II Jornada sobre Triangulación España, América Latina y Asia-Pacífico Cooperación entre Asia-Pacífico, América Latina y España Barcelona, 28 de noviembre de 2002 La cooperación económica entre América Latina y Asia Manfred Wilhelmy Profesor del Instituto de Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile y del Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile. Director Ejecutivo de la Fundación Chilena del Pacífico. Casa Asia, Av. Diagonal, 490, 4-1, 08006 Barcelona, Tel.: 91-368 03 20; Fax: 91.368 03 33 URL: http://www.casaasia.org E-mail: [email protected] Introducción El objetivo de esta presentación es caracterizar el estado de la cooperación económica entre América Latina y la región del Este de Asia. Se entiende que, para este efecto, Australia y Nueva Zelandia forman parte de dicha región. Nos limitaremos a los principales foros multilaterales de cooperación, tanto gubernamentales como no gubernamentales. La cooperación económica se entenderá en sentido amplio, vale decir, no se circunscribe a la tradicional ayuda oficial para el desarrollo (créditos “blandos” y asistencia técnica), sino que comprende toda clase de actividades tendientes a promover en conjunto el desarrollo e integración entre las dos regiones que nos preocupan. La argumentación central será que existe un considerable potencial de cooperación, no obstante lo cual ésta todavía es bastante limitada, debido a que el desarrollo de las relaciones inter-regionales es muy reciente. El marco internacional y regional Durante mucho tiempo, América Latina y Asia se ignoraron mutuamente o mantuvieron niveles mínimos de relaciones. Debido a poderosas razones históricas, políticas y económicas, las prioridades externas de las dos regiones han sido fortalecer sus relaciones con los grandes polos del desarrollo mundial situados en Europa y Norteamérica. En los últimos 35 a 40 años, cobraron mayor importancia las relaciones intra- regionales, tanto en América Latina como en Asia. En América Latina, los diversos proyectos y acuerdos de integración económica a partir de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) han evidenciado esta tendencia. En los últimos diez años, la disyuntiva entre esquemas propiamente latinoamericanos, como el MERCOSUR, y la asociación con Estados Unidos a través de fórmulas como el ALCA, ha sido un tema central. En la región asiática, el proceso se ha dado especialmente a través del subregionalismo de ASEAN (Asociación de Estados del Sudeste Asiático), del estrechamiento de las relaciones con Japón, y más recientemente con China. Por otra parte, el debate en torno a esquemas del tipo “ASEAN más Tres” (China, Corea y Japón) ha replanteado los 2 términos del regionalismo del Este de Asia. Estas prioridades, junto a otros factores, configuran un cuadro complejo –tanto de oportunidades como de restriccciones- para el cultivo de las relaciones interregionales, más allá de la historia común de participación en ciertos foros internacionales de propósitos más amplios, como los No Alineados, el Grupo de los 77 o de los 15. El surgimiento y desarrollo de las redes de cooperación económica del Pacífico constituye un vehículo central para la interacción inter-regional. Varios países latinoamericanos detectaron en estos foros un interesante potencial de vinculación, el que efectivamente ha comenzado a perfilarse en los últimos veinte años. En los orígenes de estas redes, la región latinoamericana prácticamente no había sido considerada. En efecto, para los grandes actores ribereños del Pacífico, las interacciones relevantes en la Cuenca estaban constituídas, en primer lugar, por las relaciones Este-Oeste a través del Pacífico Norte, y, en segundo término, por las relaciones Norte-Sur entre el área del Mar de Japón y el Pacífico Sudoeste, donde se sitúan Australia y Nueva Zelandia. Esta limitada concepción conllevaba en la práctica la ausencia del escenario de los actores situados en el arco centro- y sudamericano de la Cuenca. Por medio de variadas iniciativas empresariales, académicas y diplomáticas, actores de diversos países latinoamericanos progresivamente lograron abrir nuevos espacios en las redes del Pacífico. No obstante estos avances, las vinculaciones están limitadas geográficamente a los países de la Cuenca, redes del Pacífico (básicamente y la participación latinoamericana en las Pacific Basin Economic Council –PBEC- Pacific Economic Cooperation Council -PECC- y el foro Asia Pacifc Economic Cooperation APEC-), si bien ha aumentado, todavía es insuficiente. Volveremos a este aspecto. En la medida que el Foro de Cooperación América Latina – Asia del Este (FOCALAE) se consolide, esta situación podría variar, puesto que en esta nueva red las relaciones se plantean “de región a región”, permitiendo la inclusión de los países latinoamericanos que no son del Pacífico. En el caso asiático, se entiende que no nos referimos a todo el continente, sino al Este de Asia, región a la que se suele agregar Australia y Nueva Zelandia, como ha sucedido precisamente en este foro. 3 Otra diferencia entre FOCALAE y las redes del Pacífico es la ausencia de Estados Unidos y Canadá, cuyo peso en éstas es considerable, sin que sean partes directas del proceso interregional. No obstante, nadie podría ignorar que las relaciones con los Estados Unidos constituyen un aspecto central de las relaciones exteriores de cada uno de los actores, que no puede sino pesar, aunque indirectamente, a la hora de estructurar nuevas relaciones entre regiones como las que aquí consideramos. En términos generales, el contexto internacional de los años 90 y comienzos del siglo XXI ha favorecido el desarrollo de nuevas relaciones de cooperación. La post-Guerra Fría ha abierto espacios políticos para dar un lugar a las vinculaciones interregionales en las políticas exteriores asiáticas y latinoamericanas. Anteriormente, tales relaciones difícilmente podrían haberse dado, puesto que el sistema internacional de la Guerra Fría estaba más claramente estructurado en subsistemas agrupados (alineados) alrededor de los núcleos centrales de poder. Por otra parte, la articulación de diversos ejes de vinculación inter-regional debe situarse en el marco general de los procesos de globalización. Esta perspectiva es ineludible, ya que los problemas mundiales a los que cada región debe dar respuesta, constituyen las primeras prioridades tanto de las políticas exteriores en cada región, como de los diálogos entre ellas. Al mismo tiempo, los mecanismos interregionales pueden operar como vallas de contención frente a las fuerzas que, enfrentadas a las turbulencias propias de períodos de volatilidad e inseguridad en los procesos globales, abogan por la retirada al ámbito –presumiblemente más estable- de los círculos más estrechos de las relaciones tradicionales, especialmente en el plano bilateral. El problema de la asimetría Un aspecto clave de las relaciones entre el Este de Asia y América Latina es la marcada asimetría entre ambas regiones. Aunque el Este de Asia no es un bloque económico ni político, se percibe hasta cierto punto como un “polo” de desarrollo en el sistema internacional, el que se sitúa frente a otros polos principales, como son la Unión Europea y Estados Unidos (o el área NAFTA). Bajo esta perspectiva, las vinculaciones interregionales asiático-latinoamericanas procurarían tender puentes entre actores del Asia Pacífico que desempeñan, o aspiran a desempeñar, roles centrales en el sistema 4 internacional del siglo XXI, y actores latinoamericanos que no pueden afirmar de manera realista pretensiones de tal magnitud. Una primera comparación es simplemente cuantitativa. En los foros del Pacífico, los actores del Este de Asia (incluyendo Australia y Nueva Zelandia) son tres o cuatro veces más numerosos que sus contrapartes latinoamericanas, que se limitan a tres en el caso de APEC (México, Perú y Chile), llegando a cinco en los foros PECC y PBEC (los antes mencionados más Colombia y Ecuador). Esta elemental circunstancia limita la influencia relativa latinoamericana en estos foros, aunque la presencia latinoamericana, como parece probable, pueda crecer en el futuro. Es cierto que en el caso del FOCALAE las respectivas representaciones regionales son más equilibradas. No obstante, este foro aún no puede considerarse una red consolidada. En segundo lugar, mientras la parte asiática incluye dos potencias internacionales de primera magnitud, Japón y China, los participantes latinoamericanos son estados pequeños o medianos, cuyas bases de poder son comparativamente limitadas. En el lado asiático, a pesar del recurrente fenómeno recesivo de la última década, Japón sigue siendo la segunda economía individual en el mundo y es un miembro clave del Grupo de los Ocho. En la misma región encontramos