UNIDAD DIDÁCTICA V ARTE MEDIEVAL MUSULMÁN Tema 16. Arte hispanomusulmán 16.1 La España musulmana En el año 661 se inaugura el califato omeya de Damasco, se funda la primera dinastía islámica hereditaria y se produce el inicio de una rápida expansión que puso bajo el Islam territorios que se extendían desde España hasta el valle del Indo. Establecida la capital en Damasco, la herencia del mundo antiguo constituiría una de las principales fuentes para su desarrollo. La dinastía sucumbió en el 750 a manos de los abbasíes, quienes asesinaron a los miembros de la familia de los Omeyas. De esta masacre se salvó únicamente Abd al-Rahman, quien en su huida llegó al Magreb, pasando después a España donde fundó la dinastía omeya en al-Andalus e hizo de Córdoba su capital. A partir de entonces, Córdoba se convirtió en la capital de los príncipes omeyas españoles, en donde llegó a proclamarse un nuevo califato, que alcanzaría su máximo apogeo durante los siglos IX y X. Tras la muerte del último califa omeya, Al-Mansur, la unidad política anterior quedó totalmente desintegrada, siendo sustituida por una suerte de pequeños reinos, los Reinos de Taifas, que sirvieron para continuar, en parte, el esplendor artístico alcanzado en la época anterior. En el seno de esa fragmentación política y territorial, surgieron diversos intentos por monopolizar el poder, protagonizados, primero por los Almorávides, y por los Almohades, después. Los periodos del Emirato y Califato de Córdoba, los Reinos de Taifas, Almorávides y Almohades, tendrán su broche de oro con la inauguración de la dinastía de los Nazaríes, con los que se cierra la historia de la presencia islámica en España con la realización, además, de algunas de las manifestaciones artísticas más importantes del Islam. 16.2 El periodo califal cordobés Desde su incorporación en el 711 a los territorios dominados por el Islam y tras un emirato dependiente de Damasco, el nuevo estado islámico de al-Andalus pasó a proclamarse en el 756 independiente de Bagdad, aunque reconociendo la autoridad religiosa del califa abbasí. La Página 1 de 11 desvinculación completa de Bagdad se produjo con Abd al-Rahman III, quien al proclamarse califa afirmó su autoridad política y religiosa frente a cualquiera de los otros poderes. Elegida Córdoba como capital, se desarrolló uno de los momentos más brillantes de su historia, cuya mejor expresión es la Mezquita de Córdoba. A través de ella y de sus diversas ampliaciones, pues no fue la creación de un solo maestro ni de un solo siglo sino que su crecimiento se prolongó durante más de doscientos años hasta adquirir su fisonomía definitiva, es posible trazar un panorama de la evolución del arte hispanomusulmán desde sus orígenes hasta la caída del califato. Fue iniciada por Abd al-Rahman I en el 784 como emblema de la dinastía omeya instaurada en el-Andalus tras su masacre perpetrada en Oriente, continuada posteriormente por Abd alRahman II y III, correspondió a Al-Hakam II la realización de las más importantes reformas. La obra primitiva, levantada sobre las ruinas de una iglesia cristiana, la de San Vicente, fue realizada siguiendo el modelo sirio, es decir, una sala de oraciones precedida por un patio, en cuya fachada se alzaba un minarete. Esa sala tenía nueve naves, siendo la central más ancha. Las naves se separaban mediante columnas de origen visigodo y romano, sobre las que descansaba un cuerpo de arcos de herradura. Para aumentar la altura y luminosidad, se sobrepusieron a las columnas unos pilares sobre los que apoyan un segundo piso de arcos de medio punto, decorándose las dovelas de ambos con un sistema alternado, o bien de colores, con dovelas rojas y blancas, o bien de materiales, con piedra y ladrillo. La obra de Abd al-Rahman I fue muy pronto insuficiente para las necesidades de la población, decidiéndose su ampliación en el 848 por Abd al-Rahman II. Esa ampliación consistió en la adición de dos naves a ambas partes del edificio primitivo, pasando de las nueve naves iniciales a once. Además la mezquita ganó también en profundidad con la presencia de ocho tramos más. Los sucesores de Abd al-Rahman II aportaron importantes modificaciones al monumento. Así