Accidente laboral por imprudencia temeraria del trabajador

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> JURISPRUDENCIA COMENTADA
Accidente laboral por
imprudencia temeraria
del trabajador
Albert Toledo Oms, departamento Laboral de AGM Abogados.
l concepto de accidente de trabajo en
el Derecho de la Seguridad Social ha
sufrido una larga evolución que ha ido
ampliando progresivamente sus contornos. Esta situación ha provocado que actualmente se encuentre en un punto muy alejado
del restringido concepto de accidente que se ha
utilizado en Derecho Civil y en el ámbito de los
seguros privados.
E
No obstante, su núcleo esencial ha permanecido invariable desde su primigenia regulación,
que data del año 1900. Así, según el art. 115 de
la Ley de la Seguridad Social se entiende por accidente de trabajo: “Toda lesión corporal que el
trabajador sufra con ocasión o por consecuencia
del trabajo que ejecute por cuenta ajena”. Por lo
tanto, para que se pueda hablar de accidente de
trabajo han de concurrir tres elementos, que son
los siguientes:
> Existencia de una lesión corporal. Fruto
del comentado alejamiento del Derecho Civil,
los daños psicológicos son equiparables a los
daños físicos.
> El trabajador debe prestar los servicios
por cuenta ajena, según las tradicionales
normas del Derecho Laboral al respecto.
> Relación de causalidad entre trabajo prestado y daño sufrido.
Además, hay que tener en cuenta que se
presumirán constitutivas de accidente de trabajo
las lesiones sufridas por el trabajador durante el
tiempo y en el lugar de trabajo. La determinación
del origen profesional de un accidente es, por
varias razones, jurídicamente relevante e importante en la práctica.
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Gestión Práctica de
Riesgos Laborales
Basta con citar, por ejemplo, la posibilidad
de que sea impuesto a la empresa un recargo
de las prestaciones derivadas del accidente por
falta de medidas de seguridad; o el percibo por
parte del accidentado de las mejoras voluntarias
de prestaciones que establecen un buen número de convenios colectivos.
Una vez aclarado el significado del concepto
de accidente de trabajo, es necesario poner de
relieve que la Ley de Seguridad Social excluye de
la calificación como accidente de trabajo varios
supuestos de hecho. A tenor de la ley no será
accidente de trabajo, entre otros casos, el daño
que se produzca debido “a dolo o a imprudencia temeraria del trabajador accidentado”.
La determinación
del origen
profesional de
un accidente es
jurídicamente
relevante en
la práctica
En este caso, se dejará al margen el supuesto que se caracteriza por el elemento doloso, es
decir, en el que existe la intención o el propósito deliberado del accidentado de causarse lesiones. Por ello, este artículo se centrará en la mera
imprudencia temeraria como ruptura del nexo
causal antes comentado.
La imprudencia temeraria
Lo primero que cabe decir respecto a la citada
excepción a la calificación de accidente de trabajo
es que raramente es aplicada por los órganos jurisdiccionales. Esta figura es interpretada muy restrictivamente, y difícilmente es posible romper con
ella la presunción de laboralidad. Una muestra
del criterio restrictivo es la sentencia del Tribunal
Supremo (STS) de 16 de julio de 1985.
En segundo lugar, la figura que da título al
artículo debe ser distinguida de la cercana –desde
un punto de vista conceptual, pero difícilmente
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La sentencia del Tribunal Supremo de 18 de septiembre de 2007 consideró como “temerariamente imprudente”
la conducta de un trabajador, que tuvo un accidente en moto.
delimitable en la práctica– imprudencia profesional. Según la ley, no impedirán la calificación del
accidente como de trabajo “la imprudencia profesional que es consecuencia del ejercicio habitual de un trabajo y se deriva de la confianza que
éste inspira” al accidentado.
La aplicación de esta definición puede ser
examinada, por ejemplo, en la STS de 23 de octubre de 1971. Para el Tribunal Supremo ni la habitualidad, ni la confianza profesional justifican que
se desconozcan las más elementales medidas de
precaución (STS de 10 de diciembre de 1968).
Definidos los contornos de la imprudencia
profesional es fundamental centrarse en la temeraria. La citada STS de 10 de diciembre de 1968
define la imprudencia temeraria como “la conducta que implica la inobservancia de las más elementales medidas de precaución”. La posterior
STS de 23 de octubre de 1971 perfila la anterior
definición y afirma que es imprudencia temeraria
“el actuar con desprecio del riesgo cierto que se
deriva del trabajo o de una determinada tarea”.
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Se trata de una conducta en la que su autor
asume riesgos manifiestos, innecesarios y especialmente graves ajenos al usual comportamiento de las personas. Consiste en un patente y
claro desprecio del riesgo y de la prudencia más
elemental exigible (STS de 18 de septiembre de
2007). En definitiva, el trabajador se excede del
comportamiento normal de una persona y corre
un riesgo innecesario que pone en peligro la
vida o los bienes conscientemente (STS de 16
de julio de 1985).
Sentencia del Tribunal Supremo
del 18 de septiembre de 2007
Aunque la jurisprudencia del Tribunal Supremo que ha estimado la imprudencia temeraria
es escasa, se comentará a una sentencia reciente y muy gráfica con el fin de ayudar a delimitar
los contornos de la conducta del trabajador. La
STS de 18 de septiembre de 2007 trata de un
supuesto de hecho frecuente y, por lo tanto, de
gran trascendencia práctica.
El trabajador sufre un accidente de tráfico
cuando se dirigía a su puesto de trabajo conduciendo un ciclomotor propiedad de la empresa en
una hora de gran circulación. El accidente se produjo cuando al llegar el motorista a una rotonda se
detuvo ante un semáforo, pero inició la marcha
antes de que se encendiese la luz verde. Como
consecuencia de ello, impactó con un vehículo.
En opinión del Tribunal Supremo, el trabajador
era consciente del peligro que entrañaba su acción
que, además, tenía lugar en una hora de circulación. Aunque conocía el peligro, el trabajador decidió reanudar la marcha asumiendo un riesgo inminente de colisión con otros vehículos. Es decir, se
encontraba en una situación en la que era consciente de que su actuación podía fácilmente desencadenar una colisión con otro vehículo.
De esta manera, el Tribunal Supremo concluye
que “esa conducta merece el calificativo de temerariamente imprudente, por revelar un claro desprecio del riesgo conocido y de la más elemental
prudencia exigible en tales circunstancias”.
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