dos miembros de la OCDE (Japón y Corea), mientras en América Latina solamente México ha accedido a este exclusivo “club”. Dos casos especiales asiáticos son las plazas subregionales de negocios, Singapur en el Sudeste Asiático y Hong Kong en China, economías desarrolladas que prosperan en el marco de la globalización. En el ámbito político-estratégico, la República Popular China, si bien desmiente abrigar cualquier ambición hegemónica, tiene un peso considerable en su calidad de potencia nuclear, potencia convencional regional, y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras Japón es, en la práctica, una importante potencia militar no nuclear, que está comenzando a salir de su tradicional pasividad en el ámbito de la agenda de seguridad internacional. En el ámbito del desarrollo económico, es conocida la disparidad entre las dos regiones. Beckinschtein y Moneta han sintetizado la evolución de la asimetría en las siguientes cifras: en 1960, América Latina representaba un 7,8% del PIB mundial, mientras el Este de Asia representaba un 11,8%. En 1995, la proporción latinoamericana era de 9%, mientras la del Este de Asia se había empinado a un 28%. En el comercio internacional, 5 la participación latinoamericana era de sólo 4,8%, frente a una participación del Este de Asia cercana al 25% (1). Mientras en los años 80 América Latina vivía la llamada “década perdida”, en el Este de Asia tenía lugar lo que el Banco Mundial llamó el “milagro” de esta región, proceso que abarcó desde Corea del Sur hasta Indonesia, hasta que la crisis financiera asiática que estalló a partir de julio de 1997 detuvo bruscamente lo que parecía un avance imparable. Sin duda, el efecto de la crisis en la región y otras partes del mundo –especialmente América Latina- fue severo, y en algunos casos dramático. Pero en el plano interregional tuvo una connotación diferente. El reconocimiento que el Este de Asia no era invulnerable, mientras los latinoamericanos también podían exhibir algunos casos de avances en el camino hacia el desarrollo, en cierto modo estrechaba la brecha psicológica o estereotipo inter-regional de asiáticos “ganadores” y latinoamericanos “perdedores” en la carrera hacia el desarrollo. Sin embargo, esta percepción podría haber sido pasajera, en cuanto la recuperación relativamente rápida de varias economías asiáticas y las profundas crisis de varios países latinoamericanos en la actualidad, estarían reafirmando esta visión. A los países del “milagro” debe agregarse el caso de China, país que desde el punto de partida de las reformas de Deng Xiao Ping se ha transformado en una nueva “locomotora” económica regional. La trayectoria sostenida de crecimiento rápido de China ha generado altos grados de entusiasmo en muchos observadores y actores económicos, mientras de parte de los especialistas se oyen advertencias en el sentido que el proceso es muy complejo y no exento de importantes riesgos en diferentes ámbitos. Pero, en la medida que las percepciones influyen sobre las actitudes, las tendencias a que nos referimos han contribuido a aumentar la influencia internacional político-económica de los actores asiáticos, así como a disminuir el peso relativo atribuido a los latinoamericanos. La percepción de distancia Una limitación básica para el desarrollo de la cooperación económica entre América Latina y el Este de Asia es la insuficiencia de las bases de sustentación interna de las políticas correspondientes. En otras palabras, falta "masa crítica" política, económica, 6 social y cultural. Los círculos directamente interesados en las relaciones con Asia son significativamente menores a los que intervienen en otros ámbitos de las relaciones exteriores. Por ejemplo, en Chile, el país más vinculado a los mercados asiáticos en relación con el tamaño de su economía, las empresas exportadoras a Estados Unidos son aproximadamente 5000, mientras a Asia son solamente cerca de 1000. Aunque el interés en el Este de Asia viene aumentando, el proceso es lento y enfrenta importantes obstáculos. El primero de estos es la percepción de distancia física. Aún en un contexto de globalización -que incluye las alternativas de comunicación electrónicala distancia geográfica entre América Latina y el Este de Asia es un factor limitante y en cierto modo disuasivo de las interacciones, ya que se estima que los costos de vinculación en términos de