superyo | pensamiento positivo Pensamiento positivo Felicidad por decreto Sus ventajas son cada vez más divulgadas en los medios. Sin embargo, algunos especialistas advierten que tomarlo como una fórmula mágica que garantiza la felicidad, el amor y hasta la salud, puede ser peligroso. ¿Beneficia el optimismo? ¿Es dañino ser pesimista? Son algunas de las preguntas que despierta el tema Elizabeth Levy Sad y Paola Solbes En los últimos años, las virtudes y los beneficios del llama- do “pensamiento positivo” han tenido una extraordinaria difusión en el mundo occidental. La gran expansión en los medios de comunicación de la filosofía New Age, las terapias alternativas, la avalancha de libros de autoayuda y los exponentes de la Psicología positiva plantean, con diferentes matices y a través de variados argumentos, una nueva forma de ver la vida, basada, principalmente, en el cultivo del pensamiento positivo. Ante la generalización de esta tendencia –que muchas veces trae aparejada la banalización de ciertos problemas y sufrimientos–, algunos intelectuales y profesionales de la salud han comenzado a señalar el lado negativo de esta suerte de prescripción absoluta de la “buena onda”. Es cierto que médicos y psicólogos de distintas corrientes coinciden en que una forma de pensar en exceso negativa es 46+SALUD pensamiento positivo | superyo Por más esfuerzo que se haga para dejar de sufrir y se “decrete” que todo está bien, es imposible sentirse mejor si no se resuelve la causa real de la angustia limitante y peligrosa en el plano emocional. Pero, ¿pensar positivamente es una receta mágica para resolverlo todo? ¿Pueden desaparecer la angustia, la ira, la frustración, la depresión o la culpa repitiendo frases positivas? ¿Se pueden cambiar conductas autodestructivas con la mera voluntad de hacerlo? “Un pesimismo excesivo es perjudicial, pero un pesimismo moderado puede ser beneficioso”, afirma el psicólogo y terapeuta cognitivo-conductual Gerardo Primero. Aunque parezca paradójico, agrega Primero, “el ‘pensamiento positivo’ a veces puede ser negativo: un optimismo moderado permite tomar riesgos en forma prudente, pero un optimismo exagerado puede llevar a evaluaciones y decisiones incorrectas” (por ejemplo, un alumno podría estudiar menos de lo necesario porque tiene demasiada fe en sí mismo). Predominio inconsciente En la vida cotidiana se emprenden acciones y realizan cambios de manera consciente y voluntaria: estudiar una carrera, iniciar una dieta o seguir una rutina de ejercicios. Pero no todos los cambios vitales se pueden llevar adelante con sólo la voluntad de mejorar. Para modificar ciertas conductas perjudiciales y emociones nocivas (adicciones, vínculos violentos, angustias) es necesario explorar el mundo inconsciente de la persona: sus vivencias traumáticas, sus temores, sus fantasías reprimidas; todo aquello que origina sentimientos de ansiedad o frustración. “Por más que alguien se autoconvenza de que va a estar bien y piense en positivo, los síntomas de que algo está mal van a seguir apareciendo; por eso debe reconocer lo que le sucede como síntoma, para pedir ayuda e iniciar una terapia psicológica”, advierte el psiquiatra y psicoanalista Julio Moscón. Cuando una persona registra síntomas de una dolencia física (jaqueca, fiebre), busca un tratamiento adecuado. Pero, ¿se puede aliviar aquello que se ignora? Porque el inconsciente guarda información que las personas desconocen o niegan de sí mismas, y en esa información suele estar el origen de sus angustias. A esa instancia inconsciente no se puede acceder a través de pensamientos conscientes, ni se le puede anular con frases positivas. El psicólogo y psicoanalista Gabriel Rolón explica que “la mentalidad positiva consiste en un discurso autocondicionante de conductas que invita a la autosugestión. Es el intento de refugiarse en un pensamiento mágico: ‘todo va a salir bien’. Pero esto es apenas la manifestación de un anhelo, y la solución real de los conflictos que angustian a la persona nada tiene que ver con este autoconvencimiento”. Por más esfuerzo que se haga para dejar de sufrir y se “decrete” que todo está bien, es imposible sentirse mejor si no se resuelve la causa real de la angustia. El dolor como respuesta En la actual cultura de la inmediatez, a tono con esta corriente masiva del pensamiento positivo, también se registra un profundo rechazo y una negación de las tristezas y de los conflictos: hay que superarlos rápido o ignorarlos. Hay una suerte de mandato social que ordena a todo el mundo “ser feliz” y mostrar “buena onda”, pase lo que pase; y a quien no puede ver la vida “color de rosa” se le acusa con mucha liviandad de depresivo y de negativo, y hasta se le trata de fracasado. 