Complejidad e inteligencias múltiples: apuntes para la controversia

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Revista Docencia e Investigación. Nº 21. 2011
ISSN: 1133-9926
Complejidad e inteligencias múltiples: apuntes para la
controversia
Mario Andrés Candelas
Doctorando en el departamento de Didáctica y Organización Escolar.
Universidad Complutense de Madrid.
Correo electrónico: [email protected]
Francisco Javier Pericacho Gómez.
Doctorando en el departamento de Teoría e Historia de la Educación.
Universidad Complutense de Madrid.
Correo electrónico: [email protected]
Itzíar Fernández Cortés
Doctoranda en el departamento de Psicología Social. Universidad Complutense
de Madrid.
Correo electrónico: [email protected]
227 Revista Docencia e Investigación.
ISSN: 1133-9926
RESUMEN:
Resulta problemático hablar de “inteligencias múltiples” dentro del
paradigma de la complejidad, ya que dentro de este paradigma, la tendencia es
integradora, considerando el ser humano en su globalidad, siendo el total, mucho
más que la suma de sus partes. Este problema se hace de mayor calado si
tenemos en cuenta la visión como “arte estratégico” que se tiene desde la
complejidad de la inteligencia, esta concepción supone un gran cambio, haciendo
aún más difícil la convivencia, no sólo con la teoría de Gardner, sino con una
gran parte de las teorías psicológicas sobre la inteligencia.
En este trabajo abordamos estas diferencias entre la complejidad y la
teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, intentando desvelar los
problemas de conceptualización entre ambas, sus posibles puntos en común y sus
puntos más problemáticos, que hacen su convivencia e imbricación muy
complicadas, ya que a pesar de ir en direcciones similares tienen desavenencias
en puntos claves, siendo necesario matizar y aclarar algunas cuestiones ya que
ambas aportan cuestiones fundamentales para el avance en el estudio de la
inteligencia y las implicaciones de ésta en los procesos de aprendizaje.
PALABRAS CLAVE: Inteligencia, Paradigma Complejo, Proceso de
Aprendizaje, Sociedad del Conocimiento.
ABSTRACT:
It´s difficult to speak about “Multiple Intelligences” inside the complexity
paradigm, because this paradigm is inclusive, considering the human being as a
whole, the total is much more than the sum of its parts. This problem is bigger if
we consider the vision like “strategic art” that the complexity has of the
intelligence, this conception represents a major change, making the coexistence
very difficult, not only with the Gardner´s theory, but much of the psychological
theories on intelligence.
This article boards the differences between the complexity and the theory
of multiple intelligences, trying to unravel the problems of conceptualization
between both of them, the possible points in common and most problematic
among them. Both theories goes in similar directions, but they have
disagreements on key points, making their coexistence and overlapping very
complicated, being necessary to rethink some issues if we believe that their
coexistence represents progress for the study of intelligence and its implications
in learning processes.
KEY WORDS: Intelligence, Complexity Paradigm, Learning processes,
Knowledge Society.
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1. Introducción / Justificación.
El nuevo paradigma o paradigma complejo o de la complejidad, supone un
cambio radical en el planteamiento y desarrollo de las ciencias, incluidas las
ciencias sociales. Supone abandonar las certezas e instalarse en la incertidumbre,
ya que como demuestran los últimos avances en las Ciencias Experimentales
(Genética, Física, Astrofísica, Biología, Química,…) es necesario cambiar
nuestros viejos supuestos y pasar de antiguos modelos mecánicos (Descartes,
Newton), a nuevos sistemas cuánticos (Lazlo, Maturana, Prigogine, Hawking,...).
Como dice Ilya Prigogine [1]:
“La consideración del caos lleva así a una nueva coherencia, a una
ciencia que no sólo habla de leyes, sino también de sucesos, que no está
condenada a negar la emergencia de lo nuevo, y por consiguiente de su propia
actividad creadora”. (Prigogine, 2004: 9).
Estamos asistiendo, por lo tanto, y según Prigogine, al final de la ciencia
convencional.
