del Estado moderno. Debido a todas las funciones que se le asignaron
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al Estado, el planteamiento de un Estado fuerte se tornó necesario y por tanto, el
individuo fue relegado frente a otros sujetos (o valores) la sociedad, la Nación o
incluso por la clase. Cabe destacar que aunque los fines del Estado fueron
modificados, su estructura no fue renovada, lo que trajo graves consecuencias, a
saber, los conflictos bélicos del siglo XX, los totalitarismos desmedidos, en fin, el
fracaso de la política y del Estado moderno.
El fracaso antes mencionado detonó una serie de críticas y teorías que
visualizaban la inminente desaparición del Estado, unas afirmando que el Estado
simplemente se desvanecería, y otras que sería sustituido por un ente
internacional. No obstante lo anterior, el siglo XXI ha demostrado que al Estado se
le presenta otra oportunidad de legitimar su existencia a través del cumplimiento
cabal del objetivo que le dio origen, a saber, el bien común. Esta oportunidad se le
presenta a través de los derechos humanos. El Estado se ha renovado y su gran
reto es reencontrarse con los derechos fundamentales de los individuos.
Así, ante la aparente contraposición que entre Estado y Derechos Humanos tuvo
verificativo en los últimos siglos, hoy se reconoce que estos no sólo deben de
reencontrarse sino que el primero esta condicionado en su existencia en la medida
en que promocione y proteja los segundos.
A partir de aquí se derivó el movimiento internacional de los derechos humanos, a
partir de 1948, y en el que se buscó limitar al Estado, al grado de evitar en lo
futuro que volvieran a presentarse los cataclismos de esa época. El movimiento
tomó tal fuerza que actualmente los autores le denominan si temor a exagerar la
Revolución de los Derechos Humanos.
Esta es hoy la tendencia, y al respecto cabe destacar que la creación de un
sistema supranacional que permitió la normalización, institucionalización y
legalización de los derechos humanos que ha conseguido hasta hoy la
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supervivencia del Estado, no comenzó originalmente desde el Estado mismo sino
primordialmente desde la actuación de los grupos sociales.
Finalmente en cuanto a este punto se refiere, se señala que la modificación en la
estructura del Estado se convierte así en un imperativo y, la llamada “Reforma del
Estado” se torna en una de las vías mas idóneas para alcanzar la coincidencia
entre los temas antes expuestos.
Una vez hecho el análisis anterior, nos corresponde referirnos al caso particular de
México, no sin
mencionar como premisa de este análisis que cualquier
planteamiento que se haga sobre la razón de ser de los derechos humanos, tiene
como último objetivo el mejorar las instituciones internas, nacionales, de
protección de los derechos humanos ya que, como bien lo reconocen la mayor
parte de los autores, las verdaderas batallas que se han de ganar en el propósito
de defender los derechos humanos se dan en el ámbito interno del Estado.
Ahora bien, para continuar en la elaboración de una respuesta más completa para
la premisa aquí planteada, es necesario abordar el tema de los derechos humanos
en su devenir nacional en el marco de la historia de nuestro país. En este sentido,
cabe mencionar que la historia de México no ha sido ajena a la causa de los
Derechos Humanos. Bastaría mencionar los esfuerzos de Fray Bartolomé de las
Casas a favor de los derechos de los nativos en estas tierras durante el inicio del
dominio español, o la labor insigne de Vasco de Quiroga a favor de los indígenas
de Valladolid de Michoacán.
Nuestra guerra de Independencia también se vinculó con la lucha por los
Derechos Humanos. Don Miguel Hidalgo, apenas iniciada la insurgencia, decretó
la abolición de la esclavitud, a pesar de que fue hasta 1926, en la Convención de
Ginebra, que se abolió la esclavitud de manera expresa en el ámbito internacional.
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En 1814 se promulgó, por el grupo insurgente, la Constitución de Apatzingán, que
como un claro precedente, en su Capítulo V, denominado “De la igualdad,
seguridad, prosperidad y libertad de los ciudadanos”, consignaba: “Artículo 24. La
felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la
igualdad, seguridad, prosperidad y libertad. La íntegra conservación de estos
derechos es el objeto de la institución de los gobiernos y el único fin de las
asociaciones políticas”.
Una vez lograda la independencia, el 31 de enero de 1824, se expidió el Acta
Constitutiva de la Federación Mexicana, antecedente importante de la primera
Constitución del México Independiente, la Constitución de 1824.
