EL HEDONISMO CONTEMPORÁNEO Archivo

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EL HEDONISMO CONTEMPORÁNEO
El Hedonismo (Fragmento adaptado)
Junto con la actitud consumista, el hombre moderno se caracteriza por una
pronunciada tendencia al hedonismo. ¿Qué es el hedonismo? Esta palabra viene
del griego, edoné, que significa placer. El hedonismo es un sistema filosófico
que hace consistir el bien en el placer. Según esta manera de ver, el hombre
encuentra su felicidad en el placer actual, inmediato, sensible. Interpretada
rigurosamente, la moral del hedonismo presupone la superioridad del placer
físico-sensible sobre el gozo moral y espiritual. Asimismo, presupone el
principio del egoísmo, mi placer sobre todo. Excluye, asimismo, toda
moderación en la búsqueda de la dicha. No importa lo que la ética pueda decir
de cada acto; lo importante es el placer que en él pueda encontrarse.
Resulta evidente que el hombre de nuestro tiempo parece abocado a satisfacer
febrilmente su ansia de placeres, sean ellos moralmente buenos o no. Se trata de
«pasarla lo mejor posible», a costa de lo que fuere, en busca incesante de
sensaciones placenteras, siempre nuevas y cada vez más excitantes. Como
afirma Viktor Frankl, "en lugar de orientarse a la búsqueda de un «sentido»
para su existencia, el hombre de hoy se inclina por la satisfacción de sus
instintos; en lugar tender a promover los valores, busca ciegamente la
satisfacción del placer". De ahí brota ese hombre frívolo, que tanto conocemos,
impermeable a todo lo que sea espiritual o incluso cultural.
Marcel de Corte ha contrastado dicha actitud con la del «hombre tradicional».
Cuando la moral era reconocida socialmente, traduciéndose en costumbres
sanas, fundadas en el deber cotidiano, el atractivo del placer y el temor del
dolor, que se experimentaban, por cierto, como en todas las épocas, no
determinaban el comportamiento de la gente, y si en algunos casos ello sucedía,
era considerado como una falencia del que así se comportaba. El campesino de
antaño, que criaba con abnegación una familia numerosa, y que día tras día,
gracias a un trabajo sostenido y sudoroso, lograba que su tierra rindiese lo más
posible, no obraba así atraído por el señuelo del placer. Tampoco lo hacía
coaccionado desde afuera, sino con cierta espontaneidad. Tal comportamiento
lo había heredado de sus padres y abuelos, pero él lo hacía suyo,
voluntariamente. Vista desde afuera, su actividad podía parecer como algo
monótono, que le había sido impuesto contra su voluntad, cuando en realidad
obedecía a un «impulso vital». El labrador pensaba en su tierra, en su familia,
en sí mismo, de modo que, sin hacer sobre ello desmedidas reflexiones, su
trabajo, más allá de las preocupaciones y de los placeres, era un trabajo que lo
humanizaba.
Ahora las cosas no son así. En este tiempo, donde el trabajo ha perdido su
sentido humanizante, la gente no busca sino el placer. Es lo propio de las épocas
decadentes. La búsqueda omnímoda e insaciable del placer se convierte en una
«necesidad inconsciente», análoga al uso de estupefacientes para el drogadicto.
El sufrimiento aparece con todas las características de un agresor, carente
totalmente de significación. El débil hombre contemporáneo necesita de
placeres inmediatos, de fácil consecución. Allí donde el fin deseado exige un
esfuerzo, y el placer no surge sino al término de la acción –como su
complemento–, la debilidad del hombre actual experimenta horror ante una
perspectiva de gozo tan lejana.
Sobre todo a raíz de la influencia de Freud, se despreciaron los «mecanismos de
represión», por los que el hombre tradicional había encontrado los medios de
moderar sus más bajas tendencias. Según parece, lo “mejor” es seguir la
inclinación de los instintos, huyendo del dolor y buscando a toda costa el placer,
sin por ello experimentar ningún tipo de culpa. Particularmente se ha buscado
"liberar" el campo del sexo, que ocupa un lugar privilegiado en aquella
búsqueda ansiosa del placer que caracteriza al hedonismo. Una canción actual
dice: "No importa si yo no soy el primero, si has tenido varios antes que yo, pero
conmigo te vas a diplomar". Se confunde el sexo con el amor, "un amor de rebajas", todo ligero, light él también, sin contenido, siempre listo ante la primera
oportunidad que se presente. Un amor así entendido considera a la mujer como
mero objeto de placer, que se usa y se tira, material de descarte. En esta materia
se ha llegado hasta la saturación. Recientemente apareció en los Estados Unidos
una asociación de gente tan harta de sexo que se reúnen al modo de los
"alcohólicos anónimos" para liberarse de dicha adicción. Al sexo practicado sin
compromiso se lo llama "amor", y al "placer sexual" se lo equipara con la
"felicidad".