Dentro de este paradigma complejo Edgar Morin (1988, 2000, 2001) ha
aportado cuestiones fundamentales al concepto de inteligencia, enriqueciendo
dicho concepto, siendo necesario su estudio para una comprensión más completa
del término. Estos aportes serán abordados en el desarrollo de este trabajo. Las
investigaciones de Morin, se contextualizan dentro de la complejidad, en este
humilde trabajo, no pretendemos profundizar en la globalidad de este paradigma,
ya que esta cuestión requeriría de un ensayo propio, por lo que hemos optado por
realizar algunos apuntes sobre dicho paradigma que permitan la apropiada
comprensión de esta pequeña revisión bibliográfica [2].
Sin lugar a dudas, la Psicología es la ciencia que más ha trabajado la
cuestión de la inteligencia, ya que desde principios del siglo XIX, algunos
psicólogos pioneros comenzaron a trabajar sobre dicho tema. En estos doscientos
años, la evolución en el estudio de la inteligencia ha sido considerable, pasando
por diferentes etapas y concepciones. Creemos de vital importancia, antes de
continuar, realizar un pequeño repaso de dicho proceso histórico, para ello
seguiremos el esquema realizado por Howard Gardner (1994: 6), en el que
distingue las siguientes etapas:
•
•
Teorías legas: No existe una definición de inteligencia, a pesar de que
durante toda la historia se han utilizado adjetivos como “listos”,
“sagaces” o hasta “inteligentes”. Esta es una etapa precientífica.
Enfoque psicométrico común: Durante el siglo XIX, los psicólogos
emprendieron los primeros intentos de definir la inteligencia de
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•
•
•
manera técnica e intentaron crear pruebas para poder medirla. Estos
esfuerzos supusieron un gran avance, no podemos culpar a estos
pioneros del excesivo peso que ha tomado esta teoría psicométrica y
del escaso avance de la misma a lo largo del S.XX (Gardner, 1994: 6)
Pluralización y jerarquización: A mediados del siglo XX, los
primeros psicólogos de la inteligencia (Spearman, Terman), tendieron
a considerar la inteligencia como una capacidad general para formar
conceptos y resolver problemas, a pesar de ser general, consideraron
que estaba compuesta por diversos factores, y se generaron diversas
tendencias a favor y en contra de la jerarquización de unos factores
sobre otros. Según Gardner (1994), su obra se encuadra dentro de esta
tendencia.
Contextualización: Siguiendo la corriente del resto de las ciencias
sociales, los investigadores critican cada vez más las teorías
psicológicas que pasan por alto las diferencias cruciales existentes
entre los contextos en que viven y se desarrollan los seres humanos.
En lugar de considerar que tenemos una inteligencia independiente de
la cultura en que nos toca vivir, consideran la inteligencia como el
resultado de una interacción de un ambiente cultural determinado.
Distribución: Se centra en las relaciones de las personas con los
objetos del ambiente inmediato y no con un contexto más general. La
inteligencia no termina en mi piel, abarca mis herramientas, mi
memoria documental y mis redes sociales.
Este proceso histórico, no supone una linealidad, es decir, que las
teorías psicométricas nacieran hace un siglo, no quiere decir que éstas hayan sido
desechadas o abandonadas, ya que como demuestran publicaciones recientes
(Sternberg y Detterman, 2004) algunos psicólogos aun sostienen dichas teorías.
Con esto queremos dejar claro que existen hoy en día, dentro del campo de la
psicología diversas tendencias para la definición, conceptualización y medida de
la inteligencia.
De todas estas tendencias, creemos que la línea adoptada por Howard
Gardner es especialmente interesante para establecer cierta concordancia con el
Paradigma Complejo postulado por Edgar Morin. Los aportes realizados por
Gardner al campo de la inteligencia son innegables, ya que supusieron una
ruptura con los postulados que hasta la fecha se estaban realizando.
