"Los Derechos Humanos de las Víctimas del Delito"

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Doctrina
"Los Derechos Humanos de
las Víctimas del Delito"
Lic. José Colón Morán*
Con motivo de la comisión de hechos tipificados como delitos, surge un encuentro
entre los sujetos protagonistas: el activo, cuya conducta se adecuada a la
descripción legal del delito, y como consecuencia se hace acreedor a sanciones de
diversa índole; el pasivo, quien sufre la pérdida o menoscabo de un bien que el
Estado está obligado a proteger y, en su caso, a procurar su restablecimiento o
indemnización.
En ese evento delictuoso, trascendente y dañoso socialmente, el infractor vulnera
normas de orden público, transgrede las reglas de la convivencia y por ende debe
responder de sus actos frente a la comunidad, de ahí que la Institución del Ministerio
Público como representante social, en su afán de restituir el orden jurídico, ejercite
acción penal en contra del activo hasta lograr la imposición de sanciones y medidas
de seguridad.
En el camino procesal, el procesado debe ser sometido a un juicio en el que tenga
suficiente oportunidad de defenderse para que, si es responsable, en la sentencia
dictada en su contra se le impongan sanciones condignas; de ahí la importancia de
las garantías constitucionales que deben ser respetadas y cumplidas por las
autoridades encargadas de procurar y administrar justicia.
El órgano encargado de ejercitar acción penal y velar por los intereses de la
sociedad, que ciertamente resulta dañada en la ejecución de conductas tipificadas
como delictivas, además representa los intereses de quien particularmente sufre
los efectos del delito, a quien se le ha denominado con diversas acepciones, sujeto
pasivo, ofendido y víctima.
Las tres denominaciones pudieran considerarse como sinónimos; sin embargo, la
tercera tiene una connotación más extensa porque no solo comprende al agraviado
sino a otras personas, ya que con motivo de la perpetración de delitos, si bien se
*
Asesor del Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos
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causa daño al sujeto pasivo, es factible que también se causen lesiones de cualquier
índole a otras personas, de ahí que la ley debe protegerlas porque también son
víctimas de los delitos.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos tiene por objeto esencial la
protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los derechos
humanos previstos por el orden jurídico mexicano. En tales condiciones, desde
ahora define su postura de coadyuvar al imperio del Estado de Derecho, la
aplicación responsable y justa de la norma jurídica, el reconocimiento formal de los
derechos fundamentales y el combate a la impunidad y, por tanto, lucha porque la
víctima del delito tenga sus derechos plenamente definidos en las legislaciones
locales, porque reciba un trato digno y humano, para que deje de ser un ser
vulnerable, que por el abandono y el mal trato siente inseguridad, injusticia y pierde
la confianza en su semejantes y en las instituciones.
Durante los seis años de trabajo, la Comisión Nacional, del gran total de las 45,110
quejas recibidas, 9,590 son de naturaleza penal y de ellas el 77.4% fueron
interpuestas por la víctima o el ofendido de un delito y apenas en el 22.6% de los
casos, fueron interpuestas por el probable responsable; por lo que la Comisión
Nacional en una proporción de 4 a 1 de quejas en Materia Penal ha tenido la
oportunidad de atender a quejosos que resultaron ser víctimas de delitos que
acudieron con el afán de que se les hiciera justicia y se combatiera la impunidad.
Las víctimas y la sociedad entera, al igual que las Comisiones de Derechos
Humanos, no aceptan ni aceptarán jamás la impunidad, ni la Corrupción ni la
injusticia. Los objetivos de estas instituciones son los mismos de la sociedad,
buscan que los responsables de los delitos sean castigados adecuadamente, que
las víctimas sean atendidas, que reciban una adecuada asesoría jurídica, que los
daños que sufrieron con motivo de la comisión de delitos les sean reparados.
La falta de atención a la víctima y el consecuente reconocimiento de sus derechos,
incuestionablemente ha molestado a la sociedad, ha influido en la perdida de
credibilidad, es por ello que resultó plausible la reforma constitucional que dio lugar
posteriormente a las modificaciones de las leyes sobre Derecho Penal adjetivo.
Concepto
Antes de tratar los derechos de la víctima, por principio de orden, debe dejarse claro
qué debe entenderse por tal.
