El deseo de la última musa de Picasso

Anuncio
55
LATERCERA Domingo 17 de abril de 2016
La verdad sobre
Jacqueline y Pablo
Pepita
Dupont
(Editorial Elba)
2014
$ 22.910 en
buscalibre.com
[BIOGRAFIA] Tenían 46 años de diferencia, pero eso no impidió que se enamoraran perdidamente. Tras
la muerte de Picasso en 1973, Jaqueline Roque, su última esposa, se ocupó de su legado con dedicación,
ganándose el rechazo de los hijos del pintor y de su ex amante, Françoise Gilot. Un libro, escrito por la
periodista francesa Pepita Dupont, reivindica su rol como musa y mecenas. Por Denisse Espinoza A.
El deseo de la última musa de Picasso
J
acqueline Roque (19271986) tenía todo listo
para la exposición que
inauguraría el 25 de octubre de 1986 en el Museo de Arte Contemporáneo Español (Meac) en
Madrid, con 61 obras de su esposo,
el fallecido pintor Pablo Picasso.
No se trataba de una muestra cualquiera. En ella estaban representadas todas las épocas y pasiones del
autor de Las señoritas de Avignon,
incluyendo a sus distintas musas:
desde Eva desnuda, el retrato de
uno de sus grandes amores que murió de cáncer en 1915, pasando por
la cabeza de bronce de Fernande
Olivier, la escultura de Dora Maar,
los retratos a Marie-Thérèse Walter
y Françoise Gilot con sus dos hijos,
Claude y Paloma, y por supuesto
ella misma, Jacqueline. Pero más
importante que la curatoría misma
era el hecho de que al finalizar la
exhibición Picasso en Madrid, las
obras no debían regresar más a Notre-Dame-de-Vie, el taller que tenía el pintor en Mougins, Francia,
ya que la viuda había decidido donarlas definitivamente a la capital
española, cumpliendo uno de los
últimos deseos de su esposo.
Sin embargo, 10 días antes de la
apertura de la muestra, Jacqueline
decidió terminar con su vida, disparándose en la sien. A pesar de la
tragedia, la exposición se realizó
tal cual se había acordado con el director Aurelio Torrente; sin embargo, al término de la retrospectiva, en enero de 1987, los cuadros
fueron reclamados por la única hija
de Jacqueline, Catherine Hutin, y
regresaron a Francia.
Más de 20 años después la historia es rescatada por la periodista
francesa y amiga de Jacqueline, Pepita Dupont, en el libro La verdad
sobre Jacqueline y Pablo Picasso.
La historia hace eco acá en Chile a
propósito de la exposición Amor y
deseo que reúne, en el Centro de Extensión UC, 52 grabados del artista pertenecientes a la Fundación
Picasso de Málaga y donde justamente retrata a dos de sus mujeres:
Françoise y Jacqueline.
Según la autora de la biografía,
quien además trabajó durante 37
años como reportera del semanario
Paris Match, la viuda del pintor habría dejado un testamento con la
voluntad de donar las 61 obras a
Madrid, el que habría sido impugnado por su hija. Pese a que esta
nunca tuvo buena relación con
Jacqueline, de todas formas terminó heredando mil cuadros de Picasso, un centenar de grabados, dibujos, libros ilustrados, esculturas
RR Otra foto de Jacqueline y Pablo Picasso, en Villa La Californie, 1958, Cannes, Francia.
y correspondencia. Además de inmuebles como Notre-Dame-deVie, un castillo en Vauvenargues y
un departamento en Cannes. “No
quiero oír hablar de mi hija nunca
más, ni siquiera que se pronuncie
su nombre en mi presencia”, le confesaría Jacqueline a dos de sus empleados, un día antes de matarse,
según el testimonio que recogió de
ellos Pepita Dupont.
La publicación del libro en 2008,
en Francia, desató la ira de Hutin,
quien demandó a la periodista por
difamación por 200 mil euros.
Dos años después, la corte dictaminó que Dupont no actuó de
mala fe y le obligó sólo a pagar una
multa simbólica de 1 euro. Hace
un año, la escritora logró que el libro se tradujera al español y se
lanzara en Madrid.