Gardner propone la siguiente definición de inteligencia: “capacidad de
resolver problemas, o de crear productos, que sean valiosos en uno o más
ambientes culturales” (1994: 4). Como se puede comprobar Gardner recoge en
esta definición las influencias de diversas tendencias: pluralización,
contextualización y distribución, reconociendo el propio autor las influencias de
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dichas tendencias en su obra. Esta visión más abierta y cognitiva de la
inteligencia, hace que su propuesta resulte muy interesante bajo la visión del
paradigma complejo, que poco tiene que ver con visiones más cerradas y
psicométricas. La complejidad opta por la incertidumbre, por los sistemas
abiertos. Como acercamiento a dicho paradigma, citamos el siguiente texto:
“La complejidad como concepto es evidencia de numerosas
incapacidades: la incapacidad de alcanzar certezas, de formular
leyes, de concebir un orden absoluto, de evidenciar contradicciones,
de comprender la realidad como unidimensional. Para Morin, está
regida por tres principios: el principio dialógico -orden y desorden
mantenidos a la vez en una unidad- el principio de recusrividad, que
rompe con la idea lineal de causa- efecto, de producto-productor, de
estructura-superestrucutra, porque el todo constituye un ciclo
autoconstitutivo, autoorganizador y autoproductor y el principio
hologramático que promulga que el todo está en las partes que están
en el todo. La complejidad no es y nunca podrá ser una receta” (Raiza
Andrade et. al., 2002: 8)
Continuando con la teoría de Gardner, ésta se basa en la concepción
múltiple de la inteligencia lo que le lleva a establecer, en un principio ocho tipos
de inteligencias, desarrollando su Teoría de las Inteligencias Múltiples:
“Mi revisión de los estudios anteriores de la inteligencia y cognición
indicó la existencia de muchas y distintas facultades intelectuales, o
competencias, cada una de las cuales puede tener su historia o desarrollo. El
repaso de obras recientes en la neurobiología ha señalado otra vez la presencia
de áreas en el cerebro que corresponde, al menos en forma aproximada, a
ciertas formas de la cognición; y estos mismos estudios implican una
organización neural que esté acorde con la noción de distintos modos del
procesamiento de la información. Por lo menos en los campos de la psicología y
la neurobiología, el espíritu del tiempo parece estar preparado para la
identificación de varias competencias intelectuales humanas” (1994: 79).
Esta visión múltiple choca con la visión integradora que nos aporta la
complejidad, ya que Morin en sus aportes sobre la inteligencia, habla de una
inteligencia general, encontrando en algunos de sus libros cuestiones como: “el
desarrollo de la inteligencia general requiere ligar su ejercicio a la duda,
levadura de toda actividad crítica que, como indica Juan de Mairena, permite
'repensar lo pensado' pero también comporta 'la duda de su propia duda'”
(1992: 27).
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La lectura de Morin y de Gardner aporta cuestiones muy interesantes al
constructo “inteligencia” y a pesar de claros puntos en común, encontramos
puntos disonantes en ambas teorías, lo que nos ha llevado a querer profundizar
en sus obras para poder establecer el calado de tales diferencias, intentando
encontrar aquellos nexos y comprobar si las diferencias entre ambos son
irreconciliables, ya que consideramos que, teniendo en cuenta sus diferentes
aportes, el estudio de la inteligencia puede avanzar cualitativa y
cuantitativamente.
2. Objetivos.
Con este trabajo de investigación, de revisión bibliográfica, se pretenden
lograr los siguientes objetivos:
•
•
•
•
Obtener una aproximación al concepto de inteligencia el paradigma
complejo.
Comparar esta aproximación con la teoría de las Inteligencias Múltiples
(Gardner, principalmente)
Establecer las relaciones y discordancias entre ambas.
Determinar si es posible mantener la teoría de las inteligencias múltiples
dentro del discurso del Paradigma Complejo.
3. Método
Para realizar este trabajo hemos realizado una revisión bibliográfica de
los principales autores que se han ocupado del tema a estudiar. Hemos optado
por trabajar principalmente con dos autores: Edgar Morin y Howard Gardner.
Esta elección se debe a la relevancia de ambos, ya que el primero es el precursor
del paradigma de la complejidad, teniendo sus obras una gran influencia en todas
las ciencias. La elección de la obra de Gardner, es una cuestión evidente, ya que
es este psicólogo el que desarrolló una de las principales teorías de las
inteligencias múltiples, la cual hemos elegido para la realización de este trabajo.
Hemos partido del análisis de las obras de Gardner, principalmente de
Las inteligencias múltiples. Estructura de la mente, aunque también hemos
utilizado otras, como puede comprobarse en la bibliografía, desgranando su
teoría y comprobando la evolución de la misma.
