La inconstitucionalidad en el régimen federal. Acción. Recurso. Vía directa. Evolución jurisprudencial. Estado actual. Autora Jeanreaud, Maria Laura Estudiante UBA La Constitución Nacional Argentina, siguiendo la modalidad norteamericana, establece el sistema de control judicial difuso en su artículo 116, que dice: "Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inciso 12 del artículo 75: y por los tratados con las naciones extranjeras: de las causas concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros: de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima: de los asuntos en que la Nación sea parte: de las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero." Un sistema de control constitucional difuso, consiste sencillamente en que cualquier juez tiene la potestad de decidir sobre la constitucionalidad de una norma o de un acto. La sentencia declarativa de inconstitucionalidad será de aplicación a un caso concreto, aquél en el que fue planteada, o bien de oficio, cuando el juez detectó, en el caso en el que tiene que decidir, una incompatibilidad con la Constitución Nacional. Este modelo evidentemente deja abierta la posibilidad de que existan decisiones contradictorias respecto de la compatibilidad de una norma o acto con la Constitución Nacional. Juristas y doctrinarios defensores de este sistema interponen como argumento resolutivo de este problema, que la declaración de inconstitucionalidad se aplica al caso concreto en que se plantea, que el efecto es inter partes, y que al ser meramente declarativo, sigue teniendo vigencia hasta que el Congreso o la Administración, según de donde emane la norma cuestionada, decida derogarla. Sin embargo, creo que es éste precisamente el mayor problema que trae el control de constitucionalidad difuso ¿Cómo es posible que el derecho pueda ser inconstitucional para unos y no para otros? ¿Es razonable decir que tal o cuál norma o acto se contradice con la Constitución de la Nación en un caso determinado y que a la vez se declare que esa misma norma o acto es compatible con la Constitución en otro caso similar resuelto por otro juez? Es decir que ¿puedo válidamente aseverar que una norma es constitucional e inconstitucional a la vez? Si atendemos al sistema de control de constitucionalidad de las leyes instalado en nuestro país, la respuesta al interrogante que antecede es afirmativa. Nadie podrá tachar de errónea la afirmación de que una determinada norma es y no es inconstitucional, porque si sometemos a la decisión de dos jueces distintos el planteo de inconstitucionalidad de una norma, no hay obstáculo alguno que impida que uno decida que la norma sometida a su decisión es inconstitucional y que el otro tome una decisión opuesta, siendo ambas declaraciones íntegramente válidas. Este sistema, si bien, puede aliviar el trabajo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, filtrando de alguna manera los planteos de inconstitucionalidad, al permitir que sean resueltos por instancias inferiores. Provoca un manoseo de la norma fundamental y de las que deben ser dictadas conforme a ella. Si bien, es necesario el debate interpretativo, también es necesaria la unificación de la interpretación cuando de la Constitución Nacional se trata, porque de ella depende el resto del ordenamiento jurídico, y si no hay acuerdo general en cuanto a lo que sus postulados nos dicen, entonces todo el sistema corre peligro de desvirtuarse y terminar por ser lo que no es. Una norma es o no es constitucional, no tiene sentido lógico ni jurídico que lo sea o no según el caso y/o el juez que lo decida. Esto, además de llevar a nuestra Carta Fundamental a un manoseo constante, ocasiona inseguridad jurídica, problema sumamente grave y mas aún cuando hablamos de la Constitución de la Nación. Por ello es necesario un sistema de control de constitucionalidad en el cuál el criterio sea unificado, oponible erga omnes y que si se detecta una inconstitucionalidad, ella alcance para derogar la norma que se opone a lo que la Constitución Nacional manda. Si es la Corte Suprema la guardiana de la Constitución ¿quién mejor que ella para avocarse exclusivamente a su control? Por ello propugno por un sistema de control concentrado reaparador. Otorgándole a la Corte el poder que debe de tener, y el respeto que merece como poder del Estado. Se me podrá objetar que como país democrático, que elige a