Abd al-Rahman III amplió el patio y construyó el minarete que en la actualidad está recubierto por una estructura renacentista. Correspondió a Al-Hakam II la promoción de las más importantes reformas. No sólo fue ampliada la longitud de las naves, sino que se construyó el actual mihrab y la maxura, decorado todo con mosaicos bizantinos. Quedaría, después una nueva ampliación en tiempos de Almanzor, que Página 2 de 11 añadió lateralmente a la sala de oraciones ocho naves que la agrandaron hacia el este en casi dos tercios, otorgándole a la mezquita un total de diecinueve naves. El esplendor del arte cordobés no quedaría limitado únicamente a la Gran Mezquita, ya que junto a ella los califas cordobeses se hicieron construir lujos residencias. Así, en las proximidades de Córdoba y siguiendo la tradición oriental según la cual cada monarca construía su propia residencia palatina, el califa Abd al-Rahman III fundó en el 936 el gran centro residencial y administrativo de Madinat al-Zahra. Para su instalación aprovechó una suave pendiente del terreno que permitió articular un recinto amurallado, de unos 1500 metros de largo por 750 metros de ancho, en tres sectores que correspondían a tres partes de la ciudad separadas por muros. La residencia del califa dominaba toda el área desde la terraza superior. La explanada media albergaba la administración y las viviendas de los más importantes funcionarios. La inferior estaba destinada a la gente del pueblo y los soldados. Madinat al-Zahra fue abandonada después del traslado de la corte en el último cuarto del siglo X, siendo posteriormente saqueada durante una revuelta bereber en 1010, causa por la cual el conjunto quedó totalmente destruido. El florecimiento cultural y artístico que impulsó el califato no sólo se dejó sentir en Córdoba, sino también en el resto del territorio como se puede comprobar con la mención del ejemplo de Toledo, donde aún es posible vislumbrar los restos de su fortificación, los elementos que definen su alcazaba, su medina, sus arrabales y su entorno. Conserva asimismo una mezquita construida durante el califato, la del Cristo de la Luz (Bab al-Mardum) cuya planta cuadrada organizada en nueve tramos cupulados y cuyo alzado se relación con la mezquita de Bu Fatata, una notable construcción de la arquitectura religiosa de los aglabíes que ocuparon lo que actualmente corresponde a Túnez y una parte de Argelia. El ambiente de refinamiento reinante en torno a la corte cordobesa auspició unas manufacturas de lujo que, bajo patrocinio real, produjeron las más variadas expresiones artísticas. Entre estas producciones destacan los trabajos en marfil realizados en Córdoba y continuados en el taller de Cuenca durante la época siguiente. A través de ellos, en los que son muy interesantes los botes y arquetas destinadas a guardar joyas, ungüentos y perfumes, se constata un repertorio iconográfico que muestra una profusa trama de vegetación en la que suelen inscribirse escenas de la corte. Página 3 de 11 En Córdoba los monarcas organizaron también su propia fábrica real de tejidos. Su fundación marca el comienzo de la historia del tejido de sede en al-Andalus. En general, sus formas ornamentales presentan una tendencia a la ordenación en bandas mientras que los motivos y figuras se inscriben en medallones. La producción cerámica mejor representada es la conocida como verde y manganeso, obtenida por la aplicación sobre una capa blanca de una decoración con óxido de cobre (verde) y óxido de manganeso (morado) en la que predominan junto a motivos epigráficos y vegetales, una fuerte presencia de elementos figurativos. 