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Doctrina
El diccionario de la Real Academia Española señala: "Víctima. (Del. lat. víctima) f.
persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio. // 2. fig. Persona que se
expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra /// 3. fig. Persona que padece
daño por culpa ajena o por causa fortuita".
Para la doctora Hilda Marchiori, víctima es "la persona que padece la violencia a
través del comportamiento del individuo-delincuente. Que transgrede las leyes de
sociedad y cultura. De este modo, la víctima está íntimamente vinculada al concepto
consecuencias del delito, que se refiere a los hechos o acontecimientos que resultan
de la conducta antisocial, principalmente del daño, su extensión y el peligro causado
individual y socialmente.
El sufrimiento de la víctima es causado por la conducta violenta a que fue sometida
por otra persona".
Marco Antonio Díaz de León, en su diccionario de Derecho Procesal Penal, expone:
"Víctima: Persona que sufre los efectos del delito. Quien padece el daño por culpa
ajena o por caso fortuito".
Carnelutti refiere a la víctima como "la persona cuyo interés ha sido lesionado por
el delito".
En la declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas
del Delito y del Abuso del Poder, que el 29 de noviembre de 1985, proclamó la
Organización de las Naciones Unidas, se dice "1.- Se entenderá por "víctimas" las
personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones
físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo
sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u
omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados miembros, incluida
la que proscribe el abuso del poder".
Así las cosas, se concluye que el término "víctima", es amén de más conocido por
el común de la gente, es más amplio y en concreto en el campo del derecho no
sólo debe ser protegido por el Estado el sujeto pasivo del delito, esto es el ofendido
el que directamente sufre un daño a consecuencia de la comisión de un delito, sino
también aquellos terceros, que dependen económicamente del pasivo; ellos
también resultan ser las víctimas.
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Los Derechos de las Víctimas Reconocidos por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
Ahora bien, a pesar de que se ha escrito mucho sobre el tema de la víctima, tal
parece que ni los juristas ni el legislador, lo han abordado suficientemente; se le ha
tratado más por la criminología, la sociología criminal, la victimología, etc.; aunque
existe una excepción; en el Estado de México, en 1969, por primera vez en la
República entra en vigor la Ley para el Auxilio a la Víctima del Delito", en cuya
elaboración intervino el Dr. Sergio García Ramírez.
Posteriormente aparecen otros cambios significativos que son mejorados a raíz de
la reforma constitucional de 1993, que, sin embargo, pudieron resultar de mayor
trascendencia para así lograr el equilibrio justo entre el activo del delito, el tercero
obligado, la víctima y la sociedad.
En la iniciativa de reforma antes referida, al tratar el tema, se señala: "La presente
iniciativa destaca en un párrafo las garantías de las víctimas u ofendidos por el
delito, relativas a contar con asesoría jurídica, a obtener la reparación del daño, a
poder coadyuvar con el Ministerio Público, a recibir atención médica de urgencia
cuando lo requiera y las demás que señalen las leyes".
Las Comisiones Unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales de Justicia, en
cuanto al punto que nos ocupa, dictaminaron:
"El desarrollo de la cultura de los derechos humanos, ha llevado progresivamente al
análisis del proceso penal, ya no sólo como un problema entre el Estado y el delincuente,
en el que la víctima tiene un papel secundario como mero reclamante de una indemnización.
La sensibilidad de la sociedad mexicana frente a la impunidad y a los efectos del delito
sobre la víctima, da lugar a exigir que se le reconozca a la víctima u ofendido mayor
presencia en el drama penal, sobre todo con el fin de que, en la medida de lo posible, sea
restituido en el ejercicio de los derechos violados por el delito. En este tenor, la iniciativa
eleva a nivel de garantía constitucional la protección de los derechos de la víctima u
ofendido, como expresión genuina de la solidaridad que la sociedad le debe al inocente
que ha sufrido un daño ilegal".
El último párrafo del artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, establece:
"En todo proceso penal, la víctima o el ofendido por algún delito, tendrá derecho a recibir
asesoría jurídica, a que se le satisfaga la reparación del daño cuando proceda, a coadyuvar
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Doctrina
con el Ministerio Público, a que se le preste atención médica de urgencia cuando la requiera
y los demás que señalan las leyes".