El artículo 31 del acta antes mencionada ya consagraba de forma expresa la
protección a los derechos humanos al establecer que “la nación está obligada a
proteger por leyes sabias y justas los derechos del hombre y del ciudadano.” Por
su parte, el Constituyente del 24, obedeciendo al sistema federal adoptado por la
Constitución de 1824, estableció desde el orden federal, una serie de obligaciones
y límites a la autonomía estatal al consagrar en su texto una serie de normas
protectoras del individuo a las cuales las entidades federativas se tenía que
ajustar.
La mayor parte del siglo XIX significó para nuestra incipiente nación independiente
una continua confrontación entre diferentes corrientes de pensamiento, y con ella,
una lucha por plasmar su visión de los derechos del hombre en los textos
constitucionales.
Así, fue hasta la Constitución de 1857, en la que por primera vez, y de manera
expresa, se elaboró un catálogo con una serie de derechos exigibles por todo ser
humano, denominados “Derechos del hombre”. En su artículo 1° expresaba: “El
pueblo mexicano reconoce, que los derechos del hombre son la base y el
objeto de las instituciones sociales. En consecuencia declara, que todas las
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leyes y todas las autoridades del país, deben respetar y sostener las
garantías que otorga la presente Constitución”.
Al triunfo de la Revolución Mexicana, se promulga la Constitución de 1917, en la
que se desarrollan los garantías de libertad, igualdad, propiedad y seguridad
jurídica que todos conocemos. Además, con dicha Constitución nuestro país inicia
lo que se conoce como Constitucionalismo Social, porque no sólo contiene las
garantías individuales, sino que establece también derechos sociales, que se
fueron gestando ideológicamente a finales del siglo XIX. La visión de plasmarlos
por primera vez en un texto constitucional le corresponde a nuestro país.
Esos derechos sociales comprendían principalmente las garantías para los
trabajadores (artículo 123), el derecho a la educación básica laica y gratuita
(artículo 3°), y
la expresión de la propiedad de la tierra como función social
(artículo 27). Estas garantías sociales son el complemento de las garantías
individuales, porque reconocen que todo ser humano requiere de igualdad de
oportunidades y de un mínimo de satisfactores sociales y económicos para vivir
dignamente.
Durante la vigencia de estos dos textos constitucionales, y de manera
complementaria al reconocimiento sustantivo de los derechos fundamentales, se
fueron desarrollando los instrumentos de protección y salvaguarda , dentro de los
que fundamentalmente debe considerarse el juicio de amparo, como la institución
constitucional fundamental para la defensa de los derechos humanos.
De esta forma se puede afirmar que en el mundo del deber ser, es decir en el de
los textos constitucionales, México ha reconocido los derechos humanos desde
1857, es decir 146 años. Sin embargo más allá de los aspectos teóricos nos
corresponde analizar los aspectos del ser, de la realidad.
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Si bien nuestra Constitución en su origen se colocó a la vanguardia de los
derechos humanos y sociales, en estos tiempos se registra un rezago en la
materia. ¿De dónde derivó este déficit, este rezago? Por un lado conviene dividir
las etapas, para hacer un análisis objetivo. El siglo XIX se caracterizó
fundamentalmente por la inestabilidad política lo que sin duda fue causa de que no
pudiera desarrollarse convenientemente las instituciones estatales. En el siglo XX
nos encontramos con que el movimiento positivista universal, que se tradujo en un
formalismo de las estructuras estatales, llegó a nuestro territorio, pero su influencia
se verificó en las circunstancias propias de un presidencialismo sobrefortalecido,
que impidió que el ejercicio del poder en la mayor parte del siglo XX se encontrara
acotado.
Estas condiciones junto con una falta de aplicación práctica de los instrumentos
internacionales que nuestro país había signado, trajo consigo que México no se
beneficiara del movimiento universal de promoción de los derechos humanos.
Para quien preguntara en qué puntos concretos se puede ejemplificar este rezago
en la defensa y promoción de los derechos humanos, se puede citar, entre otros,
la recomendación de la CNDH que fue el resultado de las investigaciones llevadas
a cabo por esta institución ante las denuncias por desapariciones de las décadas
de los 70´s, que fueron de su conocimiento.
Deficiencias en las prácticas de las instituciones de procuración , de impartición o
de administración de justicia, las graves desigualdades sociales o económicas, las
prácticas discriminatorias que perviven en diferentes ámbitos sociales, la falta de
efectividad de los instrumentos internacionales en el orden interno, etc., son
muchos otros ámbitos donde debe verificarse el trabajo de reforma del Estado en
México.