16.3 El arte durante los Reinos de Taifas El brillante florecimiento cultural que caracterizó el califato de al-Andalus pronto se vio truncado por el ascenso de Almanzor y las posteriores luchas internas que llevaron a la fragmentación del territorio y a la abolición del califato en 1031. La independencia de los antiguos gobernadores o jefes militares produjo un mosaico de pequeños reinos de taifas (tawaif que significa facciones). En el terreno cultural la evolución del arte califal no se vio interrumpida por esta fragmentación de los reinos de taifas; al contrario, el arte patrocinado por cada uno de los monarcas constituye una clara continuación del momento anterior. Como corresponde a un proceso dominado por la rivalidad y la búsqueda de prestigio, todos los monarcas promovieron buenas muestras de arquitectura palatina aunque con materiales pobres con los que aspiraron a aparentar una riqueza decorativa externa ya que en ese momento no era posible la generación de nuevos y vigorosos resultados. Una buena prueba de todo ello es el Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Su eje central está dominado por un patio rectangular con albercas que preceden estancias alargadas con pórtico, estableciendo un tipo claramente derivado de esquemas palatinos cordobeses. Lo más notable de este palacio son los sistemas de arcos entrecruzados, que destacan por la complejidad increíble y por la variedad de sus formas (medio punto, herradura, lobulados y compuestos). Página 4 de 11 16.4 El arte almorávide De los nuevos ámbitos de poder surgidos en todo el mundo musulmán, los correspondientes al occidente islámico mantendrán, después de la segunda mitad del siglo XI, una relativa autonomía artística respecto a los territorios orientales. En estos territorios más occidentales del Islam, fueron las oleadas de tribus beréberes (almorávides y almohades) las que configuraron un nuevo escenario de poder. A principios del siglo XI, Yayha ibn Ibrahim, regresó del peregrinaje a la Meca lleno de entusiasmo religioso. Sus seguidores (al-murabit) se trasladaron hacia el norte y en 1062 fundaron Marrakech, Tremecén en 1082 y, finalmente, llegaron a Argelia. En 1085, los almorávides entraron en España como libertadores y permanecieron como dueños, hasta que a principios del siglo XII, fueron sustituidos por una nueva potencia, la de los almohades. Desde el punto de vista artístico, la presencia almorávide supuso la entrada de nuevos elementos, la creación de juegos de entrelazos cada vez más complicados y complejos, la revitalización del uso de la piedra tallada para las puertas de las ciudades y los alminares de las mezquitas y el uso de los mocárabes, que se convierten en uno de los elementos más característicos del arte almorávide. De forma curiosa aunque al-Andalus fue el foco originario del arte almorávide, no se han encontrado aquí obras relevantes, sobre todo si se las compara con las que se localizan en los principales enclaves del norte de África. Las empresas arquitectónicas emprendidas por esta dinastía sólo están bien representadas por sus construcciones religiosas. El modelo habitual de mezquita responde al esquema de naves perpendiculares al muro de la qibla tal y como aparece en la Mezquita de Tremecén y en la Mezquita de Argel. De forma excepcional aparece otra tipología en la que las naves se disponen en paralelo al muro de la qibla siguiendo así el modelo de Damasco. Es lo que se puede ver en la Mezquita de Qayrawiyn de Fez. 16.5 El arte almohade El movimiento almohade une a la más estricta ortodoxia la insistencia en la unicidad de Dios. Su reformador procedía de un medio tribal establecido en las montañas del Alto Atlas. A pesar de proclamar un retorno a la austeridad su actitud cambió de forma aún más rápida que la de sus predecesores, traduciéndose en uno de los momentos más fructíferos del occidente islámico en Página 5 de 11 el terreno artístico y particularmente en la historia de la arquitectura que alcanzó a las manifestaciones que por aquel momento se desarrollaban en el ámbito cristiano. En las mezquitas siguen el esquema de naves perpendiculares al muro de la qibla; entre sus edificios más representativos hemos de mencionar la Gran Mezquita de Sevilla, comenzada en 1172 por Abu Yaqub Yusuf I. Contaba con diecisiete naves perpendiculares a la qibla, en las que no faltaban elementos procedentes del arte cordobés. Asimismo estos edificios fueron dotados de magníficos alminares de planta cuadrada, cuyo alzado está formado por sendas torres, una de las cuales alberga a la otra y entre las cuales discurre la escalera o una rampa como es el caso de la Giralda. El alminar, fue comenzado en 1184 por el mismo arquitecto de la mezquita si bien su terminación correspondió