Sin duda alguna la inclusión en la Carta Magna de derechos de la víctima constituye
un gran avance; sin embargo; se considera que hubiera resultado de mayor
relevancia si estos derechos no hubieran quedado discretamente incluidos entre
las garantías que le asisten al inculpado; hubiera sido más acertado que se hubieran
formado dos apartados: uno relativo a las garantías de los inculpados y otro
referente a los ofendidos.
De lo establecido en el dispositivo constitucional antes transcrito, se deducen para
la víctima los derechos fundamentales siguientes:
Derecho a recibir asesoría jurídica
Así como el inculpado desde la averiguación previa tiene derecho a asistencia
jurídica y legal, sea particular o de oficio, la víctima debe contar con el Ministerio
Público, no como un mero asesor sino como un verdadero asistente legal, que le
ilustre, le aconseje y le patrocine gratuitamente.
En efecto, en la Institución del Ministerio Público debe recaer la responsabilidad de
asistir jurídicamente a la víctima de delitos y no sólo en los procesos penales, sino
en cualquier otro hasta lograr la reparación de los daños sufridos.
De ahí deriva el derecho para el ofendido o la víctima, reconocido expresamente
en la DECLARACIÓN SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE
JUSTICIA PARA LAS VÍCTIMAS DE DELITOS Y DEL ABUSO DEL PODER, de
estar enterado del desarrollo del proceso, de la marcha de las actuaciones y de los
caminos legales que pueda iniciar para que se le haga justicia.
Al respecto, el Dr. Sergio García Ramírez, en su obra: El nuevo Procedimiento
Penal Mexicano, con precisión expresa:
"Habla el precepto Constitucional de "asesoría jurídica". Se trata entonces de una
asistencia legal limitada: consejo, orientación, opinión, pero no necesariamente
representación en el juicio, constitución formal en éste, como se constituye, en cambio, el
defensor particular o de oficio. En tal virtud, la "defensa" del ofendido es más reducida
que la provista para el infractor. Es deseable que esta solución mejore. Puede lograrse a
través de una legislación secundaria que amplíe los derechos que aquí concede la
Constitución".
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Derecho a la reparación del daño
A la víctima del delito le asiste el derecho de que el daño que sufra con motivo de
la comisión de delitos le sea reparado.
Al respecto, Eduardo Andrade Sánchez, al comentar el texto constitucional en lo
relativo a este punto, expone:
"Un segundo derecho para él, es el de que se le satisfaga la reparación del daño. Esta debe
garantizarse desde el inicio del proceso, como ya lo vimos, al fijar la caución, si el inculpado
tiene derecho a ella. En aplicación de este derecho, las leyes pueden prever mecanismos
de aseguramiento de bienes desde la fase de averiguación previa.
Igualmente es importante que la ley evite la práctica de absolver de la reparación del daño.
Supuestamente por falta de elementos para determinarla. Muchas ocasiones los jueces, si
no tienen en autos los comprobantes de los gastos funerarios o médicos, dejan de obligar
al responsable de que cubra tales erogaciones, cuando es evidente que tales gastos se
efectuaron aunque el ofendido no haya entregado documentos que lo comprueben. Debería
ser práctica general, en aplicación de este derecho de la víctima, que el juzgador no pueda
absolver de la reparación del daño cuando haya impuesto una sentencia condenatoria y,
para calcular el monto, al igual que lo tiene para estimar cuando fija la caución, puede
recurrir a juicios propios, a pruebas periciales, a cálculos comparativos o a cualquier otro
medio, debidamente explicado, que le permita valorar el daño y fijar el monto y forma de
su reparación. Del mismo modo deben preverse los casos en que, por ejemplo, la atención
médica es otorgada por instituciones de beneficencia, que no cobran y obviamente no dan
facturas; sin embargo, realizan erogaciones que deben ser a cargo del delincuente cuando
se prueba su culpabilidad. De ahí que es necesario prever no solo, como ya existe ahora,
la posibilidad de que el daño sea reparado por un tercero, sino que la reparación se haga
en favor de terceros, que aplicaron recursos para atender a la víctima, los cuales deben
ser resarcidos por quien cometió el ilícito".