Para tener un concepto más amplio del concepto de inteligencia hemos
consultado otra bibliografía más general sobre el tema como las obras de
Kincheloe, Steinberg y Villaverde (2004) y de Sternberg y Detterman (2004). La
consulta de estas obras nos ha permitido obtener una visión más amplia de la
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inteligencia, así como las diferentes visiones que se tienen en la actualidad del
término.
Tras obtener una visión general del concepto inteligencia y una
comprensión global y profunda de la teoría de Gardner, hemos pasado a la
lectura de la obra de Morin, haciendo especial hincapié en aquellos temas
relacionados con la inteligencia y la educación (1988, 2000 y 2001). Para obtener
una mejor comprensión de la complejidad y sus implicaciones educativas hemos
acudido a textos secundarios de otros autores de menor relevancia, que citamos
en la bibliografía.
Una vez realizadas estas lecturas comprensivas, hemos pasado a realizar
el propio trabajo en sí, teniendo especial cuidado en basarnos en las ideas
originales de los autores de cuyas teorías y paradigmas estamos hablando,
buscando aquellas diferencias y aquellos puntos en común, para terminar
obteniendo alguna conclusión que permita establecer las relaciones reales entre
la teoría de Gardner y la complejidad, según la entiende Morin.
4. Desarrollo
Para comenzar con el desarrollo de este trabajo creemos importante
realizar un repaso tanto a la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner como
al paradigma de la complejidad desarrollado por Morin.
4.1.Teoría de las inteligencias múltiples de Gardner
En primer lugar, diremos que la teoría de Gardner no es estática, sino más
bien todo lo contrario, ya que ha ido evolucionando desde su formulación en los
años 80 hasta la actualidad. En un primer momento, en su obra Las inteligencias
múltiples. La estructura de la mente, el autor define la inteligencia como “la
capacidad de resolver problemas o de crear productos que son valorados en uno
o más contextos culturales” (1994: 4). Esta definición ha sido completada
posteriormente:
“Casi dos décadas después puedo ofrecer una definición más
refinada. Ahora defino la inteligencia como un potencial biopsicológico
para procesar información que se puede activar en un marco cultural
para resolver problemas o crear productos que tienen valor para una
cultura. Este modesto cambio en la formulación es importante porque
indica que las inteligencias no son algo que se pueda ver o contar: son
potenciales – es de suponer que neurales – que se activan o no en
función de los valores de una cultura y de las decisiones tomadas por
cada persona y/o su familia, sus enseñantes u otras personas” (1999:
44)
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Esta evolución en la definición de inteligencia es muy significativa, ya
que al pasar a ser consideradas como potenciales, el propio Gardner reconoce la
dificultad en su medición y sus posibilidades en cuanto a su desarrollo y mejora.
Gardner considera la existencia de múltiples inteligencias, siendo
insuficiente la visión psicométrica y considera los test como herramientas
insuficientes: “imagino el aparato de las pruebas de inteligencia como algo que
con el tiempo será también innecesario, y nadie lamentará su desaparición”
(Gardner en Sternberg y Detterman, 2004: 95)
El autor considera que la concepción de la inteligencia como una cuestión
general no es suficiente para abordar todas las capacidades y habilidades que
tenemos los seres humanos, siendo necesario un gran cambio en la concepción
de la inteligencia. En las propias palabras de Gardner:
“Afirmo que hay evidencias persuasivas sobre la existencia de varías
competencias intelectuales humanas relativamente autónomas, que en lo
sucesivo abrevio como inteligencias humanas. Estas son las estructuras de la
mente de mi título. Hasta ahora no se ha establecido a satisfacción la naturaleza y
alcance exactos de cada estructura intelectual, ni tampoco se ha fijado el número
preciso de inteligencias. Pero me parece que cada vez es más difícil negar la
convicción de que existen al menos algunas inteligencias que son relativamente
independientes entre sí y que los individuos y culturas las pueden amoldar y
combinar en una multiplicidad de maneras adaptativas” (1994: 29)
Esta cita deja muy clara la perspectiva que aporta Gardner al campo de
estudio de la inteligencia. El autor establece siete inteligencias, aunque en todo
momento deja claro, que esta no es ni mucho menos, una lista cerrada, ya que
como hemos dicho antes, considera su teoría viva y en constante crecimiento.