a Ali de Gomara. Su aspecto original puede reconstruirse con la imagen de ella que se conserva en los primeros sellos episcopales y con un modelo realizado antes de las obras renacentistas. Contemporáneos a estas construcciones y hasta hace poco atribuidos a los almorávides, existen otros restos de arquitectura, en este caso de carácter palatino, levantadas por el gobernante independiente de Murcia. Nos referimos al Castillejo de Monteagudo, cuya composición con pabellones que podrían albergar pequeñas albercas o surtidores aparecerá con posterioridad y con mucha mayor calidad en la Alhambra de Granada, queriendo ver en este caso un precedente bastante claro de la solución nazarita del Patio de los Leones. Es una época también en la que se produce un gran desarrollo de la arquitectura militar que se tradujo en un enriquecimiento tipológico tal y como demuestra la construcción de complejas puertas en recodo, torres poligonales, torres albarranas, muros coracha, barbacanas, etc., de los que todavía se conservan algunas muestras en la Alcazaba de Mérida, Trujillo o Sevilla. En el terreno decorativo utilizaron un amplio repertorio al que dotaron de orden y sobriedad. Esta concepción se aplica en uno de los motivos que es el rasgos ornamental más novedoso, la sebqa. Se trata de una composición formada por una doble trama romboidal en dos planos organizada a partir de la prolongación y entrecruzamiento de arcos decorativos lobulados y mixtilíneos. Otra de sus producciones artísticas más destacadas son los textiles, cuyos talleres ponen de manifiesto una menor actividad debido tal vez a su imitación por parte de los tejidos mudéjares. Página 6 de 11 Se caracterizan por la práctica ausencia de motivos figurados y el aumento de la decoración geométrica. 16.6 El epílogo del arte musulmán: la Alhambra de Granada Las invasiones de nuevos pueblos tanto en Oriente como en Occidente consolidan un nuevo espacio geohistórico del Islam en el que se va a desarrollar, entre mediados del siglo XIII y finales del siglo XV el panorama que prepara el advenimiento de los grandes imperios de la Edad Moderna. La debilidad del imperio almohade provocó que a su fin se asistiese a una nueva fragmentación del occidente islámico. De esa fragmentación surge el reino nazarí, cuya capital desde 1237 fue Granada y cuya historia habría de prolongarse hasta 1492 que supuso la desaparición del último bastión islámico de al-Andalus. Los Nazaríes culminan brillantemente el proceso de evolución de la civilización islámica en suelo europeo, más avanzada en su desarrollo que la de sus antagonistas feudales cristianos. Los periodos del Emirato y Califato de Córdoba, Reinos de Taifas, Almorávides y Almohades, tendrán su broche de oro con los Nazaríes, cuyo símbolo más característico es la Alhambra de Granada que, en unión de la Mezquita de Córdoba, constituye una de las manifestaciones artísticas más universales del Islam. La obra que mejor define la dinastía nazarita es la Alhambra de Granada, síntesis de la arquitectura palatina islámica y de los nuevos elementos defensivos incorporados a la arquitectura militar. Por su situación geográfica sobre la colina de la Sabika y por sus indudables valores estéticos se ha convertido a lo largo de la Historia en el referente y símbolo de la ciudad de Granada. Su imagen ha trascendido sus funciones originales y su pervivencia con un alto grado de conservación, la plantean como elemento clave para la investigación histórica, no sólo del ámbito andalusí sino de todo el arte del Próximo Oriente. Sus orígenes se encuentran en la decisión de Muhammad I de trasladar su residencia desde el palacio que tenía en el Albayzín hasta la colina de la Sabika. A él correspondió la construcción de la Alcazaba, prolongada en tiempos de Muhammad II con l construcción de un recinto Página 7 de 11 amurallado más amplio. En los primeros años del siglo XIV, Muhammad III mandó la realización de la mezquita mayor, en el solar que ahora ocupa la iglesia de Santa María de la Alhambra, y de un baño anexo al recinto militar. Además, este monarca abandonaría el recinto de la Alcazaba, que comienza a definirse como zona militar, para ocupar el Palacio