Al margen del comentario transcrito, sólo nos concretamos a afirmar por ahora, que
el comentarista hace referencias a situaciones procesales y no constitucionales y
por tanto estos puntos serán tratados posteriormente; sin embargo, correctamente
señala que dicha reparación del daño se garantiza en la fracción I del mismo artículo
20 Constitucional.
Es importante referir que de lo establecido en el párrafo en comento, se infiere que
no exclusivamente el ofendido tiene derecho a exigir la reparación del daño; ni
tampoco el sujeto activo del ilícito es el único obligado a cubrirlo.
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Doctrina
Por otra parte, es de tomar muy en cuenta que en el mismo párrafo expresamente
se refiere al término "daño", por lo que se tratará de encontrar su significado más
adelante.
Derecho a coadyuvar con el Ministerio Público
Mediante este derecho, el ofendido o, en su caso, la víctima, tiene la facultad de
participar junto con el Ministerio Público en la investigación de los hechos con el
objeto de llegar a la consignación de la averiguación previa y, posteriormente,
durante el proceso a aportar pruebas para que, además de dictarse sentencia
condenatoria, se imponga la sanción sobre la reparación de daños. Sobre este
punto es interesante el planteamiento que hace el Dr. García Ramírez en el sentido
de que, para lograr una condena respecto a la reparación del daño, es necesario
que previamente se hayan justificado los elementos del tipo penal y la
responsabilidad penal del acusado y, por tanto, es dable que también le asista a la
víctima el derecho de aportar pruebas sobre esos puntos.
Derecho a la prestación médica de urgencia
Este es un derecho que, sin duda, no sólo es inherente al ofendido, sino a todo
habitante del pueblo mexicano; posiblemente hubiera sido más adecuado el uso
del término "necesaria" y no "de urgencia", porque de esta manera se comprende
algún otro servicio médico importante como pudiera ser la asistencia médica en
abortos derivados de violaciones, tratamiento psicológico, etc.
Los demás que señalen las leyes
Parece ser innecesaria esta última disposición, si se toma en cuenta que el
señalamiento de las garantías constitucionales constituyen el mínimo de derechos,
los que pueden ser ampliados por el legislador ordinario como de hecho lo hace en
las legislaciones correspondientes.
Los Derechos de la Víctima en las Legislaciones Ordinarias
Con motivo de la reforma constitucional comentada, las diversas leyes procesales
de la República Mexicana, que ya contemplaban algunos derechos para las
víctimas, fueron modificadas.
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En las leyes penales se establecen varios puntos relativos a los derechos de los
ofendidos, sus dependientes económicos y la reparación del daño.
En las citadas leyes se enumera a las personas que tienen el derecho a la
reparación del daño; casi todas las leyes coinciden en que ese derecho le asiste al
ofendido y en caso de que hubiere dejado de existir, lo adquieren su cónyuge o el
concubino y los hijos menores de edad, y a falta de éstos, los demás descendientes
y ascendentes que hubieren dependido económicamente de él.
También se establece (art. 32 del C.P.F.) que adquieren la obligación de reparar el
daño no sólo el responsable de la comisión de delitos; sino también refieren que
pueden existir terceros obligados. Este es un tema interesante porque, entre otros,
se señala como obligados a quienes ejercen la patria potestad o tutela, de menores
o incapacitados, lo que obliga a pensar que la reclamación debe hacerse
necesariamente en la vía civil, porque en la penal existen las causas de
inimputabilidad que evitaría llegar a una sentencia condenatoria.
Por otra parte, hay quienes sostienen que la obligación que adquieren terceras
personas deriva de una institución civil denominada "responsabilidad objetiva".
Ahora bien, antes de hacer referencia sobre las vías para exigir el cumplimiento de
esta obligación, a quienes les asiste la facultad, quienes tienen la obligación de
exigirlo y cómo puede asegurarse su cumplimiento, tendremos que abordar el punto
relativo a la reparación del daño.
Guillermo Cabanelas en su Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, nos dice:
"Reparación del Daño del delito: Obligación de los responsables de éste, aparte de cumplir
la pena o medida de seguridad, consiste en resarcir a la víctima de la infracción del orden
jurídico, o a los causahabientes de la misma, de todo quebranto de orden económico, lo
cual entraña la responsabilidad civil (v.). Luego de la restitución (v.), en los casos en que
haya habido substracción de cosas del patrimonio del perjudicado por el delito, esta
responsabilidad comprende"la reparación del daño causado" (art. 101.n, 2, del Cód. Pen.
eps.); resarcimiento que se completa con la indemnización de perjuicios.