“Jacqueline era una persona muy
generosa, pero muy discreta, nun-
ca vendió una sola obra de Picasso;
al contrario, ella prefería regalarlas
a quienes pensaba que iban a cuidarlas bien. Me pareció que era necesario contar su historia, dejar un
testimonio de su lucha por preservar el trabajo de su esposo”, dice Pepita Dupont a La Tercera.
La familia rota
Ella tenía 26 años y él 72 cuando se
cruzaron por primera vez en Vallauris, la costa francesa, donde
Jacqueline Roque trabajaba en un
taller de cerámica, al que el artista
acudía a hacer sus obras. Picasso la
cortejó durante seis meses; ella venía saliendo del divorcio de su primer marido y lo que más le preocupaba era su hija de cuatro años. El
había roto también hace poco con
Françoise Gilot, quien se había
marchado con su amante Luc Simon, con quien terminaría casán-
dose. Sin embargo, la periodista
Pepita Dupont afirma que la ex pareja del pintor y madre de sus hijos
Claude y Paloma nunca dejó de acosarlo, despechada de que la hubiese reemplazado tan rápido por una
nueva mujer.
Según el libro, al principio los tres
compartían en reuniones amistosas, incluso las niñas Paloma y
Catherine jugaban juntas, pero más
tarde la aversión de Françoise se
hizo evidente. “Jacqueline me mostró las cartas que ella le enviaba a
Picasso pidiéndole que reanudaran su relación. Al final esa familia
terminó alejándose del padre”,
cuenta Dupont.
En la prensa, Jacqueline se hizo
conocida como “la carcelera de Picasso”, acusada de no haber dejado asistir a los hijos al funeral de su
padre, a excepción de Paulo el primogénito, fruto de su primer ma-
trimonio con la bailarina Olga Kokhlova. En el libro, Dupont asegura que esto lo habría hecho siguiendo la voluntad del propio artista,
quien había perdido el cariño de
Claude y Paloma, luego de que ellos
creyeran en “las mentiras” que había escrito Françoise en Mi vida
con Picasso, sus memorias publicadas en 1964. Tres años antes, el pintor había logrado que todos sus descendientes fuesen inscritos como
legítimos, asegurando la herencia
de cada uno.
¿Habló con Françoise o con Catherin Hutin para este libro?
No, no me interesa tener relación
con ellas, menos con una hija que
se dice ser la propietaria de todo. En
mi libro denuncié que tanto el castillo de Vauvenargues como la casa
de Notre-Dame-de-Vie estaban totalmente abandonados por ella. Lo
que hizo a continuación fue vender
la casa y decir que el castillo lo abriría como un museo, cuestión que
hizo por solo algunos meses. Hoy
todo sigue igual, es una pena.
Pero más allá de los dramas familiares, en su libro Pepita Dupont insiste sobre todo en la tenacidad que
Jacqueline tuvo para cumplir los
deseos del artista. Luchó años por
abrir el Museo Picasso en París, que
finalmente se inauguró en 1985.
También donó obras a diferentes
museos en Italia, Francia, Islandia,
EEUU y Canadá, entre otros. Además su figura fue crucial para que
el Guernica, que Picasso envió al
MoMA de Nueva York en 1939,
mientras durara el franquismo, retornara a España en 1981. Lo mismo hizo con la escultura Dama oferente, que también regresó a su
país natal.
Es debido a estos ejemplos que la
periodista francesa lamenta que el
último deseo de Jacqueline no se
haya cumplido. “Hay testigos de
que ella escribió un testamento,
pero han tenido miedo de hablar.
Más allá de eso, Jacqueline habló
con muchas personas a quienes
transmitió también la idea de la
donación, como el director del museo Aurelio Torrente, y el mismo ex
Presidente español Felipe González.
Lo que creo es que esto se transformó en un asunto de Estado, Francia no quiso perder esas obras y España no hizo mucho para tenerlas”,
señala Dupont. Finalmente, de las
61 obras, el Presidente François Miterrand decidió restituir solo una a
España, en 1991: Monumento a los
españoles muertos por Francia de
1947, que ahora cuelga en el Museo
Reina Sofía, pero en ninguna parte se dice que la verdadera donante fue Jacqueline Picasso.b
Descargar