47+SALUD superyo | pensamiento positivo Un optimismo moderado permite tomar riesgos en forma prudente, pero un optimismo exagerado puede llevar a evaluaciones y decisiones incorrectas “Muchos creen que el dolor es el enemigo, pero es la manifestación psíquica del intento que hace un sujeto por reacomodarse ante una situación de desequilibrio”, plantea Rolón. Por ejemplo, precisa el especialista, “cuando una persona pierde a un ser querido, el mundo deja de existir tal como lo conoce, y ante semejante cambio, la psiquis intenta recuperar la estabilidad perdida. Ese esfuerzo es lo que llamamos dolor”. Y el sufrimiento no tiene fecha de vencimiento: no siempre es señal de bienestar mostrar una recuperación rápida después de una pérdida o una crisis grave. A veces, el dolor es la respuesta más sana que una persona puede dar. Cuando alguien quiere autoconvencerse de que se siente bien, no se permite escuchar su voz interior, que quizá le dice exactamente lo contrario. Entonces, se va produciendo una contradicción y una distancia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se siente, lo cual causa más angustia. Efecto boomerang La presión por sentirse feliz puede provocar, paradójicamente, un incremento del malestar y una menor capacidad de tolerancia a la frustración, según concluyó un estudio realizado por Steven Hayes, profesor de la Universidad de Nevada. La repetición de afirmaciones positivas puede empeorar el estado anímico de personas con baja autoestima, bien sea porque se sienten presionados a ser felices y no lo logran, o porque no pueden creer lo que repiten. Muchas personas se exigen metas altas, sin evaluar si poseen o no las herramientas adecuadas para alcanzarlas. 48+SALUD Culpa y mandato Una de las técnicas basadas en el pensamiento positivo que puede resultar peligrosa es la propagación de la idea de que cada ser humano tiene la “culpa” de todo lo malo que le sucede, como si no hubiese otros factores que inciden en el destino individual (contexto social, historia de vida, familia de origen). Por ejemplo, se ha extendido la idea de que ciertas enfermedades muy graves –como el cáncer– son causadas por pensamientos negativos. “Estas creencias pueden llevar a que las personas se culpen a sí mismas por su enfermedad o a que no busquen un tratamiento médico apropiado, pensando que la actitud positiva las salvará”, sostiene Primero. Otra de las prácticas habituales que proponen los cultores de la filosofía New Age es la repetición de frases positivas para cambiar la realidad personal. Y si bien algunos estudios científicos demuestran que esta técnica puede ayudar a hacer algunos cambios provechosos, también es cierto que puede llegar a ser muy perjudicial, porque esas frases a veces resultan poco creíbles para el sujeto que las repite, quien se siente exigido a sentirse bien, y si no lo consigue, se profundiza su tristeza y su frustración. Visiones complementarias “Apelar al optimismo, a la autoayuda, puede tener buenos efectos o ninguna clase de efecto en una persona: cada caso es distinto”, advierte Moscón; de allí la importancia de no generalizar en estos temas. El especialista explica que “el pensamiento positivo trabaja con una perspectiva adaptativa: la búsqueda de una armonía consigo mismo y con el mundo. En cambio, el psicoanálisis lee los resultados en función de que la persona pueda hacer algo activo y sacar provecho de su parte inadaptada, pensamiento positivo | superyo no armónica y discordante, que es su síntoma. Por tanto, los resultados obtenidos con una u otra vía terapéutica son diferentes”. Por otra parte, hay que destacar que hoy existen terapias –como la visualización creativa, la programación neurolingüística y el coaching– que combinan el análisis tradicional del inconsciente con herramientas vinculadas al pensamiento positivo y al trabajo sobre la voluntad de ser feliz. Frente al mito de que el pensamiento positivo sirve para todo y para todos, algunos psicólogos plantean que también se debe desterrar el mito de que el inconsciente se impone en todos los actos de la vida. “La creencia en el poder del pensamiento positivo lleva a una excesiva omnipotencia, pero la creencia en el poder absoluto del inconsciente lleva al extremo opuesto: que la persona desestime el rol activo que tiene en su propio aprendizaje, y por tanto, en su propio camino terapéutico”, subraya Primero. Muchas de las terapias basadas en técnicas cognitivo-conductuales son alternativas que proponen aprovechar la capacidad de aprendizaje para resolver situaciones traumáticas, mejorar la salud psicofísica y lograr metas; pero esto no se obtiene repitiendo frases prediseñadas, sino buscando activamente nuevas formas de pensar y actuar que permitan solucionar conflictos, mejorar la Psicología positiva Luego de estudiar por un largo período la depresión, el psicólogo e investigador estadounidense Martin Seligman pensó la psicoterapia como un espacio en el cual trabajar con las emociones positivas, en vez de centrarse en el dolor emocional y su huella inconsciente como lo hacen otros enfoques terapéuticos. Así nació la Psicología positiva, corriente que se aboca al análisis de las variables positivas del ser humano como la creatividad, la inteligencia emocional, la esperanza, el humor y la felicidad. comunicación interpersonal, construir vínculos más saludables y alcanzar el desarrollo personal. En consecuencia, es importante saber discernir qué cambios se pueden realizar con voluntad y creatividad y cuáles requieren de otras estrategias terapéuticas. • F u e n t e s c o nsul t a d a s ºGabriel Rolón, psicólogo y psicoanalista. Especializado en tratamiento de neurosis, psicosis y perversiones. Autor de Encuentros (El lado B del amor), entre otros libros (www.grolon.com.ar). ºGerardo Primero, psicólogo y terapeuta cognitivo-conductual. Docente universitario e investigador de temas filosóficos (Argentina). ºJulio Moscón, médico psiquiatra y psicoanalista. Jefe de Guardia del Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato de Alvear (Argentina). 49+SALUD