Un síntoma de este desenfreno hedonístico lo constituye la erradicación social
del pudor, que es la atmósfera protectora del sexo. Jacinto Choza, autor
contemporáneo, nos ha dejado sugerentes reflexiones sobre este tema en un
libro que lleva precisamente por título La supresión del pudor, signo de nuestro
tiempo. Resumamos sus asertos. En una primera aproximación, escribe, podemos decir que el pudor es la tendencia y el hábito, de conservar la propia
intimidad a cubierto de los extraños. Se dice que una persona no tiene pudor
cuando manifiesta en público estados afectivos o situaciones personales
íntimas, y en general, cuando se comporta en público como las demás personas
suelen hacerlo solamente en privado. Así obran los animales, que no se cubren
ni se ocultan aun para sus funciones más íntimas. Hay formas
de comportamiento que se consideran desubicadas en la calle y adecuadas
dentro del hogar, y otras que ni siquiera se consideran correctas dentro del
hogar en presencia de los "íntimos", pareciendo pedir la soledad más estricta.
Esta protección de la intimidad que es el pudor se expresa principalmente en
tres ámbitos: la vivienda, el vestido y el lenguaje.
Ante todo en la vivienda. El hecho de la vivienda es un hecho bien humano.
¿Por qué el hombre construye una casa para él y su familia? No solamente para
protegerse del frío, como alguno ha dicho, ya que también se la encuentra en
zonas cálidas. Tampoco para defenderse de la lluvia o de los animales. Los
hombres construyen casas para proteger su intimidad. La casa es la propia intimidad, el lugar íntimo, y si se invita a un amigo, se lo invita a compartir dicha
intimidad, a reunir varias intimidades. El segundo ámbito donde se manifiesta
el pudor es el del vestido. Tampoco éste se justifica como una manera de
defenderse del frío. Sirve, por cierto, para eso, pero su significación es mucho
más profunda y tiene que ver directamente con el pudor. El cuidado en cubrir el
propio cuerpo significa que el que lo viste se juzga en posesión del mismo,
afirmando que no está a disposición de nadie más que de él, que no está
dispuesto a compartirlo con cualquiera, a no ser por propia voluntad. El tercer
ámbito del pudor es el del lenguaje. Este sirve no sólo para expresarse sino
también para esconder los estados afectivos, no haciéndolos "de dominio
público".
Pues bien, nuestra época se caracteriza por la creciente desaparición del pudor
en todos sus niveles.
Es cierto que actualmente el hombre sufre mucho, a veces como consecuencia
de sus propios defectos, sufre soledad, problemas económicos, aburrimientos y
angustias. Estos padecimientos pueden llegar a hacerse tan insoportables que la
apertura de la propia intimidad se presenta a veces como una liberación. El
hombre que se retira de su trabajo poco menos que robotizado, siente la
necesidad vertiginosa de buscar inmediatamente algo de goce.
Se busca la comunicación con los demás y la superación de la propia soledad en
la abolición de la intimidad personal; en ese mismo momento, el pudor ha
quedado descartado. Por eso no hay que extrañarse de la impudicia creciente
que se manifiesta en el modo de vestir, puesto que el pudor sexual ha perdido su
significación; la relación sexual ya no es una entrega de la intimidad para la
persona que se ama, sino la satisfacción de una pulsión frente un sujeto que la
excita.
El hedonismo constituye la atmósfera de la sociedad en que vivimos, una
actitud que no tolera ningún tipo de cuestionamiento. Cuando frente al
desboque de la pornografía y de los placeres degradantes alguien intenta
levantar todavía el ideal de la decencia y de la pureza, con frecuencia los medios
de comunicación reaccionan tratando de descubrir intereses egoístas en el que
defiende las normas de la ética, o sacando gozosamente a luz las inmoralidades
secretas de algunas personalidades públicas que parecían encarnarlas.
La tendencia al hedonismo es la consecuencia más cabal del desarraigo y el
vacío existencial que caracterizan al hombre moderno. Los fines de semana se
convierten en un período de evasión de las preocupaciones presentes y futuras,
con la consiguiente sumersión en los placeres que embotan el espíritu. Se
compra el olvido con el alcohol, el ruido, el placer sexual y la drogadicción.
Cuántas veces, caminando por la calle, nos ha impresionado ver tantos rostros
sin profundidad, sin realidad, rostros epidérmicos. La civilización del goce es la
muerte de los rostros.
No hace mucho ha dicho Sábato en un reportaje: "Fíjese en la nación más
desarrollada del mundo, Estados Unidos, que tiene unos 240 millones de
habitantes. Y bien: el 80% del consumo mundial de drogas se realiza en ese
país. El paraíso del desarrollo, con todos los cachivaches de la sociedad de
consumo, está condenado a la muerte por drogas. Ya que hemos perdido este
prestigioso tren del desarrollo, en lugar de soñar con él, meditemos que nos
salvamos de las peores calamidades que esperan a la humanidad. La droga no es
un problema policial, es un problema psicológico y espiritual”.
Alfredo Sáenz, en El Hombre Moderno
Actividades:
I) Realiza una lectura comprensiva del fragmento y destaca sus principales afirmaciones.
II) ¿Coincides con el autor en su afirmación de que el hombre contemporáneo es
fundamentalmente hedonista? , ¿cómo juzgas, desde una perspectiva ética, al hedonismo? ,
¿cuáles pueden ser –según tú opinión– los motivos que conducen al hombre contemporáneo
a vivir de forma hedonista? (Justifica tus respuestas)
III) ¿Qué opinión te merece lo afirmado por el autor en relación al «pudor» y al modo en
que actualmente se practica la sexualidad?
IV) Encuentra alguna expresión gráfica (revistas, libros, publicidad, posters de televisión,
etc) que represente el hedonismo y justifica qué punto del Hedonismo expresa.
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