Las siete inteligencias que establece son:
1. Inteligencia lingüística: El don del lenguaje es universal y su desarrollo
en los niños es sorprendentemente similar en todas las culturas. Incluso
en el caso de personas sordas a las que no se les ha enseñado
explícitamente un lenguaje por señas, a menudo inventan un lenguaje
manual propio y lo usan espontáneamente. En consecuencia, podemos
decir que una inteligencia puede operar independientemente de una cierta
modalidad en el estímulo o una forma particular de respuesta.
2. Inteligencia musical: Los datos procedentes de diversas culturas hablan
de la universalidad de la noción musical. Incluso los estudios sobre el
desarrollo infantil sugieren que existe una habilidad computacional en la
primera infancia hasta que el aprendizaje de notación musical
proporciona más tarde, cuando es aprendido, un sistema simbólico lúcido
y accesible.
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3. Inteligencia lógico-matemática: En los individuos especialmente
dotados en esta forma de inteligencia, el proceso de resolución de
problemas a menudo es extraordinariamente rápido: el científico
competente maneja simultáneamente muchas variables y crea numerosas
hipótesis que son evaluadas sucesivamente y posteriormente son
aceptadas o rechazadas. Es importante puntualizar la naturaleza no verbal
de la inteligencia matemática. En efecto, es posible construir la solución
del problema antes de que ésta sea articulada.
4. Inteligencia espacial: La resolución de problemas espaciales se aplica a
la navegación y al uso de mapas como sistema notacional. Otro tipo de
solución a los problemas espaciales, aparece en la visualización de un
objeto visto desde un ángulo diferente y en el juego del ajedrez. También
se emplea este tipo de inteligencia en las artes visuales.
5. Inteligencia cinestesicocorporal: La evolución de los movimientos
corporales especializados es de importancia obvia para la especie, y en
los humanos esta adaptación se extiende al uso de herramientas. El
movimiento del cuerpo sigue un desarrollo claramente definido en los
niños y no hay duda de su universalidad cultural.
6. Inteligencias intrapersonal: La inteligencia intrapersonal es el
conocimiento de los aspectos internos de una persona: el acceso a la
propia vida emocional, a la propia gama de sentimiento, la capacidad de
efectuar discriminaciones entre ciertas emociones y finalmente, ponerles
un nombre y recurrir a ellas como medio de interpretar y orientar la
propia conducta.
7. Inteligencia interpersonal: La inteligencia interpersonal se constituye a
partir de la capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás, en
particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamento,
motivaciones e intenciones. Esta inteligencia le permite a un adulto hábil,
leer las intenciones y los deseos de los demás, aunque se los hayan
ocultado. Esta capacidad se da de forma muy sofisticada en los líderes
religiosos, políticos, terapeutas y maestros. Esta forma de inteligencia no
depende necesariamente del lenguaje.
Otra cuestión a tener en cuenta en esta teoría es la relación entre las
diversas inteligencias. En la obra Las inteligencias múltiples. Las estructuras de
la mente se afirma la independencia y autonomía de las diversas inteligencias,
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pero se reconoce también que las relaciones entre ellas pueden existir, pero que
esto es aún desconocido, siendo un futuro campo de investigación.
Con estos apuntes, tenemos una visión de conjunto de la teoría de las
inteligencias múltiples, que nos permite abordar el problema que tratamos en este
trabajo. Pasamos ahora a ofrecer una panorámica del paradigma de la
complejidad.
4.2.Paradigma de la complejidad
Lo primero que tenemos que decir al referirnos a este paradigma es su
carácter abierto y en continua construcción.
Este paradigma se apoya en algunas teorías como son:
• Constructivismo
• Lógica borrosa o borrosidad: romper con la lógica dicotómica, del
sí/no, verdadero/falso, etc.