tiempo y dinero son muy altos. Esta percepción, a veces exagerada pero sin duda fundada, nos lleva a pensar que un tema prioritario del acercamiento entre las dos regiones debería ser el de las redes de transporte aéreo y marítimo. El segundo obstáculo es la brecha social y psicológica. La raíz occidental de los procesos de socialización prevalecientes en América Latina y la escasez de perspectivas cosmopolitas en las élites locales limitan el interés en el Este de Asia. Aún entre muchos latinoamericanos de niveles educacionales más altos, las percepciones de Asia son difusas y estereotipadas, así como ocasionalmente cargadas de prejuicios. Por otra parte, el reducido tamaño de las poblaciones de origen asiático en la región (con pocas excepciones, como los brasileños de origen japonés y pequeñas comunidades de chinos y coreanos en otros países) no alcanza a sustentar más que una pequeña parte de las relaciones inter-regionales en bases sociales y transnacionales de afinidad étnicocultural como las que caracterizan, por ejemplo, a los chinos de ultramar en otras regiones. El interés de algunos actores latinoamericanos en las experiencias asiáticas en campos como políticas de desarrollo, educación, infraestructura, fomento de la pequeña y mediana empresa, y tecnologías de la información, es un fenómeno positivo que debe destacarse y estimularse, pero es algo muy reciente y todavía limitado a pequeños círculos. 7 En las clases políticas, la mayoría de los actores aún percibe los sistemas de gobierno asiáticos y las fuerzas políticas que los sustentan como fenómenos distantes y de difícil comprensión. Todavía son pocos los políticos latinoamericanos que han tomado nota de los progresos hacia formas participativas de gobierno en países como Corea, Filipinas y Tailandia. Entre los empresarios prevalecen actitudes parecidas, aunque no tan marcadas como en el caso recién descrito. Como advirtiera Enrique Iglesias en su discurso ante la conferencia PECC XII (Santiago de Chile, 1997), “numerosos miembros de la comunidad empresarial latinoamericana no han logrado percatarse de las oportunidades que ofrecen los mercados asiáticos, o bien se sienten recelosos de ellos.” (2) Para muchos empresarios, el costo de hacer negocios con Asia se sigue considerando muy alto. A pesar de la existencia de honrosas excepciones, sobre todo en el ámbito de las grandes empresas, todavía es extendida la reticencia a estudiar detalladamente los mercados, a buscar nuevas oportunidades, y a formar vinculaciones estables con socios asiáticos, más allá de la realización de negocios aislados. El interés de los académicos latinoamericanos en los asuntos asiáticos es creciente, pero se encuentra aún en una etapa primaria. La diferenciación entre los estudios sobre la Cuenca del Pacífico en general, y los sistemas económicos y políticos del Este de Asia, es bastante reciente. La búsqueda de explicaciones del dinámico proceso de desarrollo, especialmente de los llamados “tigres” o “dragones” asiáticos, y más recientemente del caso chino, así como la originalidad de los esquemas de cooperación regional en el Sudeste Asiático y su proyección hacia APEC, motivaron el interés de economistas y especialistas en relaciones internacionales. Sin embargo, la especialización en temas de Asia Pacífico todavía se circunscribe a grupos pequeños, que cuentan con escasos recursos de investigación, institutos o cátedras específicamente orientados a temas asiáticos, con sus correspondientes publicaciones y programas de postgrado. La red internacional de Centros de Estudio APEC, así como los foros del PECC, ofrecen interesantes vinculaciones a académicos de los países (economías) miembros, y BID/INTAL, junto a SELA, han apoyado el funcionamiento de una red académica regional sobre Asia Pacífico. Algunos académicos jóvenes están dando el importante paso de especializarse en países específicos del Este de Asia, aprendiendo para ello las 8 lenguas respectivas. Sin duda que esta generación estará en condiciones de hacer aportes importantes para el fortalecimiento de los estudios regionales. En cuanto a las Cancillerías, la rotación de los diplomáticos latinoamericanos entre destinaciones geográficamente dispersas, incentiva la formación del tipo “generalista”. Por lo tanto, las motivaciones para la especialización regional son básicamente personales. Si se considera además que el