Hace falta aún mencionar que no obstante esta situación que hemos planteado, en
México se ha dado un movimiento a favor de los derechos humanos, dentro del
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que cabe destacar la creación de los organismos públicos de derechos humanos,
comenzando por la CNDH y los demás organismos locales, a partir de 1992. Con
este paso se da cabida en nuestro país a la institucionalización de la defensa de
los derechos humanos mediante un sistema no jurisdiccional. Sin duda que
gracias a este paso legal y formal se ha dado un avance fundamental en la
promoción de la cultura a favor de los derechos humanos en México.
Resulta muy significativo que el proceso de reforma del Estado que se verifica a
nivel internacional, tiene su paralelo a nivel nacional, que aunque tiene sus propias
características, participa de la misma finalidad respecto a los derechos humanos, y
esta es la de crear el marco institucional adecuado para que en el devenir propio
del Estado, los derechos humanos puedan significar el fin de cada acto de las
autoridades.
Es aquí donde la Reforma del Estado se contempla como una de las vías idóneas,
no solo para superar el rezago de los derechos humanos en México, sino para
situarnos en la vía de reencuentro de los derechos humanos y el Estado moderno.
Cabe mencionar una cuestión más, antes de adentrarnos en los puntos
fundamentales de la reforma del Estado en México en el tema de los derechos
humanos. La transición democrática habida en México, nos ha permitido que la
promoción y defensa de los derechos humanos haya dejado de ser una cuestión
en contra del Estado (autoridades) y a favor de la ciudadanía, para convertirse en
un objetivo común de autoridades, sociedad e instituciones de defensa de los
derechos humanos.
Así, en México, el diálogo que se ha abierto sobre la revisión integral de nuestra
Constitución, como instrumento apto para llevar a cabo la reforma del Estado, ha
derivado en algunas –no demasiadas- propuestas, incisivas que pueden generar
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un verdadero hito en la eficacia al momento de salvaguardar los derechos
fundamentales de todos los mexicanos.
En este sentido, la plena incorporación de los derechos humanos a nuestro orden
constitucional para abrir la posibilidad de proteger todos y cada uno de estos
derechos, logrando asi que no sólo sean declarativos sino legalmente exigibles se
convierte en la propuesta fundamental.
En este sentido, y dentro del proceso de armonización del derecho interno con el
internacional resulta también de toral importancia, dotar de plena eficacia a los
derechos humanos de los tratados internacionales, no sólo de parte de las
autoridades legislativas, sino también de las judiciales.
Otro tema que se señala como necesario a abordar, en el marco de esta reforma
estructural, es el de considerar que nuestra Constitución ha reconocido que
paralelamente deben existir otras vías de protección de los derechos humanos
además de las jurisdiccionales, denominadas quasijurisdiccionales. Por esta razón
se creó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en 1992, y se le dotó de
autonomía constitucional en 1999. Paralelamente y conforme al mandato
constitucional han ido surgiendo organismos de protección de los derechos
humanos en todas las entidades federativas. Garantizar la autonomía desde la
Constitución general, de los organismos locales resulta un presupuesto esencial
para que exista uniformidad en la defensa de los derechos humanos, y la
generación de una política nacional en este tema.
En
el
mismo
sentido
de
fortalecer
el
trabajo
de
los
organismos
quasijurisdiccionales de protección de los derechos humanos, se propone otorgar
a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de la facultad para ejercitar
acciones de inconstitucionalidad en contra de leyes o tratados celebrados por el
Estado mexicano que vulneren la protección constitucional a los derechos
humanos.
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Finalmente y como una de las propuestas a tomar en cuenta se encuentra el
reconociendo que sólo a través de la educación se podrá generar una verdadera
cultura de promoción y respeto a los derechos humanos. El reto de promover los
derechos humanos trasciende a las leyes, el objetivo último debe ser el convertir el
respeto a los derechos humanos en un modo de vida, y en esto la educación se
convierte en un instrumento esencial, por ello ubicar a los derechos humanos
como un criterio de la educación que se imparta en México.
Son estos algunos de los puntos esenciales, junto con la abolición de la pena de
muerte, la garantía de legalidad para los extranjeros y el reforzamiento del juicio
de amparo como medio de control de los derechos humanos, se convierten en el
piso fundamental que requiere nuestro país para dar el paso fundamental en la
defensa de los derechos humanos.
Con estas breves reflexiones hemos tratado de aportar algunos datos de cual es el
momento coyuntural de los derechos humanos en México, y por ende, cuáles son
los retos que se nos presentan, a corto y a mediano plazo. La última reflexión va
dirigida a reafirmar la estrecha vinculación que existe entre ley, derecho y
derechos humanos. No cabe pensar en un Estado, ni en un proceso democrático
que no hunda sus raíces en la mayor y progresiva defensa de los derechos
humanos de los individuos.
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