• Infinitud del conocimiento: no tiene punto de inicio sino una línea u
horizonte siempre en desplazamiento y mutación. (teoría de los
rizomas). Conexión e heterogeneidad, multiplicidad (no tiene
estructura, no puede crecer sin cambiar)
• Autopoiesis: autonomía, autorreferenciales, capaces de autogenerarse.
En este paradigma toman especial fuerza algunos conceptos como la
mutabilidad, la contradicción, la incertidumbre, el caos... Este paradigma aboga
por abandonar las cómodas leyes y teorías estáticas que nos venía ofreciendo la
ciencia convencional y apostar por instalarnos en la incertidumbre. Desde la
complejidad se opta por integrar, no por fraccionar el conocimiento (y por lo
tanto al hombre y a la mujer), en palabras de Morín:
“La gran disyunción entre ciencia y filosofía ha provocado una escisión
entre el espíritu y el cerebro, dependiendo el primero de la metafísica y el
segundo de las ciencias naturales y además, los tabicamientos disciplinares han
separado y dispersado” (1988: 20)
Pasamos ahora a hablar de forma muy resumida, de las principales
implicaciones educativas que este paradigma tiene en el campo educativo,
ofreciendo un resumen de los aportes que Morin realiza en su obra (2001). Según
este autor, los saberes necesarios para la educación del futuro se podrían resumir
en siete:
a. Una educación que cure la ceguera del conocimiento. Todo
conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación
del futuro debe contar siempre con esa posibilidad. El conocimiento
humano es frágil y está expuesto a alucinaciones, a errores de percepción
o de juicio, a perturbaciones y ruidos, a la influencia distorsionadora de
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los afectos, al imprinting de la propia cultura, al conformismo, a la
selección meramente sociológica de nuestras ideas, etc.
b. Una educación que garantice el conocimiento pertinente. Ante el
aluvión de informaciones es necesario discernir cuáles son las
informaciones clave. Ante el número ingente de problemas es necesario
diferenciar los que son problemas clave. Pero, ¿cómo seleccionar la
información, los problemas y los significados pertinentes? Sin duda,
desvelando el contexto, lo global, lo multidimensional y la interacción
compleja.
c. Enseñar la condición humana. Una aventura común ha embarcado a
todos los humanos de nuestra era. Todos ellos deben reconocerse en su
humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural
inherente a todo lo humano. Conocer el ser humano es situarlo en el
universo y, al mismo tiempo, separarlo de él. Al igual que cualquier otro
conocimiento, el del ser humano también debe ser contextualizado:
Quiénes somos es una cuestión inseparable de dónde estamos, de dónde
venimos y a dónde vamos. Lo humano es y se desarrolla en bucles: a)
cerebro- mente- cultura b) razón - afecto - impulso c) individuo sociedad -especie.
d. Enseñar la identidad terrenal. La historia humana comenzó con una
dispersión, una diáspora de todos los humanos hacia regiones que
permanecieron durante milenios aisladas, produciendo una enorme
diversidad de lenguas, religiones y culturas. En los tiempos modernos se
ha producido la revolución tecnológica que permite volver a relacionar
estas culturas, volver a unir lo disperso... El europeo medio se encuentra
ya en un circuito mundial del confort, circuito que aún está vedado a tres
cuartas partes de la humanidad. Es necesario introducir en la educación
una noción mundial más poderosa que el desarrollo económico: el
desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala terrestre.
e. Enfrentar las incertidumbres. Todas las sociedades creen que la
perpetuación de sus modelos se producirá de forma natural. Los siglos
pasados siempre creyeron que el futuro se conformaría de acuerdo con
sus creencias e instituciones. El Imperio Romano, tan dilatado en el
tiempo, es el paradigma de esta seguridad de pervivir.
f. Enseñar la comprensión. La comprensión se ha tornado una necesidad
crucial para los humanos. Por eso la educación tiene que abordarla de
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manera directa y en los dos sentidos: a) la comprensión interpersonal e
intergrupal y b) la comprensión a escala planetaria. Morin constató que
comunicación no implica comprensión.
g. La ética del género humano. Además de las éticas particulares, la
enseñanza de una ética válida para todo el género humano es una
exigencia de nuestro tiempo. Morin presenta el bucle individuo sociedad - especie como base para enseñar la ética venidera.