Este de Asia no ha sido, en general, una prioridad de política exterior, no debe sorprender la constatación de la escasa dotación de recursos de las Cancillerías latinoamericanas para la gestión de los asuntos de dicha región. Situaciones parecidas se encuentran en otros ámbitos, como las negociaciones económicas y de la cooperación. La cooperación interregional: las redes del Pacífico y FOCALAE El desarrollo de las redes de cooperación del Pacífico ha estado estrechamente vinculado al contexto internacional del último tercio del siglo XX, que incluye hechos y tendencias tan relevantes como la declinación y fin de la Guerra Fría, el desarrollo creciente (y problemático) de las relaciones económicas entre Estados Unidos y Japón, el fin de la era maoísta y las reformas económicas chinas propugnadas por Deng Xiao Ping, la rápida modernización del Sudeste Asiático, y el creciente acercamiento de Australia y Nueva Zelandia al Este de Asia. A continuación, sintetizaremos la participación latinoamericana en las redes PBEC, PECC, APEC y FOCALAE. Sin embargo, es necesario advertir que, en el caso de las entidades económicas de la Cuenca del Pacífico, la multiplicación de foros, instancias y grupos de trabajo gubernamentales, privados, académicos y de composición mixta, que suelen tener objetivos y misiones con diferentes grados de superposición y duplicación, ha llevado al multilateralismo del Pacífico a una encrucijada. Se reconoce cada vez más la necesidad de un reordenamiento o reforma de las entidades regionales que responda de manera más eficiente y ordenada a los requerimientos del proceso de globalización del siglo XXI, enfatizando criterios de eficiencia y el progreso hacia objetivos específicos de liberalización y facilitación de los intercambios. 9 PECC (Consejo de Cooperación Económica en el Pacífico) La característica central de esta red, fundada en 1980, es su composición tripartita. Tanto a nivel de comités nacionales como de foros, grupos de trabajo y reuniones generales, PECC es una instancia de análisis, debate y elaboración de propuestas que reúne a funcionarios públicos que no comprometen la responsabilidad de los gobiernos, académicos y empresarios. El principio básico de PECC, en términos del Preámbulo de la Carta constitutiva, es desarrollar “el potencial de la Cuenca del Pacífico por medio de la cooperación económica, basada en el intercambio libre y abierto, en un espíritu de asociación, equidad y respeto mutuo” (3). Los miembros latinoamericanos de PECC son México, Colombia, Ecuador, Perú y Chile. La participación de estos miembros depende de factores como la importancia relativa del comercio y la inversión en la región, las prioridades de las políticas exteriores, el interés de los académicos especializados, y los recursos económicos a disposición de cada comité nacional. En términos del primer criterio, Chile y Perú son los miembros más involucrados en las relaciones económicas regionales, mientras en el caso de México, el Pacífico es un área de diversificación de vinculaciones frente a NAFTA. Colombia y Ecuador todavía no tienen altos niveles de relaciones económicas con la región del Pacífico, pero muestran gran interés en incrementarlos. Los miembros latinoamericanos de PECC coinciden en ver en esta entidad una vía relevante de cooperación económica con el Este de Asia. No obstante, su influencia en la marcha de PECC, decidida por un Comité Permanente integrado principalmente por los Presidentes de los comités nacionales, es limitada. Solamente durante dos de sus 22 años de funcionamiento (1995-97), el Comité Permanente ha sido encabezado por un latinoamericano, el ex ministro chileno (actualmente Senador) Edgardo Boeninger. Ello permite concluir que la influencia latinoamericana en la orientación de este importante foro regional es bastante limitada. En los foros y grupos de trabajo, sólo un proyecto –el de proyecciones económicas anuales denominado Pacific Economic Outlook- cuenta con participación estable y continua de los cinco miembros latinoamericanos. En los tres foros centrales -de 10 Comercio, de Finanzas, y de Desarrollo de la Comunidad- la participación latinoamericana es, en general, inestable. Una notable excepción es la coordinación peruana del grupo de trabajo de acuerdos comerciales subregionales, que forma parte del Foro de Comercio, que actualmente dirige Nueva Zelandia. En las