"La reparación se hará valorando la entidad del daño por regulación del tribunal,
atendido el precio de la cosa, siempre que fuere posible, y el de afección del
agraviado" (art. 103).La obligación de reparar los daños del delito se extiende a los
herederos del culpable; y la acción para pedirla se transmite a los herederos del
perjudicado (art. 105).
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Doctrina
La reparación del daño posee tanta importancia, que se antepone, de no alcanzar
los bienes del penado para cubrir todas las responsabilidades pecuniarias, a los
demás gastos y resarcimientos, incluso las costas (art. 11)".
En el Diccionario Jurídico Mexicano se apunta. "Reparación del daño. I. Pena
pecuniaria que consiste en la obligación impuesta al delincuente de restablecer el
statu que ante y resarcir los perjuicios derivados de un delito".
Por su parte, Marco Antonio Díaz de León, en el II tomo del Diccionario de Derecho
Procesal Penal, refiere: "Reparación del daño. En México a la reparación del daño
se le dá el carácter de sanción penal que se impone al delincuente como pena
pública y comprende: a) la restitución de la cosa obtenida por el delito, y sí esto no
fuere posible, el pago del precio de la misma y, b) la indemnización del daño material
y moral causado a la víctima y su familia".
Ahora bien, el Código Penal para el Distrito Federal, en materia común y para toda
la República en materia federal, en su artículo 30, señala:
"La reparación del daño comprende:
I. La restitución de la cosa obtenida por el delito y si no fuera posible, el pago del precio
de la misma,
II. La indemnización del daño material y moral causado, incluyendo el pago de los
tratamientos curativos que, como consecuencia del delito, sean necesarios para la
recuperación de la salud de la víctima; y
III. El resarcimiento de los perjuicios ocasionados".
De ello se deduce que el ofendido o el que sea su dependiente económico, tiene
derecho la restitución de la cosa que hubiere sido extraída del patrimonio del sujeto
pasivo, con motivo de la comisión de delitos. Esto sucede en casos de los delitos
que afecta directamente el patrimonio del pasivo; y si tal objeto material ya no se
recupera, entonces deberá pagarse su precio y en todos los delitos puede
reclamarse la correspondiente indemnización por daños materiales y morales y por
los perjuicios que se hubieren ocasionado.
Se aclara en la legislación que para que proceda esta pretensión, es necesario que
se aporten las pruebas necesarias que demuestren el derecho y monto de lo
reclamado, lo que resulta totalmente correcto pues no es factible emitir una condena
sin las pruebas correspondientes.
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Respecto a las vías que pueden emplear se tienen la civil y la penal; respecto a
ésta última se establece que puede iniciarse en el proceso penal sin necesidad de
tramitarse en vía incidental cuando la reclamación se hace al procesado, por el
propio derechohabiente, pero el agente del Ministerio Público también tiene la
obligación de asumir esta responsabilidad puesto que para exigir la condena al pago
de reparación de daño es necesario que aporte pruebas suficientes, para lo cual
es indispensable que la propia ley establezca como uso y obligación la
comunicación estrecha y permanente entre el ofendido o la víctima, y el agente del
Ministerio Público que esté llevando a cabo el seguimiento del proceso respectivo.
Con el objeto de lograr mayor protección a las víctimas de delitos y así poder actuar
en justicia, se hacen las siguientes propuestas:
• Para lograr mayor efectividad, resulta indispensable que se
establezcan disposiciones legales que regulen el acceso directo
al expediente para el ofendido o sus representantes, pues hasta
ahora lo tienen exclusivamente a través del Ministerio Público;
siendo incongruente con el dispositivo que le autoriza a aportar
pruebas e interponer recurso de apelación, de donde surge la
necesidad de que tenga acceso. Por otra parte, cuando la
reclamación es dirigida a un tercero obligado, entonces habrá que
iniciar un incidente, aplicando supletoriamente la legislación
procesal civil.