Con estos apuntes, hemos realizado un acercamiento que nos permite
entender la propuesta que realiza la complejidad. Pero intentando concretar aún
más, ¿qué dice este paradigma sobre la inteligencia? Morin en sus obras (1988,
1992, 2000), utiliza el concepto inteligencia general, ya que bajo su perspectiva,
el conocimiento no se debe fragmentar, ya que este no se construye siempre
como continuación de una entidad precedente. Para Morin,
“la inteligencia siempre es estrategia y, en sus ejercicios más
individualizados, más complejos, más innovadores, esta estrategia se convierte
en arte (…). Como todo arte, el arte de la inteligencia no podría obedecer a
recetas o programas de realización. Como todo arte debe combinar de manera
feliz cualidades muy numerosas y diversas, algunas de ellas antinómicas” (1988:
195)
Para Morin, la inteligencia es una y plural a la vez, y destaca unas quince
cualidades complejas de la inteligencia humana. Para Morin la complejidad de la
inteligencia humana no es tanto lo que miden los test, como lo que se les escapa.
El problema de la inteligencia es, para Morin, el problema del conocimiento, ya
que ambos están plenamente relacionados y necesitan conjuntamente el
intercambio y el diálogo. (1988: 198).
5. Algunas relaciones
En las exposiciones que hemos realizado sobre las teorías de Gardner y
Morin encontramos más puntos en común de lo esperado, ya que para ambos, la
inteligencia venía siendo mal conceptualizada por las teorías psicométricas y
ambos manifiestan la insuficiencia de los test, proponiendo una concepción más
abierta y amplia de la cuestión.
Por otro lado, ambos coinciden en que la inteligencia está compuesta por
múltiples capacidades y en la necesidad de contemplar todas ellas, así como en la
importancia que tiene la distribución y el entorno en el desarrollo de la
inteligencia.
Ahora bien, a pesar de estas similitudes, no podemos obviar las
diferencias, que sobrevuelan sus discursos. Una de estas principales diferencias
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se encuentra en el plural utilizado por Gardner, ya que para Morin la inteligencia
tiene múltiples capacidades, pero para Gardner existen múltiples inteligencias, lo
que priva a su teoría del concepto de unidad, tan importante para Morin.
Antes de continuar estableciendo diferencias nos gustaría apuntar que es
evidente que una teoría no puede ser comparable con un paradigma. Este último
es una cuestión mucho más amplia que se nutre de múltiples teorías (o viceversa)
siendo su visión mucho más abarcadora. Debido a esta importante diferencia, la
teoría de Gardner es mucho más concreta y pegada al terreno que la de Morin,
pero esto se debe a la diferencia de plano que existe entre teoría y paradigma. A
pesar de estas diferencias de enfoque, podemos sacar algunas conclusiones de
nuestro estudio, que exponemos en el siguiente apartado.
6. Conclusión
Después de todo este trabajo, pensamos que el gran problema entre los
planteamientos de Morin y de Gardner es el propio concepto de inteligencia, y
como lo utiliza cada uno, ya que en cuestiones de fondo, ambos no sostienen
teorías tan dispares.
Para aclarar todo esto, conviene revisar en la propia obra de Gardner,
algunos apuntes que el autor hace al respecto:
“Contemplé la posibilidad de emplear la venerable expresión académica
facultades humanas; o bien términos empleados por los psicólogos como
aptitudes o capacidades; o términos más populares como dotes, talentos o
habilidades. Sin embargo me di cuenta de que todas estas palabras presentaban
dificultades. Al final, opté por dar el atrevido paso de apropiarme de una
palabra de la psicología y emplearla de nuevas maneras: naturalmente, esa
palabra era inteligencia. Empecé definiendo una inteligencia como “la
capacidad de resolver problemas o de crear productos que son valorados en uno
o más contextos culturales” (199: 44).