reuniones generales de PECC –que son grandes conferencias internacionales destinadas a debatir la agenda económica del Pacífico- las delegaciones latinoamericanas tienden a ser reducidas, y las intervenciones en las sesiones plenarias son escasas. PECC es un foro influyente en la elaboración de diagnósticos, proyecciones y recomendaciones en materia de cooperación económica regional, con una clara postura de apertura y fuerte vocación interregional. Por ello, la participación en PECC puede reportar significativos beneficios a sus miembros. Ello debería constituir una motivación para reforzar la participación latinoamericana, tanto a nivel directivo – eventualmente a través de una nueva presidencia latinoamericana de la red- como por medio de un trabajo más sostenido en los Foros de esta entidad. Consejo Económico de la Cuenca del Pacífico (Pacific Basin Economic Council, PBEC) PBEC, la red empresarial del Pacífico, data de 1967, y define su misión como la creación de nuevas relaciones de negocios y actúa como vocero de los empresarios en temas de la economía global y regional. PBEC ha enfatizado la función de foro de vinculación y comunicación, y, salvo excepciones, no ha organizado grupos de estudio y análisis de políticas. Los miembros latinoamericanos son comités de empresarios de México, Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Aunque la entidad tiene una tradición reconocida como “club” empresarial, en los últimos años ha sido afectada por la creciente competencia de los circuitos comerciales de conferencias de negocios, y, específicamente en el Pacífico, por la creciente dimensión empresarial de APEC, desarrollada a partir del Consejo Empresarial APEC Business Advisory Council (ABAC). Las “cumbres” de empresarios asociadas con ABAC en el marco de las Cumbres de APEC afectan la convocatoria de PBEC, ya que para los empresarios resulta especialmente interesante sesionar cerca de los ministros y jefes de gobierno. 11 Lo anterior, junto a otros factores, ha obligado a PBEC a replantearse su propósito y su estructura, cuestión que forma parte de la ya mencionada reforma de las redes del Pacífico. Actualmente, el tema es materia de conversaciones con la red PECC, que podrían conducir a un acuerdo de cooperación o acción conjunta. Las posibilidades de complementación entre la representatividad empresarial de PBEC y la capacidad de análisis de PECC son evidentes. Para los comités latinoamericanos de ambas entidades, que constantemente enfrentan dificultades de financiamiento, la convergencia de las dos redes sería positiva y fortalecería el potencial de cooperación económica. Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (Asia Pacific Economic Cooperation, APEC) México fue el primer miembro latinoamericano de APEC, seguido por Chile y Perú. APEC ha declarado una moratoria al ingreso de nuevos miembros que rige hasta 2008, lo que posterga las perspectivas de ampliación de la participación latinoamericana. En su calidad de foro intergubernamental de cooperación económica, APEC es la principal institución interregional en este ámbito. Con todo, esta “asociación económica abierta” (Andrew Elek), con su estilo de toma de decisiones por consenso, la ausencia de una estructura organizativa y de procedimientos basados en un tratado multilateral, que adopta acuerdos de carácter voluntario, ha requerido un esfuerzo de adaptación de los participantes latinoamericanos, habituados al multilateralismo tradicional de las organizaciones intergubernamentales. México y Chile ingresaron a APEC motivados por las perspectivas de asociación con la red de cooperación de las economías más dinámicas del mundo. En cambio, Perú entró durante la crisis asiática. Pero para los tres miembros latinoamericanos, la participación en la amplia agenda de APEC ha exigido considerables esfuerzos, en la medida que se trata de temas multisectoriales, que rebasan la competencia de las Cancillerías. En general, los temas se agrupan en torno a los conceptos de liberalización (remoción de barreras comerciales arancelarias y no arancelarias), facilitación (otras medidas tendientes a reducir el costo de las transacciones) y cooperación técnica y económica (básicamente, el desarrollo de recursos humanos e institucionales en torno a la agenda de APEC). 