del Partal. Correspondió, sin embargo, a Yusuf I y Muhammad V, la realización de los programas más importantes, que son los que han otorgado a este recinto su carácter más monumental. Yusuf I reforzó la Alcazaba y los palacios, amplió el recinto amurallado y decoró sus torres, así como los Baños y el Cuarto de Comares. Por otro lado, Muhammad V continuó con las obras de Comares, al que dotó de entrada monumental, rehizo el decorado de su patio y el de la Sala de la Barca y construyó el Cuarto de los Leones, en el que se adopta un modelo distinto a lo que había sido habitual en los planes palaciegos de la arquitectura nazarí. Aquí ya no encontramos la estructura de un patio rectangular con alberca central y viviendas en los cuatro laterales aunque potenciando a nivel de uso y monumentalidad los lados menores, sino que vemos dos canales de agua que surgen de la parte media de cada lateral, se unen en el centro, en la fuente que da nombre al palacio y en los laterales norte y sur, los canales surgen de surtidores situados dentro de dos grandes estancias, las salas de los Abencerrajes y de las dos Hermanas, mientras que en los lados este y oeste son pabellones o kioscos salientes que preceden a las salas de los Mocárabes y de los Reyes. Dos son, por tanto, las grandes zonas que se pueden distinguir en el recinto de la Alhambra de Granada, una ciudadela militar asentada en el punto más alto de la colina, en donde se instala la Alcazaba, y un Palacio Real, enclavado en el centro y separado de la Alcazaba por una explanada, que en la actualidad recibe el nombre de Plaza de los Aljibes. La primera de ellas es un recinto más o menos triangular, del que ya existen algunas noticias antes incluso de la presencia árabe. Como corresponde a un recinto defensivo está fortificado con murallas y torres, como la Quebrada, la del Homenaje, la de las Armas y la más importante de todas ellas, la Torre de la Vela, llamada también de la Campana, con cuatro pisos, con arcos sobre pilares, formando galerías en torno, cubiertas de varias bóvedas. En cuanto al Palacio Real, se compone éste de tres áreas bien diferenciadas, una de carácter público, el Mexuar ó Cuarto Dorado; otra para la residencia oficial del monarca, el Cuarto de Comares; y otra formada por las habitaciones y dependencias de la vida privada formada por el Cuarto de los Leones. Página 8 de 11 El Mexuar ó Cuarto Dorado fue construido en tiempos de Muhammad V, y es la parte que más ha sufrido las obras e intervenciones en el recinto de la Alhambra. Consta de una sala inicial muy rehecha y con un pequeño oratorio al fondo de época posterior. Inmediato a él se encuentra el patio del Mexuar, que servía para enlazar la anterior sala con el Cuarto de Comares. En su frente norte está el Cuarto dorado, al que precede un pórtico de tres arcos, sobre columnas con capiteles de tradición nazarí; y en el lado sur se encuentra la entrada al Cuarto de Comares. El Cuarto de Comares era, como hemos dicho, la residencia oficial del monarca, agrupada en torno al patio de los Arrayanes, con naves en sus costados y galerías porticadas en sus extremos. Este patio responde al tipo clásico arábigo-andaluz y los pórticos de sus extremos, cubiertos de techo de lazo, tienen arcos con capiteles cúbicos y de mocárabes. En la galería norte se levanta la Torre de Comares, que da nombre a todo el conjunto. Está precedida por una sala rectangular, conocida como la Sala de la Barca, que se cubría con una bóveda de lazo semicilíndrica desaparecida en la actualidad. Rodea la sala un zócalo de alicatados, abierto en el centro de su testero para acoger el arco que da paso al interior de la Torre de Comares, en donde se encontraba el Sillón de los Embajadores. Es una sala cuadrada, pavimentada de losas de barro y en su centro hay un tapiz de azulejería. Los frentes del fondo y laterales tienen arcos de ingreso a camarines. Toda la estancia aparece cubierta con una gran cúpula, magnífica obra de la carpintería granadina, compuesta de paños de madera de cedro cubiertos de lacería y un cubo de mocárabes en el centro, ricamente decorado y pintado. En el lado oriental del Patio de los Arrayanes se encuentra el Baño Real, cuya