OFICINAS ) La rentabilidad del entorno de trabajo L os cambios acaecidos en las personas y en las empresas, bajo el influjo del desarrollo tecnológico, han modificado el concepto de oficina. Si hasta hace pocos años hablábamos de oficinas, a partir de ahora y en el futuro hablaremos de entornos profesionales creados en virtud de tres parámetros: la organización de las empresas, las personas y los espacios en los que se desarrolla la actividad. Óscar Fernández Director de negocio de Aguirre Newman Arquitectura En la actualidad ya no podremos diseñar una oficina sin conocer antes el modo en que una empresa trabaja, su estrategia, sus procesos productivos; sin tener en cuenta a las personas que la conforman (empleados, clientes, colaboradores…) y cómo se relacionan y, sobre todo, no podemos crear un entorno de trabajo sin analizar cómo impacta la tecnología y cómo podemos responder a la flexibilidad y los cambios que demanda el mercado para adaptar la organización más rápida y ágilmente que la competencia. Ya estamos creando entornos profesionales en los que predominan los espacios comunes y multifuncionales, las áreas abiertas donde colaborar y trabajar en equipo, los espacios de valor añadido que satisfagan las nuevas necesidades de las personas y, por tanto, de la organización laboral. En definitiva, estamos promoviendo la coexistencia de diferentes generaciones de trabajadores con diferentes métodos de trabajo en zonas privadas y colaborativas suficientemente flexibles para adaptarse y organizarse bajo una dinámica permanente de cambio. En este ´nuevo’ diseño las variables que cobran protagonismo son la comunicación, la colaboración, el pág 62/nº 80/2016 trabajo en equipo, la interconectividad, el trabajo en red y la respuesta en tiempo real. Por todo ello, la oficina se está convirtiendo y se convertirá en un espacio en el que la tecnología y todos sus dispositivos, más que formar parte del paisaje, lo configuran y lo transforman día a día; espacios en los que las pantallas táctiles estarán presentes en paredes y tabiques, en los que no habrá cajoneras, armarios y teléfonos de mesa, y en los que incluso desaparecerá los ratones y teclados. Por otro lado, después de la desaparición del despacho, estamos asistiendo a la eliminación de la propiedad del puesto de trabajo, ya que cada profesional podrá ocupar el puesto que libremente escoja. En consecuencia, pasaremos de un ratio de puesto de trabajo por empleado a ratios más eficientes de una mesa para más de un profesional. LA REVALORIZACIÓN DEL ACTIVO El desarrollo de un entorno profesional preparado para el futuro en el que se tengan en cuenta los factores que hemos apuntado (cultura empresarial, personas, espacios y tecnología), implica que se invierta en una serie de capítulos que hacen que el valor del edificio como activo inmobiliario se incremente exponencialmente. La inversión debe centrarse en tres principales áreas: materiales, instalaciones y tecnología. Los materiales e instalaciones buscan el máximo confort para las personas que trabajan y visitan el edificio, además de una optimización en los consumos que incremente el respeto y cuidado del medio Estamos promoviendo la coexistencia de diferentes generaciones de trabajadores con diferentes métodos de trabajo en zonas privadas y colaborativas ambiente a través de un importante ahorro de recursos. La demanda de la sociedad en cuanto a sostenibilidad medioambiental es cada vez más exigente, siendo uno de los valores que los empleados tendrán en cuenta a la hora de elegir trabajar en una empresa o en otra. Así los sistemas de climatización, de iluminación, instalaciones eléctricas y mecánicas deberán consumir lo mínimo posible y maximizar el confort de las personas. Un edifico que disponga de sistemas que tengan en cuenta estos factores, tendrá un valor mayor respecto a los que no lo tienen. De hecho, muchas empresas multinacionales exigen que sus sedes corporativas estén ubicadas en edificios con certificación energética, como LEED o BREEAM. Del mismo modo, la tecnología es otro elemento que impacta directamente en el valor del edificio. Ya no solo se tienen en cuenta los sistemas de seguridad física, gestión y control, sino que ahora, las tendencias van dirigidas a sistemas tecnológicos que garanticen la seguridad de las comunicaciones y a sistemas que, en tiempo real, nos ayuden a optimizar los recursos que necesita el edificio. Por ejemplo, conocer en cada momento qué zonas están ocupadas y cuáles no, y durante cuánto tiempo; saber qué áreas del edificio no se utilizan nunca para analizar las causas y poner en marcha acciones correctoras o bien optimizar los recursos; durante cuánto tiempo se utilizan las zonas de reuniones, cuáles son los tránsitos más comunes dentro de un edificio… El que un edificio disponga de todos estos sistemas incrementa su valor respecto a los que no lo tienen y, sin duda, tiene una mayor atracción para inversores y futuros inquilinos. [ ] Entornos y personas L as empresas deberán estar obligatoriamente alineadas con los valores sociales, de forma real y tangible, algo que las nuevas generaciones van a tener muy en cuenta al decidir dónde quieren trabajar. Las estructuras jerárquicas seguirán flexibilizándose, al tiempo que los profesionales cooperarán entre sí con áreas, capacidades o sectores que no son los suyos. Estrategia, organización, profesionales y tecnologías serán los factores fundamentales para conseguir los objetivos de las organizaciones. Todo ello, con mayor adaptación al cliente, al entorno, al respeto medioambiental, a la diversidad cultural y a los distintos mercados. En cuanto a los profesionales, su rendimiento y productividad está directamente relacionado con factores como satisfacción, motivación y compromiso. En definitiva, con su grado de felicidad en el trabajo. Cada vez es más necesario que las empresas cuenten con estructuras ágiles y flexibles que se adapten rápidamente a los cambios que se produzcan en su entorno. Aquellas que no lo consigan tendrán, entre otros, problemas para fidelizar y atraer talento, porque siempre habrá compañías mucho más atractivas para los trabajadores. Las empresas deben estar preparadas para que sus estructuras y estrategias estén alineadas con los principios sociales y la demanda y necesidades de sus empleados. Ya es una realidad que las nuevas generaciones no sólo valoran el factor económico para trabajar en una u otra compañía. Las reglas de juego están cambiando. Las carreras profesionales desarrolladas en una sola empresa durante una vida laboral serán la excepción. El driver del nuevo empleado será la emoción: demandarán sentirse vivos en sus trabajos y en el desarrollo de sus proyectos, aprender verdaderamente de sus jefes, saber hacer convivir distintas generaciones de profesionales, responder ante los mejores y no ante los de mayor antigüedad, trabajar en empresas que valoren su vida privada, que midan su trabajo por objetivos y no por mera presencia, que puedan desarrollar su actividad en un entorno profesional que se adapte a sus necesidades. Todos estos factores no serán una opción, serán los principios básicos demandados por el nuevo talento. Pero además surgirá una forma de relación empresa-empleado basada en el win-win, y esa será la de colaboración puntual externa. Profesionales especializados en áreas determinadas que aportarán valor a las estructuras cada vez más ligeras y generalistas de las compañías a la hora de desarrollar proyectos, dotando a las empresas de una mayor creatividad, impulso y capacidad para superar los retos. Y los entornos profesionales jugarán un papel fundamental en la fidelización y atracción del talento, elemento cada vez más complejo. En la actualidad, cada vez más, el espacio es uno de los principales elementos de decisión para formar parte de una empresa u otra. Por último, la tecnología como elemento que lidera el diseño, adaptándose la arquitectura y la ingeniería a ese liderazgo. Pasaremos de espacios a laboratorios digitales. pág 63/nº 80/2016