12 Cabe observar que la agenda de cooperación técnica y económica (denominada ECOTECH) es muy abierta y variada. Dada la estructura descentralizada de APEC, bajo ECOTECH es posible combinar el origen nacional de los proyectos con su implementación multilateral. Por ejemplo, en el Este de Asia, Taiwan (Taipei Chino en APEC) tiene ventajas en temas como pequeñas y medianas empresas, Singapur las tiene en gestión de infraestructura de transporte, y Corea y Japón en tecnologías de información. La oferta latinoamericana es más limitada, pero Chile, por ejemplo, puede ofrecer cooperación en materias como gestión previsional, México tiene vasta experiencia en turismo, etc. El diseño de esquemas de asistencia en el marco ECOTECH a través de instrumentos como cursos de entrenamiento, puede producir resultados útiles para las economías en desarrollo a costos relativamente bajos, que admiten diversos esquemas de financiamiento. La meta central de APEC es alcanzar la apertura plena de las economías desarrolladas el año 2010. Las economías en desarrollo lograrían este objetivo el año 2020. Además, APEC se propone impulsar la apertura económico-comercial a nivel global, a través de la OMC. Si bien APEC carece oficialmente de objetivos políticos, en la práctica, estos comenzaron a introducirse con motivo de la crisis de Timor Oriental (1999). Con posterioridad al 11 de septiembre de 2001, el tema anti-terrorista ha situado la seguridad internacional en la agenda de APEC. Al despliegue de recursos gubernamentales se agrega el requerimiento de participación privada en el ya mencionado ABAC (a razón de tres empresarios por economía miembro de APEC, generando informes directamente entregados a los jefes de gobierno, los llamados Líderes Económicos). Por último, cada economía debe contar con una representación académica (uno más Centros de Estudio APEC), puesto que en la Cumbre de 1993 se acordó que los centros de estudios superiores servirían propósitos de investigación y de comunicación de APEC. La conferencia internacional de estos centros constituye un Consorcio, que es una valiosa red de cooperación académica del Pacífico (APEC Study Centers’ Consortium, ASC). La conducción mexicana del foro APEC durante el presente año, y la conducción chilena en el ciclo 2004, pueden aumentar la limitada influencia latinoamericana en APEC. La gestión mexicana se caracterizó por su competencia y flexibilidad en un 13 contexto político difícil, en el que incidió no sólo el tema antiterrorista, sino también las crisis de Iraq y de Corea del Norte. En este contexto, México insistió en la urgencia de la reactivación económica y la acción conjunta para alcanzar las metas de APEC, que fueron actualizadas en la cumbre 2001 (en Shanghai). Por otra parte, el Presidente Fox procuró agilizar el diálogo entre los jefes de gobierno y los empresarios (que era extremadamente formal), un objetivo que Chile se propone profundizar. Además, durante la gestión mexicana, APEC se ha abierto a considerar puntos de vista académicos independientes, que han subrayado la conveniencia de fortalecer la institucionalidad de APEC (4). El Foro de Cooperación América Latina – Asia del Este (FOCALAE) Este foro debería constituir la vía principal de cooperación económica interregional, ya que FOCALAE no se limita a los países del Pacífico, y tiene una agenda amplia, en la cual los temas económicos se vinculan con los asuntos sociales, culturales y aún políticos. La iniciativa para el establecimiento de FOCALAE provino del gobierno de Singapur, cuyo Primer Ministro, Goh Chok Tong, propuso la idea al Presidente chileno Eduardo Frei a fines de 1998. El sistema de diálogo Asia – Europa (ASEM) fue el modelo implícito para FOCALAE, pero, a diferencia de ASEM, asiáticos y latinoamericanos no han previsto para este foro la creación de una institución del tipo de la Fundación Asia – Europa (ASEF), por lo que no existe una base institucional para generar y canalizar programas de cooperación. FOCALAE está integrado por estados asiáticos y latinoamericanos. En virtud de esta definición, Taiwan y Hong Kong no son miembros del Foro. A juicio del autor, la adopción de este criterio restrictivo disminuye un tanto el potencial de cooperación por el lado asiático, mientras la incorporación de los nuevos miembros de ASEAN (Laos, Camboya y Myanmar) sólo aportará beneficios en el largo plazo. En cambio, la participación de Australia y Nueva Zelandia (que motivó cierto grado de discrepancia entre los