• Resulta verdaderamente lamentable que la asesoría legal a que
está obligado a prestar el Ministerio Público quede reducida a su
mínima expresión, de tal suerte que en el mayor número de casos
la relación entre la parte acusadora y uno de sus representados
es nula, como también así resulta la intervención que debe tener
para asegurar los bienes que garanticen el pago de la reparación
de daño; el embargo precautorio y el arraigo, a pesar de que en
algunas legislaciones se reglamentan estas instituciones. No
bastan las disposiciones legales, es necesario que se apliquen,
se cumplan y se hagan cumplir. Es indispensable y urgente que
con base en las pruebas que se aporten en el proceso, el Agente
del Ministerio Público deje de concretarse a solicitar de manera
escueta y simple la condena a la reparación del daño; esta petición
debe ser suficientemente probada, motivada y fundada, de tal
manera que el juez de la causa se vea obligado a estudiar esta
petición pormenorizadamente y a imponer la condena respectiva;
porque hasta ahora ante la carencia de pruebas y peticiones
superfluas, los jueces en casi la totalidad de los casos absuelven
del pago de la reparación del daño causado.
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Doctrina
• El Ministerio Público debe ser un verdadero patrocinador del
ofendido, un defensor de sus interés y de sus derechos.
• Otro grave problema se da en razón de la ejecución de la
sentencia; esto es, hacer efectivo este punto condenatorio en caso
de que llegue a darse, en obvio de tiempo, debiera la propia
autoridad judicial hacer cumplir su resolución.
• Es indispensable promover cuanto antes modificaciones a las
Leyes Orgánicas de las Procuradurías de Justicia para que surjan
dependencias especializadas que garanticen el trato adecuado a
las víctimas de los delitos.
• Asimismo, en los delitos patrimoniales no graves, los ofendidos
estiman que se les hace justicia no sólo cuando los responsables
son privados de su libertad, sino cuando son resarcidos los daños,
cuando su patrimonio es restituido; de ahí la bondad de que estos
delitos sean perseguidos por querella necesaria y, por tanto, si su
daño es reparado lo más pronto posible y en una fase conciliatoria,
se estará cumpliendo con el principio de celeridad procesal. Para
lograrlo es necesario promover las reformas correspondientes.
• Para el caso de que la intervención de la autoridad sea deficiente
e irresponsable y a consecuencia de esa intervención, la víctima
no logre la reparación del daño, así también cuando el Estado a
través de su autoridad, abusando de ese poder, acuse
indebidamente a alguien y consecuentemente le cause daños,
debieran existir disposiciones que obligan al Estado mismo a
reparar esos daños.
• En otro orden de ideas, con suma alegría la Comisión Nacional
de Derechos Humanos ha visto que en los Estados de México,
Nuevo León, Puebla, Tlaxcala y en el Distrito Federal se han
presentado iniciativas de leyes sobre protección a las víctimas, y
la creación de centros para su atención; algunas de ellas como en
la del Estado de México se propone con justicia, la constitución de
un fondo para la reparación de daños con multas, los intereses
resultantes de los depósitos que se hacen para garantizar la
libertad provisional y el producto de los bienes no reclamados y
asegurados.
• Debiérase también disponer en todas las leyes, que para alcanzar
cualquier beneficio el sentenciado, como la conmutación de pena
privativa de libertad, se exija como condición, que se haya cubierto
la reparación del daño correspondiente; por fortuna esta medida
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ha sido adoptada en algunas legislaciones; sin embargo, es
necesario que sea de observancia general.
• Las Comisiones de Derechos Humanos deben implementar lo
necesario para mantener informada a la sociedad de los avances
logrados en favor de las víctimas.
• Para concluir, la Comisión Nacional de Derechos Humanos reitera
su posición de luchar por el imperio de la ley, el cumplimiento
irrestricto a las normas jurídicas y su adecuación para el logro de
la justicia. Las personas que tienen la desgracia de ser víctimas
de delitos deben ser protegidas por el Estado a través de sus
diversas instituciones; para la sociedad no habrá justicia si los
ofendidos o las víctimas no son restituidos en sus derechos que
ilegalmente les fueran arrebatados. Debemos luchar porque cese
esta situación lamentable mediante disposiciones que supriman
ese desequilibrio existente.
• También es imperativo y urgente el cabal cumplimiento a la
DECLARACIÓN SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
DE JUSTICIA PARA LAS VÍCTIMAS DE DELITOS Y DEL ABUSO
DEL PODER, emitida por la Organización de las Naciones Unidas,
de la que México es parte integrante.
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