sus representantes, éste camino podría desvirtuar al sistema representativo. Ya que la judicial es la única de las tres funciones que el pueblo no elige, y aplicando un sistema de control concentrado la última palabra estaría en manos de un órgano ajeno al mismo. Pero ¿no sería esta idea un óbice entonces para todas las decisiones emanadas de nuestros jueces? Además, siendo que el Presidente, directamente elegido por el voto popular, es quien determina su nombramiento ¿qué motivos tendría el pueblo para renegar de las decisiones de su elegido? Después de todo, podríamos decir que indirectamente el pueblo designa a los integrantes de la Corte a través de su Presidente. De cualquier manera, considero que es necesario un cambio en el sistema de elección de los jueces de la Corte Suprema, ya que es imprescindible que sus decisiones no tengan móviles políticos, como sucede cuando quien nombra a los jueces puede sin mas removerlos. Y más aún en un control de constitucionalidad concentrado, donde la Corte no solo tendrá la última palabra sino también la única en cuanto a lo que control de constitucionalidad se refiere. Que el nombramiento y remoción de los jueces de la Corte Suprema dependa del Presidente obviamente genera que muchas veces que sus decisiones se vean teñidas de los interese políticos de éste. Los jueces de la Corte no pueden ser imparciales cuando puede estar en juego su puesto de trabajo. Y no sólo por esto es que se debería considerar la posibilidad de cambiar la forma de designación, sino también porque es necesario que los que deben controlar la vigencia de la Ley Fundamental tengan sólidos conocimientos e idoneidad para ocupar ese cargo. Por ello propugno también por el nombramiento mediante concursos, con exámenes anónimos, para una mayor transparencia de sus resultados. Pero no es este el tema central de éste trabajo, aunque considero necesario dejarlo planteado. Por otro lado, y volviendo al tema central, la otra crítica grave que se le hace al sistema de control de constitucionalidad concentrado es que puede ocasionar un efecto de cuello de botella. Es decir, que las causas pasan sin filtro a la Corte Suprema o al Tribunal Constitucional, provocando un desborde de juicios imposibles de resolver todos a la vez y quedando por lo tanto atascados en esa instancia y sin garantía de ser resueltos en tiempo razonable. Pues bien, lo que propongo es una reestructuración de todo el mecanismo de control, no un simple cambio de sistema, así sin más. Es más que probable que, de cambiar a un control concentrado dejando a la Corte en su actual composición, ésta se vea rebalsada de causas con un consecuente colapso del sistema judicial entero. Pero una solución factible a este problema nada menor, y que incluso aportaría cierto dinamismo es la división de la Corte en salas según la materia, cada una suprema en su fuero. Sin necesidad de agregar instancias intermedias o "junior court", que, desde mi punto de vista lo único que hacen es burocratizar y dilatar la decisión. Éste sería un sistema reparador, ya que el control de constitucionalidad de la ley se haría una vez dictada y promulgada, ya sea de oficio o ante planteos en sede judicial. En síntesis, este modelo de control de constitucionalidad concentrado tiene sus características particulares, a saber: 1) el único órgano con competencia sería la Corte Suprema, con la particularidad de su división en salas en función de la materia, cada una suprema en su fuero, 2) efecto erga omnes de la sentencia, 3) derogación de la norma en cuestión directamente por la sentencia que marca inconstitucionalidad, esto es en forma operativa, 4) control reparador, es decir con posterioridad al dictado de la norma, 5) como opción, para evitar el móvil político que puede afectar las decisiones en cuanto a control de constitucionalidad, el establecimiento de un sistema transparente de elección de los jueces de las salas, que tenga en cuenta elementos objetivos de experiencia e idoneidad. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA * Nestor Pedro Sagués, Elementos de derecho constitucional, Tomo I, 2da. edición, 1997, Ed. Astrea. * Helio Juan Zarini, Derecho constitucional, 2da. edición, 1999, Ed. Astrea. * Manuel García Pelayo, Derecho constitucional comparado, 1ra. edición, 1984, Ed. Alianza. * Jorge Reinaldo A. Vanossi, Teoría constitucional, 2da. edición, 2000, Ed. Depalma.