asiáticos), agrega interés al foro para América Latina. Entre los integrantes latinoamericanos, tiene gran importancia la participación de Argentina, Brasil, Uruguay, 14 Paraguay, Bolivia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Cuba, puesto que se amplía significativamente la presencia de nuestra región frente a los socios del Este de Asia. FOCALAE se encuentra todavía en una etapa inicial de desarrollo. La estructura del Foro contempla reuniones de altos funcionarios (Senior Officials) y de Ministros, y los programas se acuerdan sobre la base de proyectos nacionales, divididos en tres grupos temáticos. Estos son los relativos a Economía y Sociedad, Política y Cultura, y Educación, Ciencia y Tecnología, respectivamente. Cada grupo temático está a cargo de dos países, uno por región. Algunos gobiernos buscan fortalecer su participación involucrando a actores del mundo académico y eventualmente a empresarios, pero en general el Foro se circunscribe al ámbito oficial. El alto grado de descentralización de las tareas bajo el esquema descrito no parece conducente a un rápido y decisivo “despegue” de FOCALAE, a menos que los países que conducen los grupos de trabajo se concierten para avanzar de manera coordinada en sus tareas. Ello requeriría un grado importante de voluntad política de las Cancillerías, factor que, a pesar de los esfuerzos de Singapur y Chile entre los años 1999 y comienzos de 2001, aún parecen ser insuficientes. En la I Reunión Ministerial de FOCALAE, más de un tercio de los países miembros (6 por cada región), no se hicieron representar por sus Cancilleres. La II Reunión está prevista para el 2003 en Manila, y constituirá, sin duda, una prueba decisiva del grado de viabilidad de la iniciativa FOCALAE. Otras iniciativas Los bancos regionales de desarrollo (BID y Banco Asiático de Desarrollo, ADB) han seguido de cerca la evolución de las redes de cooperación regional. En el marco de la Asamblea del BID celebrada en Santiago de Chile en marzo de 2001, BID y ADB firmaron un acuerdo de cooperación para la realización de proyectos interregionales, entre otros, una red de identificación de oportunidades de negocios vía Internet (Transpacific Business Network) y un foro empresarial asiático-latinoamericano (Latin American – East Asian Economic and Business Association, LAEBA). La alianza de los bancos regionales es oportuna y promisoria. En el marco de diseños institucionales 15 apropiados y de una política de coordinación más que de duplicación de iniciativas, la contribución de la banca multilateral puede dar un impulso adicional a programas de cooperación que hasta ahora se perciben difusos y débiles. Conclusiones En el marco de los procesos de globalización, las relaciones inter-regionales cobran nueva importancia. Los actores de diversas regiones conservaban diferentes identidades y estilos de acción, y ven en los programas de cooperación económica nuevas vías de proyección de sus intereses externos. Diversos obstáculos históricos, geográficos, políticos y económicos que se interponen entre América Latina y el Este de Asia no anulan el interés mutuo, aunque limitado, en un acercamiento entre las dos regiones. Las redes del Pacífico son importantes vías para estos fines, pero su cobertura es geográficamente limitada. FOCALAE es el primer foro propiamente interregional, que debe concentrar los mayores esfuerzos de aproximación entre asiáticos y latinoamericanos. Notas (1) Ver José Beckinschtein y Carlos J.Moneta, “Carácter y perspectivas de la vinculación de América Latina con el Pacífico asiático: líneas estratégicas de trabajo”, en SELA-BID/INTAl (eds.), Informe de las Relaciones Económicas de América Latina con Asia-Pacífico, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1999, p. 29 (2) Enrique Iglesias, “Asociación transpacífica: el papel de América Latina”, en Pilar Alamos, Luz O’Shea y Manfred Wilhelmy (eds.), América Latina y Asia-Pacífico: Oportunidades ante la Crisis, Santiago, Instituto de Estudios Internacionales, 1998, p. 332 (3) Ver Carta del PECC en www.pecc.net (4) APEC International Assessment Network (APIAN), Remaking APEC as an Institution, The Third APIAN Policy Report, agosto 2002. El Institute of Southeast Asian Studies (ISEAS) de Singapur publicará el informe y los trabajos en que se basa en el volumen APEC as an Institution: Multilateral Governance in the Asia Pacific (2003). 16