organización responde al modelo clásico de las termas privadas romanas. Está precedido de la Sala de las Camas. Cuatro columnas determinan en el centro un espacio cuadrado con fuente en el medio y galería en torno, cubiertas de techos de lazo. Sobre esta estancia, un piso alto para los músicos y cantores, y todo cubierto con un artesonado de lazo correspondiente al siglo XVI, como también es de ese momento la decoración de sus muros. A uno y otro lado de ese espacio cuadrado se disponen camas revestidas de azulejos de colores. Desde aquí se comunica con la zona de los baños fríos, templados y calientes, cuya arquitectura es bastante sencilla, zócalos de azulejos, arcos lisos de herradura y bóvedas esquifadas con lumbreras estrelladas. Los Baños comunican con el Jardín de Daraxa, uno de los rincones de mayor belleza de toda la Alhambra, desde donde se puede dominar la torre de Abul-Hachach, en donde en el siglo XVI se comenzó Página 9 de 11 a construir el Peinador de la Reina, cuyos muros y arcos están decorados con grutescos y alegorías. En cuanto al Cuarto de los Leones, era éste como decíamos antes, la residencia privada del monarca y su familia, y la parte más moderna de todo el palacio, cuya construcción corresponde a Muhammad V. Se compone de un patio central, rodeado de galerías, con grandes salas en el fondo. Las galerías están formadas por columnas de mármol blanco, con rizados capiteles y sobre ellos arcos de yesería peraltados y de mocárabes con calada decoración. Centrando el patio, la fuente de los Leones que da nombre a todo el recinto. A ella llega el agua procedente de los surtidores que hay en la entrada de cada una de las cuatro salas que componen este conjunto monumental, invadido de luz, mármol y yeserías. Los templetes o kioscos que hay en dos de sus frentes dan paso a la Sala de los Mocárabes, cuyo nombre procede de la bóveda que la cubría, destruida a finales del siglo XVI, y cubierta en parte por otra de yeso con forma elíptica hecha en el siglo XVIII, y a la Sala de los Reyes, de forma rectangular. Se accede a ella a través de tres pórticos con triples arcos de mocárabes decorados con rombos calados y apoyados en finas columnas. La sala se divide en tres aposentos de planta cuadrada, separados por dobles arcos, cubiertos con cúpulas de mocárabes. En los fondos de cada una de estas partes se abren pequeños aposentos con cúpulas de madera de forma elíptica, forradas de cuero y decoradas con interesantísimas pinturas de finales del siglo XIV ó comienzos del XV, con escenas de reyes nazaríes y temas caballerescos. En los lados norte y sur se encuentran la Sala de las Dos Hermanas y la Sala de los Abencerrajes. La primera es una sala cuadrada, cubierta con cúpula de mocárabes, con un zócalo de azulejos y paredes de finísima tapicería de yeso. Al fondo de ella se abre una pequeña estancia, el Mirador de Daraxa, cuyo arco de entrada tiene en sus jambas la más fina ornamentación cerámica de la Alhambra. La segunda es también una sala cuadrada con alcobas en los laterales. Las paredes están decoradas de yeserías con inscripciones y se cubre con una espléndida cúpula de mocárabes alzada sobre ocho trompas. Saliendo del recinto amurallado, se iniciaba el camino que conducía al Generalife, una alquería con funciones palaciegas estructurada en torno al Patio de la Acequia. Aquí se realizaron diversos jardines siguiendo los niveles del terreno de gran originalidad con intervenciones tan espectaculares y sencillas. El Patio de la Acequia repite el sistema cruciforme del Patio de los Leones y fue edificado por Muhammad III a principios del siglo XIV, aunque modificado por Ismail I. El conjunto de la Alhambra fuera de las murallas no sólo se completaba con el Generalife sino Página 10 de 11 con otra serie de construcciones de las que quedan algunos restos como la almunia denominada Dar al-Arusa, el palacio de los Alijares o estructuras como los albercones que servían como lugar de almacenamiento y control de la Acequia Real que partiendo del río Darro servía para abastecer y crear los juegos de agua de la Alhambra que constituyen uno de los elementos indisolubles de la estética del monumento. Página 11 de 11