“he pensado en lo que podría haber ocurrido si hubiera escrito un libro titulado
Los siete dones del ser humano o Las siete facultades de la mente humana. No
creo que hubiera despertado mucho interés. Da bastante que pensar el hecho de
que las etiquetas puedan tener tanta influencia en el mundo académico, pero
tengo muy pocas dudas de que mi decisión de escribir sobre las “inteligencias
humanas” fuera profética. (…),además, al argumentar que estas facultades eran
relativamente independientes entre sí, estaba desafiando la creencia muy
extendida (…) de que la inteligencia es una sola facultad y que una persona o
bien es “lista” o bien es “tonta” sin más” (1999: 45)
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Por lo tanto, hasta el propio Gardner tuvo dudas a la hora de titular su
libro y toda su teoría, optando, finalmente, por la palabra inteligencia, a pesar de
la existencia de términos más ajustados al conjunto de su teoría, en nuestra
modesta opinión, hubiera sido conveniente prescindir de un concepto polisémico
y problemático como “inteligencia”. Esto puede comprobarse en Sternberg y
Detterman (2004) y en Kincheloe, Steinberg y Villaverde (2004), en estas obras
los mayores expertos en inteligencia del momento aportan sus definiciones del
concepto y las líneas de investigación en el futuro, quedando claras las diferentes
visiones, contrapuestas en ocasiones, que existen en la materia.
Si Gardner hubiera utilizado la palabra potencial biopsicológico o
potenciales neurales, conceptos que él mismo aporta como definición de la
inteligencia, su relación con la complejidad sería mucho más estrecha. Ahora
bien, encontramos algunos problemas en su establecimiento de esos potenciales
neuronales como inteligencias, más allá de sus conflictos con la complejidad,
que no nos resistimos a compartir:
a. Dadas las múltiples conceptualizaciones de la inteligencia que
proponen los especialistas, algunas de las cuales son mutuamente
antagónicas o excluyentes, y otras completamente heterogéneas,
parece más prudente prescindir del constructo “inteligencia” en la
descripción de la dimensión cognitiva del ser humano.
b. No parecen convincentes los argumentos que propone Gardner para
elegir el plural “inteligencias” para designar esos potenciales
biopsicológicos.
c. Considerar esos potenciales biopsicológicos cognitivos como
“inteligencias” implica asumir las aporías que examina Gardner en
su obra (1999).
d. Considerar esos “potenciales biopsicológicos” como “potenciales
cognitivos neurocerebrales innatos” es un modo de reconocer la
excelente aportación original de Howard Gardner a una nueva
teoría crítica de los educandos y de la educación desde la
perspectiva de las neurociencias.
A pesar de estas cuestiones, estamos convencidos de la importancia de la
teoría de Gardner y proponer el concepto potenciales biopsicológicos en lugar de
la palabra inteligencia, no supone un torpedeo a los pilares de la misma, sino más
bien todo lo contrario, ya que reconocemos su potencial, para poder introducirla
dentro del paradigma de la complejidad. Además como hemos visto en este
trabajo, el propio Gardner tuvo (y tiene) sus dudas con el concepto “inteligencia”
“Una cuestión final e importante antes de que me concentre en las propias
inteligencias. Existe una tentación humana universal de dar crédito a una palabra
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en la que nos hemos fijado, quizás porque nos ha ayudado a comprender mejor la
situación. Como señalé al principio de esta obra, inteligencia es esa palabra; la
empleamos tan a menudo que hemos llegado a creer que existe, como entidad
tangible, genuina y mensurable más que como una forma convincente de
nombrar algunos fenómenos que pueden existir (pero que bien pueden no
existir)” (1994: 105)
Del hecho de que existan múltiples potenciales biopsicológicos
cognitivos no se sigue que deban considerarse o llamarse inteligencias.
Entendemos que esta visión, unida a la Morin, de arte estratégico, ofrece una
visión única/múltiple que aporta al campo educativo un futuro mucho más
prometedor, ya que como conjunto de potenciales o artes, la inteligencia puede
mejorarse, entrenarse, educarse,..., sin límites, es decir, la inteligencia también es
educable permanentemente (derivado de sus relaciones con el conocimiento) y
esto es lo que más nos debe preocupar a los educadores.
Notas
[1]
Ilya Prigogine, físico y químico, especialista en Termodinámica, fue
galardonado con el Premio Nobel de Química en 1977.
[2]
Para una toma de contacto con la Complejidad, recomendamos la lectura de
Morin (1994) y Raiza Andrade et. al. (2002)
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